Atrapado debajo del muérdago

Ese día, Foolish había decidido que por fin se le declararía a Vegetta. Lo había invitado a la biblioteca la víspera antes de Navidad, bajo la excusa de que realmente requería de su ayuda para que le enseñe un tema del cual quería estar preparado cuando las clases se reanudaran. Sabiendo que a Vegetta le encantaba pasar tiempo en ese sitio (y enseñando) no fue una sorpresa para él que aceptara, por lo que ahora lo esperaba con muchos nervios y observando el reloj a cada instante, no pensando que esta era una cita de estudios porque, de hacerlo, se pondría aún más nervioso. El plan era simple: Pasarían un rato estudiando, Foolish agarraría un libro que tenía un muérdago dentro suyo, lo sacaría haciéndose como si no hubiese sido él el que lo puso ahí, agarrándolo de tal forma que la planta estuviese encima de ambos, quedando "atrapados" y terminando por confesar sus sentimientos.

Sí, era el plan perfecto.

— Good afternoon, Foolish! — la voz de Vegetta lo sacó de sus pensamientos, quien venía con unos libros bajo su brazo listo para ser su profesor. — Pensé que irías de fiesta con tus amigos en lugar de pedirme ayuda con un curso que recién verás el otro año.

— Quiero... ¡Quiero estar preparado para lo que venga! — respondió, no muy convencido — Tú sabes mucho y sabía que serías la mejor opción, ¡confío mi futuro universitario en ti!

— Ja, ja, ¡no seas dramático! — rio — pero prometo hacer mi mejor esfuerzo. Por cierto, tu español ha mejorado bastante.

— Oh... well, he estado tomando clases — respondió, más no fue capaz de decirle el resto del motivo.

Para poder seguir hablando contigo.

Los dos comenzaron a estudiar. Foolish realmente no estaba prestando atención del todo, ¿cómo podría? Si tan solo ver a un concentrado Vegetta era suficiente para hacerlo suspirar. Quería acercarse más, besarlo y abrazarlo, decirle lo loco de amor que lo hacía sentir y esperar como respuesta un "yo también". Foolish era un completo enamorado, por lo que ansiaba con todas sus fuerzas el poder cumplir con su confesión.

Pasada una hora, ya era momento de poner en marcha su plan. Agarró el libro con el muérdago en él, y le dijo a Vegetta que había visto un bulto en el libro por lo que lo abriría. Sin embargo, las manos congeladas del rubio hicieron que la planta resbalara de sus manos antes de que Vegetta se diera cuenta, cayendo este debajo de la mesa. Foolish se alarmó, ¡así no debían suceder las cosas! Agachándose y golpeándose la cabeza sin querer mientras intentaba atrapar la escurridiza planta, se le resbalaba de las manos por los nervios, más aún al escuchar a Vegetta, preocupado, porque el chico no dejaba de decirle que no necesitaba ayuda y que no se demoraría en recoger lo que se le cayó.

— ¡Lo tengo! — dijo el rubio, aunque el grito fue suficiente para que la recepcionista le llamara la atención, este se disculpó, moviendo su brazo para decirle que no lo volvería a hacer... y botando el muérdago una vez más — Shit!

— Foolish, en serio, ¿qué pasa? — le preguntó Vegetta, también parado, pues no entendía como la tranquila sesión de estudios estaba ahora alborotada.

— Nothing! Is nothing! — se apresuró a decir, mientras caminó un poco más para agarrar el muérdago — ¡solo no mires!

Para mala suerte del rubio, cuando ya estaba a punto de agarrar la planta, una tercera persona apareció y agarró el objeto. Foolish se paró frente a él, revelando nada más y nada menos que se trataba de su ex: Mariana.

— ¿Foolish? — dijo él, sorprendido de verlo ahí — Que raro verte aquí.

— Mariana!? — y volvió a escuchar un "¡shhh!" de la recepcionista — Lo mismo puedo decir de ti.

— Si no devolvía un libro, me multarían. — respondió, ahora mirando el muérdago que tenía en su mano — ¿Es esto tuyo? ¿Acaso sí sabías que vendría aquí? Ya que estamos debajo del muérdago no me negaría a que vuelvas a sentir mis besos.

— Eh!? No! — la recepcionista ya se había parado de su lugar — ¡No es lo que parece!

— Así que era eso lo que escondías de mí. — ahora era la voz de Vegetta la que escuchó. Volteó a verlo, notando una pequeña mueca de tristeza en el rostro del de ojos amatista — Mira, si querías ver a tu ex no era necesario que me usaras de coartada. Yo, eh... me iré yendo para dejarlos solos.

¿Cómo todo había terminado así? Foolish sentía su plan desmoronarse ahora viendo al actual amor de su vida saliendo de la biblioteca a paso veloz. Volvió a ver a Mariana, quien arqueó una ceja, y se disculpó por el mal entendido. Este bufó, diciendo que se lo perdía, pero a Foolish le daba igual. Corrió e ignoró a la recepcionista, quien parecía aliviada de que por fin se fuese, y llegó hacia el umbral de la puerta de la biblioteca, donde Vegetta se había detenido por un instante para asegurarse de que se llevaba todos sus libros.

— Vegetta! — dijo, recuperando el aire — ¡Espera! ¡Fue todo un error!

— Lo sé, debiste invitar a Mariana mejor. — respondió, suspirando — No te preocupes, todo sigue bien entre nosotros.

— ¡No! Déjame explicarte, por favor.

— ¿Qué habría que explicar?

— ¡El muérdago! ¡Era en realidad para mí y para ti!

Los ojos de Vegetta se agrandaron, y Foolish sabía que ya no había marcha atrás.

— Lo que quería decirte, Vegetta, es que me gustas mucho. — terminó por confesar, sin dejar de mirar a las atentas amatistas que cautivaron su corazón — Desde el día en que te conocí, luego en las veces donde nos reuníamos en equipo para los trabajos de la universidad, tus historias infinitas, los días donde solo te veía a ti siendo el primero en llegar a la clase... sé que suena estúpido, soy un estúpido, solo quería confesarme bien hoy y lo he arruinado. No sé cómo expresarme bien con palabras, por lo que creía que lo del muérdago era una buena idea pero terminó todo en un mal entendido, ya todo está arruinado, lo siento.

Vegetta siguió sin decir palabra alguna por unos instantes. Suspiró, alzando su mirada y pensando quien sabe en qué. Para Foolish aquellos segundos eran interminables, ni en sus sesiones de estudios más pesadas había sentido pasar el tiempo tan lento.

— Foolish, tú... — inició, el aludido se tensó — también me gustas, ¿por qué crees que aceptaría ir a la biblioteca a estudiar un día antes de navidad? Hasta yo tengo mis límites, ¿sabes? — rio — No tenías que pasar por todo este plan meticuloso para atrapar mi corazón, con un me gustas, chocolates y flores hubiese bastado, al menos para la confesión, ya pasando los meses mis estándares pueden que suban. — sonrió esta vez, posando una de sus manos delicadamente en la del rubio.

— ¿Lo... lo dices en serio? — respondió, el corazón a mil por hora.

— Muy en serio... aparte, tu plan del todo arruinado no está.

— Huh?

— Estás atrapado.

Sin entender el porqué de esas palabras, Vegetta le señala que mire hacia arriba viendo como, en la puerta de la biblioteca, un muérdago se encontraba encima de ambos. El cuerpo de Foolish se erizó, más cuando sintió como ahora las dos manos de Vegetta agarraban sus brazos y lo acercaba a él para besarlo. Sus labios, ahora unidos a los de él, bailaron con timidez al inicio y siguieron con más confianza hasta que ya ni recordaban cómo era estar apartado del otro. Vegetta aprovechó para rodear el cuello de Foolish con sus brazos, y este hizo lo mismo, aunque rodeándole la cintura. Concluyeron el ósculo por la falta de aire, sin dejar de observarse y sonriendo por lo que acababan de hacer.

— Fue el mejor beso de mi vida. — susurró el rubio, ante las sonrisitas de Vegetta.

— El mejor beso de tu vida hasta ahora. — respondió su acompañante — sabes que no necesitas de un muérdago para besarme cuando quieras de aquí en adelante, ¿cierto? Y lo mismo va para mí.

— Estaré más que encantado de recibir todos tus besos. — afirmó.

— Good, good. I like you, Foolish. I love you. — lo volvió a tomar de la mano y comenzaron a bajar las escaleras, sin dejar de observarse con la mirada de enamorados más sincera que podían demostrar — ¿Vamos por mis flores y chocolates?

Foolish soltó una carcajada.

— Vamos por tus flores y chocolates, mi amor.

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