Botella

- Lo siento señora Santiago, pero con esto ya confirmamos su condición y los estudios solo confirmaron mis sospechas, usted es infértil.

Lori se dejo caer sobre el respaldo de la silla, incapaz de hablar, responder o siquiera reaccionar a la noticia, Bobby por su parte solo apretó con mayor fuerza la mano de su esposa, observándola por un momento mientras palidecía antes de volver a dirigir su mirada al médico frente a ellos.

- ¿Usted esta completamente seguro? ¿No existe una probabilidad de error o que se equivocaran con las muestras? Quizás esos parámetros que usted leyó tengan...

- Señor Santiago, lo siento mucho pero no creo que haya error en estos resultados.

- Ya... veo...

Bobby se quedo en silencio, todo lo que podía y quería hacer en ese momento era aferrarse a la mano de Lori, él bajo su mirada hacia sus piernas e intento despejar su mente, tanto él como Lori deseaban tener una gran familia, incluso en momentos de broma decían querer emular a la familia de Lori mientras que él haría uso de su característica de ascendencia latina, todas eran bromas y risas, varios intentos fallidos que terminaron por llevarlos en una extraña señal de preocupación a tomar medidas más científicas pero nunca esperaron que ese fuese realmente el resultado, la idea que por tanto tiempo soñaron había sido cruelmente arrebata por la persona de bata blanca sentada frente a ellos.

- Se que debe ser un momento muy difícil para ustedes, realmente lo lamento mucho, créanme, es algo difícil de asimilar cuando realmente tienen interés mutuo de formar una familia, pero si están dispuestos a alternativas más abiertas, hay otras vías por las cuales podrían formar una familia, usted señor Santiago no tienen ningún problema de fertilidad por lo que podrían...

- (Decaído) No creo que sea el mejor momento doctor.

- Entiendo. - El sujeto abrió un cajón a un costado de su escritorio, sacando varios folletos que puso frente a Bobby. - Existen varias alternativas adicionales, allí encontraran varias, primero les recomiendo que asimilen bien esto y luego... analícenlo con más calma, y nuevamente, lamento mucho su situación señor Santiago.

Bobby dudo si tomar los folletos, pero ante la nula reacción de Lori este simplemente los tomo al igual que se llevo a su esposa, despidiéndose de el médico mientras guiaba a la rubia quién se movía por mero reflejo, siguiendo a Bobby quien jamás soltó su agarre.

El viaje en vehículo fue silencioso, incluso la radio fue apagada, la llegada a la casa que compartían, el lugar en el cual encontraban un agradable calor hogareño ese día se sentía especialmente gélido, Lori avanzó sin mucho esfuerzo hasta la cama que compartían y se dejo caer en esta, Bobby no la siguió, sabía que en un momento así ella necesitaría despejarse primero y luego acudiría a su lado, verla en aquel estado catatónico le partía el corazón pero ni él sabía cuales eran sus propios sentimientos.

Claro que quería ser padre, claro que quería tener una bella descendencia con la mujer que amaba, ver pequeños Bobby's y pequeñas Lori's correteando por ahí, reconocía que no era la persona más lista pero aun así les enseñaría todo cuanto sabía y los volvería grandes personas de bien, los colmaría de su cariño y bendiciones, pero al levantar la vista no podía negar que ese lugar se le hacía horriblemente amplio, desagradablemente espacioso y asquerosamente silencioso, esa mañana no había sentido eso, esa mañana había sido un tumulto de nervios, los días anteriores anhelo, pero ahora no podía ni siquiera recordar lo que fueron esas sensaciones, pese a que su esposa estaba a pocos metros, sentía como si estuviera completamente solo, dejándose caer sobre el sofá.

Había pedido el día, pero cuando logro romper su trance ya casi había acabado el día y el sol se defendía con sus últimos rayos, su esposa seguía encerrada y él no se atrevía a molestarla, quizás la palabra que lo definiría mejor era encararla, entre tanto pensamiento se acerco a uno de los muebles que adornaban la sala, una pequeña vitrina donde guardaban los licores para las fiestas.

Se sentía solo, estaba solo, solo con el sonido de nadie hablando ni jugando, solo con aquella vista monótona y gris, solo con esa molestia de no saber como ayudar a Lori, solo... le quedaba intentar olvidar ese horrendo día con la única cosa que tenía a mano capaz de apagarle su cerebro al menos un par de horas.

Y así, en el silencio de esa casa, se sirvió el primer vaso.

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