Capítulo 17: Look at me
–¿Van simplemente a quedarse frente a mí con cara de estreñimiento o qué?
La dupla de amigos se observan con balbuceos divagantes entre ellos, hasta que liberan una boconada y dicen a la par tras ponerse de acuerdo:
–Lo lamentamos.
Hay un breve silencio hasta que la ojos azules asume:
–¿Riley y Smarckle los obligaron?
–N-no, quisimos hacerlo nosotros mismos.
–Sí, d-de verdad nos sentíamos mal con todo el tema.
Maya nuevamente los analiza brevemente, concediendo con serenidad:
–Gracias.
–¿Ah? – vuelven a corear con una mueca, como si la chica tuviese dos cabezas –. ¿No estás furiosa con nosotros?
–Tienen que parar con eso o pensaré que comparten neuronas... Olvídenlo, lo hacen – bufa con cierta gracia al examinarlos bien, volviendo a retomar: –. Las hacen felices, a las dos. Con todo y que quise estrellarlos contra el ponche durante el baile, me alegra que estén para ellas – levanta sus hombros y los deja caer con simpleza –. Soy consciente de que me temen, como lo hace el resto, pero no soy ni la mitad de lo que dicen. Claro, a no ser que me provoquen.
–Entonces... – Farkle alarga con duda – ¿Significa que nos perdonas?
–¿Y que no nos vas a lanzar un extintor en la cabeza? – aporta Zay en mismo aire.
–Sí, y no. A la final ustedes tuvieron la idea, el pendejo de Gardner pagó, y él lo aceptó – enfatiza con gesto torcido a lo último, pues le es complicado siquiera mencionarlo. Se centra en los dos amigos y les dedica una sonrisa lasciva –. Me es raro decirlo, pero admito que son genios, buena forma de burlarse del idiota. A la próxima busquen otro blanco que no sea yo, es un consejo.
Los dos rascan sus nucas con una sonrisa apenada.
–Si te sirve de consuelo, nos dieron unos buenos golpes.
–Lo hace, y me reí lo suficiente con los videos.
Comparten una risita entre ellos, los chicos dándose cuenta de lo diferente que se nota la rubia tras todo; incluso sus mechones rojizos perdieron color, un rosa pálido en sus puntas muestra un claro ejemplo de su actitud apagada tras lo que hicieron. Vuelven a disculparse un poco, hasta que ella les amenaza para que no lo sigan haciendo, y justo sus novias se unen a ellos en la biblioteca, verificando que todo estuviese bien.
–Puedes acompañarnos hoy a comer pizza, será en tu restaurante favorito – ofrece la otra Matthews con una dulce sonrisa –. Pediremos helado extra.
–Suena tentador, aunque es extraño ver que tú y Smarcks estén juntas en un mismo sitio sin ahorcarse – alega con un deje divertido –, pero por esta vez declino la oferta.
–Maya, vamos, será genial – insiste ahora la de lentes con un puchero –. Te hará bien.
–Estoy bien, chicas – reafirma –. Vayan, tengo que hacer algo más.
No estaban del todo satisfechas con la respuesta, pero desisten para no saturarla, tampoco luce muy animada, y presionarla no iba a funcionar; bastante ya la conocían.
–Bien, pero te llevaremos pizza a casa.
–Me ofendería si no lo hicieran.
Las parejas se marchan tras despedirse, quedando sólo ella en la mesa junto a todos los libros de sus materias para esa semana final.
La idea de que ya no estaría en la escuela tras acabar su año de graduación le solía emocionar, pues ya no lidiaría con adolescentes insoportables y la oportunidad de largarse a Los Ángeles le causaba anteriormente regocijo, hasta ahora; las cosas con su familia estaban empezando a restructurarse, ni siquiera ha tocado el tema universitario con su padre porque sabe que él no estaba contento con ello, y añadiendo el asunto de cierto pedazo de basura que ocupa su corazón lastimado, el irse ya no la alegra tanto como antes.
No volvería a verlo a él, su vida y la de su mejor amiga se separarían, como la suya y la de su hermana, su padre, las personas que quería. Todo cambiaría, y hasta ahora es que comprende la magnitud de la palabra "Extrañar" y el miedo al cambio.
Escapa el aire y abre el libro de Historia primero, diciéndose a sí misma que las cosas ya habían cambiado desde los últimos dos meses, que el crecer e independizarse era algo que siempre anheló y ahora tendría, obligatoriamente. Porque el tiempo no se va a detener, todo tiene un final...
Sin embargo, sabe que con el resto las cosas iban bien, lo que la inquieta, por más que lo deteste admitir, es el hecho de que Lucas Friar iba a desaparecer definitivamente de su vida.
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–¿Viniste hasta acá para traerme una rebanada de pizza, a pesar de que te asusta este lugar? – repite con una ceja enarcada, creyendo que la imagen más absurda que ha visto en su vida debía ser Farkle con una caja de pizza frente a él, en pleno bar y con expresión intimidada en lo que asiente rápidamente –. Wow, nunca tuve amigos como tú.
–¿Es bueno?
–Es increíble, gracias – acepta con genuinidad, sosteniendo la caja y dejándola sobre la mesa de billar donde jugaba un solitario partido. Eran las siete y treinta, el bar estaba comenzando a cobrar vida, pero se mantuvo apartado parcialmente de todos esta vez; no tenía nada de energía para socializar. –. Estoy invirtiendo más tiempo fuera de casa que adentro.
–¿No estás alimentándote bien?
–Lo estoy, a medias. Tampoco es como que tenga apetito.
Farkle no sabe qué aportar por un instante, y escoge animarlo con un comentario amable:
–Zay te mandó saludos. Quiso venir, pero su novia lo ha tenido tan ocupado estos días que olvidó hacer su proyecto final de química.
–Dile que no se preocupe, todos estamos ocupados esta semana. Simplemente que yo mandé al diablo el informe de Geografía de mañana. Igual me voy a graduar – no menciona que en parte fue por la ayuda de Maya los días previos a esas semanas, y también porque sus calificaciones no eran tan malas como todos rumorean. El primer pensamiento le cambia la expresión, dando una mueca y bebiendo de su cerveza con cierta amargura –. ¿Riley te ha dicho algo de su hermana?
–Sabía que se te cruzó por la mente cuando cambiaste tu semblante – detalla con un suspiro –. De hecho, Zay y yo la vimos hoy para pedirle disculpas personalmente, ya sabes. No nos sentíamos del todo bien con lo que hicimos, y menos cuando somos novios de dos personas tan cercanas a ella... Está bien, relativamente hablando.
–Me la crucé en el parque ayer, se rehúsa todavía a dirigirme la palabra más que para insultos. Joder, ustedes tienen más suerte que yo para hacerlo, es injusto – sisea en lo que toma una rebanada y la mastica en automático.–. Esta es la semana definitiva antes de la graduación y estoy enloqueciendo sin poder acercarme a ella.
–Quisiera poder darte algún consejo, pero es complicado analizar bien la situación – lamenta, apoyándose en la mesa de billar con expresión culpable –. Lo peor es que tuvo que ser precisamente con Charlie, fue un golpe bajo para ella.
Su ceño se frunce por la mención.
–¿Conoces su historia con Charlie?
El menor se siente perdido.
–Eh, ¿Sí? Riley me contó un poco. Y si me permites opinar, el que se aprovechara de ella fue muy...
–Espera, espera, ¿Por qué siento que sabes más que yo? – el mal presentimiento lo espabila velozmente, inquiriendo: – ¿Cómo se aprovechó de ella?
–E-es que... Si no sabes la historia completa, no creo que sea muy buena idea que yo te la diga.
–Minkus, mejor dímelo todo ahora mismo – se controla para evitar que el castaño le tema, es lo que menos desea, así que exhala su exasperación y pide más despacio: –. Por favor, dime lo que conoces de la historia.
Dudó un poco, pero no sería un buen amigo si dejaba a Lucas con tanta intriga; se notaba en sus ojos la suplica, y no se atrevía a negárselo, no cuando él estaría igual de ser su caso. Con un rápido chequeo de su alrededor, ser acerca más al alto y relata con cautela:
–No me dieron todos los detalles, pero Riley me explicó que fue un asunto muy serio.
–Maya me comentó que salieron hace dos veranos atrás y que él la supo atrapar cuando estuvo vulnerable por algo de su madre, pero no me dio más información.
–Entonces no te contó lo otro – se le escapa antes de retractarse, no tiene más que completar: –. Aparentemente, él le insistió para llegar a más, ya sabes, y terminó obteniendo lo que quiso. Maya no disfrutó de nada y empezó a decírselo, fue cuando la botó.
–¿Dices que...? – resume con dificultad al captarlo todo – ¿Se acostó con Maya y luego la desechó como basura?
–Hay más, pero júrame que no enloquecerás – previene apresuradamente al notar su estado. El mayor acepta a regañadientes, por lo que prosigue con más tacto:–. Parece que Charlie tiene en su poder unas fotos de Maya cuando ellos hicieron eso. Las guardó para él y nunca las enseñó, sólo compartió los datos que quiso con su grupo y obligó a que nada saliera de ellos. Maya le amenazó para que tampoco lo revelara a nadie, y bueno, su hermana hasta hace poco se enteró...
Lucas no sabe cómo fue capaz de tolerar el resto del relato tras el tema de las fotos; ahora empieza a comprender la profundidad del asunto, con la sangre hirviéndole a tal punto de que casi rompía sus puños de tanta fuerza que ejerce al apretarlos.
Esa era la causa de su desconfianza con los hombres, de su petición para no llegar a más, el desprecio que sentía por el hijo de puta de Gardner, y lo lastimada que estaba cuando se enteró de su alianza con este...
Siente náuseas, su vista era casi roja de la ira, y de no ser porque su amigo le sostuvo con agilidad, hubiese ido ya mismo a partirle la cara al protagonista de su furia.
–¡Ese hijo de perra jugó con ella! Me usó para lastimarla, se obsesionó con ella – bramea en tono alto, captando la atención del resto –. Claro, por eso Maya estaba tan mal cuando me contó que precisamente el ser que más odia fue quien me pagó – jala sus cabellos con frustración, negando de misma forma, incluso sus ojos se nublan por las emociones experimentadas –. Mierda, es peor de lo que pensaba ¡Tiene fotos de Maya, Farkle! Y y-yo me alié con esa basura para dañarla.
–No lo sabías. No lo hiciste a propósito, Lucas – intenta razonar, haciéndose oír. Ni siquiera comprende cómo estaba frenando al Texano –. Si vas ahora mismo con él, Maya no te lo perdonará. Ha sabido cómo manejar el asunto durante todo este tiempo, y dudo que tome a bien que intercedas.
–Lo sé, pero...
–Lucas, cálmate.
–¡Ella me odia, Farkle! – remarca con tono afectado, el enojo se reemplaza con el tormento y la culpa. Estaba casi temblando, conteniéndose de tantas cosas, dejando al aludido mudo frente a él –. Tiene toda la puta razón para hacerlo, aunque yo no era consiente de todo... Todo lo que ella cargaba.
Minkus presencia como la esperanza se le esfuma, las emociones se pelean en sus ojos, y la manera en la que su angustia se adhiere a él. Nunca imaginó presenciar a Friar al borde de las lágrimas en medio de un bar de tipos rudos, quebrandose por una rubia que igualmente estaba lastimada, precisamente por él. Lo único que se atreve a hacer, es abrazar al chico, una extraña e inusual escena en pleno local, hasta que este se relaja un poco y se aparta, expulsando el aliento y paseando una palma en su cansado rostro.
–Todavía hay oportunidad, ¿No me dijiste que no me diera por vencido? – aporta con seguridad –. A ella le importas, por más que se esfuerce en aparentarlo. Dudo que te odie, o ya te habría herido y estarías en el hospital.
–Ella no es así, del todo – aclara con desgano, defendiéndola de los tontos rumores –. Su desplante es prueba de su odio.
–Es prueba de lo lastimada que está – corrige con una palmadita –. Si es capaz de insultarte, será capaz de mirarte y permitirte explicarlo todo.
–¿Cómo estás tan seguro?
–Porque es hermana de la chica más dulce del mundo – sonríe inevitablemente, con un encogimiento –. Aunque las dos son muy diferentes, tienen cosas en común, y lo vi cuando fue capaz de perdonarme y apelar a que su hermana también lo hiciera.
Lucas esperaba que tuviese razón, igualmente sonriendo vagamente por la bondad que posee la rebelde rubiecilla.
Quiere más que nunca partirle el culo a Gardner e ir a rogarle perdón a Maya, pero por ahora, decide que lo más sensato, es confiar en el curso de las cosas.
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–¿No consideras buen momento para tocar el asunto de la universidad con tu hija mayor? – prueba con naturalidad, resaltando la parte final de su oración y viendo de reojo a su novio –. Digo, estamos a una semana de la ceremonia. Son los días finales de clases, y en un mes tendrá que irse.
–Todavía no hemos decidido si se va, Topanga. No tienes que recordarme cada detalle que ya conozco.
–Ella lo decidió, y será peor si se marcha en malos términos. Ustedes se están llevando mejor ahora, me contaste su reconciliación este domingo, no lo arruines. Maya añora ir a estudiar artes en Los Ángeles, ¿Qué si desea estar allá cuando liberen a su madre? Es su elección.
Con un sonidito quejumbroso, detiene su hojeada al manuscrito elaborado por la de traje negro, encarándola fina.
–¿Por qué me presionas a aceptar cosas tan duras? Acabamos de dar un paso dificil este fin de semana, ¿No es demasiado ahora enfrentar que Maya puede irse lejos?
–No es como que se irá para siempre o no la fueses a ver durante sus visitas, Cory – sonríe con ternura –. ¿Qué te preocupa?
–Los cambios – simplifica–, que termine por alejarse de mí.
–¿Sólo eso?
–¿Te parece poco?
–No, pero es absurdo imaginar que se alejará de ti, te ama. Las cosas cambiarán, no puedes impedir que cada una tenga su propia vida, pero estoy segura de que te incluirán en todo momento – chequea detenidamente su evasiva mirada, aportando: –. ¿No tiene que ver con el hecho de que estará cerca de su madre?
No planeaba mencionarlo, de no ser porque su pareja lo ha hecho, y le será complicado salir de ello. Respira lentamente, agregando:
–Es complicado confiar en ella después de lo que hizo.
–Se arrepintió, y creo que tuvo suficiente tiempo para pensar en lo que hizo.
–¿Y si es mala influencia para Maya? Todo este tiempo he tenido miedo a que terminen siendo iguales.
–No compares nunca a las personas, por más similitudes en sus personalidades o aspectos. Cada quien tiene su historia y toma sus propias elecciones. En todo caso, si ella te oyera refiriéndose a su madre de esa manera, tendrías un problema – señala con desaprobación –. Maya es madura, y su madre le ha servido de ejemplo, de la manera en la que quieras verlo.
–Bien, confío en mi hija, es que...
–No lo haces, en ninguna de las dos, y debes trabajar en ello. ¿Crees que porque Riley escogió la universidad de New York significa que la verás todo el tiempo? ¿O que estarás toda tu vida cuidándolas? Cory, estén donde estén, haciendo lo que hagan, debes confiar en ellas.
–¿Por qué tratas el asunto ahora en plena entrega de tu material? Estamos en el pasillo de la editorial y me están viendo feo, Topy – reprocha entre dientes. Al ver la frialdad en sus orbes, carraspea y se recompone –. Ok, ok, no desviaré el tema... Prometo que lo voy a pensar y lo trataré con ellas. ¿Feliz?
–Lo estaré cuando te den un pisotón y te atrevas a aceptar que crecieron.
Cierra y abre su boca, la objeción muriendo, porque no quiere discutir ahora mismo; menos cuando es observado por una niñita que parece no tener más nada importante que hacer. Se limita a refunfuñar y esperar a que la cita laboral de su novia culmine.
Aunque a pesar de sus quejas, en el fondo le agradece por serle honesta con cosas que le son duras de enfrentar como padre.
Charlie tuvo unos días duros para su reputación, y es que la chica más virginal y dulce de casi toda la ciudad le propinó unos fuertes golpes en pleno baile, ya todos estaban bien enterados y por las redes abundaban los memes y comentarios; perdió seguidores, joder, hubo bandos y todo un drama, sin mencionar que su nariz amoratada casi tuvo fractura, su pelvis dolió por trece horas seguidas, y perdió su sesión fotográfica con Starbucks.
Para el chico, su vida la veía arruinada, los profesores le ponían al borde con sus exigencias, sus padres se enteraron de su contrato por mil trecientos dólares de su cuenta bancaria y terminaron por castigarlo, como quitándole la tarjeta hasta nuevo aviso.
Ah, lo que le salva de no caer en un ataque depresivo, es que al menos le arruinó la relación a Maya Hart; desde un inicio supo que entre esos dos había algo más, no le gustaba, porque en su narcisista egoísmo quería ser el único en la vida de la rubia. Por algo guardaba las fotos como un trofeo, no le conviene que todos se enteren de lo que tuvieron, no solamente por la amenaza de la chica, sino porque le encanta regocijarse con su grupo, que sea su secreto privado del cual mofarse cuando lo desee.
Estuvo calmado esas semanas por aligerar la tensión, pero las ganas de vengarse por lo demás, le tienen ansioso. Porque a Charlie Gardner no le fue suficiente todo el desastre y malestar que causó.
No, necesitaba más.
–¿Estás convencido de que es lo más sabio de hacer ahora mismo?
–¿Brandon, cuándo me he equivocado?
–¿Te hago una lista y te la envío por email? Empecemos por algo reciente, como cuando creíste que Matthews te perdonaría lo de Bradford e iría contigo al baile, pero terminó dándote en las...
–Cierra la boca, idiota – corta en seco, dándole una palmada en el pecho para nada amistosa –. Te demostraré que esto va a hacer que recobre mi estatus y respeto en un minuto.
–¿Por qué no actúas y dejas de hablar? – se queja con recelo, sobando su pecho –. Termina rápido, tengo una cita con una de segundo.
Charlie pone una sonrisa maliciosa en lo que ubica a su objetivo en pleno estacionamiento.
–Ya verás, payaso – se pavonea hasta el Texano que estaba cerca, carraspeando y empezando con insolencia: –. Les dije, Hart me está rogando por volver conmigo.
La simple alusión a la mayor de las hermanas, tensa y detiene en seco a Friar, como lo predijo. Minkus estaba con él y su amigo -del cual no recuerda ni su nombre-, lo que le hace aún más entretenido.
–¿Ah, sí? Pensé que ella y tú habían terminado.
–Bueno, digamos que se arrepintió de no darme lo que le pedí, y decidió buscar a un chico de verdad que la complaciera – resalta, inflado en orgullo –. Admito que es una fierecilla en la cama, tal vez le dé una...
–Al diablo, fue suficiente – con un gruñido peligroso y abrasivo, el ojos verdes se abalanza con un puñetazo certero en el rostro del niño mimado, sorprendiendo a los escasos presentes alrededor por lo fuerte y repentino que fue. Lucas no se controla para tomarlo por la camisa con brusquedad y propinarle otro golpe, desquitando su ira contra él, porque no pudo tolerarlo a tal punto de descaro.– ¡Su nombre es Maya, hijo de puta! ¡No vuelvas a llamarla por sobrenombres ni mucho menos te le acerques!
–¡Lucas, tranquilo!
Ignora las peticiones de sus amigos, los gritos de los acompañantes del deportista, cualquier cosa, concentrado en darle la paliza de su vida a Gardner. El muchacho de igual forma le regresa algunos golpes con torpeza, nadie se atrevía a interrumpir siquiera, pero los suyos eran más veloces y constantes. Se revuelcan en el suelo, todo estaba ocurriendo muy deprisa, sus nudillos queman y los sitios donde el otro le logró golpear igual le dolían, pero desplaza aquello a segundo plano mientras prosigue la discusión.
Entonces, un silbato hace presencia y llegan los guardias escolares a separarlos, Farkle y Zay consiguen tomar también al pelo claro con ellos, ayudando un poco en la escena, en lo que los amiguitos de Charlie hacen lo mismo.
–¡Sepárense, vándalos! ¡¿Qué ocurre aquí?!
–¡Eres una basura!
–¡No es mi culpa que seas una bestia! Fue tu ex noviecita quien me buscó después de que la usaras.
Tuvieron que contenerlo con mayor fuerza, porque Friar casi se lanza furioso en una segunda ronda con un bramido escalofriante que hace retroceder asustado al ojos azules.
–¡No creas que comeré esa mierda de ti! ¡Fue tu culpa lo que ocurrió!
–¡¿Qué carajos sucede aquí?! – Shawn Hunter hace acto de presencia en el sitio, examinando con confusión a ambos adolescentes –. ¿Friar, por qué lo golpeas?
–Te he tolerado solamente porque quise mantenerlo al borde, pero cruzaste la línea, imbécil – escupe con desprecio, siendo sólo retenido por los demás –. Maya es la mejor chica que existe, nunca mentiría. Ella sí me importa, y sé lo que le hiciste.
–¿De qué hablan?
El atleta retrocede, más pálido.
–N-no sé a qué mierda se refiere este criminal.
–¿Ah, ahora no dirás con orgullo que eres un cerdo asqueroso? Tienes fotografías comprometedoras de Maya tomadas con tu celular, sin su consentimiento – resopla con sorna y lo bastante alto para ser escuchado, generando un murmullo general –. Cuéntales a los directivos y al señor Matthews lo que hiciste.
–Yo no la obligué, ¿Ella te inventó esas mierdas? – ríe con nerviosismo, escupiendo la sangre acumulada en su boca –. ¡Ella me las mandó!
–¡Mentiroso pedazo de...!
–¡Bueno, suficiente de esto! – Hunter se posiciona en medio, intimidando al deportista con su mirada –. Voy a investigar esto si no confiesas la verdad, y esta vez no será Friar quien te dé una paliza, niño.
–Usted es un profesor, no puede dirigirse a mí de esa ¡Auch! – lloriquea por el jalón de orejas, de por sí ya le dolía todo por los golpes –. ¡Y-ya, ya, ya!
–Confiesa de una vez, Gardner.
–¡B-bien, tengo fotos de Maya! – con el escándalo general, se apresura: – ¡L-las voy a eliminar y la dejaré tranquila!
–Más te vale, o yo mismo te voy a acusar – Hunter le suelta con una mueca de asco al limpiarse la mano –. Por mi clase no te vas a graduar.
Los lloriqueos y suplicas del castaño son desplazados, a nadie le importaba, ni siquiera a sus supuestos amigos, menos tras la baja confesión que hizo. El profesor obligó a los pocos estudiantes presentes que eliminaran las fotos y que no mencionaran una palabra al respecto; por suerte nadie más vio nada, sólo los del grupo de Charlie y Lucas. Este último fue soltado una vez juró que no iría tras el otro, y lo cumplió a regañadientes, lanzándole una advertencia final para marcharse a la enfermería junto a sus amigos.
–Ella te va a reclamar por esto.
–Que lo haga, pero no me arrepiento.
Zay suspira junto a Farkle, ayudándole a limpiar las heridas, que no era tantas a comparación que las del idiota de chaqueta costosa.
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–¡¿Le dijiste?!
–¡Juro que no tenía idea de que no estaba enterado!
–¡Farkle! – gime con un lloriqueo –. Si esto se hace viral, mi hermana me va a matar.
–Pero dirán cosas buenas de ella – informa con un titubeo –. Además, Charlie dijo que borraría las fotos, y dudo que no lo haga con la amenaza de Lucas.
–Bien, te concedo punto por ello, y porque tuvo una buena paliza – apunta con un chasquido –. Aun con eso no será suficiente para que Maya me perdone.
–Puedo explicarle que ha sido mi culpa.
–Lucas, debes dejar de aparecer de la nada o tendré un infarto muy joven.
El recien llegado no presta atención al comentario y prosigue:
–Obligué a tu novio para que me lo contara, y yo fui quien le partió la cara al imbécil. Sé que fue arriesgado, pero si no lo hacía, él no iba a dejarlas tranquilas. Sobretodo a tu hermana.
Riley lo comprende, pero duda de que la mayor lo haga. Observa los leves golpes en el rostro del más bronceado y suelta un sonidito adolorido.
–No todos hacen lo que hiciste por defender a una chica, eres valiente – ante la tos de su novio, sonríe para él –. Como tú, cariño.
Lucas les aprecia con cierta envidia, ya que al menos ellos tienen posibilidad de estar juntos ahora.
–Te dije que lo que siento por Maya es real. Haría cualquier cosa por ella – contesta sin apis de duda, captando su interés de nuevo –. No merece que un idiota juegue con ella, y realmente lamento más que nunca haberme involucrado con él.
El celular del castaño les interrumpe, este sale y dejándoles solos. La charla sigue tras un breve silencio.
–En serio te enamoraste de ella – confirma con una sonrisita triste, obteniendo un suspiro resignado del mayor que lo comprueba –. Intentaré volver a interceder, pero no prometo nada, menos con todo esto.
–Gracias, Riley.
Ella asiente, dándole una caricia amistosa en el brazo.
–No te rindas aún, ¿Sí?
Él de inmediato contesta:
–Nunca.
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–Si dejas de mirarme y termias diciéndome lo que buscas, te lo agradecería, Riles.
–¿Estás bien?
–¿Porque Charlie me rogó disculpas con una dudosa cantidad de moretones? No tengo idea de qué demonios le sucedió, pero si estás así, es porque conoces algo que yo no.
–C-claro que no.
–Riley, mírame – la petición logra el efecto esperado, entrecierra sus ojos para escanear a la castaña con esmero –. Eres una pésima mentirosa.
–Quiero hablar de otra cosa – cambia con astucia –. No sé lo que ocurrió con Charlie, pero sí sobre tu forma de lidiar con el tema de Lucas.
Se tensa con el nombre, cerrándose en un abrir y cerrar en lo que vuelve a cortar las papas en la tabla colocada sobre la encimera de marmol.
–No entiendo.
–Continuas saltándote el tema.
–Riley...
–Van casi dos semanas sin que le dirijas la mirada, Maya.
–¿Te parece poco para lo que me hizo?
–Pienso que te niegas a la posibilidad de cerrar bien las cosas – suaviza su actitud una vez la rubia se paraliza en su sitio, cabizbaja –. Peaches, si llegas a irte, no creo que lo mejor sea que acabes mal las cosas. Si después de lo que te tiene que decir no deseas perdonarlo, o darle una oportunidad, lo comprendo, pero debes verlo.
–¿Para qué? – musita con un siseo bajo – No tendría sentido si me voy.
–Lo tendría.
–Riley, si hablo sobre ello, no seré capaz de superarlo.
–¿Y lo serás si no te permites sentirlo?
–Puede que no lo compartas, pero por favor respétalo – suelta el aire temblorosamente, ahora cruzándose con sus orbes, mostrando los suyos conteniendo las lágrimas. Lucha por no derrumbarse ahora, respirando lentamente y modulando su tono para que el nudo en su garganta no ceda –. No quiero llorar, no más...
La menor experimenta su propio malestar de apreciarla así de susceptible, no muy convencida de permitirle la huida, sin embargo, lo autoriza por esta vez.
Riley va al refrigerador por los demás ingredientes que requieren, prosiguiendo con la preparación de la cena en silencio, hasta que le expresa con honestidad:
–De acuerdo, no me parece lo más sensato, pero lo respetaré... Sólo, míralo, Maya.
No cruzan más palabras al respecto, cenan junto a su padre totalmente mudas, pero Maya sentía que por dentro estaba gritando, y ellos dos lo sabían.
La charla le siguió causando eco por la noche, y a la mañana siguiente, por más que no lo hizo notar. Otro tema que le intriga, es que hay algo raro, a su parecer, en el grupo de Charlie; ni siquiera le ven a los ojos, ya no se estaban riendo, casi rehuyéndole, como el mismo Gardner, quien estaba muy callado y extraño. No consigue enlazar un tema con el otro, ignorando inocentemente lo que ocurrió el día anterior, hasta que lo supo...
Maya se congela cuando está sola en el salón de arte, el motivo, es que se topó con la presencia de Lucas afuera en el patio, donde la ventana da desde su altura. Lo que la tiene casi temblando y la hace soltar su pincel, es que divisa los golpes en su rostro, no son tantos ni inmensos, pero sí se aprecian desde aquella distancia, y no sabe cuándo sus pies se movieron por sí solos, yendo hasta el sitio donde le vio con rapidez.
Ella no tiene un plan, sólo quiso corroborar sus dudas, con el corazón yéndole muy acelerado y el rocío de la llovizna cayéndole encima, no tan insistente como la brisa que estremece los árboles cercanos. Sencillamente, una vez halla al de camisa azul marino, llama a su nombre por primera vez tras tantos días:
–¡Lucas!
No hace falta nada más para que el adolescente se voltee con velocidad, tragando en seco al presenciar a una agitada rubia que detuvo su casi ida del instituto a esa hora.
–Maya...
Los dos permanecen en el sitio, viéndose simplemente, siendo bañados por las escasas gotas que caían desde las nubes. Ninguno estuvo preparado para el momento, con todo y que lo ansiaron, no tenían qué hacer o decir, por lo que la artista expulsa el aire en lo que aparta su rostro.
–Fuiste tú, el de la paliza a Gardner.
–Sí.
–¿Por qué?
–Porque te lastimó
–Tú también lo hiciste.
–Soy muy consciente de ello – titubea ligeramente en lo siguiente: –. No me lo contaste todo.
–¿No te fue suficiente con todo lo que me sacaste? – rechista, comenzando a sentirse pequeña y expuesta por cada cosa que la verdad implica, y que él la sepa – ¿Para qué decírtelo todo?
–¿Me creerías si te contesto la razón?
–No, no te creo nada ya – explica con una simpleza dolorosa para ambos –. No necesito de tu defensa ni la de nadie. Busca otra mierda para limpiarte la culpa.
–Maya... – se detuvo porque la chica retrocedió, comprendiendo a duras penas que no es el momento. Con dificultad, se atreve a pedirle en un tenue susurro: –. Mírame.
Ella duda:
–¿Qué?
–Mírame, aunque no lo merezca, una vez – aclara de una manera vulnerable –. Por favor.
Maya estaba perdida, sin idea de cómo proceder; el tono suplicante y su actitud, el ambiente y la situación en sí, la marean. De alguna forma, decide concederle su requerimiento, cruzándose con sus ojos un instante efímero que les fue suficiente a los dos para sentir las sensaciones que sólo el otro le causa.
No era tan fuerte, se lo dijo a Riley, puesto que no consigue mantener el contacto, porque detesta las ganas de llorar que le embargan. Aparta la vista y vuelve a levantar sus defensas, dándole la espalda con un simple:
–Listo, no me molestes más.
Lucas la mira perderse en el edificio nuevamente, y a pesar de que debería de sentirse abatido por su desplante, una leve esperanza se le instala en el pecho, porque con todo y que no fue capaz de encontrar las emociones de Maya en sus azulejos, algo le dijo que había tiempo...
---
¿Alguien más amó la escena de cierre? Amo combinar los títulos con los capítulos ;u;
El próximo episodio estará candente. ¿Qué tal la paliza al puto de Charlie? Amé escribirlo. Puntito aquí por otro puñetazo.
Hay canciones que Watt no abre, denle para que abran por Youtube, igual pondré al terminar el fic la playlist ;; Aquí les dejo una canción que sacó Sabrina Carpenter hace poco y pegó con el fanfic (Ella es Maya Hart aquí)
¡Voten y comenten! <3
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