004 | #PELIGROSO


—¿Te gusta la sangre?

Quito mi mano de inmediato.

La niña me mira. Debe tener siete u ocho años, al igual que yo.

Tiene sus ojos grandes color azul intenso, el cabello rubio alzado en una cola alta y las mejillas pálidas sonrosadas.

—Hey—me espabila. Parece haberse sentido insultada porque saqué mi mano de entre las suyas—, ¿eres estúpido o qué?

Parpadeo.

Ha dicho... Ha dicho una palabrota.

Guardo mi mano como si fuese a herirla y me preocupo de que el dedo donde me he cortado, no me toque la ropa ni la sangre me siga ensuciando.

—Me cortaste—le digo.

—Fue sin querer. Tú no me querías prestar esto—dice sosteniendo la tijera con la que estaba cortando revistas en el parque.

Miro a mi izquierda y busco a mamá con la mirada. Está hablando por teléfono. Cuando se percata de que la estoy mirando, me saluda, tamborilea los dedos en mi dirección y sigue con lo suyo. No se ha percatado de que esta niña me ha cortado.

—Muéstrame—insiste.

—No—le digo—, será mejor que vaya a curarme.

—Tu madre no me querrá si haces eso.

—No me importa si mamá no te quiere, me has hecho daño y debo decirle para que me lleve al hospital.

Ella abre grandes los ojos.

—¡¿Qué?! ¡No! ¡No pueden llevarte al hospital! Tu madre luego hablará con la mía y tendremos problemas—se interpone en mi camino.

—¿"Tendremos"? Tú los tendrás.

—Si yo tengo problemas, tú también los tienes—asevera, clavando sus ojos fijamente en los míos, muertos de temor—. Ven—me señala e insiste en que nos dirijamos al otro lado de un árbol. Miro a mamá volviéndome mientras ando, aunque ella sigue enfrascada en una airosa discusión por celular.

—Sólo un...momento—le digo a la niña.

Finalmente me toma del brazo y me arrastra hasta el otro lado del tronco.

—Muéstrame—insiste—, muéstrame tu mano.

La miro con mucho temor y abro la mano. La sangre en mi dedo índice derecho se ha convertido en un hilo rojo que gotea. Estoy a punto de desmayarme.

Ella me toma la mano y reacciono intentando quitarla, pero no lo hago.

—Hey—insiste—, ¡que no te haré daño!

—Ya...Ya lo hiciste.

Pone los ojos en blanco y saca las tijeras nuevamente de su bolsillo. Me acerca la punta y me la apoya contra la garganta.

—Claro que te puedo hacer daño—insiste—, muchísimo daño si no me dejas ayudarte.

Quedo temblando.

Rayos, rayos y más rayos, ¿quién es esta loca?

—Y...Yo...

—Tú te portarás bien y no dirás nada de esto porque tienes prohibido meterme en problemas. No te haces una idea lo que son mis padres cuando se enojan.

¿Cómo puede ser que una niña hable de esa manera?

—¿Bien?—insiste.

Asiento con temor.

Luego baja la tijera y se la mete nuevamente al bolsillo. A continuación se lleva mi mano a su rostro sin tocarlo, arrima su nariz y huele la sangre. Mis ojos la observan, desorbitados. ¿Qué se supone que está haciendo?

Entonces separa los labios y con ellos recorre el hilo de sangre que me cae desde la yema del dedo hasta la palma de la mano. Luego, abre apenas la herida y señala:

—No entiendo cómo puedes tener tanto miedo. Ha sido un rasguño nada más.

—Tú...hiciste...eso... Lamiste...la...

Ella me devuelve mi propia mano y la quito, petrificado del horror.

—Es para que te cures la herida. Presiónate y no te atrevas a mencionar esto a nadie.

—¿Cuántos...años...tienes?—le pregunto. No puede ser que sus padres le permitan hablar de esa manera.

—Eso no es asunto tuyo. ¿Acaso no te gusta la sangre?

—¡No! ¡Es asquerosa! Y puedes enfermarte, lo que acabas de hacer es...es...

—Tú me acabas de amenazar a mí con meterme en problemas y todo porque no me quisiste prestar estas—levanta la tijera y retrocedo con temor, como si me las pudiese clavar en cualquier momento.

—Estás...Estás...

—¿Loca? Lo sé. Mamá me lo dice a menudo. ¿Eres de este vecindario?

—Yo...Sí.

Señalo la casa pasando el parque.

—Justo en la esquina—añado.

Ella abre los ojos grandes.

—¡Tienes que estar bromeando! ¡¿Vives en esa enorme casa?! ¡¿Cuántos pisos tiene?! ¡¿Diez?!

—Son...Cuatro.

—¡¿Cuatro pisos?! ¿Tienen algo así como un hotel?

—N...no. Somos mi familia, dos guardias, Lila y Anabel.

—Te iré a visitar algún día.

Me altero y busco rápidamente una excusa para que ella no insista:

—¡Mamá...no me...deja recibir visitas!—me altero.

Ella frunce el entrecejo.

—Tu madre es una bruja.

—¡No hables así de ella!

—Si no te deja tener amigos, es una bruja.

—No dije que no me dejase tener amigos sino que no me deja que...entre gente de afuera.

—¿Afuera? Yo vivo lejos, pero me sé el camino de memoria.

—Pero no me...

—¡¿Nicholas?!

La voz de mamá interrumpe la conversación y ambos nos volvemos a ella. Me está buscando. Me ve cuando me arrimo al otro lado del árbol y camina hasta mí, gritando con preocupación:

—¡Vamos a casa cielo! ¡Se hace tarde! ¡Recoge tus revistas!

—¡Ya voy, mamá!

Me vuelvo a la niña quien me observa con rebeldía.

—Ve con mami, te llama—insiste.

—No puedes ir, por favor.

—Si tu mami no te deja, no se va a enterar. Vete. Y por cierto—saca las tijeras de su bolsillo—, me gustaron. Me las quedo. Ahora vete, Nicholas.

Luego se vuelve por donde vino y desaparece cruzando unas calles.

Saco mi mano y observo mi dedo herido.

Ahí está el rasguño.

Pero ya no sangra.




La luz se vuelve demasiado molesta y me arranca de mis sueños con violencia. Creí que había quitado el levantado automático de las putas cortinas.

Entonces estiro la mano buscando el móvil para bajarlas y me encuentro con más colchón. Es un lugar desconocido, en sábanas que no son las mías, con un perfume a limpio que no es el mío.

Carajo.

Abro los ojos de golpe y la luz solar que entra por el inmenso ventanal de cuarto de huéspedes me encandila.

Busco mi móvil con rapidez intentando tantear qué hora es mientras lucho con las estrellitas que se me han enterrado en los ojos como si me hubiesen arrojado un puñado de arena, sin embargo no tengo el móvil.

¡Oh, no!

Salgo del cuarto y me cruzo a Lila, la mucama.

—Buen día, señor Jefferson—dice ella y se preocupa por no mirarme desnudo, tal cual estoy ahora, a excepción del bóxer...sucio. Anoche me masturbé. De pronto, desciendo la mirada y me encuentro todo manchado. ¡CARAJO!

Sigo andando y subo escalones a trompicones hasta llegar a mi habitación. Me he quedado dormido en la cama donde Nat durmió, buscando un rastro de ella, algo, un mínimo recuerdo.

Pero se me ha hecho tarde.

Hoy no debo ir al hospital...

Es día de audiciones en Dirty XXX.


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#LasMentirasDelJefe

#EmpiezaElJuego

#AlCarajoLasReglas

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Este capítulo está dedicado a las siguientes personas (? Concluyendo el concurso de hace dos capítulos atrás xD

Geova_pc26

erika_screamer

Raver9398

Geova_pc26

Bbasharon

izabella1026

NicolReyes332

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Y les tengo algunas noticias!

1. Me lo pidieron por IG y es dar el nombre del próximo capi. Prepárense que se viene 005 | #DirtyStars <3

2. Hay una aplicación en negociaciones para comprar esta historia. Para comprar Las Mentiras del Jefe (ya que Los Juegos del Jefe ha sido comprado por Editorial Planeta). En el caso de esta aplicación, les avisaré por si tenemos que migrar la historia, dónde continuaré actualizando.

3. La aplicación es Litnet, donde ya he subido los primeros capítulos.

AVISO: Para esto, hace falta terminar de cerrar negociaciones, pero por supuesto que iré advirtiendo en caso de poder concretar.

En fin, es todo por ahora! Les adoro con el kora beibis <3

Bsss!

L.



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