Lucy

Ver sus redes sociales era jugar una ruleta rusa, nunca sabía si hacerlo le alegraría el día o la hundiría en un agujero del cual no sabría como salir, no importaba la cantidad de comentarios positivos que le llegasen sobre su trabajo, solo bastaba con que viera una critica o reseña negativa de su libro para que sintiese que todo lo que hacía era inútil, una pérdida de tiempo y que bien podría abandonar esa profesión ante gente que si tuviese un verdadero talento y pasión por ello, aquellos que con lo que fuese que produjesen sería un éxito, la gente que había alcanzado la cima y que sabían que no importaba la clase de comentario negativo que le arrojasen no significaría nada para ellos, ya tenían su lugar en el colectivo y nada los sacaría de allí, pero ella apenas había tenido un par de publicaciones, cada reseña negativa afectaba enormemente a sus productos y con un pequeño grupo de enemigos de su escritura ya significaría muchas pérdidas.

Ante eso, buscar su nombre le era una peligrosa adicción, cada día revisar algunas plataformas, sus redes sociales o algún comentario de la editorial le volcaba el corazón, le había costado lo suyo llegar ahí, incluso recordaba lo mucho que le costo que publicasen su primer libro, las cosas horribles que tuvo que hacer para obtener "contactos", como eso le había distanciado de varios de sus familiares y como muchas veces los había tratado como personas inferiores solo por esos libros que había logrado sacar.

No era una buena persona, lo sabía perfectamente, había hecho lo que fuese necesario para llegar a donde estaba y se arrepentía cada día, incluso en ocasiones llegaba a pensar que esas criticas negativas eran algo que se merecía.

Y aun con todo eso, seguía allí.

En su hogar, frente a su computadora, observando en su soledad nuevamente aquellas páginas y comentarios, una copa de vino a su lado y un amargo sabor en su boca que no se quitaba con nada eran sus compañeros de esa tarde cuando su teléfono comenzó a sonar, observando con pesadez como el número no era otro que el de su madre. Generalmente esas llamadas eran una vez cada uno o dos meses, tampoco tendían a durar demasiado, era principalmente su madre monologando mientras ella daba algunos monosílabos para demostrar que la llamada seguía conectada, no se sentía cómoda hablando con ella después de todo, pero luego de inhalar un poco de aire se armó de la suficiente fuerza para resistir el embate de la mujer una vez más.

- Hola.

- Cielito, mi Lucy, ¿Cómo has estado?

- Bien.

- Que bien, sabes, el otro día...

Le impresionaba la naturalidad con la que la mujer le hablaba, tenía tiempo que ni siquiera hablaba con sus hermanas y hermanos, sobre todo luego de que ebria en aquella tarde de acción de gracias develara como "paso sus clases finales" de la universidad.

Podía entender que se apartasen, incluso ella repudiaba las acciones que había tomado pero ya no podía hacer nada al respecto, esos sucesos ya habían ocurrido, había hecho suficientes cosas para avanzar más que cientos de otras personas en su posición y publicado un par de libros, había logrado dejar un legado consigo, podía escalar a más, pero a ojos de sus cercanos varias de sus acciones habían cruzado algunos limites que no debían superarse, y aun con todo, su madre seguía llamándola cada cierto tiempo, con la misma confianza de toda la vida, con el mismo ánimo, el mismo calor, uno que le sofocaba y le hacía morder su labio inferior cada que escuchaba su voz por el teléfono, impotente, ridiculizada, una persona como ella no merecía aquella atención que le estaba dando y eso era lo que más dolor le causaba.

Saber que su madre aun no se había rendido con ella.

- ...y para cuando llego el marido de tu hermana te juro que pensé que a tu padre ya le habría dado un ataque al corazón intentando bajar del techo jajaja.

- Mamá, ¿No crees que es suficiente?

- ¿Suficiente? ¿Ya hablé demasiado? Lo siento cariño, pero si estás ocupada ahora...

Ella no necesitaba esas atenciones.

- Te falle en más de un sentido, podrías quedarte con el resto de las chicas y olvidarte de mi de una buena vez y posiblemente ni siquiera te des cuenta.

Era lo mejor.

- Estas llamadas deben ser duras para ti, no es algo que merezca la pena tu sufrimiento.

Tenía que serlo.

- Yo sé... - Apretó el teléfono con fuerza. - Que si me olvidas de una buena vez tu vida será mejor.

Si Rita Loud se olvidaba de Lucy Loud, todo finalmente recobraría el equilibrio que la pelinegra rompió en su desesperado intento de llegar a la cima, un castillo de naipes que se derribaría con una pequeña brisa, una tan simple como la provocaría la voz de una mujer que ostentaba el título de madre.

- Lucy, ¿Tú sabes que te equivocaste cuando tomaste esas decisiones verdad?

- Si.

- ¿Y estás arrepentida?

Su brazo libre se aferro al que sostenía el teléfono, pellizcándolo con fuerza pese al nulo cambio en la voz de Lucy. - Si.

- Entonces estás bien y todo está resuelto entre nosotras.

- Pero mamá... lo que hice fue... imperdonable, un... error.

- Y todos tenemos derecho a equivocarnos, algunos errores pueden ser más grandes que otros, o quizás algunas veces somos inconscientes de lo que hacemos hasta que es muy tarde, pero está bien, puedes equivocarte Lucy, puedes fallar, fracasar, tocar lo más bajo, pero aun así estaré aquí para decirte que está bien y que puedes volver a levantarte.

- No lo comprendes, lo que hice fue...

- Un error que ya forma parte de tu pasado, así que déjalo ahí, aprende de él y se una mejor versión de ti mañana, se la grandeza real que hay en ti Lucy, créeme que lo sé.

Su mirada se centro en el comentario de una de sus historias el cual le insultaba por "la horrorosa historia que leyó".

- ¿Y qué pasa si no puedo superar mis errores?

- Te detienes, relajas, y ya cuando tengas más fuerzas lo vuelves a intentar cariño.

La llamada no duro mucho más, lo mismo que aquella lectura a los comentarios de sus lectores.

Por primera vez en mucho tiempo, sentía que era momento de descansar de aquel tortuoso ciclo para aspirar a un poquito más.

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