8° Llave: Vive y Visita
Nota: Utilice tres leyendas para escribir esta historia, para comprenderla seria mejor que las leyeran antes de continuar. Son: La leyenda de los cuervos, el diamante maldito de la reina, y La historia de Ana Bolena.
"Esto no es bueno" Se repetía Ramiro sintiendo como sus piernas se movían por reflejo sintiendo el corazón en la garganta.
Suspiró recordando porque era amigo de aquel imbécil, aquel que corría a solo unos metros de él con la emoción de un niño con un juguete nuevo. Pese a sus años aún parecía un pequeño.
El castaño saltó la guarda de seguridad con torpeza pero rapidez y sigilosamente se unió a la multitud... Ramiro igual de torpe la saltó sintiendo que alguien lo vería y daría aviso, pero nada ocurrió, y luego de unos segundos se reencontró con Pablo.
-¿Ves? te dije que no iba a pasar nada, no hay de que preocuparse -le murmuró altanero mientras el tumulto de gente donde estaban comenzaba a desplazarse con ellos de infiltrados.
-¿No pensaste que tal vez haya cámaras?
Pablo se mantuvo dubitativo unos segundos.
-Para cuando lo noten será tarde... ¿Quien nos quita lo bailado,eh? -rió arreglándose el pelo con soberbia- ¡el noble caballero de armadura carmesí Rapssody lo ha logrado otra vez!
-¡Ja! ¿vos un noble caballero? Si sos un noble caballero yo soy el rey Edward.. -bufó Ramiro.
-Silencio lacayo -exigió burlonamente.
"Esto sí que no es bueno" se repitió mentalmente.
La multitud se movía lentamente inquietando al pelirrojo, que más allá de estar nervioso por el hecho de haberse colado, se sentía intimidado por la idea de robar la corona...El único y verdadero motivo por el que estaban ahí. En aquel gran castillo de cuatro torres.
Durante años sirvió entre otras cosas como castillo, lugar de ejecución, casa de la moneda, y el que más le interesaba a Pablo; ahí dentro permanecían cientos de joyas de la realeza; medallas, espadas y muy especialmente la corona real, acompañada de la maldición de que cualquier hombre que pudiera poseerla moriría.
Pasaron libremente por las imponentes torres centrales de la entrada, donde bajo ellas se formaba una especie de arco, fueron recibidos por largos campos abiertos al rededor del castillo.
En un costado, en exhibición, los distintos cañones puestos en fila, y del otro, bajo la luz de los (relativamente)antiguos faroles exagonales; una agrupación de personas recreando un baile típico vestidas con tendencias del 1100.
-apurate -murmuro Pablo a unos pasos de él viendo que se quedaba atrás- sé que es hermoso pero Frank solo tendrá una oportunidad de hacernos entrar...
Ramiro asintió y apresurando el paso caminaron dentro del castillo, donde había animaciones de toda la estructura de la torre blanca, recreaciones del dormitorio del rey Edward, y guías dirigiendo el camino entre los pasillos.
El techo era extremadamente alto, acompañado de largos ventanales que daban una vista nocturna al Támesis desde la parte alta, piso de adoquines y demasiada iluminación para el gusto de Ramiro.
Se alejaron de la multitud perdiéndose entre los pasillos, tan solo para encontrar a un guardia, de aquellos a los que llamaban roast beef, con aquel gorro llamativo negro y chaqueta azulada, vigilando una puerta de madera extremadamente terrorífica.
-¡Hey Frank! -clamó Pablo abrazando al guardia de forma exagerada- it's all right? i believe never see you more my love
-¡oh, be quiet! I just did it for ...-el guardia mantuvo silencio.
-Because...?
-sissy...
Pablo rió mientras el guardia los guiaba hacia otro pasillo paralelo.
-...if only i could hold you longer...-murmuró.
-¿Qué están hablando? -cureoseó Ramiro, igual de torpe en el ingles que en la vida.
-mm nada, dice que su compañero esta en el "cambio de guardia" posiblemente el único momento en el que esta sala este indefensa... espero..
Ramiro tragó en seco, se le había armado un revoltijo en el estomago.
La luz se fue acrecentando a medida que se acercaban a la habitación circular, provista de no menos de treinta pedestales de cristal, cada una con una joya valiosa dentro.
-There it is... -gruño el roast beef señalando una pedestal en particular.
Una corona que pareciera haber salido de un cuento de hadas se encontraba expuesta, en su centro brillaba un enorme diamante, el maldito.
Los ojos de Pablo se enceguecieron y de puro impulso intento tocar el cristal.
El roast beef le golpeó la mano, recriminándole algo en ingles que Ramiro solo entendió hasta que este apagó una pequeña alarma que se encontraba en la pared.
No podía creerlo, aquello de película estaba sucediendo, así, tan fácil, aún no podía entender como Pablo había conseguido aquello.
-por fin .... algo digno de mi persona -susurró sacando lentamente la joya.
Con un ademan teatral la colocó sobre su cabello, sonriendo mientras rozaba su textura.
-enough... leave it in its place -habló el roast beef algo aburrido.
-I'm sorry so much but...i can do this...thanks for the help, enjoy your stay in the hell whit Anne, adelante Rami..
Ramiro soltó un quejido y empujándose hacia delante clavó la jeringuilla que escondía tan bien en el cuello de Frank.
El roast beef forcejeó centrándose en intentar tocar la alarma pero le fue impedido por los jóvenes en el momento preciso y pasados unos minutos estaba recostado en el suelo durmiendo.
Pablo sonreía triunfal mientras cargaba su anhelado tesoro.
-Tenemos que salir rápido -exigió el pelirrojo casi gritando a Pablo.
Este asintió, intentando esconder la joya dentro de su mochila nerviosamente, mientras las manos le temblaban.
Ramiro se extrañó de verlo así pero debida la situación ignoró aquel hecho.
En silencio y con el corazón en la garganta, volvieron por el laberinto de pasillos hasta la zona principal de actividades, dirigiéndose hacia el puente que comunicaba con la salida, el puente de los traidores.
Mientras se mezclaban con la gente Rami notó que Pablo había comenzado a sudar notablemente, haciendo que su pelo se pegará a su rostro.
Ni bien llegaron al puente y se dispusieron a cruzar, los alaridos de la multitud les causaron pánico.
Los cuervos, como coreograficamente habían salido pavoridos al instante. La gente gritaba asustada que algo sucedería.
Y sucedió, cuando Ramiro vió a Pablo arrodillado entendió que algo estaba mal.
-¿Qué te pasa? -gimió asustado, intentando levantarlo.
-no siento las piernas -Pablo se desesperó intentando controlarse fallidamente.
Su pecho subía y bajaba sin control produciendo un ruido de ahogó gutural, Ramiro tironeo bruscamente de su brazo, desesperado por su mejor amigo. Si tan solo no hubiera sido un imbécil, si tan solo le hubiera dicho que no cuando se lo propuso. La bandada de cuervos merodeaba con desesperación los limites del castillo, causando que la multitud se dispersara de aquel puente de madera.
Pablo había comenzado a balbucear algo inentedible, mientras sus globos oculares palpitaban.
-¡Deja la corona, coño! -gritó Ramiro desesperado, arrancando de sus brazos la tan pesada mochila, y tomando fuerza la arrojó hacia la rivera norte del Támesis.
-¡Que hiciste! -gimió intentando alcanzarlo- ...mi corona...
Un inquietante pitido comenzó a sonar torturándoles los tímpanos, entendieron que la alarma por fin había sido activada y debían salir de ahí cuanto antes.
Ramiro, con una fuerza que no sabía que tenía cargo a Pablo plegado en dos sobre sus hombros y corrió hasta la salida, mientras el castaño gimoteaba por su corona.
Bajaron por una pequeña escalera de madera bastante endeble, y así como si se tratara de una cosa de niños, lograron salir de la fortaleza real sin ser descubiertos, tan fácil como habían entrado.
Solo que ahora uno estaba herido; más su autoestima que su físico.
-...Yo, un noble caballero, no pude obtener mi corona mi querido escudero -Gimoteo Pablo mientras bajaba del hombro de su amigo.
-esa mierda verdaderamente estaba maldita, y seguís jodiendo, tenes suerte de estar vivo, pelotudo.
Ramiro le golpeteo el brazo instándolo a seguir adelante y huir.
-...¿Sabes que podríamos hacer...? -comentó Pablo mientras caminaban.
Ramiro le frenó y con una bofetada lo tiró al piso.
-Ya basta, iremos a casa, nada de planes raros para aumentar tu ego ¿Entendido?
-...esta bien escudero... dejaré de molestar
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