Lynn Jr
- ¡Piedra!
- Tijeras.
- ¡Jajaja! ¡Volví a ganar! Te toca sacar la basura Ronald.
- No me... sigh, olvídalo.
Resignado, amm, Harold, creo, fue a sacar la basura.
- o -
- ...en cuando a la recaudación de fondos para el viaje escolar de los chicos, quien más contribuyo fue... uhg, Lynn.
En ese momento la castaña se levanto del asiento y comenzó a celebrar frente a todos los padres que miraban con fastidio a la castaña deleitarse con saber que les había ganado.
- ¡Hahaha, Lynn gana esta ronda perdedores!
El viaje de ese año fue el más impresionante que tuvieron en esa escuela gracias a los enormes fondos obtenidos.
- o -
- Vamos hijo, te estoy esperando.
Lynn sostenía el bate con fuerza mientras miraba fijamente a su hijo quien le devolvía una mirada similar, apretando con fuerza la bola en su mano, sintiendo la presión del momento y el como caía sudor de su frente, a su lado, su padre y su hermana pequeña le observaban sentados a la sombra del árbol de su patio, el adulto con equipo de contención preparado y la niña con el número de emergencias preparado en su teléfono, solo por si acaso, obviamente.
- ¿No olvidaras tu apuesta si te gano verdad?
- Lynn Lunatica nunca se retracta, y tampoco pierde cariño, así que se buen niño y haz tu patético intento de superarme para ¡¡¡Destruirte!!!
- ¡¡¡Ahhhhhh!!!
- ¡¡¡Ahhhhhh!!!
- Mejor llama ahora a la policía cariño. - Dijo resignado el padre.
- Solo espero que sea el turno de John. - Dijo resignada la niña.
- o -
- Mañana la derrotare, lo juro, lo juro maldición.
El primogénito se mordía el pulgar con rabia mientras entraba a la casa y era seguido por su hermana menor, Lynn miraba satisfecha el cielo descansando sobre el bate que usaba de apoyo, cubriendo sus ojos con su mano para darse algo de sombra y poder admirar el gran tiro que había hecho tanto como a la patrulla retirarse y a su esposo volver caminando cansado luego de discutir con John, uno de sus vecinos y saber que aun le quedaba soportar el vitoreo de victoria de Lynn.
- No entiendo porque los Jefferson se quejan tanto, fue un tiro perfecto, de haber estado en un estadio hubiera sido home run, estoy segura.
- Lynn, esto no es un estadio, no estás jugando en las ligas profesionales, estabas contra tu hijo, podrías tenerle algo de compasión.
- ¿Compasión? ¿Por qué? Un juego es un juego.
- Eso no... ¿Has pensado en su autoestima?
- El chico estará bien, algo de frustración ayuda a forjar el carácter.
- ¿Frustración? Parece obsesionado con ganarte, estoy seguro de que eso no es sano.
- Debe aprender a lidiar con eso, no seré la única persona así a la que se enfrentara y para su desgracia tiene mí mismo espíritu competitivo, alguien tiene que enseñarle a perder.
- ¿Y tú cuando has sabido perder? Eres una pésima perdedora.
- Claro que lo soy, por eso no quiero que sea como yo.
La expresión risueña de Lynn cambio a una más seria, observando por la puerta de la cocina como su hijo le hablaba a su hermanita y su expresión pasaba de un rostro molesto y frustrado a reírse mientras molestaba a la niña.
- Creía que eras feliz con que él fuese como tú.
- Nah, tiene que ser mejor que yo.
- ¿Pero eso no significaría que él te ganaría?
Ante esa pregunta Lynn se quedo congelada un momento, observando perpleja a su esposo antes de reír a todo pulmón, asustándolo por un momento.
- ¿Ehhhh?
- Eres tan gracioso cuando quieres, - Lynn se logro recomponer y detener su risa, mirando orgullosa al chico una vez más. - Mi mayor victoria será el día que ese niño me derrote limpiamente, si puede conmigo, podrá con lo que sea.
Ahora fue el marido quien cruzo sus brazos, mirando seriamente a su hijo.
- ¿Eso significa que no dejaras de competir con él?
- ¿Te gustaría ganar sabiendo que te dejaron ganar?
- Ganar es ganar, sobre todo contigo.
- Supongo que no lo entenderías.
Dicho eso se encamino hacía el interior de la casa, preparada para la siguiente competencia que pudiese surgir con el chico quien no tardo en ofrecerle otra cosa, pero lejos de verse molesto por no ganar, parecía emocionado por enfrentarse a su madre una vez más.
Si su esposa tenía razón y el chico lo disfrutaba, ¿Quién era él para dañar aquella entrañablemente extraña relación madre-hijo?
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