Segunda navidad

A Jimin no le queda más que admitirlo, nada de lo que está escuchando lo hace sentir bien. Las palabras se aglomeran en su mente y lo dejan aturdido por algunos segundos antes de ser capaz de identificar el tema central.

Jungkook, su mejor amigo de toda la vida, técnicamente su hermano, habla sin parar con la sonrisa más grande y tonta que creyó haber visto alguna vez. Sus ojos brillantes se achican con arruguitas a sus costados y el par de dientes frontales sobresalen hermosamente.

Jungkook está demasiado emocionado y él ni siquiera sabe qué responder al respecto.

—Me gusta, Jimin. Es la chica más hermosa y dulce que he visto.

«"Me gusta"»

«"Me gusta"»

«"Me gusta"»

—Que... bueno... —dice, tratando por todos los medios de mantener la compostura, de mostrarse lo menos asombrado y preocupado posible—. ¿Y bien? ¿Ya se lo dijiste?

El más alto hace una mueca ante la pregunta y niega encogiéndose de hombros, en su cara está claramente escrito el "estás loco" que su boca no se atreve a soltar.

—¿Si escuchaste de quién te hablé? —pregunta de vuelta—. Jimin, ella es la chica más hermosa de toda la universidad. ¿Qué se supone que haga? Llego y le digo: "hola, mucho gusto, soy Jeon Jungkook y me gustas".

Jimin asiente y se encoge de hombros, sin querer entender realmente el problema.

—Pues... no tiene que ser precisamente así.

—Pensará que soy un acosador, Minnie.

Jungkook es alto, mide un metro con noventa y cinco centímetros como mínimo, su cuerpo es delgado y nada trabajado, tiene ojos claros, labios delgados y brillante cabello negro azabache. Jungkook es como un niño ante los ojos de Jimin y eso lo confunde. Su mejor amigo está creciendo demasiado pronto o él se está quedando demasiado atrás.

—¿Realmente te gusta? —interroga, temiendo sin saber porqué, la respuesta que el contrario pueda darle. Sus labios sueltan la pregunta mientras su corazón se cierra ante las posibles palabras que su "hermano" le dé.

—Me gusta mucho, como nunca nadie me ha gustado.

«"Como nunca nadie me ha gustado"»

Él suspira, con la mirada perdida en los padres de ambos corriendo de un lado a otro preparando los obsequios, la cena y la decoración. Es la víspera de navidad, Jungkook no pudo encontrar mejor día para confesarle el amor que siente por otra persona que ese mismo día.

—Está bien —dice, pero sabe que no es de ese modo, no en su corazón. Aprieta los labios formando una sonrisa plana y asiente repetidas veces antes de girar a verle—, te ayudaré a conquistarla.

—¿¡Lo dices en serio!? —Está sinceramente asombrado. Sus ojos habitualmente serenos se abren cual platos y su boca forma una perfecta "o" ante las palabras del castaño. Esas, en efecto, son las últimas palabras que creyó escuchar.

—Por supuesto, eres mi mejor amigo. —Le pesa decir aquello y debe forzarse a sonreír, pero casi logra que su mueca simule una verdadera sonrisa.

—Minnie, ni siquiera sé qué decir... gracias. —El azabache se sienta a su lado, demasiado cerca y demasiado lejos al mismo tiempo. Él simplemente se mantiene ahí, entrelazando sus manos por temor a que su amigo tome una de ellas debido a la "gratitud".

—Ni que lo digas, que aún no hemos logrado nada —exclama entre risas cortas, negando antes de tomar el hombro ajeno con su zurda—. Por cierto, debes darme algo de tiempo para lograrlo, y cuando digo tiempo me refiero a incluso meses, eh.

El más alto asiente con efusividad, con una sonrisa plana que Jimin no sabe descifrar, pero que toma como una señal de nerviosismo y anticipación.

—No te preocupes, no es como que tenga tanta prisa por espantarla.

Y Jimin lo intenta, pero al final le resulta imposible retener su risa. Ambos ríen por unos segundos y se miran en silencio, volviendo la vista al ajetreado día frente a ellos.

Su mente es un caos al igual que su corazón, pero si debe priorizar algo es la felicidad del chico a su lado, así que toma al azabache por los hombros en un abrazo lateral sacudiéndolo para motivarlo.

—Nada de eso, esa chica caerá a tus pies, ¡ya verás! Ni porque fuera la mujer más hermosa del mundo podrá huir de tus encantos.

—Si, encantos, por supuesto —responde sarcásticamente.

Y Jimin no lo sabe, pero sus palabras tendrían más razón de lo que podría imaginar en ese momento. 


Cualquiera podría caer ante los encantos de Jeon Jungkook. 


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