Él dibujaba sonrisas en su rostro, ella escribía en la piel una promesa ansiada; ambos se sentían libres de ser conscientes en su naturaleza.

Ella miraba el tiempo correr, entre sus sueños, letras y personajes.

Él hacía lo mismo, pero desde la nieve con carboncillo y pintura. Arte a manos llenas.
Sabían que, siendo jóvenes, cometerían errores, que la inocencia se iría y las cicatrices del alma no.
Él, con miedo a no sobrevivir, a dañarla, la dejó para que ella pudiera volar, seguir soñando con su independencia. Ella murió un poco más tarde. Él sabía que ella podría volar, que conseguiría otro para volar como ella lo merecía.

De inmediato se arrepintió porque él sabía que ella lo adoraba.
Pasaron horas, días y meses.

Como él lo supuso, ella sobrevivió; pero lo que él no acató era que ella decidió esperar, aunque se hiciera daño, aunque su familia y amigos le dijeran que era algo estúpido... Ella lo esperó con la herida abierta.

Hasta que lo vio andar por sus praderas, con unos años de más, pero con los mismos miedos, con los mismos ojos negros, con la integridad y la muerte sin luz.

Él volvió a ella, con el palpitar del frío, de la lluvia. La hizo suya, le dio amor, sexo, calor junto a un juramento de que no lo volvería a buscar, que harían lo posible, para no encontrarse, aunque ambos sabían que era imposible. Es que se amaban, esos dos locos se amaban hasta la muerte.

Ella siempre lo llamaría con la mente, aunque no quisiera, y de vez en cuando preguntaría por ella, puesto que su sueño era verla feliz, sin más.

De alguna manera eran idiotas, porque el destino juega a encontrar sus pares desde el primer momento de nacer. Lo que ella hizo fue obedecer a su corazón y continuar con su vida; ya habría tiempo para levantarse, aunque lo amaba.

Él ni se imaginaba que ella lo esperaba, para al menos hablar y decirse mentiras.
Esas mentiras que camuflan verdades, en las acciones...

El reloj del tiempo se volteó, y los llamó a todos dos para volver a unir a esos dos: la luna y el lobo, el fuego y el aire.

Los amantes vuelven más juntos, con un hilo tan fuerte y fino.