Bajo las condiciones de ella

Roxanna no dejaba de pensar en lo que había sucedido, sabía que estaba entre la espada y la pared, si Amador descubría lo que su hijo estaba haciendo, seguramente la despediría y si no hacía lo que Marcos quería de igual manera sería despedida. Estuvo un rato dándole vueltas en la cabeza hasta que escuchó el timbre de la puerta principal. Su compañera y amiga, Laura Moncada había acabado de llegar, y su aspecto decía que había estado en una fiesta luego de haber salido del trabajo, era extraño que no hubiese traído a algún “amigo” a casa.

— ¡Nenaaa! — Le gritó desde una esquina mientras le abría sus brazos. — ¿Cómo fue tu primer día?

Roxanna dejó salir un audible sonido de fastidio e inmediatamente Laura comprendió que algo no estaba bien. Conocía muy bien su mejor amiga, eran inseparables desde pequeñas, aún cuando eran muy distintas.

— ¿Tan mal te fue? — le preguntó separándose un poco de ella. — Ven siéntate cuéntamelo todo.

Roxanna le contó todo lo sucedido, Laura no se lo podía creer, parecía algo sacado de una telenovela turca. Antes de hablar se paseó por la habitación y comenzó a despojarse de sus cosas, primero fueron sus zapatos y luego su blusa, mientras pensaba y calculaba la situación de su amiga.

— ¡Roxi! — se dió la media vuelta. — Esta es una buena oportunidad para ti. Solo tienes que actualizar el contrato.

— ¿El contrato, de qué hablas Laura?

— Sugiere a tu nuevo jefe, un contrato.

— No entiendo.

— Roxi solo piensa, él te necesita, puedes sacarle lo que quieras. Yo empezaría por un dinerito para pagar nuestra renta, estamos un poco atrasadas.

— No sé si eso es correcto.

—¿ Y que te utilice, que te fuerce a hacer algo que no quieres, lo es?

Roxanna se quedó muy pensativa, esa noche apenas pudo dormir, pero finalmente en la mañana sabía que hacer. Su amiga tenía razón, porque no usar este pequeño inconveniente a su favor.

A pesar de tener el rostro cansado , Roxanna tenía un mejor semblante que el del día anterior, se puso su mejor ropa y zapatos, se maquilló y se soltó el cabello. A pesar de que asistía cada cierto tiempo al salón de belleza y cuidaba su pelo, siempre lo usaba recogido, con excepción a esas noches de fiestas en las que salía con su amiga y simplemente olvidaba quien era. Ella la obligaba a ser diferente, a quererse un poco más y a lucir sus libritas de más.Roxanna salió completamente feliz, sentía que sería un buen día para ella, nada podía salir mal, nada... Entonces su tacón se rompió, se tambaleó a tal punto que cayó en los brazos de un extraño.

— Lo siento muchísimo.

En cuanto levantó su cabeza se topó con un joven alto, rubio de pelo largo y barba tupida, músculos predominantes, labios carnosos y ojos color celeste. Era de ensueño, entonces habló y ya no parecía muy atractivo.

— ¿Eres estúpida?

— Lo siento mi tacón se rompió. No fue intencional, creo que no hay necesidad de ser grosero.

— Si no sabes usar tacones entonces no te los pongas. Aunque viendo tu estatura...

— Me importa un reverendo carajo lo que piensa de mi estatura. ¿Sabe qué? No tengo tiempo para gastar con un imbécil...

— ¡Espera, espera!

Roxanna se dió la media vuelta cojeando por la pérdida de su tacón y el joven no pudo evitar reírse de ella y esto la enfureció aún más.

—¡ Espera! Disculpa no me quise reír. Si no vas lejos puedo llevarte.

— ¿Y por qué harías eso?

— No soy un imbécil, solo me levanté de malas.

— Voy a la empresa de los Ferrer no es lejos de aquí, solo a unas pocas cuadras...

— Yo también voy... ¡Qué casualidad! Te llevo... Vamos lo necesitas.

Roxanna asintió y se subió al carro del joven, no estaba lejos de la empresa, normalmente caminaba, pero con los recientes hechos le sería imposible llegar a tiempo, volver a cambiarse los zapatos no era una buena idea, pues de todas maneras llegaría tarde en su primer día como trabajadora en publicidad.

En cada parada sentía que el chico la devoraba con la mirada y no se equivocaba, el joven parecía fascinado por ella.

— ¿Cómo te llamas? — Le preguntó desviando la mirada hacia la chica.

— Roxanna ¿y usted?

— ¿Usted? ¿Dime te parezco un señor mayor?

— No, no, por supuesto que no. Luces muy joven. — Roxanna maldijo esa costumbre que tenía de ser demasiado educada.

— ¡Naah! No me importa parecer mayor, así las nenas me ven como un sexy sugar daddy.

Roxanna se sonrojó, sintió el calor en sus mejillas e intentó disimularlo, aunque fue inútil.

— Mi nombre es Randi.

A Randi parecía divertirle la manera en que la chica se ponía nerviosa.

Llegaron rápido, aunque a Roxanna se le hizo eterno el viaje. Se bajó del auto cojeando mas no se detuvo, caminó lo más rápido que pudo para alejarse de Randi. Sus esfuerzos fueron inútiles, justo al llegar al elevador él se le unió. Hubo un silencio algo incómodo hasta que llegaron al departamento de publicidad, Randi salió y detrás de él salió Roxanna.

Sentía que todos la miraban y así era, su tacón estaba roto por lo que todos en el departamento tenían los ojos en ella. Antes de entrar en la oficina de Marcos notó que Randi también se dirigía hacía allí. Entraron juntos sin anunciarse.

— ¡¿Randi que haces aquí?! — La mirada de Marcos se iluminó un poco y recibió a su mejor amigo con las brazos abiertos.

— Estoy de visita en la ciudad, decidí pasarme por aquí — Le dió unas palmadas en la espalda y sonrió. — Te asienta el estilo de empresario.

Ambos reían sin cesar ignorando la presencia de Roxanna que llevaba al menos cinco minutos esperando a que Marcos la atendiera. Cuando se dió cuenta de que él simplemente no reaccionaba ante su presencia, intentó aclarar su garganta para llamar la atención, afortunadamente esto dió resultado.

— ¿Si...? — Marcos se quedó pensativo, intentando recordar su nombre.

— Roxanna — Le aclaró Randi.

— ¿Cómo sabes su...? — Intentó decir, pero fue interrumpido por la chica que le pidió hablar en privado.

Caminando con dificultad y causando que Marcos cambiara su semblante relajado por una expresión de desagrado y que Randi ocultara sus ganas de reír, Raxanna se acercó a los dos y volvió a pedirle a Marcos un poco de privacidad para hablar con él a solas.

— Lo que tengas que decirme puedes decirlo enfrente de Randi, es la única persona a la que le cuento todo.

— Yo... — Ahora Roxanna se sintió insegura, no quería hablar enfrente del chico, pero no se detuvo por esto. — Quiero que hablemos sobre nuestro trato.

— No hay nada de qué hablar, tú cumples y yo no te despido. — dió media vuelta como si la charla hubiese terminado.

— No, las cosas serán bajo mis términos. — cruzó los brazos intentando parecer segura de si, pero su corazón latía tan rápido que podía sentir la vena de su cuello vibrar.

— ¿Bajo tus términos? — Se sentó sobre la mesa y comenzó a prestar especial atención a sus palabras. Mientras tanto Randi disfrutaba la escena, sin dudas le parecía una chica radiante, atrevida y muy interesante. — Tengo curiosidad.

— Si cumplo con mi parte del trato, quiero una oficina personal. — comenzó a decir y notó que Randi asintió divertido. — Quiero tener acceso gratis a una de las tiendas de ropa de la empresa por tiempo indefinido y quiero que me des cinco proyectos para trabajar.

— Puedo acceder a lo de la oficina y a los proyectos; pero no a la compra. Los pocos apartados que tenemos, los utilizamos en famosos que nos dan promoción gratis. Así que esa no podrá ser.

— Entonces creo que este fin de semana me enfermaré — Marcos frunció el ceño al escucharla— si lo siento, es como una fiebre...

— No juegues conmigo o...— se podía ver cómo su ira crecía.

— ¿O qué, me despides? Entonces tú padre sabrá todo. — Esa amenaza había salido de la nada. Encontró las agallas que necesitaba para doblegarlo a su voluntad.

— Está bien, hagamos algo. Cada vez que quieras te llevo de compras, todo lo que quieras será tuyo, ropa zapatos, un gato, lo que sea. ¿Trato?

— ¿Cómo sé que cumplirás?

— Mañana aún es viernes, así que te hago la entrega de la oficina y te llevo de compras ¿Qué dices? — su cara de fastidio lo decía todo. Odiaba estar en las manos de ella.

— Trato hecho. — salió dando brincos de alegría de la oficina, ya no le importaba que todos la observaran.

Randi se quedó mirando a Marcos buscando respuestas, aunque más bien parecía que lo juzgaba.

— ¿Qué? — Se encogió de hombros Marcos. — Es una historia complicada. Te invito a un café y te cuento todo.

— Está bien, está bien, no estoy juzgando, pero te acaba de chantajear una gordita pequeña. — Randi estalló en un ataque de risa. — Tiene carácter, lo reconozco.

— No, no Randi. — Marcos negó con su dedo y su cabeza también. — Te conozco, esta chica no la puedes tocar, esta no, la necesito.

— Está bien, está bien. — alzó sus manos al aire y se sentó en una silla. — No sabía que te gustaban así, rellenitas.

— Tú sabes que no, pero realmente necesito que se haga pasar por mi novia o mi padre me deja sin empresa.

— Bueno quizás le cojas el gusto, ya sabes lo que dicen “ Una vez que pruebas la masa, no vuelves al hueso” .

Marcos se rió alto y escandalosamente mientras Randi se chupaba los dedos haciendo entender que amaba a las chicas gordas. El resto de la tarde se la pasó bromeando sobre el tema, incluso después de que Marcos le explicara la gravedad de la situación; sin embargo Randi no dejaba de pensar en Roxanna, algo de ella le había llamado la atención, por el momento no haría nada, pero en cuanto ese fin de semana pasara y Marcos “rompiera su noviazgo”, él se acercaría a ella.

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