Artificial
- ...y no olviden suscribirse, adiosito.
Dichas las últimas palabras, Luan saco los auriculares de su cabeza y suspiro cansada, mirando su teléfono para observar que ya faltaban solo pocos minutos antes de tener que irse.
- ¡Demonios!
Mientras viajaba en el bus intentaba no pensar demasiado en las cosas, las decisiones que había tomado en los últimos meses para ser precisos, no sentía que había tomado las mejores decisiones y entre más vueltas le daba más contras encontraba a lo que había hecho, lo peor era cuando su viaje era de un par de horas, pensaba dormir, pero su propia mente no le dejaba conciliar aquel preciado descanso.
Llevaba tiempo así, las dudas se acumulaban en su cabeza, cada decisión tenía miles de variables y de "¿Y sí?", cosas que pudo haber hecho mejor, las repercusiones de sus actos, todo pesaba sobre sus hombros al punto que era incapaz de quedarse cómoda, de sentir relajo o hallar la suficiente paz.
No pedía mucho, quería descansar, por lo que intento que su mente se distrajese observando el paisaje cambiante a medida que avanzaba por la carretera, los arboles ocasionales además de algunos animales le provocaban pequeñas sonrisas inconscientes al recordar a su hogar, pensar en su familia, tenia mucho que no veía a algunos como Lincoln o Leni, sabiendo lo rápido que crecían los niños se imaginaba cuanto habrían cambiado Lily o Leroy desde la última vez que los vio, sus padres posiblemente seguirían similares, puede que su padre con algo menos de cabello y algo más de panza lo cual le hizo reír un poco.
- (Susurrando) Pero incluso si es poco, papá y mamá siguen avanzando, incluso a su edad.
Su sonrisa fue consumida por aquel pensamiento inconsciente, arruinando ella misma su propio buen humor.
Ver el paisaje se volvió extrañamente gris para ella, algo que le dejaba un mal sabor de boca por lo que desvió su mirada a su móvil, deseosa de distraerse con cualquier cosa que las redes sociales pudiesen ofrecerle, pero al meterse a dichas plataformas, sentía que todo era lo mismo de siempre.
La publicidad, fotografías de sus conocidos y amigos haciendo cosas que no le interesaban, gente aleatoria publicando cosas ajenas a ella, sentía que era más de lo mismo, era como ver el paisaje a su lado, se movía y cambiaba ligeramente pero al cabo de unos minutos era siempre lo mismo.
Tal como su viaje, tal como sus redes sociales, tal como su vida.
Aunque había crecido y se había independizado, ella estaba estancada.
No habían cambios, no había avance, era ella en un mundo enorme que no dejaba de presionarla, sus actos eran inútiles contra toda la adversidad a la que se enfrentaba y sus consuelos eran cada vez menos efectivos, sentía como le faltaba el aire pero estaba demasiado avergonzada para decirlo o pedir que abriesen alguna ventanilla, aumentasen el aire acondicionado o lo que fuese, aunque había una persona sentada a su lado no podía pedir auxilio y en las inmediaciones no habría ningún lugar que pudiese ofrecerle alguna clase de asistencia.
Cada elemento solo la alteraba más, los ejercicios de respiración que había buscado por internet eran útiles pero no ayudaban a erradicar el sentimiento, aquel vació tras todo lo que hacía, tras el poco incentivo que cada mañana sentía para levantarse de su cama y hacer las cosas que hacía, esa extraña sensación de que todo pasaba por un filtro gris a sus ojos era lo que más le preocupaba, rascando con fuerza su brazo izquierdo en una zona que ya comenzaba a mostrar rastros de deterioro en la piel por el constante abuso de sus uñas.
Aunque estaba acompañada se sentía sola, abandonada en su puesto, no sentía que podía conversar con nadie, ¿Acaso tenía derecho de contarle sus problemas a otras personas que si hacían algo con sus vidas mientras que ella solo se quejaba?
Eran los reclamos de alguien inútil, esa era su vida.
No tenía derecho a reclamar porque no hacía nada productivo.
No tenía derecho a quejarse porque su voz no importaba.
Y sin ser capaz de conciliar un poco de descanso en su mente, el bus se detuvo, siendo esa su parada.
En silencio recogió sus cosas y se encamino hasta tomar un taxi.
Solo serían unos 10 minutos más hasta llegar al departamento de Lori, 10 minutos llenos de los mismos cuestionamientos, del mismo sentimiento de vació en su pecho, de arrepentimientos por su propia vida.
Esa era la vida que Luan había escogido, no podía quejarse, y mientras pensaba eso, toco el timbre del lugar.
- (Feliz) ¡Hermanita! ¡Que sorpresa! Me hubieras avisado y te hubiera ido a buscar al terminal.
Como pudo, recreo una sonrisa en su rostro, mostrándole toda la "felicidad" que "poseía".
- Ya me conoces, siempre soy una caja de sorpresas.
Y con esa sonrisa fabricada ingreso en el hogar de su hermana, pues Luan Loud era una chica feliz.
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