Lectura 21. Ni Rosas Ni Juguetes
Ya era de noche; los grillos se daban a conocer, salían de sus pequeños escondites y se ponían a frotar una pata contra la otra para producir una melodía envolvente; la luna llena tan preciosa como siempre empezaba a brillar en la basta noche, con la intensidad del sol, su brillo daba a conocer las profundas y peligrosas zonas, como lo eran los callejones o quizás algún bar oculto entre las sombras.
Cerca de un pequeño pasaje, se encontraba un bar; sus fachas eran terribles al igual que el olor que emanaba de él, pero era un bar así que....En aquel lugar en una de las mesas se encontraba un pelinegro bien portado al igual que "perfecto" como solía llamarse él mismo, su personalidad dejaba mucho que desear, egocéntrico y presumido eran las perfectas palabras para describirlo, pero en el fondo de ese corazón negro también se podía divisar una persona amable y de buenos sentimientos .Si solo una persona sacara sus más profundos sentimientos seria proclamado como héroe quizás, o conocido como "El domador de la bestia". Fred tenía una reputación increíblemente mala en la preparatoria, con solo 16 años de edad ya se había ganado dos expulsiones y más de treinta suspensiones, y que decir de los castigos; un expediente de más de cien hojas.
Sin prestarle mucho interés a sus alrededores pidió un vaso de agua, no estaba para beber y emborracharse, y que al llegar a casa su madre lo matara a golpes, no estaba para eso; solo estaba en ese lugar con la finalidad de ver el entretenimiento; La preciosa Joy se encontraba entre aquellas concursantes, con la mentalidad de cantar con todas sus fuerzas y ser aplaudida por todos los presentes. Además que había salido para despejar un poco su mente pues hace ya algunos días un tipo extraño lo estaba acosando, todos los días se encontraba con un ramo de flores negras al pie de su puerta o quizás alguna carta, pero fue el colmo cuando escucho una guitarra en mitad de la noche la cual fue acompañada de una voz melodiosa, gracias a ese incidente, Fred supo que no era "ella" era "él".
-Ahora un aplauso para la señorita Joy que nos deleitara con la canción "Ni Rosas, Ni Juguetes"- Presento la persona encargada del pequeño concurso, en aquellos instantes cuando la rubia de ojos azules estaba pidiendo la pista musical y afinando su voz un chico, más alto que nuestro protagonista, se acercó a la mesa del pelinegro y le hizo una declaración.
–Lindo, ¿Quieres ir a mi casa?- Pregunto el apuesto chico con una voz coqueta a lo cual nuestro protagonista respondió con una mirada que decía: "¿Acaso tengo cara de prostituta?"
-¿Por qué no mejor escuchamos la canción? De repente ahí encontraras tu respuesta- La seguridad que poseía era extraordinaria pues la mayoría de personas que estaban en la mira del cantante famoso caían fácilmente con un piropo o alguna mirada atractiva. Pero Fred no era ese tipo de persona y menos se dejaría llevar por un completo extraño, ambos esperaron que la bella chica cantase para que el rubio ojos negros tuviera su respuesta.
–Comprar un boleto hasta la luna cuesta. Para que me ganes no alcanza una apuesta. Más te vale que a mí no me quieras convencer~- El chico ojos negros empezó a reír tranquilamente mientras voltea el rostro para confrontar al pelinegro, pero este ya no estaba y solo alcanzo a ver un poco de su cabello negro.
– ¡Ja! Un poco egoísta con un toque de egocéntrico... me gusta... y mucho.- Con aquellas palabras se retiró en silencio de aquel bar mientras la rubia de ojos azules seguía cantando dando todo de sí.
Mientras Fred caminaba por aquellos senderos oscuros y tétricos, pensaba en aquella canción, le resultaba gracioso pues en la primaria canto esa canción. Todo para hacer feliz a su maestra, la cual estaba en una crisis emocional.
Oyó un sonido tanto raro, como si alguien se hubiera caído de cara. Sin dudar ni tartamudear dijo -Hey teñido.... Ya sé que estás ahí.- Unas puntas doradas se asomaban con unos ojos simpáticos e hipnóticos.
–Lindo, dime ¿Ya pensaste en mi propuesta?- Un sonrojo se dio a conocer el las mejillas del pelinegro, el cual solo contesto con un chasquido y se volteo para retornar su camino, aunque... esas ganas de cantar no se le pasaban.
-Con esa carita de galán de feria. Con esas promesas que parecen serias. No te hagas el sordo escúchame~.- Empezó a cantar sin mirar a su contrario, mientras comenzaba a caminar hacia algún sitio. - Este corazón ya viene y fue de vuelta El que se hace el vivo sale por la puerta Ya no me dediques serenatas de balcón.- Un gran sonrojo se hizo presente en el rostro del rubio, el cual lo seguía de cerca.
.- ¿Sabías que era yo?- Intentaba disimular sus nervios, lo cual hacia muy bien.
-Yo no pasaría una noche contigo Que te quede claro si no has entendido Le cambie la letra a tu canción~.- ¿A dónde se dirige el pelinegro? - Te puedes ir, no me importa tu billete No hay rosas ni juguetes que paguen por mi amor Te puedes ir a la China en un cohete Ve y búscate una tonta que te haga el favor~.- Una gran decepción amorosa había cambiado a nuestro pelinegro, "Nunca me enamorare de otra chiquilla millonaria" fueron sus palabras al retirarse de una gran mansión con el corazón partido a la mitad.- Ya no queda nadie, se acabó la fiesta Deja de fumar que el humo me molesta Eres la manzana que no quiero ni morder~.- Sus palabras al cantar aquella canción se volvían más melancólicas al recordar su pasado, pero debía de ser fuerte. Mientras atrás suyo estaba el rubio con la cabeza hecha un lio. - No me digas que pretendes ser mi amante Yo no necesito ningún vigilante Para ti yo soy mucha mujer~.- Aquella ultima oración hizo que el rubio explotara en una risa tremenda por lo cual el ojos negros dejo de cantar.
–N-no me di-digas jajajaja que eres travesti jajajaja.- Su risa era contagiosa, ni tan fuerte ni tan débil.
–Eres un idiota, ¿Estas consciente de ello?.- Dijo para volver a caminar hacia su destino, una pequeña sonrisa se hizo presente en aquellos labios.
–Oye niñito no creas que te dejare ir tan fácilmente.- Empezó a acercarse más y más al pelinegro, el cual no tenía la menor idea de lo que le esperaba. –Te tengo.- Un fuerte abrazo se hizo presente en aquellos momentos, en un principio Fred quería alejarse y zafarse de cualquier modo para poder salir corriendo de aquel lugar y lejos de ese chico, pero poco a poco fue correspondiendo el abrazo, la calidez que emanaba el contrario era placentera, era como ir a un campo lleno de rosas negras, las favoritas de Fred, hundió su rostro contra el pecho de Gold para poder respirar aquel perfume exótico, tan cálido y confortable. –Entonces.... ¿Vamos a mi casa? Juro que no te hare nada... nada que no quieras. –Fred lo pensó, sería divertido burlarse de ese rubio oxigenado, además tenía la suficiente fuerza para tirarle un golpe y salir huyendo, no había problema alguno. No hubo respuesta y ambos, aun abrazados, se dirigieron hacia aquella mansión. -¿Qué demonios estoy haciendo? Se supone que le tiraría un golpe y lo mandaría a la comisaria por acosador... pero en cambio estoy caminando hacia su casa.... Aunque regresar a la mía es mala idea, Freddy se la pasaría molestándome y mamá estaría histérica....- Mientras caminaban muchas personas, las que estaban despiertas, los miraban con curiosidad. Dos chicos, uno abrazando al otro desde atrás y caminando como un robot, no era algo que pasara desapercibido. Pero la opinión de los demás era algo que no les importaba. –Llegamos.- Comento el rubio, mientras ambos caminaban hacia la gran puerta de color dorado, Gold apretó un botón y aquella inmensa puerta se abrió de forma inmediata, Fred estaba impresionado y su rostro lo delataba, de forma discreta miro de reojo a su acompañante y vio aquella expresión... tenía una sonrisa en el rostro.... Pero sus ojos demostraban melancolía y ganas de llorar...
-Hey, ¿Porque esa cara?- Las palabras habían salido de su boca sin su consentimiento ocasionando una vergüenza profunda en el pelinegro. Sin despegar la vista del frente empezó a caminar lentamente hacia el gran jardín. No hubo respuesta.
-Mamá, ya regrese...- Dijo con gran melancolía. Fred se detuvo en seco y vio como Gold agachaba la cabeza y seguía caminando mientras escondía sus manos en los bolsillos.
Dentro de la gran mansión, todo era silencio. No había sirvientas ni mayordomos, estaban completamente solos.
-¿Quieres algo de beber?- Propuso el rubio, mientras se dirigía a la cocina sin esperar una sola respuesta.
-Quiero saber porque miércoles me trajiste a tu casa.- Dijo firme y serio. Debía saber la razón, era de suma importancia.
-¿Jugo o agua? Yo sinceramente quiero un te je je je.- Que risa más falsa, era dolorosa y forzada.
-Oye no me ignores... tu eh...eh... Oye ¿Cómo te llamabas?- Rápidamente se acercó al rubio que aún se dirigía a la cocina.
-Me llamo Gold o Shadown Golden... como tú quieras llamarme...- Se detuvo y como todo un caballero se arrodillo y beso la mano de Fred, para luego voltearse y seguir con su camino.
-Mmmmm.... ¿Cómo yo quiera?... que tal.... Idiota.... Te queda el nombre....- Por alguna razón Fred quería borrar esa falsa sonrisa de aquel rostro y reemplazarla por una brillante y verdadera sonrisa. Una que hiciera feliz al pelinegro.
-Y porque tú no mejor te llamas... Lindo... Te queda el nombre...- Contraataco el rubio, lo dijo en tono de broma para lo cual Fred supo que su comentario había hecho efecto.
-Gracias... Idiota....- Guiño un ojo de forma coqueta para seguir con aquel juego de niños. Un tanto inmaduro pero divertido.
Hubo un gran silencio.
-Te quiero en mi cama ahora~.- Se volteo rápidamente y sujeto de la muñeca al pelinegro para decirle aquella frase seductora en el oído.
-Oye no te pases de la raya...- Dijo incomodo de la cercanía de el rubio, Creo que fue mala idea animarlo... me arrepiento en todo sentido.
-¿Qué no querías que me animara? Pensé que ese era tu propósito.- Dijo con cara de inocencia aunque de inocente no tenía nada... -Me conformo con un beso...- Dijo coquetamente mientras ligeramente se mordía el labio inferior.
-Ni loco... además porque haría eso ¿Eh?- Su orgullo hablaba en esos momentos. –Ni que estuvieras desesperado...-Dijo sin mayor importancia para luego fijar su vista en donde no estuviera los ojos del rubio. No escucho una respuesta por lo que se sorprendió. – ¿E-enserio?- Sus ojos revelaban impresión y un poco de burla por lo que el rubio se dignó a hablar.
-Desesperado ¿yo? Jajajajaja no me hagas reír, tengo millones y millones de chicas a mis pies incluso chicos que darían todo por un noche conmigo.- Se notaba confiado por lo que Fred no soporto y sin pensar, jalo al rubio hacia adelante para juntar ambos labios en un beso inesperado y tierno, como si fuese la primera vez de ambos, delicado y calmado, no duro mucho pues el pelinegro se dio cuenta de la situación y delicadamente se separó, Gold que lo veía con cara atónita no dijo más y se fue hacia su habitación.
-(Q-que he hecho... ni siquiera yo sé que me paso... con solo oír que tenía miles de chicas y chicos reaccione así...) Algo debe estar mal conmigo...- Escucho el sonido de la puerta abriéndose y vio a el culpable de sus acciones con una pijama en manos, de color negra.
-Toma ponte esto, sé que te gusta el negro, te quedara bien.- Dijo el rubio mientras le entregaba dicha prenda. –Por allá está el baño... aunque a mí no me importaría que te cambies delante mío...- Dijo mientras peligrosamente se acercaba hacia el rostro del pelinegro con segundas intenciones. Fred por su parte era un lio, su cabeza daba vueltas. –Iré al baño.- Dijo el pelinegro.
Pasaron las horas y aun no pasaba nada... ambos estaban en la habitación del rubio, Fred dormía en el suelo mientras que Gold en su amplia cama. Ya era de media noche y el pelinegro no podía conciliar el sueño, sin hacer mucho ruido se levantó y fue hacia aquel balcón a respirar un poco de aire puro. Empezó a ver las hermosas estrellas que iluminaban todo el cielo nocturno. De cierta forma se sentía melancólico y triste, volteo a ver y noto que el rubio no estaba en su cama, lo busco con la mirada y nada... ¿Dónde se ha metido?
(...)
-Lindo ¿Por qué no quieres darme una oportunidad eh?- Ya era de día y ambos estaba charlando de cosas triviales mientras desayunaban, cuando el rubio pregunto algo que no se debía de preguntar.
-Bueno... en primera, no eres mi tipo...-
(...)
-Muy buenos días señora... mi nombre es Gold.- Dijo de forma respetuosa.
-¡Fred! Estaba tan preocupada.- Un abrazo muy fuerte le dio a su adorado hijo el cual solo lo respondió de mala gana. -¿Dónde.... estabas?- Tan linda la señora... pero cuando se enojaba se convertía en un verdadero ogro, un aura maligna se apoderaba de aquella mujer cuando fue interrumpida por un chico ojos negros.
–Disculpe señora, pero fue mi culpa el que su hijo no llegara, mis más sinceras disculpas.- Unas dulces palabras hicieron que aquella madre se tranquilizara. –Pero a la vez quisiera pedirle permiso para iniciar una relación con su hijo.- ¿Nerviosismo? ¿Qué es eso? Por su parte Fred estaba confiado en que su progenitora diría que no.
–E-eh bueno... no sé qué decir...- Aquella mujer estaba pálida, como si hubiera visto aun fantasma, pero al ver la mirada desinteresada de su hijo mayor dio su respuesta. –Creo que no sería mala idea...-
-¡Q-QUE! MADRE NO PUEDES ESTAR HABLANDO EN SERIO, ¿YA LO VISTE? ES UN OXIGENADO.- De ninguna forma tendría una relación con el foco negro, pensaba Fred.
-Quisiera al menos intentarlo.- Perder no era una opción.
-Pero...Nada de Rosas.- Dijeron al unísono madre e hijo.
-Ni Juguetes.- Completo el rubio.
Fin.
Roosal_Inda
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