Tu olor en mi almohada
Es extraño cómo los sentidos pueden traicionar la mente. A veces, es como si el cuerpo recordara lo que la mente ha intentado borrar. Hoy, al acostarme en la cama, algo tan simple como el olor de la almohada me golpeó con toda su fuerza. Un aroma tan familiar, tan tuyo, que casi pude sentirte aquí a mi lado, como si el tiempo no hubiera pasado, como si todo siguiera siendo como antes.
Recuerdo cómo solías quedarte después de que apagábamos las luces. Me acurrucabas cerca, y podías pasar horas murmurando cosas sin sentido, riendo por cualquier tontería, y el aroma de tu perfume, una mezcla de jazmín y algo más, se quedaba impregnado en las sábanas. Era como un refugio. Me bastaba cerrar los ojos y respirar profundamente para sentir que todo estaba bien, que nada podía separarnos. Pero ahora, ese mismo aroma me provoca una opresión en el pecho.
La almohada que me rodeaba esta noche no olía a perfume nuevo ni a sábanas frescas. No. Me olía a ti. A tu fragancia, a tus besos en mi cuello, a tus promesas de nunca irte. Y por un segundo, me sentí débil, como si un hilo invisible me atara al pasado, a esos momentos en que el mundo era solo nuestro, en que las preocupaciones no existían.
Cierro los ojos y puedo ver tu rostro. Puedo escuchar tus susurros, tus carcajadas, tu manera de decir mi nombre como si fuera un hechizo que solo tú sabías pronunciar. Todo eso está ahí, suspendido en el aire, mientras yo me quedo atrapado en el eco de tu ausencia. El aroma de tu perfume en la almohada me lleva de vuelta a esos días, cuando me despertaba con tu aliento cerca, con tus manos buscando las mías en la oscuridad.
Es tan doloroso, ¿sabes? Saber que algo tan simple como el olor de una almohada pueda desencadenar una tormenta de recuerdos. Porque ahora todo me recuerda a ti, hasta el más mínimo detalle. El roce de la tela contra mi piel, el ligero olor de tu shampoo en las sábanas. Todo está lleno de ti. Y aunque intento no aferrarme a esos recuerdos, me es imposible. Es como si tu presencia estuviera aquí, en cada rincón, en cada rincón que tocábamos juntos.
El perfume que quedaba en el aire después de un beso, el calor de tu cuerpo abrazándome en la noche... Eso era lo que me hacía sentir vivo, lo que me daba fuerza. Pero ahora, cuando me acuesto en la cama, lo único que siento es vacío. Las sábanas están frías, las almohadas solas. Y el olor que me envuelve ya no es el tuyo, aunque lo intente con todas mis fuerzas, aunque me quede respirando esa fragancia en la esperanza de que, al menos por un segundo, todo vuelva a ser como antes.
El tiempo ha pasado, y ese olor ya no es el mismo. No se siente como antes, no trae consigo la calidez de tus brazos. Ahora huele a nostalgia. Y aunque trato de luchar contra esa sensación, el dolor sigue ardiendo. Ese olor en la almohada me recuerda que no te voy a volver a ver, que tus risas, tus susurros y tu perfume son solo una sombra del pasado.
La sexta cosa que odio desde que te fuiste es que, cada vez que respiro profundamente, todavía te siento cerca. Pero sé que no estás aquí. Y eso, más que nada, me arrastra a un abismo de recuerdos que no puedo dejar ir.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top