Capítulo 3: Go away!

Desde la puerta del baño Jimin detalla a su hermano, esperando a que éste termine de lavarse el rostro. Libera una boconada exasperada al imaginar que debe idear una estrategia para que el mayor acepte ayudarlo a salir con Kai. No teniendo muchas opciones, decide ser simpático, a pesar de continuar enfadado con lo acontecido en el estacionamiento.

–Digamos que yo no te soporto, pero podrías intentar ser más agradable con otros, ¿Sabes? Eres capaz de lograr algo decente.

–¿Es tu forma de entablar una conversación, Jimin?

–Si me permites, un cambio de look no te vendría mal – reconoce con concentración, examinando al azabache con detenimiento –. Hmm, debajo de toda esa coraza y ropa negra muy pasada de moda, hay un chico lindo.

Yoongi resopla, apartando la mano del más cachetón cuando intenta peinar su cabello, como de solía hacer de niños, la diferencia es que ahora lo irrita con aquel gesto.

–Olvidas que no me importa lo que los demás opinen de mí. No siempre tienes que ser lo que otros quieren que seas, Jimin– lo esquiva para agarrar su toalla, cediéndole el lavado como tanto quería. En el espejo es testigo de cómo el otro entorna los ojos mientras se observa en el reflejo, colocando su cintillo de pollito para retirar sus mechones de cabello y poder iniciar su tediosa rutina de skincare. Es ahí, al estar por salir, que se descoloca al divisar un accesorio muy conocido en el cuello del rubio –. ¿Estás usando la cadena de mamá?

Jimin se encoge desdeñoso, tocando por reflejo la prenda.

–Me gusta, lo encontré en el cuarto de papá.

–No es tuyo – espeta con reproche.

–Es de mamá, da igual.

–Ah, pero si se trata de escribirle una respuesta a sus cartas, te importa poco.

–Estás celoso de que lo tomé primero que tú – contraataca entre dientes, la alusión de las cartas fue un punto bajo –. A ti sólo te gustan los collares de perro. A mí este sí me queda lindo, a ti no te luce.

El mayor niega con un bufido enfadoso.

–Créeme que en lo absoluto te luce.

Park se queda con un insulto a medias, pues su hermanito ya se largó del baño, quedando con un amargor encima por el tema de su madre. Aprecia nuevamente la prenda en su cuello, de pronto le quema la piel ante una oleada de recuerdos; desiste de quitársela únicamente porque le gustaba... Sí, sólo por eso.

Los pasillos repletos de libros le hacían sentir ciertamente asfixiado, y no porque fuera un inculto o detestara la literatura, sencillamente no era de los que visitan constantemente dichos lugares ni un chico que se pone a registrar los estantes como si fuera su actividad favorita de hacer; aprecia el arte y los libros buenos, pero no es admirador de ello, no era lo suyo.

Si se encuentra en la librería a esas horas, es porque el pelinegro al que ahora asecha, aparentemente era fan de la literatura, lo concluye por el hecho de ya tener cuarenta minutos entre las repisas chequeando las coberturas con textos, tan ensimismado que ni nota su presencia.

Kook escapa un nuevo siseo por lo bajo cuando otro minuto transcurre; lo bueno, es que Min ya estaba pagando en caja. Aquello lo hace finalmente saltar a la acción.

–Lindo auto el que tienes aparcado. Ah, y genial elección de libro.

Yoon da un salto a su derecha, frunciendo el entrecejo cuando nota al tonto de ceja perforada que le sonríe con coquetería.

–¿Me estás siguiendo?

–Estaba paseando por el vecindario, vi tu auto y pasé a decir hola – excusa como si estuviese ofendido ante la acusación, pisándole los talones al bajito una vez salen del local a paso rápido –. Es en serio.

Resignado a lidiar con el fastidioso, se detiene al lado de su vehículo con una cara carente de emoción.

–Hola.

–No eres muy conversador, ¿Cierto?

–Depende del tema – contesta con una risa desdeñosa  –. Hablar de mi auto, por ejemplo, no me excita ni apasiona.

–¿Quieres hablar de excitación? – al no percibir una pizca de gracia en el contrario, se retracta de su chiste, rebuscando algo en su chaqueta con una tos falsa – De libros entonces... ¿Quieres una menta?

–¿Insinúas que me apesta la boca? – inquiere sin real interés.

–No, era amabilidad – guarda sus mentas con una mueca tras meter una a su boca y notar el aburrimiento del más bajito. No va a perder esta oportunidad de acercamiento, se adelanta antes de que se le escape: – Me gusta leer también.

–¿Ah, sí? Y por eso te sales de la clase de Sejin hyung.

Ante el tono sarcástico y la sonrisa burlesca, el tatuado se cruza de brazos con genuina curiosidad. Hay algo de lo que se fijó y le provoca extrañez.

–¿No me tienes miedo?

–¿Miedo? – realiza una mueca, como si aquello fuese ilógico y extremadamente absurdo. Fue un cambio abrupto de tema, a decir verdad –  ¿Por qué te tendría miedo?

–Todos me temen, al menos la mayoría – simplifica con naturalidad –. Hay cientos de rumores de mí que dudo no te hayas topado.

Yoon rechista al rodar sus ojos, recostando su cadera del auto.

–Sí, de mí hay igual cientos de rumores que seguramente también escuchaste. La gente ama meterse en la vida de otros porque no tienen una propia. No es un suceso nuevo, bad boy.

Jungkook debe reír por el apodo, significa que sí escuchó definitivamente de él. También recuesta su cuerpo en el auto, frente al más pálido, relamiendo sus labios.

–Bueno, puede que no me temas, pero puedo asegurar que piensas en mi desnudo.

Min entrecierra los ojos, tentado de arrancarle las pestañas al de orbes oscuros cuando éste le da un descarado guiño.

–Oh, claro, es lo que siempre pienso con regularidad. Te necesito, te quiero, oh baby, oh baby – finge con tono dramático de pura sorna y sarcasmo –. No tengo idea de dónde salió tu repentino interés por mí o dónde diablos aprendiste a coquetear, pero no funciona conmigo. Digo, ¿No se te ocurrió que, tal vez, no sea homosexual y puedo darte una patada en donde la luz no entra?

Jungkook se endereza pero no decae su postura, no demostraría que estaba un tanto desconcertado.

–Soy un chico de riesgos, y en cuánto a lo otro, prefiero ser quien...

–No termines esa frase si no quieres quedarte estéril en un segundo – acorta, ya impacientándose por la interrupción  –. No soy como el resto de los chicos de la escuela, te lo aclaro. 

–Lo tengo claro, por eso me gustas – confirma con audacia, sin vacilar y en automático –. Eres interesante.

–Y tú no lo eres – responde sin pizca de culpa, abriendo la puerta de su auto y casi golpeando a Jeon en el proceso, sin importarle en lo absoluto. Entra y comienza a encender el motor, ya estaba obstinándose del mocoso es decir, ¿Quién diablos gusta de alguien de la noche a la mañana sin siquiera conocerle? Era obvio que el tipo cada vez le cae peor. Por si fuera poco, el idiota de Jong-in -quien sale prácticamente de la nada- le bloquea el paso con su carro justo cuando llega con esa risa de imbécil a la zona. Maldice con un gruñido y se asoma por la ventana –. Lo que me faltaba, ¿Qué, hoy es el día de los pendejos? ¡Muévete, imbécil!

El despreocupado recién llegado se baja del lujoso deportivo azul sin atender al grito del fierecillo, sonriendo burlón en lo que camina a la licorería al lado de la librería. Ante la evasiva, Yoongi coloca esa mirada peligrosa antes de, impulsivamente, mover la palanca de cambios y hundir su pie en el pedal, chocando al retroceder con el costado del BMW. Su acción desde luego llama el enfoque de los peatones, sobre todo llama la atención del par de adolescentes que testificaron todo con ojos abiertos de asombro.

Aunque Jungkook lo hace también por admiración, mientras que Kai estaba escandalizado, casi le da un paro cardíaco en el sitio cuando observó la pintura de su puerta rallada y el metal medio afectado ante el golpe.

–¡Perro estúpido, ese es mi bebé!

Min se ríe con malicia, dando un puchero travieso desde su asiento.

–Ups.

Jeon debe aguantar una risotada por la travesura del de baja estatura, largándose de la escena para evitar involucrarse en el escándalo, aunque es participe de que lo desaprovechaba, prefería no meterse y disfrutar de la discusión que brota las venas del idiota deportista que le pagó.

Por cretino.

–¿Ups? ¿Es todo lo que dirás, Min Yoongi?

Yoongi mantiene su vista posada en cualquier otro lado lejano a su padre, la incredulidad y el enfado de sus ojos le ponen incómodo.

–Odio que uses mi nombre completo con esa entonación.

–Pues yo odio que mi primogénito se comporte inapropiadamente porque no controle su mal temperamento y termine chocando un lujoso deportivo que, claramente, mi seguro no cubre – reprocha con voz cada vez más elevada, desde que recibió la noticia de la travesura de su hijo mayor estaba escandalizado y no podía entenderlo. Si bien Yoongi era bastante osado y temperamental, nunca hizo algo de tal magnitud y tenía cierto límite por su autocontrol, debía de detestar al tipo o le tocó una fibra muy sensible –. ¿En qué pensabas?

–En que ese idiota me hace la vida imposible – masculla de mala gana –. Vamos, su auto necesitaba un retoque.

–Yoongi, ¿Podrías dejar ese estúpido libro y verme a la cara? – exige con la paciencia al límite, la vena en su frente visible. Respira hondo y exhala con cansancio – ¿Esto es una venganza porque no estoy de acuerdo en permitirte ir a Tokio?

Con un profundo suspirar, aparta su libro y se levanta del sofá, encarando a su furioso padre con rostro neutral, inexorable.

–Tal vez, ¿Te duele lo suficiente la cabeza como a mí? Porque eso causas con tus prohibiciones sin fundamento. No puedes tomar decisiones por mí, soy mayor de edad.

Namjoon se pregunta si era su culpa el que su hijo fuese tan directo al dirigirse hacia él con tal irrespeto, pero siendo tan astuto al elegir sus palabras como para no meterse tan en problemas.

–Entonces eres mayor para pagar por ti mismo la factura de daños del auto de ese muchacho.

Gi da un sonido fastidiado con su lengua.

–Sabes muy bien que tu seguro lo cubre, eres doctor y tienes prestigio. No seas dramático, papá.

–Esto no es sobre dinero – exclama con severidad –. Soy tu padre, tengo derecho a opinar de tu futuro.

–¿Y mi opinión no importa?

–Aún eres joven, no sabes lo que quieres hasta que cumplas treinta y cuatro, y luego a esa edad te das cuenta de que eres muy viejo para usar aprendizajes básicos que hace mucho debiste de saber – inventa con convicción, a pesar de que, obviamente, el ojos negros no lo toma en serio –. Hijo, estoy tratando de...

–No digas que de protegerme, ¿De quién, de mamá? Por favor, papá – acusa, gesticulando con sus manos al aire –. Quiero que confíes en mí, que sepas que soy capaz de tomar mis propias decisiones sin necesidad de consultarte o tener treinta y tantos años. No puedes controlar y arruinar mi vida porque tú no tienes el control de la tuya.

Namjoon expulsa el aire por la nariz pesadamente como si de un toro se tratase, con una mirada que hace retroceder un poco al pelinegro, agachando la suya porque es consciente de la raya del borde que está dispuesto a tolerarle como su padre.

Justo el silencio se interrumpe por el celular de trabajo del doctor, quien sisea antes de atender la emergencia médica.

–No voy a castigarte ni cobrarte lo del auto porque jamás me diste problemas tan graves, pero esta conversación no ha acabado y tendrás que jurar no volver a hacer una cosa como esa. ¿Quieres que confíe en ti? Demuestra que eres adulto, porque quiero que te disculpes con el tonto ese por tus malos actos.

Yoon se exalta al segundo, ojos abiertos en cólera.

–¡¿Qué?! ¡Prefiero que me castigues o trabajar diez años seguidos antes de ir con esa escoria infernal!

El más moreno sonríe victorioso, buscando su abrigo y sus llaves.

–No. Eso, decomisarte las llaves de tu auto hasta nuevo aviso y tener a tu hermano furioso contra ti, son suficiente castigo, hijo.

Tal como menciona, la escalera resuena con los pisotones apresurados de un histérico Jimin, el cual aparece con un celular en su mano.

–¡Eres un psicópata! ¡¿Por qué le hiciste eso al auto de Kai?!

–Para que tengas que ir en autobús a la escuela y regresar caminando, perdón – se encoge de hombros con una nada angelical sonrisa, emprendiendo rumbo a su habitación –. El ejercicio hará que rebajes al menos esos cachetes.

–¡Cállate, psicópata!

El mayor regresó simplemente para imitar su tono chillón y hacer una cara de burla:

–¡Apestas, dulzura!

El rubio le lanzó otro montón de insultos que ignoró por completo.

–¡Vamos, apresúrate! Eres una tortuga, Kookssi.

–Y tú una liebre, no te daré más azúcar antes de salir – enfatiza tras tomar las chaquetas de ambos, siendo jalado sin piedad por su hermanita en dirección a la salida. No tenía ningunas ansias por salir ese domingo, mas no iba a negarse a su pequeña mocosa, no cuando la ve sonreír de tal manera mientras caminan hasta el parque donde se encontrarían con su amigo Hyeok y su famoso niñero –. ¿Segura que no es muy temprano?

–Son las cuatro, dijeron que estarían ahí a las cuatro y quince.

–Es temprano.

–Eres un irresponsable, Jungkook. Son quince minutos de caminata.

–En realidad, son diez – se defiende con simpleza. La niña niega convencida de su calculo.

–No si pasamos a comprar unos caramelos, genio.

Sonríe divertido, dándole una negativa como respuesta; pff, ni loco le daría más dulces para que termine acabando con su estabilidad y el parque entero.

Una vez están en el sitio, la castañita corre hasta el niño en el tobogán rojo, quien la recibe igual de efusivo con un abrazo que le hace bufar para sí mismo. No es que le caiga mal Hyeok o que éste sea un mal niño, sino que padece del síndrome de hermano mayor sobreprotector, y veía el futuro con esos dos como un dolor de cabeza para él.

–Niños, no se separen mucho y mantengan sus ropas limpias, no quiero problemas con sus padres, ¿Sí?

Aquella voz saca a Jeon de sus pensamientos, girándose descolocado para captar al dueño de la misma.

–¿Qué...?

Al verle también, pone una cara horrorizada en lo que completa la anterior sentencia del más alto:

–¿Qué diablos haces tú aquí?

–Es un gusto para mí también, gracias – Kook ironiza, aún confundido –. Esperaba cualquier cosa antes que verte aquí.

–¡Yoonie oppa!

La pequeña interrumpe su conversación, corriendo para abrazar al de jeans rasgados con una risita alegre que logra aliviar un poco la tensión en el mismo.

–Hola, pequeño monstruito, ¿Cómo va el tercer grado?

–Las matemáticas son horribles – alarga la última palabra con un lloriqueo –, ¿Quién necesita aprender factores para comprar caramelos?

Yoon ríe entre dientes, acomodando los mechones negros que se cuelan por el rostro de la chiquilla.

–Espera a que llegues a preparatoria y vas a extrañar los factores y las multiplicaciones, niña.

Jieun ignora totalmente el hecho, más concentrada en jalar de la mano al adolescente y guiarlo más cerca del tatuado que les escanea con aturdimiento ante la distópica escena.

–Él es mi hermano mayor, se llama Jungkook. Te hablé de él y te dije que vendríamos juntos hoy.

–Así que Min Yoongi es tu niñero –comprende finalmente, en lo que el aludido aprieta sus labios para evitar seguramente algún mal comentario. Su sonrisa surge entonces con diversión –. Mi hermana me contó bastante sobre ti, pero nunca imaginé que serías .

La pelinegra los examinó con ojos entrecerrados y cabeza ladeada.

–¿Se conocen?

Yoongi se muerde la lengua para no decir algo como "por desgracia", cosa que nota el insufrible Jungkook al detallarlo con gracia desde su puesto. En cambio, se controla y mantiene la serenidad, era mejor aparentar que le vale mierda la presencia ajena antes de que el tipo se considere importante como para molestarlo.

–Tu hermano y yo vamos a la misma escuela desde hace años y compartimos una clase juntos, linda.

–¡Oh, ya! – dice expresiva, interesada en el tema – ¿Significa que son amigos?

El termino hace que el más alto reprima una risa y el bajito le lance una mirada de advertencia.

–Bueno, hermanita, digamos que no le caigo tan bien a Yoongi.

–¿Por qué? ¿Te jala el cabello? – Jieun da un puchero decepcionado –. Mi amiga Nam-ra dice que Oh Sehun lo hace conmigo porque yo le gusto a él, pero yo soy novia de Hyeok... ¿Te gusta mi hermano entonces?

–¡¿Como que novia?!

–¡No, n-no es eso!

Los dos mayores se miran con ojos abiertos por diferentes razones, y antes de añadir algo, el otro pequeño de ocho años se une para saludar a Kook.

–¡Hyung, al fin conociste a mi niñero! Yoongi hyung es genial, te va a agra-

–Sí, sí, muy genial y todo, pero tenemos cosas serias que hablar después de que jueguen un poco, niño.

Los dos infantes se miran con cierto rubor apenado al comprender a qué se refiere el Jeon mayor, y con una sonrisa tímida se terminan por largar a los juegos del parque.

Ahora estando solos, el que rompe el silencio es el pelinegro.

–Oye, por el bien de los niños y mi salud mental, prefiero que no arruines esta salida con tus oraciones estúpidas o actitudes de rompecorazones, ¿De acuerdo?

–¿Tienes miedo a que rompa tu corazón?

–Tengo miedo a romperte un testículo o una rodilla, ¿Contento?

–Ok, entiendo. No haré ningún movimiento... Por hoy – remarca lo último con las manos en alto, causando una mueca fastidiada en el contrario. 

–Cierra la boca y mejor vamos a sentarnos, los mocosos son muy escurridizos.

Ambos concuerdan y toman asiento en una banca para vigilar a los niños a la distancia, y aunque estén sin modular palabras por unos pocos minutos, hay cierta tensión que decide aplacar el más alto:

–No sabía que trabajabas como niñero, creí que tu padre era médico.

–Que mi padre tenga dinero no quiera decir que deba depender de él, soy autosuficiente y detesto pedirle dinero para mis gastos personales. Aunque no hago esto como trabajo remunerado, de todas formas – indica con la vista al frente, pendiente de los infantes –. Hyeok es mi vecino, me cae mejor que muchas personas de mi edad, y su madre es bastante simpática.

–Entonces sí eres capaz de entablar relaciones sin apartar con una mirada asesina a los demás – concede con un deje de burla que hace resoplar al opuesto, pero no se percibe realmente irritado ante el chiste, al menos no tanto –. No sé por qué te caigo tan mal.

–Eres irrespetuoso, empezando por ahí. Apuesto a que soy mayor que tú.

Jeon sonríe juguetón.

–¿Quieres que te diga hyung?

Min ruega tenerle paciencia, era obvio en su semblante.

–No, eso es para amigos de confianza. Ah, y otra cosa que me saca de quicio es tu confianza en ti mismo, creyendo que te haré caso cuando ni siquiera sabes si soy gay.

–Dudo que no lo seas.

–¿Insinúas que tengo cara de gay?

–No creo en los estereotipos, no es por esa razón. en todo caso, no es como que tengas el aspecto de los estereotipados – aporta, acomodándose en su puesto con cierta inseguridad, porque hablar con el mayor era aún terreno complicado –. Es simplemente una corazonada mía, ¿O acaso no eres gay?

–Es mi problema si lo soy, y en caso tal, no eres mi tipo – farfulla entre dientes, es difícil de reconocer incluso para sí mismo que el punto de vista del menor le sorprendió, de buena forma –. Cada vez que nos encontramos estás tratando de coquetearme.

–Coquetear no es pecado.

–No quiero nada de eso, ¿Sí? No quiero citas, ni relaciones o un estúpido romance cliché adolescente que solamente es una excusa para perder mi tiempo y disparar las hormonas, sin mencionar que muchos terminan en terapia por cretinos egoístas – espeta con aversión, una mueca de repulsión 

–¿Temes a que te deje en terapia? – pregunta un poquito perdido por el rumbo de la charla, admite que le indignó un tanto la poca confianza; claro, si dejase a su conciencia funcionar, aceptaría que, en efecto, sí estaba siendo un idiota por sus reales intenciones – No soy tan cretino.

–No tendrías el poder de afectarme tanto, no se te suban los humos – Yoon ríe ligeramente, sacudiendo una hoja que cayó de alguno de los árboles y terminó en su regazo, la pausa le sirve para dar un dato que solidifique su punto: –. No tiene caso además, voy a largarme de la ciudad al terminar la escuela.

–Ya veo... – susurra con vago interés, realmente no le prestaba tanta atención porque -en resumidas cuentas-, pensaba que era un chico amargado, y no tiene ánimos de discutir o involucrarse con el bello hyung ahora mismo. Además, él también estaba un tanto harto de todos, por algo se alejó de las relaciones, en general. Sólo por sacar un tema que aplaque el silencio incómodo en el que se sumergen, inquiere: –. ¿Y qué hay de tu hermano? Luce como lo opuesto a ti.

–Ni se te ocurra acercarte a Jimin.

El castaño sonríe ladino por la amenaza tan inmediata.

–Wow, ¿Celoso?

Yoon niega un ademán de manos despreocupado.

–Si deseas saberlo, él y yo somos como agua y aceite.

La charla muere ahí, ninguno tiene nada más que aportar por los momentos. Permanecen un rato sentados, simplemente observando a los menores y el paisaje que se extiende ante ellos. 

Jeon no suele concurrir por largo rato ningún parque, estaba acostumbrado a estar en lugares más cerrados y en zonas menos decentes, por decirlo de alguna manera. El aire fresco, la naturaleza que se mezcla con el ambiente urbano de Seúl era un respiro nuevo que hace tiempo no disfrutaba. A su lado se fija que Min estaba sereno y quizás más adaptado que él a estar en sitios como aquel, a lo mejor y es más de salir y no rodearse de cuatro paredes. 

Los dos adolescentes se deciden tras un rato en hacer descansar a los infantes cuando están lo suficientemente sedientos, sudados y cansados de tanto jugar y correr.

–Yoonie oppa, por favor convence a Kook-ah para que me deje comer helado.

–¿Que acaso tiene caries o algo? – se burla un una ceja en alto, medio pendiente de ser el caso.

–No serás quien la tenga que soportar por el exceso de azúcar de regreso a casa – informa Jeon arrastrando las palabras, indiferente a los pucheros de su hermanita –. Comiste gomitas antes de venir, Jieun.

–No seas aguafiestas, ¿Qué son unas gomitas? Dale el helado, mocoso.

Los niños se ríen por el apodo tan acertado y gracioso que Yoongi le otorga al chico más grande y con aspecto rudo, quien ahora frunce su entrecejo, a él era el único que parecía no darle gracia.

–¿Y qué me das a cambio como recompensa si la dejo, lindo?

Una sonrisa maliciosa se asoma en la boca del ojos gatunos.

–¿Quieres en serio saberlo?

–Nosotros queremos saberlo – piden al unísono los más inocentes.

–No creo que estén listos para oír las palabras que él quiere soltarme, niños – Jungkook se rinde finalmente, aburrido ya –. De acuerdo, vamos por unos helados y cierren la boca.

Los pequeños festejan desplazando la última orden mientras van de la mano de sus mayores, camino al puesto de helados del parque. No estaba nada lejos de su posición, en un minuto están en el camión con el amigable señor con uniforme llamativo, quien con una sonrisa les atiende, una música pegajosa se repite de fondo. Cada uno pide sus sabores de conos o paletas y luego se sientan juntos en el pasto, bajo la sombra de un gran árbol floral.

Jungkook se quejaba con gruñidos cada que algún pétalo quería caer en su cono de mint choco a consecuencia de la brisa que de vez en tanto sopla, los niños se burlan manchados de helado en sus dedos, labios y comisuras. Yoongi por su arte estaba despreocupado lamiendo su helado de shooting star, ajeno a lo que hacen los otros tres ruidosos. 

–Ese sabor da asco, ni las abejas se le acercan, Kook-ah. Es como crema dental con chocolate, ugh.

–Límpiate el chocolate de la cara primero y luego habla, fastidiosa.

–Yo te ayudo, Jieun.

Kook frena a Hyeok ágilmente y el niño se resigna con un puchero.

–Yoonie oppa, ¿Te gusta tu helado?– Jieun bate sus pestañas con ternura, haciendo que Gi sonría ladino.

–Está delicioso, linda.

Jungkook observa el intercambio con ojos entrecerrados, su hermanita y el complicado azabache eran dos demonios que sólo eran dulces cuando querían; en resumen, con él no lo eran.

–El de mi hermano suele ser más colorido– susurra la niña con una manito en su boca para dirigirse al oído su niñero cuando Kook está enfrascado en discutir algo con el pequeño Hyeok –. Le gustan las chispas de colores y el exceso de sirope con caramelos, pero creo que le da pena contigo porque creerás que es un bebé.

Min se aguanta una carcajada y continúa comiendo su helado, ya tiene algo para molestar al irritante dongsaeng. 

Una vez terminan, los menores se recuestan en una manta que trajeron para conversar detallando las nubes, Yoon opta de ir a los columpios un rato, vigilando a los otros infantes traviesos con una sonrisa enternecida que oculta mientras se balancea despacio. Recuerda cuando era niño y solía ser así de unido con Jimin, eran los buenos tiempos.

Kook un poco dudoso se le une al mayor y toma el columpio vecino a su izquierda, chequeando al chico de reojo de vez en cuando y admitiendo para sí mismo que el pálido era un bonito e inmenso misterio; aunque no lo reconoció al principio, le atraía ligeramente tal enigma.

–Traías un cuaderno contigo en la banca, pero no lo has usado desde que llegamos mi hermana y yo, ¿Te gusta dibujar o escribir?

–Dudo que esa clase de detalles te interesen – responde con indiferencia, no le incomoda su presencia ahí, le es irrelevante. El chico no dice nada, a lo que le lanza una mirada divertida de soslayo –. ¿O qué, intentas descifrarme?

Jeon se impulsa para mecerse un poquito, hastiado de que sus intentos siempre sean despreciados por Min.

–¿Todo contigo es un movimiento estratégico? Si no quieres decirme, está bien, sólo preguntaba.

De pronto, Yoongi analiza la situación y odia sentirse un tanto cruel con el tatuado, tal vez estaba siendo muy hostil con él. Se balancea igualmente para opacar la sensación, eran someterse a esas presiones sociales las que le dan cierta ansiedad. Transcurren unos diez minutos en aquella postura, sin embargo, Kook ni se había ido, como cualquier otro haría ante alguien odioso que no busca sostener conversación alguna, y eso le hace suspirar.

–Ya es algo tarde, deberíamos llevarlos a casa.

Jungkook asiente en lo que se incorpora del columpio, no está muy seguro, pero percibe cierto cambio en el semblante y habla de Min, como si estuviese dando vueltas en su cabeza y su caparazón estuviese en descanso. Podría aprovecharlo para su beneficio, sin embargo, le da su espacio y va en su lugar con los infantes para partir a casa con los últimos rayos del sol en el cielo, pues ya estaba ocultándose en el horizonte y los colores empezaban a cambiar allá arriba.

Abrigan a los niños con sus respectivas chaquetas y van de la mano hasta la parada de buses donde Yoongi y Hyeok tomarían su rumbo opuesto. Jieun anduvo de la mano con el niñero incluso estando sentados, charlando y riendo con éste, mostrándole al más alto entre el grupo un lado más sereno del cascarrabias hyung con cabellos negros.

–Mi hermana te adora, lo confirmé hoy – Kook reconoce cuando al fin la de coletas se va junto a su amigo de cabellos claros, en el otro extremo de la gran banca –. Gracias.

En el rostro del mayor se instala cierta curiosidad.

–¿Por qué? Jieun es agradable, no me esfuerzo con ella.

Jungkook no lo medita mucho, levantando sus hombros y dejándolos caer.

–No lo sé, es lindo verla sonreír y charlar con otras personas. Es difícil para ella socializar, al menos es así desde que en casa, bueno, ya sabes...

Yoon no necesita indagar más, la historia no la conoce muy bien, pero sí lo suficiente como para entender a lo que se refiere: Desde el fallecimiento de su madre, Jieun no la ha pasado tan de maravilla, pues no ha podido crecer con ella como en un caso más común e ideal.

–Bueno... La comprendo bastante bien – susurra tan bajito, que notoriamente por el gesto del contrario, el mismo dudó de haber escuchado adecuadamente. Antes de siquiera darle chance para opinar al respecto, prosigue con una sonrisa melancólica: –. Te adora aún más que a mí, es raro decirlo, pero pareces un buen hermano mayor. Ella vive parloteando de ti sin parar.

–Lo intento, al menos ser bueno para ella – concede con modestia, ya que realmente no se consideraría como el mejor hermano mayor, pero en todo instante trata de serlo. Aquello justo le recuerda a la razón por la cual hace la apuesta que, hasta ahora, no había analizado del todo. Ahora, estando junto al ojos negros por primera vez sin recibir sus insultos, y sin un comportamiento repelente, se siente raro. El autobús arriba para interrumpir y sacudir sus divagaciones, así que se levanta con un gesto de despedida que da con su cabeza –. Suerte en el trayecto, escríbeme cuando lleguen a casa o la mocosa me matará.

–No tengo tu... – detiene su comentario al captar que el menor seguramente colocó su número en alguna parte cuando dejó su bolso solo, porque el castaño le señala el mismo con claro indicativo. Bufa con cierta diversión que intenta disipar con una mueca hastiada –. Eres un caso perdido, Jeon.

A veces, Jungkook se siente de tal manera, sobre todo cuando Yoongi es abrazado con tanto cariño por su hermana, ambos dándose una sonrisa sincera de despedida, la voz de su conciencia asomándose minúsculamente. 

Durante el regreso a casa va oyendo a su hermanita en silencio, asintiendo con sencillas monosílabas, perdido en los rincones de su mente.

–Yoonie oppa es un chico genial. Quiero ser como él de grande.

–Ustedes tienen bastante parecido, a decir verdad.

La niña brilla sus ojitos en ilusión.

–¿En serio lo piensas?

Sonríe de medio lado.

–Sí, los dos son rebeldes e insoportables.

Los golpecitos y reproches no se dan a esperar por parte de la de coletas, pero no se molesta en detenerlos, porque de pronto siente que se los merece un poco.

¿Por qué tan repentinamente siente que está haciendo las cosas mal? Tal vez se acredite a que su hermanita, de descubrir todo, se enfadaría demasiado con él por aceptar un plan tan retorcido que involucra a su querido niñero...

–Déjame ver si lo entiendo, ¿Un chico te está coqueteando?

–Ujum.

–Y es el hermano de la noviecita del mejillas de pan de Hyeok.

–Sip.

–El mismo chico tatuado que tiene una reputación del infierno y que está en tu clase de literatura universal.

–¿Tienes un problema para procesar lo que digo o te estás reseteando? Sí, Jeon Jungkook, milagrosa e improvistamente empezó a perseguirme, Seokjin – repite con pereza, anotando en su libreta las fórmulas químicas del pizarrón –. Además, te he dicho que no todos los chismes del maldito instituto son reales. A mí me inventaron que tengo un pacto con satanás y que soy hijo de Voldemort la semana pasada, y lo más absurdo es que hubo gente que se creyó tal barbaridad. Dios, ¿Que no captan que, tristemente, Hogwarts ni siquiera existe?

–Entonces lo que me estás haciendo captar es que ahora lo defiendes de los rumores – dice astutamente, ignorando el montón de palabrería del menor –. ¿Acaso te gusta y logró su cometido, Yoon?

–No, estoy únicamente respondiendo a tu insinuación de veracidad en los rumores escolares, Jin. Además, claramente no me conoces lo suficiente para siquiera imaginar que me gusta un sujeto como Jeon, que decepción de mejor amigo eres.

–Es que estoy un tanto confundido, Yoon – concluye con un resoplido estresado, su vista clavada en los apuntes desordenados de su amigo, muy diferentes de los suyos, que tienen un orden medido milimétricamente y son coloridos por los plumones que guarda en su bolso; siempre fue así, ni de más pequeño convenció al pelinegro para organizar mejor sus escritos –. ¿Qué piensas hacer con él?

–Continuar ignorándolo – resta importancia sin siquiera considerarlo – ¿O acaso hay otra opción?

–La hay, si me preguntas.

–Nop, no para mí. Y si sigues hablando sin copiar nada, cuando entre la profesora, tendrás problemas, hyung.

Jin se da por vencido esta vez, analizando en su cabeza los hechos tan extrañamente repentinos que se dieron con su dongsaeng, el que aparentemente esta repelente a todo el tema de Jeon Jungkook.

Sin embargo, la verdad es que el ojos negros estaba recordando el comportamiento del mismo chico, ese con piercing y tatuajes, durante el día anterior. Kook mostró un lado más "decente", desde cierto punto de vista, notoriamente siendo su hermanita Jieun una debilidad para él, de eso no cabe duda, y aquello abrió un poco su interés. A lo mejor el mocoso tenía virtudes. 

Por supuesto, no admitiría nada en voz alta, ni para sí mismo.

–No quiero hacer esto, pero necesitas ayuda con ello – arrastra las palabras con resignación, andando con su amigo hasta donde un sujeto más corpulento se halla, comiendo unas papas despreocupadamente en las bancas afuera de la oficina del director Wang, apuntando a su vez algo en una libreta que reposa en su regazo –. Si tenemos suerte, nos creerá. Trata de dejármelo a mí.

Tae se ahorra los melodramas y termina por adelantársele al pelirrojo, colocándose a un costado de Jeon y formulando:

–Creo que no has tenido suerte con Min hasta ahora, porque, de tenerla, estarías con él y Kai no tendría cara de asesino serial. Supe lo que Min le hizo a su auto.

Kook no se esmera en prestarles atención o siquiera levantar su vista.

–¿Los mandó a decirme algo, niño genio?

A pesar de que el chico no los veía, Kim niega con su cabeza.

–Vinimos por nuestra cuento, en realidad. Queremos ayudarte con él.

–¿Ayudarme? – sonríe ladino, aún centrado en sus apuntes y muy apenas dándoles una corta mirada– ¿Ustedes?

–Ajá, podemos otorgarte información importante y cosas que te ayuden.

–Sigo sin entender su papel en todo esto.

Hoseok y Taehyung intercambian miradas para intentar improvisar.

–La verdad, es que mi amigo Taessi está interesado en Park Jimin.

El nombrado le da un golpe a Jung en su hombro, un obvio regaño por soltar semejante pieza de información.

–¿En serio? – bufa con cierta incredulidad, arrugando la bolsa de chips ya vacía para levantarse y botarla en el cesto de basura – ¿Qué tiene ese chico? ¿Pezones de dulce o algo?

–¡Oye!

Hobi detiene al castaño antes de que cometa alguna idiotez, como intentar pelear con el visiblemente más fuerte Jeon, el mismo que ve con desinterés al par antes de retomar su puesto en la banca.

–Oigan, me da igual quién salga con Park, ¿De acuerdo? Yo sólo hago lo que me ordenó el idiota que me pagó.

–De acuerdo, entonces creo que podemos decirte un secreto – atina el bailarín, siendo riguroso para exponerle su próximo argumento, sentándose junto al tatuado y acercándose con voz baja, ignorando la cara desaprobatoria de Tae –. Nosotros dos somos los que manejamos esto, estamos detrás de toda la idea principal y sólo utilizamos a Jong-in como el medio de pago, una pieza del tablero. En resumidas cuentas, Kai es un tonto, y nosotros somos más inteligentes que él.

Jungkook ahora les da una mirada más larga, terminando por reír.

–Ok, admito que los subestimé. Suena a algo que tú planearías, Jung.

–En realidad, se me ocurrió a mí – argumenta el de ojos café, ya incómodo con la prolongada charla que salió de sus planes iniciales –. La cuestión es que hablamos con él para que te pagara, pero quién tiene que salir con Jimin, soy yo.

–Confirmo, mi amigo es de mucho mejor corazón – completa Hoseok con manos en alto, haciendo énfasis en su punto– , tienes que otorgarle eso.

Ciertamente, tiene que darle la razón; Jeon es consciente de que el deportista posiblemente va a lastimar al Park menor tras obtener lo que quiere de él, y ahora que lo procesa mejor, no le gustaría mucho la idea, menos envolverse en aquello y que su conciencia se lo recrimine toda la vida. No es su problema, bien, pero le hacía sentir más imbécil y patán, porque no sólo se estaba prestando para salir con Yoongi a cambio de dinero, y si bien duda lograr herir al azabache saliendo con él un par de veces, su hermano menor luce mucho más frágil, lo que implica que sería meterse en doble lío.

–Está bien, jugaré en el medio – concluye posterior a su silencio, cerrando sus apuntes de un golpe y haciendo que el pelirrojo de un pequeño saltito –. Escucho sus ofertas y opiniones.

La ilusión se refleja en los dos amigos.

–Verás, mi amigo tiene posibilidad de investigar a fondo sobre Min con un poco de ayuda extra, pero necesitas saber todo de él. Tanto sus gustos como lo que odia.

–Es un fierecillo, y siento que me dará dolores de cabeza.

–Pero...

–Consigan la información, yo me encargo del resto.

Jungkook palmea sus espaldas con más fuerza de la necesaria porque le causa gracia lo intimidados que lucen con su presencia, partiendo a su clase de... No recuerda de qué materia, pero sí que es el salón cerca del extintor en el tercer piso, ese que usó una vez para apagar un incendio que su descuido ocasionó hace tres años en el salón de ciencias.

–¡Jimin, dulzura! – el llamado detiene al nombrado y le hace girar con una sonrisa que iguala la del rompecorazones que le guiña con galantería –. ¿Qué tal estás?

–¡Kai! Genial, estaba imprimiendo unos volantes para...

–Ah, sí, sí, suena interesante, lindo –  acorta con prisa, no le apetece un parloteo innecesario –. Por cierto, ¿Qué te parece mi nueva sesión fotográfica en instagram?

Park cierra la boca, tragando la anterior oración y sonriendo algo perdido.

–Eh... No he revisado mis redes hoy. Estuve ocupada con los deberes.

–No hay problema, yo te muestro – resta importancia en lo que muestra en su celular las fotografías profesionales, exageradamente costosas para lo que eran –. ¿Te gusta más esta o esta?

–¿No son iguales? – ríe un poquito, porque las dos fotos que se proyectaban en la pantalla eran prácticamente clonadas, misma camisa pero con distinto color; sin embargo, al alto aquel inocente comentario pareció ofenderle mucho, por lo que se retracta con nerviosismo: –. L.la blanca luce mejor.

–¿Blanca? Me gusta más la negra.

Jimin se traga las ganas de decirle que no tuvo caso el haberle preguntado si no iba a tomar su opinión en cuenta a la final, pues se recuerda que no conseguirá nada con el atleta de no ser un encanto con él. No quería parecer un huraño como lo es su hermano, por ejemplo...

Nadie lo querría, y él quiere que le quieran.

–Eh, claro, tienes razón... ¿Para qué necesitas la sugerencia?

El peliazul da una mueca de obviedad.

–Este fin de semana, la fiesta en mi casa... ¿Te suena?

Se iba a dar una cachetada mentalmente por su semejante descuido, las tareas y exámenes le tuvieron muy ocupado.

–¡Ah, s-sí! Oí algo al respecto.

–Claro que lo oíste, mis fiestas son lo mejor, y espero verte ahí para que esta sea perfecta, belleza – emplea su tono seductor, sonrojando las mejillas del menor mientras acaricia su mentón con descaro –. Serás mi invitado especial, puedes usar algún lindo pantalón apretado o camisa ceñida a juego con mi atuendo.

–C-claro, creo que sé lo que puedo usar – contesta algo contrariado por la forma imponente en la que le trata, no le agradaba que le den ordenes o le controlen hasta cómo vestir, pero era un sacrificio valido; Kim Jong-in era excesivamente apuesto y gustaba de él, ¿No? Se sacude sus pensamientos de la cabeza y le sonríe embelesado –. Tengo que irme a mi clase de español. Nos vemos después, Kai.

–Adiós, precioso – otorga un beso en la mejilla del rubio, viéndolo irse con timidez. Le encantan los chicos inocentes y virginales, lo confirma mientras observa con descaro el trasero de su nuevo objetivo –. Será divertido jugar con los hermanitos un poco más...

En su andar, el menor de los Park-Min ideaba un plan sobre cómo haría para que su padre le diera permiso para asistir a la fiesta que -claramente-, sería todo un gran suceso en su adolescencia y su vida escolar. De pronto recuerda que al día siguiente tenía clases de Francés con Taehyung, el lindo castaño que también le invitó a salir y quien le trata tan dulcemente que le hace suspirar con remordimiento.

No quería rechazarlo, porque realmente le agrada muchísimo más de lo que pretendía aceptar, pero tampoco desea plantar a Kai ahora que le prestó atención, menos cuando era su tipo ideal... Al menos físicamente hablando.

–A veces me siento una basura...

Jimin no tenía pista alguna de que esas mismas palabras se las estaría repitiendo a diario después de la dichosa fiesta.

Una entonación rasposa le frena en medio del pasillo, pues le suena tanto grata como vanamente conocida. Opta por seguir su origen, hallando la puerta del salón de artes entreabierta y llevándose una gran sorpresa al encontrar al portador de tal voz:

Yoongi escribía despreocupado en un cuadernos colocado en el soporte de partituras del piano, solitario en el aula vacía, la luz de la ventana -con los tenues rayos solares de la tarde- hacía sus negro cabellos brillar, su rostro sereno mientras entona la canción bajito, pura concentración en sus rasgos.

Jungkook se perdió más de la cuenta detallándole, hasta el punto de sentirse un bobo y uno de esos raritos stalkers. Esto lo despierta de su trance con una aclaración de su garganta para hacerse notar.

–Así que compones. Se trataba de eso, el cuaderno que llevas contigo siempre.

–¡Mierda! – Yoongi salta desprevenido, golpeando con su rodilla la parte inferior del piano y soltando un gruñido al sobarse el área lastimada. 

 –¿Estás bien? 

Resopla con irritación ante la pregunta y encara al inoportuno, quien recostado en el marco de la puerta, parece burlarse a su costa.

 –¿Qué haces aquí a estas horas? Se supone que son las tres treinta, Jeon, y en un salón no puedes entrar sin tocar primero, ¿No te enseñaron normas en casa?

–La puerta estaba abierta, iba a irme cuando te escuché – defiende sin rodeos, metiendo sus manos en los bolsillos –. Cantas bien, chico rudo.

–¿Un nuevo apodo? Que honor.

–Ujum... ¿Qué tocas?

–¿Que no sabes que cuando alguien hace algo que le gusta, o está concentrado en ello, no desea que ningún idiota le moleste? – al ser ignorado por el más alto, voltea para ordenarle a que se largue, alarmándose al captar que éste comenzaba a aproximarse. Intenta cubrir sus partituras y apuntes con velocidad, quiso aparentar discreción al hacerlo para no verse vulnerable, pero no lo consigue del todo, así como no cubre por completo las hojas –. No te quiero aquí, Jeon.

Kook pierde en su boca la respuesta, porque, al toparse con el cuaderno, ve una escritura pulcra y ordenada, además de unos bocetos sencillos en otras hojas, lo que vuelve a asombrarle por sus diversa gama de habilidades. El boceto dibujado era tanto sencillo como precioso, la misma ciudad de Seúl en un paisaje nocturno que destacaba a las estrellas, la luna y las luces de los edificios, pero había una esencia única y algo diferente en la obra que le provocaron unas inmensas ganas de analizar cada detalle, incluso apreciar más de sus trabajos, no recordaba que la ciudad fuese tan esplendida y extraordinaria... 

Ahora Jeon deseaba oír a Min tocar sobre esas misteriosas letras que apuntaba con ensimismamiento, porque, si dibuja así, no imagina cómo acompañaría su linda voz con aquellos lyrics y notas.

Ajeno a lo que pasaba por la cabeza contraria, Yoongi se tensa a la defensiva, bloqueándole más la vista de las hojas con sus manos.

–Eso es...

–¿Qué? No me gusta que vean mis cosas, así que si vas a...

–Estás en la clase de música y artes, estoy seguro de que todos verán esto.

–Tú no tienes permiso – remarca la sentencia de forma arisca, y el no obtener alguna contestación tras varios segundos, le hace ponerse un poco ansioso en su puesto, ¿Qué tanto miraba? Evade su vista con un tono de aparente desinterés: –. ¿Y bien?

–Es increíble, tienes obviamente talento. No logro leer las letras, pero vi algo de las notas y el del lindo dibujo – confiesa finalmente, hallando las palabras correctas una vez sale de su raro trance. Se cruza con los ojos oscuros, y le fue inevitable sonreír de medio lado –. Luces mejor cuando estás con la guardia baja y componiendo.

–¿Tomo eso como cumplido? – ataca con evasiva, porque de pronto se siente más pequeño ante su escrutinio, tampoco sabe cómo responder a sus halagos. Su mejor defensa es cruzarse de brazos, odiando que el más alto le esté observando tanto –. B-bien...

Piensa que ya la había incomodado demasiado en su rato libre, por ende, con un asentimiento y una ultima sonrisa ladina, el castaño se encamina a la salida.

–¿Algo que decirme antes de irme?

–Sí, deja de fumar. Agh, hasta acá huele tu apestoso humo – resuelve meditando algo que disipe el tema anterior, y tampoco es que mintiese del todo, arruga su nariz en desagrado por el olor a humo y nicotina que tanto detesta; claro, está exagerando un poquito, porque no es tan fuerte –. Jieun me dijo que no le gusta.

Chasquea, restándole importancia a la sugerencia.

–Hasta luego, lindo hyung.

Vuelca sus ojos con un siseo, oyéndolo retirarse. Ahora que queda nuevamente solo en el aula, reposa su vista en su dibujo y los apuntes que minutos atrás hacía. Suelta un suspiro que no se dio cuenta de estar conteniendo y bebe un poco de agua en su botella, porque su cara estaba algo caliente de pronto.

Jungkook le hizo varios halagos en un momento, y por primera vez, los notó genuinos.

–Mocoso...

✩✩✩

Editado el 27-01-24.

¡Holaaa! ¿Les gustó el tercer capítulo? ¿Cómo ha ido su semana?

¿De quién creen que va la canción de la playlist? Pista, es para Kai, ¿De parte de... Quién? 👀

Denme sus opiniones, me encanta leer comentarios uwu

Hay muchas cosas estilo Americanas aquí porque es una adaptación de la película original, pero estoy equilibrando al Coreano lo máximo posible. Igualmente, hay cositas puntuales, como la licencia de conducir (En Corea tienes que ser mayor de edad, que es 21 años, o tener 19, pero hagan de cuenta de que aquí es a los 18. Igualmente los personajes tienen 17 y 18 en este fic)

¡Voten y comenten! 🖤

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