Capítulo 16: ¿Virgen?

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Capítulo 16: ¿Virgen?


Fueron segundos en silencio, Nube se quedó por un momento perpleja, sus ojos viéndome por más tiempo de lo normal como si esperara que me riera y le dijera que se trataba de una broma, mientras pasaban los segundos miró a otro lado como si ahora comprendiera que no estaba bromeando.

Esperaba no haberla asustado.

Tragó pesadamente saliva y negó con la cabeza preguntando:

—¿Qué es eso?

No esperaba menos de ella realmente, evidentemente no todo el mundo conocía esto; pero sí existía.

Y era lo único que me interesaba en el sexo.

Nunca tuve sexo... normal y simple por así decirlo de la manera tradicional, no me gustaba improvisar ni mucho menos dejarme guiar por "la pasión" principalmente porque nunca había sentido nada tan fuerte como para atreverme a dar ese paso, y no me gustaba salir de mi zona de confort que no fuera en la habitación secreta bajo mi hipnosis.

Sonreí un poco observando que parecía de repente mirarme como si fuera alguna clase de enfermo, pero estaba segura de que después de que ella lo probara le iba a gustar tanto que no iba a querer hacer otra cosa que dejarse hipnotizar por mí.

—No te asustes —dije—, no es nada que no sea placentero.

Ella relamió sus labios llamando nuevamente mi atención al deseo, quería tenerla, deseaba follármela, pero primero necesitaba que ambos estuviéramos de acuerdo en esto para avanzar.

De lo contrario desgraciadamente tendría que renunciar a ella.

Nube tragó pesadamente saliva y murmuró:

—Pero... primera vez que escucho eso de la hipnosis erótica.

Evidentemente, pocas personas eran capaz de practicarla con éxito.

—Para algo soy tu profesor, para explicar tus dudas.

Ella me miró a la expectativa, me incliné hacia ella un poco para ver qué tan nerviosa estaba, Nube dejó de respirar y se estremeció.

Estaba evidentemente muy nerviosa.

—No te pongas nerviosa —susurré—, Nube.

Necesitaba que se relajara mientras le explicaba todo esto.

—Okey. —dijo irguiéndose un poco para escucharme.

Buena señal, estaba abierta a mi explicación.

—Escucha; La hipnosis erótica es prácticamente inducir a otra persona en un trance profundo, un estado hipnótico. Cuando estés en ese estado, pondré sugerencias de lo que quiero que hagas en el juego sexual, y estarás bajo mi dominio puro, voy a controlar tu mente, tu cuerpo y tus sentimientos, todo bajo tu consentimiento.

Su rostro se descompuso en una mueca.

Era más placentero de lo que sonaba en realidad, porque el placer venía de la mente, si alguien no estaba lo suficientemente concentrado no tocaba el orgasmo, yo lo que hacía era convencer a la persona de que estuviera concentrado en el sexo, haciendo la experiencia mucho más intensa.

La mayoría aceptaba por curiosidad porque era una experiencia completamente diferente en esto del sexo es decir, la mayoría de las mujeres nunca habían tocado un orgasmo provocado por su pareja, Nube no podía ser tan tradicionalista como para no querer probar algo diferente; algo que la haría explotar de placer.

—¿Hablas en serio? —dijo sin aliento, sus ojos grises paseando por mi rostro como si quisiera que le dijera que estaba bromeando.

No Nena, no juego con esto.

—Sí. —respondí.

Ella tragó pesadamente saliva y entrecerró los ojos confundida.

—¿Y por qué yo querría hacer eso? —indagó.

La pregunta aquí sería; "¿Por qué no querrías hacer algo así?" claro atemorizaba ceder el control de tu mente, pero a cambio de algo muy bueno.

Aparté un mechón de su cabello llevándolo detrás de su oreja para que no estorbara en su hermoso rostro.

—Por placer, te dará placer, y me dará placer a mí. —respondí.

Ella volvió a tragar pesadamente saliva, nerviosa.

—¿Te da placer controlarme? —preguntó aun con los ojos entrecerrados.

Claro que me daba mucho placer y alzaba mi ego ver todo lo que podía provocar solo con mi voz.

—Me da placer follarte mientras soy dueño de tu mente. Follar tu mente es mi intención. —admití porque era toda la verdad.

Ella se estremeció un poco pareciendo ligeramente intrigada y asustada, pero también curiosa, notaba que se estaba abriendo a la idea.

—¿Y si mi mente no te obedece? —indagó alzando una ceja.

Podía pasar si la otra persona no estaba lo suficientemente segura, por eso quería que Nube estuviera completamente convencida de esto.

—Debes estar en un estado mental correcto para relajarte completamente y entregarte a mí —dije—. La confianza que me tengas será la base para una hipnosis exitosa.

Tenía que confiar tanto en mí que si le pedía saltar sin paracaídas ella no dudaría ni un segundo.

Nube pareció pensativa procesando cada palabra que le dije, mordió su labio inferior antes de volver a enfrentarse a mi mirada y decir finalmente:

—Okey, entiendo, entonces, ¿jugaremos a... que me hipnotices?

Sí quería.

La había convencido.

Casi sentía como el alivio me inundaba todo el cuerpo porque realmente con Nube nunca podía estar seguro de lo que pensaba y como reaccionaría.

Sonreí satisfecho y dije:

—Pondré todas las cartas sobre la mesa, Nube, este es el único deseo sexual que me prende en todos los sentidos, mis reglas son sagradas, seremos exclusivos, vendrás los fines de semana conmigo, te pagaré cualquier cosa que necesites, ropa, transporte y todo lo demás, porque serás mi mártir, al menos 10 veces.

Ella pareció nuevamente alejarse de mí y de la idea cuando frunció el ceño.

—¿Martir?, ¿10 veces? Espera —Nube se levantó comenzando a caminar por la habitación mientras se abrazaba a sí misma— es que son muchas cosas por procesar.

No eran tantas cosas, iba a ser completamente mía y yo le daría todo lo que quisiera el tiempo establecido, así funcionaba, así siempre me había ido bien.

Nube parecía que había entrado en pánico.

Tomé una profunda respiración y me levanté para mirarla metiendo mis manos en mis bolsillos.

Creo que ahora no sabía exactamente qué hacer.

—Mi mártir, porque te manejaré a mi antojo. —expliqué y después de que lo dije, creo que empeoré las cosas porque Nube pareció realmente espantada.

—No me gusta que me llames mártir —dijo acercándose a mí, sus ojos grises entre asustados y curiosos fijos en los míos—. Si vamos a hacer esto, entonces no me llames así.

¿Entonces sí había aceptado?

Definitivamente Nube era toda una contradicción, en un momento me asustaba porque creía que se iba a ir y al siguiente se lanzaba a mis brazos.

Me tenía enloqueciendo.

Pero no podía dejar que el miedo la dominara, tenía que hacerle entender que ella quería esto.

Si su condición era que no la llamara Mártir podía aceptarlo, era raro, pero lo aceptaría, de hecho tenía el apodo perfecto.

Di un paso hacia ella, no se movió, solo me observó.

—Tienes razón, te ganaste tu propio seudónimo —susurré: — Para mí serás mi conejita.

Nube dejó de respirar, su rostro se sonrojó y solo entonces me di cuenta de que realmente estábamos demasiado cerca, podía sentir su respiración.

El deseo estaba torturándome, era un hombre de paciencia pero con ella sentía que no podía esperar.

Deseaba demasiado que aceptara para empezar.

Nube finalmente dijo:

—Uhm, okey, ¿entonces como que al menos 10 veces? ¿serán 10 fines de semana?

Ella lo entendía, ella quería negociar, ella sería mía.

—Sí —afirmé—, aproximadamente un periodo de dos meses.

No tanto tiempo para no desarrollar ningún sentimiento, más que todo ella, yo estaba acostumbrado a no encariñarme con nadie.

—Pero —Nube relamió sus labios y por un momento me distraje—, ¿solo serán dos meses de relación?

Un momento.

¿Relación?

Fruncí el ceño, esto era una gran alerta roja.

—No estoy interesado en una relación, Nube —dije lentamente para que lo comprendiera—. Mis reglas son explícitas cuando digo que ninguno de los dos va a enamorarse, por eso son 10 veces, por eso son dos meses.

No quería realmente que ella se aferrara a mí porque iba a hacerle daño y Nube no lo merecía, no estaba acostumbrado a compartir con nadie, mucho menos una pareja.

Nube alzó un ceja y preguntó:

—¿Y si en dos meses te enamoras de mí?

La miré por el disparate que dijo, nunca me había enamorado y eso no iba a cambiar, no quería enamorarme nunca y yo controlaba mis sentimientos, así que estaba muy seguro de que eso no iba a pasar.

—Eso no va a pasar —dije—. Pero si tú te llegas a enamorar de mí antes de que terminen los dos meses, entonces, tendremos que dejarlo, no quiero que sufras por un estado emocional que solo está en tu mente.

Eso había ocurrido antes, de hecho casi siempre así que cortaba todo tipo de contacto sin explicaciones, simplemente desaparecía sin remordimientos y sin volver a dar una segunda oportunidad.

Era la única forma de mantener mis reglas, por eso muchas personas pensaban que no tenía sentimientos, a veces yo también me hacía esa pregunta, pero creo que nadie nunca me interesó lo suficiente para despertar sentimientos que no fueran de lujuria en mí.

—El amor está en el corazón —dijo Nube.

Claro, evidentemente Nube estaba llena de sentimiento e iba a pensar que esos cuentos de amor que nos vendía Disney de que ese amor que existía y llegaba sin avisar siendo incontrolable era real.

Mentiras.

Puras mentiras.

Solo eran ilusiones e idealizaciones, no amor.

—El amor lo controla tu mente —repliqué—, tú decides a quien amar o no.

Ella pareció un poco decepcionada y di un paso hacia ella, tampoco quería que creyera que era un ser frívolo sin sentimientos como un robot, aunque en realidad fuera cierto, muy pocas personas realmente llegaban a importarme.

—Estas son mis reglas, Nube —dije observando sus preciosos ojos grises—, no habrá compromiso entre ambos, no esperes citas o paseos románticos, pero seremos exclusivos, no te acostaras con nadie más que no sea yo este tiempo.

Tenía que dejar todo claro porque realmente no quería lastimarla y que luego ella estuviera herida y fuera a exponer que su profesor de la universidad la sedujo para follar, eso rayaría un poco mi imagen y yo era una figura publica.

Prefería evitar escándalos.

—Espera —dijo Nube entrecerrando los ojos—. ¿Entonces me pides que estos dos meses que esté contigo sexualmente hablando, jugando a un raro fetiche de hipnosis... no vamos a tener ni siquiera 1 cita?

Era exactamente lo que decía, no me interesaba tener una relación, solo jugar y tener placer, sin complicaciones.

Las relaciones eran demasiada complicadas.

—No seremos novios, Nube. —dije intentando que comprendiera mi punto de ser amigos con derechos, claro que lo de amigos no tanto porque yo no era de contar mis cosas y de tener muchos amigos; mis amigos eran muy contados, tal vez conocidos con derechos o solo personas que se atraen y follan.

—Pero... —murmuró perpleja así que la interrumpí diciendo:

—Es algo que no puedo darte, esto es lo que me interesa.

Quería que se olvidara de la idea de ser novios o de involucrar algo más.

Ella apretó los labios pensativa, sabía que estaba punto de aceptar, no podía desperdiciar una oportunidad así conmigo, no cuando le prometía tantas cosas.

Su curiosidad le ganaba.

Todas aceptaban al saber que era lo que iba a ofrecer y que era lo único que me interesaba, de lo contrario iban a perderme.

Pero a diferencia de lo que creí Nube dijo:

—Entonces a mí no me interesa jugar contigo.

¿Uh?

La miré analizando sus palabras creyendo que había escuchado mal, pero no, escuché bien, Nube Queen estaba rechazando mi propuesta.

—¿Disculpa? —dije completamente desestabilizado, es decir, creí que ya estaba convencida.

Ella alzó la barbilla defendiendo su punto para continuar diciendo:

—Así como escuchaste, si va a ser así de vacío entonces no.

¿Vacío? Pero si le estaba dando mi mundo...

¿Acaso ella realmente solo iba a aceptar si teníamos una relación? Tenía que hacerla entrar en razón de todo esto.

—Nube, ¿recuerdas que soy tu profesor de la universidad? —dije—, esto no puede ser público.

Iba a ser todo un escándalo si alguien lo sabía, no solo era riesgoso para mi reputación, sino para ella, podían expulsarla.

Esto era peligroso, pero yo de igual forma me arriesgué porque me interesaba mucho conocer a Nube y que fuera mi Mártir.

Ella se encogió de hombros y replicó diciendo:

—No me interesa hacerlo público, me interesa al menos que podamos ver una película de comedia romántica juntos; comiendo palomitas de maíz.

¿Pasar un momento juntos sin follar?

Ni siquiera había contemplado esa posibilidad.

—Créeme que cuando comencemos a jugar —dije—, entonces no vas a querer ver una película.

Me parecía algo imposible cuando empezáramos, pero si era su condición podía considerarla.

Ella se sonrojó un poco, pero permaneció firme en su decisión de querer tener un "momento juntos", admiraba su tenacidad realmente, tenía ideas propias y defendía sus ideales; me enfrentaba y muy pocas veces eso pasaba.

—Ya dijiste tus términos, ahora yo digo los míos —replicó Nube—. Si vamos a hacer esto, entonces quiero que en estos dos meses veamos una película comiendo palomitas de maíz, demos paseos; no importa si es solo en patio de tu casa, y que también tengamos una cita a la luz de la luna.

¿Cita a la luz de la luna? Creo que eso era algo... raro porque no era de compartir momentos con nadie, mucho menos momentos románticos, sentía que era una perdida de tiempo compartir con otras personas.

Negué con la cabeza.

—El romance no es lo mío. —dije, no iba a cambiar de parecer.

—La indiferencia no es lo mío. —refutó dejándome contra la espada y la pared.

Que impusiera sus términos sin aceptar los que yo imponía me hacía quedarme nuevamente desestabilizado.

A ella no le importaba perderme, cambiando la posición del juego; a mí me preocupaba perderla.

Nube Queen, me estás enloqueciendo.

Di otro paso hacia ella, nuestros pechos se tocaron, la vi estremecerse, pero no flaqueó cuando me incliné hacia ella para ver qué tan segura estaba de perder esta oportunidad.

Ella no se echó para atrás.

Me deseaba, lo notaba, pero se resistía a lo que quería.

Era admirable.

—No quiero que te enamores. —dije, podía tomar en cuenta sus deseos, pero si lo hacía habría que terminarlo todo.

—No lo haré —dijo alzando una ceja, su aliento chocando con mi rostro ocasionando que mi miembro se endureciera contra mi cremallera—. El peligro está en que tú te enamores de mí.

Nena, eso no va a pasar.

Si poníamos esos términos, entonces, podía acceder, realmente no iba a perder la oportunidad de estar con ella ahora que el deseo me estaba dominando y no iba a mentir era admirable como negoció todo.

Se ganó mi asombro.

Así que era hora de intentarlo; sería una nueva experiencia.

—Bien, acepto tus términos —dije sintiendo que por fin habíamos avanzado e íbamos a empezar—. Ahora que hemos dejado las cosas claras, necesito saber qué te ha gustado que te hagan o no en el sexo, qué prefieres, familiarizarnos un poco en lo sexual, esto será para que ambos lo disfrutemos.

Su rostro se sonrojó y apartó la mirada de mí como si le avergonzara hablar de sexo cuando precisamente es lo que habíamos estado negociando todo este tiempo.

No comprendía por qué era tan tímida.

Ella se atrevió a mirarme aclarando su garganta para decir:

—No tengo experiencia sexual.

La miré esperando que se riera o me dijera algo que aclarara su comentario pero eso no pasó.

¿No tenía experiencia sexual? ¿entonces qué tipo de experiencia...?

No lograba comprender, Nube Queen siempre me dejaba sin comprender nada; desestabilizándome.

—¿Cómo que...? —murmuré queriendo que explicara su punto y ella continuó diciendo:

—Soy virgen.

¿Virgen? Pero... esto quería decir que no había estado nunca con nadie, ningún hombre había tocado su cuerpo.

—¿Virgen? —repetí, esto cambiaba la jugada, nunca había estado con una mujer virgen en mi vida.

Ella me miró ligeramente confundida.

—Sí —dijo Nube—, ¿recuerdas que te lo había mencionado en el consultorio cuando me equivoqué y me desnudé?

Sí lo recordaba ligeramente, pero de entre todo su parloteo creí que se había confundido porque parecía enredarse con sus palabras, es decir se desnudó por completo frente a mí.

—Creí que no era cierto. Hablabas mucho. —dije.

Ella relamió sus labios.

Ya no había argumentos.

Le había dicho a una chica virgen de experimentar algo diferente en lo sexual y ella no había experimentado nada de nada.

—¿Por qué bromearía con algo así? —dijo Nube mirándome sin comprender.

Por eso estaba tan dudosa, no era yo, era ella que tenía dudas.

Aparté ese molesto mechón que se deslizaba siempre al frente de su rostro, sus ojos grises mirándome dudosos cuando pregunté:

—Si eres virgen, ¿qué haces aquí?

Porque no comprendía cómo podía sentir esta atracción sexual hacia alguien que no era ni siquiera activa sexualmente.

—Quería que fueras mi primera vez. —susurró Nube.

¿Qué?

De todos los chicos que pudo elegir, ella quería entregarse a mí, me eligió como el primer hombre que tomaría su virginidad.

No sabía exactamente como me sentía ahora, porque era un mezcla de incredulidad y orgullo de que me quisiera a mí.

—Pero para mis intenciones, no es justo para ti Nube, ¿Por qué esperaste que terminara de decir todo esto para hablar? —le pregunté.

Ella merecía a alguien que la amara así fuera de mentiras y le entregara la virginidad con pasión y conexión, no a mí que solo me interesaba disfrutar de nuestros cuerpos.

—Porque tenía mucha curiosidad —dijo Nube relamiendo sus labios, sus ojos fijos en mí analizando mi reacción.

Solté un ligero suspiro, ¿follarme a la mujer que tanto me atraía o alejarme de ella por temor?

—Pero mi deseo no ha cambiado —continuó Nube—, quiero entrar a tu extraño mundo y este raro fetiche.

Ella me estaba pidiendo que fuera su primera vez, no podía desistir, era su decisión, era su cuerpo y me sentía honrado de que quisiera que fuera su primera experiencia.

Pero necesitaba saber lo que le gustaba en el sexo, necesitábamos tener una primera vez normal, donde la ayudara a explorarse.

Viéndolo desde ese punto de vista no estaba tan mal.

Acaricié un costado de su rostro, sus ojos brillaban esperando mi respuesta.

Nena de ojos grises, estás llena de sorpresas.

—¿Segura de eso? —pregunté, no quería que se arrepintiera de nada y las ganas de hacerla mía realmente no me hacían falta.

—Sí. —respondió casi enseguida.

Si ella estaba segura, entonces no iba a echarme para atrás.

—Entonces —le ofrecí mi mano—, tendremos primero que explorar lo que quieres o no en el sexo antes de jugar, si tomas mi mano, entonces sabrás que no hay vuelta atrás.

Era la ultima oportunidad que le iba a dar para arrepentirse, ella pareció conmocionada mirando mi mano.

¿Estaba dudando?

No quería que tuviera dudas de nada, en especial si iba a tomar esta decisión.

—Te lo preguntaré solo una vez más —dije—, ¿estás segura de esto?

Nube reaccionó y sin dudar afirmó con la cabeza en respuesta tomando finalmente mi mano para responder:

—Estoy segura.

En este preciso fue cuando empezó todo a cambiar en mi mundo y no pude evitarlo.


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