12: Decision
Esperaba que su idea no acabase mal, y con ello en mente, abrió la puerta de la habitación del más joven de la casa, interrumpiendo su maratón de dramas.
Jimin por supuesto que lo ignora a la primera que insiste en obtener su atención, sin remedio ante ello, agarra el control y le apaga la televisión para captar su atención a la fuerza.
–¿Puedes al menos verme a la cara? Desde ayer estoy luchando por hablar contigo.
–¿Sobre qué? ¿Del baile que me arruinaste porque no sientes las ganas de asistir? – se cruza de brazos, acomodándose en la cama con pereza –. Es verdaderamente injusto que por tu culpa no sea posible para mí asistir. ¿Sabes cuánto tiempo estuve eligiendo un tra...?
–Lo sé – corta con sencillez, acallando a su hermano. Resopla bajito y va hasta el puff que está en frente de la cama de su menor para sentarse, hundiéndose en la acolchada superficie –. No pensabas ir con Jong-in, ¿Cierto?
Jimin hace una mueca asqueada ante la simple mención.
–Ugh, no. Iré con Taehyung, es mi novio.
Yoon levanta las manos en señal de redención.
–De acuerdo, sólo confirmaba.
–¿Por qué iría con ese idiota, en todo caso?
–Porque es persuasivo, y a ti te gustaba él desde el año pasado.
–Sí, hasta que descubrí lo descerebrado y mujeriego basura que es. ¿Estás evitando ir al baile por esto?
–Es una de las cosas, pero igual sabes que no me gustan los eventos de esa clase.
–No tienes que restregármelo en la cara, gracias.
–Vine por otra cosa, en realidad – tantea con cuidado, abrir el tema es muy difícil para él –. Mereces conocer el motivo por el cual me enojaba tanto que salieras con Kai.
–Porque eres inteligentemente intuitivo –entona con ironía.
–No siempre... ¿Nunca te contó sobre nosotros? – sonríe con sorna. Al obtener una negativa confundida, le confiesa: – Salimos dos años atrás, en verano.
–¿Qué? – se endereza de inmediato, totalmente perplejo por la repentina información, no visualizaba para nada aquel escenario entre el atleta y su hermano mayor – P-pero lo odias.
–Ahora lo odio – corrige con énfasis y una mueca de desagrado –. Durante aquel tiempo yo estaba pasando por muchos cambios y cosas que me desestabilizaron. Necesitaba a mamá, y admito que tomé malas decisiones por no tenerla conmigo... Él me dio la atención que quería, y supo aprovecharlo, me prometió cosas y yo me dejé llevar como un imbécil porque me gustaba cómo me trataba cuando estaba tan vulnerable – se encarga en remarcar un hecho tras una pausa: –. Se obsesionó conmigo realmente, Jimin.
–Es difícil de imaginarlos estando juntos – continúa con una leve negación, todavía incrédulo. Por Dios, hasta le daba escalofríos –. ¿Qué pasó luego?
La parte que más le irrita traer a colación ocasiona un revoltijo desagradable para sus entrañas, detesta esa parte de la historia. No obstante, ya empezó, y se lo debe a su hermano.
–Nosotros, pues... Intimamos.
Jimin entonces tuvo sus ojos abiertos a la par una vez lo procesa y digiere, exaltado en su sitio.
–¡¿Ustedes qué?! Wow, wow, espera un minuto... ¡¿Te acostaste con Kim Jong-in?!
–No lo repitas, menos lo grites así, gracias.
–P-pero, ¿Por qué lo hiciste?
–Porque todos en mi clase lo estaban haciendo en ese año, y él dijo que sería la mejor experiencia del mundo, yo quería algo nuevo que fuera lo suficientemente bueno para olvidar todo – resopla con vergüenza, le irrita rememorar a su versión pasada –. Eso no lo fue.
No hay que ser un genio para leer la amargura en la expresión del azabache, ese brillo de rencor y remordimiento que hace que Jimin trague pesado y sienta un apretón en su pecho.
–Él... – no podía siquiera preguntarlo, pero aventura a que su hermano lo entendería.
–Fue espantoso, incómodo y yo no estaba listo para ello, tampoco él fue muy considerado conmigo en ese momento – contesta con total repudio, aún detestándose por lo que permitió en ese entonces y tratando de soltarlo todo con prisa –. Juré que nunca más haría algo incorrecto por otros, no seguiría a los demás descerebrados en sus tonterías... Bueno, al menos ha sido de ese modo, hasta la fiesta, porque tú me insististe que fuera, aunque yo sabía que no sería del todo buena idea.
Tiene tantas interrogantes, que no logra ordenarlas, así que fue de a poco andando hasta el puff donde reposaba su hermano mayor:
–¿Y por qué terminaron?
–Kai se molestó porque no quise repetirlo – traga pesado, su bilis experimentando la repulsión pura –, y guardó con él fotografías comprometedoras que no tenía ni idea que me sacó durante esa vez que lo hicimos.
–¿Tiene fotografías tuyas? – palidece ante la implicación, era claro qué clase de fotos guardaba sobre Yoongi – ¿Las...?
–No las mostró a nadie, y tampoco mencionó lo de nosotros al resto. Lo que tuvimos lo reservó como su jodido trofeo entre su grupo más intimo de pendejos. Soy como un chiste privado para él – ríe con sorna palpable –. Se aprovecha de que es más fuerte físicamente, más alto y popular, por eso no pude romperle la cara ni hacer mucho en su contra sin ganarme una demanda. Ya viste cómo se puso por el choque que le dejé a su puto carro.
–¿Entonces cómo lo detuviste de mostrar las fotos? Porque imagino que hiciste por lo menos algo pequeño para amenazarlo.
–Le dije que si lo contaba por ahí, iría diciendo que la tiene pequeña, inventé que tenía fotos, descargué una de internet y se creyó que era la suya.
El rubio se ahorra la mueca asqueada, más concentrado en los desconcertantes hechos.
–Quieres decir que... ¿Creíste que haría lo mismo conmigo?
–Si logró hacerlo conmigo, ¿Quién lo impediría de hacerlo contigo, Jimin? Eres muy inocente.
Auch.
A veces Yoongi no tiene tacto para decir las cosas.
–Pero no soy tan ingenuo. Yo no soy como tú.
Gi frunce su ceño, bastante ofendido por lo que dijo su hermano.
–¡Me preocupaba que no te hiciera lo mismo!
El nombrado se adelanta con misma efusividad:
–¡Por favor! Acabas de admitir que una de las razones por las cuales no quieres ir al baile, soy yo. Eres un egoísta como papá, no quieres que viva nada por estar en una caja de cristal.
–¡Quise protegerte!
–¡¿Impidiendo que viva mis propias experiencias?! Ni siquiera confiaste en decirme esto, así pude evitar salir con ese cretino al haber conocido tosa la historia.
Tiene un punto, y ahora Yoon se encoge en su puesto, apenado.
–Quise hacerlo, pero...
–Pero frente a papá quisiste mantener tu imagen de hijo maduro y responsable, todo intachable y que no comete errores porque todo le vale mierda – completa, acorralándolo con sus palabras, porque una parte de él sabe que está siendo injusto con su hyung, pero sentía tanto enfado con éste, que no le es posible razonar; se limita a atacarlo con todo el rencor: –. Durante todo este tiempo, papá ha creído ciegamente en ti, con eso de que eres más prudente que yo. Lo dejaste tenerme como el más propenso a caer en las redes de algún idiota. Ja, pero resulta que eres tú quien lo ha hecho, no yo, Yoongi. Dime, ¿Es justo?
–Cometí un error, ¿Bien? – se pone de pie para contestarle, con la vista nublada por la frustración, el dolor, enfatizando con sus gestos – No tienes que remarcarlo, me sigue desde que sucedió, créeme. Me odio por eso, Jimin.
–Claro – sisea con desgano, con voz afectada –. Es que, ¡Agh! Eres tan idéntico a mamá.
La alusión causa un efecto muy fuerte en el ojos negros, no obstante, no flaquea en abogar por Jisoo con un gruñido de advertencia.
–No lo digas como si fuera algo malo. Es nuestra madre, te guste o no, así que respétala y deja de comportarte como un niño incapaz de entender que todos cometemos errores, no somos perfectos como tú quiere aparentar ante el resto.
Park supo que cruzó la línea, se arrepintió al ver la mueca dolida de su hermano, y él mismo se sintió horrible por traer un tema que es tan duro para ambos. Además, puede que Yoongi tenga toda la razón, y eso le hace sentirse vulnerable ahora; no quiere hacer eso ahora, no ahí. Limpia sus lágrimas con rabia, yendo a la puerta para abrirla y señalarle.
–¿Sabes qué? Necesito que te vayas.
–¿Me estás echando de tu cuarto? – pregunta con perplejidad, debió prever esa reacción del menor, pero tuvo esperanza a que no rehuyese –. ¿Quieres que me vaya?
–Sí – confirma con un sollozo reprimido, evitando ver al otro a la cara –. Ya vete, Yoongi.
El mayor observa unos instantes más al contrario, hasta que finalmente hace lo pedido y se marcha en silencio, encerrándose en su propia habitación con un portazo. No gritó ni insultó, estaba simplemente decepcionado y agotado.
Jimin en su lugar azota su puerta y se lanza a la cama, liberando sus lágrimas con fuerza, furioso con su hyung, con su padre, con su madre y con su persona... Teniendo además la consumibles e inmensas ganas de partirle la cara al deportista que jugó con ellos dos.
¿En qué momento se separaron hasta el punto de Yoongi no haberle confiado aquello desde que sucedió?
✩
No perdió un segundo y se acercó al más alto una vez lo divisó en el estacionamiento a primera hora, ansioso de conocer los detalles sobre su conversación con Yoongi, deseando que diese frutos.
–No cargas vendajes ni tienes los ojos hinchados por llanto o sustancias dañinas, tampoco cojeas, así que supongo que todo marchó bien con el hermano de Jiminie, ¿Verdad?
Jeon rascó su nuca por inercia, examinando la zona antes de jalar a Tae hasta una parte solitaria.
–Todo salió bien, relativamente hablando – comienza despacio, el contrario ladea la cabeza en confusión, con esa expresión intranquila que le hace soltar el aire y admitir en derrota: –. No fui capaz de contarle la verdad.
–¿Cómo que no?– tartamudea inmediatamente, el miedo le invade –. Dijiste que lo harías.
–Fue antes de que se disculpara conmigo y me viera a los ojos con tanta confianza, Taehyung – enfatiza con una angustia casi palpable; esto el castaño lo notó, porque tan pronto lo dice, su expresión se suaviza y se vuelve menos acusatoria –. No supe qué hacer teniéndolo al frente, no toleré la idea de lastimarlo y... Odio imaginar que me grita su desprecio mientras se aleja de mí, ¿Bien?
–Jungkook, pero...
–Me tocó una de sus composiciones en el piano, Tae. No sabes lo que significa eso para hyung – se callan por unos segundos, limitándose a expulsar una boconada desanimada. Le da una mirada suplicante hacia el otro –. Júzgame lo que quieras, pero, por favor, no se te ocurra contarle nada a Park. Sé que también te pesa esto, es egoísta pedírtelo...
–Pero es importante para ti y es la razón por la que te atreves a pedírmelo – completa con empatía, le pesaba realmente ocultarle a Jimin algo así, pero Jeon en verdad luce preocupado. ¿Qué amigo iba a ser si le negaba eso cuando él hasta ahora lo ha ayudado también? –. Bien, no conozco su historia, tienes razón. Lo único que necesito es que no lo arruines, Jungkook. Espero que sepas manejarlo.
–Lo haré, en serio. Ni tú ni yo tenemos porque salir mal en esto – promete al instante, más aliviado de haberle convencido –. Quiero estar con él y mandar al carajo a Jong-in. Nadie se debe enterar y todo será mejor así, para todos.
Kim acepta, convenciéndose como Jeon de que todo iría bien de esa manera...
Más tarde, se encamina hacia donde su rubio favorito se encuentra. Con pasos cautelosos se dirige hasta él mientras que éste colocaba afiches del baile en las paredes del pasillo principal, reemplazando los que mancharon o arruinaron. Nota que hay algo raro en su natural aura, por lo que le habla con suavidad:
–Hey, ¿Estás bien, Jiminie?
–Tuve una discusión con mi padre y me enteré de algo horrible con mi hermano. No estoy del mejor humor ahora mismo – contesta por inercia, con tono borde –. Sin mencionar que tengo un proyecto que entregar en una hora y mi compañera está ocupada con un idiota que le manosea los implantes.
–Vaya... ¿Quieres conversarlo? Digo, lo primero, lo de tu amiga no me interesa demasiado – apresura a agregar. El otro adolescente sacude su cabeza, sin darle respuesta verbal, a lo que se atreve a cuestionar: –. ¿Estás enojado conmigo? Porque busqué por internet lo que dijiste en la biblioteca, y no fue nada bonito.
Park suelta el aire y finalmente voltea a encarar a Kim.
–La verdad es que lo estoy, y más porque no tradujiste lo otro que te dije – resalta con severidad, resignado a aclararle todo porque, aparentemente, el lindo castaño era muy lento –. ¿Por qué no me has preguntado si deseo ir contigo al baile?
Tae parpadea con aturdimiento, no esperaba para nada aquello.
–¿Debía preguntarte? Es que pensaba que era algo obvio – explica, algo descolocado –. Digo, somos novios, aunque lo mantengas oculto y todo eso.
–¿Cómo es obvio que somos novios sin siquiera pedírmelo o yo pedírtelo? Taehyung, no puedes asumir cosas. Necesitas preguntármelas – reclama con un mohín exasperado –. No soy adivino ni leo mentes.
–Lo siento, es que te expliqué que soy pésimo en estas cosas. Me tienes como un tarado – lamenta con vergüenza. Él no comprende esos asuntos, pero a Jimin le importan, por lo tanto, quiere mejorar por él –. ¿Ya es muy tarde para pedírtelo?
–Bueno, acabas de arruinar una segunda propuesta... Pero acepto, únicamente porque eres muy tierno – se da por vencido, sonriéndole con desgano a su ahora sonriente novio, esa sonrisa cuadrada tan peculiar le llena el corazón, pero estaba todavía algo estresado. Acaricia su brazo para hacerle saber que no es personal –. Estoy muy feliz, no pienses que no, me gustas mucho, es que... Aunque somos novios ahora, no sirve de mucho para ir al baile, mi padre no me permitirá asistir sin Yoongi.
Las comisuras de Tae decaen gradualmente.
–¿No va? Pero JungKook me dijo que había aceptado.
–Ah, ¿Sí? Igual no lo creo hasta que lo vea. No confío mucho en Yoongi...
A Taehyung le preocupa lo que sea que ocurriera entre los hermanos, porque su novio se ve muy decaído y hasta ahora nota que tenía los ojos algo irritados.
Se dijo a sí mismo que haría todo para hacerlo feliz, fuera lo que fuera.
–Iremos, así a él se le ocurra no asistir – explica con optimismo –. Voy a ir con tu padre el sábado por la noche, le diré mis intenciones y le pediré permiso para ir juntos al baile. Es perfecto, cederá con la presión, cariño.
– ¿Lo crees? – se ilusiona, tomando su mano –¿Harías eso por mí?
–Cualquier cosa, aunque el señor Park salga con alguna escopeta.
El ojos miel carcajea de una manera tan preciosa para su novio, que éste se contagia de la acción, compartiendo después un beso a escondidas de todos los demás.
Acordaron en que darían a conocer su relación en el baile, sin importar quién se oponga.
✩
–¿Qué dices?
–Suena genial.
–Ah, entonces sí quieres que incendie el auto de tu hermano.
–¿Eh? – al voltear de prisa para ver al de ojos oscuros, éste se ríe ante su expresión. Aparta los mechones de su rostro y suspira en derrota –. Perdón, estaba distraído...
–Porque peleaste con Park, aunque no me dijiste sobre qué exactamente. Tuvo que ser serio para tener esa actitud ausente – al meditarlo mejor, se apresura a aclarar :–. Digo, no tienes que decirme si no quieres.
–No quiero tocar el tema, en realidad – da un quejido sin mucho ánimo, jugando con los cabellos del tatuado, quien tiene su cabeza recostada en sus piernas. Se hallan en la dirección, sentados en el sofá de Jackson, ya que el menor le acompañó a ir por unos papeles que el profesor Kim les obligó -prácticamente- a recibir –. Ah, por cierto, hoy tienes que ir por Jieun a la casa de su amiga, no se te vaya a olvidar.
JungKook da un sonido de confirmación, lo tiene presente, cerrando los ojos y relajándose por las atenciones en su cabello. Las cosas marchan bien desde de su reconciliación, a pesar de que sigue experimentando el remordimiento por mentirle al azabache. Está esperando al sábado para enfrentar a Jong-in y regresarle su puto dinero.
De pronto, una idea le viene a la mente, abriendo sus parpados para apreciar al chico que le tiene suspirando irremediablemente, como el tonto de Kim lo hace con el otro Min-Park.
–¿Crees estar disponible para ir conmigo?
–¿A buscar a Jieun?
El de camisa de cuadros se incorpora con un encogimiento.
–Le gustará verte.
El más bajo afirma con la cabeza, sonriéndole al menor naturalmente. No le haría mal animarse con la pequeña, realmente quiere verla.
–De acuerdo, mocoso. Iremos juntos por ella.
Los dos chicos no tardan más en unir sus labios, iniciando un lento movimiento que les suspende en el aire, metafóricamente hablando. Se sienten extasiados y adictos al sabor del otro, a los soniditos que emiten entre jadeos y chasquidos suaves.
Cuando iban a profundizar el beso, son interrumpidos ante la presencia del director.
–Nada de besos babosos en mi oficina, jovencitos – señala con los papeles listos, entregándoselos al más bajito entre ellos –. No es que me moleste, pero tu padre me dirá traicionero si se entera que te dejé besuquearte con tu novio aquí.
–Ok, padrastro – se burla como venganza, ganándose una divertida mirada del hombre y una risilla baja de Kook a sus espaldas –. Le diré a Sejinnie que le envías saludos.
–Dile que le patearé el trasero si te manda de nuevo a hacer lo que a él le toca por su trabajo.
Con una risita, el azabache toma la mano de Jeon y lo jala afuera de la oficina.
–Anotado, Jack.
Ninguno menciona nada de la palabra "novio" que empleó el director, Yoongi porque lo omitió, y Jungkook por pena... Pero le sonó lindo.
Tal como acordaron, recogen a la niña de ocho años en la casa de su amiga, llevándola por un pedazo de tarta en un local de comida rápida. En el sitio se cruzaron con Soobin y a su amigo Beomgyu, por lo que se quedaron un rato más conversando con los dos. Los muchachos tenían prisa, por lo que no tardaron tanto, además de que ellos estaban con la hermanita de Jungkook, por lo que luego terminan yendo al departamento de los Jeon.
Era la primera vez que Yoongi visitaba aquel vecindario, era una de las cientos de zonas bajas en la ciudad de Seúl, y no es que antes no visitase varias de estas, simplemente no estaba tan acostumbrado porque vive en un área diferente. Tuvo que insistir un poco para ir y acompañar a los hermanos, porque el castaño estaba algo inseguro de permitírselo.
Quiere entender el motivo, en verdad.
–Estás muy callado.
–No tengo demasiado que decirte ahora mismo, hyung.
La verdad, es que Kook estaba vagamente preocupado de no incomodar al mayor, de igual manera que se mantiene alerta a que nadie se meta con él; con todo y que el pálido se sabe defender, y cuenta con una expresión borde lo suficientemente intimidante, es bastante llamativo en una zona así, todo lo nuevo y bonito, lo es. Capta miradas y alguno que otro silbido que le hace gruñir y acercársele en defensa a Yoon.
Lo mantiene de la mano, él se maneja bien ahí, estaba más que adaptado a vivirlo día a día desde niño, pero no se siente orgulloso de llevar a Yoongi ahí, quisiera ubicarse en un sitio mejor.
Una vez llegan al descolorido edificio, Jungkook no se atreve a despachar a su acompañante, siendo cortés para invitarlo a entrar a su propio apartamento. Por suerte el elevador funciona y no hay nadie más, no se encuentra vecinos ni gente circulando por los pasillos angostos. La puerta abre con el mismo truco de la cerradura, aunque por los nervios tarda un poquito más, y al menos habían pagado la factura de luz para tener la suerte de encender todo sin problemas ni vergüenzas.
Retiran sus zapatos a un lado del recibidor, entrando al sitio. Yoon se mantiene ocupado charlando con Jieun, no hace comentarios o caras despreciativas, lo que relaja un tanto a Kook en lo que deja sus llaves en la mesa.
–¡Debo mostrarte mis dibujos, Yoongi oppa!
–Hey, primero lávate las manos y ordena todo en tu habitación, mocosa – la niña se pierde casi ignorándolo, a lo que Min se ríe por lo bajo. Por su parte, él se limita a rodar los ojos –. Eres una mala influencia para ella.
–Es un gran cumplido, gracias – es cómplice del chiste, hasta que percibe ese toque de ansiedad que oculta el más alto, ya desde hace rato lo viene analizando por el trayecto, no era bobo ni ciego, en lo absoluto. Camina hasta él y le da un empujoncito amistoso para aliviar la tensión –. Oye, soy un chico rudo. Los comentarios del vagabundo en el basurero no calan en mí, mocoso.
–Casi le partí la cara a Cheong el pirata por eso – masculla en lo que lo atrae por la cintura con delicadeza, un gesto que se le hizo cotidiano y natural en aquel instante. Se siente bien de ser correspondido por el mayor, quien no se alejó de su tacto –. No es el mejor sitio para estar.
Yoongi estuvo a punto de responderle a Jungkook, de no ser por la nueva intrusión:
–Jungkook, salí temprano hoy y al fin me pagaron por... – el de gorra se detiene justo sacándose sus zapatos al darse cuenta del otro adolescente que está junto a su hijo mayor. Inmediatamente se siente apenado por llegar de la nada a interrumpirles en un momento que parece privado y serio – Oh, lo siento, no sabía que teníamos visita, hijo.
–Eh, sí – el Jeon menor carraspea para salir del inoportuno momento, adelantándose junto al azabache que se apartó de su agarre con discreción y una tosecita igual de incómoda que su cara –. Yo lamento no haber avisado antes, pero bueno... – gesticula un tanto estoico hacia el más bajito a su costado – Papá, él es Min Yoongi.
–Un gusto, señor Jeon – sonríe con cortesía, haciendo una reverencia respetuosa para el hombre –. Jungkook me ha hablado en varias ocasiones sobre usted.
–El gusto es mío – corresponde con una sonrisa amistosa, limpiando sus manos discretamente en el desgastado pantalón –. Tenía muchas ganas de conocer al jovencito que tiene a mi hijo babeando.
Ahora es Kook el que tose con nada de disimulo, Gi se sonroja y oculta una risa divertida al verlo. Como cereza del pastel, a la sala se une una pequeña entusiasmada y saltarina.
–Ya me lavé las manos y no tienes excusas para robarte la atención de Yoongi oppa ahora, Koo... ¡Oh, papi!
El adulto la recibe con una risa en lo que carga a Jieun en sus brazos y deposita un beso en sus mofletes sonrosados.
–Princesa, ¿Cómo te fue hoy?
–¡Increíble! Yoongi oppa me compró una tarta, hablamos con dos amigos suyos que son muy graciosos, ¡Y en casa de Eunhi me dieron galletas! Comí doble postre.
–Vaya, suena genial, pero ¿Aún tienes espacio para la cena?
–Siempre hay espacio para la cena, papi – tras su risilla, jadea con énfasis al tener una brillante idea –. ¡Invitemos a oppa!
–No quiero incomodar, linda.
–No, no es molestia – el hombre contradice con afabilidad ante el tímido chico de ojos gatunos –. Me encantaría recompensarte con mi receta de fideos especiales por todo lo que alegras a mis hijos.
–Oh...En ese caso, será un placer, señor Jeon – acepta con una ligera sonrisa que hace saltar de felicidad a la de ocho añitos una vez se libera de su progenitor. Jieun le pide ir con ella a su habitación, por lo que le indica con un ademán que le diera un minuto, acercándose primero al castaño mientras su padre se va a cambiar a su habitación por ropa más cómoda, según les participa. Jungkook ha estado callado y no expresó nada en el corto intercambio, quiere asegurarse de que no le importune –. ¿Estás bien con que yo esté aquí?
–Claro que lo estoy – modula al fin, sonriéndole ladino y dándole un rápido beso a su hyung–. Te aconsejo a que vayas con ella si no quieres que te arrastre al cuarto, Min, es capaz de hacerlo.
Con una nueva risa, acepta el consejo y se dispone a ir con la infante, viendo sus dibujos y sus pocos juguetes. El cuarto de la pequeña era modesto, como todo el humilde y lindo hogar. Jieun tiene unos cuantos stickers y una decoración variada que lo hace sentir identificado con ella, de alguna forma; ya comprende por qué Jungkook les comparaba en algunas cosas, y se siente bastante lindo tener algo en común con la Jeon menor. Son como una mezcla de todo un poco, sin adaptarse a sólo una cosa, no se limitan, y eso es raro en un mundo donde todos se copian y ya no parecen originales.
Una vez es hora de la cena, va a la cocina para ayudar en lo que se le permite, porque el padre del departamento es bastante servicial y casi no lo deja operar, queriendo darle una gran atención como su invitado. El ambiente es bastante ameno y hogareño, lo hace extrañar los días que eran así en su propia casa, por ende, se esmera en disfrutar y soltarse un poco más, los Jeon le generan esa confianza.
Kook, en su sitio, se limita a chequear a su hyung de vez en cuando, atento a él y sonriendo cuando lo ve tan feliz en su espacio. Eso le quita un peso de encima, porque no parece que Yoongi esté fingiendo, en verdad se acopla bien. Su padre se porta excelente, extrañaba compartir de ese modo, ver al hombre conversar y sonreír con alguien más, ver cómo se lleva bien con Yoongi. Además, agradece enormemente que tuvieran una cena digna para todos.
Y sí, hay risas y bromas, porque claro que se aprovechan de regocijarse a su costa; se sorprende de la afinidad que tiene Yoongi con su padre, de manera casi instantanea. Eso le gustaba, con todo y que se burlan de él un poquito.
Todos ayudan a limpiar y lavar. Jieun va a ducharse y el señor Jeon les permite ir a la habitación de Jungkook a los dos jovenes una vez terminaron.
En el sitio, el pianista se toma libertad para escanear la decoración del pequeño espacio, incluso olfatea la colonia varonil pero sutil del chico, y no pasa por desapercibido que el cuarto de Kook es más pequeño que el de su hermanita; puede apostar con ojos cerrados a que fue por propia elección del alto.
–Tenía curiosidad de conocer dónde vivías desde que te conocí – finalmente confiesa tras sentarse en la cama –. Tu habitación es tal como me la imaginaba.
Jungkook usa el sarcasmo en lo que se le une:
–¿No creías que tenía objetos de tortura o todo un kamasutra?
Yoongi bufa con un entornar de ojos.
–Dejé claro que no confío en los rumores escolares.
–¿En qué confía entonces?
–En ti – suelta sin rodeos, y no se fija en la reacción del otro, más concentrado en el espacio de fotografías en la repisa cercana –. Todo es sencillo, decoras con cosas que te gustan, pero sin exagerar. Hay orden a pesar de los posters, no hay ropa por doquier o cosas indebidas, todo tiene un equilibrio en color porque no saturaste nada, pero se nota tu presencia. Veo tu colección dr CDs apilada, y tu campera doblada, lo que dice que es lo que más usas.
« El espacio es más pequeño que el cuarto de tu hermana porque seguramente querías darle lo mejor, donde tiene una mayor vista de la calle, mientras que tú tienes una vista bloqueada por el edificio del frente.
Yoon se ahorra decir que es obvio que Jungkook no tenía muchas cosas, a comparación con su hermanita. No quiere sonar metiche, de hecho, está por hacer un chiste que aliviane el hecho de que se le fue la lengua y que miró demasiado más de la cuenta una simple habitación.
–Quiero sacarlos de aquí – informa con seriedad, captando los orbes opuestos en él –. No quise traerte antes porque...
–Te apenas de mí – lo dijo como broma, pero una parte de él se preocupa de que sea así; irónico, porque nunca le importan lo que piensen de él, pero es distinto con el chico castaño –. ¿No?
–Claro que no. Me apeno de esto – refuta con inmediatez, la simple idea de avergonzarse por Yoongi le fue absurda –. Me apeno de mí.
Min ablanda su expresión lentamente, captando cuál era el problema principal. Estira su mano y otorga unas caricias al fuerte hombro contrario.
–Kookie, no tienes razón para eso.
Jeon da una risita entre dientes, sin pedancia, simplemente con desgano.
–Vamos, hyung, vives en una zona de clase media, me dijiste que siempre fue d ese modo. Es un lindo vecindario, con mascotas y familias. Tu padre tiene un muy buen sueldo porque es doctor, siempre te has rodeado de cosas más decentes y bonitas, educación y cultura. No encajas aquí.
–No soy un príncipe o algo por el estilo. Sí, mi padre gana mucho dinero y tenemos un buen estilo de vida gracias a ello, pero eso no significa que vea al resto por sobre el hombro. Además, yo encajo donde estés tú, mocoso tonto – se mofa con un intento de humor que aplaque la seriedad del asunto, no quiere que el menor se sienta mal o diferente por algo así. Claro, al obtener esos grandes ojos cafés sobre los suyos, experimenta ese tonto hormigueo en su estómago –. El claro ejemplo es que acabo de soltar un comentario muy cursi por tu culpa.
–Bueno, tú me haces decir cosas cursis igualmente, Min – se contagia de su estado de ánimo, es difícil no hacerlo cuando Yoongi está siendo honesto y gentil con él. Es de ese modo, hasta que el mismo chico gira el rostro para evadir su insistente mirada, y se topa con unos papeles en su sábana. Aquello le tensa de inmediato –. No veas...
–¿Son facturas acumuladas? – sabe que abusa un poco al tomarlas, pero es que está consternado al chequear los papeles muy brevemente, preocupado. Hay varias deudas para los Jeons que no se ven nada bonitas – Pudiste decírmelo, tengo ahorros.
Sí, estaba dispuesto a ayudarlos, ¿Cómo no? Eran buenas personas, él tiene los medios, y nunca le ha gustado quedarse neutral en un mundo donde muchos sufren por sus escasas posibilidades. Porque sabe que no siempre - al menos no en todos los casos- el hecho de trabajar tanto se traduzca en obtener un buen beneficio que acabe con las deudas.
Yoongi no lo ha vivido en carne propia, pero desde que tiene uso de razón es muy consciente de su entorno y los problemas que enfrentan muchos. Muchos creen que es un frío sin corazón, cuando es todo lo contrario.
–Ni se te ocurra – Kook me arrebata los papeles al mayor con gesto borde, se activó su modo defensivo al sentirse expuesto, inútil y vulnerable frente a él –. Puedo solucionarlo, siempre lo hago.
Porque Jungkook detesta la lastima, odia sentirse como alguien incapaz, porque eso es lo que muchas veces cree de sí mismo, y es que varias personas le hicieron creerlo. Era muy duro ver a su familia en esa situación, privarse de tanto, es injusto cuando trabajaban demasiado y valoraban mucho lo poco que tienen.
Ojalá todos comprendieran que cada situación es distinta, y que no siempre el esfuerzo remunera como debería en un mundo así.
–Oye, está bien... JungKook, mírame – intercede con tacto, acunando en sus manos el rostro del ojos café; él comprende lo que es cerrarse cuando te acorralan, sólo que no es participe del tormento que le ocasionaba al de camisa blanca con lo siguiente que le dijo: –. Tienes una familia maravillosa, se nota a simple vista que se adoran, están unidos a pesar fe las adversidades del día a día. No te avergüences de nada.
–No me avergüenzo de ellos, nunca lo he hecho ni lo haré. Mi padre trabaja como esclavo prácticamente, mi hermana se abstiene de pedir ciertas cosas porque tiene que madurar más rápido que las demás niñas de su edad – aclara al segundo, con convicción, afectado de haber dado esa imagen –. No puedo avergonzarme cuando lo que estoy es malditamente orgulloso de ellos.
Lo nota, los bonitos ojos café del mocoso se llenan de un brillo que demuestra su nobleza y el amor que puede experimentar, sin miedos, por sus seres queridos. Una vez más, el corazón de Yoongi se infla en admiración y afecto.
–Y ellos de tí, como yo lo estoy. Tienes carencias económicas, pero los tienes a ellos para sobrellevarlo. ¿Sabes lo que daría por recuperar eso? – sonríe con melancolía –. Mi familia tiene el dinero y las comodidades, lo agradezco, pero quisiera que la mesa no se sienta sola o un campo de guerra, que la sala se llene de risas como antes, y no de gritos o discusiones bobas. Espacios bonitos, pero vacíos y fríos, eso es mi casa – la opresión en su garganta le hace tragar pesado y perder un poco de fuerza en la risita entristecida que da –. No quiero sonar a un malagradecido, es que... Mi familia está rota... Y yo a veces siento que también lo estoy.
–No lo estás, hyung – contradice sin tapujos, imitando al mayor al sujetar su rostro con delicado aprecio. Le provocó una punzada en su pecho el que siquiera éste pensase esas cosas de sí mismo –. Juro que no lo estás.
No comparten más palabras, pues colisionan en un beso cargado de todos los sentimientos que son tan difíciles de expresar con simples oraciones. Poco a poco, sus lenguas se cruzan al fundirse en la unión, se pierden con ese simple acto, cayendo en la cama lentamente. Experimentan la euforia corriendo en sus venas junto al torrente de sensaciones que se causan el uno al otro, era impresionante lo que un beso mundano causa en ellos.
Pero no es un sencillo beso, no para Jungkook y Yoongi. Nunca sintieron aquella electricidad con nadie más, por muy a poesía barata que suene, por muy primerizos que se escuchen: En verdad antes nadie se sentía tan correcto en sus labios, y ahora entienden el motivo.
Es adictivo y atrayente, porque es una conexión entre dos personas lastimadas que se comprenden sin juzgarse, aceptando los pedazos del otro para juntarlos.
Las manos del azabache transitan por la espalda del alto y trazan un camino en ascenso hasta su cabello, mientras que las del castaño van hasta su rostro y a su delgada cintura, los dos demasiado emrbiagados con todo lo que representan el uno para el otro. Sus sentidos están concentrados en el contrario, degustando olores, sabores y sensaciones que alborotan sus cuerpos y suben la tempertura. Los sonidos lascivos de las telas al rozar, las sabanas, los besos, respiraciones y jadeos están bastante presentes en el pequeño espacio, como un coro sonando junto a los ruidos urbanos de afuera.
Yoongi estaba perdido en lo que Jungkook le genera, hace mucho tiempo no besaba a alguien de ese modo, no es alguien hormonal, sin embargo, aquel intercambio enciende su vientre y agita sus latidos, el sabor de los pares que degustan y muerden levemente entre succiones los suyos, es exquisito. Kook sabe cómo besar, cómo tocar y hacerle desear más, más de eso que él no suele anhelar con nadie. De nuevo, Jungkook es la excepción a sus reglas.
Cuando, precisamente, Jeon siente que el volumén continua en ascenso, se detiene y toma distancia, agitado y recobrando el aire, con la cara tan caliente como su temperatura corporal, y la sensación cosquilleando en su vientre. Ni qué decir de sus bochornosamente ahora apretados pantalones.
Yoongi se incorpora en un mismo estado y con iguales sentires, saliendo de la bruma pasional que les invadió y le hizo dejar de razonar como siempre lo hacía. Claro que seguía en sus cabales, no son animales primitivos, pero realmente se había confiado de la naturaleza de lo qur hacían, lo que era bastante impresionante para él.
Nunca le había sucedido tal cosa, permitirse fluir por instinto y no por obligación.
Pero el hecho de que fue Jungkook quien los frenó, despertó su enorme curiosidad y extrañeza.
–¿T-todo bien?
–Sí, yo... Necesitaba parar ahora.
–Ah, ya veo – su descolocación es palpable, el menor lo mira interrogante al percatarase de esto, a lo que él se encoge un tanto apenado, peinando sus mechones revueltos –. Nada, es sólo que es raro, no pensé que quisieras detenerte.
–¿Tú no quieres hacerlo? – inquiere algo desconcertado, no entiende el punto, o puede que sí, pero no imaginó que Yoon tuviese aquella visión –. Es decir, ¿Querías...?
–No estoy listo para más – formula finalmente y cabizbajo, de pronto se siente tímido por todo el intenso momento compartido. Odia sentirse tan pequeño frente a Jungkook, más que sólo por la altura –. Lo digo más porque es inusual que un chico se controle y frene para no llegar a más.
–Tú te detuviste igual. Me extraña que no lo hicieras desde el principio.
–Porque me dejé llevar, pero eventualmente sería capaz.
Kook traga pesado, porque aquello -y el cómo lo expresa-, no le gustó en lo absoluto. Le hizo sentir mal que Gi tuviese tal imágen de todos los demás; se pregunta a sus adentros qué lo hacía suponer tal cosa. Y sobre todo, por qué lo involucra a él n el mismo paquete.
–¿Crees que yo no lo sería? – cuestiona con interés, colando la decepción en su tono. Tomó algo de distancia en la cama, no mucha, pero lo suficiente para darles espacio –. Como los demás.
–No, no lo creo – niega de inmediato, liberando el aire. No quiere meter la pata, no piensa esa clase de cosas de Jungkook, no debe dejar que su inseguridad hable por él –. Es que aún no me acostumbro a que me buscaras por gustarte y no por sexo o algo por el estilo. No todos son de ese modo – da una risita baja para disipar la seriedad –. Tengo que hacerte una estatua, Jeon.
Para nada lo merece, Yoongi es demasiado bueno para ser verdad, para ser para él.
Jeon inhala hondo en medio de aquella arga de conciencia y acomoda los mechones negros que se le alborotaron a Min, sonriéndole con dulzura.
–Te deseo, te necesito, oh baby, oh baby – la imitación de aquella vez le expulsar una risa al más bajo; avanzaron tanto en tan poco tiempo, que es graciosa la diferencia. Yoongi luce tan lindo con ese sonrojo y pena, nunca lo vio de esa manera, y quisiera jalarle las esponjosas mejillas; no lo haría, primero, porque saldría lesionado, y segundo, es muy cursi. A cambio, le besa más casto esta vez, adorando la sensación de sus pares sobre los suyos –. Aunque sea cierto, no pienso con las hormonas, y prefiero a que tú te sientas cómodo primero... Eso, y que nunca tendría sexo con mi padre y mi hermana en casa.
Min vuelve a reírse, conmovido por el actuar de Kook y divertido por su comentario. Realmente quiere esconderse y no salir del cuarto ahora que recuerda que la familia del menor estaba afuera.
–Me alegra saberlo... Pero sí quiero otra cosa – se recuesta y palmea el lado contrario disponible en la cama, viendo directamente al expectante castaño –. Acuéstate conmigo un rato.
De alguna manera, la petición le suena muy valiosa y dulce, con unos orbes hermosos que le susurran vulnerables. JungKook siente un montón de cosas mientras se recuesta al lado de Yoongi y lo abraza por la cintura, experimenta aquella acción como algo más intenso que cualquier otra unión física.
El sexo está sobrevalorado, porque con sólo abrazarlo contra su cuerpo, puede decir que esto era una sensación mágica, una manera de conectar con otro ser humano de ese modo, tan pura como nunca lo conoció.
Se acoge del olor en los cabello de él, de su tacto y calor corporal, de ese tamaño cuerpo que es más delgado y pequeño que el suyo, pero sigue siendo varonil, repitiéndo que, en efecto, Yoongi es demasiado para alguien como él...
–Yoongi hyung...
–¿Hm?
–Tengo que llevarte a casa o tu padre nos matará.
–¿Ya?
–No... Quédate un rato más y yo lo enfrento cuando quiera golpearme con el contenedor de basura.
Con una sonrisa, el pelinegro aceptó sin refutar.
✩
Durante el viernes la escuela se volvió un total caos, ya que al día siguiente se organizaría el aclamado baile de graduación. Los que no tienen parejas, ruegan desesperados porque alguien les invite a último minuto, las que no tienen vestido a tales alturas están con una crisis nerviosa y llorando en los baños como si su vida dependiese de aquello, y los que tienen todo resuelto no dejan los parloteos sobre su noche ideal, creándose versiones de lo que, según ellos, va a acontecer.
Como si el baile fuese todo lo que importará en sus vidas de adolescentes, tal como esas películas cliché americanas del 2000 que acaban con una escena épica y ridícula junto a una música pop mientras salen los créditos.
Tal cual es para Min, desde su perspectiva. Fue un día tedioso para él al tolerar todo aquel alboroto sin sentido, sin embargo, sobrevive a ello y va a casa con cierto revoloteo en el estómago; estaba ansioso, no se lo niega a sí mismo, y anhela que todo marche bien con su padre, y todo lo demás.
Le es muy duro tener que ir en búsqueda de su hermano por la tarde, siendo algo obligatorio -prácticamente-, pues con todo y que no se han dirigido la palabra desde el miércoles, necesita su ayuda.
Eso, y que es una excusa para reconciliarse.
–Sé que ahora mismo me aborreces más que nunca, pero esto es importante – plantea sin rodeos, parándose frente a la televisión de la sala y tratando de no jugar con sus manos por la inquietud –. Resulta que SeokJin está ocupado en el dentista hoy, y a pesar de que yo tengo un excelente estilo, quisiera tu consejo para un traje que usar en el ridículo baile.
Jimin observa a Yoongi para asegurarse de que no estaba soñando o que se trate de una mala broma de parte de su hermano. Apaga la tele y se levanta con una mueca de asombro cuando nota sólo serenidad, y algo de nerviosismo, porque conoce esas miradas del pelinegro y el tic de jugar con el hilo de la vieja sudadera, ocupándose seguramente para drenar su ansiedad.
–¿Vas a ir?
–Dijiste que añorabas ir.
–¿Lo haces por mí?
–No, por los dos – comunica ya rendido, dejando de lado su orgullo –. Estoy agotado de discutir, y aunque odie admitirlo, sabes mejor de tiendas y descuentos que yo. Eres un comprador obsesivo compulsivo cuando se trata de ropa, o cualquier cosa de esas que te gustan.
–¿Eh... Gracias? – contesta con menos recelo, luchando por no sonreír por el intento de halago del torpe mayor. No va a negar que le causa gracia, y una sensación bonita en su pecho. Se levanta del sofá y se estira, dejando todo de lado para asentir con seriedad –. De acuerdo, pero esto es un reto real, así que partimos ya mismo. ¿Quién diablos va de compras una tarde antes del baile, Yoongi?
Para evadir las peleas, Yoon sigue al menor con un chasquido y se une en su auto tras tomar las llaves y su abrigo. En el trayecto conversaron un poquito, porque su hermano estaba tomando "datos" para dar con su estilo ideal, sugiriendo cosas y oyendo esas músicas pegajosas de moda que tiene en su reproductor, había olvidado el aromatizante dulzón que Jimin ponía en su vehículo; antes lo detestaba, ahora no es tan desagradable, extrañamente.
Los hermanos visitan varias tiendas, comen helado y van a otros locales.
–Te dije que eras compulsivo. Ni siquiera tenemos lo principal y ya compraste cosas innecesarias.
–Cálmate, conozco otra tienda que seguro funciona. Además, no compramos cosas innecesarias, sólo que no sabes de esto.
Min rodaba los ojos con fastidio, cargando las bolsas con cuidado para no chocar con otras personas que iban por el boulevard.
–Omitiré tus comentarios despectivos, pero sólo diré que me probé cientos de trajes y dijiste lo mismo.
–Porque no es un traje más, sino el traje, Yoongi – apunta con suficiencia, sonriendo entusiasta a pesar de la mala cara de su mayor –. En marcha, vamos, vamos.
Yoongio se traga el apodo de "Effie" para Jimin, porque seguro el chico sólo lo negaría, y él realmente necesita salir de la urgencia del bobo traje de una buena vez.
Continuaron el recorrido hasta dar con la tienda que -según Jimin-, era la que no les fallaría. Ciertamente, Yoongi admite que tiene estilo, buena música y ambientación, no era una tienda departamental como imaginó, sino más pequeña. Examinan alrededor y agradece que no hayan tantas empleadas persiguiéndolos para molestarlos con sus sonrisas forzadas, tuvieron su propio espacio para chequear las opciones. Se prueba unas cuantas opciones y prosiguen entre los percheros.
–Juro que vi esto en otra tienda antes – comenta con gracia, sosteniendo un gorro extravagante – Es espantoso, ¿Quién querría algo como esto?
–Esto me recuerda a aquella vez cuando buscábamos un traje para la boda de la tía Irene y conseguimos un bolso lleno de chicle – agrega con una risita baja –. Es igual de repulsivo.
–Y ese mismo día arruinaste tu camisa con el pastel.
–Pero tú me cubriste diciendo que fue el primo Cheong quien me ensució.
–Terminó sin pastel y castigado durante todo el invierno, pero se lo merecía el muy cretino – completa el relato, carcajeando junto al rubio. Los dos se observan por unos segundos luego de recomponerse de sus carcajadas, saliendo del recuerdo y con mismo aire nostálgico –. No íbamos de compras desde...
–Desde la la última vez con mamá – afirma con un murmuro –. Así de mucho nos hemos alejado.
Hubo un silencio pesado, no incómodo, sino triste, lo que acarrea con la distancia que habían hecho entre ellos como hermanos. Mantienen su vista agachada, incapaz de conectar miradas por el lapso en el que piensan, recuerdan y se lamentan.
No debería decirlo, es muy duro afrontarlo, por más que tenga una fachada de valiente y rudo, Yoongi teme a exteriorizar sus sentimientos porque no quiere más rechazo de su hermano, confirmar lo que piensa. Sin embargo, no se contiene:
–Sé que me odias...
–Yo no te odio, Yoongi.
El nombrado se sorprende por lo veloz que respondió Jimin. Le observa con interés, porque no parece mentir en lo absoluto, de hecho, luce hasta contrariado por su deducción.
–Ni yo a ti, Jimin.
Con una emoción en el fondo de sus entrañas, Jimin pregunta con cierto titubeo inseguro:
–¿No lo haces?
–Nunca lo haría – ante su respuesta, el rubio suelta de a poco el aire, a lo que añade después: –. Me enoja que finjas que mamá no existe o que quieras ser perfecto al cumplir lo que otros quieren, es todo.
Jimin no quiere tocar el tema en plena boutique, menos el de su madre, porque se conoce muy bien; va a estallar o terminar llorando, y la misión principal por la que están ahí, se arruinaría.
Se recompone y endereza con un carraspeo, apartando la vista.
–Oye, deberíamos charlar de esto en casa y...¡Oh, por dios!
Antes de que termine el discurso, el menor exclama eufórica ante una prenda de tonos negros, rojos y blancos, lo que causa un sobresalto en el pelinegro por la abrupta interrupción, no se queja sólo porque también quedó atrapado por aquella prenda, la cual Jimin velozmente conjugó con unos zapatos que salieron de la zona de calzado.
Yoongi se limita a entrar al probador y colocarse todo, obteniendo la aceptación de su hermano apenas salió a mostrarle el look, y no puede más que estar de acuerdo con la opinión, porque le gustó en serio la vestimenta y el cómo le luce en el espejo. Se quita un enorme peso de encima.
Pagan y se marchan a casa tras comprar una pizza para la cena, sorprendiéndose entre ellos cuando se percatan de que no han peleado ni una sola vez, y hasta charlan un poco sobre sus recuerdos de infancia.
–Debes darme crédito por hacerlo.
–Bien, lo hago. Nadie es capaz de ser tan ingenioso para...
Se detienen con las cartas que examinaban tras sacarlas del buzón, esto debido a que en la mañana nadie las revisó. Yoongi las tomó y las mostró a Jimin, que permanece curioso a su lado, pero ahora que leen la letra de su madre, quedan mudos y estáticos en su sitio.
Estaban acostumbrados a verlas, aunque era Yoon quien las leía y respondía, pero ahora estaban los dos, y el tema sin resolución que tocaron en la tienda, volvía a abrirse...
Los pasos y una inhalación suenan a los pocos segundos.
–¿No vas a siquiera verificar cómo está? – la decepción en su tono se denota cuando su hermano trata de huir por las escaleras –. Es lo que digo, la evades. ¿Sabes cuánto lo lamenta? Te menciona en todas las cartas. Sabe que no las lees, pero aún así te continúa escribiendo, Jimin.
–No quiero hablarlo, esto no es sencillo para mí, Yoongi.
–Tampoco para mí, pero no por eso haré como que mamá no existe. Dejar de hablar no significa que todo desaparece.
–¿Crees que no soy consciente de su existencia? ¿De todo? – explota con la poca cordura que le quedaba, volteando hacia el más pálido – Si la leo, sé que me quebraré, porque no la tengo aquí para abrazarme, porque no tendría que mandar cartas si no hubiese cometido esos errores – su voz se rompe y sus ojos se humedecen antes de controlarlo, por lo que pausa y toma aire en un intento vago por recomponerse –. Estoy muy enojado con ella porque no está aquí.
Yoon lo escucha en silencio, le lastima ver a su hermano llorando, diciendo las palabras que sabe sentía, pero que siempre se retiene para sí mismo, no es su intención causarle eso... Simplemente desea que recupere algo de lo que tenían, que afronte la realidad.
–Sólo no está cuando la rechazas, Chimmy – el apodo de niños sale sin pensarlo, tampoco se arrepiente, y con éste obtiene todo interés de parte de Jimin –. Te ama, nos ama, eso nada lo cambia. No le niegues la oportunidad de recuperarte – camina despacio hasta su posición, entregándole la carta, la cual el otro toma inseguro. Suspira pesado, diciendo con mismo dolor que el otro siente: –. Aléjate de mí si quieres, pero no de ella. Es mamá.
Sin más, Yoongi parte a su recamara, dejando a Jimin solo y con un cúmulo de emociones...
Con la decisión en sus manos.
✩✩✩
Un poco de calma mientras viene la tormenta.
¿Opiniones? Las valoro mucho uwu
Ya el siguiente episodio será el baile, prepárense, EN SERIO ;)
¿Le gustaron las interacciones de Jimin y Yoongi? Estos dos tienen muchas cosas que conversar.
¡Voten y comenten! 🖤
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