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Capítulo 8—— Tengo 18.

(Bienvenidos/as a un nuevo capítulo de 17 años en la Tierra parte 2, me está gustando mucho el humor que va teniendo. ¡Voten y comenten!🐻💜).

Hola de nuevo, soy Emilia. Emilia Stevens. Mi novio hermoso y precioso, es lo mejor del mundo. Me eh distanciado de todos, pero es porque estoy más contenta y enfocada en los estudios, y a ser feliz.

Es un buen chico, detallista, amoroso y además tiene su toque de ternura que lo hace aún más especial si cabe.
Hemos salido a muchos sitios, desde bibliotecas municipales hasta jardines con setos y flores. Hemos tomado té en varias terrazas y me ah regalado cajas de bombones.

A mis padres los tiene embobados, y mamá siempre me pregunta por él.

— ¿Qué tal Thomas?.

— Está perfecto mamá.

Y charlamos por horas sobre la universidad y él en específico. Ella por su parte siempre me cuenta la historia de como conoció a papá, Theodore Stevens (su nombre es bonito, ¿verdad?). Contando con lujo de detalles como fue la boda y la forma de su vestido. Las damas de honor fueron la tías Anna y Genevieve. Y una prima acabo con el ramo entre las manos y una cara de desconcierto.

¡Luego brindaron y cantaron por todo lo alto!.

El vestido, blanco con mangas de encaje todavía está guardado y dice que cuando me case va a pasar a ser de mi propiedad. Así pasa de generación en generación. Cómo un lazo familiar. Sin exagerar, porque lo tiene desde manos de su abuela.

¡Ya no más historias familiares!.

Suspiro, y me voy a la cama con una sonrisa. Rememorando recuerdos  mientras escucho música desde un walkman.

El cumpleaños de mi amiga Andy ya ah pasado, y como regalo fuimos a una tienda de zapatos a la sección de Converse y zapatillas de deportes. Saben cómo es ella, tiene un estilo en particular. Habíamos visto un modelo en dónde lucían estampado de cerezas. Y lograron gustarme.

Así que ese día, salimos por la puerta con un par de bolsas de compras.

– ¡Gracias Em-Em, eres la mejor amiga que jamás voy a lograr tener!—, exclamó.

– ¡Felíz cumpleaños tonta!—, y le pasé un brazo por los hombros mientras caminamos embobadas por la ciudad tarareando una canción de The Black & Peas.

Ese día charlamos de Crepúsculo, y cosas de ese estilo. También paramos en un MC'Donalds y compramos un par de hamburguesas con papas y un helado de fresa.

Las hamburguesas son lo mejor, pero como estaba en mi dieta para mantener las curvas y el peso ideal, no pase de comer la mitad, y la otra se la regalé a Andy. Ella estaba encantada y básicamente se llevó todo a su casa.

Yo la acompañé, y al llegar estaba la pareja de su madre. Creo que su nombre era Eithan, un hombre alto y contextura de leñador, casi ejecutivo diría yo. Dos ideas opuestas pero que calzan bien para alguien bien dotado físicamente.

Fue un escaneo veloz, saludé a ambos con un poco de incomodidad y me quedé en el brazo de su sillón. Justo al lado, porque sentarme ahí sería como un poco invasión del hogar y espacio familiar.

Luego a Andy le regalaron un perrito, el cual estuvo jugando con nosotras el resto de la noche. Y cuando se hubo hecho tarde, le mandé un mensaje a mamá diciendo que iba a quedarme. Accedió encantada, porque conocía muy bien a Jaqueline.

– ¿Qué nombre le pondrás?—, le pregunté una vez nos hayamos acostado.

– Sabes que no soy buena para eso, a mí oso de peluche le puse "Oso".

Me río mirando su estantería a un costado.

– Eso es cierto, que imaginación tienes An.

– Dame ideas, sino le pondré perro—, añade mientras acaricia la oreja del animal.

Escuchamos abajo el sonar de una melodía romántica, o así me lo parece. Pues la mamá de Andy y su pareja están charlando. Pero creo que ahora están bailando un vals.

– Piénsalo está vez– digo sin saber.

De pronto ella se yergue como si algo brillante se le hubiera ocurrido.

– ¡Elton, le pondré Elton!.

Y así pasamos la noche con el pequeño cachorro durmiendo entre nosotras dos mientras nos contábamos numerosas anécdotas de la niñez y la adolescencia. Ya estábamos en la despedida de está y nos encontrábamos nostálgicas.

Fue una especie de noche de amigas muy tranquila, en dónde también bajamos a comer torta de cumpleaños y a cantarle a Andy. Ella no quería que lo hiciéramos pero al final accedió con una sonrisa de medio lado. Cenamos los cuatro en la mesa del comedor.

– ¡Pásame la salsa de barbacoa!—, me pidió Jaqueline ,–Estas preciosa cariño.

Yo sonreí incómoda y le pasé lo que había pedido. Jaqueline, una mujer de pelo castaño, con un bonito corte en capas y un bonito flequillo. Con mejillas rosadas de tanto reir por los chistes de su pareja.

Andy y yo nos miramos por encima de la mesa y hablamos por códigos.

– Estás chicas son tan recurrentes, ya inventaron un idioma de la amistad y todo —, dice Jaqueline en un momento dado.

Ambas nos reímos e intercambiamos sonrisas tontas.

– ¿Te ah gustado el regalo?—, quiere saber Eithan.

(Aquí Emilia cree que el nombre de Eitan lleva "H" por eso lo escribo así, erróneamente 🐻).

– El regalo ya tiene nombre y duerme plácidamente en mi cama.

El hombre se ríe por su parte con la boca llena a medio masticar el bistec que estábamos comiendo. La mamá de Andy se limita a mirarlo con una bonita cara radiante de satisfacción, y transmitía esas vibras de colegiala enamorada que te hacían ver qué el amor entre ellos era latente. Él le acariciaba la mejilla en varios intervalos mientras comía un bocado y le sonreía todo el tiempo.

Si ella estaba feliz entonces no había de que preocuparse ni ver más allá de lo que estabas viendo. Y así el cumpleaños número 18 de mi querida mejor amiga transcurrió sin problemas y con diversión post-fiesta adicional. 

*Volviendo al presente.
Me quito los auriculares y suspiro, mientras algunas lágrimas caen en mi almohada.

¿BFFS Forever?.

La extraño en verdad.

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