Te deseo
Como el café,
 Amargo, pero real
Como el cantar que escuchó en la ventana.

Te deseo, porque quiero
En la insistencia de la armonía,
En el querer mal y en el no encontrarte.
En la mañana, contigo en mis brazos,

 te deseo en lo contradictorio de ser una mujer libre y sangrar mi corazón por ti.

Te deseo en ese instinto animal,
motivo de latir las pulsiones, dejando la obediencia, la cual se ha dejado plasmar en la sociedad y de nuevo se encierra en cada persona para morir por ella.
Trascender en tu piel, en lo que muere, cada segundo te deseo en la mayoría de las mentiras, en las que te creo y en las que no.

En el brillo de la luna, en las cosas que no dices con tus labios, pero con las manos y piernas en mi cuerpo leyendo, mordiendo y acaparando toda mi atención.

Te deseo como el hambriento al pan, con necesidad, como la libertad, que no conozco, 

Como las lágrimas que caen un patrón del mal sueño. 

Te deseo, como las madrugadas que tuvimos jurándole al cielo, aquel para siempre que nunca tendremos, porque él para siempre es una cadena, que es nuestra y duele como eterno oscuro, que usa sus ángeles para martirizar a los ciegos.