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Capítulo Uno.

Justo había finalizado con la segunda revisión de uno de sus paciente que hacía una semana se había roto el brazo en un entrenamiento de futbol americano, cuando lo llamaron por el altavoz para que se presentara a urgencias, alguien había recibido una herida de bala y ahora era llevado en camilla hasta una de las salas de cirugía.

La enfermera, al verlo llegar, se apresuró y le colocó el singular gorrito para no dejar ni uno de sus oscuros cabellos a la vista y le colocó la mascarilla, mientras él comenzaba a lavarse las manos y hasta los codos.

La bala no estaba alojada en un órgano vital, en realidad sólo había dañado el hombro derecho del sujeto, pero aún así el doctor fue muy cuidadoso.

Un par de horas después, Roger Coleman se encontraban llenando los papeles para anexarlo al expediente médico de su paciente.

Así supo que quien yacía en la camilla de la habitación 5C del hospital era un detective que al hacer un arresto cerca de un club nocturno había sido herido durante el tiroteo, su nombre era Aldo Saunders.

—Es guapo— exclamó uno de sus compañeros estirándose sobre el escritorio para ver lo que el pelinegro hacía; —Roger, ¿no me digas que no lo has notado?

—Sinceramente... — dejó de escribir para decir con seriedad, —estaba tan concentrado en la cirugía, de que no perdiera mucha sangre, que no me detuve a ver su aspecto.

El otro rió ante la respuesta de su amigo y se acomodó en su silla; —pues deberías poner más atención.

—Charly, lo mismo dijiste cuando el chico del brazo roto llegó a mi consultorio.

Charles era uno de los mejores cirujanos plásticos de la ciudad, el único en ese hospital y su oficina-consultorio estaba justo al lado del de Roger.

—Pero es diferente, Kevin sí es mi tipo— cruzó la pierna derecha sobre la izquierda, —aunque practique un deporte para salvajes, creo que es lindo— sonrió.

Roger rodó los ojos y bufó, luego volvió a clavar su vista en los papeles que llenaba, —y dices que este tal Aldo Saunders también es tu tipo, ¿eh?—, firmó al pie de la página.

—No, no lo es, sólo es guapo; pero deberías echarle un vistazo ahora que duerme, antes de que alguna enfermera comience a rondarlo; no pierdes nada con mirarlo—, se encogió de hombros y luego se puso de pie para salir del recinto.

Pensó que lo que Charles le había dicho eran puras tonterías, no tenía tiempo para andar paseando por las habitaciones y ver cual paciente era guapo y cual no; así que mejor decidió seguir con lo suyo.

Tres o tal vez cuatro horas después, cuando ya el tema del sujeto guapo quedó en el olvido, cerró su portátil y la guardó en uno de los cajones, era momento de ir al área de cuidados intensivos para verificar que todo estuviera en orden.

—Buenas noches doctor Coleman— una enfermera le saludó, su turno justo terminaba y se despedía, —qué descanse.

—Buenas noches a usted también—, Roger siempre era muy propio y respetuoso con los que laboraba, y no era de extrañar que algunas enfermeras y enfermeros suspiraran por él.

Sin que estuviera en sus planes llegó hasta la habitación 5C y miró por la puerta, la luz del interior estaba apagada y sólo el brillo verde del electrocardiógrafo se veía. Frunció el ceño, habían olvidado dejar por lo menos la lámpara pequeña de la esquina del cuarto prendida.

Tomó el pomo y lo giró para adentrarse.

A pesar de que estaba en penumbras no tuvo problema para llegar hasta el interruptor, y entonces lo vio.

Era muy atractivo; alto, de piel morena, cejas pobladas,ojos ligeramente rasgados, nariz respingada y labios gruesos. Tragó saliva alnotar y admitir lo varonil que era; rodeó lo cama y miró el expediente que yacíaa su lado: "Aldo Saunders". Sí, era justo el sujeto que él habíaoperado, el que Charly había dicho que era guapo; y vaya que su amigo teníamucha la razón. 

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