Primera vez viendo la nieve
No es la primera vez que presencia la nieve. Si rebusca en sus memorias puede aún sentir el frío que le hacía tiritar, la caricia de las hojas caídas y lo húmedo de la nieve que, cual manto blanco, tapaba el jardín de su casa en vísperas de navidad. Recuerda también, con sonrisa emocionada, como se apresuraba en vestirse para salir de su hogar y hacer ángeles y muñecos de nieve cada año, pues en la ciudad donde solía vivir de niño era común presenciar los copos de nieve y esta misma durante las épocas navideñas, hecho que dejó de ser testigo al mudarse a otro país por mejores oportunidades laborales.
— ¡Es hermoso!
Sin embargo, era la primera vez que veía la nieve en compañía de Vegetta y Leonarda. Habían decidido pasar las fiestas en un poblado, lejos de la ciudad, siendo sorprendidos por la nieve a pocos días de celebrar las festividades. Foolish apenas llevaba viviendo con ellos medio año producto de su boda con el hombre de brillantes amatistas, siendo esta la primera Navidad que pasarían juntos como familia. Aún se sentía nuevo en aquella familia de dos, esperando poder agradarle a Leonarda y, algún día, poder ser llamado papá por ella, siempre y cuando la niña lo deseara.
— ¡Es fantástico! — gritó la pequeña Leo nuevamente, agarrando la cámara que llevaba colgada en su cuello para tomar una foto del paisaje. Posteriormente, agarró un montículo de nieve que terminó soltándolo al instante — Ugh, ¡helado!
— Y eso que estás bien abrigada. — respondió su padre, dándole sus guantes para que no pasara más frío — He venido a este lugar por tantos años y, aun así, es la primera vez que veo nieve.
— Really? — fue Foolish quien esta vez habló, tomando las manos de su pareja para hacerlo entrar en calor — Se han perdido bastante entonces, ¡hay mucho por hacer!
— ¿Cómo qué? — la voz de la niña los llamó, y Foolish se acercó a ella con una sonrisa imborrable.
— Déjame enseñarte.
Llevó a su esposo y a Leo hacia una parte donde la nieve se hallaba en mayor cantidad y comenzó a formar bolas de nieve, ante las curiosas y atentas miradas de la niña y Vegetta, respectivamente. El de ojos esmeraldas, al terminar, miró a sus dos seres queridos y, con una sonrisa maliciosa, le lanzó con delicadeza aquel objeto helado a Leo, quien entendió en ese mismo instante lo que el rubio quería hacer.
— ¡Guerra de bolas de nieve! — gritaron los dos.
Se pusieron en ambos extremos y comenzaron a crear más bolas de nieve. Vegetta en un inicio fue reacio a participar, mas terminó cediendo y se dedicó a crear un fuerte para que Leo pueda protegerse de los ataques de Foolish. La puntería de tanto la pequeña como de Foolish era casi perfecta, terminando con la mayoría de la ropa ya algo mojada debido a la nieve. Vegetta rodó los ojos, mas era evidente que estaba contento con tan solo ver a su familia divertirse. Luego, cuando ya se habían cansado, Foolish les pidió a ambos echarse a su lado y comenzar a mover sus brazos y piernas para crear los tan famosos ángeles de nieve. Leonarda se movía con rapidez, pues quería crear tantos ángeles como pudiera; Foolish y Vegetta, por su parte, crearon los ángeles sin dejar de tomarse de las manos, con pequeñas risillas nerviosas y uno que otro piropo en susurros. Finalmente, los tres comenzaron a hacer gigantes bolas de nieve para poner una encima de la otra, creando un muñeco que vistieron con la gorra roja de Leo, la bufanda de Vegetta y ramitas que Foolish halló tiradas cerca de un árbol.
— Wait, tienes algo en tu nariz. — Foolish apartó un copo de la cara de Vegetta, desvaneciéndose a su tacto — Listo, tu lindo rostro nuevamente no tiene nada que lo opaque.
— ¡Foolish! — respondió este, sonrojado, pues la mano del aludido había pasado de la nariz del de ojos amatistas a su mejilla y, luego, a sus labios. Vegetta besó con delicadeza los dedos del rubio, notando como Foolish ahora se los llevaba a sus labios, causando un beso indirecto — Si quieres un beso solo pídelo, con gusto te daré todos los que quieras.
— Acepto tu oferta.
Su pequeño coqueteo fue interrumpido por la vocecilla cantarina de Leonarda, quien aún estaba emocionada por todo lo que había vivido dicho día.
— Esto es tan divertido, ¡solo había visto nieve en las películas! — Leo seguía sonriendo como nunca la pareja la había visto antes, dando vueltas alrededor del muñeco de nieve mientras le daba los últimos toques finales — ¿Puede todos los años nevar en Navidad?
— Eso no lo controlamos nosotros, pichón — respondió Vegetta, agarrando con delicadeza una de las mejillas de su hija.
— ¿Y quién dice lo contrario, mi amor? — para sorpresa del de ojos amatistas, Foolish lo contradice y, agachándose para estar a la misma altura de Leonarda, le sonríe — Leo, ¿qué te parece si cada año vamos a alguna ciudad o pueblo donde suela nevar? Así te puedo seguir enseñando todo lo divertido que es pasar una Navidad con nieve.
Los ojos de la pequeña se iluminaron cual luceros. Asintiendo frenéticamente, sonrió y corrió a los brazos de Foolish, abrazándolo.
— ¡Eres el mejor, pa Foolich!
Por un instante, Foolish sintió que el corazón se le detuvo. Era la primera vez que Leonarda lo llamaba papá, y sus ojos esmeraldas se cristalizaron ante las ganas de llorar de la emoción que le generaba ser digno de ese título. Mantuvo la calma, acariciando el cabello de la menor y dejando que se apartara de su lugar para continuar haciendo bolas de nieve. Vegetta, quien había notado la expresión de su pareja, puso una mano en su hombro y lo observó con la mirada de amor más sincera que pudo expresar. Foolish se paró, un poco avergonzado por su reacción, más el cálido beso en los labios de parte de Vegetta le hizo entender que no había por qué no sentirse feliz por tal momento.
— Me considera su papá, su pa... Vegetta, ¿lo oíste? ¡Me dijo pa! — su esposo ríe ante la efusiva felicidad del rubio — ¡Creo que este es el segundo mejor día de mi vida luego de nuestra boda!
— Leonarda siempre te ha querido mucho, Foolish, me alegra que por fin tenga la confianza suficiente para llamarte así. — la joven pareja se abrazó, observando a su pequeña hija seguir haciendo bolas de nieve a unos metros de distancia. — Gracias por amarla tanto como me amas a mí.
— De eso nunca dudes. — respondió — La nieve realmente ha sido un milagro, ser testigo de la primera vez que ustedes la ven... estoy muy agradecido.
— My love. — Vegetta agarró la barbilla de Foolish y lo volvió a acercar a él — Realmente, creo que el verdadero milagro en nuestras vidas has sido tú. — susurró, volviéndolo a besar.
Leo notó aquella escena y sonrió, emocionada de tener a unos padres que se querían mucho y la querían a ella también. Agarró su cámara y, sin perder el tiempo, les tomó una foto antes de correr hacia sus padres y abrazarlos.
Este tan solo era el comienzo de muchas, muchísimas navidades nevadas en familia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top