6° Llave "De lo que mejor se os dé" : Fantasía.
Nací con el poder de ver... ver mas allá del ahora.
Mis padres, pertenecientes a la sociedad del bajo mundo, no notaron nada malo en ello.
Su tercera hija había sido bendecida con el mismo don que las demás...
Pero, a los ocho años ellos descubrieron un nuevo poder con el que fui "bendecida" la telekinesis. Desde esa edad dicen que soy inestable, que el poder me consumirá y terminare explotando de la peor manera.
Soy inestable, eso dicen, eso escucho.
El problema es que nadie sabe que a los doce desarrolle mi tercer poder; la telepatía. No creí necesario decirlo.
Y a este paso seguiría obteniendo poderes a medida que lograra controlarlos, y lo que un principio creí poder manejar entendí que en algún punto se me iba a ir de las manos.
La puerta suena, sé que es Merida. Ella es de los pocos humanos que conozco. Trabaja cuidando de nosotros:
La población inestable; vampiros que no controlan sus instintos, hadas que son indiferentes a la empatía hacia los humanos, arcángeles contradictoriamente violentos y por lo que pude ver metiéndome en su mente, en el pabellón oeste tienen demonios, en aquel pabellón que nos dicen está deshabitado...
Me levantó y camino por inercia, se de memoria el recorrido. Merida camina a mi lado, está pensando que me veo mal, lo sé.
Hace una semana que mis drogas están en el techo, la telekinesis me ayudo a mover el durlock que recubre el techo sin que los guardias lo notaran. Gracias a que en mi cuerpo ya no hay droga, no duermo; el insomnio no me deja en paz. Pero también, no sé como explicarlo, mi poder aumentó... lo siento más tangible por así decirlo...
Hace una semana me di cuenta porque mis padres me enviaron a este... psiquiátrico, cárcel, o la mentira que les digan a los normales, con el tiempo seré lo suficientemente poderosa para destruir lo que se me cruce por delante.
En los pasillos hay una arpía, está tirada en una esquina frente al ventanal que da al patio, balbucea algo que no escucho, pero sé que piensa en saltar... en controlar sus grandes alas como antes, pero claro que no puede hacerlo es inestable.
Merida se distrae con ella intentando llevarla nuevamente a su sector. Por dentro le teme.
Lentamente y en silencio me voy hacia las escaleras. "Hoy es un hermoso día" le comento al guardia para que me deje pasar a la terraza.
El hombre parece no querer ceder, pero bastan solo un par de minutos dentro de la mente de alguien para convencerlos de cualquier cosa...o al menos desde hace una semana.
La primera vez que me metí en la mente de Merida me llevó media hora convencerla de que había tomado mis pastillas y es que ellas me lo ponían difícil.
En la terraza hay un pequeño jardín y algunos bancos donde sentarse. Acá solo pueden subir los más normales de nosotros.
Tal vez alguna que otra criatura que no controle su metamorfosis, o algún dragón que no este completamente domado.
Camino hacia la baranda, intentando ignorar los pensamientos de los demás, la única criatura que nunca vi del bajo mundo es un ogro... tal vez ellos no están tan mal como nosotros.
Desde la terraza puedo ver las puertas principales, una puerta en par de hierro que ocupa ese lugar desde hace años. Todos los días de la ultima semana estuve viniendo e intento abrirla. Creo que hoy será el día donde por fin pueda abrirla, puedo verlo en mi futuro.
Tres guardias custodian la puerta, solo necesito unos minutos.
Siento arder mi pecho cuando me meto en sus mentes, resulta doloroso intentar controlar un recuerdo ajeno, me aferro a la baranda sintiendo crujir mis dedos bajo la presión.
El primer guardia cae, esta sonriendo al aire recordando su primera vez. El segundo guardia no tarda mucho; cegado bajo el recuerdo de su madre acobijandolo. El tercer guardia no tiene tiempo a reaccionar, un recuerdo de el en la playa se hace presente... más bien lo hago presente.
Solo tengo unos minutos. Las manos me transpiran y siento que no tengo aire. Tal vez no debería. Consulto con miedo mi futuro; puedo ver la puertas abrirse ¡debo continuar!
La telekinesis se controla con el exceso de un sentimiento, sea cual fuere.
A mi en particular me mueve la impotencia. Cierro los ojos y me concentro en por qué me encerraron, por qué me privaron de mi libertad así.
Puedo escuchar los pensamientos de las criaturas a mi alrededor, algunas están deseando que lo logre.
Mis padres me entregaron, repito mentalmente, me drogan, me tratan como a un muñeco de prueba.
Se escucha un crujido, las puertas se están doblando...
Suelto toda la impotencia que guarde durante años de no poder hacer nada. Las puertas salen despedidas como si hubieran sido victimas de una gran presión repentina.
Todos están impactados, corren y vuelan desordenadamente a la salida, debo bajar antes de que los guardias vuelvan en si.
Doy un paso atrás, siento una puntada en la nuca que me tira al suelo. Me toco asombrada. Siento una voz en mi mente, un recuerdo repentino de mi infancia, de la primera vez que manifesté la telekinesis.
"¡¿Qué haces Lys?! ¡Niña estúpida!" La voz de mi madre es lo que recuerdo antes de desmoronarme.
Mi cuerpo no reacciona, solo puedo ver como todos huyen pero yo no puedo disfrutar mi logro. Maldigo mentalmente antes de cerrar los ojos, la puntada se hizo más fuerte.
Consulto mi futuro intentando ver sí aun tengo esperanza de escapar, no veo nada; está en negro.
Lloró, tirada en el piso de la terraza, con los bancos levitando sin control de un lado a otro, no se en que momento los moví.
Los guardias están gritando, soy consciente de que les estoy haciendo daño, pero no me importa... tanto tiempo encerrada, si yo debía sufrir ese destino ellos me acompañarían.
Di un ultimo quejido mientras hacía reventar los vidrios de cada una de las ventanas con un chasquido estentóreo, enojada acepte entregarme mientras todo se nublaba...
Tal vez en otra vida pueda controlarme...
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