Odio

Las vacaciones eran algo que Lincoln esperaba con mucho interés, había programado todo para poder gozar de unos días tranquilamente para él solo y unos días con su familia, después de todo cuadrar la visita de su esposa a sus familiares, talleres y campamentos de sus hijas y sus propias vacaciones había sido toda una odisea, más el plan "asegurarse de contar con tiempo para mí en soledad para disfrutar de mis vacaciones antes de que salgamos todos a hacer algo en familia y pensar en un nombre más corto para el plan" había sido un éxito casi en su totalidad, pues al final no pensó en un nombre más corto, detalles más detalles menos, mientras conducía sabiendo que nadie le esperaba en casa, con una pizza en camino y la última temporada de la NBA esperándolo era todo lo que su cabeza era capaz de pensar.

Estaciono su vehículo casi derrapando y entro desenfrenado al hogar, dio un grito a la nada como una formalidad para asegurarse de que no había nadie y sin esperar una respuesta se desvistió para quedar en ropa interior, nada le impedía disfrutar con completa plenitud de su libertad y rogando que la pizza llegase pronto, se aventó al sofá y encendió el televisor.

- No sabía que aun guardabas el habito de estar en ropa interior.

- Por favor, sentir la brisa por todo tu cuerpo es de las mejores sensaciones de la vida y ya no hay nadie para juzgarme.

- ...

- ...

El grito de Lincoln fue tal que varios de sus vecinos salieron asustados de sus casas, creyendo que alguien acababa de ser arroyado por un vehículo, más el peliblanco estaba tirado en el piso, aferrado a una lampara mientras sentía que el corazón estaba por escapar de su pecho mientras notaba que la pelinegra estaba a un lado de donde hace unos instantes estaba sentado.

- Mmm... hace tiempo que no te asustaba.

- ¡¡¡¿Qué mierda haces aquí Lucy y por qué me asustas así?!!!

- Vengo porque necesito hablar contigo.

- Y una mierda, hoy empiezan mis vacaciones y quiero privacidad.

- No es como si no te hubiese visto en ropa interior antes.

- ¡Eso no me importa, fuera!

- ¿No podrías escucharme al menos cinco minutos?

- No, fuera.

Y presa aun del susto y la rabia, Lincoln tomo a Lucy de su camisa casi como si fuese un gato y la aventó fuera de su casa, cerrando la puerta con seguro.

- ¿Qué se cree esa tipa?

Pero al volver a su sofá, pudo encontrar a Lucy sentada tranquilamente.

- ¿Pero cómo?

- Volveré las veces que sea necesario, solo dame cinco minutos.

Haciendo un poco de presión sobre el tabique de su nariz delibero un instante, mirando cansado a su hermana menor directa.

- Solo cinco minutos y luego me dejas en paz.

- Gracias, verás, he estado hablando con mamá y se que he hecho cosas cuestionables estos últimos años, por lo que me siento arrepentida y quiero volver a hablar con ustedes.

- ¿Y yo como encajo en esto?

- Tu lengua es peligrosa, la más afilada de toda nuestra familia, ayúdame a convencerlos de que me dejen siquiera hablarles.

- ¿Y por qué debería?

- ¿Por qué soy tu hermanita?

- Dejaste de ser mi hermanita cuando comenzaste toda esta tontería pese a las advertencias que te di, que hicieras esas... esas tonterías con esos ancianos ya era malo, pero estafar a papá por dinero para publicar tu primer libro... casi pierde el restaurante por tu culpa sabias, si no fuera porque Lola logro regularizar todo...

- Se que no hice bien, pero incluso ya hablé con papá y me perdono, quiero pagarle de hecho, también quiero que las demás no crean que soy el monstruo que creen.

- ¿El arrepentimiento no te vino algo tarde?

- Mamá dijo que es mejor tarde que nunca.

- ¡Deja de poner a nuestros padres por delante!

Lincoln se veía realmente molesto, cuando eran niños Lucy no tendía a tomar en serio los enojos de su hermano al verlo como una figura de autoridad relativa, pero ahora que eran adultos, ver su expresión genuinamente molesta había sido suficiente para que ella estuviese asustada.

- L..Lo siento.

- ¡Un lo siento no arregla todo lo que hiciste! ¡Un lo siento no es suficiente para que te perdone solo porque apareces de la noche a la mañana diciéndome que estás arrepentida!

- L..Lincoln...

- Lincoln nada, - Este se volteó, incapaz de mirar a los ojos a su hermana. - Yo confié en ti, te ayude a prepararte para convencer a papá, ¿Y que me encuentro después? A papá casi perdiendo el sueño de su vida además de ser lo que nos dio de comer tantos años y un número bloqueado.

Lucy quiso refutar pero las palabras no le brotaban, algo curioso siendo que había dedicado su vida a perseguir su sueño de ser una escritora de renombre, el tono apagado en la voz de Lincoln denotaba el daño que este tenía en su corazón, había sido un momento de debilidad suya ante aquella oferta tan tentadora que solo resulto ser una vil estafa de alguien que estaba demasiado enceguecida para notarlo, por lo que sin saber como proceder con palabras, intento cerrar la brecha con su cuerpo, quería un abrazo, solo necesitaba eso, sentir el calor de su hermano bastaría para sentir que las cosas podían mejorar y no necesitaba más.

- Lincoln...

Pero al intentar cerrar aquel abrazo, este fue instantáneamente rechazado por el peliblanco.

- No me toques.

- Pero... hermano...

- Lo que hiciste fue grave, fue horrible, ni siquiera termino de entender cual fue tu ataque de honestidad que nos contaste todo lo que hiciste pero yo... yo no puedo ver a esa tierna niña que tanto apoyaba y que tenía ese carácter especial, que cuide y trate de todas las formas posibles de comprender... no puedo Lucy, no puedo verte y no rechazarte después de todo lo que hiciste... después de que me usaste y luego escapaste... no puedo.

- Lincoln...

- Vete por favor.

- Herma...

- ¡Ya vete Lucy! ¡Por favor!

Sus labios se abrieron ligeramente con el deseo de esbozar un último mensaje para su hermano, pero las palabras murieron en la boca de Lucy incapaces de ser entregados a el adulto quién cerro sus ojos mientas apretaba con fuerza sus puños, presa del aguante mental que estaba oponiendo para no devolverle todo el dolor que en su día le causo, quizás las demás solo lo habían visto como un acto cuestionable que dependía de su padre si perdonarle o no, realmente Lincoln no lo sabía, pero después de aquella bajeza, solo podía pensar en una cosa.

Él había perdido una hermana, la misma que ahora ya había abandonado su salón.

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