Reunión en navidad
Finalmente fue capaz de regresar. Un brillo en la oscuridad de la noche terminó por revelar a un guerrero que, luego de mucho, hacía su aparición. Se materializó al costado de la waystone del Spawn, suspirando con pesadez luego del mareo que le ocasionó utilizar aquel objeto luego de tanto, tanto tiempo. Vegetta miró a su alrededor y una ligera sonrisa nostálgica cubrió su rostro.
Estaba de vuelta en Isla Quesadilla.
El viaje que en un inicio pensó sería de unas semanas terminó por pasar del medio año, quizá más (la noción del tiempo estaba rota para él). Buscó el camino de regreso entre tantos mundos, sobrevivió y luchó, siempre con la idea de volver a aquella torre que construyó el primer día en la isla, siempre con la idea de volver a ver a su familia.
Foolish, Leonarda y Roier... ¿cómo se encontrarían? ¿Aún estarían esperando por él? ¿Aún lo recordarían?
Formó un puño con sus manos mientras salía del spawn, viendo como el área principal estaba cubierta de un manto blanco al que conocía como nieve. Se cruzó de brazos, intentando entrar en calor debido al frío, notando además varias decoraciones navideñas que revoloteaban frente a sus ojos y se hallaban impregnadas en cada esquina que veía.
— ¿Navidad? — susurró, ladeando la cabeza — ¿Pero por cuánto tiempo me fui?
Dio unos pasos más, pero se agachó al escuchar voces provenientes a su derecha. Sacó su espada, dispuesto a atacar: nada ni nadie le impediría ir a ver a su familia luego de meses de separación.
— Vô Vegetta? — sin embargo, lo que sus amatistas ojos captaron llegar a él fue a dos niños quienes se lanzaban bolas de nieve entre ellos, riendo y gritando de alegría, mas deteniéndose al presenciar a Vegetta con la espada apuntándolos. El mayor de los dos niños susurró con estupefacción al verlo, y el hombre recordó que se trataba de Richas — Você voltou?
— ¿Richarlyson? ¿Vô? ¿Qué significa eso? ¿Por qué estás aquí? — preguntó, bajando el arma y mirándolo con curiosidad.
— ¿Él es el awelo Vegetta? — el otro niño, a quien sí no reconocía, lo miró con una sonrisa gigantesca. — ¡Soy Pepito! ¡Hola! ¿Usted es mi awelito también?
— ¿Abuelo? ¿Qué? ¿Qué está pasando? — un confuso Vegetta buscó uno de los asientos más cercanos para sentarse calmar sus pensamientos. Al no hallarlo, simplemente se echó en el piso. Richas corrió hacia él de la mano de Pepito, preocupados por toda la información que el guerrero acababa de obtener — No entiendo nada...
Los dos niños lo miraron con angustia e intentaron calmar al hombre que aún los observaba estupefacto.
— ¿Richas? ¿Pepiux? ¿Dónde están? ¡Ya es hora de dormir! — una voz reconocible para él se escuchó a unos metros de distancia. Vegetta alzó la mirada, notando como era Roier quien ahora aparecía en su campo de visión. El de cabellos marrones, al verlo, quedó estupefacto, comenzando poco a poco de caminar a correr hacia su ubicación.
— Roi... — pero Vegetta no pudo ser capaz de terminar su frase pues fue atrapado por los brazos de Roier, quien no dejaba de abrazarlo con fuerza — ¡Tranquilo, muchacho! ¡Duele!
— ¡Vegetta, culero, haz vuelto! — gritó, y el de ojos morados pudo notar como aquella voz tan cantarina estaba a punto de quebrarse — Eres un idiota, papá, ¿¡dónde estuviste todo este tiempo!?
— Es una larga historia. — respondió, recuperando el aliento cuando su hijo lo dejó de abrazar. — Pero estoy confundido, ¿qué hacen aquí? ¿Es Navidad?
— Navidad se pasa en familia, ¿no? — respondió Roier — Y Richas y Pepito son mis hijos, solo que esos enanos decidieron escaparse a jugar por su cuenta en lugar de ir a casa a dormir para mañana ver sus regalos.
— ... Oh — respondió, mirando nuevamente a Richas y dedicándole una sonrisa — Entiendo lo de Richarlyson, pero ¿cómo es que Pepito...? Digo, ¿cuándo...?
— Esa es otra larga historia. — rio.
— Vegetta!? — otra voz más, esta vez proveniente de Cellbit, se escuchó a poca distancia, revelando al hombre con orejas de gato acercándose a ellos y sonriéndole a quien era su suegro — Onde estava? Leonarda e Foolish ficarão muito felizes em te ver!
— Yo... eso espero.
Si todo estaba tan cambiado, si incluso Roier tenía otro hijo... ¿habrá cambiado algo con su familia?
— Déjame llevarte con ellos. — fue Roier quien habló, luego de decirle a Cellbit que se adelantara con los niños pues este quería pasar un tiempo con su padre. Su esposo aceptó, despidiéndose junto a Richas y Pepito y prometiendo volver a verse al día siguiente.
Roier tomó de la mano a su papá, notando el terror en sus ojos ante la sola idea de haber sido olvidado por sus seres queridos.
— ¿Listo para volver a Hogar? — le preguntó, y Vegetta solo agachó la mirada.
— Espero que al volver se siga sintiendo como tal.
— No mames Vegetta, ¿desde cuándo tan negativo?
— Siento que me he perdido de mucho y...
— Solo vamos, confía en tu sucesor e hijo favorito. — afirmó. — ...No tienes que responder a lo último que acabo de decir.
Eso hizo a Vegetta sonreír. Así, los dos tocaron la waystone de Spawn y se dirigieron al desierto, hogar del sabio nocturno, para reunirse con los otros dos miembros de su familia. Se teletransportaron, pues, apareciendo en la plataforma que el mismo guerrero creó para que nadie más apareciera en la punta de la torre. Miró a su alrededor, notando el silencio de la noche y, no tan lejos, la estatua que su amor le hizo como sorpresa y regalo por los múltiples presentes que este le daba. Entrecerró los ojos, viendo como ahora la estatua tenía una gorra roja como si fuera Santa. Bajaron de la plataforma y comenzaron a subir por las escaleras que los llevaría hacia la torre (Roier con un escudo evadiendo las torretas), recordando Vegetta todas las torretas que puso junto a Leo y aquel ataque de besos a Foolish el día que hizo el tour por su casa a Baghera y Maxo. Al llegar al último escalón de las escaleras rodeadas de lava, notó como la entrada a su casa estaba decorada con muchos adornos verdes y rojos. Los arboles tenían luces y encima de la puerta una corona navideña.
— La Navidad está por todos lados, incluso aquí. — bromeó Roier.
La puerta se abrió automáticamente, reconociendo al guerrero. Adentro también estaba todo decorado, y sonrió al notar los cuadros de él y su familia aún bien cuidados e imponentes. Al encontrar el ascensor, padre e hijo comenzaron a subir, piso por piso, mientras veía como su hogar seguía igual y como lo dejó, sin nada descuidado y pensando que quizá Foolish y Leo se encargaron de que se encontrase siempre así. Luego de pasar por el hotel de aldeanos se encontró a sí mismo en su habitación. La nostalgia lo golpeó, notando los cuadros y sintiendo el reconfortante calor de la chimenea.
Sin embargo, no había rastros de Foolish ni Leonarda. Vegetta pensaba hablar, mas Roier le pidió que guardara silencio y, mirando hacia arriba, gritó.
— ¡Ya llegó el mejor hermano que tienes, Leo! — dijo Roier, burlesco.
— ¡Querrás decir el peor! — respondió la muchacha con sarcasmo, cuya voz provenía de su habitación. Cuando la pequeña, desafiante, mostró su cabecita por el balcón de su dormitorio, sus ojos se cristalizaron al notar al acompañante que estaba con su hermano — ... ¿Pa...?
— Mi niña...
Los dos corrieron a su encuentro.
— ¡Pa! ¡Volviste! ¡Volviste de verdad! — gritó Leonarda, abrazándolo y con el rostro empapado en lágrimas, sin importarle por primera vez no verse bonita — ¡Te extrañé mucho! ¡Muchísimo! ¡No te vuelves a ir!
— ¡Leo! — él también quería llorar, acariciando sus cabellos y notando lo grande que la niña estaba ahora — ¡Haz crecido tanto! Te he extrañado mucho. Todos los días pensaba en ti, en cómo estarás... estoy tan alegre de poder volverte a ver — le dio un beso en la frente, la niña sonrió — No me iré más, tu papá Vegetta se quedará para siempre a tu lado.
— ¿No más tomorrow tomorrows?
— Solo cuando los cumpla.
La niña rio y fue cargada por su padre, quien dio vueltas con ella, pues la felicidad desbordaba de su corazón.
— Debiste ver todas las cartas a Santa de Leo preguntando si podría tenerte a ti de regalo. — dijo Roier, quien se unió a ellos.
— ¡Tú también le escribiste pidiendo lo mismo! — refutó la niña, quien bajó de los brazos de su padre con la cara avergonzada.
— ¡No me exhibas!
— ¡Tú empezaste!
— ¡Ya, niños! — Vegetta se interpuso entre los dos, tranquilizándolos — Lo que importa es que estamos todos aquí, ¿cierto? — les pidió acercarse, rodeándolos con sus brazos. — Los quiero mucho.
— Y nosotros a ti. — respondieron los dos al mismo tiempo.
— Pa Vege. — Leonarda lo vio, aún sonriente — ¿Ya viste a pa Foolich?
El cuerpo de Vegetta se erizó ante tal nombre. Foolish, su amor, el amante de la construcción, el hombre más guapo de la isla ante sus palabras, ese chico listo e increíble que lo volvía loco, el amor de su vida...
— Cierto, ¿dónde está mi otro papá?
— En la noria. — respondió la niña — aún no son las doce, así que me dijo que estaría ahí un momento.
— Voy a verlo. — Vegetta soltó a sus hijos, sus manos temblaban — Quiero verlo.
— ¿Quieres que vayamos contigo?
— Quizá luego, pero primero necesito verlo a solas.
Los dos muchachos asintieron. Vegetta se los agradeció y salió de la habitación. Mientras escalaba hacia la punta de la torre, vio por los cristales morados su cama, recordando las contadas noches donde él y el híbrido de tiburón durmieron ahí, uno al lado del otro, seguros de que serían lo primero al verse al día siguiente. Recuerda las canciones a Leo, las fotos familiares, el beso de la muerte y cuando le confió su hogar a él.
Recuerda el intenso amor que le tiene, y ruega que Foolish aún sienta lo mismo.
Al llegar a la cima, divisa la noria. Esta aún se mueve sin problemas, y Vegetta nota que ahora hay más asientos hechos. Seguro Leonarda tiene que ver, pero no le molesta pues ahora la noria se siente más viva. Entre cierra los ojos y, por fin, logra divisar a quien acapara su mente la mayoría del tiempo: Foolish está ahí, mirando hacia las estrellas e inmóvil. El guerrero, por un instante, duda en ir, pero tiene tantas ganas de tenerlo a su lado que se quita todo el miedo que pudo haber sentido y salta en silencio hacia uno de los asientos.
— Who is there? — la voz de Foolish, aunque amenazante, es como música para sus oídos. — I'll be back, Leo, just one second.
— No Leo, but Vegetta yes. — y es así como Vegetta aparece frente a él, escalando entre los barrotes de la noria y poniéndose a su lado — Hello... my love.
Cuando por fin puede verlo con claridad, Vegetta se sorprende ante lo cambiado que el tótem se encontraba. Uno de sus ojos había perdido ese verde esmeralda brillante, tenía rajaduras en su rostro y brazos, así como también las partes de tiburón se realzaban más que en el pasado. Se notaba que había pasado por mucho, aterrorizando a Vegetta con las mil y un catástrofes que por su mente pasó para que Foolish ahora se halle en esas condiciones.
— ¿Foolish...? — la cara de estupefacción del rubio le rompía el corazón, no sabiendo si era correcto abrazarlo o besarlo. — Foolish, yo...
— Oh, fuck — dice, con lágrimas ya saliendo de sus ojos — Did I finally lose my mind?
Aquella frase le dolió en el alma. Vegetta observa como Foolish agacha la mirada, así como sus hombros, dándose golpecitos en las piernas y suspirando con pesadez.
— No, soy real. I am real, the real Vegetta. — su voz se quebró, adolorido de ver como el rostro de su pareja caía en la absoluta tristeza.
— Yeah, right. — ríe, pero es una risa llena de dolor — At Christmas? Like a miracle? If that's true, if wishes come true... you would have returned home a long time ago.
¿Cuántas veces habrá deseado volverlo a ver?
— Leo cannot see me like that. — Foolish se para de su asiente y se dispone a bajar de la noria, incapaz de ver a Vegetta a los ojos — Look at me! Talking with an illusion of my mind...
Y es ahí cuando Vegetta se decide y le agarra el brazo. Foolish suelta un grito de terror, quizá dándose cuenta de que el contacto entre sus pieles es real... o que su mente está tan cansada de esperar que ahora no solo son voces, sino también sensaciones las que confunde entre lo real y lo imaginario. Vegetta no deja que se mueva, incapaz de dejarlo en esa condición.
— Soy Vegetta, Foolish. Believe me. — dice, con firmeza en la voz.
Por fin, Foolish se digna a mirarlo a los ojos, con muchos pensamientos en la mente que Vegetta no es capaz de descifrar. Este se vuelve a sentar a su lado, hipnotizado por las amatistas que le ruegan que le crean.
— Prove it. — susurra, casi rogándole.
Vegetta asiente, acercándose al rostro del tótem y acariciando su empapada mejilla. Este cierra los ojos, suspirando, y el guerrero termina por unir sus labios con los de él. Puede sentir como el agarre de Foolish se hace más fuerte, como poco a poco su mano suelta la suya y toca su espalda para acercarlo más a su lado, evitando también que el movimiento de la noria los haga caer. Vegetta puede sentir las húmedas lágrimas que, como la lluvia, siguen cayendo por el rostro del tiburón y mojan sus labios. No le importa, continuando besándolo con todas las ganas que traía guardadas desde la última vez que se vieron.
— Vegetta... — susurra Foolish cuando Vegetta estaba por terminar el beso — Vegetta you are back! — la emoción que tanto caracteriza la voz de Foolish vuelve a él. Lo abraza, lo besa y no deja de decirle que es real — I am so, so happy! I can't believe it! Don't go ever again!
— Yes, my love. — responde, feliz de no haber sido rechazado por su pareja — No pienso volver a irme.
— You better! — lo vuelve a besar, aún sin poder creer lo que sus ojos veían — But when? How? Does Leo know? We need to tell her!
— Ella sabe, Roier también. — le responde, dándole palmaditas en la espalda. — tengo que contarte todo lo que pasó durante estos meses y la razón de mi ausencia, pero ahora tan solo quiero disfrutar del resto de la noche contigo y nuestros hijos.
— Me too! A lot has happened since you left, huh, yo siempre venir aquí para recordarte. — dice, mirando ahora el zoológico — I always ask the stars "what Vegetta is up to?" and try to imagine you in different adventures, wishing you were here with me. And, today... — lo observa — por fin es real.
— Las estrellas...
— We are written in the stars, after all.
Hace mucho que Vegetta no escuchaba esa frase. Toma las manos de su pareja y las besa, feliz de por fin regresar a su lado. Este suelta una risilla tímida, ¡cómo extrañaba verlo así! Y no puede evitar volver a decirle que lo ama.
— Aquí, bajo las estrellas, Foolish, te prometo quedarme a tu lado por la eternidad.
— Here, under the stars, Vegetta, I promise to be with you during all my life.
Se volvieron a besar, seguros de que sus sentimientos eran más fuertes que nunca, seguros de que, esta vez, sus vidas seguirían el mismo camino y no volverían a separarse.
Los dos, tomados de la mano, bajan de la noria y vuelven a la torre. Al llegar a la puerta, esta se abre y lo primero que observan es a Leo y Roier, sentados en las sillas cerca a la chimenea, esperándolos expectantes.
— Entonces... — inicia el de bandana — ¿Se van a separar?
— ¡Hermanoier! — gruñe Leonarda y Foolish ríe.
— ¿No tienes a un esposo con dos niños que te esperan? — Vegetta arquea una ceja.
— ¡Ah! Pues si eso quieres me puedo ir, ¿eh? — el muchacho hace ademán de irse, mas Vegetta lo detiene.
— No, realmente no quiero eso. — lo abraza, sorprendiendo a Roier — Lo que quiero es pasar la Navidad contigo, tu hermana y tu padre, aunque sea un par de horas ¿es eso posible?
El de cabellos marrones sonríe con calma.
— No tienes que decir más.
Los tres le dicen que bajarán a la cabañita que Leonarda hizo en el zoológico para celebrar Navidad. Vegetta se siente feliz de que su hija por fin decorase ese sitio, recibiendo quejas divertidas de parte de la mencionada. Foolish le comenta que les dio pereza dedicarse a los interiores de la cabaña, pero que a Leonarda le hacía ilusión celebrar el día ahí y, junto a Roier, ordenaron todo para que quedase hermoso. Aprovechando ello, el mayor de los hermanos le pide a Vegetta que de una vez lo ponga en la lista de permitidos de las torretas, mas su padre, entre risas, le comenta que no lo necesita si su armadura y escudo son lo suficientemente fuertes para traerlo a la zona segura de la torre. Roier se queja, pero no está realmente molesto: él es feliz de volver a tener ese tipo de conversaciones con su papá. Al llegar al zoológico, Vegetta nota que estaba millones de veces más decorado que la entrada de hogar, incluso los animales tenían algún objeto o ropaje rojo y verde con ellos.
— Demasiado tiempo libre, ¿eh, Leo? — le dice, revoloteándole el cabello.
— ¡Fue para que este lugar sea tan bonito como mi suéter!
A paso ligero, subieron por el puente que iba encima del lago y notaron la cabañita, toda decorada como en las películas navideñas, perfecta y acogedora para las fiestas. Vegetta se sentía feliz de que por fin la construcción de su hija tuviera uso, felicitándola nuevamente y orgulloso de ella. Dentro de la casa notó un árbol navideño con muchos regalos, tanto de Foolish, Roier, Leo y otros habitantes que esperaba poder ver al día siguiente. Roier y Foolish les comentan que tenían la cena preparada en la cocina de la cabaña y corren a traerla mientras Vegetta y Leonarda preparan la mesa entre jugueteos e historias. Cenan, y Vegetta escucha atento todas las historias que su familia tiene por decirle: desde reinos de capibaras, el titán por terminar, criaturas iguales a ellos pero en versión pequeña, los nuevos huevos y una que otra anécdota que solo aviva la armonía en ese pequeño hogar. Finalmente, las doce llegan en el reloj, cada miembro se desea una feliz navidad y seguir compartiendo más momentos así. Vegetta le pregunta a Roier si no hay problema en que se siga quedando con ellos, y este le responde que sus hijos andan dormidos y verán sus regalos mañana, por lo que podía quedarse el resto de la noche.
— ¡Vamos a abrir los regalos! — menciona Leonarda, corriendo hacia el árbol y rebuscando aquellos que tenían su nombre.
Gorras, ropa, dibujos e incluso armas están ahí, de varios amigos de la isla e inclusive de su familia. Roier tiene otros cuantos para él (regodeándose de que seguro tiene más en el castillo) e incluso Foolish mira con ojos juzgadores el regalo para él que, al parecer, provenía de Bad. Los tres ríen con todo lo que ahora es suyo, mas Vegetta posee un semblante de tristeza al saber que no tenía nada para ellos.
— This is for you. — Vegetta recibe un pequeño regalo de Foolish, quien lo mirá emocionado — No pensé que volverías, pero aun así quisimos hacerte un pequeño presente.
Este lo abre, revelando una foto de sus tres seres más amados, con un cartelito que decía que lo amaban y esperaban por él.
— Es bellísimo, gracias. — susurra — Yo... no tengo regalos para ustedes, lo siento. — se alarma el guerrero, rebuscando entre su mochila mas solo encontró armas y herramientas viejas que ya no eran de utilidad. Sin embargo, tanto sus hijos como su novio niegan con la cabeza.
— What do you mean, Vegetta? — esta vez es Foolish quien habla. Lo tomó de la mano, sonriéndole con mucho amor — You are the present.
— El major regalo, pa. — dice Leo, dando saltitos de felicidad.
— ¿Y qué mejor regalo que la primera Navidad de la familia Brown reunida? — termina Roier, juntando a todos para un abrazo grupal.
Vegetta por fin siente que ha vuelto a su hogar. Se deja hundir entre los abrazos y el amor de sus tres seres más queridos, deseoso de continuar con la velada junto a ellos y disfrutar lo que quedaba de la Navidad.
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