051 | #APLÁSTAME

SOPHIA

Ken camina delante de mí.

Se quita la bata del hospital y la deja sobre un perchero, antes de subir las escaleras.

—¿Dónde vamos?—le pregunto, aferrándome a la poca seguridad que me resta. Observo que se ha quedado en camisa y corbata, cosa que no colabora mucho con mi cordura, ver su cuerpo fabuloso como si fuese tallado en mármol, vestido con prendas de vestir, es precisamente la manera de hacerme sentir débil, de carne.

No es que no lo vea de esa manera seguido en el hospital, la diferencia es que ahora se va a quitar todo...o al menos, eso es lo que me sugiere la situación. Mi cabeza idea un montón de maneras en que lo podría tener dentro de sólo unos instantes.

—Aceptaste conocerme un poco mejor—asimila él, observando por detrás de un hombro.

Se queda de pie, esperando mi consentimiento.

Yo me lo pienso y debo tragar saliva para descomprimir un poco la presión que siento en el pecho.

—S...sí—murmuro.

Él se vuelve y sigue subiendo las escaleras. Yo miro hacia atrás en busca de Anabel, como si fuese la única persona segura que tengo ahora mismo.

Pero no está.

Sus palabras resuenan en mi cabeza y queda insistiendo en mí la advertencia de que sólo avanzará si es con mi acuerdo.

¿Cómo prestar acuerdo para algo que desconoces?


NATALIE


Mi cabeza intenta atar cabos en milésimas de segundo. ¿Puede que él sea...?

No, no, no, eso escapa absolutamente de mis cálculos, es imposible que no haya sospechado siquiera de Kaneki, alguna pista que me conduzca a él debería haber encontrado, está completamente fuera de lugar esa opción.

—¿Cómo mierda me llamaste?—le reclamo.

—Natalie, preciosa...—él se acerca un poco más sobre la mesa y me evalúa con sus ojos que analizan todo minuciosamente—, es una pena que creas que no nos conocíamos de antes.

—No...entiendo...a qué te refieres.

—¡Pero si fui yo quien te apodó de esa manera tan simpática! "Pastelito". Dime si no sugiere poder saborearte.

¿Qué? Quienes me apodaron de esa manera fueron Babe y Samurai cuando creía que éramos un equipo. Todo debido a que mi seudónimo para entrar a la web profunda se puede traducir como "Pastel de Chocolate". Fue un asunto de azar, no tenía intención de que me llamaran de ese modo.

—¿Tú...eres...Samurai?—mi voz sale con una pregunta absurda, por dos motivos: de serlo, tendría todos los motivos para reconocerlo o para decirme que sí cuando puede no ser verdad; por otro lado, ya sé que no puedo fiarme de cualquier respuesta que le reclame. Menos siendo una tan delicada.

Kaneki pestañea y frunce el entrecejo, pareciendo haberse quedado un poco absorto por mi pregunta.

—¿A qué te refieres? Que yo sepa, soy Kaneki—suelta una risita estúpida de suficiencia.

—Claro que no. Tu eres demasiado imbécil como para mostrarte de la manera que lo haces ahora.

Mi insulto hace que se paralice su risa y se levanta para acercarse a mí.

Acerca su rostro al mío, demasiado. Intento retroceder, pero mi cabeza se afirma contra el alto respaldar del sillón donde estoy encadenada, con serias dificultades para no tener que tragarme su asquerosa respiración.

—Eres una chica tan osada como me advirtieron.

Cada milímetro de distancia entre él y yo se vuelve sumamente valioso, sin embargo, su asquerosa boca está rozando mi mejilla.

—Y no te haces una idea—insiste—, la manera en que me calienta que seas así, belleza.

A continuación, levanta una mano y me acaricia la mejilla contraria. Su gesto provoca que un enorme sentimiento de asco y repulsión se alce en mi interior y me empuje a hacer lo primero que se me ocurre por defenderme de manera desesperada.

Consigo apartarme apenas unos escasos centímetros y escupo en su jodida cara.

Justo en la comisura izquierda de su nariz.

Él suelta un suspiro, queda un segundo quieto y luego reacciona con rapidez, tomándome por sorpresa.

Y me abofetea.

Tan fuerte que el alma se me quiebra en el instante.

Miles de recuerdos golpean mi cabeza desde el interior, haciéndome sentir nuevamente humillada, usada, odiada.

Quisiera matarlo. O matarme. O que me mate.

Mis ojos se encuentran con Anthony, quien permanece a unos metros, al otro lado de la mesa.

Observa como un maldito drogadicto desesperado y cobarde, de pie, sin hacer absolutamente nada, pero con un gesto tan asustado como siempre lo recordé. No puedo creer que alguna vez sentí cosas tan fuertes por ese sujeto que ahora prostituye su dignidad y se presta a ser usado como un condón en una isla de mierda que se dedica a usar del cuerpo de mujeres como si fuesen meramente basura o material descartable.

Qué va, es Anthony. El de siempre.

Él me sostiene la mirada durante un instante y parece no captar mi provocación que le insta un "¿acaso no vas a hacer nada y te vas a quedar ahí?".

Me espabilo apenas cuando Kaneki retrocede y saca un pañuelo del bolsillo de su saco. Se limpia donde le he escupido y hace un gesto de asco que evidencia estársela pasando mal. Tengo atorada una carcajada de satisfacción, pero la situación me tiene tan aterrada que no logro emitir reacción más que volver mi cabeza para mirarlo.

Todavía siento mi mejilla arder cuando el impacto llega aún más fuerte...

...en el momento que Kaneki da una patada a la silla, golpeándome un brazo en el envión y arrojándome de costado al suelo.

No cuento con mis extremidades para sujetarme, mi cabeza golpea de costado el suelo de madera. Este ruido más el de la bofetada provocan que mi alma se quiebre más, en una horrorosa sensación de humillación.

Inmovilizada.

Quedo en shock, petrificada, observando el vacío. Puedo discernir que todo se cubre de un manto cristalino de lágrimas que me nublan el campo visual y me encogen el corazón.

—Dejemos a esta perra aquí hasta que cambie de parecer—dice Kaneki. Escucho su voz como si fuese lejana, como si me provocase arcadas, horror y una horrible necesidad de llorar a gritos—. Tiene que aprender a respetar, me encargaré personalmente de tomar las medidas que corresponden, demonios.

Por último, escucho un portazo en seco y las luces de la sala se apagan.

Los dos se marchan.

Dejándome sola, en el suelo, inmóvil y destrozada.

No puedo más. No puedo más con esto.

La poca sensación de vida que quedaba en mí, los motivos para continuar se esfuman cada vez más. Siento mi cuerpo como algo ajeno, a disposición de la voluntad de otros, como un sitio profanado del que quiero huir ya.

Llevaba tiempo sin doler...

...tanto.

Si no me muero, me mato.



______________

#LasMentirasDelJefe

_______________

MARATÓN

1/3

¡Hola! Recién me doy cuenta que había quedado pendiente una maratón de 3 capis gracias a un desafío que se cumplió xD Y nadie me dijo anda!!!

Así que acá vamos.

¡Que la disfruten!

L.

Los espero por mi instagram: luisavilaok donde les subo spoilers todos los días (? jajajaja

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top