Uno
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El reloj marcó las seis de la mañana del miércoles, él abrió sus ojos ante el insistente pitido de su despertador, sin mucha prisa miró a su alrededor; su casa seguía siendo como siempre, sus etiquetas estaban en los lugares correctos, todo estaba como lo había dejado hace seis años.
Sonrío para si mismo mientras salía con energía de la cama, y es que estaba tan feliz de volver a Peach Creek, tomó su teléfono celular para contactar a sus padres y decirles que había llegado con bien. Después de haberse mensajeado por un rato con sus progenitores, procedió a tomar un baño, su casa no estaba muy polvorienta, ya que su tía estaba viviendo allí temporalmente.
Después de haberse aseado con propiedad, se miró al espejo y soltó una risita al verse sin gorro; sí, porque precisamente había superado el afrentarse de su negro cabello, el cual ahora lo llevaba a la altura de los hombros. Se vistió con un atuendo sencillo; constaba de un suéter color verde pastel, unos jeans negros; todo acompañado de una chaqueta de mezclilla y zapatos del mismo color; negros.
Salió de su casa llevando su mochila a cuestas, miraba las calles con nostalgia, nada había cambiado demasiado. Había cerrado varios ciclos estando en Francia; había aprendido a no atormentarse por sus innumerables defectos, incluyendo lo de su cabello y algo de su timidez, pero lo que jamás pudo superar fue un viejo amor de su infancia; su primer, único y más grande amor; suspiró por enésima vez mientras pasaba frente a la casa de aquel sujeto, con la cantidad de amigos y popularidad que Kevin tenía, era imposible que tuviese tiempo de pensar en el tonto de Eddward Marion, ¿verdad?
El camino a la universidad fue relativamente corto, un par de cuadras cuesta abajo y listo, ya estaba en la puerta del campus, miraba con detenimiento las infraestructuras que para él eran fascinantes, sin mucho que pensar se dirigió directamente a la dirección académica para completar sus trámites de trasferencia.
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—¡Kevin!—llamó una eufórica mujer mientras golpeaba de manera insistente la puerta—. ¡Son las diez de la mañana!
Por su parte el pelirrojo se acurrucaba plácido entre las sábanas, pero al oír dichas palabras por parte de su progenitora se levantó de golpe—. ¡Diablos!, llegaré tarde—refunfuñó haciendo una pataleta, rápidamente salió de la cama y entró al baño como alma que lleva el diablo.
Salió del aseo dando vueltas cual tornado, se vistió con total prisa tomando su mochila poco después, bajó las escaleras de salto en salto siendo recibido por su madre en la cocina. Los ojos verdes de Kevin viajaron hasta el reloj en la pared; eran las siete y cuarentena de la mañana. Oh sí, su mamá había utilizado aquel viejo truco. Miró la dama con una expresión neutral, y ella sólo le regaló una sonrisa.
—¿Vas a desayunar?—cuestionó la mayor, a lo que su hijo negó diciendo que compraría algo en la cafetería.
Antes de salir tomó las llaves de su motocicleta y su casco respectivamente, se despidió con una ademán y se marchó a bordo de su furia con ruedas, iba cruzando las calles viendo como las casas y edificios pasaban a su lado convertidos en líneas de colores, él y su moto eran uno con el pavimento.
Apenas llegar a la universidad se ganó la mirada de las chicas; y es que para ellas era imposible no fijarse en Kevin Dorm, según ellas era el prospecto de chico prefecto. Pero él era totalmente inalcanzable, en ocasiones sólo buscaba relaciones de una noche, pero a las chicas no les importaba realmente, con tal de estar con el gran Kevin era más que suficiente.
Bajó de su motocicleta haciéndose el indiferente, colgó su casco del manubrio y se dio paso a través del campus.
— ¡Hey guapo!—le saludó un chico de cabellos color marino, se acercó al pelirrojo en un trote.
—¿Qué hay Nath?—respondió el ojiverde mientras veía a su amigo.
—Casi nada, sólo que me pareció ver al chico más hemroso del mundo—dijo haciéndole compañía a Dorm—, por cierto no eres tú—revelo Goldberg.
—¿Ah sí?—comentó Kevin un tanto desinteresado—, ¿y cómo lucía según tú?
Nathan suspiró al recordar la bella figura que se había atravesado en su camino—. Pues, tiene un hemroso cabello negro, ojos azules y una cintura que...—realizó una pausa dramática—. ¡Es totalmente mi tipo!—terminó por gritar llevándose una mano al pecho.
El pelirrojo no pudo evitar soltar una carcajada al oír los relatos de su amigo, si bien era cierto aquel peli aqua era extremadamente coqueto, y no era sorpresa que se lanzara sobre aquel que le llamara la atención.
Las clases estuvieron llenas de lagunas para Kevin, y es que Nathan había logrado sembrar la duda en su cabeza, ¿quién era aquel chico? Las primeras horas de la mañana fueron totalmente aburridas para él, sin contar el hecho de que había olvidado desayunar; ahora moría de hambre.
En cuanto acabó el período salió despavorido hacia la cafetería, entró en el recinto y precisamente ahí le esperaban sus amigos en una mesa.
—¡Chico Kevin, por aquí!—llamó un joven de cabellos azules, y a todo esto Dorm sólo le hizo una seña.
Se dirigió a la barra de comidas, eligió algo para almorzar; un poco de pastel de pollo, pan de ajo, una gaseosa y gelatina de limón; volvía caminado a la mesa cuando fue interceptado por su mejor amigo, el de cabellos marinos se veía cansado, al parecer había corrido un maratón.
Ambos tomaron asiento en la mesa junto a sus amigos, Nazz, Johnny y Rolf.
—Lo vi—murmuró Nath indignado mientras le robaba la gelatina a su amigo.
—¿A quién?—cuestionó Kevin mientras veía como el de ojos mieles devoraba su postre.
—A la lindura—dijo sin más—, lo vi con el par de tontos—habló en referencia a a Ed y Eddy—. No puedo creer como se hizo amigo tan rápido de ellos y no de mi—comentó haciendo un puchero.
Y a todo eso Kevin ni siquiera sabía de quién se trataba, pero por la manera en que su amigo lo describía, aquel chico debería ser una total belleza.
—¡Son las 11:11!—exclamó Nazz mientras miraba la pantalla de su móvil.
—Deseo conocer al amor de mi vida—que pidió el pelirrojo.
—Deseo poder hablar con la lindura—pensó Goldberg.
—Deseo poder pasar cálculo—meditó la rubia.
Y pensar que todo aquello ocurrió en tan sólo un segundo...
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—Ed, te ruego encarecidamente que me bajes—pidió el pelinegro mientas trataba de zafarse de los de su amigo.
—¡No!—exclamó el más alto—, anoche vi una película en que los aliens clonaban a las personas—comentó realmente aterrado.
—¡Bajalo ya tonto!—grito Eddy.
—Caballeros por favor, estamos en la biblioteca, les pido que guarden silencio—habló el de ojos azules.
—¡Sí eres tú!—dijo Ed soltando a su amigo rápidamente.
El trío de chicos se pusieron al día con sus asuntos, por su parte Eddy pidió una explicación del porqué Eddward ya no era cabeza de calcetín, y a todo esto el de fanales zafiros estaba más que dispuesto a contale con lujo de detalles sus experiencias en Francia.
—Muy bien ex-cabeza de calcetín—dijo el más bajo—, aún tenemos mucho de que hablar, pero lastimosamente debo irme—habló mientras se levantaba, seguramente iba a realizar alguna de sus clásicas estafas.
Por su parte Ed se retiró con la excusa de que debía buscar a Sarah a la escuela, que por cierto la pequeña y molesta chica tenía ya quince años.
Entonces aquel pelinegro quedó relativamente sólo en la biblioteca que a excepción de la trabajadora era el único ahí, así que sin pensarlo se calzó los audífonos y colocó algo de música para leer un libro muy a gusto, se medio recogió el cabello para más comodidad, y así sin más se lanzó entre las letras.
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—Te lo digo, la biblioteca es el mejor lugar para echarse una buena siesta— dijo el de cabellos marinos.
Y es que este par había decidido saltarse las clases del último período, después de escabullirse de los profesores lograron entrar en aquel recinto, caminaron a través de los pasillos hasta llegar a unas mesas bastante alejadas; estaban ubicadas detrás de unos anaqueles repletos de libros.
—Hey Kev—llamó el de ojos mieles—. ¿Qué pasó con Marie?—preguntó en referencia al último romance del pelirrojo.
—Sabes que ella no era mi tipo...—respondió mientras se dejaba caer en una de las sillas, pasó una mano por sus cabellos, soltó un largo suspiro y bajó la cabeza.
Nath sabía que aquella chica Kanker era la mejor de las tres, sin duda su actitud gótica era lo que la hacía encantadora en cierto sentido. Pero la rotunda verdad fue que ella lo dejó porque Kevin era un total descuidado y no era diferente en cada relación que tenía.
Goldberg recostó su silla a la pared, porque según él resultaba más cómodo dormir de esa manera, se llevó los brazos detrás de la cabeza y volteó la mirada hacia un costado, de repente su vista se vio regocijada por una bella aparición.
En un jadeó dramático se incorporó de manera estrepitosa, estrelló su manos sobre la mesa espantando a su amigo u ganándose una reprimenda por parte de la bibliotecaria.
—Ahí está Kevin—susurró notablemente emocionado mientras movía con euforia—, la lindura está ahí. Se cumplió mi deseo—dijo con las emoción raspando sus pulmones.
Después de muchos ruegos Nath logró convencer al ojiverde de acompañarle a hablar con aquel misterio chico de cabellos azabaches. A regañadientes se levantó de su sitio, siguió al de cabellos marinos, en cuanto llegaron ambos quedaron algo perplejos por el hecho de que aquel muchacho no notaba su presencia.
—Di algo tonto—comentó Kevin mientras codeaba las costillas de su amigo. Empezaron una especie de forcejeo mientras se daban golpecitos con las palmas de las manos y se daban jalones de cabello.
Ante aquellos movimientos extraños y bruscos llamaron la atención de Edd, lentamente subió la mirada para toparse con un par de chicos peleándose; carraspeó la garganta antes de hablar.
—Disculpen caballeros...—les llamó y ante aquello ambos muchachos se separaron fingiendo demencia—. Este no es un lugar apropiado para arreglar sus diferencias—murmuró poniendo un separador en la página que estaba leyendo.
Esa voz..., Kevin estaba seguro que la había oído antes, pero de forma más aguda, miró estupefacto los ojos azules de aquel chico, por su parte el azabache parpadeaba incrédulo mientras observaba el rostro del pelirrojo.
—¿Doble de?
—¿K-Kevin?
—¡¿Acaso soy el único que no conoce a la lindura?!
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Gracias por leer, disculpen si hay alguna falta ortográfica. Los quiero ❤️
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