Capitulo 13: Convenciendo a la dulce Conejita
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Capitulo 13: Convenciendo a la dulce Conejita
Fui a hacer mis quehaceres mientras Emiliana se entretenía adelantando su tarea, le pedí algo para que comiera y luego se quedó dormida apoyada del escritorio.
Me llegó la llamada de Dionisio, contesté esperando que hablara.
—Ya estoy aqui. —dijo, colgué.
—Ya tu papá llegó, Emiliana —dije.
—Vale, gracias tio.
La acompañé a la entrada donde la vi montarse en el auto de Dionisio me saludó y yo le correspondí con una ligero asentamiento de cabeza y vi que la clase de la señorita Nube había terminado porque todos se estaban yendo, ¿donde estaba Nube? ya era tarde, Nube no estaba por ningún lado, ¿se había ido temprano?
¿Por qué se había ido temprano? ¿seguía en el salón de clases?
Estaba más alterado de lo usual, impaciente por esta noche.
Pasé por el salón donde ella veía clases y fruncí el ceño al ver que la puerta estaba cerrada, podía escuchar voces afuera las risas de Nube Queen y un hombre que reconocí como Andrew.
Me detuve para poder escuchar mejor lo que estaban diciendo, apreté la quijada, ¿pero qué hacia con él en este lugar?
—¿Mañana? —escuché que decía Andrew.
—No, mañana tengo que ir a la academia de ballet —dije Nube.
—¿Practicas ballet? —dijo Andrew.
—Sí. —dijo Nube.
—Que lindo, me encantaría verte bailar. —dijo Andrew evidentemente intentando pegarse a ella como un chicle.
Me molestaba que estuviera rondándola, con obvias intenciones de cortejarla, tras la conversación con sus amigos supe que no venía con buenas intenciones.
Usualmente los hombres que venían con intenciones de tener a una mujer a como diera lugar, creaban un tipo de prototipo falso solo para enfatizar hasta conquistarlas luego mostraban su verdadero rostro.
Por eso me interesaba jugar, seducir, me daba igual empatizar o caer mal porque mi objetivo no era conquistar ni ganar el corazón de nadie a punta de engaños y caretas falsas.
Pero esto me molestaba, nadie se metía con lo que me pertenecía.
—Puedo acompañarte a tus prácticas y después vamos por un helado o a comer algo y hacemos lo de la exposición, ¿qué dices? —continuó diciendo Andrew.
Giré los ojos con exasperación esperaba que Nube no fuera tan crédula como para caer en esta oferta cuando me tenía a mí siendo la mejor liga.
No podia esperar más escuchando mientras intentaba quedar en una cita con mi chica.
Empujé la puerta y aclaré mi garganta para que notaran mi presencia, Andrew estaba sentado sobre el escritorio, Nube estaba de espaldas a mí cerca de la pizarra, que estuvieran solo me hacía sentir aun más molesto.
Ambos voltearon enseguida, sus ojos grises parecieron ligeramente asustando pero entonces pareció entrecerrarlos de forma retadora, su lenguaje corporal a la defensiva conmigo.
Estaba molesta.
Creo que era eso, ella me había visto en la oficina como lo presentí con mi sobrina, estaba molesta por eso, de seguro pensó que era otra chica con la que intentaba ligar.
No Nena, cuando tengo a una chica en la mira, no hay ninguna más.
Andrew se bajó del del escritorio con rapidez estaba prohibido que los estudiantes se sentaran en el escritorio, podía usarlo para sancionarlo, pero realmente solo quería que se largara de aquí solamente.
—¿Qué hacen ustedes dos solos en el salón de clases? —pregunté, intentaba calmarme, pero la molestia de saber que estaban solos aquí comenzaba a ser más grande que yo.
—Estamos limpiando la pizarra. —murmuró Nube enseñándome el borrador en sus manos de manera inconsciente.
Miré la pizarra y luego volví a fijar la mirada en ella.
—Yo la veo limpia. —repliqué.
Nube se quedó ligeramente desestabilizada.
Miré a Andrew, si no se iba le levantaría una amonestación. Al parecer pareció comprender que debía de irse y tomó su bolso.
—Nos vemos entonces mañana ¿okey? —dijo Andrew ofreciendole una sonrisa a Nube, para colmo le guiñó un ojo intentando ser coqueto con ella.
¿Mañana?
No quería que fuera coqueto con Nube, ni que la viera ni hoy ni mañana, ni que la oliera, no eran celos porque de sobra que era mayor que él y no lo veía como una amenaza, pero me molestaba que se metieran con lo que yo quería.
Noté que Nube se sonrojó y eso definitivamente aumentó la molestia cuando le dijo a Andrew:
—Okey.
No me gustara que su cuerpo reaccionara así por otro hombre.
Nunca me había pasado que otra persona acaparara la atención de la chica que yo tenía en la mira, claro que se suponía que era su profesor, eso dividía una gran linea frente a todos, y eso me jugaba en contra.
Andrew salió del aula dejándonos por fin a solas.
Ahora sí podía hablar con ella, las ansias de que ya pasaran las horas y estuviéramos juntos esta noche me estaba comenzando a emocionar.
Nube pareció entrar en pánico y querer huir, lo noté cuando evitó mi mirada y se volteó para tomar su bolso.
No me gustaba su actitud, sentía que tenía dudas; que no iba a ir esta noche.
No podía permitirlo, no después de que invertí tanto tiempo y energía para que esta noche se diera, no podía dejar que ella contemplara la duda.
Me acerqué a ella, cuando se volteó tropezó contra mí pecho, la sostuve por los brazos rápidamente al ver que literalmente rebotó para que no se cayera, noté que parecía completamente sorprendida, sus ojos grises brillando, su respiración agitada, me gustaba causarle este efecto, como si todo su sistema se descontrolara solo por tenerme cerca.
Quería ser el único por el que reaccionara así.
Tenerla cerca causaba esa extraña intensidad, la tensión sexual incrementaba a cada segundo torturándome, me parecía inadmisible que ella estuviera dudando de venir conmigo ahora.
Nena si supieras las veces que te he imaginado.
Ella dejó de respirar, su rostro enrojeciendo.
—¿Algo que quieras decirme? —pregunté, quería saber si se había arrepentido.
Evitó mi mirada dando un paso atrás para soltarse de mis manos.
No quería que la tocara, no quería tenerme cerca.
Estaba molesta.
—¿De qué? —dijo intentando parecer indiferente.
Nube Queen, vas a desesperarme.
Me acerqué a ella y pregunté:
—¿Vas a salir con ese chico Andrew mañana?
La vi tragar pesadamente saliva y relamió esos labios que me tenían tan ansioso.
Nube aclaró su garganta y respondió:
—Sí, vamos a juntarnos para hacer una exposición.
Ella intentaba mantenerse inexpresiva, pero fallaba en el intento, porque apretaba los dientes inconscientemente y su respiración estaba más agitada de lo normal, era evidente que esa actitud que tenía hacia mí era porque estaba molesta.
—Te noto molesta. —murmuré, quería que me dijera de una vez qué le ocurría para poder pasar la página.
—No lo estoy. —dijo afinando la voz y casi como un reflejo se rascó por encima la nariz delatando su mentira en su lenguaje corporal; las personas hacían eso de manera inconsciente cuando mentían.
Un mechón de su cabello irrumpía en su rostro y di otro paso más hacia ella para apartarlo hasta detrás de su oreja, sus ojos plateados brillando cuando se enfrentaron a mi mirada.
—¿Es por lo que viste en mi oficina con mi sobrina Emiliana? —indagué.
Ella relamió sus labios sin decir nada, claro, su silencio era más que suficiente para confirmar todas mis sospechas, ella evitó mi mirada nuevamente, su rostro sonrojándose en vergüenza.
—Si vamos a empezar con esto —dije—, los celos no serán nada bueno.
No quería que empezara a tener inseguridades ni que se volviera obsesiva ni posesiva conmigo, claro, yo lo estaba siendo un poco con ella pero porque no quería moscas rondando mi bistec.
Ella negó con la cabeza y mintió diciendo:
—No estoy celosa.
Que mala mentirosa eres, Nena.
La situación me causó algo de gracia.
—Ojos ligeramente cristalizados —dije—, mirada retadora, voz afinada, claro que lo estas, señorita Queen.
Ella aclaró su garganta, sus manos un poco temblorosas cuando murmuró:
—Okey, yo... no estoy muy convencida de ir a tu casa.
Me quedé desestabilizado.
¿No quería ir a mi casa después de esta intensa pasión que nos llamaba siempre que estábamos juntos?
La intensidad era palpable, ¿por qué no quería?
Era esto, Nube Queen siempre me llenaba de miles de preguntas la cabeza porque parecía contradecirse siempre, era un sí, luego un no, pasión y luego enfriamiento, se acercaba y después se alejaba, era impredecible, me estaba enloqueciendo.
Debí de lanzar la toalla con ella desde que me descontroló la primera vez, pero esto me obsesionaba más porque yo debía entender y comprender todo.
Y que ella no me quisiera no podía comprenderlo.
Me incliné ligeramente hacia ella oliendo su perfume de dulce vainilla, ella se estremeció un poco, pero aún así no se movió dandome una buena señal, rocé mi nariz con la suya y ella dejó de respirar.
Me tenía tan loco por tenerla.
No te hagas la difícil Nena porque solo me enloqueces más.
Nube Queen se había adueñado de mis pensamientos.
—No voy a obligarte a ir, pero quiero que sepas —murmuré sintiéndola estremecerse—, que me muero de ganas de que vayas y te prometo, que la pasarás muy bien.
Ella abrió ligeramente los labios y cerró los ojos, probablemente esperaba que la besara, pero yo no hacía esas cosas, aunque me gustaba que reaccionara a mí; ella me deseaba pero como antes; solo se intentaba resistir.
—A las 8 paso por ti, Conejita. —susurré sobre sus labios antes de separarme para irme antes de que alguien pasara y nos viera.
Así quería dejarla con las ganas.
Solo cuando estuve afuera mi corazón volvió a su ritmo normal, pero había estaba muy acelerado por la intensidad desenfrenada que se acumulaba.
Pensar en todo lo que le haría esta noche me hacía sentir extasiado.
Quería darle tan duro que no pudiera caminar el resto de la semana, hipnotizarla para que fuera libre de ser completamente mía y nos quitáramos estas ganas incontrolables.
Llegué a mi casa habían dejado el apartamento de punta en blanco, revisé la habitación rosa, dudaba que Nube se quedara a dormir, pero era mejor tener lista su habitación para que descansara y recuperara energías. Adelanté trabajo y cuando se acercó la hora de buscarla fui a bañarme, mis latidos estaban acelerados, solo pensaba en que vería a Nube, quería que ella estuviera cómoda y que todo fuera perfecto.
Me monté en mi auto subiéndole un poco a la melodía de je te laisserai des mots de patrick watson mientras manejaba y luego de unos minutos llegué, me estacioné justo en frente de su residencia, tomé mi teléfono y le envié un mensaje a Nube:
Hades: Estoy afuera.
Me bajé observando la noche oscura estrellada y me apoyé de la camioneta para esperarla.
Era la hora.
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Vota o mato a la hormiga D:
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