Capítulo 1: Yoongi/Jungkook

Jimin marchó decidido por el pasillo una vez salió de su habitación, totalmente obstinado de la ruidosa música proveniente del cuarto de su hermano mayor, tocando la puerta de éste con insistencia y llamando a su nombre con clara irritación. La puerta fue abierta tras un rato insistiendo, mostrando a un pelinegro de misma estatura que le miró con una mezcla de desdén y cierta burla en sus orbes oscuros.

–¿Se te ofrece algo?

–Sí, necesito que le bajes el volumen a esa cosa para poder estudiar.

–Esa cosa, se llama música.

–No puedes decirle así a algo que hace que mis oídos sangren, Yoongi –se queja con brazos entrecruzados –. Algunos de nosotros sí queremos graduarnos y tener un buen promedio, cosa que no es posible con ruido perturbando mi ambiente.

El mayor enarca una ceja, el otro siempre logra sacarlo de quicio con esa clase de comentarios.

–Oh, ¿Te quieres graduar? Pensaba que sólo querías ser el chico perfecto que se casa y termina siendo mantenido por su pareja.

El rubio apretó la mandíbula, totalmente indignado, usando su última instancia:

–¡Papá, Yoongi no quiere quitar su horrenda música y necesito hacer mi tarea!

El mencionado resopló y comenzó una serie de burlas con su hermano que le eran regresadas sin parar, mientras, el padre de ambos subía con pereza las escaleras, uniéndose a donde los adolescentes discutían.

–De acuerdo, ¿Qué pasa aquí y por qué hay tanto alboroto?

–Yoongi puso a propósito la música al máximo para que yo no pueda terminar mi tarea.

–No es mi culpa que no puedas hacer dos cosas a la vez, alteza. Claro, en mi caso yo sí puedo, y por eso uso mi música para hacer la tarea.

–¿Quién diablos hace tarea con música tan escandalosa? ¡Es mentira, papá!

–Bien, bien, basta los dos –interviene el adulto antes de que los chicos vuelvan al debate que le generaría una jaqueca segura, incrementada por la melodía roquera –. Yoongi, para algo te compré los audífonos.

–No puedo hacerlo con audífonos, soy un alma libre – contradice con un encogimiento que hace bufar al menor –. Enserio, me inspiro mejor con música, papá.

Jimin mira a su padre con claro indicativo de advertencia, éste al verse acorralado, suspira cansado.

–¿Qué tal si te doy dinero para que compres el disco que querías y a cambio bajas el volumen?

–¡Estás haciendo que te manipule de nuevo! – lloriquea con un gesto furioso –. ¿Que acaso quieres que sólo te haga caso con chantajes?

–Tú haces lo mismo cuando le pides que te compre tonterías costosas y sin utilidad relevante – Yoongi sonríe con suficiencia –. Acepto la oferta, problema arreglado. Suerte con tu tarea, niño.

El rubio gruñe, dándole a ambos una última mirada desaprobatoria que acompaña con un golpe de su pie contra el suelo en señal de frustración, largándose finalmente a su habitación con un duro portazo.

La música estaba ahora más baja en lo que el de cabellos oscuros se lanza a su cama y toma el control, su padre entra mientras ello, colocando el dinero de su billetera en la mesita de noche.

–Ten, con esto es suficiente, ¿No?

–No tienes que dármelos, sólo lo hice para irritarlo – explica con serenidad –. Sabes que no te manipularía con dinero de esa forma.

–Lo sé, pero igual te los daré como recordatorio – ante la evasiva mirada del menor, suelta otro suspiro agotado –. Antes se llevaban bien, Yoongi. Sé que es difícil cuando ambos son tan distintos, pero creo que a ella le gustaría que...

–Oye, está bien, entiendo. Lamento haberte incomodado cuando tratabas de descansar – interrumpe, sabiendo el rumbo de la conversación, pues era algo usual que todos en casa siempre evadan el terreno inestable que representa aquel tema en particular –. Ahora, ¿Puedes dejarme para continuar mi tarea? En verdad necesito entregarla mañana.

Namjoon lo piensa un instante antes de desistir, ya era una rutina a la cual todos se acostumbraron; evitar hablarlo, evadir el dolor y continuar poniendo vendas sobre la herida. Asiente resignado, deseándole suerte y saliendo del espacio.

Ya estando solo, libera una exhalación y posa su atención en el portarretrato que está junto a los billetes que su padre recién dejó para él, la imagen de su madre junto a Jimin y él de niños, sonriendo por igual, le da esa punzada dolorosa que no ha cesado desde aquello...

–De verdad que lo intento, pero a veces me saca tanto de mis casillas, mamá...

Decide que es mejor continuar sus evasivas en la vida, sacudiendo los pensamientos, tratando de enfocarse en su tarea de literatura y en la canción que sonaba en su reproductor.

Eso es mejor que pensar en el pasado, definitivamente.

–Y... Listo, todo está bien ahora, señora Choi – concluye con una sonrisa satisfecha tras haber limpiado la suciedad en sus manos, producto de la labor doméstica que recién realizó, viendo a la anciana que aplaude en lo que halaga sus habilidades de plomería –. Ya no tiene que preocuparse por llamar a ese plomero charlatán.

–Oh, querido, te lo agradezco mucho. Ese hombre no dejaba de cobrarme una y otra vez por la misma reparación, me salvaste de caer en la ruina – comenta con un empujoncito cómplice, buscando un poco de dinero en su bolsa –. Ten, te lo mereces.

–No, no, esto ha sido un favor – niega con un ademán –. Los favores no se cobran, señora Choi.

–Vamos, tienes una hermanita, Kookssi – insiste con dulzura, y el joven -aunque no estaba nada de acuerdo-, con aquel comentario bien jugado, terminó aceptando con cierta pena –. Sé que ahora las cosas están algo complicadas en casa, y quiero que se compre esa linda tiara de unicornio que vio en la tienda de la esquina.

–Gracias, no dejaba de parlotear sobre esa tiara – afirma con una risilla agraciada. Su hermana era una mimada a la que todos amaban –. Cuídese, estaré al tanto de cualquier cosa. Ya sabe dónde encontrarme.

La señora se despide del amigable chico al que conocía desde pequeño, lamentando que las cosas fueran tan duras a veces para su familia. Merece más cosas buenas, un milagro de ser necesario.

Por su lado, el de ojos marrones sale directamente hacia la tienda de convivencia donde solía comprar, la calle era un tanto transitada y la zona algo peligrosa, pero todos le conocían y no tenía problema, estaba adaptado y sabía cómo moverse ahí.

Compró la tiara de la que su hermanita no dejaba de darle ojitos y terminó regresando a casa, igual tomando unos cigarros y unas mentas extras consigo. Apenas abre la puerta, ya sonríe por los pasos apresurados de su hermana.

–¡Jungkook, al fin llegaste!

–Solamente fue una hora, enana – se regocija un poco una vez tiene a la pequeña de ocho años abrazándolo por la cintura, cargándola para colocarla en una de las sillas altas de la isla que estaba en la cocina –. Eres un tanto dramática, ¿Te lo han dicho?

–Es que te extrañé – hace un puchero que logra ablandar al mayor –. ¿Pudiste reparar la tubería maligna de la señora Choi?

–Lo hice, y a cambio ella me pidió que te diera esto – muestra el regalo a la menor y lo coloca en su cabecita con un divertido gesto digno de la realeza, sonriendo cuando esta emite un jadeo sorprendido y comienza a dar brincos de felicidad –. Ahora puedes ir a la escuela como toda una princesa unicornio, aunque a mí me parece que sin corona ya lo eras, mocosa.

–¡Eres el mejor! – la niña lo abraza con una gran risa efusiva, creando en su mente mil ideas para combinar con su tiara, a pesar de no tener tantas opciones en su pequeño guardarropa; no importa, los iconos de moda se las idean, eso dicen en la tele –. Quiero que papi la vea.

–Seguro la amará, pero debes primero ir a darte una ducha – hace una mueca de falso asco para molestar a su hermanita en lo que la bajaba de la silla –. Yo iré haciendo la cena.

La pequeña asiente, ignorando el comentario en medio de su goce y saliendo disparada hacia el baño.

Ahora a solas, el chico hace su labor correspondiente en la cocina, hasta que más tarde la puerta vuelve a abrirse y por esta ingresa su padre con aquel típico semblante exhausto, dejando de lado sus desgastados zapatos de trabajo y la chaqueta de jean un tanto ruyida.

Los dos mantienen una charla corta, preocupados por las noticias del adulto; y es que, sí, hay días buenos, y otros donde se ven bastante apretados. Ahora mismo, es la etapa de un mes duro.

–Prometo que el mes entrante será mejor, hijo. Te pagaré lo que gastaste estas semanas.

–También vivo aquí, no te preocupes, pa – despista con un encogimiento, pero su padre teme a que el seguir requiriendo los ahorros de su hijo no era una opción viable a futuro, para ninguno de ellos, menos para el chico –. Vete a cambiar, voy a servir la cena. Conseguí dos latas de atún en los cajones y algo de espaguetis.

–Sí, voy...

El hombre asiente con una leve sonrisa que denota su cansancio, pues resalta las arruguitas bajo sus ojos, palmea el hombro de su hijo mayor y le agradece una vez más por su ayuda, partiendo a su cuarto con cabeza gacha, apenado por no poder hacer mucho más. Jungkook lo observa con un suspiro, comenzando a sentir ese movimiento en sus dedos ansiosos.

Extrae de su chaqueta los cigarros y enciende uno, yendo al diminuto balcón -tuvo que forzar la puerta, estaba vieja y se trababa-, observando el inicio de la noche en la ruidosa ciudad, detallando a las demás personas que van de acá para allá con sus propios problemas y seguramente cavilando una manera en la cual conseguir dinero para subsistir.

En momentos como aquel extrañaba un poco cuando era un niño y todos estaban completos.

–Mundo de mierda...

Sí, pensar no era algo que le gustaba mucho, por lo que se centró más en apagar el cigarro cuando oyó la dulce voz de su hermana, uniéndose a esta en la mesa.

Caminar por los pasillos de preparatoria era la tarea más común y corriente para cualquier estudiante, pero para alguien como Taehyung, era la cosa más tediosa del mundo. Primero, porque el ser considerado alguien "irrelevante" para el resto, causaba que le empujaran, pisaran o le lanzaran comentarios estúpidos por su cara; y segundo, porque en sí, le molesta estar rodeado de pubertos que realizan todas aquellas patéticas acciones.

No quería sonar como alguien intolerante, él respetaba a todos y sus diferentes puntos de vista, sencillamente que no entendía eso de los estereotipos y los grupos sociales, jamás lo haría.

–Es como con los animales y las especies, todos se agrupan por clases y categorías. Están estos con los que si cruzas palabras terminan insultándote, los cafeteros de tumblr, los inadaptados, el grupo de cerebritos devora libros, los atletas, geeks, estos nuevos coquette y blah, blah – comenzó a relatarle -por enésima vez- a su amigo en lo que cruzan el patio –. Conozco a la mayoría desde que éramos de secundaria, y aun así nadie creó algún respeto o vínculo de compañerismo mutuo. Ni siquiera me saludan, eso es irrespetuoso, Hobi.

–Sí, sí, pero no puedes exigirle mucho a una manada de tontos que aún se sacan los mocos para comérselos o pegarlos en las bancas – contesta con desdén. Él tampoco era popular ni nada por el estilo, de hecho, era parte de los "Irrelevantes" como su amigo; la diferencia que tienen los dos, es que, con todo y que le gusta la ciencia, era menos aplicado y apreciaba más otras cosas, como el baile y el teatro. El otro era lo inverso a él –. Además, ya deberías de estar acostumbrado de nuestra realidad, ¡Pff, este será nuestro último año, anímate!

–Lo sé, lo sé – susurra, perdido en sus meditaciones. Había algo que le estaba torturando un poco con eso de "Su último año en preparatoria", o más bien, era alguien, quien precisamente iba cruzando por ahí para captar su total y devota atención –. Confía en que lo tengo bastante en mente...

Hoseok se imaginaba lo que ocurría por el tono de tonto de enamorado y la mirada a juego que porta su -hasta hace unos segundos ofuscado- amigo. Lo comprueba cuando se fija en el rubio que sonreía como todo un rayo de sol radiante, charlando con sus descerebrados amigos y robándole el aliento a unos cuantos, en especial a Taehyung.

–Hermano, de verdad tienes un serio problema – se burla, abrazándolo por los hombros para zarandearlo –. Tienes años conociéndolo y no te dignas a cruzar más que una sola palabra con él, luciendo además como un pésimo actor de obras escolares. No pienses tanto y termina por invitarlo a salir, ¡Alguien te va a quitar el chance con Park!

–No es tan fácil, Hoseok. Él no es como cualquier chico, ¿Sí? Es dulce, inocente, encantador, inteligente... – enumera con ensoñación mientras suspende la frase con un mohín, viendo disimuladamente al de ojitos miel a unos metros de él –. En resumen, Jimin es perfecto, y alguien así no aceptaría salir con alguien como yo.

–Creo que lo idealizas mucho, es sólo un chico – chasquea con un entornar de ojos –. Park es un principito que usa ropas de diseñador y algo de bálsamo labial como el resto para llamar la atención, se junta con las populares y con sonrisas inocentes hace que mil tarados se peleen por él.

–¿Terminaste? – gruñe de malas, en defensiva.

–En resumen, y efectivamente, esa clase de seres piensa que nosotros estamos fuera de su alcance – enfatiza todo con sus palmadas en el hombro del contrario –. Muchos tienen sus ojos en él, tarde o temprano ocurrirá, y tú, amigo mío, vas a quedar en la banca de los fracasados por tenerle miedo.

–Que discurso tan gratificante.

Hoseok pone una palma en su pecho con indignación.

–Hey, admite que te he apoyado como un buen amigo, a pesar de todos los contras de la situación y de mi humilde opinión. Eres tú quien no hace ningún movimiento.

–No, es que él no es como dices – alega con una sonrisa embobada, volteando para apreciar al chico del que hablan, pero poco a poco sus comisuras decaen; Jimin estaba colocándose bálsamo mientras unos de penúltimo año tratan de halagarlo entre balbuceos, en vano al ser ignorados. Al girarse hasta Hobi, éste tiene una ceja enarcada que le hace dar una mueca –. Bueno, sí parece príncipe, pero no uno cruel o malvado.

–Ajá, claro.

El menor da un bufido, apartándose del pelirrojo de mala gana, pues aceptaba para sí mismo que tenía gran parte de razón; conoció a Jimin a los ocho años y quedó flechado con el dulce solecito, fue de las pocas personas amables que conoció en la escuela. Tristemente, él se mudó a Daegu un tiempo y regresó a los quince años, tiempo suficiente para que el rubiecito ya no fuera un pequeño cachetón y terminara por hacerle caer ante su encanto nato.

La cuestión es que, apenas y cruzan palabras, porque aunque Park era amable, Kim no lograba formular muchas palabras, producto de sus nervios y el temor de hacer el ridículo; como resultado de la ecuación tenía un amor unilateral donde el protagonista de sus sueños no lo tomaba en cuenta, más allá de verle como un viejo amigo de la escuela al que no se toparía más al terminar los últimos dos meses de clases restantes.

Como por obra del destino, un suceso le golpeó como una bofetada de realidad en la cara, minutos antes de irse adentro del instituto: El imbécil de Kim Jong-in, más conocido como Kai, le estaba dando miradas coquetas y guiños a Jimin, unos que éste correspondía a lo lejos, con sonrojos y sonrisas tímidas que eran más que obvias.

Taehyung no era tonto, algo estaba ocurriendo entre el atleta de gran posición económica y su amor platónico.

–¿Q-qué está haciendo? ¿Por qué ese costal de músculos se acerca a Jimin?

–Ja, ocurre lo que te estaba diciendo – Hobi se ríe un poco de su amigo antes de callarse y captar que este no la estaba pasando bien con la nueva charla que sostenían el par de populares frente a sus narices. Suspira con brazos cruzados, viendo al pobre Tae –. Creo que debes pensar en algo rápido, porque eso no luce muy bien.

En definitiva, la fuerza del universo o lo que sea le estaba despertando, porque Taehyung decidió que ya no perdería más tiempo y comenzaría a idear un plan para poder -al fin- conquistar al de ojos miel y rescatarlo de ese descerebrado.

–¿Entonces pediste que te enviaran los resultados por correo postal? Vaya, eso sí que es vintage – bromeó en lo que cierra su casillero –. Por eso quizás no te han llegado a estas alturas. Generalmente la gente de esta época usa el email, Yoongi.

–Lo sé, pero sabes que me gustan esa clase de cosas. Tener una prueba física de mi fracaso y mi victoria.

–Pudiste imprimirla tú mismo.

–Soy el estudiante, que lo cubran ellos – responde con despreocupación, agrupando sus libros en el locker que se le asignó. El bullicio del pasillo a esas horas, cuando todos corren apresurados antes de que el timbre suene, es el que más le estresa, por lo que se apresura a terminar de meter todo en su mochila negra, teniendo cuidado con el llavero del gato blanco que levanta su dedo medio; su favorito, junto al de la galleta Shooky –. Solamente espero que no la lea mi padre primero que yo. He estado levantándome más temprano sólo por eso, incluso los fines de semana. También es de los que sigue eligiendo el correo tradicional y no los emails.

–Igual debes de decirle.

–Mientras más lo prolongue, mejor. En fin, ¿Qué tal tu cita con ese chico de la página de citas?

–Agh, ni lo menciones. Era un tarado que pretendió que yo le pagara la cena – entornó sus orbes en lo que su mejor amigo se reía bajito de su anécdota depresiva –. No es divertido, realmente fue un payaso. Lo más justo es que entre ambos paguemos.

–Por eso prefiero saltarme esas cursilerías, y más si son citas a ciegas con chicos clandestinos – se encoge, iniciando su trayecto junto al contrario –. Me rendí con el romance desde hace un buen tiempo.

–Sabes que me gustan las obras románticas, no me culpes por querer un poco de amor – da un mohín –. A este paso nos quedaremos solterones con cientos de gatos en un departamento.

–Suena como un plan ideal para mí –sonríe ladino, justo la campana suena y les indica que deben separarse para su última clase del día –. Mañana podemos tomar algo a la salida, hoy tengo tarea. Nos vemos, Jin.

–Sé más respetuoso y llámame hyung, niño – lo ataca con dramatismo y una sonrisita que se le escapa. Simplemente adora a Yoon, por más pesado que sea –. Suerte en tu clase de literatura con el señor Kim.

Yoongi chasquea antes de darle un guiño agraciado a Seokjin y perderse por las escaleras, directo a su clase con Sejin, con quien tenía una relación de amor-odio desde hace un par de años; lo que no admitiría, es que era su profesor favorito, había sido un buen guía con él, con todo y que no se toleran durante clases.

La literatura igual era su materia favorita, junto a las clases de artes, baloncesto e historia universal.

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La clase transcurre tan normal como las demás, a diferencia de que un chico se puso a llorar por los comentarios mordaces del profesor y una chica tuvo una goma de chicle en su cabello por culpa de un idiota que escapó una carcajada mientras mascaba.

Ah, y como era usual, inicia un debate entre el azabache y alguna estudiante:

–¿Muerte en el atardecer? Me parece que el escritor de esa obra es muy romántico.

–¿Romántico Hemingway? – Yoongi contradice a la porrista de su lado izquierdo, con ironía en la punta de su lengua –. Fue un tipo abusivo, alcohólico y misógino que pasó la mitad de su vida siguiendo a Picasso para recoger las sobras de sus trabajos.

–¿No es mejor eso a ser un inadaptado amargado sin amigos?

Las risas no se hicieron esperar de parte de los amiguitos de Kai, dueño de aquel mordaz comentario que generó una mueca de puro repudio de parte del pelinegro.

Sejin no soportaba esas burlitas de los atletas, por lo que intervino un poco:

–Hey, hey, cállate un poco, chico pizza con piña.

–Tengo familia de hawaii, pero no como pizza con piña, señor – rebate en un musitar bajo, le daba miedo el profesor, pero tuvo que al menos dar a conocer su punto.

–Descuide, es que creo que en esta sociedad podrida ser un hijo de perra te hace valioso – Min siguió vorazmente, causando un bullicio general de burla que hizo resoplar al deportista. Ignorando aquello, insiste con diligencia: –. Si estamos con literatura universal, ¿Por qué no hablamos de Sylvia Plath, Charlote Bronte o Simon de Beadvoir?

Justo antes de alguien apelar, la puerta se abre con un despreocupado chico de Busan que no se molesta en preguntar más que un vago:

–¿De qué me perdí?

Min se deja caer en su silla con impaciencia.

–Los opresivos valores patriarcales que nos enseñan y determinan nuestra educación.

Jungkook asiente al de ojos oscuros, con un despreocupado:

–Nada nuevo, en resumen, entro en la próxima clase.

Nuevamente el alumno se retira, sin prestar atención a los reproches que el profesor le lanza en vano.

–Jeon no volverá, ya déjelo – apunta la chica a la que se le pegó el chicle, aún ajena a que su melena estaba en aprietos.

Kai toma ventaja de que ya empezó un debate contra su víctima favorita, sonriendo con falsa inocencia al continuar:

–Señor Kim, debería sugerirle que deje que Min tome su medicación antes de asistir a clases.

–Y yo te sugiero que dejes de hablar, porque algún día Min te dará una paliza y nadie lo evitará, si no es que yo mismo te la doy, Jong-in – Sejin acaba con la risita del peliazul de una vez, mirando ahora al pelinegro causante del alboroto –. Ahora, gracias por tu valiosa crítica a los planes educativos de la escuela. Sé que debió ser duro para ti lidiar con la opresión suburbana de la clase media alta hasta ahora. Sin embargo, tendrás que ir a poner esa queja a la dirección, junto alguna de tus otras protestas sobre la comida o lo que sea que te moleste esta vez.

Yoongi se enderezó de golpe.

–P-pero...

–Y cuando hagas el reclamo, diles que me permitan elegir mis propios planes para evitar que alumnos tontos se peleen como en un estúpido debate presidencial televisivo, porque ya acabé con mis pastillas de migraña, gracias.

–¿Me vas a expulsar de la clase, Kim? – inquiere con expresión ofendida – Si el que empezó fue...

–Hazlo y ya, Min. Lo lamento, pero si te quedas va a ser imposible seguir, y realmente quiero largarme de estas cuatro paredes – interviene con fastidio, firmando el acta de castigo para que el alumno se la lleve consigo. Éste se acerca de mala gana y lo toma con cara de pocos amigos, a lo que le susurra bajito: –. No te preocupes, también le tengo un buen castigo reservado a ese idiota.

–Gracias por tu apoyo – murmura sarcásticamente, saliendo de la clase y yendo a la dirección, no sin antes darle un "accidental" golpe en la cabeza al deportista que se burlaba a su costa –. Pedazo de piña podrida.

Ya la dirección lo conocían bastante bien, el director de hecho era como un amigo o cómplice para él, al menos fuera de clases, pero el hombre siempre era profesional y no era condescendiente con su persona en sus citas a la oficina.

Claro, de tanto familiarizarse por quejas de los profesores o alumnos a lo largo de los años, ya el director lo entendía.

–¿Atemorizaste a la clase?

–Mi opinión no es un acto de terrorismo, señor Wang.

–¿Eso no fue lo que dijiste cuando casi dejaste estéril a Kim Minseok? Quien, por cierto, es tu primo.

–En mi defensa, que tenga la desgracia de compartir sangre con ese imbécil, no significa que tolere que se burle hasta del aire que respiro – apela con suficiencia, reprimiendo una risa traviesa al recordar cómo le hicieron una cirugía de testículos por la patada que le dio el año pasado –. En fin, ¿Alguna novedad?

–Te describieron esta mañana en los baños como hijo del demonio o perro infame, ¿No quieres cambiar eso, Yoongi? – Jackson le lanza una mirada suplicante –. Detesto tener que levantarte actas, eres un gran alumno y tienes potencial. Quiero que al menos trates de hacer las paces con el mundo durante estos dos meses restantes antes de la graduación, Yoongi.

–No prometo nada, pero intentaré ser algo más... Tolerante – concluye con un resoplido, porque de verdad apreciaba al director, y no quería tampoco darle problemas –. Suerte con su libro, siga escribiendo, hyung.

Wang sonríe en lo que el estudiante se marcha con el acta intacta y su mochila, se lo dejaría pasar esta vez. Dirige la vista a su computador y escapa el aire; tenía el documento Word de su libro abierto, y en otra pestaña estaba el chat con el padre de Yoongi y Jimin... 

Ese era un secretito que tenía guardado, hasta que la oportunidad se diera para revelarlo.

Jeon deambula relajado por el pasillo, haciéndosele gracioso que justo del mismo salón del que acaba de salir sin explicaciones esté ahora saliendo el más bajito de cabello negro que le respondió hace rato. A su parecer, él tenía razón, los planes educativos eran una basura, y de seguro fue el motivo por el que lo mandaran a dirección.

No le interesaba de igual manera aquel tema, por lo que continúo su escape de clases. En el trayecto se cruza con alguien a quien solía tratar bastante en su infancia.

–Jung.

–Jeon.

Los dos nunca pasan más del corto saludo cada que se topan, por distintas causas; al pelirrojo le daba cierta inquietud el castaño, y es que haber sido amigo suyo lo sentía como un suceso de otra vida lejana, una que le recuerda el motivo por el que habían dejado de ser amigos una vez ocurrió lo de la madre de Kook.

Jeon se volvió el típico chico problemático del que todos se alejan, pues habían cientos de rumores, y a pesar de que no los cree todos, Hoseok prefiere mantenerse distanciado de los problemas, más si recuerda que el de ojos café nunca se dejaba ayudar y fue él quien lo apartó.

En su lugar, escoge ir hasta donde estaba su actual mejor amigo, sentado en una de las bancas de la escuela con un libro en la mano y una sonrisa triunfante.

–¡Francés, le daré clases de Francés!

–Eh... ¿A quién?

–A Jimin, él necesitaba clases, lo escuché en el almuerzo – dice con obviedad, como si fuese un dato popular –. Mañana mismo voy a ofrecerme para ayudarlo.

–¿Y sabes francés siquiera?

–No, pero por algo se empieza – se alza de hombros –. Soy un genio en la mayoría de las asignaturas.

El bailarín hace una mueca divertida por la ocurrencia del pobre enamorado a su lado, terminando por burlarse a su costa entre chiste y chiste, pero nunca con malicia. Ellos eran de ese modo.

Habría que ver cómo iría su plan con el menor de los Min-Park.

–Es un pedazo de blasfemia repulsiva – gruñe por lo bajo, activando su auto con el control en su bolsillo. Su humor no era el mejor al salir de clases, mucho menos cuando el imbécil de Jong-in seguía importunándolo con cosas como estacionarse frente a él con su estúpidamente lujoso auto nuevo, impidiendo su paso para salir del Parking –. Espero que algún día alguien le castre las pelotas, si no lo hago yo primero, o tal vez lo encierre en un tanque de veneno ácido.

–No tengo idea cómo pueden dejar estudiar aquí a personas como él – secunda Seokjin en total acuerdo, viendo con sorna el chico que acaba de burlarse de ellos desde su carro, el mismo que ahora estaba alardeando con cierto rubiecillo –. Oye, ¿Tu hermano lo trata?

–No que yo ... – se tensa de inmediato al ver la repulsiva imagen de su hermano entrando con risitas al auto de Kai, junto a su amiguita Jennie. Rechista encendiendo su motor –. Joder, que manía de arruinarme el día, ¿Qué hace Jimin con ese hijo de puta?

–No lo sé, pero deberías de advertirle.

–Pff, como si me hiciera caso...

Igualmente lo iba a hacer, evitando contarle la causa de peso por el cual no lo quiere cerca de ese tipo en específico.

Las cosas en casa estaban tranquilas esa mañana para Kim Namjoon: Sus hijos estaban distraídos y por lo tanto no discutían dispuestos a jalarse el cabello o a lanzarse por las escaleras, su teléfono aún no sonaba con alguna emergencia del hospital, y su crucigrama iba avanzando perfectamente.

Decidió descansar su vista e ir a chequear al mayor en la sala, llevándole una taza de café frío y sumamente dulce, tal como le gustaba.

–¿No has hecho llorar a nadie en lo que va de mañana?

–No, para mi desdicha – Yoon sonríe, aún enfrascado en su lectura, pasando la página con detenimiento –, pero aún es temprano.

El peligris se ríe por lo bajo, dándole un sorbo a su propia taza y depositando la de su hijo en la mesita junto al sofá. Se les une el más joven de la casa, interrumpiendo su tranquilidad con la llegada del correo.

–Este es para Yoongi, creo.

El aludido se sobresalta al oír su nombre de manera desdeñosa, alertándose cuando su padre toma el sobre con el entrecejo fruncido.

–¿Universidad de central de Chuo, Japón?

–Eso es mío, déjame leerlo – arrebata el sobre con prisa, abriéndolo ansioso y con el pulso elevado mientras leía rápidamente las líneas. En cuanto acabó, no pudo contener una inmensa sonrisa y un grito de pura emoción – ¡Sí, sí, sí! ¡Lo logré, entré a la universidad de Tokio!

–¿Qué? Un minuto, ¿Cuándo aplicaste para ir hasta allá? ¿Qué elegiste? – Namjoon se exalta en un atropellar de interrogantes –. Pensé que habíamos acordado que asistirías a la universidad de aquí, en Seúl.

–Lo acordaste tú, no yo – resalta sin perder su emoción –. Sabes que siempre ha sido mi sueño irme a Japón.

–Es muy lejos.

–Sí, ese es el punto.

–Déjalo, así será muchísimo mejor, papá – Jimin coloca sus manos en la cintura con una sonrisa burlesca –. Aunque me sorprende que hallas quedado seleccionado.

–¿Celoso? Oh, es que no te admitieron en el mister carisma y simpatía, lastima – contraataca con tono empalagoso –. Por qué mejor no dices en dónde diablos estabas ayer después de clases.

El rubio entrecierra sus ojos en amenaza, apretando sus dientes.

–No es de tu incumbencia.

–Ok, no quiero oírlos discutir ahora mismo. Esto es serio, Jimin – el mencionado rueda sus ojos y da paso a su mortificado progenitor –. Yoongi, no me parece que tomes decisiones sin consultarme antes, soy tu padre.

–Ya soy mayor de edad desde el mes pasado, soy alguien muy responsable, maduro y más que capaz de vivir por mi cuenta. Tú mismo me dijiste que estás feliz por mis buenas calificaciones – aboga con temple y decisión –. Quiero esto, trabajé duro y presenté la prueba. Deberías de estar orgulloso de lo que logré.

El doctor niega, masajeando el puente de su nariz.

–Y lo estoy, pero no creo que estés listo para irte a otro país.

–¿Por qué no? Japón esta al lado, y yo no soy un niño, papá.

–¿Por qué quieres estar lejos de casa?

–¡Porque esto no es una casa desde hace mucho! – explotó, callando al instante al adulto y creando una tensión bastante grande entre los tres. Toma una inhalación y se recompone con más serenidad, detesta ser temperamental en casos como aquellos – Mamá está allá, estaré cerca de ella.

–Tu madre no está nada cerca ni mucho menos en capacidad, lo sabes – contesta con cautela, el tema es algo complicado y delicado para ellos, y un indicativo es que la simple mención de su ex esposa hace el ambiente se torne pesado –. ¿Lo hiciste por ella? ¿Por eso quieres ir hasta Japón?

–No solamente por ella. Me gusta Tokio, y esta universidad es genial – indica con una sonrisa suplicante, un intento de apaciguar al hombre –. Investígala por lo menos.

Jimin, el cual estuvo cabizbajo, se sienta a su lado con un siseo.

–Repito, ¿Cómo es que te admitieron ahí?

–¿Sabes mi truco? Yo no voy por la vida tratando de que me acepten, sencillamente soy yo mismo sin necesidad de decir "Hola, soy Jimin, un placer ¡Mírenme, mírenme, estoy aquí!" – imita a su menor con un tono chillón que hace rechistar al contrario. Ahora que ha callado al menor, vuelve a centrar su atención en el peligris frente a ellos, quien se frota ahora las cienes en un masaje – Papá, sólo dame una oportunidad.

Hubo un silencio prolongado, hasta que finalmente el padre de hogar llegó a una conclusión.

–Este tema no acaba aquí, no estoy de acuerdo todavía.

Yoon estaba lanzándose miradas electrizantes con su padre, ambos lo hacían para ver quién cedía, pues los dos tenían un carácter un tanto obstinado.

–Bien, antes de que se lancen como perros sobre el otro, quería comentarte algo, papá – Jimin emplea ese tono dulce, logrando que el debate anterior se suspendiera hasta nuevo aviso –. Hoy un chico de la escuela, que, por cierto, tiene excelente posición económica y una buena familia, me invitó a salir.

Nam casi pegó un grito al cielo por la diligencia de sus hijos en acabar con su paciencia. En su lugar, sólo sonrió con suficiencia.

–No.

–Exacto, no – Yoongi se adelanta con imponencia, ya predice de quién estaba refiriéndose su hermano –. Es un cretino, no es nada bueno como te dice.

–Tú no te metas, inadaptado.

–Jimin, no le digas así a tu hermano, ¿No fui suficientemente tolerante y respetuoso con su orientación sexual ya?

–Eso no tiene nada que ver ahora aquí, papá.

–Mi respuesta sigue sin cambiar, listo.

–Papá, soy el único en la escuela que no ha salido con nadie – se queja con una exclamación exasperada –. Todos lo hicieron ya.

–No es cierto.

–¡Lo es!

–Bah, tu hermano tampoco ha salido.

Gi se encoge con desinterés.

–Y no tengo deseos de hacerlo, gracias.

–No puedes arruinarme la vida porque la suya está arruinada, yo no soy un amargado como él – alude irritado, apuntando al chico que sostenía aún el sobre con recelo –. Soy un chico bueno, siempre te obedezco y cumplo mis deberes, ¿Qué más quieres de mí?

–A ver, no tengo tiempo para estar con estos dramas de adolescentes. Ustedes dos me están poniendo los nervios de punta y apenas son las ocho de la mañana – acusa con la voz más elevada, los dos jóvenes permanecen sentados en el sofá, de brazos cruzados y con gesto amargo –. Escúchame bien, Jimin, porque no lo repetiré de nuevo. ¿Quieres que sea justo? Bueno, podrás salir...

Los hermanos abrieron los ojos en perplejidad.

–¡¿Qué?!

–¡¿En serio?!

–Siempre y cuando que tu hermano también salga con alguien – completa con una sonrisa astuta, ¡Fue una idea genial que se le ocurrió! Estaba seguro de que su hijo mayor no saldría con nadie, así que dio por zanjado el asunto –. Esa es mi condición.

Tras salir del shock inicial, Jimin comenzó a quejarse y a dar gritos acompañados de lloriqueos que su padre ignoró y que hicieron carcajear a Yoongi, porque su progenitor era un genio cada que se lo proponía.

–¡Pero es un asocial! ¡¿Qué tal si no sale nunca?!

–Entonces tú nunca saldrás.. Hm, me gusta eso.

Yoongi se mofa en la discusión, largándose con su libro y el sobre. Obviamente él no iba a salir con nadie, por lo que su hermanito no corre riesgo alguno con ese cretino.

¡Solucionado, y no tuvo que mover un dedo!

¿No es así?

✩✩✩

Editado el 21-01-24

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¿Qué les pareció este primer capítulo introductorio?

Remarco que Jimin usa el apellido de Nam y Yoon el de su madre. Cualquier pregunta o duda que tengan, pueden decirme y con gusto contesto uwu

Las canciones del fic son importantes para la trama. Dejé algunas del soundtrack original de la película y otras las agregué yo

¡Voten y comenten! 🖤

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