El trato
— ¿Hijo ya terminaste? — Amador Ferrer parecía ocultar algo, en su rostro podía ver una sonrisa leve.
—¿ Usted es el jefe padre, dígame si ya terminé?. — Marcos siempre le contestaba lo mismo.
— Pues yo digo que ya acabaste. Vamos te tengo una sorpresa.
— Padre quedamos en que nada de sorpresas. Bien sabe que no me gustan los regalos.
— Esta te va a encantar, tenía pensado esperar para darte las noticias, al menos hasta octubre, pero creo que debemos comenzar los preparativos desde ahora.
— ¿De que habla padre?
— ¡Vamos, vamos! Te invito a comer y te explico todo.
Amador Marcos Ferrer, eran muy unidos, el padre siempre le contaba los proyectos que tenía en mente para la empresa y su hijo siempre intentaba aconsejarlo según sus conocimientos acerca del tema, pues siendo el jefe del departamento de publicidad, era su deber hacerle saber cuándo se equivocaba. Por esta razón, el chico esperaba que fuera otra plática acerca de la empresa.
El lugar ya estaba cerrado y la mayoría de los trabajadores ya se habían ido a su casa, todos excepto Roxanna, la chica nueva de la oficina. Cuando Amador y Marcos salieron no pudieron dejar de notar que la chica seguía allí.
— Hola ¿Estás consciente de que ya todos se fueron? — Le preguntó Amador con serenidad.
— Disculpe señor, es que es mi primer día y tuve algunos errores. Quería corregirlos antes de irme. — La chica tartamudeaba un poco. — Lo siento mucho.
— ¿Cuál es tu nombre?
— Roxanna señor.
— Bueno Roxanna si sigues así es posible que te conviertas en la empleada del mes y más adelante del año pero... — alargó la última palabra colocándose al lado de su silla — es posible que dejes la vida pasar, no vuelvas a quedarte hasta tarde, ve a casa y disfruta del resto de la noche con tu familia, el trabajo seguirá aquí mañana.
La chica agachó la mirada y se dispuso a recoger sus cosas, Marcos la observaba con el ceño fruncido, era imposible descifrar lo que estaba pensando, Roxanna terminó y se unió a ellos en el elevador. Las miradas discretas de Marcos pusieron algo incómoda a Roxanna y era normal que eso pasara, aunque la chica había estado solo un día en la empresa, había podido entender que todas las mujeres del trabajo suspiraban por él. Era tan apuesto que a veces parecía una pintura, solo algunas chicas lo han visto sonreír, pero las que habían tenido el placer de ver su sonrisa, lo comparaban con un ángel.
A Roxanna le parecía que las chicas exageraban, no era tan apuesto aunque debía aceptar que tenía cierto atractivo, quizás era esa pose de hombre serio. La verdad ella ni siquiera pensaba en eso, sabía que un hombre como él nunca se fijaría en una mujer como ella, una gordita que vestía ropa que no era de marcas y que apenas se maquillaba.
Entre sus cosas Roxanna tenía una carpeta repleta de ideas para la compañía y para la distribución de sus productos. Antes de llegar a la empresa tenía pensado exponerlas, quizás de esta manera podría realizar su sueño de convertirse en una de las agentes de publicidad más importantes. Estuvo un rato viajando en sus pensamientos, imaginando que era exitosa y que le ofrecían una oficina más amplia en su nuevo trabajo, todos aplaudían con emoción y la felicitaban. Entonces dejó caer su carpeta al suelo justo en el momento en que el elevador abrió sus puertas. Fue en ese momento en que volvió en sí; el señor Amador se inclinó para a ayudarla y notó varias anotaciones y dibujos que le llamaron la atención.
— ¿ Esto lo hiciste tú? — Le preguntó saliendo del elevador.
— Si señor, son algunas ideas de publicidad, una tontería. — Respondió la chica algo apenada.
— Padre vamos, se nos hace tarde. — Protestó Marcos enrolando los ojos a modo de fastidio.
— No espera hijo. ¿ Has visto estas ideas? Son realmente buenas. — Miró a la chica sorprendido por su talento. — Te gustaría estar en el departamento de publicidad, trabajar directamente allí. Necesitamos...
— ¿Padre hablas en serio? — Marcos tocó su hombro levemente e intentó llamar su atención con los ojos— tenemos los mejores publicistas en la empresa, nos han hecho ganar millones, no necesitamos...
— Ven, solo mira. La manera en que vendemos nuestros productos es tan, tan...
— Surrealista — Completó la chica. — Están adaptados a hacer promociones machistas y fuera de la realidad. Disculpe si...
— No, no, tranquila — Le hizo saber Amador aún revisando sus apuntes y completamente hipnotizado por las ideas de la chica. — a partir de mañana formas parte del equipo de...
— ¿Padre puedo hablar con usted? — El tono de voz de Marcos salió áspero y al mismo tiempo preocupado.
Se apartaron un poco de la chica que aunque intentaba mantener la calma y parecer profesional, era evidente que estaba emocionada.
— Padre... ¿Usted ha pensado lo que acaba de hacer? — Se colocó las manos a la cintura como solía hacer cuando estaba preocupado. — Esa chica acaba de aparecer en la empresa, ni siquiera tiene experiencia en publicidad.
— Con estas ideas no creo que necesite mucha. Estoy velando por el porvenir de esta empresa, si no hago algo pronto alguien notará a esta genio y perderemos una buena oportunidad.
— ¿Genio? — río amargamente.— Padre usted ha visto a esa chica, nuestros clientes nunca querrán trabajar con ella.
— ¿Qué estás insinuando? — frunció el ceño algo molesto.
— Por favor padre, ¿Por qué cree que esta chica puede trabajar en publicidad? Mírala, ella no encajaría en ese mundo.
— Te refieres a su...
— No es una Angelina Jolie o una Jennifer López, en el departamento se sentirá mal, le irá mal. ¿Cómo puedes pensar que ella, así como es, puede trabajar en publicidad?
Amador comenzó a negar con su cabeza. Por un momento Roxanna se asustó, pero en ese momento el jefe se le acercó y le devolvió su carpeta.
— Mañana comienzas a trabajar en publicidad. — giró sobre sus talones y se dirigió a su hijo. — Es una lástima que la noche se haya arruinado, justo hoy que quería darte las buenas noticias por tu cumpleaños, pero es bueno saber que tipo de persona te has convertido, casi cometo el más grande error de mi vida al entregarte la empresa, aún no estás preparado, quizás nunca lo estés.
Marcos se quedó algo paralizado al escuchar sus palabras, se preguntaba si había escuchado bien, quizás había sido su imaginación. Confundido siguió a su padre y olvidando que le había quitado el derecho a quedarse con la empresa, lo llamó eufórico.
— ¡Padre! ¿ Eso era lo que tenía que decirme hoy? ¿Que me dejaba la empresa?
Amador volteó y asintió antes de hablar.
— Hoy es un día especial, es tu cumpleaños, quería hacerte saber que después de mi cumpleaños en octubre me jubilaré y tenía pensado dejarte la empresa.
— ¿En serio piensa...?
— Pensaba, fue antes de ver qué juzgas a las personas según su físico y seguramente según su estatus social.
— Padre escuche, no es lo que piensa... yo tomé como escusa su físico porque no quería que la cambiara a mi departamento.
— No querías que la chica estuviese en tu departamento acaso...
—Estoy saliendo con ella...
— ¿Tú estás saliendo con la nueva empleada, con esa chica que llegó hoy a la empresa?
— Si padre si, nos conocimos hace semanas, no quería decirlo porque luego en la oficina comienzan a pensar que tiene prioridades y que consiguió el trabajo porque es mi novia.
— Marcos he visto las mujeres que salen contigo, ella no es tu tipo.
Marcos se puso nervioso, pero no dejó la mentira.
— Me aburrí de esas mujeres y busqué a alguien diferente.¿ Es tan difícil de creer?
La chica salía por la puerta de la empresa aún sonriendo, recordando lo que acababa de pasar, abrazando su carpeta con alegría. Era el día más feliz de su vida, sus sueños se estaban realizando. Amador estaba decidido a preguntarle a Roxanna si todo era cierto; sin embargo Marcos hábilmente se le acercó y le pidió discreción, haciendole saber a su padre que la chica se sentiría mal si supiera que se había enterado de esta manera, pues tenían planeado decirle juntos en la cena familiar que su madre tenía planeada este fin de semana.
— ¿Entonces tienes planeado llevarla este fin de semana? — Amador no se había creído ni por un minuto esta farsa, mas le había seguido el juego, pues quería saber que tan lejos llegaría con esa mentira. — Está bien hijo, nos vemos este fin de semana, estoy seguro que tu madre estará muy contenta de conocer a Roxanna, parece una chica muy simpática. Feliz cumpleaños.
Diciendo estas palabras Amador entró en su carro, no sin antes lanzarle una de sus miradas de advertencia. Marcos había metido la pata; mas ahora no se podía retractar, ahora tenía que seguir adelante con lo planeado, para esto debía involucrar a la chica.
"Roxanna" pensó para sus adentros y miró a su alrededor, no la encontró, siguió buscando, miró por encima de los transeúntes hasta que la divisó a unos metros de allí. La llamó, gritó su nombre a pesar de que odiaba gritar en la calle, pero la chica no escuchaba. Siguió corriendo, intentando no tropezar con alguna persona, hasta que la alcanzó.
— ¡Roxanna! — dejó salir casi sin aliento.
— ¿Señor, pasó algo? — un pensamiento pasó por su mente, quizás su padre se había arrepentido de haberle ofrecido aquel puesto. "¡Qué mala suerte tengo!" pensó.
— No, pero se me hace urgente hablar contigo. Te invito a comer.
Marcos eligió un restaurante que quedaba cerca, el lugar era muy tranquilo, lleno de personas elegantes y Roxanna se sintió bastante pequeña, quiso rechazar la invitación, pero ya estaba allí, así que siguió adelante. Sentados a la mesa, Marcos pudo apreciar que la chica nunca había estado en un lugar así y lo único que le vino a la mente fue que su padre había perdido la cabeza, una chica con cero atractivo, sin nada de gusto por la ropa y de baja clase trabajando en su departamento, que había pensado.
El camarero se apareció y sin decir palabra alguna vertió un poco de vino de una botella que parecía ser muy cara, en sus copas. Al parecer Marcos visitaba el lugar muy a menudo, ya sabían lo que le gustaba y como le gustaba.
— Roxanna no voy a andar con rodeos. Tú y tus ideas asombraron a mi padre, pero no a mi.
— Entiendo ya no me darán el puesto ¿cierto?
— Ese no es el tema que vengo a tocar, mi padre se quedó extasiado contigo, a tal punto que cuando le dije que no podías ser parte de mi departamento decidió no dejarme la empresa. Verás yo sé que en mi departamento te irá mal, solo tienes que mirarte en un espejo, no encajarías.
— ¿Perdón? — Roxanna no entendía que estaba pasando. ¿A caso Marcos la había invitado para humillarla?
— Es simple, no eres la típica mujer que puede trabajar en publicidad, ni gusto por la ropa tienes.
— ¿Perdón? Mire yo no seré la mujer más bella, ni soy delgada como las mujeres con las que está adaptado salir, pero...
— Exacto, no eres como las mujeres con las que suelo salir, por eso necesito que pretendas ser mi novia.
Roxanna se quedó un minuto en silencio con la boca abierta, pensó que había escuchado mal. Tenía que estar bromeando.
— Mi padre cree que soy una persona que solo se fija en el físico de los demás, por eso necesito tu ayuda para hacerle saber que no soy así. Solo tienes que pretender ser mi novia por el fin de semana y ya, luego invento una excusa y digo que terminamos.
Roxanna aún estaba paralizada con la boca abierta, pero luego de unos segundos reaccionó.
— ¿Quieres que te ayude a mentirle a tu padre? — Hizo una pausa y su cara cambió por completo. Se dispuso a levantarse, pero antes le dió una respuesta — No pienso hacerlo.
— Bueno no tenes opción. — Le hizo saber en un tono algo subido de tono Marcos en cuanto la chica se levantó de la mesa. — Mañana comienzas en mi departamento, puedo ayudarte a ascender en el trabajo o puedo hacer que mi padre se arrepienta de tenerte en la empresa y que te despida.
Roxanna se congeló y antes de pensar lo que iba a decir, se sentó de un tirón en su silla y le dijo con gran desprecio en su rostro.
— ¿Despedirme? ¡Qué imbécil eres! ¡Eres un ser despreciable y sin escrúpulos!
— ¡Ah mira que bien! Ya nos estamos tuteando como si fuéramos una pareja. Vamos por el buen camino. — la chica miraba al suelo perdida en sus pensamientos. — Te propongo algo... si haces esto por mi, prometo ayudarte en la empresa. Tendrás tu propia oficina.
— No tengo alternativa ¿verdad? — En su rostro había un rastro de tristeza y preocupación. — No puedo perder este trabajo.
— ¿Tenemos un trato entonces? — le extendió la mano — Tú me ayudas y yo te ayudo.
Estuvo veinte segundos mirando su mano extendida, hasta que se decidió a apretarla y sellar así su trato con Marcos. Un trato que le cambiaría la vida.
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