Capítulo 8: Dates
–Confieso que supuse que en verdad tenías una moto – comenta una vez divisan la cafetería que propuso el de ojos verdes a su lado –. El típico chico malo y busca problemas que fuma portando una chaqueta de cuero negra, debe manejar, como mínimo, una Harley para dar la imagen completa.
–Tuve una. Digamos que las deudas no se pagan solas en casa – sonríe ladino, cediéndole el paso a la más pálida para que entre al local. Esta aparenta intriga, pero se mantiene en silencio en lo que escogen una mesa y chequean el menú. La tarde estaba bastante amena; la brisa, el ajetreo típico de la ciudad a esa hora era más controlado, y el visto bueno de que la chica no le estaba rechazando, por los momentos –. Apuesto a que te topaste con el rumor de que la estrellé contra una comisaría, que la quemé o que un vagabundo me la robó en uno de los bares de mala muerte en los que vivo.
Maya bufa con un entornar de ojos.
–A la gente le gusta inventar cada porquería barata. Escuché la segunda versión el mes pasado.
–Así que oíste de mí antes.
–¿Tú no escuchaste de mí?
–Somos populares entre los marginados, sí – confirma con tono hilarante. La mesera viene hasta ellos, ignora por completo lo nerviosa que se puso con él, más centrado en la de ojos azules –. Te gusta mucho el café con doble de azúcar, ¿No?
–¿Cómo sabes eso? – pregunta con una ceja elevada, apartando la carta –. No recuerdo habértelo dicho.
–Lo sé, me lo imaginaba solamente – intenta restarle importancia a su metida de pata –. En fin, dos helados y dos cafés expresos.
–¿Sabores?
–Chocolate con galletas.
–Banana chip.
La jovencita anota y sonríe radiante para el ojos café que ni siquiera la detalla, concentrado en la enigmática rubia que examina la ventana a su costado. Se marcha con un puchero resignado y los deja solos nuevamente.
–Si nunca antes te interesé, ¿Por qué de pronto lo hice?
La pregunta le toma desprevenido, como la mirada sobre la suya. Parpadea y la aparta en tiempo record.
–Lo que dijiste en la clase del señor Hunter, sobre el sistema y esas cosas – inventa agilmente con el primer recuerdo en su memoria –. Ustedes dos parecen codearse bastante bien fuera de clases.
–Es amigo de papá, y es un buen tipo – contesta con simpleza, concentrado en el resto –. ¿Dices que mis opiniones rebeldes y de disturbio no te asustan?
–¿Es tu estratégia?
–¿Sobre qué?
–No lo sé, ¿Por qué sostienes tu imágen con el resto? Todos lo hacemos por un motivo u otro
Lo analiza con una boconada de aire, liberando un poco.
–No encuentro atractiva la idea de encajar para agradar o por aprobación. No quiero hacer lo que esperan de mí, ¿Por qué vivir para otras expectativas en lugar de las mías?
Comprende de inmediato:
–Decepcionas desde el inicio y luego lo arreglas si te importan. Es más fácil ser tú mismo de esa manera sin involucrarte demasiado, ¿Cierto?.
–Algo como eso, sí.
–Bueno, lo arruinaste – por lo perdida que luce, añade con suavidad: –Nunca me has decepcionado a mí.
El momento que comparten se interrumpe por la mesera - por segunda vez-, quien deposita los pedidos y se larga al mostrador con resignación ante el apuesto chico alto.
Hart se concentra en comer de su helado para desplazar las sensaciones patéticas que el Texano le estaba ocasionando con sus cosas. Incluso, se pone en defensa.
–No he olvidado tu rechazo del sábado, tarado...
–Fui un idiota, no lo niego. Simplemente creí que no era el momento ni la ocasión, Maya – expulsa el aire, probando su propio helado –. No fue mi intención humillarte o hacerte sentir rechazado.
–Es lo que no logro comprender contigo – se rinde con honestidad –. Actúas de una forma y luego de otra, no sé qué versión de ti creer. Es decir, pensaba gustarte y luego...
–Me gustas – adelanta tan sencillo que él mismo se sorprende, dejando a la contraria muda en plena oración. Comienza a experimentar un hormigueo en su interior y le es algo complicado manejar el asunto, como si fuese un inexperto. Por ende, decide ser claro: –. A veces no tengo idea de cómo actuar a tu alrededor, no eres tan fácil de convencer como al resto.
La adolescente procesa la información hasta lograr modular:
–Sólo me importa que seas como eres, sino, ¿Cómo supones gustarme?
–¿Aún no te gusto?
–¿Qué buscas conmigo?
Bueno, decirle la verdad no es una opción, y en realidad, ahora mismo se cuestiona lo que buscaba; la idea era salir con ella hasta que fuera el baile, según Farkle, para eso le pagaron y por ello ayudaba al chico, pero nadie dijo que fueran pareja o algo por el estilo.
¿Qué quiere con Maya? Ni siquiera lo entiende, ¿Esa revoltosa artista le gusta? Porque de no hacerlo, no estaría dándole tantas vueltas y lo tomaría como a cualquier otra, no hubiese sido tan honesto cuando se lo dijo un minuto atrás, y no dudaría ahora de responderle.
–Conocerte, que me conozcas, pero en serio – otorga por la tangente, porque la mirada inquisitiva de la de jeans le altera por dentro –. Nunca he tenido relaciones reales antes.
–Has salido con chicas, tenido sexo y luego saltas a otra, ajá – rechista con seriedad –. No espero menos, pero si consideras que yo busco algo como eso, pierdes tu tiempo, Huckleberry.
–No te estaría invitando a una heladería de buscar exclusivamente algo así, ni te hubiese rechazado un beso de quererlo. Maya, acabo de hacer el ridículo delante de toda la escuela. Nunca hice eso antes, jamás hice algo así por nadie – presiona creyéndose su propia mentira, estaba actuando demasiado bien, porque se convence de que lo que dice es su única posible realidad –. Dejé de fumar porque lo odias, porque quiero estar sano de esa porquería desde que dijiste que Ava lo detestaba.
No es del todo falso, si bien lo hizo por el plan, Maya lo hizo meditar su vicio y tratar de dejarlo por el bien de su familia.
Por este motivo anterior, ella no lograba hallar rastro de falsas intenciones en Friar. Bajó su guardia y soltó una sonrisa suave.
–No te prometo nada...
–Pero...
–Tienes una oportunidad, que espero no arruines – completa mediante una probada a su postre –. Nunca nadie fue tan persistente conmigo, te suma un punto por ser tan molesto como un grano en el trasero.
Lucas ríe entre dientes, apartando la culpa por no mostrar la verdadera cara de la moneda, por completo. Queriéndo detener sus pensamientos, se enfoca en la que prueba el dulce con diligencia, disfrutando realmente el instante junto a ella.
–Salgamos un par de veces, no hay nada que perder para tí. En cambio, yo deberé sufrir de un corazón roto si me rechazas.
–De acuerdo, trato hecho – acepta con mismo tono bromista. Al notar que no le quita la vista de encima, se encoge un poco, nervioso –.¿Qué?
–La luz de la ventana hace que tu cabello brille, como tus mechones rojos, y tus ojos se vean más azules – reflexiona con una sonrisa genuina, quitando con su pulgar un exceso de helado en su comisura y llevándoselo a la boca sin ninguna intención coqueta o para molestarle, simplemente como algo casual –. Sí que te gustan las cosas dulces, rubia.
Se paraliza un breve instante, con el rostro caliente, hasta que frunce el entrecejo y agacha el rostro.
–Mamá dice lo mismo...
Otra vez desea preguntarle detalles, y de nuevo se calla, optando por mejor enfocarse en apreciarla cuando no se da cuenta y le da algún comentario a la defensiva. Se pregunta a sí mismo cuánto la han dañado para cerrarse de tal forma, sobretodo con los chicos...
Y Maya se pregunta cómo es que Lucas ha logrado hacerla ceder, y en qué punto estaba empezando a gustarle tanto ese vaquero...
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–¿Dónde estabas?
–En la heladería.
–Viniste con ese chico caminando, los ví por la ventana.
Exhala en lo que va a la cocina por un vaso de agua.
–Papá, te recomiendo que investigues actividades recreativas o que te registres en una página de citas, porque tu falta de vida social te está volviendo aburrido y predecible.
Cory se interesa por su petición, fingiendo desinterés.
–Entonces opinas que salga con alguien más.
–¿Eh?
–Si lo mencionas, es porque no rechazas la idea, ¿Cierto?
–Pues, es tu vida – contesta con cautela, examinando a su padre y su raro comportamiento –. ¿Olvidaste que preguntabas por Friar o...?
–¿Me vas a dar detalles?
–No.
–No tiene caso – concluye con desgano –. ¿Tu hermana se enteró que saliste?
–Te preocupa porque salga con alguien si sabe que yo estaba con Lucas – comprende al instante, lavando el vaso en lo que aporta: –. No es posible que la controles en todo momento, papá.
–Antes lucías más feliz de mi decisión
–Porque ahora sé que ya no está viendo al idiota de Charlie Gardner – gruñe entre dientes, percibiendo la clara interrogante del adulto. Resopla con pesadez –. Está con un chico aburrido que va a mi clase de ciencias, se llama Farkle Minkus. Por Riley no te preocupes, por mí, mucho menos.
–Confío en tí. Eres ruda y bastante centrada, hija – masajea sus ojos agotados, no notando la expresión que puso la menor ante el comentario –. Riley es frágil, me preocupa que no meta la pata...
La bajita se acerca un poco, colocando con gentileza su mano sobre la de su padre.
–Hablalo con ella.
El adulto suelta un quejido.
–¿Quiere decir que seguirás saliendo con este chico?
–Tal vez... Así que debes cumplir el trato.
Con un beso en la mejilla del más alto, Hart se va a las escaleras, dejándole con un lloriqueo en la planta baja. Una vez está en su habitación, recibe un mensaje en su celular, el cual le causa una sonrisa inevitable.
Lucas: La siguiente cita será este fin de semana, rubia. Espero estés preparado ;)
Maya: Espero que sepas manejarlo, vaquero ;)
Con un canturreo, se va a dar una ducha, recordando que su tarde fue bastante mejor de lo que quiso aceptar.
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–Esto me encanta, siempre quise una cita en la feria – salta entusiasmada la de vestido floral, abrazando fuertemente al oso de peluche que su cita le ganó, tras muchos intentos –. Sé que lo ideal es venir de noche, pero...
–La hora no importa mientras esté contigo, Riles – interrumpe con una sonrisa cálida que contagia a la mencionada. Es una buena forma de concluir la semana de exámenes; el plan se le ocurrió porque aquella clase de sitios eran los ideales para la menor de las Hart-Matthews. Lo comprueba mientras sus ojitos brillan con cada cosa que se topa en el parque, tarareando risueña a su lado. –. ¿Seguro de que no tendrás problemas con tu padre?
–Bueno, no le dije de nosotros aún – inicia con lentitud, como si hubiese hecho una travesura. Por la cara del otro y la manera en la que se detiene, adelanta:–, pero lo haré pronto, lo prometo.
–Ya te dije que puedo presentarme y hablarle de mis intenciones nada indecentes.
–Prefiero hacerlo yo primero, Fark – explica en tono suave –. Es bastante obstinado cuando quiere.
Minkus chasquea:
–Como tu herman.
Matthews nega con tenue sonrisa.
–No, ella es más como mamá. Se parecen demasiado, en realidad.
Ante el silencio formado, el estudiante no logra calmar su duda:
–Nunca hablas mucho de ella...
–Es un tema complicado – susurra, tomando asiento en una de las bancas frente al muelle. La vista era bastante bonita y romántica, incluso se atreve a reposar su cabeza en el hombro del más alto, inhalando el fresco aire.–. Maya era más cercana a ella, yo soy más como papá, pero a pesar de todo... La extraño mucho.
–No tienes que decirme esto ahora, Riley.
Ella sonríe en lo que el castaño juega con sus manos con cierta timidez, enlazandolas para incorporarse y verlo a la cara.
–Prometo hacerlo en su momento. Quiero que me conozcas como yo te estoy conociendo a tí, Farks.
Le corresponde y asiente con suavidad.
–Nada me haría más feliz.
Estaban a punto de darse un dulce beso -bastante cursi-, hasta que el teléfono de la chica sonó y les dió un sobresalto.
Cory la estaba llamando a las cinco en punto,y con un gemido tuvo que resignarse a salir directo del parque junto al ojos café, disculpándose con él porque aún no ha logrado resolver ese asuntito.
Bueno, al menos Maya le hace un favor saliendo con Friar.
–Admito que no es la manera en la que imaginaba mi fin de semana, pero no me quejo.
Ambos adolescentes carcajean en lo que limpian el desastre que los infantes ocasionaron en la cocina una hora atras; resumiendo el asunto, ellos saldrían al cine ese domingo, o iban a hacerlo, hasta que la madre de Auggie ocupó a Hart con su trabajo de niñera y el padre de Friar hizo lo mismo con él y su hermanita, por lo que terminaron en una "cita doméstica" en la casa del niño.
No la estaban pasando tan mal, y de hecho, improvisarían un cine en la sala tras terminar de hornear las galletas y preparar las botanas y palomitas, los niños les hacían reír y ellos mismos estaban viendo un lado del otro que les gustaba.
El resto de su semana en la escuela fue -en cierta medida-, hasta entretenida; se comenzaron a juntar más entre horas libres, tuvieron que juntos intimidar un poco a los que subieron el vídeo del espectáculo musical improvisado para que lo elimaran, y el mayor logró que el señor Harley no la mandara a una correcional o evitara su graduación con su espectáculo topless en detención.
–No le convenía, dijo que como no informó lo que hice el mismo día, lo podrían tachar de cómplice y pervertido – contó la ojis azules el sabado cuando fueron al supermercado para comprar la alacena del más bronceado –. ¿Por qué no le llevas estos a tu hermana? Sé que adorará este sabor de helado.
–No está en el presupuesto, pero lo anotaré a la próxima – indica en lo que mentalmente saca cálculos de lo que colocó en el carrito –. De igual forma, si él te acusaba, tengo como chantajearlo con su esposa. El tonto la engaña con la secretaria de la señorita Lawrence. Tengo unas fotos por ahí en caso de emergencia.
Ahí Maya descubrió que Lucas tenía ciertos problemas económicos, y se sintió bastante mal por Ava al ver que escoger entre adquirir sus cereales favoritos de arcoíris o unos lápices para la escuela, era complicado para su hermano. Motivo suficiente fue para que en esa visita del domingo le llevara de regalo a la otra rubiecita unas pinturas que no había abierto y le sobraban en su cajón y unos dulces, cosa que el Friar mayor le agradeció tanto que lo puso algo apenada por su entusiasmo genuino.
–¿Te gustan azucaradas o con mantequilla?
–¿No conoces la respuesta, señor stalker? – bromea, colocando los platos en la encimera –. No me sorprendería enterarme de que guardas una lista entera con mis gustos, Huckleberry.
Se ahogó con la soda al oírlo, llamando su atención. Para suerte del Texano, su hermanita les llama para poner la película y lo arrastra practicamente tras terminar las palomitas y colocarlas en el bol. La sala estaba lista, con luces apagadas, almohadas, sábanas, el televisor encendido, las botanas y los puestos distribuidos.
Niños en el suelo y grandes en el sofá.
–¿Esta película no es algo inapropiada para ustedes?
–¿Cómo Encantada puede considerarse inapropiada si es de Disney?
–Porque se besan y hay contacto, y esas cosas – su tono de obviedad le parece tan absurdo a la adolescente que esta se ríe bajito, haciendo que gire sus cuencas –. Como si tú no fueses hermana mayor.
–Pero mi hermana sale con un chico que piensa que el club de ajedrez es cool – apela tomando un puñado de palomitas –. Y ya cállate, empieza la película.
No fue su elección principal, pero al estar con niños no era como si fueran capaces de poner el films de Zombies que a los dos les gustaba, o las de Harry Potter, que le encantan tanto a la artista, porque los invadirían de preguntas tediosas.
Durante la cinta, se entretienen y divierten por las ocurrencias de los ruidosos infantes, los cuales le inspiran ternura a la de jeans claros por lo cercanos que eran, siendo cariñosos de una manera inocente en escenas de romance, y hasta le sacaron risitas por lo demandante que era Ava con el de pequitas.
A Luca le gusta la manera en la que Maya mira a los niños -o a la película-, cantando bajito para que él no se entere que es fan de Disney. Igualmente le agrada mucho que rocen sus manos en el bol y esta haga muecas de disgusto que se delatan falsas al percibir su sonrojo en la penumbra.
Viendo el romance de los protagonistas, los dos sienten cierto revoloteo en su estómago, no evitan mentalmente compararse con ellos, y no les desagrada la idea, sólo que no lo proyectan; Hart, porque es admitir que le gustaba el alto; Friar, porque es admitir que estaba gustandole en serio la bajita.
–¿Podemos poner caricaturas?
–Un rato, tienen tareas que hacer aún.
Los pequeños abrazan a su niñera con agradecimiento y se disponen a preparar el televisor tras el final de la cinta. Los mayores aprovechan de limpiar y ver un poco la serie animada. Tuvieron momentos a solas donde conversaron un poco de cosas triviales, y cada vez se sentían más sueltos entre sí.
–Si le tomas una foto durará más, Koo.
Lucas parpadea y aparta la vista de la chica a su lado, frunciendo el entrecejo por la risita traviesa de los menores.
–Callate, mocosa.
–Es que estabas sonriendo y viendo a Maya sin pestañear y me preocupaba – da un puchero inocente, sonriendo cuando su niñero se sonroja –. ¡¿Son novios?!
–¿Qué? ¡No!
–Casi.
Los dos se observan, la de mechones rojizos con enfado y el cabello claro con diversión. Los pequeños se miran entre sí de igual forma y se burlan de ambos, hasta que los obligan a hacer sus tareas.
Más tarde, la madre de Auggie llega y Luke tene que irse con Ava. Primero, caminan con Maya hasta su casa para acompañarla, pues vive bastante cerca del niño.
–Dice que quiere teñirse el cabello como tú – informa con un bufido gracioso. Su hermana dormía en su espalda mientras la carga, pues a pesar de que eran las ocho, la noche anterior no durmió muy bien por una pesadilla. Maya le sonríe en lo que añade: –. Eres su modelo a seguir, me dará dolores de cabeza.
–Soy genial, admítelo.
–Lo eres.
No acostumbrado a tales atenciones y esa clase de cumplidos, aparta la vista y juega con su llavero, haciendo sonreír al de botas.
–No la dejes del todo ser como yo – murmura divisando su porche. Su padre estaba en el hospital, su carro no de hallaba, por lo que no tuvo problema en dejarle seguir con él hasta la entrada –. Gracias por acompañarme, aunque no hacía falta.
El más alto se da cuenta del cambio de la muchaca, e intrigado le pregunta:
–¿Por qué siento que a veces eres muy misteriosa?
–Porque no nos conocemos del todo – se encoge un poco –. Avisame cuando llegues a casa, aunque puedo llevarlos.
Enarca una ceja.
–¿No te confiscaron tu auto?
Rueda sus ojos.
–Sé donde están las llaves, mi padre es predecible.
Suelta una risa baja, cuidando de no despertar a la princesa en su espalda.
–Prefiero no causarte problemas, estaremos bien – hay cierto silencio -no incómodo-, mientras conectan miradas frente al otro. Se inclina y besa su mejilla, no sabiendo bien cómo proceder, dándole una última sonrisa – . Buenas noches, pequeña pila de panqueques.
Esta sonríe de igual forma, viendo cuando se aleja por la acera.
–Buenas noches, Huckleberry...
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–¿No te incómoda que te vean de esta forma?
–¿Ahora te importa? Digo, fuiste el que me impulsó a acabar un poco mi reputación – remarca con seriedad, sirviéndose su porción de lo que sea que sea la masa omogenea que sirven en la cafetería –. Espero que estés contento con Matthews.
La sonrisa tonta que se le formó al ojos cafés le responde antes de siquiera escucharlo.
–No existe mejor chica que ella.
El mayor mentalmente opina que Maya era mucho mejor, desde su punto de vista. Aparta el pensamiento con una negación para sí mismo.
–¿No han tenido problemas con las citas?
–Bueno, no le ha dicho a su padre todavía. Dice que quiere esperar un poco, pero gracias a eso hemos tenido que poner límites a nuestras salidas.
–¿Le planteaste dar la cara?
–No quiere, dice que prefiere hacerlo ella... – suspira profundo – En fin, es gracias a tí. De no ser porque lograste convencer a su hermana, no estaríamos saliendo.
–Me alegro que sea así – masculla en lo que toma su bandeja para marcharse a su mesa –. ¿Gardner no les ha dado problemas?
–Está más entretenido con Missy Bradford desde la fiesta – espeta con sorna –. Es un idiota.
–Tengo el presentimiento de que volverá a atacar cuando se aburra de ella. Debes estar listo.
–¿Crees que te diga algo?
–Tal vez, quien sabe.
–Demonios...
Farkle comienza a preocuparse, y su seguridad baja un poco, a lo que el mayor se adelanta a agregar con una palmada motivadora en su hombro:
–Oye, si a Matthews le gustas en serio, lo mandará al carajo. No te preocupes.
Eso no lo ayuda demasiado, se calla decirlo porque el más fornido ya se marchó a su mesa.
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La semana continúa transcurriendo de buena forma, tranquila para todos.
El viernes, Riley hace una observación a su hermana mayor, pues se da cuenta de que en la escuela luce más cercana con el ex fumador de expresión intimidante que se atrevió a cantar en medio del campo escolar por ella. Aportando que ha salido con este varias ocasiones y eso le ha dado oportunidad de aprovechar para hacer lo propio con Farkle.
No es que sea entrometida, se dice mientras esa noche se dirige a la sala, oyendo cuando su mayor cuelga una llamada telefónica que la tiene sonriente.
Hasta que se topa con la misma, a lo que esta vuelve a su actitud usual y evasiva.
–¿Saldrás con Friar mañana?
–¿Preguntas porque eres un chismosa o porque tienes planes con tu noviecito de los planetas?
–¿Es posible que me contestes sin tantas vueltas?
Maya rechista con aburrimiento, guardando su teléfono.
–Ujum, saldremos a una pista de Kartings.
Riley da una mueca divertida en lo que se cruza de brazos.
–Wow, no imagino qué clase de besos comparten en sus alocadas citas – no pasa desapercibido el rostro de la contraria, a lo que su entreceño se une –. Espera un minuto, se han besado antes, ¿No?
–No a todos nos gusta el romance empalagoso y los parques con cientos de flores que aumentan las alergias, Riley.
–Esa no fue la pregunta, ¿Por qué no me miras a los ojos? – la realización lo hace jadear con dramatismo y abrir sus ojos en grande –. ¡¿No se han besado todavía?!
–Agh, no, ¿Contenta? – se rinde con tono borde – Diablos, ni que fuera relevante.
–Hasta Farkle y yo nos hemos besado, Maya.
–No somos ustedes.
–Exacto, imaginaba que ya hasta habrían tenido... Bueno, ya sabes.
–Decir la palabra sexo no te matará – dice tras unos segundos de silencio tenso, fijando su vista en cualquier otro sitio que no fuera la más alta. Una sensación de náuseas y malestar le invade en lo que pregunta: –. ¿Piensas eso de mí?
–No quise decir nada malo u ofensivo – titubea, algo perdido con la reacción de su hermana –. No creía que lo vieras como la gran cosa.
–¿Como lo haces tú? Con el cuento ideal de hadas y la primera vez con velas aromáticas del supermercado– inquiere de manera cortante –. Lamento decepcionarte, pero no. No nos hemos acostado.
La situación lo tiene tan confundido, viendo a la rubia huyendo al irse para el baño con esa actitud de pronto decaída, como si lo hubiese ofendido; lo que le era tan inusual, es que ni siquiera la peleara o algo, incluso se sintió culpable de algo de lo que ni siquiera tenía idea.
–¿Estás enojada?
Hart detiene su andar un segundo, volteando hacia la de suéter con expresión agotada.
–No, no estoy enojado, Riley. Y no te preocupes, mañana podrás salir con tu noviecito a darse besos en el planetario del centro, o lo que sea que hagan.
Al encerrarse en el baño finalmente, libera el aire y va al espejo, detallando la decepción que sus ojos ocultan por los recuerdos, por la imágen que su hermana tiene de ella, y se siente una estúpida por importarle algo así.
Porque Lucas estaba en lo cierto al decirle que no era tan dura como quiere hacer creer; porque, en silencio, a veces sí toma en cuenta las opiniones de quienes quiere, pues desea proyectarse segura e independiente, cuando por dentro estaba un poco rota y jodida.
Por otro lado, se puso a reflexionar en lo que lava su rostro: ¿Por qué no se había besado con Lucas en tal punto?
Su tonta hermanita le puso la interrogante en la cabeza, y se obliga a no caer en inseguridades absurdas. Las cosas se daban como ella mismo quería, y Friar la respetaba, ¿No es así? No todo era un diálogo planeado. Estaban conociéndose, no eran una parejita más del montón...
Ahora mismo la Matthews menor no entendía nada, cuestionándose qué ocasionó que Maya actuara tan extraño, pero dentro de poco, comprendería todo.
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–¿Por qué tienes una lista sobre May en tu basura, Luke?
La irrupción de la niña de ocho años le da un susto instantaneo una vez sale del baño.
–¿Desde cuándo revisas la basura de otros? – reprocha, arrancándole la hoja arrugada que tenía en su posesión –. Es mala educación, Mocosa.
–Eres un puerco que no cambia la basura en semanas, estaba limpiando un poco tu habitación.
–Tienes prohibido entrar aquí.
–Como sea, ¿Vas a decirme por qué eres tan raro? – arruga su pequeña nariz en disconformidad –. ¿Anotas lo que te dice?
Suelta una boconada, esquivandola con su andar. No le apetece charlar del tema con la niña, quien de conocer los motivos reales, de seguro se enojaría tanto como lo haría cierta pintora con la que acababa de salir esa tarde en una cita sumamente entretenida.
–No lo comprenderías, A. Cosas de grandes.
Ava se queja con dramatismo en lo que su mayor lanza nuevamente la hoja en la papelera.
–¿Por qué los adolescentes son tan complicados? – va hasta la cama y se sienta junto a su hermano –. ¿No te gusta Maya?
–No seas chismosa – alarga porque no tiene idea de qué responderle; era sencillo mentir, pero ya no sabía a ciencia cierta qué era mentira, porque estaba disfrutando tanto el "plan", que estaba empezando a olvidar que nada es real. Tener a Hart riéndose y tan natural durante la carrera de Kartings sigue haciendo que quiera repetirlo, grabarlo en su mente, y sonreír como el ridículo de Minkus cuando anda con la princesa de Matthews. Joder, ni siquiera ha logrado besar a la rebelde rubia, y el beso en la mejilla que esta le dió al despedirse, aún le cosquillea en la piel –. No sé qué demonios me está ocurriendo...
–Amor – salta con una exclamación simple que hace que el más alto la examine como si tuviese dos cabezas, y la alocada idea le saca una risilla –. Enamorarse es como cuando te concentras tanto en comer algodón de azucar; lo disfrutas, se va deshaciendo sin que te des cuenta en tu boca, el mundo desaparece porque te enfocas en lo dulce, y cuando te das cuenta, se acabó.
–Es la metáfora más extraña que jamás he conocido. ¿Quién te dijo eso, niña?
–¿Qué es metaeso? Sólo repito lo que dice la hermana mayor de Rose.
Ignora el absurdo parloteo que prosigue, demasiado ocupado con la idea del algodón de azucar.
¿Por qué le da tantas vueltas? Es la cabeza de una niña de ocho años, no es opción hacerle caso a algo tan hilarante e imposible...
–¿Ah?
–La lista, no me dijiste porqué la lanzaste a la basura, y tampoco me escuchas, tonto.
–No es tu problema. Estoy cansado. Y estás charlando demasiado – ennumera en automático, sacándola de su cuarto al cargarla como un costal. La pelinegra refunfuña cuando cierra la puerta y termina quedándose solo en el espacio, con un bufido a la nada –. Vaya tontería.
Él botó la lista porque le estaba pesando tras lo ocurrido en la fiesta, esa misma noche donde la rechazó en el auto se deshizo de el papel. La otra parte de la historia, es que no quiso leer más de Maya, porque comenzó a interesarse en la enigmática revoltosa.
Añoraba conocerla por su cuenta, no invadir su privacidad y sorprenderse con cada cosa nueva. Eso no significa que se esté enamorando o que le guste demasiado, pff.
La cosa es que... De no ser el caso, no estaría dando tantas excusas para sí mismo antes de dormir, con la rubiecita de mechones rojos y ojos azules rondando su mente.
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Quiero que se note el conflicto que tiene Lucas para entender lo que está empezando a sentir por Maya (Ya no es sólo la apuesta, y va a ir en aumento) :)
¿Qué opinan de este episodio? Díganme qué tal han estado uwu
Esta canción es del soundtrack original y me recuerda a Lucas;;
¡Voten y comenten! <3
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