Capítulo veintidós: De campamentos, enfermedades y favores
Drake.
7 de agosto, 2016.
—Oye, cariño. ¿Te sientes bien? —Escucho la voz de mamá, sin embargo me duele hasta parpadear, razón por la que mantengo mis ojos cerrados.
—No —es todo lo que logro murmura con mi boca seca.
Siento el tacto de su mano en mi frente y luego su boca dejando un beso en esa zona de mi piel, intento darle una sonrisa con mis ojos, todavía, cerrados.
—Tienes fiebre, cielo. Buscaré para tomarte la temperatura. ¿Hay algo que te duela?
—Todo, pero... —Gimo de dolor sosteniendo mi estómago—, pero me duele mucho el estómago y siento que mi cabeza explotará.
—¿Se está muriendo Drake? —escucho a Hayley preguntar y mamá ríe.
—Ah, ¿este es Drake? Pensé que estaba atendiendo a Dawson —bromea y gruño—. Ven, Hayley, te daré un té para que se lo traigas a Drake mientras llamo a nuestro médico.
—¿No es raro que hagas que nos atiendan todavía nuestros pediatras? —cuestiona Hayley, estoy de acuerdo incluso si no puedo decirlo en voz alta.
—Tonterías, ese hombre los vio cuando eran unos adorables bebés, él sabrá qué recetarles, ahora ven para que le subas el té a tu hermano.
Escucho sus voces alejarse y respiro hondo, lo cual hace que mi cuerpo duela. Me aferro más a las sabanas porque siento mucho frío y me niego a abrir mis ojos. No sé la cantidad de tiempo que transcurre y no sé si muchas de las cosas las alucino o suceden en realidad. Mamá me hace tomar algo, luego creo que me ayuda a comer sopa, aunque no se sabe a nada y minutos después termino vomitando. Hayley parece que me habla de cosas e incluso podría creer que se acuesta a mi lado, no estoy seguro de ello. Voy muchas veces al baño y siento que mi estómago quiere escapar de mí, me alterno entre vomitar y ser el mejor amigo del inodoro, no es mi mejor momento y estoy seguro de que apesto, incluso aunque mi sentido del olfato se encuentre fuera de servicio.
—¿Drake?
—¿Uh? —murmuro sintiendo mi cuerpo transpirar. La cabeza me da vueltas, todo debajo de mí se tambalea y todo duele.
—Copia mal hecha, ¿Quieres que te ayude a tomar un baño? Estoy seguro de que prefieres que lo haga yo —respondo algo inentendible y creo que ríe—. Ven, te ayudaré a tomar un baño.
Siento sus manos ayudando a incorporarme y duele mucho. Creo que balbuceo que por favor me deje solo estar acostado porque me duele.
—¿Drake, estás llorando? Oye, tranquilo. ¡Jesús! Ardes en fiebre —creo escucharlo—. ¡Mamá! Ven aquí, creo que no está bien.
»De acuerdo, copia mal hecha, vamos a darte un sexi no baño de esponja, ¿Te parece? Solo déjame que te lleve al baño y solo te sentarás, lo prometo.
—No —gruño, sintiendo como me obliga a ponerme de pie y me sostiene—. Gira.
No me siento en control de mi cuerpo, siento que todo tiembla mientras es oscuro y duele.
***
9 de agosto, 2016.
Veo como Dawson entra corriendo a mi habitación y se sienta a mi lado en la cama, enarco una ceja cuando toma mi mano de manera teatral.
—Alaska viene subiendo las escaleras, por favor déjame fingir que estás muriendo. Por favor.
—Eres una pequeña mierda —río, pero hago una mueca porque todavía me duele el cuerpo.
—Vamos —susurra—, será divertido.
Ruedo mis ojos y me acuesto, me cubro con las sabanas y cierro mis ojos. Alaska ha estado en algún campamento, por lo que solo supo a través de un mensaje que no me encontraba bien de salud, aunque conociendo que se lo dijo Dawson, pudo haber sido capaz de decir que estaba en mi lecho de muerte.
—Drake, por favor no mueras. ¿Qué sería de mi vida sin ti? —Comienza Dawson y casi estoy tentado a darle un premio—. No puedo vivir sin saber que hay alguien más con mi rostro, mi mitad no es otra chica, eres tú, hermano. Por favor, lucha contra esta enfermedad, no dejes que te gane y...
Me planteo recomendarle a mamá que lleve a mi copia a que alguien atienda a su mente o una audición para que sea actor de algún fuerte drama que te haga llorar con ganas, porque mientras sigue hablando casi quiero dejar su broma a Alaska y abrazarlo para asegurarle que de alguna manera no lo abandonaré. Entiendo lo que dice, mi mitad es Dawson, no concebiría mi vida sin él.
—¿Qué está sucediendo? ¿Por qué le dices todas esas cosas a Drake?
—Oh, Aska, acércate. Por favor, háblale, quizá escucharte haga que él quiera quedarse. Esto es muy duro.
—Pero Irina dijo que él estaba recuperándose —su voz baja, luego siento la cama hundirse.
—Mamá solo es optimista, pero yo lo sé. Mi conexión gemela con él se debilita, yo lo siento, Aska —sorbe su nariz—. No quiero perder a mi hermano...
—No digas eso —su voz ahora es temblorosa—. Drake no morirá, no digas eso.
—No llores, no, no. Mierda, no llores, Aska.
Y el llanto comienza. A veces, aunque se considere a Dawson como un hombre inteligente, sus ideas no son las mejores y yo como buen hermano, mayormente lo sigo porque sean malos o buenos los resultados, siempre me da risa. Excepto esta vez. No soporto escuchar a Alaska llorar por lo que debió ser una broma, abro mis ojos y Dawson me mira alarmado. Ella tiene su rostro cubierto con sus manos mientras su cuerpo se estremece con sollozos.
—Aska, estoy bien —susurro.
Creo que mi novia ha sido poseída cuando comienza a reír y quita las manos de su rostro, tiene solo un par de lágrimas y luego frunce el ceño, toma una de mis almohadas y golpea a Dawson.
—Tú, estúpido, crees que no sospeché de tu bromita. Ahora me debes un helado. ¡Claro que sé que Drake no se está muriendo!
—De acuerdo, creo que ustedes necesitan ir a una audición y luego por el Oscar —comento incorporándome de nuevo y recostando mi espalda del cabecero de la cama.
Alas trae su mirada a mí, empuja a Dawson para que se levante y ella ocupa su lugar, su mirada es determinada y me planteo si va a lastimar a un pobre moribundo. De acuerdo, no estoy a ese nivel.
Luego de mi aparente desmayo, fui llevado a la clínica donde pase la noche tras largos exámenes. Se determinó que tenía un virus estomacal, me prescribieron medicamentos y me enviaron ayer en la mañana de regreso a casa. Me siento mucho mejor, aún me veo y percibo enfermo, pero nada de lo que no me vaya a recuperar del todo en unos días.
—Voy a disculparte por seguirle la corriente porque sé que es esa cosa de gemelos y porque te ves terrible y enfermo.
—¿Pero sexi? —intento, sus labios se curvan a un lado y se inclina hacia mí.
—Sexi siempre —susurra esa boca que tanto me gusta a centímetros de la mía.
—Un beso tuyo me curaría del todo —susurro de vuelta.
—O me enfermaría a mí. —Se aleja y finjo un gruñido. Me sonríe, toma mi mano y besa mis dedos.
—No es contagioso, tonta —tiro de su mano para que vuelva a estar cerca de mí, hago una mueca cuando su cuerpo colisiona con el mío aun sensible—. Solo quiero un beso.
Me da una dulce sonrisa antes de cubrir mi boca con la suya. No es un beso apasionado, profundo o húmedo. Solo me deja percibir su dulzura en un tierno gesto. Dawson dice algo sobre estar estorbando y se va. Le pido a Alaska que se acueste a mi lado. Nos observamos y ella juega con mis dedos en los suyos.
—¿Obtuviste todas las insignias de exploradora? —bromeo.
—No estaba en eso, era un campamento de ejercicio y pensé que moriría.
—A ver, ¿Conseguiste súper abdomen? —Tanteo esa área de su cuerpo y ríe.
—No, pero fue la semana más larga de mi vida. No volveré a hacer la locura.
—Pero si siento puros músculos —adentro mi mano dentro de su camisa y palpo su torso, asciendo hasta estar al borde de su sujetador.
—No tienes que tocarme los pechos, no hice ejercicio para que me crecieran, por si eso es lo que quieres comprobar.
Río y siento un leve dolor de cabeza, asciendo hasta cubrir la copa de su sujetador con mi mano. Me observa y pasa una mano por mi cabello, cierro los ojos disfrutando de la caricia y sin alejar mi agarre.
—Entonces, ¿fue tan malo como Dawson me dijo al teléfono? Solo vi el mensaje cuando nos devolvieron el teléfono al final, parecía academia militar y estuve muy preocupada de no haber venido antes. No vuelvo a inventar e inscribirme en un intensivo de ejercicio. Fue horrible y luego saber que estuviste enfermo...
—No fue nada grave. Ya ves, un virus. Ya me siento mucho mejor y agradezco que no estuvieras, yo apestaba. El baño fue uno de mis mejores amigos.
—Sí, en uno de sus tantos mensajes, Dawson dijo que estabas oloroso.
—No era mentira —me acerco más a ella, terminando por acurrucarme y descansando mi barbilla de su hombro, sintiendo las caricias de sus dedos en mi cabello—, pero ahora huelo bien.
—Hueles a mi novio.
—De verdad quiero hablar mucho contigo, pero el medicamento me da sueño. —Bostezo y adrede no me cubro la boca—, sin embargo, cuéntame sobre tu campamento, prometo escuchar hasta dormirme.
—Bueno, fue horrible. Mucho ejercicio y comida saludable. Los entrenadores parecían sargentos y...
—¿Con qué ropa entrenabas?
—¡Drake! Eso no es lo que importa de la experiencia.
—Depende de a quién se lo preguntes, si me lo cuestionas a mí, eso era importante.
Cierro mis ojos siendo arrullado por su voz y estoy a instantes de dormirme cuando mi estómago se retuerce y me levanto rápido sobresaltándola y corriendo al baño. Segundos después ella toca la puerta y pregunta si estoy bien, Dawson ríe.
—Ah, bienvenida a un nuevo nivel de confianza. Escuchar a tu novio defecar. Romántico —Se burla mi gemelo y yo cierro mis ojos. Disfruta de esto ahora que sabe que viviré.
***
16 de agosto, 2016.
—¿No te gustaría probar este color en tu cabello? —pregunta mi hermano Holden antes de que Sara, una de las asistentes del programa, encienda el secador y le dé volumen a su cabello morado.
—Tengo intenciones de mantener mi cabello virgen.
—Aw, que ternurita —se burla cuando apagan el secador. Le sonríe de manera encantadora a Sara—. Gracias, cariño.
—A la orden, ahora iré con Derek, si es que llegó.
La vemos salir, vuelvo mi atención a Holden que ahora se encarga de los botones de su camisa. Observo cada uno de sus movimientos. Admiro mucho a mi hermano, es un hombre que pautó metas y que poco a poco las ha ido alcanzando, me ha demostrado que con esfuerzo y dedicación los sueños se alcanzan. Tiene un trabajo soñado al que le dedica gran parte de su vida y del que disfruta. Estoy suponiendo que si se propusiera conquistar y encontrar a la chica de su sueño, también lo lograría, solo que todavía parece seguir en la ola de aventuras sin compromisos.
—¿Te sientes mejor, hermanito?
—Sí, solo me duele la cabeza a veces, pero estoy recuperado. Ya esta semana termino el tratamiento —respondo—. Soy de nuevo Drake sano.
—Eso es bueno. ¿Qué ha pasado con Dawson y sus bolas?
—No sabía que mi copia romanticona tenía un problema de bolas.
—¡Por supuesto que sí! Las perdió cuando decidió rendir lealtad a un amigo que lo usó y ahora pretende que deje ir a la mujer que lo trae loco. Dawson tiene un problema de bolas extraviadas, es un caso muy serio.
—Bueno, tendrás que hablar de eso con él. No me apetece de hablar de sus bolas. En realidad además de venir aquí para verte...
—Y traer a Alaska para cenar con Jocker y Adelaide —se encoge de hombros—. Admítelo, trajiste a Aska que se quedará en el apartamento de Jock, entonces, planeas quedarte en el mío y de esa manera mañana pasarla recogiendo e irse juntos. Romántico y esperanzador —me guiña un ojo—. No me ofende ser el peón de tus planes, pero no minis Drake ¿De acuerdo? Aún no llega el momento de que se reproduzcan.
—No estamos teniendo sexo, relájate y no es que vaya a decirte cuando suceda. Lo que quería decir, es que también vine a hablar con Elise, así que si me disculpas, iré a su camerino.
—Bien, bien.
Salgo del camerino justo cuando viene Valerie, le sonrío y ella me devuelve el gesto. Me detengo.
—Te ves diferente.
—¿Bueno o malo? —Su voz suena extraña.
—Uhm... ¿Bueno? —Pruebo, aprieta mi brazo y entra al camerino de Holden.
Debo estar pasando mucho tiempo con Alaska porque siento unas ganas enormes de quedarme a escuchar, porque da la impresión de que algo importante se discutirá ahí adentro, pero ordeno rescatar a mi yo interior que pasa del chisme y avanzar. Cuesta, pero lo consigo.
No tengo que tocar la puerta del camerino de Elise y Breana, porque la puerta está abierta y ambas parecen estar en una fiesta de vídeos en Youtube. Cantan bastante inspiradas mientras en la Tablet se reproduce un vídeo de Ashton Bratter.
—No son las mejores cantantes, pero les doy punto por cantar con el corazón —Hago notar mi presencia con la declaración.
Ya las había saludado antes, por lo que avanzo y me dejo caer al lado de Elise en el sofá. Miro de reojo a Breana porque ¡Vamos! Tuve un enamoramiento por esa mujer ¿Y quién me culparía? Es como el amor de Dawson por Valerie. Mi hermano Holden trabaja con mujeres preciosas e inteligentes, sociables y agradables, mujeres que conocimos entrando en nuestra adolescencia y era evidente que como locos hormonados y soñadores no dejaríamos pasar eso por alto. Hasta el día de hoy me sorprende que Holden haya sobrevivido soltero entre ellas, pero quizá son ellas que han huido lejos del tornado Holden Harris.
—Eres atractivo —me dice Breana sonriéndome. Contengo el suspiro, las viejas costumbres— y haces una pareja estupenda con Alaska. Me haría una camisa en honor a ustedes.
—Eso sería muy amable —comento—, nosotros a cambio usaríamos una camisa de ti.
—¿Con alguien?
—Con Elise —respondo haciéndola reír, giro hacia la mencionada—. ¿Todavía eres novia del famoso escritor, verdad?
—Según lo que confirmé esta mañana, la respuesta para eso sería afirmativa.
Perfecto. Alaska tiene libros de Matthew Williams, para este punto siento que todo el que lee tiene algo del hombre. No lo he leído, hasta hace no mucho –la historia sucia de Alaska – no me interesaba por leer, así que ni siquiera he leído el último libro del hombre, el cual Alaska afirma es una maravilla y que ama que él escribiera romance por primera vez. Literal suspiró al menos cinco veces en medio de una explicación con muchos spoilers porque no se podía contener.
—Aska cumple años pronto, ella está en una etapa de amor por tu novio.
—Toda mujer pasa por esa etapa, supongo. Solo que yo me quedé estancada —se ríe de sí misma y río por compromiso porque no me hace gracia, pero como estoy en medio de la solicitud de un favor me reiré de cada chiste que diga.
—Me gustaría como regalo de cumpleaños si él tuviera al menos cinco minutos para conversar con ella. Alaska escribe, no te diré qué, pero creo que piensa que no es algo serio a lo que podría dedicarse en el futuro. Yo sé cuánta ama hacerlo y solo necesita que alguien que haya cumplido tal sueño, la aliente.
—Ow, eso es tan dulce —suspira Breana.
—No creo que Matthew tenga problema, pero eso depende de su agenda y compromisos. Lo conversaré con él y te llamo en cuanto tenga alguna respuesta, ¿De acuerdo?
—Bien. Muchas gracias, quiero que sea un regalo especial.
—Y seguro que lo lograrás.
Converso un poco más con ellas hasta que deben comenzar a movilizarse porque están a poco de iniciar el programa. Encuentro a Alaska sola en el camerino de su hermano y cuñada, ellos ya deben encontrarse en sus posiciones o al menos Jocker, porque a Adelaide no la vi, tal vez no era su día de trabajo. Alaska me da una sonrisa llena de travesuras antes de meter la mano en su mochila y sacar nuestro libro, el cual debido a su campamento y luego mi recuperación, teníamos paralizado. Nos quedan muy pocos capítulos por leer.
—¿Seguimos, Drake?
Sonrío y asiento.
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