Capítulo 18: 10 things I hate about you
–Dime que no me estás evitando porque no tienes la tarea de este jueves terminada – ante la falta de contestación, le quita el libro con un simple movimiento –. Maya, te estoy hablando.
–Arrebatarme mi posibilidad de conocimientos es abuso de poder, señor Hunter – al hallarse atrapada por los ojos conocedores, farfulla con redención –. Bien, bien. No tengo el estúpido poema aún.
–Me sorprende de ti siendo la primera que entrega antes del tiempo límite – se une en la silla contraria, examinándola con detenimiento –. No me lo contaste, lo de Gardner.
Maya se paraliza, al igual que su corazón.
–¿C-cómo...?
–Fui yo quien separó a Friar del idiota cuando se cayeron a golpes en pleno estacionamiento. Déjame decirte que tu novio tiene un buen gancho, casi le quitó los perfectos dientes al tarado de Gardner.
–Lucas no es mi novio – corrige con sequedad. No es capaz de verlo directamente con la confesión, le apenaba que descubriera su secreto, agregando que se sentía mal por no confesárselo cuando ella solía tenerlo de consejero personal desde hace años.– No quise decepcionarte, no sé qué decirte... Por favor, no cambies tu imagen de mí.
–Nunca lo haría, Maya. De hecho, te admiro más ahora porque fuiste capaz de sobrellevarlo tu sola – asegura con firmeza, sosteniendo sus manos con suavidad –. Lamento no haberme dado cuenta, que tuvieses que pasar por algo así, y que ese cretino te supiese persuadir para aceptarlo.
–Nadie lo siente más que yo, puedes confiar en mí – traga el nudo que oprime su voz, apenas y logra entonar: – No se lo digas a papá, ¿Quieres?
–Claro que no, es algo que tú debes decidir, linda – la tranquiliza con una caricia afectuosa –. Creo que te han ocurrido muchas cosas últimamente, y eso está bloqueando tu creatividad, pero no dudes que siempre cuentas conmigo. Nadie tiene derecho a juzgarte, ¿De acuerdo?
–Gracias, Shawnie – le regresa con una sonrisita apagada –. Prometo que te entregaré el poema.
–No lo hagas por la calificación, ya eres excelente – concede con un guiño amistoso –. No dejes que se apague tu chispa por algún bastardo sin neuronas, es todo.
Inhala y expulsa el aire con una afirmación leve, volviendo a agradecerle y viendo cómo se marcha por un llamado de algún alumno con problemas de gramática que le saca canas verdes a su profesor favorito.
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–Perdón, es todo lo que estuvo a mi alcance – culmina su relato con pena, dirigiéndose al más alto frente a ella –. Se niega rotundamente a entablar cualquier cosa referente al tema.
–Era de esperarse, no me sorprende – escapa con ausencia, fijo en el salón de artes donde seguramente estaba la chica de la cual hablan –. Se enteró de la paliza que le di a Gardner, ayer nos cruzamos en el patio... Me miró a los ojos, ¿Es bueno?
–Es un inicio, y más si no te gritó por lo que hiciste – concede con cierto asombro–. Pensaba que te completaría el look de busca pleitos dándote unos nuevos moretones.
–¿Ustedes dos comparten un similar sentido del humor o dices cosas así sin dobles intenciones?
–Ups, juro que no fue con mala intención.
Lucas no la cuestiona, la menor tiene un rostro apenado muy genuino y una sonrisa algo dulce, entiende porqué Farkle se enamoró de ella, aunque personalmente no era su tipo; no, el suyo desde hace un tiempo era alguien rubia, ojos azules, actitud borde, hilarante, con un libro en una mano y unos audífonos en la otra.
Su tipo se llamaba específicamente Maya Hart.
–¿Por qué confías en mí después de lo que ocurrió con tu hermana? –suelta aquella duda de pronto, tomándola desprevenida –. Digo, fácilmente podrías no ayudarme y mandarme al demonio por ello.
–Farkle me contó todo, y no es que no me continúe molestando o confíe en ti plenamente, pero no me parece que estés mintiendo – considera tras unos segundos –. Nunca sospeché nada, ni siquiera mi hermana.
–Cuando le pregunté por el baile ella desconfió de mis intenciones – reconoce con un sonidito desganado –. Tenía razón de cierta manera... Carajo, incluso me pidió disculpas.
–¿Y tú no te disculpaste?
–Lo hice, pero...
–Lucas, no tienes defensa, metiste la pata ¿Bien? Sin embargo, tratas de arreglarlo todo porque te importa. Tú querías ir al baile con ella, les fue genial juntos, ¡Hasta llevaste a Paramore por Maya! – interrumpe con una sonrisa afable ante el recuerdo –. Nunca la vi tan feliz, ni a ti, porque se notaba lo que sentían por el otro. Es el motivo por el cual te ayudo, porque independientemente de todo, no sabes cuanto te agradezco hacer sonreír a mi hermana de esa manera.
Riley le da un abrazo corto al muchacho, enfatizando su discurso. Él se lo regresa con algo de sorpresa, pues no estaba acostumbrado a tales muestras afectivas, pero de alguna manera, aquel gesto se sintió bien.
–Vaya... No esperaba palabras así.
–Sé que compensarás las lágrimas con nuevas risas, es lo único que yo espero.
–Lo haré, si me lo permite – confirma sin titubear –. Me conformaría incluso con una bofetada.
Matthews se ríe bajito.
–¿Ves? Esa clase de sentimientos no puede fingirse, es por ello que nunca sospeché. Ahora, intenta tener paciencia. En algún punto tiene que ceder.
Friar sonríe ladino.
–Gracias, Riles. Ya recuerdo por qué eras mi compañera favorita en jardín de niños.
Ambos comparten un último abrazo amistoso para despedirse con el sonar de la campana, indicando su siguiente asignatura, esperando por igual que el tiempo les permita corregir los errores.
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–¿Irás a la universidad de New York?
–Hm, en realidad, no postulé este año para ninguna universidad. Tomaré clases de teatro y danza mientras trabajo en la tienda de mi abuela – contesta con una exhalación –. Quizás el año que viene pueda dar la prueba, no lo sé todavía.
–Vaya, es perfecto para ti – concede con una sonrisa –. Me alegro mucho de que tengas tales oportunidades, lo harás genial.
Isadora le corresponde el gesto y luego desplaza su actividad a un lado, acomodándose en la tarima del teatro donde están para verle algo nerviosa, disimulando con un dedo en sus mechones negros.
–Gracias, eso espero... ¿Y tú? Digo, ¿Tienes planes afuera del estado?
No era novedad que la pareja se cuestionara sobre su futuro, menos cuando acaban de empezar su relación y estando tan cerca de la graduación. Con dos días de clases restantes, era como un tic tac en sus espaldas. Causa por la que Isaiah se incorpora con seriedad.
–Apliqué para Chicago en la carrera de Programación. Tengo familia allá, y me ofrecieron apoyo – hay una pausa breve, donde percibe el decadente humor de su novia, hasta que levanta su mentón con una sonrisa cálida –. No me aceptaron, y por suerte soy inteligente y apliqué de igual forma para la universidad de Manhattan. Ahí sí entré.
–¿E-en serio? – cubre su sonrisa con algo de pena, titubeando por lo mismo –. ¡Me refiero, estaría feliz con que entres a cualquiera que desees! Es sólo que...
–Está bien, lo entiendo – acorta con una risa, apartándole su mano del rostro, con total dulzura –. No te desharás de mí tan fácil, Julieta. Voy a quedarme contigo por otro tiempo más, para mi suerte.
Smarckle sonríe ampliamente, lanzándose hasta el moreno para abrazarlo entre carcajadas entusiasmadas.
Puede que con su mejor amiga la pase algo mal debido a la distancia, pero al menos tendría el consuelo y apoyo de Zay a su lado.
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Topanga libera una nueva risa junto a las dos adolescentes en la mesa, observando divertidas cómo el de suéter verde fracasa una vez más al luchar con los palillos de madera.
–¡Es impresionante que a estas alturas no sepas manipularlos!
–¡No es tan fácil!
–Papá, eres un doctor. Has realizado cesáreas, aún con eso no logras sostener un roll y pasarlo por salsa de soya.
–No son la misma clase de pinzas. Agh, esto está arreglado – suelta los palillos en lo que refunfuña, tomando el tenedor a su izquierda con las burlas de sus acompañantes –. Les dije que mejor comiéramos alitas picantes.
–No es divertido si no te vemos sufriendo por tu incapacidad de coordinación.
–Ustedes son peligrosas juntas – a pesar de su tono desaprobatorio, una sonrisa se le escapa ante la escena tan familiar. Cenaban sushi en un restaurante, sus dos hijas y su pareja, sin peleas ni malos ratos, es algo que le tenía bastante complacido, sobretodo porque la rubiecita en la mesa al fin accedió a sonreír un poco y a salir con ellos de casa aquel miércoles por la noche –. Se supone que estamos celebrando que Topanga va a sacar su libro este año, no que yo no sepa usar palillos chinos.
–En nuestra defensa, prometiste que sería entretenido – señala una divertida Riley con su bebida sostenida –. Además, ya realizamos el brindis y es hora de los chistes.
–¿Acaso tu hermana cambió cuerpo contigo? – la adulta la examina con gracia –. De haber sabido que eras tan hilarante como tu hermana, te hubiese tenido más en mi oficina.
–Sip, pero lo mantenías ocupada en tus reuniones con papá.
–¡Maya!
–Definitivamente, su humor y el mío no coinciden – refuta la menor del sitio, sonriéndole a su hermana con una negativa. Agradece que al menos accediera a ir con ellos, y compartiendo los cuatro juntos, se da cuenta de todo lo que se cerró por su miedo a los cambios; la directora no era su madre, nunca lo sería, pero estaba haciendo feliz a su padre y se llevaba bien con Maya, con ella igual. Le era suficiente para darle un espacio en sus vidas –. Hace mucho tiempo no salíamos juntos, es lindo.
Todos observan a la jovencita, sonriendo en acuerdo.
–Lamentablemente no lo hicimos con más frecuencia antes, pero podemos continuar las veces que gusten. Tu hermana y tú son chicas maravillosas, y me complace el compartir momentos juntas.
–Bueno, mientras estemos en la misma ciudad, sería excelente – su indirecta denota la falta de comunicación con su incomodo padre frente a ella, quien continúa evadiendo el asunto de la universidad. Nota que la mujer le lanza una mirada inquisidora, y como el ambiente está algo pesado por su contestación, prefiere cambiar con una sonrisa elocuente :–. Así que... ¿Cuándo es la boda?
Los dos mayores se ahogan con sus bebidas y comienzan a toser; el peor era el de rizos, a quien Riley tuvo que darle palmaditas preocupadas en la espalda para ayudarlo a recuperarse.
–Maya, q-qué cosas dices.
–C-creo que iré al baño.
Cory se levanta como un tomate, partiendo a donde ha indicado y dejando solas a las chicas. La primera en romper el silencio es la más alta de las hermanas:
–No es divertido, le darás una úlcera a papá.
–Vamos, no es como que no lo hayan pensado antes, ¿Cierto? – aprovecha de cuestionar –. Ustedes dos están bastante involucrados y van en serio, es de esperarse.
–No hemos tocado el tema, en realidad – masculla una cautelosa Topanga –. ¿No les incomoda?
–La verdad, me hace sentir tranquila que tenga a alguien – confiesa la ojos azules con tranquilidad –. No lo acepta, pero en algún momento no estaremos las dos en casa, y no quiero que esté solo. Es bastante descuidado, puede atorarse en el escusado.
La de mechas claras oculta una risita, viéndola con reproche para después ponerse más seria cuando cruza miradas con la pensativa castaña.
–¿Y a ti, Riley?
Lo meticuló unos segundos, dando una sonrisa honesta al concluir:
–No niego que la idea me toma desprevenida. Hasta hace unos días supe lo suyo y logré aceptarlo, pero no me disgusta. Se complementan bastante bien, y causaste que volviera a recuperar su esencia, que volviéramos a tener una cena familiar.
–Eso lo hicieron ustedes, cariño.
–Pero ayudaste a armar unos cuantos pedazos, Topanga – completó lo de su hermana –. Nos complacería que formes parte de nuestras vidas, de su vida.
La aludida se conmueve por la aprobación de las jovencitas, tomando sus manos con afecto y brindándoles una caricia maternal que las hace sonreír.
–Nunca pretendería ocupar el puesto de su madre, pero me encantaría la idea de entrar a sus vidas, como han dicho. Sé que su padre tiene temas que tratar con ustedes, pero las ama por igual, no lo duden.
Ambas adolescentes asienten con entendimiento, justo su padre regresa, y dejan el asunto desplazado. Hubo unos minutos donde Hart se pierde entre las charlas e interacciones de la pareja, o cuando Riley menciona su noviazgo, porque inevitablemente recuerda a Lucas, y su mirada se apagaba un poco...
Cory no lo pasó por alto, y cree que es hora de enfrentarlo.
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–¿Auggie está enojado conmigo?
–Sí, y yo me enojé él por estarlo contigo.
–Ava, no tienes que hacer eso por mí.
–Es que dijo que lastimaste a Maya, y eso no puede ser cierto – cae en el sofá mullido con el entrecejo fruncido, cruzándose de brazos y no prestando atención al programa emitido en la vieja televisión –. Tú la quieres, uno no lastima a las personas cuando las quiere, ¿Verdad?
Lucas cierra sus parpados un segundo, suspirando tendido y apagando la televisión. Su padre le observa con pena, interviniendo desde la cocina en lo que se acerca tras secar sus palmas.
–En algunas ocasiones las cosas son más complicadas que eso, princesa.
–¿Quiere decir que sí le hiciste algo que la lastimó?
Finalmente, usa todo el valor para cruzarse con los ojitos más claros que le regresan el gesto con preocupación. Es duro de aceptarlo, pero se dijo a sí mismo que debía lidiar con la consecuencias de sus actos y errores.
–Odio admitirlo, pero lo hice, mocosa. Lo he lamentado infinidad de veces, pero las cosas no se borran tan sencillamente.
–Por eso no ha venido más – razona con decepción –. ¿Te odia?
–Oye, esa es una palabra muy fuerte, pequeña – Brandon intercede por su hijo, sentando a la menor en sus piernas tras indicarle que cediera su puesto en el pequeño mueble. Lucas luce atormentado, motivo por el cual aporta: –. No es posible que odies a alguien a quien quieres.
–¡Pero el comercial de la serie que veo dice que del amor al odio hay solamente un paso!
–Bueno, en este caso dudo que sea así – defiende con una mueca por las ocurrencias de la pequeña –. Maya está lastimada, pero tarde o temprano va a conversarlo con tu hermano.
Lucas ahora pregunta:
–¿Auggie no te contó si Maya le dijo algo?
La niña agita su cabeza.
–Simplemente dice que ella le dijo que ustedes terminaron, él supuso cosas y por eso me enfadé... Lo que no entiendo, es porqué no le has insistido.
–Lo he hecho.
–¡Insiste más!
–¡Eso trato, mocosa! – no lo toleró, prefirió levantarse para ir a su habitación antes de continuar una absurda discusión con una niña de ocho años.–. Olvídalo, no lo vas a entender.
–Ava, no presiones a tu hermano. Ya tiene suficiente con todo esto – regaña una vez están solos –. La paciencia es importante si de verdad buscamos algo. Señalar es sencillo, pero piensa también en tus fallos, ¿No fuiste quien rompió la muñeca favorita de Sarah durante su fiesta?
–Fue un accidente, papi...
–Se pelearon y te sentiste mal, fuera o no un accidente. No quisiste lastimarla, y tuviste que esperar un mes para que te perdonara, ¿Recuerdas? – con el puchero de la de ricitos, prosigue: –. Ava, los humanos nos herimos inevitablemente, lo que importa es lo que hagamos para solucionarlo. Lucas lo siente, y va a hablar con Maya en su debido momento. Necesita nuestro apoyo, no que le acusemos.
La rubiecita voltea a la dirección donde su hermano mayor se marchó, arrepentida. Ella no quiso ser cruel o indolente, sencillamente extraña a la niñera de Auggie y la manera en la que provocaba tanta alegría en Lucas. Con decaimiento, decide ir con él tras un rato, regalándole sus mentas y un dibujito que logran que le perdone, el chico abrazándola con una sonrisita triste.
–Está bien, sé que tu intención no fue presionarme.
–No, no... Es que La extraño.
–Yo igual, créeme. Quiero solucionarlo, ya te lo había dicho.
–Sé que lo harás, Luke.
Brandon observó desde la puerta la conmovedora escena entre sus hijos, rogando porque las cosas resultaran lo mejor posible para todos.
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Un leve golpecito en la madera hace que la artista detenga sus garabatos en el papel, cediéndole entrada a su padre con brevedad.
–¿Ocupada? Te traje chocolates.
–Nunca estoy ocupada para los chocolates – concede con un sonidito de cansancio en lo que acepta el exquisito dulce –. Intento hacer un poema.
–Por tu cara puedo decir que no te está funcionando demasiado.
Efectivamente, estaba frustrada; nunca tuvo problemas al escribir un poema o cualquier cosa, y Cory lo captó apenas la vio.
–Es que, ¡Dios! Shawn lo mandó hace semanas, y no puedo creer que lo dejé pasar. Estoy estancada, nada fluye y es para mañana, papá.
–Busca por internet, para algo lo pago.
–Que pésima influencia. ¿Es tu consejo paternal?
–Bien, hablemos entonces de la verdad. ¿No tendrá que ver con el hecho de que estás abrumada con cierto jovencito con piel bronceada? – cuestiona con pasividad, logrando el efecto que imaginaba en la chica. Con todo tacto, expresa: –. No has mencionado nada sobre lo que ocurrió en el baile, y lo respeté porque no intento presionarte, pero pienso que no es bueno que lo sigas reprimiendo.
Se remueve en su sitio, aparentando su típica muralla de indiferencia.
–No lo hago.
–¿Sabes? Eres tan buena ocultando sentimientos, como Katie – la alusión y su melancólica sonrisa, capta los ojos azules al instante. Camina hasta la cama y se sienta al lado de la chica, completando: –. El detalle está en que yo podía leerla en todo momento.
–No hay demasiado que decir... – concede en un susurro, enfocada en los chocolates para no encararlo – Me mintió, dijo cosas que no sentía y yo confié en él.
–¿Cómo estás tan segura de que mintió?
–Porque lo contrataron para salir conmigo, nunca fue su intención real – responde con obviedad –. Riley le dio acceso a mis gustos. Estudió una lista para gustarme, no porque yo le interesaba.
–¿Oíste su versión? – enarca una ceja – Dices cosas, pero no algo que el mismo Lucas te contara.
–¿Para qué lo escucharía? – sisea con decaimiento – Me ha buscado, pero no entiendo para qué.
–Si ya obtuvo lo que quería, no tiene sentido – aporta con astucia, robándole sus defensas–. Maya, la clase de miradas que él te daba no son posibles de fingir ni de ocultar.
–¿E-eh?
–Como su padre, mi deber es desconfiar de cualquiera y leer las malas intenciones, aunque admito que algunas pocas veces exagero – exhala con resignación ante la expresión contraria –. El punto es que, cada vez que le vi apreciarte, yo no noté ninguna mentira. Los sentimientos no pasan desapercibidos, menos cuando alguien que conoce de ello sabe leerlos. Te miraba como tú lo mirabas a él.
La jovencita no sabe qué decir por un rato, procesando las palabras con un ligero revoloteo en su pecho.
Esperanza, y la odia.
–¿Dices que sí se enamoró de mí?
–Digo que solamente descubrirás la verdad si la enfrentas desde su propia boca.
–Bien, ¿Por qué entonces no me lo dijo? – reta con obstinación –. Pudo antes.
–Quizás se asustó, no lo sé. Cuando queremos a alguien, a veces no nos damos cuenta de los errores que cometemos en nombre de nuestros sentimientos – aclara con un gesto enfatizante –. Oh, y no lo defiendo, quiero patearle el trasero yo mismo desde el sábado antepasado, pero me lo topé en la tienda ayer, y luce horroroso. ¿Acaso le golpeaste o algo?
Se le escapa una sonrisa agraciada, por más que intenta contenerla al morder sus labios.
–Se peleó con un chico, el que le pagó...
El adulto se ríe un poco.
–¿No te es suficiente prueba de lo arrepentido que está? Dale una oportunidad, y no sólo a él, sino a ti.
–No es tan fácil, papá...
–Es más difícil pelear contigo misma todo el tiempo – da una caricia a sus mechones con todo el afecto, después yendo a sus mejillas y a su vez observando el tormento en sus ocelos con consternación –. Siente, no lo encierres como yo lo hice por mucho tiempo, hija. Es la única manera en la que lograrás sacarlo todo.
Maya centra su vista en la hoja en blanco que su padre señala, cerrando sus orbes para permitirse disfrutar las caricias paternales que tanto echaba de menos debido a sus constantes distanciamientos. Sonríe ligeramente al abrirlos, apretando su mano con suavidad.
–Eres un buen padre.
Cory besa su cabeza tras levantarse, recitando algo que aprendió junto a su ex esposa, y que aplicaba muy bien en este caso:
–Incluso los ángeles caen, cariño.
La frase queda suspendida como una metáfora de fortaleza que logra un efecto en la muchacha que ahora está sola en su habitación. Toda la charla hace eco en su cabeza, y por primera vez en tantos días, deja que todo fluya...
No necesitó ninguna canción ahora, tomó el el pedazo de papel y comenzó a plasmarlo todo con una fluidez impresionante, en algún punto liberando las lágrimas que contuvo, derrumbando sus paredes y cediendo, cayendo con los sentimientos que un corazón roto experimenta.
Concluyó el poema con el pulso acelerado, sus sollozos entrecortados, y un montón de emociones.
Riley y Cory la oyeron desde el pasillo, conteniéndose de no ir con ella, porque necesitaba estar sola por los momentos, ser quien los busque si lo requiere. Es algo duro de aprender cuando quieres a alguien y te importa, sin embargo, la confianza que le tenían a la rubiecita revoltosa, se acrecentó con todos los sucesos recientes.
–¿Seguro de que estará bien?
–Lo estará, linda. Lo estará.
Después de la noche que tuvieron, su hermana amaneció muy silenciosa; lo otorga al hecho de que sacó parte de su pesar, y tampoco le cuestionó nada para impedir algún mal rato. Le dio su apoyo con un trato normal, una sonrisa y un abrazo tras separarse en la escuela para ir cada una a sus respectivas clases.
La jornada transcurre muy estresante por las evaluaciones y trabajos finales, era el penúltimo día y todos andaban de un lado a otro, ella no es la excepción. Se cruza con su novio en el almuerzo y este la auxilia con su maqueta de ciencias, conversando un rato sobre lo que ocurrió con su padre y Maya, sobre la cena y todo lo demás.
–Es lindo que papá tenga la compañía de la directora Lawrence, ella es una buena persona. No sé si Maya vaya a irse, pero le vendrá bien más compañía a papá.
–¿Y qué hay de ti?
Riley se detiene justo frente a la puerta de su salón, ladeando la cabeza ante el extraño tono de su novio.
–¿Sobre qué?
Farkle lo discutió con su mejor amigo el día anterior, pues este le contó emocionado los planes de Isadora, lo que le trajo a colación el tema con su propia relación; no estaba muy seguro de los planes de Riley, y se sintió un tonto por hasta ahora preguntárselo.
–Pues, dijiste que ibas a ir a la universidad de Brooklyn, ¿Cierto? – inicia con cierto titubear –. Te refieres a tu padre como si fueras a irte de casa como Maya.
–Bueno, no siempre estaré con él, es obvio. Tarde o temprano tendré que independizarme – comenta con un encogimiento nostálgico –. No tengo idea del futuro, pero estaba pensando con todo lo que pasó sobre darle una oportunidad a otro lugar.
–Q-quiere decir que estás pensando mudarte de la ciudad – suena más a afirmación que pregunta, producto de su temor, reflejado en su actuar frente a la castaña –. ¿Vas a terminar conmigo para irte?
Hasta ahora lo comprende la despistada Matthews, sonriendo con ternura al acunar el rostro de Minkus tras depositar la maqueta en una de las bancas.
–No voy a terminar contigo así me vaya de la ciudad, tonto. ¿De dónde sacas eso?
–Porque conocerías más chicos y personas en otro lugar... Dios, no te culparía si eliges tener una relación presencial y no...
La oración se corta por un beso de parte de la chica, quien acunó sus mejillas con dulzura y le robó el aliento con aquel acto. Al separarse, le regala una sonrisa radiante.
–Escúchame bien, Minkus. No voy a terminar contigo así debamos mantener una relación a distancia. Además, no he decidido nada, por ahora estaré aquí contigo mientras vas a la universidad de Columbia – con algo de timidez, ofrece: –. En caso de que me vaya, ¿No te gustaría trasladarte conmigo?
El rostro se le ilumina al genio, el cual sonríe y asiente sin duda alguna.
–¡Claro que sí! E-es decir, si lo planeamos y tu padre no enloquece, digo, sería fenomenal.
–¡Trato!
Una risita de parte de la estudiante contagia al más alto, un recordatorio y confirmación de lo enamorados que están; ahí, en pleno salón de ciencias, con planetas colgando sobre ellos, y un chico del cuál ni se fijaron en el fondo viéndolos con asco, tomando sus cosas para irse con un:
–Ugh, que cursis...
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No iba a perderse la clase esta ocasión, porque sería la última que compartiría con Maya y porque se lo debe al señor Hunter, con quien seguramente tendría que apelar a las clases de verano para que le conceda su graduación. El salón estaba completo, dio una mueca obstinada al captar a Gardner en su puesto, con unos lentes cubriendo sus moretones y con la cabeza agachada.
No divisó a Maya hasta que casi la campana suena, ella ni lo miró, yendo a su puesto en total silencio y sacando sus cosas con un titubeo en sus manos que le pareció inusual. No se da cuenta que el señor Hunter entra al aula y les saluda, arreglando sus cosas en el escritorio, porque se concentra tanto en ver si la rubia estaba bien, que pierde la noción del tiempo.
–Quítate las gafas. No andarás en mi clase así, bribón – se mofa del alumno, señalándolo con cara intimidante para que no se rehúse a su orden. El deportista le hace caso con un lloriqueo bajo, apartando su rostro para que las burlas no llegaran debido a su aspecto, el cual ya le dio bastantes problemas con la agencia de modelaje y sus padres. Satisfecho de arruinarle la hora Gardner, aclara su garganta y comienza la clase: –. Como sabrán, tenemos la tarea final que les asigné hace casi un mes, y no acepto excusa alguna del porqué no la trajeron.
Algunos se quejan, Shawn les da un escrutinio con fastidio, fijándose en como Friar ya no tenía su atención puesta en Hart como un minuto atrás, de pronto como si tuviese vergüenza de sostenerle la mirada. De igual manera se da cuenta en que la artista luce particularmente pensativa con su hoja en la superficie de madera, y se cuestiona si actuar.
–¿Nos obligará a leerlo, profesor?
–¡No le des ideas, Strafford!
–Shh, cierren la boca. Planeaba hacerlo de todas maneras, tontos – aplaude una vez –. Bien, ¿Quién será el primer valiente en recitarnos la maravillosa poesía?
Claro que hay el típico silencio temeroso de los alumnos, dándose miradas o encogiéndose en sus asientos para evitar que los seleccionen. Maya sentía un gran nerviosismo, distinto al de ellos, porque estuvo pensando en ese momento desde la noche anterior, y con una profunda inhalación tras ver de reojo a Friar, levanta la mano.
–Yo lo haré.
Definitivamente, causa una reacción de todos, especialmente en el Texano y el profesor.
–De acuerdo, ven aquí – acepta con algo de duda. Al pasarle por el lado, apoya una palma en su hombro y le susurra con comprensión:–. ¿Segura?
–Recuperé mi chispa – confirma con una sonrisita que no llega a sus pómulos. Al tener permiso, se para en medio de la clase, con palmas sudadas y con sus latidos aumentando. Toma aire y le da un vistazo discreto al de ojos verdes antes de concentrarse en su lectura con un carraspeo: –. Diez cosas que odio de ti.
Hay comentarios inmediatos y soniditos de burla, los cuales Shawn calla con un sencillo:
–Expulsaré al próximo que abra la boca.
Maya prosigue tras el gesto del mayor:
–Odio el cómo me hablas, y tu absurdo corte de cabello, Vaquero. Odio que conduzcas mi auto, y el que no me dejes de mirar, incluso sin pestañear – bufa bajito –. Odio tus espantosas botas de combate, y el cómo lees mi mente, Huckleberry. Te odio tanto que me dan ganas de vomitar, incluso me haces rimar – ironiza con una mueca. Lo que le sigue al poema, sin embargo, comienza a afectarla, haciéndola titubear –. Odio que tengas siempre la razón, y que le mientas tan bien al corazón. O-odio cuando me haces reír, y aún peor, cuando me haces llorar sin parar – su voz se quiebra de pronto, encontrándose con los pares verdes que la examinan con mismo malestar. Se obliga a culminar a pesar de que empezó a llorar :–. Odio cuando no estás conmigo en los columpios, y el que ya no me llames ni un por un segundo... Pero más odio la forma en la que no te puedo odiar; no mucho, no poco, de ninguna manera lo he sido capaz de lograr.
Nadie dice nada ahora, impactados con el poder que proyectaba el poema de la chica, a la que nadie antes vio llorar, jamás, sólo el profesor lo había presenciado una vez, sintiendo esa misma opresión que experimenta en ese momento; hasta el mismo Charlie quedó perplejo, casi envidiando tanto sentimiento que la artista dirige a cierto chico. Mismo que, precisamente, se halla en el peor estado.
Lucas Friar, quien durante todo el recitar estuvo aguantando las lágrimas que acompañan el nudo en su garganta, soportando el dolor de su pecho y las ganas de ir a consolarla.
Los dos comparten miradas vidriosas en esos efímeros segundos que lucen eternos, hasta que la rubia fue incapaz de soportarlo más, saliendo del aula con prisa y liberando un par de sollozos una vez está en el pasillo, rumbo a los baños.
Maya tiene muchas más que diez razones para odiarlo, ya las acaba de mencionar, pero aquello no hizo más que confirmarle lo devastada que está... Lo enamorada que está, a pesar de todo, y por más que debe de sentirse cargado de esperanza, lo que siente es un alma desolada.
Porque él también estaba perdidamente enamorado de ella.
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Esto lo esperé todo el fic y fue lo más doloroso que escribí. El poema original en inglés fue el que imité más, agregándole cositas, porque el d español no me encajaba demasiado, y no quise cambiar tanto el significado. ¿Qué opinan? Les doy esta canción para llorar más ;;
https://youtu.be/QgEuwijpzJI
Estoy amando mucho escribir mucho este proyecto, ya estamos en los caps finales, juro que lo echaré de menos TT Espero estar siendo de su agrado con todo ;u;
Les dejo un edit del poema, la escena y un video en mi cuenta de TikTok :(
https://m.tiktok.com/v/7084476261321559301.html?u_code=dfjm8c7e85ad0d&preview_pb=0&language=es&_d=dkk8mikjf01d57&share_item_id=7084476261321559301&source=h5_m×tamp=1649483618&user_id=6900222215213859845&sec_user_id=MS4wLjABAAAA4910Fh0LqGzbn0g6qUwazn3U70jFB5o_Jg8UFOIALU-DcUSMVCizG-xxCG1xQgt2&utm_source=copy&utm_campaign=client_share&utm_medium=android&share_iid=7082227856465872642&share_link_id=b5dd4f7f-e3fc-4bc1-9b8a-7883a4c57a7a&share_app_id=1340
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