Capítulo 19: 10 things I love about you

–Perfecto, la clase acabó. Gracias por sus poemas y esos pedazos de basura copiados de internet que entregaron. No fue satisfactorio ser su profesor este año y lamento tener que verle las caras a muchos el siguiente periodo escolar. Largo de mi salón – una vez se despide de los estudiantes con prisa, todos se marchan apresurados, chismorreando lo que acabó de acontecer media hora atrás con Maya Hart. Estaba preocupado por la muchacha, lo primero en su mente era ir con ella, pero su plan se interrumpe por la aparición de un ojos verdes que va casi corriendo a su escritorio apenas todos salen –. Eh, ¿Te ayudo en algo, Friar?

–Nunca quise lastimarla de esta manera, se lo juro, señor Hunter. Si no salí cuando Maya lo hizo, fue porque usted me lo impidió, pero necesito su ayuda ahora mismo – prácticamente le ruega, con la desesperación presente en todo su actuar, no tiene idea de cómo resistió tantos minutos sin correr tras la chica –. Usted la vio, no puedo quedarme de brazos cruzados. Q-quiero que sepa lo que siento realmente.

–Primero respira y tranquilízate, Lucas – aconseja con sus palmas en alto para enfatizar la sentencia; es obvio que el joven estaba yéndole bastante mal desde que el poema se recitó, y lo comprende a la perfección. No conoce los detalles de su historia, se enteró del asunto desde el baile -y Maya le comentó una que otra cosa-, pero no es capaz de juzgarlo del todo si no halla más que genuina angustia en sus orbes. Expulsa una boconada y le aprieta el hombro gentilmente –. La conozco desde que es una niña, soy amigo de sus padres, y sé lo que esto debe afectarla como para atreverse a mostrar de tal forma sus sentimientos y emociones. No te puedo dar falsas esperanzas ahora, pero no todo debe estar perdido si ella fue capaz de hacer esto delante de ti, sobre todo estando aquí el pendejo de Gardner.

Algo de ilusión regresa a su angustiado rostro.

 –¿Cree que me escuche?

–Prueba con algo que sea realmente bueno, chico – argumenta con un gesto –. ¿Tienes algún plan? 

Lucas durante todos los minutos restantes de clase estuvo formulando en su cabeza ideas grandes, pues sabe que ella lo merece, y que para ser al menos perdonado tenía que darle su mejor esfuerzo. Con eso enfocado, suelta un suspiro.

–Tengo algo, y para ello requiero de su talento.

–Hace mucho no juego tiro al blanco.

–Me refiero a la poesía, señor Hunter.

Shawn asiente con entendimiento, palmeándolo amistosamente para indicarle el camino a su oficina. Estuvieron encerrados un buen rato en ella, llegando a un acuerdo mutuo y compartiendo ideas; de tal manera, el profesor corroboró que, ciertamente, Lucas sí adoraba tanto a Maya, como alguna vez él adoró a Katie, antes de que ella escogiera a Cory en la universidad... Y espera que su estudiante no sea tan tonto como lo fue él al perder su oportunidad.

--- 

Riley no mencionó palabra alguna al presenciar cómo su hermana le preguntó si podía llevarla a casa en su auto una vez salió de clases, confundida por el estado de la mayor, porque debió de estarla esperando hace una hora, y era primera vez que le pedía aquello. Se limitó a hacerlo y, una vez en casa, la abrazó cuando entraron, sosteniendo su cuerpo más pequeño mientras se rompía en plena sala. 

Supo que era por Lucas, asumió que algo conversaron, sencillamente esperó a que se recompusiera y la encaminó con ella a las escaleras.

–No, vamos a los columpios – indicó con voz afectada, sin soltar la mano que sostiene la suya con calidez –. Quiero estar contigo ahí, Honey.

El viejo apodo derrite su corazón tanto como los hinchados y enrojecidos orbes de su hermana mayor. Acepta sin dudar y se dirigen al patio, usando los dos columpios que ya les quedan pequeños, sacándoles una risita sentimental por el hecho.

–Recuerdo las tardes donde jugábamos a las escondidas y luego mamá nos daba pastel como chantaje para que regresáramos a casa.

–Papá se volvía loco cuando ella no estaba en casa y terminábamos convenciéndolo para que jugara con nosotras. Mamá nos regañaba a los tres, y en la noche venía a columpiarnos por nuestras caritas de cachorro – las dos ríen ante la imagen mental, hasta que el silencio las invade junto al viento. Esta vez, no hay tensiones o pesares, sino una tranquilidad donde las dos comparten su presencia, escaneando la casa que presenció gran parte de su crecimiento –. Hubiese sido mejor quedarnos aquí y nunca haber ido a Los Ángeles por la oferta de papá.

–No hubiese sucedido todo lo que nos lastimó – concuerda con un asentimiento quedo –. ¿Y qué si nos quedábamos en Los Ángeles tras lo que ocurrió?

–No habríamos vivido nada de lo que vivimos aquí, ni conocido a las personas que conocemos ahora – previene, chasqueando al impulsarse con sus pies en la grama ligeramente –. Ah, y seguramente papá no habría enloquecido con la idea de mi ida a la universidad.

–Entonces, ¿Te arrepientes de habernos regresado?

–Hasta ayer lo hacía, luego lo pensé mejor... A pesar de que ha sido duro no estar en el mismo sitio que mamá, aquí hemos tenido muchas cosas buenas, y dudo que ella quisiera que nos perdiéramos de ello por estar allá.

–Es cierto – sonríe con naturalidad –. Aquí papá conoció a Topanga y se reencontró con Shawn.

–Tú conociste a Farkle, yo a Smarckle, Auggie...

–Ja, no olvides a Zay.

–Claro que no, es todo un payaso.

–Oh, y tú conociste a... – suspende su euforia al instante, dando una expresión de "Ups" a la mayor –. Perdón, no quise...

–A Lucas – completa con un suave susurro, centrada en las flores que su madre plantó la última ocasión que estuvieron en la casa, creyendo que regresarían en algún punto; se encargó de siempre cuidarlas, tuvieron varias generaciones, pero siguen floreciendo a pesar de todos los inviernos desde la fecha. Siempre le pareció una linda anécdota, la calmaba ver los pétalos, y ahora que está junto a Riley, tiene mucho que agradecer –. Puedes nombrarlo, lo acepté.

La castaña no relaciona su oración como algo malo o bueno, pues no es consiente de lo que sea que ocurriera ese día. Elige cautelosamente las palabras que usaría:

–Quiere decir que... 

–No puedo arrepentirme de nada si me hizo feliz en su momento, Riles. Quisiera cambiar tantas cosas que he vivido, pero lo único que me queda es aceptar las cosas y continuar, ¿No? Impedir que me dañen es algo imposible, como lo es querer protegerte de cada cosa, porque el mundo no funciona así – cruza con los pares café que lucen tal como los de su padre, otorgándole un leve encogimiento –. Creo que estos dos meses viví y aprendí mucho más que en los últimos seis años que regresamos a New York. Decir que todo sería mejor de habernos quedado allá, no sería serte honesta, porque no quiero perder nada de lo que vivimos aquí. ¿O quisieras cambiar algo?

 –Tal vez el no haberme alejado de ti, aunque eso me ayudó a apreciarte más. Del resto, me gusta como todo resultó, y es lindo saber que lo has aceptado – corresponde, contenta de que la rubia se expresara con soltura ante ella, luciendo más desahogada que antes. Se pregunta lo que habría sucedido, y no aguanta más la duda: – ¿Conversaste con él?

Maya aguarda unos segundos, permitiéndose cerrar sus ojos e inhalar aire fresco al mecerse suavemente.

–Le recité un poema frente a toda la clase acerca de todas las cosas que odio de él.

Riley contrae su entrecejo poco a poco.

–¿Cosas que odias de él?

–Se llama "10 cosas que odio de ti", aunque dije más de diez.

–Ok, esto me tiene bastante perdida. ¿Dices que le expresaste tu odio y ya?

–Si leyeras el poema, sabrías que en lo absoluto fue odio lo que le expresé – ahora sí la observa, junto a una sonrisa desganada –. Prácticamente, le dije delante de todos que soy una estúpida enamorada por su culpa, y que detesto cómo me hace sentir por eso. También insulté su corte de cabello y sus gigantes botas antes de ponerme a llorar.

Abre su boca en asombro, tratando de formular alguna cosa coherente, ya que nunca imaginó que sería tan seria la situación.

–Peaches... ¿Cómo te sientes? ¿Él te dijo algo?

–Me siento mejor, ni siquiera estoy apenada o algo. Si te soy honesta, creo que me sumó puntos en la nota final con el tío Shawn – por la cara de su hermana, vuelve a ponerse seria, respondiendo a lo otro: –. No dijo nada, no hizo nada, Riley.

–¿Qué? P-pero no lo entiendo. ¡Me pidió interceder! Ha estado desesperado tratando de hablarte y ahora dices que no te dijo nada, ¿Nada? – se ofusca en su sitio, escandalizada –. Ugh, a la próxima yo le haré un poema sobre su tonta...

–Oye, contrólate. Fue a mí a quien le rompieron el corazón, roba crédito.

–¿Puedes ser seria por cinco minutos, Maya?

–¡Lo soy! ¿Qué más quieres que te diga, Riley? – espeta con un gesto cansado –. Me escuchó, cada cosa que dije, no apartó la mirada de mí. Salí del salón apenas terminé y me encerré en el baño hasta que fui a buscarte, no he chequeado mi celular ni nada por el estilo. Yo, agh, creo que lo vi, no sé...

–¿Cómo?

–Quizás lo vi mal, tenía la vista nublada, y creo que igual él...

No insiste más porque la simple contestación le da una idea de lo que posiblemente ocurre; si no falla, el de cabellos claros debe de estar tramando alguna cosa para su hermana, y lo espera, porque no tendría sentido si se da por vencido con todo lo que han conversado, y menos si Maya finalmente le confesó todo. Prefiere sujetar la mano de su mayor y brindarle su apoyo.

–No voy a juzgar nada ahora, sólo quiero decirte que estoy orgullosa de lo que hiciste. No cualquiera se levanta en plena clase de literatura y lee un poema de cosas que odia de la persona de la cual está enamorada. 

La rubia bufa una risita por lo patético que es todo, correspondiendo al apretoncito de la contraria.

–Gracias, significa mucho lo que has dicho. Pasaré por alto que me confesaste el haber ayudado a Lucas a intentar hablar conmigo, pero gracias.

Con una sonrisita divertida, las dos se mecen un poco, hasta que temen de caer por sus pesos en los viejos columpios. Terminan con una risilla yendo a casa y acordando hacer una pijamada con Smarckle, a pesar de que la más bajita no estaba del todo animada con lo que aconteció en su clase de literatura; sin embargo, aceptó para no defraudar a Riley, y porque no sabe cuanto tiempo le queda en la ciudad para disfrutar de las dos chicas que tanto significan para ella.

Las chicas tienen su pijamada y por ratos todo marcha bien, logran levantar a la ojos azules, y en otros, la perciben decaída, verificando su teléfono con una mueca. Tiene aún el número bloqueado del Texano, y no es que pretende que la llame, sencillamente, un anhelo profundo en su pecho, esperando que la pantalla se iluminara con su nombre escrito.

Era tan contradictorio como su poema; lo quiere lejos, pero lo desea cerca a su vez.

---

–¿Ya decidiste darle un uso?

Lucas detiene su andar apresurado en plena entrada, volteando hacia su padre con confusión.

–¿Saliste temprano del trabajo?

–El jefe estaba de buenas, lo que se resume a que, sí – simplifica, secando su cabello húmedo tras la ducha que se ha dado –. Y tú acabas de llegar y vas corriendo a no sé dónde con la alcancía. El que no te molestaras en meterlo en tu billetera siquiera, demuestra que estás apresurado.

–No lo tocaba desde el baile – admite, seguido de un resoplido, y es que el dinero del puto trato le quemaba de tan sólo verlo; no fue capaz de gastarlo, ni de entregarlo, porque no deseaba ni topárselo en medio o acabaría destruyéndolo. La diferencia, es que ahora le encontró un buen uso –. Iré a comprar algo con él.

–Era para irte a Texas.

–Elijo ganarme ese dinero jugando limpio, papá.

–Y estoy totalmente en acuerdo con esa decisión – sonríe amenamente, yendo hasta él –. ¿Qué comprarás para la linda rubia?

El adolescente suelta una risa corta.

–¿Es muy obvio?

Brandon afirma:

–Un enamorado no se oculta, hijo.

–Le daré una sorpresa – mantiene el misterio, añadiendo luego: –. Leyó un poema en plena clase diciéndome que me odia para confesar que siente todavía algo por mí.

–Me encanta esa chica – concede con una carcajada –. Es buena noticia que te dedique algo. No pierdas el tiempo.

–No lo haré, así que me marcho a la tienda de música – acorta con un breve abrazo y buscando su chaqueta –. Gracias, papá.

–No hice nada, muchacho.

–Siempre haces todo.

El hombre permanece en el sitio con una sonrisa cálida, suspirando a la nada, complacido con su hijo. 

Confiaba mucho en él, tanto como en la linda revoltosa.

–Hija, ¿Entras tarde?

–Es el último día de clases, así que nos dijeron que sólo nos presentáramos a las materias que nos quedaban – articula en lo que da los trazos finales a su boceto –. Me levanté temprano para dibujar un poco, y esperaba a que las chicas bajaran para desayunar e irnos juntas.

–Son las únicas que te importan en la escuela.

–¿Se nota demasiado? – se une a la pequeña broma, dándole un sorbo a su café –. Igual me agradan sus novios, no se los digas mucho. Hm, tal vez Shawn, Topanga y...

–Y Lucas, ¿No? – completa con ojos entrecerrados –. Está bien si quieres verlo aunque sea desde lejos.

–Puede ser – concede con un musitar. Le gustaba estar en el porche, sentada entre las barandillas y apreciando el paisaje residencial del que tiene suerte de habitar, considerando que la ciudad es bastante agitada y urbana –. Gracias a ti y a mamá me atreví a aceptarlo todo.

–¿Estás lista para hablar con él?

–Lo sabré si ocurre... ¿Odias a mamá? 

La pregunta le toma desprevenido, y hace una mueca por lo mismo.

–¿Odiarla? Es absurdo de pensar siquiera, Maya.

–Lo dijiste, cuando ocurrió todo – rememora –. La noche que te enteraste sobre el juicio, se lo gritaste por teléfono y yo te escuché.

–Yo... No tenía idea, pero no era cierto – se lamenta –. Nunca la he odiado, estaba enojado con ella, pero nunca podría odiarla. Lo de nosotros terminó, pero guardo cada cosa que vivimos conmigo, me enseñó muchísimo, y gracias a ello las tuve a ustedes, hija.

–Sé que es verdad, ahora lo comprendo, papá.

Cory aprecia la caricia de las manos más pequeñas en su brazo, de reojo divisa el precioso boceto de su hija mayor, siente una madurez en esta y su leve sonrisa que le acogen con fuerza. Saca las llaves de su bolsillo y se las entrega.

–Ten, ya tuviste demasiado del castigo. Confío en que eres bastante responsable para conducir de nuevo sin estrellarte contra el auto de algún payaso.

Maya acepta con gusto, jugando con el llavero de osito que solía ser de su madre.

–Lo prometo intentar, gracias... Papá, Riley es igual de madura que yo, ¿Sabes?

–Bueno, lo ha demostrado, pero todavía está a prueba.

–Yo puedo equivocarme tanto como ella – intercede, tragándose la amarga historia que no estaba lista para comentarle aún. En su lugar, trata de otro tema en particular: –. Sé que quieres que sea como Riley, y a veces quieres que ella sea como yo.

–No es cierto, Maya – niega al instante–. Las quiero como son.

–Lo sé, como sé que en ocasiones deseas hijas perfectas – sinceriza –. En el baile, Riley le dio una paliza al idiota que le pagó a Lucas por salir conmigo.

–¿Que hizo qué?

–Es capaz de defenderse, como yo.

A pesar de su exaltación, suelta el aire y es capaz de otorgar:

–Espero que le doblara la nariz.

–Oh, lo hizo.

Cory piensa por un breve minuto antes de sentarse con la menor, creyendo que aquel era un buen momento para tener una charla honesta.

–Linda, para un padre es complicado admitir que su hija es capaz de andar sola por la vida. En algunas ocasiones, cometemos el error de querer manipular sus vidas como cuando eran niñas, y nadie se vuelve suficiente para ustedes – inicia con una sonrisita melancólica –. Con Riley es más fácil que contigo, es afectuosa e inocente en cierta medida; como cuando se dormía en el sofá después de fingir que veía futbol conmigo, y yo la cargaba a su cama para que creyera que era magia. En cambio, contigo es más sencillo hacer otras cosas, como charlar de mis preocupaciones y comer un montón de chatarra en la cena; de niña solías ser la que se quedaba hasta tarde en navidad para atrapar a Santa, y me dabas trabajo doble al tener que distraerte con galletas en tu habitación... Supongo que es duro aceptar que ya no me necesitan tanto como antes.

–Siempre te vamos a necesitar, a amar, papá – enfatiza con suavidad –. Sólo que ya crecimos.

–Y las dos son hermosas a su manera, no es mi intención que crean que anhelo cambiarlas en cosas que no son – afianza su agarre, conteniendo su sentimentalismo –. Será difícil lidiar con el hecho de que no estarás cada día una vez te vayas.

Maya parpadea repetidas veces, asegurándose de haber oído bien al doctor.

–¿Cuando me vaya?

–¿Acaso cambiaste de opinión? – bromea con resignación –. Digo, para chequearlo.

Su sonrisa comienza a ampliarse por su rostro, y no se contiene de darle un abrazo cargado de sentimiento a su padre, siendo recibida de inmediato. Claramente le estaba dando pase a irse sin dramas ni remordimientos, porque no hubiese estado tranquila si dejaba la ciudad a sabiendas de que el de rizos estaba en mal estado por su ausencia.

–Juro que te voy a visitar siempre. Te llamaré y molestaré mucho. 

–No espero menos... Por favor, no rompas esa promesa.

–Nunca lo haría – asegura con lágrimas acumuladas como las de su padre. Le da un beso en la mejilla y le sonríe con gratitud –. Nunca dejaré de ser tu hija ni tu pequeña pila de panqueques, papi.

Con una risita entrecortada y emotiva, limpia las mejillas de su hija y besa su cabeza.

–Te amo, a las dos las amo.

–Y nosotras te amamos a ti.

–Respaldo eso, papi – Riley aparece por la puerta principal, había presenciado la encantadora escena y estaba en mismo estado que sus dos familiares. Se une al abrazo con una risita –. Vamos a llegar tarde si no comemos ahora.

Maya asiente con diversión, con los pedazos comenzando a unirse poco a poco, y ya sin miedo a volver a la soledad. Porque ya estaban siendo nuevamente un hogar.

---

Planificó todo con ayuda de sus nuevas amistades, estaba completamente nervioso, esperando que todo marche como lo acordado y rogando a los dioses que la rubia le escuche esta vez. Farkle se adelantó tras comunicarle que las hermanas vienen en camino a la escuela, y aprovecha para agradecerle a él y al moreno por todo su apoyo, porque inició el año tan solitario como de costumbre, y terminó ganando muchas cosas aquellas semanas. 

Lo que más espera, es recuperar la más preciada.

En el estacionamiento, las chicas parlotean en medio de su trayecto, hasta que las dos de cabellos más oscuros se detienen y miran a la artista.

–Dejé un cuaderno en el auto.

–Riles, te dije que chequearas bien.

–Lo sé, perdóname – la sujeta con una sonrisita apenada –. ¿Podrías ir tú y llevármelo a mi clase de historia? Voy a entrar tarde y me negarán la entrega final.

Iba a refutar, pero no se atreve a hacerlo con aquella carita de cachorro que sabe muy bien cómo usar en su contra la más alta. Entorna sus ojos y acepta a regañadientes, regresando al auto en busca del cuaderno de su hermanita. Una vez estuvo ahí, escrudiñó sin tener éxito, maldiciendo a sus adentros por ser tan blanda con la alta, hasta que en su periférico se cruza una preciosa guitarra roja con detalles negros, totalmente nueva con su etiqueta, reposando en el asiento trasero del carro.

–Pero que demonios... ¿Una Fender Stratocaster? – comenta para sí misma, anonadada mientras la sostiene para examinarla de cerca. No tiene mínima pista de cómo terminó en ese sitio, ni muchos menos quién la ha colocado –. Dios, esto debe de costar mucho...

–Me alegra que te gustara.

–¡Mierda! 

Lucas se alarma por el golpe que se dio en la cabeza la chica por el sobresalto, queriendo acercarse a chequearla, pero esta retrocede con un quejido.

–Lo siento, no fue mi intención asustarte.

–Pues bien hecho, tonto – soba su cabeza con un tono quejumbroso, viéndole con desconfianza –. ¿Qué quieres? Estoy ocupada.

–Quiero que me escuches como yo lo hice contigo, Maya – pide con ojos suplicantes  –. Si decides que después de lo que tengo que decir, no quieres dirigirme la palabra, lo aceptaré.

Lo divagó en su mente, supuso que era una posibilidad, sin embargo, sintió cierto pavor de hacerlo. Se excusa para empezar a alejarse:

–Tengo que irme a clases...

Lucas entró en pánico, no quería retroceder ahora, así que sin más, sacó la hoja de su bolsillo con velocidad y empezó a recitar:

10 cosas que amo de ti.

Detuvo su huida en seco, con el corazón dando un salto. Con un susurro, pregunta:

–¿Qué dijiste?

Amo el cómo te expresas sin pena, y la forma en la que ríes de mis chistes en plena sentencia. Amo que tus ojos me miren como el océano, y el que brillen cada vez que te veo – sonríe por inercia –. Amo cuando pintas, inmersa en tus bocetos, y la manera en la que sabes lo que pienso sin ningún esfuerzo. Amo tanto de ti, que me dan ganas de gritar; incluso me vuelves cursi, hasta hacerme rimar  – exhala para tomar otra boconada –. Amo tus ocurrencias mezcladas con inteligencia, tanto como tu sonrisa tan perfecta. Amo  que me saques de quicio, y amo que me hagas sentir tras tanto vacío – su voz tiembla levemente, porque ahora viene la parte final: –. Amo cuando estás conmigo en los columpios, y la forma en la que cantas sin importar los disturbios... Pero lo que más amo, es la forma en la que te amo; demasiado, y alocado, de mil maneras te lo puedo asegurar.

Ambas miradas se cruzan y muestran lo afectados que se encuentran, pues Maya intenta luchar contra las ganas de llorar otra vez frente al de chaqueta negra y desgastada, y este calma sus ganas de correr hasta ella. En cambio, va a cautos pasos, agradecido de que la rubia no se marche a estas alturas.

–Hasta ahí – lo detiene con un gesto que acata al instante. Controla su respiración y formula:–. ¿P-por qué haces esto?

–Porque me detesto más de lo que puedes detestarme, Maya. Porque no imaginas cuanto lamento lo que hice y no decírtelo a tiempo – confiesa abiertamente –. Quise hacerlo, pero me buscaste para ir al baile y luego me abrazaste en mi habitación de esa manera... Y no fui capaz de contarte la verdad por miedo a perderte.

–Igual lo hiciste – se cruza de brazos como si fuera un escudo, no queriendo derrumbarse –. Fue un trato, ¿Por qué te importa ahora?

–¿No te quedó claro? – levanta sus brazos y los deja caer en señal de rendimiento – Le rogué ayuda al señor Hunter para escribirte esto, para decirte que lo siento, y que soy un idiota de primera. Suelo cagarla tanto, que por eso me mantengo lejos, es mi estrategia... Pero contigo no soporto mantenerme apartado, simplemente, no puedo  – admite dando un paso, siendo lo más sincero que ha sido en su vida –. Al principio fue por el dinero, hasta que te conocí por completo y no pude resistirme a ti, rubia.

Continúa, cabizbaja:

–¿Esperas que te crea?

–Espero que seas capaz de perdonarme al menos. 

–La lista – saca con reproche –, fingiste todo lo que me dijiste.

–No la leí completa – informa con una sonrisa ladina –. Lo que aprendí de ti, fue por lo que charlábamos, por lo que yo mismo apreciaba, aunque no me creas ahora. 

A la adolescente no le estaban quedando ya más cartas, y le es complicada la tarea de mantener su enfado cuando le dice cosas como esas; aún así hace un esfuerzo, viendo la guitarra que desde su puesto logra entrever gracias a las ventanas sin polarizar del auto.

–¿De dónde la sacaste?

 –La compré para ti, sin importar que no vayas a usarla.

–¿Robaste un banco o algo?

Se le escapa una leve risa por lo enfurruñada que está. Para él se ve tierna. 

–Tenía algo de dinero, ya sabes. Un idiota me pagó para salir con una hermosa chica con mal carácter y gran gusto para la música en volúmenes insanos.

Ella se remueve, apretando sus labios para no sonreír como una estúpida.

–¿Ah, sí?

–Sí, pero lo arruiné – da otro acercamiento, completando:–. Me enamoré de ella.

Sus defensas estaban cayendo al oírlo, y más al toparse con sus verdes cuencas, cada vez más cerca de ella.

–¿En serio? 

–No todos los días alguien se levanta la blusa para sacarte de detención y te ayuda a sacar la pintura de tu cabello después de una batalla de paintball, ¿Sabes?

–Cállate – cubre su rostro con una mano, ocultando apenas la risita –. ¿Gastaste todo el dinero en la guitarra?

–Nah, la otra parte la doné al refugio de gatitos que te fascina – afirma con gracia –, y con otra parte te compré mis mentas favoritas.

–¿Para qué las querría?

–Para besarme.

Los dos comparten expresiones divertidas, recuperando el brillo que perdieron por las metidas de pata, y por ese instante, todo queda olvidado. 

Maya analiza la situación, examina sus ojos, y concluye que su padre tiene razón; no mienten, realmente le observa con aprecio, lo que significa que sus palabras son reales. No la estaría buscando, rogándole, y mucho menos habría escrito un poema tan cursi -que no va para nada con su estilo-, de no ser porque de verdad la quería...

Deja sus brazos caer despacio, escapando el aire y sonriendo un poco.

–Estás loco si crees que por cada vez que metes la pata vas a comprarme una guitarra para solucionarlo.

Lucas siente que vuelve a la vida con su oración, porque se resume en que ha logrado lo que buscaba con ansias. Le regresa la expresión con misma felicidad, apartando los rebeldes mechones que la brisa agita en el rostro de la bajita, y terminando por acercarse más a su cuerpo.

–Bueno, hay otros instrumentos también. Baterías, Bajos, hasta una Pandereta...

Comparten una nueva risa antes de que el más alto no resistiera y uniera sus labios en un anhelado beso que le fue correspondido gratamente. La pareja siente ese estallido dentro de ellos que tanto echaron de menos, pero la artista se separa con una advertencia, golpeando suavemente su pecho:

–Y no pienses que...

Fue callada por un nuevo beso en plena sonrisa, una que tienen por igual en lo que se funden en los pares contrarios. Maya se abraza a su cuello y suspira casi con alivio, dejándose llevar por el acto que sana todo lo malo que anteriormente vivieron; porque le cree, porque le quiere, y porque el chico le pide al separarse, agitado como ella:

–¿Quieres ir a los columpios para comer un helado mientras me dices cuanto me odias?

Asiente con una nueva sonrisa.

–Sólo si tú pagas, Huckleberry.

–Trato.

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Holaaa, depositen sus opiniones aquí asjakao

Amé demasiado este episodio, pero no crean que es el final, todavía queda uno y el Epilogo u,w,u 

Las escenas de familia me dieron muchos sentimientos, ¿Les gustaron?

Me pareció lindo hacer un poema de parte de Lucas, todo lo contrario al de Maya, amé ;u; En la película no sucede así, pero hay varios diálogos originales, y es de mis favoritas en toda la historia.

Edits para ustedes que les amo:

¡Voten y comenten! <3


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