Propuesta navideña

Cada año, de manera intercalada, Foolish y Vegetta hacían propuestas navideñas de cómo pasarían ese día en pareja, siendo esta vez el turno de Foolish. El año pasado Vegetta propuesto ir a montar a caballo lo cual, aunque en un momento sonaba simple, terminó siendo increíble pues al terminar su recorrido llegaron a un lugar improvisado pero hermoso, donde cenaron y disfrutaron de un espectáculo del cual Vegetta se había hecho cargo. El rubio, no queriendo decepcionar, había decidido que esta navidad sería la mejor que él y Vegetta pasarían. Con ayuda de unos amigos ideó la cita perfecta que haría para que su novio tuviese la mejor velada que jamás haya experimentado en su vida. Estaba seguro de que su amor sería muy feliz, siendo eso lo que más le importaba al final de toda su misión.

Así mismo, tenía algo por su parte que haría de aquel día incluso mejor.

Pasó las noches ideando un plan, buscó por las frías calles restaurantes que tuvieran los platillos favoritos de Vegetta y siguió enfocado en que todo resultara perfecto que, sin querer, comenzó a descuidarse un poco. Cuando, el día antes de la cita, sintió que su garganta dolía, creyó que con un buen descansar y tomar agua caliente sería suficiente; sin embargo, el no poder casi hablar y el dolor de cabeza del día siguiente solo fue una señal de que, tristemente, su plan no iba a salir como quería. Foolish estaba enfermo, con el cuerpo adolorido y constantes estornudos. Se alarmó cuando vio el mensaje de Vegetta diciéndole que ya iba para su casa, yendo a la ducha y esperando que la congestión se le pasara. No fue así, estaba peor. Se cambió lo más rápido que pudo y tomó un antigripal para ver si le haría efecto, como si mágicamente las pastillas lo curasen. El timbre de la puerta sonó y se apresuró a abrir, notando con la cara sonrojada a un Vegetta muy bien vestido, y feliz, abrazándolo apenas lo vio y diciéndole lo mucho que lo extrañaba aunque solo hayan pasado menos de veinticuatro horas desde la última vez que se vieron.

— My love! — dijo, viendo por fin su rostro — ¡Estoy preparado para...! Eh... ¿estás bien?

— Of course, Vegetta, why do you ask?

— Tu cara quema. — se alejó, tocándole la frente y las mejillas. No ayudó mucho que Foolish estornudara en ese momento — ¡Estás con gripe!

— Is nothing! Puedo manejarlo — respondió — ¡Vamos! Hay mucho que tengo preparado para ti hoy y quisiera... — pero otro pequeño mareo lo detuvo, sintiendo las manos de Vegetta agarrar su brazo — I'm fine...

— No lo estás. — respondió Vegetta — Y no voy a dejar que te enfermes más.

La cita perfecta había sido cancelada.

Vegetta le insistió en ponerse la pijama pero Foolish no quería quitarse la casaca ni que Vegetta la toque por nada del mundo. Este no puso objeción, no estaba para discusiones, por lo que lo guió hacia su cama y le dijo que esperara ahí a que le trajera algo caliente de comer. Foolish se sintió desfallecer: todo había sido en vano. Rebuscó entre sus bolsillos la razón por la que no quería quitarse la casaca: los boletos para el planetario, los vales de todo lo que puedas comer en el restaurante favorito de Vegetta, las entradas al parque de diversiones y las clases en la pista de patinaje que consiguió, ahora inservibles porque los estornudos y el dolor no paraban. Se lamentó por Vegetta, quien lucía tan hermoso cuando lo vio al entrar a su hogar, ahora con ese traje desperdiciado e incapaz de resaltar entre la multitud por quedarse a su lado a cuidarlo.

Tocó el bolsillo de su casaca una vez más, lamentándose de tampoco poder ser hoy el día donde podría mostrarle aquello que estaba preparando con mucha emoción.

— Siéntate, aquí tienes sopa hecha por mí. — el de ojos púrpuras volvió con el aperitivo, cuyo aroma cálido y reconfortante calmaron al rubio — Veo que la poca fiebre que tenías ha bajado ¿Puedes comer por tu cuenta?

Foolish recién pasaba por el primer día de enfermedad, por lo que era capaz de valerse por sí mismo. Aun así, negó con la cabeza, esperanzado en que su novio le dé de comer (no iba a desaprovechar la oportunidad por más triste que esté). Vegetta rio, sabía muy bien cuando Foolish mentía, mas no puso objeciones y, con cuchara en mano, comenzó a darle pequeñas cucharadas hasta que el bowl terminó completamente vacío.

— Delicious! — quiso gritar, pero se detuvo al sentir la incomodidad en la garganta.

— No te preocupes por hablar mucho, me quedaré a tu lado por cualquier cosa que necesites.

— No tienes que hacerlo realmente.

— ¿Eh? Es navidad, no voy a dejarte solo. Es más... — Vegetta agarró la mochila que trajo consigo y sacó un obsequio, dándoselo a Foolish — ¡Feliz navidad! Este es tu regalo.

Foolish abrió el paquete con curiosidad, revelando una gorra de lana con forma de tiburón. El de ojos verdes quiso reír, poniéndosela y haciendo así parecer que el pequeño ser marino quería comer su cabeza.

— Me encanta. — agradeció — ¿Cómo sabías...?

— Jaiden me contó como viste esta gorra la vez que pasaron por la feria. — respondió — Me llevó hasta ahí y pasamos tres horas jugando en los juegos mecánicos solo para conseguir los tickets suficientes para intercambiarlo. — explicó — así que realmente es un regalo de los dos, aunque ella insistió en darme todos los créditos. Cuando la veas, ¡dile que también es un regalo suyo! No por nada ambos nos esforzamos.

— Of course, thank you very much to both of you.

Luego de eso, Vegetta se recostó al lado de Foolish y lo abrazó, escondiéndose los dos bajo las sábanas. Foolish tenía miedo de que Vegetta se contagiara, mas este le dijo que no importaba, que si se contagió seguro fue cuando Foolish estornudó mientras le daba de comer la sopa.

— En fin, my love, ¿te apetece ver una película conmigo? Si no estás lo suficientemente cansado para dormir, por supuesto, me gustaría pasar el resto de la tarde contigo.

— No estaría mal, siempre y cuando estemos juntitos.

— Eso no lo dudes.

Vegetta terminó poniendo una típica película navideña que pasaban por la televisión. Los dos en un inicio prestaban atención a la historia, mas conforme pasaban los minutos se distrajeron en la mirada del otro, dándose mimos y acurrucándose en la calidez de la cama. A Foolish esto le encantaba, poder estar simplemente con Vegetta, solo siendo el mundo del otro. Aun así, hubiese deseado tenerlo en esos instantes aprendiendo a patinar en el hielo o ver su carita emocionada en el planetario. En cierto momento, el celular de Foolish comenzó a sonar, viendo este que se trataba de la tienda donde compró el regalo de Vegetta, diciéndole que ya podía recoger su pedido.

— Ah... tengo que ir por tu regalo. — se quiso parar de la cama ante la mirada juzgadora de Vegetta, quien negó con la cabeza y le hizo volver a echarse. — Vegetta!

— Estás enfermo, Foolish, eso puede esperar. — dijo — O puedo ir yo.

—Tengo que ser yo, está a mi nombre. — suplicó.

— Tu propuesta de este año es alterar mi corazón de preocupación. — exageró.

— Mi amor... please.

Vegetta era débil a la mirada de cachorrito que Foolish le hacía. Bufó, moviendo las sábanas y ayudándolo a pararse.

— Vale, voy contigo, la sopa y las medicinas que tomaste parecen estar haciendo algo de efecto, pero me niego a que me llamen y me digas que te has desmayado en plena calle.

Vegetta se aseguró de que Foolish fuera bien abrigado para que el frío no le dé. Así, los dos emprendieron camino a la tienda donde Foolish había ordenado el regalo de su novio, no muy lejana en realidad de su casa, esperanzados de que solo sería ir y volver en menos de media hora. No obstante, la suerte no estaba de su lado: había demasiada gente. Vegetta le sugirió regresar, mas Foolish estaba decidido a no marcharse del local hasta obtener el regalo. Así pues, los dos se pusieron detrás de otros compradores y esperaron en la cola hasta que sea su turno. De vez en cuando, Vegetta chequeaba que Foolish no se sintiese mareado, distrayéndolo con anécdotas o buscando asientos cercanos para que descansara. Foolish se sentía como un niño pequeño, inútil por sentirse débil y haciendo preocupar a su novio, aun así, seguía firme en darle su obsequio, pues era una de las dos cosas que aún podía controlar en ese día. Finalmente, una hora después, los dos lograron llegar al mostrador y Foolish presentó los papeles que indicaba que estaba ahí para recoger un pedido. La señorita frente a ellos lo agarró, buscando el dichoso objeto y terminando por entregarle al rubio una cajita negra muy elegante, con un lazo dorado formando un listón.

— For you. — susurró, para no sentir el dolor de su garganta y ya alejados del mostrador.

Vegetta recibió la caja y la abrió antes de salir de la tienda, ya que ahí el clima era calientito y Foolish no se congelaría. El regalo, al abrirlo, traía una bolsita que, recelosamente, guardaba una hermosa bufanda morada hecha de lana que, en una de las partes finales, tenía incrustada una especie de pin con forma de V, dorada.

— ¡Es bellísima! — el muchacho de los ojos púrpuras miró con mucha alegría aquella dichosa prenda, pero en lugar de ponérsela a él mismo terminó por acercarse a Foolish y rodear su cuello con la bufanda. — Muchas gracias, mi amor.

— Merry Christmas! — respondió — But... se supone que tú debes usarla.

— Yo sé, pero me encantaría muchísimo que la lleves tú mientras volvemos a casa, ¿sí? Para mantenerte cálido.

— Well...

— Te vez muy sexy con ella, por cierto.

— I will wear it!

Vegetta lo volvió a tomar de la mano y ambos, por fin, salieron del establecimiento. Caminaron unos minutos en silencio, sin ser incómodo, simplemente con la idea de llegar y poder descansar para así evitar empeorar la condición del rubio. Foolish aún se sentía mal sabiendo que, sin querer, había estropeado lo que se suponía sería el mejor día de sus vidas. Se lamentó, sin darse cuenta que Vegetta no dejaba de mirarlo con genuina preocupación.

— De verdad no tienes que sentirte mal por lo de hoy. — dijo Vegetta, llamando su atención — mira, no pensaba pasarme el día como tu enfermero y luego en una cola de una hora, pero estar contigo es más que suficiente para mí para ser feliz.

— Didn't it bother you? Wasn't it a waste of time?

— Bobo, ¡jamás! ¿Qué clase de novio sería si me enojara solo porque te enfermaste antes de una cita? Ya habrá más y, después de todo, ¡siempre me divierto contigo!

— ¿Aunque sean interminables colas y cocinar sopas?

Vegetta acarició los cabellos dorados de Foolish, mirándolo con una sonrisa.

— Ay, Foolish, estaría encantado de pasarme horas y horas en las tiendas en busca de regalos y hacer todas las sopas posibles si tú eres mi compañía. — respondió — pero ahora estás enfermo y quiero que te recuperes pronto así que apresurémonos y volvamos a tu hogar.

Foolish sonrió, seguro de las palabras de su novio. Le dio un abrazo, agradeciéndole por siempre estar a su lado para después tomarlo de la mano y dejarse guiar por el sendero lleno de nieve de camino a casa. Con la noche frente a ellos, las luces que rodean los árboles de aquel camino hacen del ambiente acogedor y romántico, solo logrando que Vegetta se aferre al brazo del rubio y recueste su cabeza en él. Los dos continúan con su travesía, hasta que divisan un pequeño banco donde Foolish le pide quedarse a descansar.

— Ya estamos a pocos metros de tu casa. — susurra Vegetta, mirando como Foolish dejaba la bolsa en el piso — Podemos descansar en tu habitación.

— I know, but there is something else I want to tell you. — lo toma de las manos, acariciándolas al punto de hacerle cosquillas a Vegetta. — La última parte de mi propuesta que sí puedo cumplir.

— Puede ser en casa, my love, no quiero que te enfermes más.

— Just five minutes, ¿sí? — le susurró, nuevamente con los ojitos de perrito.

— Muy bien — le volvió a acomodar la bufanda — cinco minutos.

— Thank you! Bien, Vegetta. — dice, viendo como el amor de su vida le sonríe y asiente — El amor que siento por ti no ha hecho más que crecer desde la primera vez que me dijiste que también me querías, incluso podría decir que antes. — rio, esperanzado en que su español esté bien — Han sido unos años maravillosos a tu lado, siempre apoyándome, amándome, compartiendo aventuras o simplemente no haciendo nada.

— Hoy estás más romántico de lo normal. — respondió, ordenándole un mechón que caía por su rostro. — No te voy a negar que eso te hace lucir más atractivo.

Foolish suelta una risilla avergonzada, sintiendo como sus mejillas comenzaban a calentarse y no por la fiebre.

— Hemos pasado por muchas cosas juntos, tanto buenas como malas, pero siempre salimos adelante de una forma u otra.

— Y siempre será así, mi amor. — acerca su rostro a él y chocan sus frentes con delicadeza, sintiendo la calidez del otro — ¿Puedo besarte ahora?

— ¿No te contagiarás?

— Puedo correr el riesgo si se trata de ti.

Lo que recibe como respuesta son los labios del rubio besando los suyos. Ambos sonríen durante el ósculo, incapaces de estar por mucho tiempo sin sentir aquella adictiva sensación de las cuales solo ellos son dueños.

— Sé que siempre será así, mi amor, por eso... — estornuda, ante la mirada curiosa y divertida de Vegetta. — Eh, por eso... — Foolish se agacha, sacando una pequeña cajita que guardaba con recelo en su bolsillo. Nervioso, mira a los ojos púrpuras que tanto le encantan, notando como estos tienen un brillo particular, una mirada de amor única que es solo es dedicada a él, a Foolish. Abre la cajita de terciopelo morado, revelando un hermoso anillo de plata con pequeñas piedritas brillantes incrustadas en él. Simple, pero elegante, tal y como Vegetta se lo merece, Foolish toma un largo suspiro antes de continuar — Aquí, durante navidad, por esta y muchas más que ansío compartir a tu lado, Vegetta... will you marry me?

El hombre de ojos púrpuras tapa su boca con sus manos y sus ojos se cristalizan. Por un instante, Foolish piensa que ha arruinado algo, que lo ha puesto triste, mas todas sus dudas se borran cuando puedo observar nuevamente el rostro de Vegetta, con aquella sonrisa blanquecina, llena de un sentimiento dulzón y amoroso que lo vuelve loco.

— En esta vida y en todas en las que nos encontremos, la respuesta siempre será sí.

Vegetta extendió sus brazos y corrió a abrazarlo. Los dos comenzaron a dar vueltas en su lugar sin separarse, alegres de que la propuesta final, la más importante, haya salido espectacular. Finalmente, se detuvieron para que Foolish pusiese el anillo en el dedo de su novio, quien no dejaba de decir lo hermoso que aquel objeto era y lo emocionado que se sentía de que se iban a casar.

— Estoy tan feliz de que hayas aceptado, mi amor. — respondió el de ojos verdes.

— ¿Por qué no lo haría? ¡Sabes que te amo demasiado! — rió — Y como te amo demasiado no quiero que sigamos más tiempo en el frío. Foolish, ¡apurémonos! Que debes estar en perfectas condiciones para darles a todos las noticias conmigo y... — un leve estornudo salió esta vez de parte de Vegetta, quien se quedó estupefacto por unos instantes. — Oh.

— Do not worry, mi amor, I have medicine at home!

— ¡Pues apurémonos antes de que esto empeore!

Y corrieron, aunque con risas que se desvanecían en el aire, con sonrisas luminosas que acompañaban las luces navideñas y miradas de amor de dos amantes que no esperaban a poder descansar y profesarse su amor en aquella noche tan mágica para los dos pues, a pesar de todos los inconvenientes, a pesar del augurio del mal día, la sola compañía del otro, combinados a su amor, fue suficiente para iluminar aquella velada y convertirla en la mejor. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top