Capítulo veintiuno: La traición de Alaska


Alaska.

2 de agosto, 2016.

Alaska: ¿Vienes a la ventana?

Recargada de la ventana veo hacia la de mi novio dándome cuenta de cuándo lee el mensaje. Él se encuentra sentado frente a su escritorio, se pasa una mano por el cabello antes de escribir y poco después, recibo una respuesta.

Novio calienta bragas: no.

Alaska: ¿Por qué? :O

Novio calienta bragas: tú sabes por qué...

Me rasco la cabeza y luego estoy presionando el teléfono contra mis labios preguntándome si sigue molesto por lo que creo que no supera, tal vez debería hacerme la tonta. Rápidamente le respondo.

Alaska: ¿Y si no lo sé? :(

Novio calienta bragas: sí que lo sabes.

Bueno, tiene razón: sé por qué está molesto. De hecho tuvimos una tonta discusión ayer en la mañana, pero pensé que para hoy ya se le pasaría. Drake me acusó de haber leído un capítulo de nuestro libro sin él, que hice trampa y falté a nuestro compromiso; de verdad, cualquiera creería que me acusaba de serle infiel debido a su indignación.

Lo cierto es que me declaro culpable. Había quedado muy ansiosa del último capítulo que leímos hace cinco días y el libro estaba en la mesita de noche gritando mi nombre, me dije que solo sería una ojeada rápida, pero mis ojos se fueron por las líneas y con culpa terminé de leer el capítulo. ¿Qué cómo lo supo Drake? En primer lugar, me complace decir que mi novio no es estúpido o poco observador. Drake notó que tontamente, cómo me quedé dormida, el libro estaba en otra posición. Me acusó, lo negué como por diez minutos mientras me hacía la indignada, él no desistió y cuando la culpa pudo más: admití mi engaño.

Me acusó de traidora antes de irse. Fue una discusión medio tonta, pero que me dejó enviándole muchos mensajes que fueron ignorados. Pequé y ahora me está haciendo pagar por ello.

Alaska: Lo siento. De verdad, de verdad. Te prometo que el capítulo ni siquiera está tan bueno

Novio calienta bragas: no ayudas a tu causa, cariño.

Sonrío porque envía un emoticon rodando los ojos y eso ya es un gran progreso de los vistos.

Alaska: ni siquiera pasa algo caliente

Alaska: Son ocho páginas de conversación que creo que era más de relleno

Novio calienta bragas: alta traición la tuya.

Alaska: por favorcito, no leeré más sin ti. Promesa

Novio calienta bragas: uhmmm no sé si creerte.

Abro la aplicación de la cámara y me tomo una foto haciendo un puchero, se la envío junto la palabra «disculpa» escrita diez veces.

Novio calienta bragas: no juegas limpio

Alaska: ¿Vienes a la ventana entonces? :D

Mi respuesta es verlo ponerse de pie y caminar muy lentamente hacia la ventana. La abre y recarga el trasero del marco, se cruza de brazos mientras me mira con los ojos entrecerrados.

—Lo siento, prometo no volver a pecar de ese modo.

—Te creeré, pero si vuelves a hacerlo, dejaré de leer contigo.

Y no quiero eso porque con honestidad, aunque en un principio y todavía, me pone nerviosa que leamos ese libro juntos, es que me gusta mucho. Es muy íntimo, erótico y especial compartir un momento así con él.

—Está bien ¿Ya no estarás enfadado?

—No, porque te estoy disculpando. —Finalmente me da una sonrisa—. Igual no es que te iba a dejar por eso —rueda sus ojos—. Solo pretendía conservar mi dignidad.

—Y lo hiciste bien —aseguro sin esconder mi alivio.

Nos vemos en silencio durante al menos un minuto y luego él sonríe Ningún drama a la vista.

—Bueno, necesito leer el capítulo no trascendental con el que me engañaste. Puedes venir —su sonrisa crece—. Dawson duerme y no hay nadie más en casa. No tengo trabajo, así que podemos pasar el rato leyendo.

—Un rato leyendo —repito—. Bien, dame unos minutos y voy.

—Aquí te espero.

Tengo unos raros segundos intentando descifrar si voy a cambiarme por una ropa mejor que solo mi short y camisa de algodón o si quiero tentar a Drake. Al final me recuerdo que nuestros mejores momentos no han sido planeados, que todos han sido espontáneos con resultados increíbles. Así que no cambio mi ropa y el cabello me lo peino con los dedos, incluso, decido salir con mis pantuflas. Tomo el libro, cierro la puerta de la habitación y bajo las escaleras.

Escucho las voces de mamá y Alice, así que voy a la cocina para verlas de paso tomo un par de uvas.

—Iré un rato a la casa de los Harris.

—¿Qué harán? —cuestiona Alice con una sonrisa divertida y casi quisiera eliminarla con mi mirada.

Mi hermana lo está haciendo adrede ocasionando que mamá decida que esta es una conversación interesante y me dé toda su atención poniendo en pausa la masa de galletas en la que estaba enfocada minutos atrás.

—Leeremos un rato y no sé, hablar y ver una película tal vez —termino por responder.

—¿Es ese el libro que leerán? A ver —pide Alice.

Me alejo de ella a medida que se acerca y llevo el libro detrás de mi espalda en un intento de que no pueda alcanzarlo.

—No, es algo especial de nosotros.

—¿De qué va el libro? —pregunta mamá.

¿Por qué no puedo solo huir? Me encargo de emitir el suspiro más hondo de todos los tiempos para que note cuánto me fastidia este momento. Sin embargo, todo lo que hace mamá es sonreírme, dejando en claro que puedo suspirar mil veces y seguirá esperando una respuesta. Mantengo el libro detrás de la espalda mientras le sonrío.

—Es de fantasía, un montón de cosas místicas y... ¡Oye! ¡Dámelo! —Alcanzo a Alice, pero ella es más alta que yo y alza el libro mientras lo observa. Sus cejas se enarcan antes de reír y devolvérmelo.

—Uhm, se ve buena fantasía —está sonriendo—. Disfruten de su lectura —Luego ve a mamá—. No te gustaría esa fantasía, mami.

—Bueno, ve. Llévales estas galletas a los niños Harris.

—¿Niños? Hace mucho que los gemelos Harris no son unos niños —se ríe Alice—. Llévate las llaves, Aska. Nosotras iremos a visitar a Jack. ¿O quieres venir?

—Dile que pasaré mañana a visitarlos —pido tomando las galletas envueltas de manera perfecta que mamá me entrega.

Salgo de casa antes de que puedan detenerme por alguna u otra razón. Prácticamente troto hasta la puerta de la casa de al lado. Ubico el libro debajo del brazo para poder tocar el timbre y luego espero. Cuando Drake abre la puerta, alzo las galletas.

—Ofrenda de paz patrocinada por Jolliane Hans.

—Aceptado.

Las toma de mis manos e inhala su olor como si fuese alguna droga, luego se hace a un lado dejándome pasar. No hay beso de saludo porque aún está sobando su dignidad ante mi cruel traición.

—También son para Dawson.

—Pero él está durmiendo, no tendría por qué enterarse.

—O podrías compartir —sugiero—. El pobre está sufriendo mucho con su tesis.

—Cierto, pero ya le falta muy poco para presentarla —Saca una galleta y comienza a comerla—. Solo eso y será todo un gemelo graduado.

Me acerco y estiro la mano limpiando la comisura de su boca en donde quedaban migajas, todo lo que hace es verme.

—¿Cuándo vas a sonreírme? Se supone ya perdonaste mi alta traición.

Rodando los ojos me mordisquea el dedo antes de tomar otra galleta y caminar hacia las escaleras. Lo sigo y hago el segundo suspiro más largo del día, una artimaña teatral para llamar su atención.

Me ve por sobre su hombro, arruga la nariz de manera graciosa haciéndome reír antes de que comience a subir las escaleras. Se devora otra galleta en el camino y cuando vamos por el pasillo, se detiene en la habitación de Dawson. Alcanzo a ver a mi cuñado dormido sobre un montón de hojas y con la laptop sobre el estómago.

Veo cómo Drake recoge las hojas a su alrededor, las ordena y luego las deja sobre el escritorio. Lo próximo es quitarle la laptop y ubicarla junto a las hojas. Quiero suspirar viendo cómo le quita los zapatos a Dawson y luego quiero reír cuando parece que despierta diciendo incoherencias.

—Sí, quiero ir a Disneyland —delira Dawson antes de girar de costado y seguir durmiendo.

—Seguro irás —se ríe de su gemelo.

Sonrío y decido esperarlo en su habitación mientras se encarga de ordenar un poco el desastre de Dawson. Una vez en la habitación de Drake, me saco las pantuflas, me recuesto sobre su cama recargando la espalda del cabecero y dejando el libro a un lado. Saco el teléfono aprovechando el tiempo para responder algunos comentarios en mi nueva historia.

Escribí ayer la primera escena sexual de los protagonistas y admito que fue una mezcla entre aquella vez que Drake me besó los pechos y me tocó por encima del short junto a cuando bajó y me dio la magia de su boca. Lo adorné un poco, no porque no hubiese sido perfecto la manera real en la que sucedió, sino porque es mi privacidad y no quiero irla gritando al mundo a través de mis palabras. He decidido que voy a recrear algunos momentos que viva con Drake, pero los alteraré, porque son nuestros momentos y sería raro plasmarlos exactamente igual para que el mundo lo lea. Pero el punto está en que mis lectores están delirando con la historia y el capítulo, muchos me están felicitando porque dicen que me he superado mucho en narración y escenas, eso me pone feliz.

Escucho la puerta cerrarse, lo que me hace saber que Drake ya llegó. Se saca los zapatos y trepando a la cama se deja caer recargando la cabeza sobre mi regazo. Me observa desde abajo mientras mi mano va casi en automático a su cabello.

—Puedes comenzar a leer, cuando quieras —señala.

No tengo problema ni sufro de acaloramiento ante la idea de leer este capítulo porque en mi traición solo confirmé que el capítulo no es nada especial o memorable, sin embargo, doy por seguro que debe ser una escena transitoria. Dejo de acariciar su cabello, tomo el libro y quito el marca página, aclaro mi garganta antes de comenzar a leer. Cómo algunas veces anteriores, Drake cierra sus ojos escuchándome, trato de no verlo porque cuando lo hago se me enreda la lengua y término confundiendo las palabras. Es fastidioso leer un capítulo que no me gustó, pero se lo debo. Cuando concluyo, estiro mi mano para beber del vaso de agua que descansa junto a la jarra, siempre tenemos ambas cosas a la mano porque leer en voz alta cansa mucho.

—Tenías razón, Aska. Sí estaba aburrido el capítulo, pero quedó intrigante.

—Porque quedo en ellos entrando al baño del cine —hago una breve pausa—. No me parece emocionante hacerlo en un baño público.

—¿Por qué?

—Porque me da algo de asco. Los baños públicos suelen oler mal, la gente cree que por ser públicos amerita que sean descuidados, te apuesto que las personas que los usan no tratan así los baños de su casa —arrugo la nariz recordando que he visto más baños públicos sucios que pulcros—. Entonces, estaría sucio, mal oliente y con charcos de agua —Me estremezco.

—Al menos que fuera el bonito baño de uno de esos restaurantes elegantes.

—Esa sería una buena excepción, un buen baño.

—Lo tendré en cuenta —se ríe y abre los ojos—. Ahora, siguiente capítulo.

—Pero te toca a ti.

—Pero me lo debes por haber hecho trampa y traicionarme.

—Espero y lo superes en algún momento.

Me aclaro una vez más la garganta y comienzo a leer. Este capítulo es muy diferente al anterior desde el comienzo. Tiene su inicio con un beso apasionado contra la puerta del baño y las manos del querido protagonista debajo de la falda de nuestra heroína literaria. Mi voz se torna diferente de manera automática en la que siempre parece suceder cuando estas escenas quedan a mi cargo. Es un besuqueo intenso. 

—¿Aska? —La voz de Drake es ronca.

Él se incorpora y se sienta frente a mí, lo miro con un sonrojo muy evidente porque esta escena me está afectando.

—Es que se avecina algo grande, literal —murmuro.

Eso lo hace sonreír y asiente en una señal de que prosiga la lectura, tomo un poco de agua y con mi voz alterada comienzo a narrar cómo las manos de nuestra heroína indagan bajo el pantalón del dueño de sus orgasmos. 

Todo en este libro es gráfico.

Siento que en cualquier momento traspiraré. Por alguna razón, aunque a Drake le ha tocado escenas calientes con escenas sexuales, a mí me tocan siempre las más explicitas, el destino me acorrala a la suciedad. Y ¡Jesús educador sexual! Este con honestidad es el libro más sucio que he leído en mi vida, ni siquiera las páginas porno contienen material tan detallado.

Me remuevo incómoda, marco la página y dejo el libro a un lado para luego darle una larga mirada a Drake cuyos pómulos están sonrojados y respira a través de sus labios entreabiertos. Bajado la vista por todo su delicioso ser, trago notando el bulto en su pantalón holgado.

Caleb me dio una experiencia patética, terrible y vergonzosa. Drake puede darme una mejor. Me apoyo sobre las rodillas y estirando una mano, le toco el muslo.

—Quiero que lo intentemos. Quiero que me digas si lo que leí o he escrito está bien, quiero realidad, Drake.

—¿Eso quieres?

—Sí —suena cómo un jadeo—. Deseo intentarlo.

Me hace señas de que me acerque, lo cual hago hasta estar frente a él en la cama. También se arrodilla y me toma el rostro entre las manos.

—Crea el momento, dame el ambiente —susurra antes de mordisquearme el labio inferior.

Lo beso con lentitud y mis manos se toman el tiempo de deambular por sus hombros, pasando por su pecho hasta llegar a su abdomen y bajar lo suficiente para adentrarlas debajo de la camisa. Me gustaría besarlo eternamente, pero necesito respirar por lo que alterno mis besos a suaves succiones en su barbilla hasta su cuello. Con Drake me siento en confianza y siempre tengo ganas de conocer y vivir esta pasión. No me da vergüenza ser audaz y tener la iniciativa, incluso si soy inexperta y podría equivocarme. Bien dicen que de los errores se aprenden y no tengo ningún inconveniente en superar esos errores con mi novio.

Prácticamente lo obligo a sacarse la camisa, pero no presenta ninguna queja al respecto. El cabello me estorba cuando comienzo a descender con besos por su pecho y me ayuda sosteniéndolo con una mano. No mentiré diciendo que no me encanta un hombre que tenga un cuerpo marcado con musculatura, pero no es algo que extraño en el cuerpo de Drake. Me gusta su complexión delgada y firme, que toque y haya firmeza, no me decepciona no encontrar un montón de tabletas de chocolate, porque en Drake nada resulta decepcionante. Cuando llevo mis manos al borde de su pantalón de chándal, tiemblo un poco. Alzo la vista y él me sonríe, le devuelvo el gesto.

—Seré torpe —advierto—. Muy bien, aquí vamos.

Rápidamente me doy cuenta de que resulta incómodo y hace una mueca.

—¿Qué está mal?

—Se siente increíble que me toques, pero estás apretando muy fuerte —confiesa.

—Oh, lo siento... Mejor guíame.

No se burla, asiente y deja su mano sobre la mía. Creo que logra percibir que me pongo un tanto ansiosa y todo es paso a paso, poco a poco. No pretende que sea adivina, es paciente y se lo toma con calma.

Finalmente, Drake deja una caricia gentil en mis pómulos. Eso fue increíble, un poco desastroso y bastante descoordinado, pero ya saben lo que pienso: no necesita ser perfecto para ser memorable.

Finalmente me mira y sonríe, le doy una sonrisa tímida. Gatea hasta arrodillarse frente a mí, sus manos se deslizan a mis mejillas y me atrae para un beso suave. Me abraza y desliza sus labios hasta mi oreja.

—Te quiero —susurra.

Sonrío contra su hombro y le devuelvo las palabras. Me siento tan enamorada.

***

Drake se encuentra hablando por teléfono con un cliente en su habitación, así que me encuentro en la sala de estar sentada en uno de los sofás con un tazón de palomitas de maíz sobre las piernas cuando Dawson con el rostro hinchado por haberse dormido, aparece.

—Hola, tontita —me saluda dejándose caer a mi lado.

Trae consigo un vaso con lo que huele cómo yogurt, me siento tentada a pedirle, pero cómo no quiero que me pida de mis palomitas, me aguanto.

—¿Descansaste? Estabas murmurando en sueños.

—Necesitaba ese par de horas de siesta —dice bostezando—. La tesis está acabando con mi cordura, mi consuelo es que cada vez estoy más cerca de la meta.

—¿Solo la tesis? Drake podría haber mencionado sobre una chica...

Hace una mueca y bebe de su yogurt, luego se encuentra suspirando mientras se pone todavía más cómodo y estira las piernas frente a él.

—Lo que debería ser sencillo se ha vuelto un enredo —se pasa una mano por el cabello dejándolo en punto—. No sé si Martin es mi amigo o un verdugo, pero sé que las cosas están enredándose.

»Ella se llama Leah y estoy seguro de que Drake te ha puesto al tanto sobre cómo inicio todo este caos.

—Sí y opino que Martin es un imbécil al que no le debes lealtad.

—Leah piensa que no me gusta o que estoy loco. Porque en un momento parece que estamos teniendo un momento romántico y luego retrocedo recordando la promesa que le hice a Martin.

—¿Es una promesa que vale la pena cumplir? Algunas promesas a veces deben romperse, Dawson.

—A Martin de verdad le gusta ella y cuando me implora que no actúe o habla sobre quererla, me hace sentir mal sobre mis propias emociones.

Lo que opino es que Martin es demasiado astuto y está jugando a la manipulación con alguien cómo Dawson que siempre ha sido un amigo leal.

—Si a Martin le gusta tanto ¿Por qué no va y le hace saber que fue quién buscó tu imagen y la usó? Por mucho miedo que tenga de que ella se moleste, debería querer arriesgarse a que ella le dé una oportunidad.

»Creo que a Martin le gusta Leah, pero no lo suficiente para arriesgarse, sin embargo, cree que si él no puede, tú tampoco. Lo detesto, Dawson. Estás siendo un buen amigo, pero él no lo es para ti.

Parece hundirse más en el sofá mientras asimila mis palabras. Poco después Drake se une a nosotros y el tema de Leah queda atrás cuando hablamos de cosas menos complicadas y luego vemos una película sobre un perrito que nos hace lloriquear a los tres.

De tanto en tanto le doy miradas de complicidad a Drake recordando lo que hicimos, o le hice, hace un rato en su habitación, espero hacerlo pronto de nuevo.

Cuando la película termina, me despido de Dawson revolviéndole el cabello y de Drake en la puerta de su casa con un largo y húmedo beso que me tienta a quedarme otro poco más, pero quiero ir a casa porque acabo de ver el auto de mi hermano Jack llegar.

Y en efecto, apenas entro a la casa corro a los brazos de mi hermano mayor que me recibe riendo ante mi exagerado entusiasmo en abrazarlo. Siempre he pensado que mientras Alice y yo somos las atolondradas, Jocker y Jackson han sido los más centrados de los hermanos.

Me decepciona un poco que bebé Jackie no haya venido con él, pero me entretengo de igual forma conversando con mi hermano mayor mientras comemos helado en la cocina.

—¿Cómo van las cosas con Drake? —Me preguntó.

De inmediato me sonrojo porque me es casi imposible no pensar en cómo le di sexo oral hace apenas unas horas, pero sacudiendo la cabeza me saco esos pensamientos perversos.

—Van muy bien. Él es genial conmigo Sonrío con timidez—. Me gusta mucho.

—Es un buen chico, pero eso no quiere decir que no esté dispuesto a patearlo si hace algo mal contigo.

—Qué lindo eres —digo riendo—, pero dudo que debas hacerlo, de verdad las cosas entre nosotros van súper bien.

Tanto que en varias ocasiones me he tenido que contener de no espantarlo gritándole frente a la cara: oye, te amo.

—Mis hermanitas están creciendo y aún no sé cómo asimilarlo ¿Cómo me sentiré cuando sea Jackie?

—Eso será divertido de ver —aseguro—. Y hablando sobre relaciones... ¿Cuándo vas a casarte? En serio, llevas comprometido con Miranda cómo desde siempre, cuidado si Jocker no se adelanta.

Aunque dudo de igual manera que Jocker y Adelaide tengan mucha prisa en casarse. Ahora, sobre Jack y Miranda, llevan mucho tiempo comprometidos, incluso desde antes de que Jackie hiciera su aparición sorpresa en la panza de Miranda.

—De hecho fijamos fecha —se ríe ante mi expresión de sorpresa—, pero hasta que no tengamos apartado el lugar o las invitaciones no lo diremos.

—¡Vamos! Dime, dime, dime.

—No caeré en tus ojitos, deberás esperar para saberlo.

Me quejo sobre cuán injusto es y todo lo que hace es reír mientras se acerca a hacerme cosquillas, así que pronto estamos riendo ambos y haciendo un gran desorden que hace sonreír a papá cuando aparece en la entrada de la cocina y nos ve siendo infantiles.

***

4 de agosto, 2016.

Hoy hay más personas de las normales en casa porque todos han venido de visita: mis hermanos y sus prometidas, bebé Jackie, Alexa quien es la mejor amiga de Adelaide e incluso los hermanos Harris – menos Holden – se encuentran aquí. Eso tiene a mamá cómo una loca de la felicidad que no deja de sonreír y repartir amor.

Admito que es bonito cuando se dan estas reuniones, soy fan de ellas porque siempre pasamos un genial momento. Justo ahora me encuentro riendo mientras veo a Adelaide cargar de una manera muy extraña a bebé Jackie mientras Miranda y Hayley conversan a su lado ajenas a que mi cuñada sufre cargando a esa bebé tan tierna. Dejo a Alice y Alexa conversando para acercarme a Adelaide y ayudarla con la bebé que la mira divertida mientras intenta trepar por su pecho.

—No sé a dónde intenta llegar, pero sigue escalando. ¿La quieres? —Me la ofrece con una amplia sonrisa.

Asiento y tomo a la bebé que grita de júbilo y se aferra a mi cabello queriendo ahora trepar por mí. Adelaide sonríe.

—Los bebés son cosas lindas, pero no congeniamos mucho. Soy buena viéndolos.

—¿Y cuándo tengas los tuyos? —La molesto.

—No me preocupo por pensar eso ahora. No es algo del futuro inmediato, además, estoy suponiendo que los instintos salen ¿No? —Parece pensativa, luego sonríe—. Brenda no quería ser madre, pero con sus instintos chuecos de alguna manera logró criarme.

Siempre que habla de su mamá hay amor y tristeza en su mirada, es agridulce para ella. Hago que Jackie deje de trepar sobre mí y camino hasta las escaleras para sentarme y ubicarla a ella frente a mí, sobre mis piernas. Jaqueline ya tiene un año, aunque si le preguntas a sus padres, serán cómo esos que seguirán contando los meses hasta que tengan treinta años, por lo que te dirán: trece meses. Es una bebé consentida que dice apenas tres palabras y prefiere hacer saber sus exigencias señalando. Tampoco es una caminadora experta, cada vez que lo intenta y no llega muy lejos, llora asustada.

La observo mientras aplaude y se balancea, lo cual me hace saber que quiere que cante esta canción que Jackson siempre está entonando para ella cuando juegan. Apenas comienzo a entonarla, grita y se emociona aplaudiendo con más fuerzas. Cuando termino, beso su cabellera rubio miel cómo la de mi hermano y luego su sonrojada mejilla. Sin duda alguna se llevó las pocas pecas que parecemos tener todos los hermanos Hans alrededor de nuestros pómulos, son muy sutiles.

Escondo mi sonrisa besando su cabeza cuando Drake llega y se sienta un escalón por debajo de mí, él nos mira y cuando mi sobrina lo nota, lo señala y balbucea.

—¿Qué? ¿Qué está muy atractivo? Lo sé, por eso es el novio de la tía Alaska —bromeo.

Jaqueline, nada tonta, se estira hacia él y Drake la toma haciéndola bailar con los pequeños pies de la bebé afianzándose de sus rodillas. Ella le balbucea y él finge entenderla mientras le responde cosas al azar que la hacen reír. Cuando se cansa, ella recuesta la cabeza de su pecho y bosteza pareciendo adormilada. Y ya sabes, eso no me hace pensar en un futuro tener muchos bebés con Drake, para nada. Así que cuando él me hace una pregunta, estoy demasiado distraída fantaseando con el futuro lleno de bebés por lo que dice mi nombre sacándome del mundo de bebés felices para nosotros.

—¿Aska? ¿Puedes volver a conectarte con la Tierra?

—¿Si? —Sacudo la cabeza.

—Te preguntaba que qué opinas de Dawson y su loca historia.

—Ow, creo que es muy bonita... Y alocada, pero debe deshacerse de Martin. ¿Crees que terminé estando con Leah? No creo que su amigo merezca tal lealtad cuando fue él quien mintió.

—Pienso algo parecido, no creo que Dawson pueda mantenerse lejos por mucho tiempo.

—Y si a ella le gusta, encontrará excusas para acercarse —hago una breve pausa—. Yo lo hacía contigo.

—Y funcionó.

—No, primero tuve que escribir una historia sucia, que me descubrieras y unos besos de chocolate.

—Es un buen resumen. —Me felicita. Acaricia la espalda de la bebé que ahora está dormida—. Me encanta bebé Jackie.

—Y tú a ella, mira cómo se fue a dormir a tus brazos. Tienes un encanto en las chicas Hans.

Recargando la mejilla de mi rodilla, me dedico a verlo con fijeza y él me devuelve la mirada, una de las comisuras de sus labios se alza en una sonrisa y luego gesticula lo que estoy segura son dos palabras importantes que aceleran mi corazón.

—¿Lo entendiste? —pregunta.

—Eso creo.

Ríe y se pone de pie, comenzando a avanzar hacia el cochecito de Jackie. La acuesta y se dispone llevarla hacia sus padres, lo llamo y se gira a verme.

—Yo también. —Es una respuesta significativa si gesticuló hace unos instantes lo que creo.

Él me sonríe antes de girarse y avanzar. ¿Entendí correctamente lo que quiso decirme? ¡Jesús borracho! Necesito calmar los latidos de mi corazón.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top