Capítulo veinte: Un buen novio para la chica correcta
Drake.
31 de julio, 2016.
La suave voz de Alaska hace una pausa luego de emitir que la mano de nuestro querido protagonista Bruce, se deslizaba por el abdomen de la querida Mia. Porque ha llegado el momento de la primera escena subida de tono.
El mismo día que compré el libro, Alaska y yo comenzamos a leerlo sentados en el espacio-jardín, que separa a nuestras casas. Sorprendentemente su comienzo no fue abrupto, de hecho, la manera en la que inició fue muy interesante y hasta divertida: Mia era una ama de casa, sí, muy casada, que era perfectamente consciente de que su esposo le ponía los cuernos. Una pareja joven casada a los veinticuatro años.
Ella es dulce, bonita y sufre por un esposo infiel que con honestidad, le habla de una manera que dan ganas de entrar al libro y golpearlo en nombre de la pobre Mia. Ahora, Bruce no es mujeriego ni ligón, solo es un tipo muy serio que a veces hasta tildaría de malhumorado; él conoce a Mia debido a que el esposo infiel —llamémoslo el idiota— está durmiendo con su hermana y Bruce sospechaba que algo no estaba bien en la extraña relación que llevaba su hermana con el idiota. Sí, resulta que es una historia bastante interesante del hermano del amante del idiota infiel con la esposa engañada ¿Medio confuso, verdad? Pero funciona, porque los primeros capítulos te dan sustancia. Te dan a un tipo serio e incrédulo del por qué esta mujer acepta la infidelidad de su esposo cómo un castigo que mereciera – necesitaría un spoiler para saber por qué y de qué se siente tan culpable – y él toma cómo misión personal convencer a esta mujer, Mia, de que hable con su hermana (la amante de Bruce) y le diga que el idiota es su esposo, además, le dice que se valore —admitiremos en este punto que Bruce es un bastardo brusco cuando lo pide— pero ya sabes, el tipo es un héroe porque le dice lo que ella no quiere oír. Después de ahí las cosas sí se aceleran un poco y da la impresión de que Bruce está enseñando a Mia a decir no a los engaños del esposo y a que sea más que una ama de casa.
Te digo, es divertido, atrapante y bastante bueno cómo transcurren los primeros ocho capítulos. Luego vino el beso, el cual estuvo en el capítulo que leí. Alaska no hizo ni un solo sonido mientras lo leí y cuando terminé, estuvo unos largos segundos solo parpadeando antes de que trepara sobre mí y me besara. Ese día no pudimos leer ningún otro capítulo porque estábamos muy ocupados haciendo nuestra propia escena de besos. Y ahora, en el capítulo doce, las cosas parecen estar deslizándose un poco más lejos luego de que Mia se rindiera a la atracción, dejara la fidelidad al idiota y se dejará hacer por Bruce. Lo que nos lleva a la larga pausa que está haciendo Alaska en su lectura. Estamos en su habitación, de noche y todos duermen.
—¿Y bien, Aska? ¿Qué sigue?
La observo mover sus labios mientras lee, sorprendentemente escucho todo con claridad, no me pierdo de nada. Es una escena muy gráfica que tiene sus mejillas sonrojadas, la hace tropezar con un par de palabras y en ocasiones hace pausas.
Esto de leernos es muy íntimo, además del tipo de libro que estamos usando hace que la tensión sea más palpable. El capítulo termina con Mia estremeciéndome con un orgasmo arrollador, porque el idiota de su esposo hacía meses no le daba uno y cuando intimaban solo él conseguía placer. ¿Por qué esa pobre mujer seguía con él? Tengo que recordarme que solo es un personaje y que no puedo sacudirla hasta hacerla entrar en razón.
Le quito el libro a Alaska marcando el capítulo en el que hemos quedado, lo dejo sobre la mesita de noche y vuelvo a la cama frente a ella. Está sonrojada, pero no de vergüenza, la manera en la que su frente brilla con un poco de transpiración mientras su respiración es agitada, deja en claro que es un sonrojo de excitación.
—Fue una descripción muy gráfica y buena, pero te diré algo para que no lo hagas en el futuro con tu nuevo libro, que por cierto está muy bueno.
—Gracias.
No miento, todos sus lectores sabemos que este libro de Alaska tendrá sexo caliente, solo esperamos cuando sucederá, por ahora todo marcha con una tensión muy notable, pero es una historia con un buen argumento con la que poco a poco está volviéndose tan grande como Caída Apasionada y eso que todavía no llega el sexo.
—Eso fue muy exagerado en ciertas cosas e incoherentes en otra. Claro, es una buena estimulación visual para imaginar, pero ¿Quieres saber la experiencia real de lo que se siente y sucede con el sexo oral?
—¡Jesús cachondo! Quiero saber.
Sonrío ya acostumbrado a que vista, desvista, baile, salte y haga lo que quiera con el pobre Jesús, en sus exclamaciones. Inclinándome le doy un suave empujón que hace que pierda el equilibrio y acabe acostada sobre la cama. La veo desde arriba, sus están ojos muy abiertos.
—¿Sabes lo que voy a hacer verdad? —pregunto.
—Sí...
—¿Y quieres que lo haga, Aska?
—Afirmativo —río viéndola darme una sonrisa tímida—. Te dije que quería conocer muchas cosas antes de llegar a lo otro.
Bajo el rostro besándola con la intención de dejarla relajada y muy receptiva. Mis besos juntos a mis manos van bajando por su cuerpo y una de estas últimas se desliza por su abdomen desnudo. Alaska comienza a removerse en el momento en el que con los labios acaricio la piel de sus costillas y siento cómo me hace espacio entre sus piernas, abriéndolas para mí. Mordisqueo por debajo de su ombligo y cuando rozo su entrepierna con los dedos a través del short, se estremece y suspira. Incorporándome lo suficiente, tomo la cinturilla del short junto a la de sus bragas.
—¿Puedo? —Es una pregunta importante y transcendental.
—Sí...
No sé si pasan segundos o minutos, pero con lentitud, en confianza con su cuerpo y conmigo, por su propia decisión, hago un camino de besos desde su abdomen, quejándome cuando llego a mi destino final y ella por instinto cierra las piernas golpeándome en la cabeza.
—Lo siento, lo siento. Solo estoy nerviosa.
—No me causes una conmoción cerebral, por favor —intento bromear.
Escucharla reír me hace sentirme bien porque finalmente se relaja.
Ella es receptiva, apasionada, frenética y en esta primera vez: acaba bastante rápido. No me quejo, ella tiene un orgasmo con rapidez y eso no va a ofenderme, porque entonces, aprovecho todo el asunto para ir por un segundo, porque soy así de ambicioso y quiero hacerla sentir bien.
Cuesta que consiga el segundo, no me haré el supermacho diciendo que en esta primera vez la hice correrse mil veces con la velocidad de un cohete. No. El segundo orgasmo lleva más trabajo, más esmero, pero cuando los minutos pasan y lo consigo, estoy satisfecho. Sí, mi frente suda y estoy cansado, pero ¡Maldita sea! Alaska tiene una sonrisa tonta y sus ojos están a medio cerrar. Luce cómo si sacudí su mundo y eso hace que mi esfuerzo junto a la dedicación, haya valido la pena.
Pasándome una mano por el cabello húmedo Alaska abre los ojos, le sonrío.
—Eso me ha gustado mucho —confiesa. Mi sonrisa crece.
—Lo sé.
Ríe tapándose el rostro con las manos, las cuales retiro para dejar besos por su rostro.
Tiento a mi suerte jugando al espía cuando salgo de la habitación al baño que comparte con Alice. Cierro la puerta con seguro y lavo mi rostro. Cuando salgo del baño doy gracias al cielo porque llevo mi pantalón de pijama y camisa, ya que me encuentro con una adormilada y despeinada Alice en cuanto abro la puerta.
Por un momento parece que no me reconoce, luego abre los ojos con sorpresa. Tras la sorpresa inicial, me encargo de señalarle la barbilla.
—Tienes baba seca —Me río. Ella pasa su brazo por la zona y parpadea.
—Eres muy arriesgado.
—Y tú solo estás soñando.
—Buen intento, pero sé que estoy despierta. Ahora, sal del baño, me hago pis y no quieres que te encuentren en el pasillo. Vuelve de dónde vengas y dile a Aska que me debe una.
No espera a que me mueva, toma mi brazo y tira con fuerza haciéndome salir, luego entra y cierra la puerta, me quedo unos segundos, pero huyo antes de perturbarme cuando se oye cómo comienza a orinar. Cierro la puerta de la habitación de Alaska con seguro, me acuesto a su lado luego de apagar las luces y la abrazo por bastante rato antes de que se me entumezca el brazo y me disculpe en silencio porque prefiero dormir más cómodo boca abajo y en mi espacio. El amor lo puede todo, pero para quererla y ser un novio con buenos huesos, necesito dormir cómodo.
No me cuesta quedarme dormido y al despertar estoy a Alaska rodeando con mi cuerpo en un cálido abrazo. Sonrío, puede que no sea cómodo dormirme abrazado a ella, pero no implica que no disfrute despertar de esa forma. Me doy cuenta de que me desperté porque mi alarma del teléfono lo hace vibrar sobre la mesita de noche. Por supuesto que cómo siempre Alaska murmura incoherencias sin darse cuenta de que me voy.
Beso su mejilla y susurro que nos vemos en unas horas, susurra un "Sí" y manotea como si intentara alejarme. Hago mi escapada ya perfecta. Entro en mi casa en silencio, me desvisto hasta quedar en bóxer y me dispongo a dormir un poco más en mi cama.
¿Y saben qué? Que descubro que estaba equivocado. Yo sí puedo ser un buen novio con la chica correcta. Con Alaska Hans.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top