Capítulo Único
El llanto de un pequeño cachorro recién nacido fue la bendición que esperaban todos desde hacía algunos meses en los que la gran Alfa, pareja del líder, por fin había dado luz a un cachorro sano y fuerte, una hembra. Una hembra hermosa y sana, curiosa y juguetona. Una pequeña alfa.
Aquellos alfas, orgullosos de lo que había nacido le mostraron la pequeña loba a los dos hermanos machos mayores. Los cuales, con el mayor de todos no hubo tanto feeling, pero con el mediano inició una hermandad muy fuerte en la que la protegía de todo en todos los años que ella se lo permitió. Lo cual fue en su luna llena en la que la infante de once o doce años de edad estaba lista para aullar con algún macho (o hembra, aunque en este caso no era tan común) en la roca del aullido.
El mediano de ellos desinteresado en el tema de la apareacion cosa rara en los adolescentes, pues están en la edad de tener crías, como su hermano que ya las tenía con su pareja; bajó de la roca y se encaminó hasta el bosque para no encontrarse con nadie, estar solo y que nadie lo moleste, pero se cruzó con un lobo sentado mirando la roca, moviendo la cola animado y un brillo en sus ojos que parecía que era un lobo enamorado. Lo vio que agitó la cabeza con algo de brusquedad para quitarse las ideas de la misma y se giró para marcharse, pero lo miró y cuando sus ojos se cruzaron hubo un momento de silencio y el menor Omega se fue corriendo, pues técnicamente los omegas no podían acercarse a la roca del aullido, pues es un lugar solo para Alfas, a excepción de si tenían pareja, pero igualmente no podían ir dado a que no sabían aullar potentemente como un Alfa, por eso al verlo se asustó y huyó. Pero él fue tras el Omega, perdiéndolo en el camino. Gruñó y regresó a su cueva.
A la mañana siguiente no vio su hermana pequeña, le preguntó a su padre y este le dijo que se había ido con una amiga, y que su hermano estaba haciendo la guardia, que fuese con él y si no lo necesitaba que podía irse donde quisiera. Así lo hizo, al llegar con él saltó sobre él a modo de juego, pero eso solo provocó una mordida gruesa y a mala voluntad, seguidamente le gritó que los alfas adultos no jugaban, que debían ser el orgullo de la manada y que solo los estúpidos omegas eran los que jugaban.
Así que el mediano se fue corriendo de allí asustado por el carácter de su hermano, con las orejas abajo y una pequeña cojera por la mordida que poco después se recuperó y pudo encaminarse en busca del Omega de la última vez, que, mira tú qué casualidades de la vida o algo por el estilo; lo vio entre las hierbas acechando a un pequeño conejo. Movió sus orejas sorprendido y su vista se fijó en sus movimientos, de un momento a otro se lanzó a por el mamífero, quien no tuvo oportunidad de moverse por el susto, pues no había escuchado absolutamente nada, ni siquiera el sonido de sus pasos al acercarse.
Lo miró impactado, no sabía que los lobos Omega podían o sabían cazar, siempre pensó que ellos eran irresponsables, juguetones, relajados, simples, que nunca se preocupaban de nada, pero con eso le acababan de romper todo lo que siempre le habían dicho. Permaneció entre las ramas, viendo como tomaba el conejo y se iba hacía algún lado, lo siguió y descubrió una cueva estilo madriguera de zorros, pero más grande, bastante más grande, en la que había dos lobos más, y una de ellas era una Omega hembra, que tenía el vientre hinchado, por lo tanto debía ser la pareja del Omega y este le traía comida para que no se moviera, bajó las orejas y los miró enternecido entre las ramas. Pero tras la Omega aparece otro que acaricia con su hocico el lomo de la loba, por lo tanto intuye que el Omega que había seguido no era su pareja, sino un amigo, conocido, familiar o algo, y el otro que estaba escondido en la cueva a su lado, era la verdadera pareja. De alguna manera esto lo alivió, y ahora puede regresar tranquilo a su hogar sabiendo donde vivía ese Omega cazador y si estaba solo o no.
Luna llena
Como la última vez... las parejas se reunieron en la roca del aullido, y como siempre, a él no le interesaban las parejas, así que nuevamente se fue solo, bajo la mirada decepcionada de su padre, y mientras se mueve entre los árboles ve a los dos Omegas de la última vez, el cazador y la pareja de la hembra. Ambos mirando la roca, el que aparentemente se ve mayor de tamaño le dice que no deberían estar allí, y fue cuando descubrió que era una hembra en realidad, lo cual en cierta parte no le cuadró al tener la pareja embarazada.
El Omega movió la cola bajando el hocico, así como decepcionado, como si quisiera aullar también pero se contuviera bajando la mirada para no verlo y no hacerlo, también para no auto-delatarse delante de muchos Alfas que podían hacerle daño. De un momento a otro siente su presencia y deja se tensarse para mirarlo con calma, después se fue hacia su cueva, siendo seguido por el mediano de los hermanos Alfas.
Le preguntó cómo se llamaba alcanzando su nivel y caminando a su lado, y este le respondió con: "Y el tuyo?" para evitar la pregunta.
Ambos se presentaron a fin de cuentas y el Alfa se detuvo rascándose detrás de la oreja mientras que el Omega saltaba sobre la cueva, donde había un saliente con algo de musgo y aulló, liberando la tensión, liberando las ganas de aullar en la roca de los Alfas. Kenneth se paraliza ante esto y abre los ojos en shock por lo que escuchó, movió sus orejas y se acercó un poco más, definitivamente él no sabía que los omegas podían aullar así, no sabía que podían aullar de forma tan bella, tan delicada, tan perfecta, cautivado lo mira expectante mientras el Omega se baja de la roca y se acerca a él sentándose ante el Alfa.
Kenneth movió el hocico tentándose a aullar también, pero se contuvo para no llegar a una situación peor que podrían volver a su padre rojo de rabia al desobedecer lo que había estado aprendiendo desde siempre, desde bien pequeño, desde que apenas era un cachorro.
El furioso aullido de su padre se escuchó en todo el bosque, estremeciendo a ambos lobos, inmediatamente el Alfa salió corriendo hacia allí tan solo despidiéndose con un atropellado y precipitado "Adiós" que casi ni logró pronunciar por el miedo y las prisas. Al llegar el padre le dio un zarpazo como si fuese una bofetada y le dijo que mañana hablaría con él sobre su comportamiento tan irresponsable.
Tal y como había dicho, en tal que amaneció el padre comenzó a reprocharle lo que sucedió en la roca del aullido, donde rechazó a cinco lobas Alfas que estaban dispuestas a estar con él, también le reprochó su comportamiento infantil en la hora de vigilar el terreno y lo que le hizo su hermano lo tenía bien merecido, porque era muy infantil, porque eso solo lo hacían los Omegas, los cuales eran los irresponsables, él era hijo del líder y debía actuar como tal, porque los alfas deben ser fuertes y serios, que por eso DEBE tener pareja, para mostrar la fuerza del líder de la manada, que lo que él estaba haciendo es fallar a la familia y ser un total fallo en la misma. Y estuvo así casi el resto de la mañana, donde no lo dejó salir de la cueva en todo el día, y solo podía echarse al suelo y quedarse callado y quieto, si es que no quería recibir una dentellada de su padre.
Al día siguiente se escapó en la madrugada de la cueva para que nadie lo viera y se fue directo al territorio de los Omegas, al menos allí estaría tranquilo y podría ver a alguien que su valía la pena, pues le parecía curioso ver cómo cazaba, simplemente con eso podría pasar su día, simplemente viendo como el otro cazaba.
Pero con el paso del tiempo, la luna llena se acercaba de nuevo y cada día, día tras día, sin descanso, sin pausa, todos y cada uno de los días lo ve cazar, pero no se atreve a acercarse a decirle nada, sin atreverse a pedirle ir con él a la roca y ambos quedarse en silencio, después de todo, el menor no podía aullar allí, y él no quería hacerlo, así que podrían quedarse los dos juntos y solos en ese matorral en el que él puede tener una vista perfecta de las parejas que se concentran en la roca. Lo siguió mientras él buscaba alguna presa, pero de un momento a otro lo perdió, así que se tensó y caminó algunos pasos más, agachado, hasta que el menor se le lanzó encima y lo dejó entre sus patas inmovilizado, preguntando con un tono algo moribundo y agresivo porque lo estaba siguiendo, casi como si le molestase. Pero a pesar de esa primera agresividad, a partir de ese momento ambos se hicieron mucho más unidos, pues en ese instante de revelaciones puede que hayan salido algo más que solo palabras, puede que se haya entrelazado un destino, que, nadie sabe cuando, pero que habrá un momento que ya no pueda romperse, ni puede volverse atrás, al punto de inicio.
Cuando estaba atardeciendo, ambos se fueron por su camino, el Omega hacia la cueva y el Alfa hacia su hogar, pero el estridente aullido pidiendo auxilio lo alertó e inmediatamente regresó junto a él. Al ver las claras intenciones de un tercer lobo por atacar con brutalidad hasta la muerte se interpone entre ambos con un gruñido sordo que estremece al otro al darse cuenta de que se trataba de un verdadero Alfa. Sacando una valentía de no sabía donde, el desconocido le advierte que no es lo que parece, que puede parecer muy vulnerable, pero que esconde cosas que no quisiera saber, que no es tan amable como su cara muestra, menciona con algo de inquietud y recelo que no es una mujer, y destaca también que es un lobo traidor y asqueroso, que se gana tu confianza y luego te ataca por la espalda con el arma más poderosa que tiene. Finalmente, tras un gruñido de amenaza se va corriendo con el rabo entre las piernas, aterrado, pues enfrentar a un Alfa puede tener represalias, puede que no directamente en ti, pero si en tu familia o amigos.
El mayor, indiferente por las palabras de ese Omega desconocido mira al menor buscando alguna posible herida que pudiera haberle hecho antes de llegar junto a él, tranquilo al ver que no tiene ninguna, roza su hocico contra el lomo del otro, estremeciéndose y con sorpresa por ese supuesto abrazo que le había dado.
Cada día era lo mismo, como ya bien se había dicho, ambos estaban juntos todos los días, cazando o simplemente hablando, pero, la sorpresa más grande que se llevó su familia con el mediano de sus cachorros fue dos días después, cuando el alfa se iba al bosque pasó entre algunas hembras que se acercaron a él con claras intenciones de seducción y fueron totalmente ignoradas, incluso las dos de ellas que se pusieron en postura de apareamiento, pero no surtió efecto, y no solo ellas quedaron humilladas al ser ignoradas, sino que la familia quedó en bajo o en casi ridículo al ignorar a aquellas hembras que estaban dispuestas solo por ese Alfa tan apuesto. Definitivamente ese gesto iba a marcar a la familia, y a Kenneth con una gran zarpada en el rostro por lo que había hecho.
Al llegar a la zona de los Omegas no pasó un gran tiempo para encontrarse con el menor sentado sobre una roca que había por allí, rascándose la oreja. Saltó al suelo y se le insinuó o incitó a jugar, cosa que sabía que no aceptaría, pues los Alfas nunca jugaban, siempre debían mantener la compostura, siempre debían ser firmes, fieros y mantenerse como grandes líderes, pero su sorpresa fue ver que le seguía el rollo. Se lanzó a por él, comprobando si le seguía el rollo del todo, y al ver que si ambos rodaron varias veces hacia que el alfa quedó en el suelo de espaldas y él con su cabeza en el estómago, se giró a quedar tumbado de lado, el otro hizo lo mismo y rozó la cabeza contra su lomo. El alfa lamió su frente, como si dejase un beso, cosa que avergonzó al Omega y movió la cabeza como si lo apartase, pero con una risilla. "No sabía que los Alfas podíais jugar" mencionó con sarcasmo acurrucados de nuevo donde estaba. "Y yo no sabía que los Omegas podían aullar como tu lo haces" respondió y lo avergonzó más todavía. Aquellas dos frases fueron cruciales para ambos, pues a partir de ahí, la relación de ambos se estrechó aún más, y solo por un pequeño juego que Kenneth había decidido seguir, inconscientemente besando su frente, y el otro acurrucándose, todo aquello por instinto, porque no les parecía mal, porque se divertían, porque no había nadie para detenerlos. Porque, había una oportunidad de gustarse. . .
Por un tiempo siguieron juntándose cada día, todos los días y casi todo el día, el mayor ayudando al menor en las cacerías, ayudándolo a cuidar de su hermana, hasta que un día; el padre, harto por su comportamiento tan irresponsable y pasota a la hora de la Luna llena o que ignore a las hembras que querían estar con él, el padre lo sigue a donde quiera que vaya, y ve cómo traspasa con total normalidad el límite entre Alfas y Omegas, y eso hace que se muestre extraño. De un momento a otro, uno de los Omegas de la zona de lanza a por él como si quisiera atacarlo, y era lógico, pues estaba en el territorio, y tenían derecho de hacerlo. Claramente su hijo se defendió y quedaron frente a frente, casi amenazándose, de broma, con las miradas. Ambos se incitaron al juego y después se lanzaron mutuamente, el padre, pensando que era una pelea, miró orgulloso como su hijo luchaba con tanto ímpetu contra un Omega, aparentemente fuerte. Hasta que su hijo quedó encima del otro, soltando una risilla de victoria se acercó al otro, el padre pensó que para darle fin a su vida, claramente atacar a un Alfa, esté o no en su territorio trae represalias, y esas eran... morir. Claramente, orgulloso por esto infló el pecho con algo de autoestima al ver que su hijo no era tan irresponsable como pensaba, pero. . .
Un beso fue lo que rompió todo lo que había pensado sobre su heroico y fuerte hijo.
Su hijo se quitó de encima del otro lobo y se sentó en el suelo, acariciando al otro con el hocico, este simplemente se levantó a quedar sentado y se acurrucó contra el otro. Esto dejó a cuadros al gran Alfa, pues no solo parecía ser amigo y compañero de ese Omega, sino que encima tenía algún tipo de relación con él, vamos, que, si hubiese sino un macho Alfa probablemente tan solo le hubiera dado una zarpada por lo que había hecho, por no poder seguir la familia, pero tratándose de un macho Omega... eso si era imperdonable y se lo iba a dejar claro en ese mismo momento... Su furia creció tanto que gruñó con fuerza y salió de los matorrales con ojos inyectados en ira y con claras intenciones de atacar al lobo menor, quien no solo había supuestamente atacado a su hijo, sino que también lo había seducido y lo había vuelvo loco, lo había vuelto un irresponsable, lo había vuelto un Alfa con pensamientos y acciones de Omega. Kenneth, al ver al padre, gruñó por sus intenciones y lo atacó para impedir que hiriera al menor. El padre, expectante por lo que había visto, instantáneamente una gran decepción lo inundó y que se retirase antes de que su propio hijo se sintiera orgulloso de verlo llorar. Inmediatamente el Alfa se giró hacia el otro, preguntando si estaba bien, esto mismo se lo preguntó el otro, dado la casualidad de que lo dicen al mismo tiempo. El Alfa abrazó al menor acurrucándose contra él, y el Omega tan solo se apoyó contra el cuerpo del mayor.
Cuando volvió a la manada, todos lo recibieron con rabia, y cuando llegó a su hogar, encuentró a su madre y hermana llorando, a su hermano mirándolo como si lo fuese a matar y el padre lo echó de la manada con un zarpazo lleno de rabia, que le provocó una pequeña herida en el rostro y le dijo que jamás volviese. Gruñó y se fue corriendo lleno de frustración, mientras el anochecer se hace camino en el horizonte. Los Alfas lo miraban con decepción, pues, después de todo, el único rumor que conocían era que se había ido con una Omega, lo que nadie supo y que permanecería en lo oculto por gran tiempo y sin que nadie lo conozciera jamás es que el hijo mediano de los líderes de la manada se ha ido con un omega macho. Esto es algo jamás visto, y esa es la mejor decisión que podían tomar, pues, no podían aceptar que no solo no tuviera descendencia, sino que encima fuese con un Omega, un lobo de la otra tierra, un lobo inferior, un lobo que no merecía pisar la roca del aullido, un lobo que no merecía lo que había conseguido, todo aquello según los pensamientos de los Alfas.
El Alfa, frustrado por ese destino de no poder volver a ver a su familia, se marchó del territorio con la cabeza bajada y la mirada de asco de todos los Alfas con los que se cruzaba, sus mejores amigos de la infancia, ahora lo miraban con asco y molestia a su paso, ninguno de ellos se dignó a mirarlo, solo uno de ellos, que fue para gruñirle e intentar morderle las patas. Se ganó una patada por ello, y finalmente cruzó el terreno hasta que ya, al ver que ya no tenía nada que decir, nadie que lo detenga, se va definitivamente. Decidido caminó cabizbajo y a paso lento hacia la cueva del menor y su familia o amigos, y se quedó dormido al pie de ella, después de todo, no tenía la suficiente confianza como para entrar en la cueva ajena, y menos después de ver lo que le había pasado en la suya propia, en la que más confianza tenía y que ahora se le había sido arrancada de raíz.
A la mañana siguiente
Cuando el Omega se despertó, se desperezó y miró a su compañera de la cueva, frotó la cabeza contra su lomo con el hocico, esta sonrió un poco, con la débil fuerza que tenía devolvió el gesto, frotando el hocico contra él. "Me encargo yo de cazar hoy" dijo la pareja, asintió con la cabeza y salió de la cueva a estirar un rato las patas y a esperar a Kenneth, pero su mayor sorpresa fue encontrarlo al girar la cabeza para sacudirla un poco y desperezarse del todo. Se acercó cauteloso y movió su cabeza con el hocico suavemente para despertarlo, se sentó en el suelo y preguntó qué estaba haciendo allí, pero solo con curiosidad y extrañeza.
Kenneth suspiró profundo y le contó todo lo que sucedió después de que regresara con su familia, Butters, compadecido, bajó las orejas y se acurrucó junto a él, lamió la herida y un pequeño gorgoteo de lamento salió de su garganta. "Mientras no sea una molestia, puede quedarse" escucharon los dos, y elevaron la mirada encontrándose a la imponente pareja de su hermana, mirarlos como si no fuesen la gran cosa, como si no le hubiese afectado nada de lo que dijo. El Omega alzó las orejas emocionado y movió la cola con una sonrisa ladeada, después se acurrucó de nuevo contra el Alfa, ahora con una gran alegría e ilusión.
Algunas horas después ambos estaban en el bosque, simplemente dando un paseo, o buscando alguna presa cercana, a pesar de que ese día no le tocaba cazar para ayudar a su compañera y gran amiga con el alimento; Kenneth le preguntó al menor sobre su ella misma y sobre ellos en general, le preguntó también sobre cómo es posible que se hubiera quedado embarazada si su pareja era una hembra. Butters soltó una risilla algo tímida: " Verás... Bebe es una especie de hermafrodita, es por eso que Wendy pudo quedarse embarazada..." explicó simplemente. "¿Y como que tienes lazos o preferencias por los machos?" mencionó sentándose en el suelo, pues se había adelantado un poco y ahora lo estaba esperando, lo miró sonriendo de lado. Butters soltó un suspiro. "¿Recuerdas aquel Omega que intentó atacarme?" se rascó la oreja con la pata, habiéndose sentado a su lado, Kenneth asintió. Se levantó y se movió a su alrededor, "Fue él quien causó ese... gusto... Digamos que él, al verme, se pensó que era una hembra, es por eso que te dijo que yo no lo era, que no te engañase como, supuestamente, lo hice con él; digamos que éramos una pareja algo linda, pero, cuando él quiso tener hijo y se lo dije... al enterarse y verlo por sí mismo, la rabia lo sucumbió de tal manera que lo cegó" Se estiró ligeramente y se acurrucó contra el otro. "Intentó torturarme y hacerme daño para que aprendiera la lección y no lo volviera a hacer con nadie más... pero esa... "Tortura" fue la más placentera de mi vida, como así decirlo... Digamos que después de lo que pasó; él, al final, pensando que ya no lo haría más, me abandonó allí, solo; y yo, tras pensarlo mucho y tener una depresión muy fuerte, me di cuenta de que mi gusto estaba en los varones y no en formar una familia, como todos estaban pensando, igualmente la voy a formar, pues ayudaré a Wendy en todo lo que pueda; pero físicamente yo no quiero tener una pareja hembra con la que copular, yo... eh... bueno... ya sabes... digamos que, después de todo, él se llenó de furia cuando nos vio juntos" explicó rozándose contra su cuello.
"Así que técnicamente no sería tu primera vez..."
Movió las orejas sorprendido por eso y después las bajó, negando, pero mencionando que sería la primera vez que lo hiciera por realmente quererlo, y no por obligación o por rabia del otro. Kenneth sonrió y rozó el hocico contra el del otro, pasando por su lomo y cuello, finalmente le dio una lamida en la cabeza, indicando un claro beso en la frente, despeinándolo, soltó una risilla y salió corriendo siendo perseguido por el otro.
Al llegar al claro, el menor atrapó al mayor y ambos rodearon de forma que el mayor acabó echado en el suelo, y el menor sobre él, con la cabeza en su cuello, le sonrió de lado y dejó una pequeña lamida sobre su mejilla, después se estiró y se sentó en el suelo, poniendo una pata sobre su cabeza para que se levantase, Kenneth se removió y le dió la espalda, el menor soltó un pequeño gorgoteo y lo movió con la pata. "Kennyyyy............." se acurrucó con la cabeza en su cuello, y una pata encima.
El padre del mayor, por su parte iba en camino hacia aquel claro con la mirada amenazante, alejando a todos los Omegas con sus gruñidos, y encaminándose directamente hacia su hijo, quien estaba al final del camino, en el claro. Pero al llegar allí lo que se encontró fue con un auto en el que cargaban a su hijo y al lobo Omega. Aulló con un gruñido y corrió hacia su hijo, esto captó la atención de cierta loba hermafrodita, quien se giró y vió a Butters siendo cargado en una camioneta, aulló su nombre y corrió hacia él, pero fue demasiado tarde para ambos. El padre automáticamente huyó hacia la manada, gritando que lo ayudaran, que había secuestrado a su hijo unos humanos, después de todo, se había ido con "una Omega" pero seguía siendo el hijo del líder y debían rescatarlo.
Unas horas más tarde
Ambos despertaron por el fuerte tintineo del vehículo, donde lo removieron tan fuerte que el menor acabó golpeando al mayor y despertándolo, no solo por los sollozos. Se acurrucó contra el lobo mayor con miedo y este se puso encima con cautela y teniendo cuidado de no hacerle daño, además de que se protegía al mismo tiempo que se ponía cómodo, el auto se había detenido a los pocos minutos y escucharon unas voces masculinas graves que sonaban agresivas y lascivas... escucharon la puerta abrirse y el mayor se puso en tensión: "vamos" lo removió con la cabeza, con intención a que se levantase. El menor, con las orejas bajas se levantó y se acercó al mayor, pegándose a él con temor. Cuando las abrieron ambos salieron corriendo de allí, escapando de sus captores, sin mirar atrás, tan solo correr y huir de ellos, luego ya se preguntarían dónde estaban, pero ahora tenían que alejarse de aquellos cazadores.
- ¿Están seguros de que estaban juntos?- habló una voz suave pero masculina, en definitiva, no era uno de esos cazadores.
- Desde luego, señores, tendrán crías pronto, en tal que se acostumbren- habló la voz vio, agresiva, tediosa y maligna.
- Más vale...- entregó el cheque mano a mano y tomó la mano de su marido, entrelazando los dedos.
Regresando con los lobos... estos encontraron un lugar tranquilo, lejos de los cazadores, y después de mirar alrededor se dieron cuenta de que era un lugar desconocido, con olores nuevos y, en definitiva, un lugar que no les pertenecía a ninguno, pero tampoco había olores dominantes, al contrario, no había habido ningún lobo allí en mucho tiempo, lo cual los asustó mucho, pues estaban en una tierra desconocida, alejados de su familia, y encima el menor de los dos tenía una mejor amiga que cuidar, una compañera que podía tener a sus crías en seguida, y no podía perder el tiempo allí, debía estar allí cuando sus "sobrinos" nacieran... tenía que ayudarlas de una manera u otra...
Con el paso de los días, los dos lobos no encontraron una salida de aquel lugar, más bien, les informaron los animales que vivían allí, que habían sido recogidos para ser protegidos por humanos, y eso no les gustó nada a ninguno de los dos. Así que, lo único que pudieron hacer es no perder esperanza para escapar de nuevo hacia su hogar.
Una noche de tormenta, ambos lobos no podían refugiarse bajo los árboles, así que corrieron campo a través hacia una choza, anteriormente puesta por los dos humanos para dejarlos ahí en un ambiente cerrado, oscuro y calmado para el apareamiento. Entraron para poder dormir en un terreno seco y cómodo; y al día siguiente vieron que no había salida, que habían sido encerrados allí, y esto hace entrar en pánico al menor...
Varios días más tarde
Conforme iba pasando el tiempo en aquella casa, comprenden, más que nada porque aquellos dos pájaros de la primera vez, se apoyaron en la ventana, y les dijeron que habían escuchado a los humanos preocupados porque ellos no copulaban, estos dos dicen que son machos, que por mucho que hicieran tal cosa no pasaría nada. Las aves mencionan que hay una cámara, que eso les indica saber cuándo han copulado, y que, si querían salir de ahí, debían hacerlo, aunque no les gustase.
Después de eso, el ave carpintera se fue seguido del cap roig, osea, la pequeña ave de cabeza roja y cuerpo entre gris y negro. Los dos se miraron tragando saliva y entre conversación y titubeos, con inseguridad, confusión, temor y la duda de si realmente los dejarían salir, el menor acabó en el suelo, entre gimoteos y sollozos, que Kenneth calmó de inmediato y lamió su mejilla, con las únicas intenciones de tranquilizarlo, y de un momento a otro y rozó su hocico con la cabeza, el menor, avergonzado, permite al mayor hacer lo que se supone que estaban obligados a hacer, pero este rechaza por no quiere obligarlo, ni quiere que lo haga porque unos humanos lo dicen. Un pequeño ladrido se dejó escapar de la garganta del menor, pero realmente era un: "no lo hago obligado" que para los humanos fue un simple ladrido, pero después se acercó y se pegó a él, frotándose contra Kenneth con cariño, y dejando un beso en su mejilla.
Posteriormente el de ojos azulados con toques morados parpadeó sin dejar de mirarlo, y después se sentó en el suelo, dudoso, preguntando si estaba seguro, y éste afirmó repetidas veces con la cabeza, es entonces cuando el mayor se acerca al otro dejar una pequeña lamida en su frente y después acurrucarse encima del otro. Los dos humanos, desde la cámara, tan solo sonrieron ligeramente, sin malicia, al ver que consiguieron su cometido, y tan solo se besaron, y dejaron intimidad a la pareja de lobos. Impacientes de ver si había cuajado el esperma del lobo y así, afirmar el hecho de tener alguna cría garantizada.
A la mañana siguiente, los dos lobos despertaron por el sonido de la puerta abriéndose, el mayor se sobrepuso al otro, y erizó el pelo con amenaza al ver que se acercaban a ellos directamente, pero con precaución, uno de ellos se acercó y puso su mano delante, dejando que oliera que no haría nada malo, también permitiendo que si quería lo lo mordiese, aunque era extraño dejarse morder así como así, y lentamente se retiró de encima del Omega y se tumbó a su lado, aún así, con una de sus patas encima. El mayor de los dos humanos se acercó al lobo pequeño y acarició su cabeza, sorprendido por la suavidad y el espesor de su pelo, después de todo eran animales salvajes que estaban acostumbrados a cazar, por lo tanto, no tendrían porque tener el pelaje así de sedoso. Mientras el otro, procedió con la prueba de embarazo.
- La madre que nos parió- murmuró en bajo sorprendiendo a su pareja, quién miró encontrándose con la misma sorpresa que su pareja.
- Eh... ¿Nos hemos quedado sin crías?- se ganó un golpe de su esposo.- Vale, ya paro- suspiró.
- Voy a hacer una llamada, ahora regreso.- se levantó sacando el teléfono del bolsillo y salió de aquel sitio con un suspiro profundo y molesto.
El mayor de aquella pareja suspiró y miró a los dos lobos, sonrió lado. Eran dos machos, y eso no era lo sorprendente, sino que uno de ellos se había dejado hacer por otro, sin realmente saber si tenía pareja, y lo habían hecho, porque lo habían visto, así que solo podían ser lobos homosexuales, animales donde se ha dado muy pocos casos, por lo cual era curioso que les había tocado aquel caso concreto. Pero, también tenían que tener en cuenta que estaban encerrados y sometidos a una presión en la que no saldrían hasta que no lo hicieran. Cuando el otro regresó informó de que llamó a los idiotas que los trajeron, y así hacer que los devolvieran y que no fueran tan estúpidos de no comprobar que eran dos machos o dos hembras, o lo que fuesen.
En ese tiempo fueron investigando a los lobos y no sólo descubrieron en ese tiempo que los tuvieron allí, alimentándolos y cuidándolos, que no lo hicieron por la obligación de tenerlos a los dos bajo presión, sino que fue de verdad, no era por la necesidad, y esto concluyó que realmente se amaban y no era por los instintos de los animales en celo... esto los sorprendió aún más, y los llevó a estudiarlos con más detalle, viendo que en general, aquellos dos lobos eran más de estar quietos, en silencio, simplemente dejando pasar el tiempo, acurrucados el uno en el otro, normalmente el mayor acunando al menor, con una pata encima suyo y llenándolo de besos y caricias con el hocico. Cuando llegaron los supuestos cazadores furtivos, les dijeron que habían traído a dos machos, y en shock, preguntaron si habían intentado ponerlos a copular, consecutivamente los dos humanos explicaron que había pasado y los furtivos mencionaron que podían forrarse con aquellos lobos. Ambos humanos se miraron, entendiendo las intenciones de aquellos dos tipos y dijeron que se fueran, que no perderían su tiempo con ellos.
Dos días después, los dos humanos llevaron a los lobos a la reserva en la que ellos habitaban, y los dejaron justo donde los secuestraron, estos dos, de primera mano, zarandearon el pelaje y el menor de los dos salió corriendo hacia una cueva cercana, entre gimoteos que sorprendieron a los dos humanos, que ya estaban por irse a su hogar. El menor de los dos en aquella pareja se acercó sigiloso, mirando que sucedía en el interior de la cueva y abrió los ojos en shock, al ver a una hembra embarazada de probablemente último més, gimoteando, junto a la pareja de ésta a su lado, y los otros dos que acababan de liberar, uno apoyado contra ella, gimoteando, y el otro tan solo mirando la escena con un indescriptible rostro.
- ¡El botiquín! ¡Hay una hembra embarazada!- exclamó cuando su pareja iba a acercarse.
Los dos lobos machos contuvieron a la pareja de la omega cuando esta iba a lanzarse contra los humanos por acercarse a su pequeña, y le dijeron que la iban a ayudar, tal y como hicieron con ellos dos, los trajeron de vuelta y a ella la iban a curar, eran humanos buenos. Y durante varias horas, la hermafrodita estuvo dando vueltas alrededor de su pareja evitando su propia cercanía con los humanos, además también de evitar escuchar los gimoteos de la misma. Hasta que alzó las dos orejas al escuchar un primer llanto de parte de un cachorro. Ladró y se sentó en suelo un poco más tranquila.
- Hembra...- murmuró el menor de ellos mientras lo acunaba entre sus manos para darle calor y también reanimarlo, pues en esos momentos estaban tan frágiles que necesitaban una ligera reanimación.
- Otra hembra...- murmuró el otro entregándole otro de los cachorros, los puso en una manta y los tapó para que no tuvieran frío.- Otra...- le entregó una tercera cachorrita.
Pasaron dos horas más y finalmente contaron doce cachorros, donde había dos machos y el resto hembras, y ahora Wendy, jadeante, tan solo miró a su pareja y lamió su frente, después se rozó con ella y miró a sus cachorros comenzando a limpiarlos, encontrando uno que no comía como el resto, que se peleaban por las mamas, lo movió con el hocico ligeramente y este cayó, el mayor de los dos humanos lo tomó entre sus manos e intentó reanimarlo, no tenía pulso y tampoco respiraba, era uno de los dos únicos machos que había... Las delicadas manos del otro lo tomaron con sutileza y acarició el torax con un intento de masaje cardiovascular para poner en funcionamiento el corazón, y tan solo escucharon como ladraba débilmente, lo dejaron cerca de la madre y ella hizo el resto, dejándole sitio, retirando a una de ellas que había salido con más chicha para dejar a ese pequeño alimentarse, posteriormente siguió limpiando a los demás. Los dos humanos, al ver que los demás estaban bien, tan solo se despidieron de los otros dos lobos, además de los cachorros y se fueron hacia el coche satisfechos de aquella buena obra que habían hecho, volviendo a la reserva, a su hogar.
Los cachorros se fueron moviendo y quedando dormidos, hasta que al final el único que quedó todavía tomando su parte fue el pequeño que tuvieron que reanimar aquellos humanos. La hermafrodita se apoyó contra su lomo y sonrió ligeramente, mientras que el otro omega se tumbó en el suelo, con el otro acurrucado contra él.
Dos o tres días después, los pequeños cachorros se veían sanos, a pesar de que aquel pequeño macho, menor a todos los demás, incluidas las hembras, era uno de los que más comía, y claro, dado a su pequeño tamaño, lo dejaban hasta que este mismo se quedaba dormido de nuevo. Y ese día, el líder de los Alfas fue a aquella cueva para dejar claro ciertas cosas, pero una vez allí, Kenneth se interpuso gruñendo, alterando a las crías, el padre abrió los ojos al ver el llanto de las criaturas, y tan solo retrocedió unos pasos, y mencionó que cuiden bien a las crías, con severa insistencia. El alfa se sentó en el suelo y asintió con la cabeza, posteriormente, antes de irse, menciona que tuvieran una buena luna llena, sorprendiendo a los cuatro.
Dicho y hecho, aquella noche de luna llena, como era tradición del menor, van a la base de la montaña, escondidos entre los matorrales, y miran la hermosa luna como brillaba libre, mientras los aullidos de las parejas se dejaban escuchar, el alfa lo empujó ligeramente y se estiró, posteriormente se alejó un poco, hacia el territorio Omega, pero se dio la vuelta, y puso las patas traseras hacia atrás, y la delanteras estaban ansiosas, el menor, ligeramente avergonzado, entendió lo que planeaba y sonrió ligeramente, imitando el gesto, para después compenetrarse los dos y aúllan juntos al mismo tiempo, captando la atención de varios lobos de la roca, que inmediatamente se callan ante aquel maravilloso aullido. Lo siguen lentamente, incluida la familia del Alfa líder, y en los arbustos se encuentran a ambos, al Alfa agachado ante él, en silencio, totalmente atontado y enamorado, y al Omega aullando, siendo el creador entre comillas de aquel embaucador y hermoso sonido; el alfa se acerca y lo abrazó acurrucándose contra él. Que fue en ese momento en el que se dan cuenta de que son el centro de atención, y el Omega se esconde detrás del Alfa, después de todo, él tenía prohibido estar allí, y Kenneth no es que lo tuviera muy permitido por culpa de estar con él.
El líder Alfa de la manada se acerca a ellos con paso firme e imponente, hasta llegar delante de su hijo y, cuando todos esperaban un zarpazo, murmura que tiene el consentimiento para estar con ese Omega, sorprendiendo y callando a todos los que estaban allí, incluidos los dos lobos que conformaban aquella pareja. El padre no esperaba que realmente ambos arriesgasen su postura como expulsados entre comillas, para disfrutar de aquella manera la luna, pero después de escuchar el aullido de aquel Omega podía garantizar que era un buen lobo para su hijo. Finalmente, los dos lobos regresaron a la cueva, donde algunos cachorros los saludaron con pequeños aullidos adorables y después se pusieron a dormir.
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Si, parece que me afectó el tema de los lobos desde la historia de Caperucita roja y la loba feroz xdddd
La verdad es que estaba inspirada y pues, duh :v
Simplemente lo escribí :3c
Y la verdad, espero que no haya sido tan kk como el final de la historia de la otra de los lobos :v
En fin :v
Aquí más opiniones ----------->
UwU
Espero que os haya gustado y nos vemos en un próximo one-short o capítulo de historia :3
Bye~
By Ecchisforlife
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