Capítulo 6: Swings & Kiss.

Todo estaba ciertamente torcido en su periférico; porque Maya tuvo unas terribles náuseas y en el camino fuera de la entrada, vomitó entre unos arbustos, oyendo risas, arcadas de otros y comentarios a su alrededor. Lo que le incomodaba, es el que Lucas le sostuviese el cabello y posara una mano en su espalda, ayudándola para que no cayese o se ensuciara, porque la sensación que le causa le es reconfortante, y no le gusta sentirse así...

–Necesito ir al baño – excusa en lo que limpia su boca, el sabor es horrible y siente asco del mismo. Va a uno de los baños de la primera planta al regresarse a duras penas con ayuda del muchacho, quien lo espera mientras higienisa su cavidad bucal y quita los restos de vómito. Por suerte, no ensució nada de lo que llevaba puesto. En el espejo se ve como un desastre: Pálida, disgustada y algo despeinada, con mejillas sonrosadas –. Jodida fiesta.

Afuera, Lucas espera algo preocupado en su posición. Si no entraba al baño es porque no quiere recibir alguna patada de la fierecilla, pero estaba empezando a cuestionarse si debe arriesgarse; sin embargo, un llamado ajeno le interrumpe.

–¿Mi hermana está ahí adentro? – Riley escanea recelosa al Texano, quien le asiente levemente en contestación. Inhala y le extiende las llaves de su auto, un llavero de princesas hace que el contrario arquee la ceja –. Papá decomisó el suyo, eso ya debes saberlo porque vinieron en taxi. En tal estado, es más seguro que la regreses en el mío.

–¿Y tú qué harás?

–Le diré a alguien, o no tengo idea.

–Tu hermana me matará si te dejo aquí sin un medio de transporte – explica con cautela, atrapando el interés de la castaña –. Ustedes se preocupan por la otra, aunque lo nieguen.

–Como sea, llévala a salvo a casa y ni se te ocurra tocarla – cambia radicalmente, enseriándose –. Aunque, si Maya aceptó venir contigo, es porque eres decente con ella. No lo arruines. 

Lucas afirma con un gesto. La de ropa de marca le da una última mirada, hasta que escapa un suspiro agotado y emprende el regreso a la sala. Justro tras ello, Maya sale tambaleante, a pesar de lucir más lúcida.

–¿Mejor? Puedo darte unas mentas – ofrece con los caramelos que extrae de sus Jeans –. Te ayudarán con el sabor en lo que llegamos a tu casa.

–¿Siempre llevas de esas? – inquiere con amargura, aceptándolas con un arrebato torpe –. ¿Con quién hablabas?

–Tu hermana. Me dió las llaves para llevarte, y antes de que digas algo, sé que alguien la llevará a su casa– y no miente, tiene plena seguridad en que cierto geniecillo estaba por ahí pendiente de la menor de las Hart-Matthews. La mayor le mira algo ausente, y prefiere moverse antes de seguir en pleno pasillo –. Ven, vamos.

Lo siguiente que ocurre, es que en un minuto estaba cargando la muchacha, y al otro esta se bajó, prácticamente tambaleándose a rastras en una colina donde unos lindos columpios y un arco con unas cuantas flores se ubican.

–¿Por qué haces esto? – cuestiona con un chasquido una vez la atrapa, reprimiéndo un escalofío por el tacto de las manos más grandes –. Puedes dejarme aquí tirada en el cesped e irte a la fiesta.

–Te dije que podrías tener una contusión  – repite con ligera diversión, sosteniéndola –. La fiesta no es agradable sin ti, rubia. Además, tendré que poner otra vez esfuerzo en otra chica para gustarle

–Como si pudieses gustarle a alguien, Sundance. 

–¿Ves? – sujeta sus manos, complice con sus palabras – ¿Quién necesita afecto cuando tiene a alguien tan creativa para los insultos de odio ciego? 

Maya sisea tratando de no toparse con sus caras -porque daba vueltas-, centrada en los columpios para distraerse.

–Quiero sentarme un momento. Necesito recuperarme un poco.

La deja hacerlo con algo de ayuda de su parte, este se aferra a las cuerdas mientras Friar se mantiene alerta a sus espaldas.

En unos cinco segundos, Hart se balancea hacia atrás a punto de caer, y con agilidad, el más alto la sostiene.

–Dios, Maya...

–Wow, aún veo doble  – ríe con torpeza, sujetándose mejor en lo que el contrario toma asiento en el columpio a su izquierda. La música se presenta a sus espaldas como el ruido de los adolescentes, pero ya no era tan fuerte por la distancia.El aire era de igual forma mejor ahí, lejos del cigarro, alcohol, sudor y perfumes asquerosos. Observa el cielo con un suspiro bajo –. ¿Cómo pueden preferir estar ahí dentro cuando esta vista es más bonita?

–Supongo que no todos tienen mismas visiones – contesta con sus ojos en el manto nocturno, imitándola unos segundos –. Realmente te gustan mucho las estrellas, ¿Cierto? 

–Solía verlas con mamá y Riley en el patio – susurra quedamente, denotando por un instante la melancolía. Al sentirse expuesta, cambia de tema –. No debí hacerle caso a Riley y venir aquí.

Lucas tuvo ganas de preguntarle más detalles de su infancia, pero al percibir que esta no desea hablarlo, opta por seguirle la corriente.

–Tú y Gardner no se llevan bien, ¿No?

Maya resopla con sorna.

–Lo odio, es un idiota.

–Bueno, la venganza perfecta es tomar más tequila y vomitarle encima – su comentario la hace reír junto a él. Sim embargo, una parte suya sí tenía ganas de entender porqué el deportista y Maya no se llevaban bien. Lo notó en la fiesta, y ahora que analiza el interés del imbécil por ambas hermanas, algo le es sospechoso; el problema, es que no tiene idea de cómo indagar en el asunto sin ganarse una segura patada indeseada –. Admite que sería genial.

–Ya sabes lo que dicen, Vaquero.

–No, ¿Qué dicen? – al no obtener respuesta, voltea a verla, y se lleva un sobresalto cuando la nota cerrar los ojos con el cuerpo relajado. Se levanta de prisa y le sujeta el rostro con preocupación –. ¡Hey, no, no, Maya! Mírame, ¿Me escuchas? – palmea suave sus mejillas, comenzando a asustarse  verdaderamente–. ¡No, no te duermas y abre los ojos! ¿Maya?

La jóven abre sus ojos con una mueca, estaba cansada y todo le sigue dando vueltas. La cabeza le punza un poco y sólo lucha por no rendirse debido a los llamados del cabellos claros. Cuando se topa con su expresión angustiada, siente un cosquilleo en el cuerpo, su piel se estremece ante la calidez del tacto, y por primera vez, se detiene a verlo.

–Oye... Tienes un poco de lindo verde en tus ojos. No me había fijado – comenta bajito, sonriendo un poco, y causando que el más alto le imite. Este, de rodillas a su lado, le detalla de igual forma, apartándole los mechones del rostro. No estaba pensando coherente ahora, su lengua se suelta con libertad: –. ¿En serio te importo?

Se toma un poco para responder, perdido en los orbes tan azules como el cielo que le atraparon, generándole una electricidad por todo el cuerpo que jamás experimentó, sus yemas tocando la suave piel blanca le queman agradablemente.

–Lo haces. Me importas, rubia terca – se sorprende a sí mismo por lo honesto que es, porque pensar que algo de lo que estaba haciéndo pudiese herir a Hart, de repente le hace querer golpearse por todo. Suspira pesado y nega ante la idea –. ¿Qué tienes con los columpios?

–Son un lugar seguro – se encoge levemente, somnolienta –. Creo que...

–Debemos irnos. Tu padre debe estar preocupado y debes descansar de tanta diversión – completa para luego ayudarla a incorporarse –. El auto está cerca, supongo.

---

–Vamos, nena. Si vienes podemos tener mayor diversión.

–De verdad no puedo. Debo llegar en veinte minutos a casa, Charlie.

–Yo puedo estar en mi casa en dos horas, si te interesa.

Riley voltea con el entrecejo fruncido a ver a su "amiga", quien le hace ojos coquetos y sonrisa sugerente al de cabellos negros.

–Creí que vendrías conmigo, Missy.

–Cambio de planes, lo siento – se encoge con desdén, sin siquiera encararla  –. Entonces...

Charlie aprovecha y la toma por la cintura con una sonrisa de rompecorazones que a Riley le están dando ganas de borrar con una patada.

–Por mí no hay problema. Es tu ultima oportunidad, Riley.

–No voy a ir – evade entre dientes nuevamente, irritada a ese punto. Ambos comienzan a encaminarse sin prestarle más atención, y no evita sonar disgustado al decir: –¡Missy!

–Perdiste tu turno. No te quejes, niña.

Da un sonido de indignación en lo que agita la cabeza para sí misma y se cruza de brazos.

–Perra... 

Justo comienza a pasar un desganado castaño, viéndola con seriedad.

–Hey, ¿Disfrutas la fiesta?

–La verdad, no – murmura con pesar, sintiéndose horrible con el muchacho que se aleja de ella. No lo merece, es cierto, se ganó lo que le estaba sucediendo ahora, pero no lo toleraba ver de tal forma por su culpa –. O-oye, ¿Estás bien?

Farkle detiene su ida y se gira con gesto incrédulo.

–¿En serio preguntas? – quiere decirle más cosas, descargar lo que siente, pero se percata de su cabeza gacha y de lo desolada que luce; había visto la escena con su amiguita a lo lejos, y por un mensaje de Lucas se enteró de que no tenía cómo regresar a su casa. Así que, aunque esté dolido, no es capaz de dejarla de tal manera, no cuando trata de abrazarse a sí misma por el frío que inicia a caer en la noche –. ¿Quieres que te lleve a tu casa? Ya yo me iba de todas formas.

Riley lo mira con tenue esperanza, aportando las lágrimas de sus cuencas con un rápido asentir y una leve sonrisa agradecida.

–S-sí, me encantaría irme contigo a casa.

Con un gesto evasivo, le guía hasta el auto estacionado.

---

Una vez se aparca en la acera, sonríe ladino para su acompañante.

–Tu hermana tiene muchas músicas cursis en su auto.

–Deberías de ver su habitación – entorna los ojos con burla –. Admito que me gustan la poesía y algunas canciones romanticas cuando no tienen que ver conmigo, pero ella es otra cosa.

–Te gusta hasta la música Jazz y oír Sonetos, pero no te gusta el románce en tu vida.

–¿Qué, me conoces por completo o algo?

–Intento hacerlo – admite en un susurro para sí mismo, recordando que tenía una lista personal de la artista, la cual no quiso leer por completo debido a que cada vez se siente más tarado con ella. La verdad es que, por más que leyó una parte, él deseaba presenciarla hablar de sus gustos, analizarla, conocerla, y el hecho le estaba empezando a extrañar. Cuando la observa de nuevo, la encuentra examinándolo con una sonrisa leve en sus labios. Por inercia relame los suyos y prosigue para evadir su repentino nerviosismo : –. Tengo el presentimiento de que tu padre debe estar expiándonos por la ventana y cuestionandose si venir con una ballesta o no.

–Más bien con un paraguas – bromea en acuerdo, con cierto brillo triste en el fondo de sus orbes –. Él quiere que yo sea alguien que no soy.

–¿Quién?

–Riley, la hija perfecta.

–¿En serio? – da una mueca que divierte a su copiloto. Piensa un poco antes de decir :–. Bueno, sin ofender, porque no quiero menospreciar a tu hermana o algo, pero... Ella está algo vacía, y tú eres tú misma.

Maya deja de reir, su pulso se eleva y relame sus labios resecos.

–¿Eso es bueno?

Lucas no tiene duda alguna es contestarle, directo a esos ojos azules tan hermosos:

–Es jodidamente genial, Maya.

–Hmm...– sonríe despacio con el salto en su pecho, encantada por la honestidad en sus aceitunados orbes –. No eres tan idiota como pensaba, Huckleberry...

Ambos se pierden y el tiempo se paraliza en el vehículo, con la tenue melodía de fondo en el reproductor. En algún punto, la de mechones rojizos acerca su rostro al del cabello claro. Este último examina sus labios carnosos con ganas de corresponder al acercamiento -de verdad que-, al verla cerrar los ojos y dispuesta a besarle, quiso también hacerlo...

Pero se le vino a la mente todo el asunto del pago, el que ella estaba ebria, todo lo que le estaba confiando, y se acobardó en ese minuto, apartando la cara y negándole la unión de sus pares.

–Creo que será mejor en otra ocasión. Ahora no estás bien...

Abrió sus ojos y experimentó una mezcla de emociones en su pecho que se denotan en su ceño fruncido; confusión, decepción, bochorno e indignación. No hizo más que alejarse con un bufido, darle una mala mirada y bajarse del auto con un portazo.

 –Las llaves – exige en seco, extendiendo la palma. Lo oyé maldecir entre dientes, saliendo y entregando las llaves en lo que ella le despide con un amargo:  –Ni creas que habrá otra ocasión.

La ve marcharse furiosa y cerrar la puerta, quedando como un pendejo en medio del vecindario; literalmente, es como se siente.

 Maya en su lugar, va directo a las escaleras, ignorando a su padre hasta que se planta frente a ella con preocupación.

 –¿Dónde está Riley? – repite – ¿Por qué tienes su auto? ¿Bebiste?

–Riley está bien, va a venir con alguien más – resopla con el malestar en su cabeza –. Mañana puedes castigarme, ahora mismo no me siento nada bien y quiero acostarme, papá.

–¿Te hizo algo? Ese tipo...

–No, acaba de rechazarme – ironiza con el amargor en su bilis –. Por mí puedes estar feliz y tranquilo.

Corey la deja marchar por ahora, guardando sus regaños y quedándose en plena sala para esperar a la otra jovencita que, definitivamente, lo va a oír.

---

–Tiene que ser una broma...

En el auto todo es silencioso e incómodo durante el trayecto, ambos van decaídos, perdidos en su mundo. La peor idea fue encender la radio y toparse -para colmo-, con varias canciones de desamor que le hacen gruñir entre dientes, cambiando las emisoras para evadir el silencio tenso. Cuando el clásico de "I want you to want me" sonó, quiso lloriquear y lanzarse del auto, pero se detuvo a no quitarlo por lo incómodo que luce su acompañante ante la letra; la venganza no es lo suyo, sin embargo, esta vez se permite ser justo.

En su asiento, ella quería golpearse y llorar con sus peluches mientras comía helado sin parar, viendo algún maratón de Glee o Friends para tratar de animarse por todo lo que le estaba ocurriendo. Era patética, realmente no supo cómo cayó tan bajo para gustar de Gardner y hacer todo por mantenerlo hechizado; tampoco entiende lo estúpida que fué al confiar en alguien como Bradford para ser su amiga. Su hermana le advirtió de los dos, no la escuchó, como igualmente no hizo caso a sus sentimientos por el chico que ahora la lleva a su casa, con todo y que no lo merece.

El auto se estaciona en la entrada del garaje de los Matthews. El conductor apaga el motor y libera un bufido, finalmente.

–Soy un estúpido.

–No digas eso...

–Es que lo soy – repite con tono más alto, a lo que decide inhalar profundo y calmarse. Riley no le encara, así que pregunta lo que ya de por sí conocía : –. Tú nunca quisiste salir conmigo, ¿Cierto? Quiero escucharlo, a pesar de que ya lo sé. Tal vez así comprenda de una vez.

–¡Sí quise! – aclara con casi desesperación –. Y-yo no sabía cómo decirte que Charlie m-me invitó y...

–Y lo preferías por ser apuesto y popular, porque te gustan las apariencias – interrumpe con ironía. La perfora con la mirada, luciendo dolido –. Me usaste, te ayudé y todo para que salieras con él.

–Soy una idiota, ¿Si? Aprendí la leccion – su voz tiembla, y la vista se le empaña un poco. Realmente le estaba doliendo ser consiente de lo que le hizo a tan adorable chico –. Es un hijo de perra, igual que Missy. Yo debí hacerle caso a mi hermano, lo acepto... Lo lamento, siento mucho lo que te hice, Farkle.

–¿Cómo te creo? Porque creeme que quisiera hacerlo, Riley. Dime, ¿Siempre fuiste tan egoísta? – exige ofuscado, de nuevo elevando la voz – No por ser la chica más hermosa de la ciudad tienes derecho a destrozar a otros, ¿Sabes?. 

Parpadea apartando las lágrimas, con un montón de cosquillas en su estómago ante lo dicho. Apenas y sale de su garganta:

–¿Piensas eso de mi?

–Ahora mismo pienso mucho de ti. Eres una malcriada princesita superficial y yo lo ignoré por completo – cada cosa la dice con desahogo, a pesar de que le estaba lastimando verla así, decirle aquello a la cara; incluso su voz tiembla de las emociones. Sin embargo, tenía que sacarlo de una vez–. Te ayudé, hice lo que pediste, aprendí Francés para enseñarte, pelee con mi mejor amigo por tí y te defendí de todos lo que te insultaban, Riley Matthews. 

–¿Por qué? – quiso escucharlo. Lo necesitaba ahora mismo, y no por egoísmo ni ego, sino porque de verdad lo ansiaba del contrario –. Dime porqué lo hiciste.

–¿Por qué? ¿Preguntas de verdad el porqué? – exclama casi ofendido, ni siquiera logra entender los ojos suplicantes que le hacen enloquecer más –¡Porque me gustabas! Me gustas, demonios, y yo soy el peor idita porque sólo quieres llenar tu auto... 

La sorpresa le invade tanto como un montón de insectos que ocasionan los labios contra los suyos, suaves y perfectos como los imaginó cientos de veces; Riley le estaba besando, causándole un infarto cardíaco en plena acera. Fue lento, sin profundizar, inocente pero intenso a la vez.

Para los dos, fue una eternidad, pero realmente transcurrieron pocos segundos, los mejores de sus vidas.

Ella al separarse conecta sus ojos con los opuestos, sonrojada y sonriendo levemente, porque le parece tierno lo perdido que estaba el de dedos largos.

–También me gustas... – susurra lo que acaba de descubrir, robándole las palabras al otro – ¿Podemos hablarlo mañana? 

Ni siquiera es consiente de lo que ocurre, piensa que estaba soñando, por ello se limita a afirmar con la cabeza y a presenciar cuando la de vestido rojo se baja del auto directo a su casa. Queda unos minutos ahí en su asiento, analizando todo, acariciando sus labios como el chico más virgen y enamorado, tanto, que la idea le hace carcajearse, porque todo le es irrelevante con el sabor tan increible de la victoria en sus pares.

–No me daré por vencido. Tienes razón, Friar.

Y la de ojos cafés,asiente a todos los reproches de su padre en lo que sube las escaleras, ausente mientras siente que flota entre todas las emociones experimentadas. Al encerrarse en su habitación, suelta el aire y tapa su rostro, deslizándose en la puerta, con una sonrisa de oreja a oreja.

Fue su primer beso, no con quien imaginaba, ni en la situación de cuentos que siempre pensó, pero fue mejor que cualquier cosa.

–¿No piensas dirigirme una disculpa por tu espectaculo de anoche?

–¿Tu no piensas decirme porqué llegaste con alguien que no era tu querido Charlie?

Las hermanas se lanzan miradas severas en medio del pasillo, ya listas para bajar por el desayuno y escuchar el protocolo de su padre, otra vez; ya era Lunes, el día aterior ninguna se dirigió la palabra, su padre les castigó tras obligarlas a confesar lo sucedido, y trataron de no ver ninguna red social de la escuela que tuviese contenido de la descomunal fiesta que les jodió el sabado.

Maya aún estaba recuperándose de la inmensa resaca, no quiso atender su celular con los mensajes y llamadas absurdas de Lucas, ¿Para qué? Si claramente era el más tarado al rechazarla tras buscarla tanto. Estaba furiosa, y lo único que le calma, es que Riley le contó a su padre que lo de Gardner era asunto pasado.

 Quiso preguntarle a su hermana lo que ocurrió, vió las fotos de la perra de Bradford junto al decerebrado ojos oscuros, y oyó a Riley llorando tras la discusión con su padre. También luce decaída tras la fiestecita.

–¿Qué quieres que te diga? – se rinde primero la menor –. Un chico totalmente increible me trajo a casa porque el tonto del que me advertiste se fué con la perra de la que igualmente me advertiste. Tenías razón, ¿Feliz?

–¿Crees que me hace feliz ver que te lastimó? – suspira tendidamente –. Sé que estás enojada conmigo por lo que ocurrió allá, odio que me vieras de esa forma y que la escuela ahora tenga indefinida cantidad de contenido para joderme la vida, ¿Sí? Yo sólo... Estaba molesta contigo, por lo que dijiste. No pensé y me puse a beber sin medir las consecuencias – admite a duras penas, cruzando sus brazos como reflejo –. Y aunque me detestes por decirte esto, te lo dije.

Riley rodó sus ojos, sin embargo, no le respondió de mala manera, simplemente le pasó de largo porque ya iban tarde y Corey empezaría a gritar. 

En la escuela, todo fue como lo esperó, porque no dejaban de silbar o molestar a Maya mientras iban moviéndose. La rubia se mantuvo con los audífonos y una cara de indiferencia todo el trayecto. 

La castaña en cambio, cuando se topa con Farkle en los casilleros del pasillo, siente sus mejillas calientes, y le sonríe con un saludo de manos a distancia. El chico le corresponde y mueve sus labios enfatizando:

 "Jardín".

---

En su clase de literatura a primera hora, está tratando de no romperle la cara a nadie mientras comentan su baile exótico y su actitud suelta en la fiesta. Con Charlie casi no logra contener su temperamento, de no ser porque el señor Hunter hizo aparición en el salón y les obligó a sentarse.

–Bien, no es que me importe, pero ¿Qué tal estuvo su fin de semana, chicos?

–Pidale a Maya los detalles – se regocija el risueño deportista – , fue toda una clon de Brittney.

–Prefiero pedirle los detalles cuando te fracture el craneo o el trasero, niño – enarca una ceja, siendo suficiente para callar al adolescente y su grupito. Le da una mirada a la de mechones rojizos, luce tan harta que opta por mejor empezar la clase y distraerla; despues ya le explicaría el tema :–. De acuerdo, abran sus libros en la página setenta, párrafo cuatro.

Todos hacen lo acordado, Hart agradece tener una distracción y el no toparse con cierto ojos verdes, pero en ese preciso momento, como si lo hubiese invocado, aparece en la puerta. 

Lucas trata de buscar su atención, al no obtenerla, suelta el aire y toma asiento con fastidio; pensó en no perderse la clase, cosa que casi nunca hace por no tolerar a sus compañeros ese semestre, para intentar charlar con la enojada adolescente. Como su plan no parece funcionar, se decide a responder el reproche del profesor con astucia:

–Tengo un paquete de nachos extra, señor Hunter. Me distraje en el pasillo porque sé que le gustan y había una fila en la dispensadora, así que...

El hombre entrecierra los ojos y le permite el soborno por esta vez, porque el chico es convincente y le debe admitir aquello; además, era raro verle en clases, y con una rápida escaneada pudo notar que este no deja de intentar llamar la atención de la jovencita que le evade con un ansioso movimiento de su lapicero en el cuaderno. 

–Ok, como sea. Abre tu libro en la página setenta, párrafo cuatro, Friar – retoma con un carraspeo –. Shakespeare no es el mejor para mí, a pesar de que es de los poetas más populares del mundo, pero debo confesar de que sabe cómo crear cursilerías y palabras para generar un impacto y armonía. Una de mis obras favoritas es "La fierecilla domada".

–En esta página no se habla de ello.

–Vaya novedad, Sidney – contesta tediosamente –. Quise darles mi punto de vista, pero ya que no les importa, iré directo a la tarea de final de año, les digo desde ya para que no pongan excusas de tiempo. Los sonetos de Shakespeare son un conjunto de 154 poemas sobre la política, la belleza, la mortalidad y el amor.

–Patético...

Lucas escuchó el gruñido bajo de la rubia, pero se concentró en continuar fingiendo que presta atención a la clase:

 –Soneto 141 de William Shakespeare, ¿Quién lo lee?... Ok, ya que todos son tímidos, le pediré a Friar, quien llegó de último y nunca está presente.

De inmediato sale de su burbuja indiferente y se alarma, notando todo el interés sobre él, menos los que quisiera tener.

Carajo,¿Por qué se siente con ganas de que Hart le dirija la palabra?

 –¿Tengo que hacerlo?

May sisea por lo bajo, sonriendo con malicia en lo que garabatea en su libreta.

 –Digale a alguien que sepa leer.

Hay unas risitas bajas por el comentario mordáz. El de cabellos claros resopla con ego herido, agarrando el libro y leyendo en voz alta:

En verdad, yo no te amo con mis ojos, pues con ellos veo muchos defectos, pero mi corazón ama a su modo y, sin importarle, te ama con ellos. Tu voz tampoco gusta a mis oídos. Ni excitan mis sentidos tus caricias – pausa un segundo para mejor efecto – . Tu olor, ni el sabor, llevaría unidos conmigo a un banquete de la experiencia. Pero mis sentidos de raciocinio no convencen al necio corazón que a un muñeco me tienes reducido; a no ser de ti vasallo y bufón. Sólo males he ganado contigo. La que hace pecar, me deja dolido.

Todos hacen sonidos sorprendidos o maravillados, nadie había visto esa parte del muchacho, el cual deja el libro con una mirada burlesca para Maya. La misma le observa como si quisiera ahorcarlo. ¿Motivo? Por fuera cualquiera creería que le cae mal el bronceado jovencito, y la verdad es que por dentro se odia a sí misma por setirse muy atraída su voz, su aspecto y el cómo leyó el cursi poema.

–Excelente, evitaré mencionar la rara tensión que hay aquí y mejor les pondré de tarea que hagan su versión del poema, pubertitos. ¿Alguna pregunta? – anda alrededor de las mesas, y sin tener que echar ningún vistazo, suspira tendido –. Supongo que la señorita-opiniones-rebeldes- sobre-el-sistema tiene la mano arriba. ¿Sí, Hart?

–Quería decirle que esta es una gran tarea – expresa inusualmente calmada, como si lo anterior no hubiese acontecido –. ¿Cuales son las especificaciones?

El hombre parpadea con incredulidad, tal como el resto.

–¿Ah?

–Me gusta la tarea, señor Hunter.

–¿Te estás burlando de mí?

–Eh, no, realmente quiero escribirlo. 

–Te quiero fuera de la clase – concluye tras examinarla en silencio. La chica arruga el entrecejo en confusión, a lo que repite: –. Ve a las sillas fuera de dirección, Hart.

–Pero no hice nada – indignada, recoge sus cosas al captar que no había solución –. Agh, bien.

Lucas se detiene a sí mismo para no seguirla, y una vez acaba la clase, la encuentra en el sitio que el profesor le pidió. Sin embargo, debió quedarse en su sitio, tratando de captar algo cuando el hombre va con la artista e intercambian palabras. Se asombra de la complicidad y hasta de la sonrisa de ambos, no parecen pelear.

A la final, cada quien toma su camino, incluyendole.

---

–Lamento no haber charlado contigo el fin de semana. Quise tomarme un descanso y pensar sobre todo lo que ocurrió el sabado – comienza, propinándole una probada a su café, ocultando su sonrisita apenada con el recuerdo del beso. Farkle está igual, asintiendo en lo que prosigue: –. Lo que dijiste...

–Era cierto.

–¿Incluso los insultos?

El remordimiento le hace inhalar, evitando encararla.

–Mira, estaba molesto, yo nunca diría esas cosas. Las pensaba, pero sé que te dejaste llevar y aprendiste la lección – esta vez posa sus ojos en los contrarios, suavizando su hablar: – . Charlie es un idiota. Nunca te ha merecido, Riles.

–Ahora lo sé... – susurra con tristeza, arrepentida por perde su tiempo y hacer tanto por un tarado. Estira su mano lentamente, tomando la contraria -tan cálida que le cosquillea-, apartando lo demás que le atormenta – Por eso quiero olvidarme de él, y si es posible, averiguar lo de nosotros.

–¿E-estás segura? Tal vez estabas vulnerable o necesitabas afecto – interroga con inseguridad. El agarre le pone nervioso y torpe, sin mencionar lo asustado que estaba por fallar – . Quizás no te gusto, y lo comprendería, yo...

–Farkle, me gustas. Es cierto –aclara al segundo, sin apíz de duda esta vez. Con los segundos en silencio, se disiluciona un poco, denotándolo en su susurro: –. ¿No confías en mí?

Percibiendo su tono desganado, escapa una boconada, sincerándose:

–Eres la chica más genial que conozco. Me gustas desde que te conocí, todo tú... Tengo miedo a profundizar y que te des cuenta que no soy lo que buscas.

Matthews analiza el asunto con el corazón contraído; era consiente de haberle lastimado, e iba a solucionarlo con hechos.

–Acepto que en un principio no puse mis ojos en ti, pero no porque no fueras fantástico. Nunca conocí a un chico tan maravilloso como tú, y si hiciste todo eso por mí, si yo siento esto por besarte y tomar tu mano, deseo explorarlo. Vale la pena – sus palabras eran sumamente honestas. Estuvo reflexionando todo el día anterior, y concluyó que estaba haciendo lo correcto al confiar en alguien tan lindo como el ojos café, dulces y cariñosos, nobles y transparentes –. Yo soy quien no te merece, Farkle... Pero si me das la oportunidad, quiero intentar ser mejor.

Él se adelanta, con el nudo de emociones en su interior reflejado en sus cuencas:

–No tienes que cambiar para gustarme.

Ella se encoge con una sonrisa dulce.

–Lo sé, me inspiras a ser mejor.

Tenía sus dudas, sin embargo, no era capaz de rechazarla; no cuando la añoró por tanto tiempo, no cuando le sonreía sincero, acariciando con delicadeza su mano, y abriéndose para él. Sonríe y toma más seguro el agarre, decidido a arriesgarse:

–Está bien, hagamoslo.

Con una risita, se levanta para besar su mejilla y acariciar sus cabellos desde arriba, por primera vez explorando ser así con alguien, mostrandole que en verdad le tomó rapidamente cariño.

 Farkle disfruta del gesto mientras la linda chica comenta:

–Sólo espero que mi hermana le quiera dar otra oportunidad a él. Nunca imaginé que sería alguien como Lucas Friar quien gustaba de ella.

–¿Le conoces? – inquiere con curiosidad al captar algo de familiaridad entre ambos.

–Le conocía por unas clases en secundaria – resta importancia –. Fuimos compañeros y lo mantuvimos amigable. No volvimos a cruzar camino, a excepción de mi clase de español.

Minkus afirma con la cabeza. Después, hace una mueca de incomprensión.

–¿Por qué dices que tu hermana no le dará oportunidad?

–No sé, siento que ocurrió algo que la puso furiosa desde el sabado – da un mohín–. Ahora que lo pienso, si le ayudaste con él, quiere decir que eres amigo de Lucas.

–Algo así... – murmura con evasiva. Se lo oculta todo aún, no lo ve conveniente ni sabe cómo decirlo. además, comienza a preocuparse por lo dicho – Hablaré con él.

Espera que las cosas no sean tan malas, recordando que todo lucía bien aquella noche cuando los vió irse. 

No podía ser tan malo, ¿Cierto?

---

Holiiis, otro capítulo uwu  Se vienen cosas divertidas JAJAJAJAJA 

La obra de la Fierecilla les recuerda a algo, ¿Verdad? Resulta que de ello se basa la película original de esta adaptación, y lo del poema y el soneto, es la temática principal, ya van a ver (Si no han visto ya la película). El apodo se lo dicen mucho a Maya.

¿Qúe les pareció el beso de Riarkle? dos de las canciones que escuchaban en el auto, son estas:

¿Y qué piensan sobre lo que están empezando a sentir Lucas y Maya? Poco a poco.... ;) 

Hice estos nuevos edits de la escena de los columpios y el auto uwu

Original:

Edit:

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