Suéteres navideños feos en pareja

Era la primera vez que Foolish pasaría las navidades solo. Había decidido quedarse en la residencia de su universidad pues no podía abandonar el trabajo de medio tiempo que había conseguido, pero estaba bien, solo sería por ese año, después de todo ganaría un extra más que podría utilizar cuando una emergencia ocurriese.

Suspiró, solo podía agarrarse a eso para no sentir la tristeza.

Salió de su habitación para dar una caminata por el parque cuando notó como la puerta de su vecino también se abría. Saliendo de ahí, la figura esbelta de un hombre apareció debajo del umbral, dejando a Foolish estupefacto como cada vez que coincidían.

— Foolish, my friend! ¡Buenos días! ¿No te irás a casa? — le saludó.

Vegetta, otro estudiante de esa universidad por quien Foolish tenía un pequeñísimo crush, lo saludó con una sonrisa. Básicamente esa era su relación. Encontrarse a veces por casualidad, saludarse y luego despedirse. El rubio respondió alzando la mano y explicando su situación. Vegetta, por su parte, le dijo que también se quedaba porque olvidó sacar un boleto antes y durante esas fechas era realmente carísimo.

— What are... ¿qué son esas cajas que llevar contigo? — el de ojos esmeraldas señaló las dos cajitas que el otro hombre llevaba consigo, semi abiertas, pero aún hacía imposible ver del todo su contenido.

— ¡Postales! Ya que no veré a mis seres queridos, estoy seguro de que esto al menos les sacará una sonrisa y me recordarán.

— Oh, great!

¿En serio era todo lo que Foolish podía decir? Se sintió estúpido, ¡por eso su amistad con Vegetta no había florecido en todo el año!

— En fin... yo me voy ya, ¡pasa un bonito día!

Otro hola y adiós para esos dos, Foolish arrepintiéndose de no haber sido capaz de encontrar algún tema de conversación o decirle que lo acompañaría hasta que, por cosas de la vida, uno de las postales cayó de una de las cajas y Vegetta no se dio cuenta, pues ya estaba a paso veloz caminando por el pasillo.

¿Quizá esta era su oportunidad?

— ¡Vegetta! Se te cayó esto... — al voltear la postal, vio que la portada era una foto del hombre a quien seguía, vestido con un suéter algo extraño que tenía como una especie de peluche de unicornio insertado, con la cabeza, y patas sobresaliendo, teniendo estas últimas un mini cartelito que decía ¡Feliz Navidad!

A primera instancia aquella foto le pareció tierna, pues los ojos de Vegetta estaban iluminados, su sonrisa blanquecina era inmensa y sostenía una taza con aparente chocolate caliente. La descripción debajo de aquella imagen menciona que era enviada sus padres, y a Foolish le pareció un regalo más que curioso.

— Thank you por recogerlo. — el rubio dio un salto del susto al no darse cuenta que el protagonista de la postal yacía frente a él, tocando la postal para que Foolish la soltara y se la diera — Bueno, ¡me voy!

— Wait! — le dijo, atrayendo su atención. Ya no había marcha atrás — Tú foto... es muy bonita, tú es bonito.

... ¿¡Era lo mejor que podía decir!? Es más, ¿¡lo había dicho bien o no!? Sintió sus mejillas enrojecer de la vergüenza, mirando ahora al piso, más sus ojos volvieron a enfocarse en Vegetta cuando notó que este reía complacido.

— ¡Gracias! Tú también eres muy hermoso. — un disparo directo al corazón — ¿Sabes qué? Quédate con esa, ¡tengo más para regalar!

— Oh, thanks. — dijo, aun asimilando el cumplido del de ojos amatistas — But one question: why the sweater...?

— ¡Ah! Simplemente me resultó gracioso. — sonrió — es algo que hago con mis padres desde pequeño y pues me pegaron esa costumbre, ¿es boba? No lo creo, simplemente sé que, cuando la vean, será como si estuviésemos un poco más cerca otra vez. — eso, a Foolish, realmente le pareció genial. — Ahora sí me voy que no quiero que el servicio postal cierre antes de enviarlas.

— Can I go with you? — dijo en otro impulso. Vegetta se sorprendió — si se te cae alguna más... podría fijarme.

— ¡Es una buena idea, vamos!

Foolish sonrió.

Comenzaron a hablar sobre sus vidas conforme caminaban por las nevadas calles de la ciudad. No podían creer que habían pasado el último año sin saber que tenían tanto en común, prometiéndose pasar más tiempo juntos a partir de ahora. Foolish estaba muy feliz, ¡por fin pudo conocer más al chico que captaba su interés y por unas postales! Les agradeció con locura, llevando la postal que Vegetta le regaló con mucho cariño y dejándola en su mesita de noche para hacerle compañía.

En los siguientes días, como lo prometieron, ambos compartieron tiempo juntos haciéndose compañía por la soledad que el estar casi solos en el campus. En la víspera de Navidad, Foolish y Vegetta se la pasaron en la habitación del segundo, donde este le mostraba todos los suéteres que había usado durante años en cada momento de su vida. Foolish reía e intentaba adivinar como es que este elegía sus prendas, mas Vegetta solo respondía diciendo que era una especie de sexto sentido. Incluso Vegetta le ofreció hacer las postales del siguiente año juntos, a lo que Foolish parecía no negarse.

Escuchando villancicos, los dos terminaron cayendo dormidos uno al lado del otro, sentados con la cama como soporte a sus espaldas y abrazados para resguardarse del frío. Cuando Foolish despertó aquella mañana de Navidad, con una pesadez en el hombro que resultó ser la cabeza de Vegetta recostada ahí, sonrió y acarició sus cabellos. Los suéteres estaban tirados en la cama y notó que la televisión seguía prendida. Daba igual, el estar al lado del tipo que lo hizo sentir el espíritu navideño en un año donde creyó no lo tendría. Escuchó poco a poco gemidos de su acompañante, que parecía querer despertar, mas se aferraba al brazo del rubio y se negaba a abrir los ojos.

— Let's have breakfast, Vegetta. — le susurró Foolish, aunque él tampoco quería moverse de su sitio. — tendremos un dolor de espalda horrible si seguimos en esta posición.

— No me importa... — respondió, abrazándolo pero aún sin verlo — Eres muy cálido...

— Y tú... tú igual. — una sonrisita nerviosa cubrió el rostro del rubio — Pero... ¿no quieres saber qué regalo te compré? Créeme que es muy bueno.

— Yo ya sé cuál es — Foolish se sorprendió por ello — Para mí estar así junto a ti es el mejor regalo... — vale, no se refería exactamente a él siendo el regalo, pero para Foolish fue el cumplido más bonito con el que podía despertar en la mañana de Navidad.

— Tú también... eres mi mejor regalo.

Cuando Vegetta despertó al cien por ciento, algunos minutos después, se separó de Foolish con rapidez, avergonzado de cualquier "tontería" que hubiese dicho entre sueños. Foolish le dijo que nada había pasado, evadiendo por completo su pequeña conversación de esa mañana. Fueron a desayunar y continuaron su pequeña festividad juntos, dándose sus regalos y agradeciendo haber pasado esos últimos días uno al lado del otro.

Aquellas fechas solo los unieron más, pues la amistad que creció en ambos se volvió más íntima conforme el nuevo año pasó. Iban juntos hacia sus facultades, almorzaban de vez en cuando, ¡e incluso se recomendaban rutinas de ejercicio! Foolish no podía negar que su pequeño crush en Vegetta comenzó a evolucionar en amor, sobre todo cuando las épocas navideñas volvían a acercarse.

— I have a gift for you! — Foolish le entregó una bolsa a Vegetta unos días antes de su viaje a su hogar. Esta vez sí que se iría a pasar las fiestas con su familia, por lo que no quería despedirse sin darle su regalo a su amigo. — Yo lo hice... lo hice durante unos días.

Vegetta agarró la bolsa y sacó el regalo, con los ojos iluminados. Era un suéter de su talla, con una chimenea en el centro y los brazos adornados con decoraciones navideñas incrustadas en unos hilillos verdes simulando las clásicas decoraciones que se ponen en árboles y ventanas. Era un suéter muy gracioso, eso sí, y Vegetta sonrió de ternura mientras acariciaba las mangas y comenzaba a ponérsela.

— Es perfecto, Foo... — pero no pudo terminar su frase al ver como el rubio se quitaba la casaca y revelaba el mismo suéter que este tenía. — ... lish.

— Pensé que... ¿podría tomar tu palabra del año pasado y hacer las postales juntos con matching sweaters?

No tuvo que esperar mucho para recibir un abrazo de parte del de ojos amatistas.

— Vamos por la cámara.

Tomó a Foolish de la mano y lo llevó a su habitación donde ambos comenzaron a tomarse fotos chistosas con los suéteres hasta dar con una que utilizarían como parte de las postales. Las restantes, si bien no serían vistas por sus seres queridos, quedarían finalmente guardadas en un álbum que, en el futuro, mirarían con tanto anhelo al ser la primera vez que hicieron postales juntos.

— Te voy a extrañar. — le dijo Vegetta luego de que ambos tuvieron las postales listas al día siguiente. Habían hecho más que el año anterior, pues Foolish también quería darle unas a sus familiares.

— No te preocupes, volveré, si no acabo la universidad mis padres me matarán — rio — aparte... tú estás aquí, es más que motivo suficiente para regresar.

Vegetta asintió.

— Yo también... I have a present for you.

Sin decir nada más, se acercó al rubio y le dio un cálido beso en la mejilla. Foolish no se lo esperaba, quedando estupefacto mientras Vegetta volvía a su lugar, con las mejillas coloradas, esperando una respuesta ante su acto repentino.

— Vegetta... — se señaló la boca — mis labios están acá.

Se sintió un completo estúpido por decir aquella frase luego de un gran avance con el hombre. Sin embargo, la carcajada de Vegetta lo alivió, ¡salvado de nuevo!

— Quizá el otro año, bonito. — respondió — Ahora ve, ¡tú familia te espera!

— ¡Espera! ¿Es una promesa? El beso en los labios.

— ¡Eso veremos!

Se terminaron por despedir, con sonrisas bobas, el corazón esperanzado y con ganas de ya volverse a encontrar.

Navidad y Año Nuevo la pasaron entre video llamadas, mensajes de texto y promesas de volverse a ver pronto. Cuando Foolish salía del aeropuerto, un par de meses después, fue Vegetta lo primero que vio, esperándolo con una sonrisa de oreja a oreja. Corrió hacia él y lo abrazó con locura, siendo recibido con los dulces labios del de ojos amatistas dándole la bienvenida.

— ¿Cumpliendo tu promesa, eh?

— Calla, bobo, ¿no quieres que te dé más?

Claro que Foolish quería.

Ese año fue el que iniciaron su relación. Los meses previos a Navidad se la pasaban en citas, presentándose ante los amigos, fiestas e incluso días de estudio (porque Vegetta se negaba a bajar su rendimiento y Foolish agradecía que él hiciera que no se distrajese... al menos, si no contábamos los besos que aprovechan entre sesiones). Al llegar las vísperas de Navidad, fue el turno de Vegetta de comprar suéteres a juego que ambos usaron para las nuevas postales. El suyo decía "I don't do matching sweaters" y el de Foolish "But I do!". Rieron recordando el año pasado y se besaron luego de cada foto tomada.

Y así fue como siguieron con esa tradición el año siguiente, y el siguiente, y el siguiente, como cuando ya se graduaron y comenzaron a vivir juntos, o cuando Foolish le propuso matrimonio luego de decidir que foto elegir para poner en las postales en su quinto año como pareja, e incluso cuando esperaban impacientes a que todo el papeleo esté listo para adoptar a su primer hijo, a quien llamarían Roier. Recuerdan haber llegado al centro de adopción con unos suéteres que, al estar uno al lado del otro, creaban la forma de un reno, Sin embargo, Foolish y Vegetta no estaban en el orden correcto por lo que ese pobre animal parecía partido a la mitad desde la perspectiva del niño, quien solo comenzó a reír admirando la ropa y preguntando si él también podría tener un suéter así. La pequeña familia, ahora de tres, continuaron con la tradición, dejando que Roier eligiera ciertos años lo que llevarían y pasando momentos familiares increíbles en compañía de cada uno.

Al final, lo que hacía de aquella curiosa costumbre algo más que un momento chistoso, era el hecho de pasarla juntos y saber que siempre estarían los unos para los otros.

Cuando Leonarda llegó a sus vidas, diez años después de la adopción de Roier, la tradición no hizo más que ser pasada a la nueva integrante. Leo era un angelito que, conforme crecía, ahora les decía que hicieran poses divertidas que los otros tres aceptaban campantes, terminando todo en risas luego de revelar cada foto.

Eran días espléndidos, pensaban los cuatro, quizá lo mejor de esas festividades.

***

— ¡Foolish! ¡Mira lo que traje para este año!

Leonarda entendió, con esa frase, que aquella época del año había llegado. Bajó el cómic que estaba leyendo y miró curiosa a sus padres, quienes ya comenzaban a lanzarse piropos como era habitual, ¡no eran capaces de pasar ni cinco segundos sin dejar de alagarse! A ella eso no le importa, es más, estaba acostumbrada: el solo verlos felices era prueba suficiente para la niña de que tenía a la familia más amorosa del mundo, que se querían entre ellos tanto como la querían a ella. Leonarda bufó fingidamente al ver como su otro padre se paraba de su asiento e iba a recibir el regalo mientras le daba un beso muy empalagoso a Vegetta.

— I love it! — dijo el de ojos verdosos, poniéndose un suéter con temática navideña pero que tenía como figura central a un tiburón y a Santa Claus peleando en un rincón de boxeo. Vegetta sonrió complaciente y le lanzó otro par de piropos cursis que hizo al rubio ruborizarse.

Vegetta fue el segundo en ponerse el suyo: tenía el mismo diseño, aunque en vez de un tiburón era un gato, pues les gustaba estar a juego al vestirse en esas ocasiones. Foolish le dijo que se veía sexy y Vegetta le dijo que él era su regalo.

— ¡Papás, sigo aquí! — gritó Leo, aunque con una sonrisa al ser testigo de sus muestras de afecto.

La pareja se disculpó, mientras Vegetta comenzaba a decirle que había visto una cantidad de suéteres increíbles que se lamentó de no comprar. Foolish le decía que para él próximo año él se encargaba y que no lo decepcionaría, ya tenía unas cuantas ideas en mente. Durante aquella charla, Leo pensó que al menos su hermanoier podía escapar de la tradición este año al estar ahora viviendo con su prometido Cellbit... o eso era lo que pensaba hasta que vio como Vegetta guardaba algunos suéteres que aún yacían en la bolsa en una caja y lo planeaba dejar en el servicio postal para enviárselo a su hogar. Rió, viendo los diseños que tenían, imaginando las primeras postales donde Cellbit aparecería.

— ¡Y dejé lo mejor para el final! — los ojos amatistas de Vegetta se encontraron con los impacientes verdes de Leo, quien ya sabía lo que se avecinaba. — Para mí trocito de cielo, ¡tengo uno especial que seguro le encantará!

La niña abrió la bolsa y descubrió su regalo. El suéter, rojo con puntos blancos reflejando copos de nieve, un unicornio en el centro sonriente, con el cuerno rojo y verde y la melena blanca y con franjas rojas que parecía pasta de dientes., la frase que ese unicornio decía era "relincho, relincho, que la Navidad siempre esté conmigo". El primer impulso de Leo fue reír, y así lo hizo, pero luego abrazó aquella ropa con muchísimo cariño.

— ¡Es perfecta!

Foolish corrió hacia los dos y los abrazó, diciendo que se encontraba muy contento de estar con ellos.

— Ready for the family pictures? — continuó, recibiendo afirmaciones de parte de su esposo e hija. — First you two! I want to have my most beloveds in a picture.

— ¡Yo haré como que cabalgo un caballo y tú como si estuvieses a punto de boxear, pa Vege! — dijo la pequeña — Espera, most beloveds? ¿Y hermanoier? — preguntó, mientras se ponía su suéter junto a su papá.

— Well...

— Foolish.. — Vegetta arqueó una ceja, aunque se notaba que aguantaba la risa.

— ¡Si es que estuviera aquí también hubiese sido parte de la mención!

Los tres rieron e iniciaron con la sesión de fotos, sintiendo Leo como cada año lo bonito de aquella tradición.

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