Lectura 30. Estrés
Lectura 30. Estrés
¿Ves aquella flor?
Esa qué con mucha valentía... está luchando por sobrevivir.
Trata de zafarse desesperadamente de aquellas espinas.
Aquellas que la sofocan.
¿No la ves?
Es una lástima.
Pero...
Has un esfuerzo.
Era un día tranquilo, nada de qué preocuparse. Era verano, eso significaba sol, playa y muchaaaa cursilería. Como las clases ya habían terminado, el pequeño con solo 12 añitos de vida estaba jugando afuera de su casa.
Un pequeño castaño, con ojitos hermosos de color azul como el cielo, una sonrisa que te dejaba hipnotizado y personalidad alegre; era como un pequeño angelito recién salido del cielo.
Jugaba alegremente en las afueras de su casa, cuando una muy alegre noticia llego a sus oídos. "Iremos a la playa" Fue lo que escucho, ni bien escucho la palabra playa ya estaba corriendo a su habitación compartida y sacando de su armario todo lo que necesitaba. Su hermano que estaba despertando solo lo vio y volvió a su profundo sueño.
Un pequeño pelinegro, con profundos ojos oscuros como la noche, una sonrisa coqueta y personalidad reservada; todo un demonio... por así decirlo.
Cerca de aquella casa, se encontraba una mansión en la cual los rayos daban directamente a la habitación de cierto rubio. Un rubio que ya sabía lo que era el trabajo y a la vez la fama; sin querer despertarse se adentró más a su cama. Nadie lo despertaría de eso no había duda.
El reloj daba para las 11 de la mañana. Entonces lo inevitable paso...
El día 23 de Enero en las costas de España a las 9:34 de la noche una mujer había fallecido... y el día 24 de Enero en el corazón de un pequeño ángel a las 10:56 de la mañana algo se rompió.
Fue una noticia desgarradora para ambos; al enterarse que su amada madre, aquella que los consintió y amino en los momentos difíciles, había fallecido. ¿Quién se haría cargo de ellos? Su madre yacía en la morgue y ellos solo tenían a su amada abuelita que sufría de asma.
A veces la vida te pone pruebas y caes con ellas, pero solo nosotros decidimos si nos levantamos...
Esa frase quedo en la mente de Freddy y su hermano Fred.
(...)
Era de día, aunque las nubes decían lo contrario. Aquellas que parecían algodón en esos momentos estaban grises y con un aire a sufrimiento. Un perfecto día para el entierro de la madre de los pequeños.
No solo estaban destrozados, sino también incompletos. Como si una parte de ellos se iba con aquel ataúd de color café oscuro.
Estaban descendiendo el ataúd por aquel hoyo y el pequeño Freddy no aguanto más, no aguantaba el dolor de ya no ser consolado por su madre, y se echó a correr mientras sus ojos le picaban por las incontables lagrimas que salían de sus bellos orbes azules. Su hermano Fred iba a correr igual, pero la mano de sus primos lo detuvo. Nadie iba a por el castaño, pues todos sabían perfectamente que aquel niño necesitaba tiempo a solas.
-No me dejes... por favor...- Suplico el castaño que se abrazada a sí mismo, tratando de reemplazar los abrazos de su querida madre.
-Tranquilo... en unos meses ni la recordaran- Una voz tranquila y enternecedora llegaron a los oídos del ojiazul que se había dado la vuelta para observar al propietario de tan melódica voz.
Un niño de aparentemente 12 años, poseía rizos dorados como el sol y sus hipnóticos ojos de color plomo. Lo veía fijamente sin parpadear desde que intercambiaron miradas.
-Soy Golden Freddy mucho gusto- Se presentó aquel rubio, pero sus anteriores palabras hicieron que el castaño tuviera una mala idea de él.
-Yo nunca me olvidare de ella- Refuto el castaño con un toque de ira, no iba a olvidar a su madre. Nunca lo haría.
-Dije "recordaran" no "recordaras"- Freddy se dio cuenta de su error muy tarde y limpiándose las lágrimas que habían quedado en sus ojos miro al césped tímidamente.
-L-lo siento...- Se disculpó, su voz sonaba quebrada y a la vez avergonzada, mientras se disculpaba volteo ligeramente su rostro con las mejillas rosadas dándole un toque hermoso. Golden lo vio con ojos dulces y como por arte de magia vio brillos que salían del cabello del castaño.
-Tranquilo, se por lo que estás pasando- Con solo recordar aquellos sedosos cabellos que sentía cada noche cuando tenía una pesadilla, aquellos brazos que lo protegían de todo y aquellos hermosos ojos de su amada madre, hacían que a el pequeño rubio se le aguaran los ojos.
-M-me llamo Freddy- Se presentó el castaño. -¿Qu-que fue lo que le paso?- Pregunto el chico con orbes azules tenía un poco de curiosidad, pero ese tema era muy sensible, lástima que se dio cuenta muy tarde. –E-eh y-yo no quise... discúlpame- Arrepentido cerro los ojos fuertemente y bajo la mirada, como si fuera un perrito al cual están regañando.
- Estrés...- Dijo en un suspiro, el solo recordar las noches en que aquella bella mujer no dormía por causa de los papeleos asía que el pobre corazón del ojisplomo se achicara y por unos milésimos segundos dejara de palpitar.
¿Lograste verla?
Verdad que si
Estoy muy feliz
Ahora podrás cuidar de ella
Cuídala como si fuera una joya
Es una promesa
(...)
La joven pareja ya había cumplido 2 meses de casados, tenían una pequeña casa en la cima de una bella colina, donde todas las mañanas caía el sol. La pareja vivía muy feliz, sin ninguna preocupación. Hasta que Golden quedo a cargo de la compañía de la familia.
No había día alguno en que el rubio estaba sin trabajo, todos repito TODOS los días había reuniones y papeleo. Freddy estaba muy preocupado por su esposo, no podía dormir por pensar en cómo su amado se mataba trabajando, a pesar de que no les faltaba el dinero, el rubio debía de hacerlo, pues su familia había dejado ese cargo en sus manos. No era necesidad era obligación.
-Amor... deja de trabajar, luces muy agotado- Dijo el castaño que ya estaba harto de ver aquellas ojeras en su contrario. –Deberías tomarte unas vacaciones.
-N-no puedo... lo sabes bien... solo procura cuidar de ti, yo estaré bien. –Dijo el ojigris que no apartaba de vista la laptop que tenía, en ella miles y miles de documentos virtuales.
-Nada de eso, estoy preocupado ¿Sabes?, no puedo dormir por... estar pensando... no quisiera... que... snif... snif... que... t-tu... te... v-vallas. –Con aquellas palabras poco a poco se desplomaba, cayó en el piso de rodillas y lloro, no podía soportar ese dolor, aquel dolor que le causa ver a su esposo al estar arrancándose los cabellos por unos simples mensajes. Estaba harto.
-Oh... Freddy... osito...- Alejo la laptop de su vista y corrió a abrazar a su amado, aquel que siempre lo apoyo, ese pequeño castaño era la verdadera razón por la cual Golden podía levantarse todos los días... con solo ver su sonrisa las fuerzas del rubio regresaban... él era su todo. –Mi pequeño ,no llores... tranquilo... encontrare una solución... te lo prometo. –Le dio un cálido beso a su contrario, lo aferro a su pecho para que el ojiazul se tranquilizara pues aun seguía hipando y sollozando, le transmitió todas sus emociones, su tranquilidad, su amor, su paciencia. –Lo prometo.
(...)
Y en otras noticias... el joven empresario Golden Freddy fue reportado como desaparecido. La última vez que lo vieron fue con su esposo Freddy Fasbear. Se sospecha que fue secuestrado por una mafia internacional, las autoridades están trabajando en su búsqueda.
-Oye Freddy... ¿No crees que nos sobrepasamos?
-¿A qué te refieres?
-Mmmm... eso de la desaparición, del secuestro... creo que-
-Shhhh... silencio lindo, quiero dormir un poco más. –Ambos estaban recostados en una cama, el castaño abrazaba a su contrario buscando refugiarse. –Aun me duele la cadera ¿Puedes ir a hacer el desayuno?
-Claro, voy. –Y así ambos tuvieron un poco de tiempo a solas... aunque el pobre de Freddy no pudo caminar por una semana entera.
Valió la pena.
Fin
Roosal_Inda
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