Capítulo 14: And P Of Pain
–¡Rayos, que noche tan fenomenal!
El de cabello claro se carcajea por la llegada del radiante sureño.
–¿Todo marcha como en tu obra, Romeo?
–Mejor que nunca – asiente complacido, tomando el vaso de ponche que el contrario le ofrece –. Ni en mis sueños más alocados creí lograr convencer a Isadora de venir conmigo, y ahora es, wow.
–Me alegro de saber que te va bien, es una chica linda – aporta con sencillez, viendo a otro muchacho aproximarse. Una vez se les une, bromea: –. ¿Le pisaste cuantas veces los pies a tu princesa, Minkus?
–No seas... Una vez, lo juro – se rinde con una pequeña sonrisa que provoca carcajadas de ambos. Se suma a beber algo de ponche y aprecia junto a ellos la pista donde todos bailan, andando de acá para allá –. Es increíble que vaya a acabar la preparatoria en tan poco.
–¿La extrañarán?
–Para nada, ya me muero por alejarme de estos perdedores.
–Somos dos.
–Tres.
Concuerdan con un mismo gesto, ahora centrando su vista en sus parejas; Maya baila junto a Smarckle y Riley, quien aparentemente no parece querer entrar en discusión con las mayores esta vez, sino que las tres se tratan animadamente.
Lucas no se dió cuenta que le hablaban hasta que sintió un leve empujón del jovencito a su izquierda.
–¿Todo bien con Hart? Parece que te tiene embrujado verdaderamente. Dudo que actúes tan bien, no es por el plan, ¿O me equivoco?
–Dejó de ser un plan hace mucho, Babineaux – se encoge con desdén, sin problema de admitirlo –. Es la chica más fantástica que he conocido.
Zay sonríe contento por la respuesta.
–Vaya, ¿Quién diría que nos involucrariamos nosotros tres y por unas chicas que están bastante relacionadas entre sí?
–Al menos tenemos que lidiar con el mismo padre custodio, ¿No, Lucas?
–Me alegra de ser capaz de darte tips de defensa, Farkle – levata el vaso para enfatizar con diversión –. Empezando por cómo hacer que no nos mate por llevarlas algo más tarde de lo acordado.
–Las Hart los atraparon – Zay se mofa, hasta que suspira en dirección del más alto, tocando el tema que tanto evadieron: –. Me alegra que estemos aquí. Ya sabes, solíamos ser amigos antes.
Lucas siente el aprecio del de ojos oscuros; claro que recuerda cuando eran más niños y compartieron una que otra historia alocada. Se arrepiente entonces de haberse distanciado tras lo de su madre. Sonríe de medio lado y da un asentir amistoso.
–Bueno, ustedes me ayudaron y resultaron ser bastante interesantes de tratar. Son mejores que las basuras que rodean la escuela, y posiblemente de las pocas cosas que echaré de menos.
Ambos dan un "Aww" al unísono, siendo interrumpidos de su chistosa conversación por parte de sus parejas, quienes les jalan a la pista para una nueva canción; a ellos les parece que ellas nunca descargan sus baterías.
–¡No seas aburrido y muévete un poco más, Huckleberry!
–¿Con que esas tenemos, Hart? – el reto le incentiva a comportarse como un bobo, bailando junto a la rubia con toda su energía y sacándole risas. La hacía girar, la atrapaba, y continua, siendo tan libre como nunca lo fue, importando poco las demás opiniones. Porque los sonidos que escapaban de la chica le llenaban por completo. Decide algo de conversación para animar más todo, abriéndose a decir:–. Estuve en Texas.
–¿Eh?
–El año anterior, estuve en Texas con mis abuelos. No fui a prisión ni me acosté con una de las Spice girls como dijeron – repite con tono elevado para hacerse escuchar entre la música, divirtiendo a su pareja –. Estuve vendiendo calabazas con Pappy Joe y alimentando los cientos de gatos y gallinas de mi abuela.
–¡Oh, por dios! Claro que tu abuelo se llama Pappy Joe –suelta varias risotadas, siguiéndole los disparatados y enérgicos pasos de baile al de corbata suelta. Luce tan atractivo con esa actitud confiada y relajada, extrovertido y gracioso, sexy y tierno. ¿Cómo era posible todo aquel balance? Rememora las palabras de la directora y sólo atina a sonreír –. Gracias por decirmelo, Vaquero.
Mientras ambos estaban disfrutando en la pista, en el salón hace presencia un furioso Charlie Gardner, el cual se tardó más de la cuenta por la humillación que sentía, precisamente por la chica a la que estaba rastreando. La halla junto al geniecillo, bailando y riendo como dos idiotas.
Se acerca con paso decidido, sin consideraciones al darle la vuelta al muchacho con brusquedad.
–¿Con que este era tu maravilloso plan, rarito?
–Un momento, cálmate – Farkle no se intimida, manteniéndose frente a Riley en defensa –. Perdiste la oportunidad cuando no la apreciaste y preferiste irte con su amiga a la cama.
–¡Ah, es que te eligió porque no me la llevé a ella!
–Te sugiero que dejes de ponerte productos que te entran en las neuronas y mejor te vayas, Charlie – Riley interviene, deteniendo a Farkle antes de que conteste las provocaciones absurdas, sujetando su muñeca –. Te dije que no quería venir contigo.
–Pues resulta que no me gusta que jueguen conmigo – graznea, dándole un empujón al castaño, apartandolo de ella –. ¿No estabas conmigo, Minkus?
Antes de que la jovencita inquiera sobre a qué se refería, Friar se posiciona entre ambos estudiantes, impidiendo que suba de tono la discusión.
Al menos por ahora.
–Oye, trata de tranquilizarte un poco, Gardner – intercede con seriedad, se metió a regañadientes porque su moral no le permite dejar solo a su amigo ahora. Maya vino con él, atenta a su hermana –. Estás en un baile escolar.
–¿Estás de su lado? – sisea con una mueca descolocada. Todo le golpea al segundo, procesando las cosas mejor, cada vez enfadandose más. Carcajea entonces con sorna, alto y hostil –. Dejame ver si entiendo esto, ¿Te aliaste con Minkus y el otro payaso? ¿Acaso te pagó más que yo?
Lucas palidece. Para empeorar más la situación, Maya se une a la discusión con total confusión abriéndose paso entre ellos:
–¿De qué mierdas estás hablando, idiota?
–Pues me refiero a que el trato era entre éste estafador y yo – expulsa con toda malicia hacia la bajita, dejándola tan pasmada como a su hermana detrás de ella –. Le pagué para que saliera contigo, no para que ayudara a este perdedor del ajedrez.
Maya jura que algo se quebró dentro de ella; el dolor en su pecho en lo que escucha su propio pulso, se expande rápido y real. Todo comienza a verse en cámara lenta en lo que sus ojos se cruzan con los de Lucas, casi suplicando que todo sea una cruel mentira.
Apenas es capaz de modular:
–¿Q-qué dijo?
Nega con un nudo comenzando a oprimir su garganta, descompensando su organismo.
–Maya, las cosas no son así...
–¿Vas a mentirle en su cara? – Charlie incrementa la llama, con toda la mala intención burbujeando –. ¿Acaso habría otra manera para que alguien te soporte, Hart?
Lucas estaba tan aturdido y asustado ahora mismo, que ni siquiera le prestaba atención, más enfocado en la de vestido rojo. Presencia como sus azules orbes se tiñen en una realización que les ensombrece, arrebatándole el brillo tan especial que poseían una vez se abrió.
Ahora, presencia cuando se cierran de la peor manera.
–¿No y que no ganabas más que el placer de mi compañía? – ironiza con voz temblorosa, se siente mareada, patética, casi sin poder respirar en lo que los testigos la observan. Sacude la cabeza con un jadeo inestable, incapaz de tolerar más aquella farsa –. Váyanse al infierno todos.
–Maya, ¡H-hey, Maya!
Riley estaba angustiada ante la escena; el rubio fue trás su hermana, y ella permanece estática, comprendiendo todo el asunto donde, lamentablemente, su novio también estaba involucrado
Farkle trata de dirigirse a ella, siendo imposible cuando Zay se une a ellos, dejando a Smarckle a un lado.
–Si me permites opinar, Charlie... – su discurso se interrumpe por un fuerte puñetazo en su estómago que le hace doblarse con un quejido, cayendo al piso en busca de aire mediante boconadas –. C-carajo...
–No era necesario golpearlo – enfatiza el más delgado, yendo con su amigo de inmediato para ayudarlo, su enojo estaba creciente –. ¿Estás bien?
–¡Claro que es necesario! Se metieron con la persona equivocada, no me importan sus dramas y mierdas – vocifera captando más expectantes, gesticulando como desquiciado –. ¡Tú y esta perra me vieron la cara de idiota!
El insulto fue motivo suficiente para acabar con su paciencia, se gira con la rabia latente, dando un paso hasta el alto más imbécil del lugar.
–¡Ok, suficiente conti...!
Otro puñetazo que suelta Gardner, esta vez para la nariz de Minkus, desestabilizndolo hasta caer de igual manera al suelo. Sin embargo, la sonrisa orgullosa se le borra cuando tocan su hombro y voltea, recibiendo un gran golpe en su presciado rostro, que le hace echar la cabeza hacia atrás y sujetarla con el dolor punzante.
–¡Eres un pendejo!
–¡Maldición, mi nariz! – lloriquea con voz nasal – ¡Mañana tengo un anuncio de cremas que grabar, Matthews!
Riley ignora la sentencia, otorgando con su otra mano un nuevo puñetazo con mayor fuerza que el anterior, oyendo el bullicio general.
–¡Aquel fue por mi novio, este por mi hermana! – lo toma esta vez de los hombros y lo dobla, propinandole un rodillazo en su parte baja que lo termina de lanzar al suelo con un sollozo ahogado. Se asegura de escupir con total desprecio: –. ¡Y esto es por mí, hijo de perra! – sin perder tiempo, va a levantar a su pareja entre el otro par tirado y quejumbroso, chequeando su estado con preocupación –. ¿Estás bien?
–Mejor que nunca – sonríe con torpeza, aunque le punza dolorosamente el tabique. Su expresión se suaviza con pesar cuando ve el rostro de la castaña, suspirando –. Lo lamento, yo...
–Tengo una conversación pendiente contigo. Si tuviste que ver en esto, Farkle... – suspende la frase, dejándola alargada en una clara advertencia que le hace agachar la cabeza al involucrado. Suspira de igual forma y le acuna el rostro, besándolo en los labios con una sonrisita –. Esto es por defenderme, pero estás en problemas. Esperame en el baño, iré con Maya.
Farkle asiente con resignación y se une a su mejor amigo, mismo que también carga un golpe encima y un regaño pendiente de su pareja, quien les mira muy mal a los dos por igual.
Ambos amigos estaban preocupados por el asunto que se venía, y ni de imaginar lo que estaba ocurriendo afuera...
–¡Espera, Maya!
–¡Déjame en paz!
–¡No hasta que me escuches! – Lucas logra finalmente detenerla al sujetar su brazo, haciéndola girar en lo que toma aire –. L-las cosas no son como las piensas.
–¿Ah, no? ¿Y cómo son? Agh, es que debí suponerlo todo este tiempo – se carcajea sin gracia alguna, mordáz y quejumbrosa –. Mierda, es que precisamente tuviste que hacer esto con el idiota que más detesto – enfatiza con un bramido –. Por supuesto que siempre parecías conocer todo de mí y ser tan jodidamente perfecto.
–No, no todo es así – se apresura a ordenar el tren de pensamientos y sentencias que quiere soltarle con ansias –. Al principio...
–No me interesa saber nada. Solamente dime algo, ¿Cuánto fueron? – exige, callandolo con la interrogante. Vuelve a demandar al no obtener contestación, ahora más alto: –. Cuánto.
–Primero unos quinientos, luego trecientos – se detiene, sintiéndose una basura por todo, tragando pesado al obligarse a darle frente a su metida de pata: –. Después fueron quinientos más.
–¡¿Qué?! – exclama atónita, calculando la magistral suma tan asquerosa que pagaron por ella, como si fuera un juguete, una basura. Cubre su rostro unos segundos, superada con el asunto, casi hiperventilando –. Todo fue una mentira.
Intenta dar un paso, lamentando que ella esté de tal forma por su culpa; era una tortura.
–No todo lo fue, lo juro.
–¿Qué parte? – corta filosamente, el rencor en su modular –¿Donde no te acostaste conmigo porque el idiota de Gardner no te pagó una bonificación extra?
–¡No me importaba el dinero! ¡¿Ok?!¡Me importaba...! – se detiene un instante, controlando sus nervios porque tampoco quiere gritarle, la desesperación le estaba ganando. Completa ahora con tono afectado y más bajo, viéndola fijo: – Me importabas tú.
Maya lo detalla con detenimiento por unos segundos, conteniendo las inmensas ganas de llorar ahí mismo, sacudiendo su cabeza quedamente; estaba tan dolida, porque antes lo veía y sentía paz, afecto, seguridad, pero ahora...
–Quisiera creerte, en serio que sí... Pero te veo, y no te conozco – remarca cada cosa con detenimiento, soltando el aire con un temblor cuando el chico trata de dar un paso más, retrocediendo veloz para agregar: –. Eres toda una mentira, Lucas Friar.
–No digas eso, tú sí me conoces – suena suplicante, estaba a punto de colapsar y romperse como un pequeño asustado –. Maya, mírame...
–No... No eres para nada quien creía que eras.
Ella se dispone a marcharse de nuevo, incapaz de proseguir, cosa que se le impide cuando el ojos verdes la toma con desesperación para besarla, tratando de demostrarle en la unión que lo que siente es real, que se estaba quebrando por todo, y que gritaba por su consideración, a pesar de no merecerla.
La unión no dura ni tres segundos, porque Hart lo empuja con un sollozo acortado, agitada y con ojos vidriosos.
–Maya...
–No vuelvas a hacer eso, Friar – exige entre dientes, con el corazón roto y con el nudo oprimiendo sus claras palabras: –. Te odio.
Suficiente para apuñalarlo, mucho peor que cualquier golpe o dolor físico. Él la ve marcharse y no es capaz de seguirla, quedando en su lugar, totalmente perdido.
Oye pasos de tacones apresurados a su espalda, y sabe que se trata de Riley por su inquisición:
–¿Dónde está Maya?
Lucas traga con dificultad y amargura, caminando hasta la barandilla y viendo como la rubia termina por perderse en el piso de abajo, directo a la salida, lejos de él y sus explicaciones que, a estas alturas, no sirven de nada.
–Se fue...
Riley sintió que aquella era una dolorosa relización, viendo al Texano con una mezcla de emociones.
Alguien más se les une, ve que se trata de Smarckle, quien seria y carente de emocion, les informa:
–Acaban de anunciar que Maya y Lucas ganaron para rey y reina del baile – resopla viendo mal la espalda ancha del sujeto mencionado –. Fue obra de Gardner, aparentemente. Dicen que lo arregló antes del baile como burla.
Ahora la menor de las Hart se arrepiente por no haberle dado otro golpe rematador al patán de dentadura perfecta.
Friar, por su parte, no es capaz de lidiar con más; estaba teniendo una crisis de ansiedad tremenda, y si no se marcha de inmediato, es capaz de terminar todo aún peor y con alguien yendo al hospital.
–Lo siento, no puedo estar más aquí.
Informa para empezar a bajar los escalones sin siquiera encararlas. Ambas jovencitas se acercan y regresan una mirada preocupada entre ellas.
–Hay que curar al par de idiotas y luego iré con Maya.
–Yo trataré de llamarla o esperar a mañana.
Asienten y se disponen a entrar al desastroso baile.
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–Wow, wow ¡Espera un minuto, hija! – un alarmado Cory corre una vez la puerta se abre con brusquedad y divisa a la mayor entrar con prisa; supo de inmediato que Topanga le dijo la verdad cuando mencionó que se preparara para recibir a Maya en mal estado, sin más detalles por mensajes. Trata de sostener su rostro, cosa que esta impide, evadiendo mirarlo con respiración inestable y pesada. Sus entrañas se revuelven en mortificación paternal –. ¿Qué ocurrió? ¿Te hizo algo? ¿Te tocó?
–No necesitó hacerlo para herirme – su habla era ronco, denotando que estuvo llorando. Sabiendo que su padre no le permitiría huir, le encara con ojos enrojecidos, agotados y suplicantes –. Por favor, suspende las preguntas por ahora. No estoy de ánimos para charlar, papá.
No tuvo de otra que acceder a su huída, con la angustia recorriendolo en lo que espera la llegada de la menor de la casa. Los minutos transcurren lentos para él, y al segundo que la puerta vuelve a abrirse, se pone de pie con velocidad.
–No soy la indicada para explicarte el asunto, es algo de Maya – contesta sin más, luciendo tan abatida como la mencionada, atropelladamente –. Voy a subir a verla, pero no esperes mucho de ella... No esta noche.
Nuevamente queda con las interrogantes al aire, nadie le quiso comentar lo sucedido, y no tiene más que hacer al respecto. Sencillamente, le queda esperar.
En el piso de arriba, Riley toca la puerta con la esperanza de que su hermana conteste. Tras un minuto, lo hace, con la voz rasgada y tambaleante a pesar de su intento de firmeza:
–Vete, no quiero hablar ahora del tema, Riley.
–Necesitas desahogarte, Maya. No me iré de aquí.
–Necesito estar sola, y si piensas que te abriré por tu amenaza, tendrás que dormir ahí.
–¡Bien!
–¡Bien!
Las dos se quedan sentadas con la espalda recostada de la madera, rehusadas a irse del sitio.
La castaña escuchó algunos sollozos bajitos de la contraria, le lastimaba oírla de tal forma, y aquello incentiva más a que no se mueva del lugar ni un centimetro, para nada.
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–¿Luke? ¿Qué haces despierto a esta hora y... A oscuras?
La adormilada vocecita de la pequeña le tensa de pies a cabeza cada músculo de su cuerpo. Permanece en el sitio, sin atreverse a girarse para verla.
–Regresa a la cama, Ava.
–¿Estás bien? – inquiere estrujando sus ojitos. Algo no andaba bien con su hermano, lo conoce, comenzando porque usó su nombre y su tono sonaba extraño –. ¿No pagaste la factura de luz?
Lucas cierra los ojos y aprieta los puños con fuerza, tenía unas náuseas terribles que aumentaban tanto como su malestar general. Había estado conteniendose de no romper todo desde que entró a su departamento, incapaz de dormir a pesar de que ya era de madrugada y el agotamiento físico y mental le embargaban, con algo de alcohol en su organismo, y teniendo las ganas de gritar atrapadas en él.
La presencia de su hermanita no lo estaba ayudando en lo absoluto, lo empeoran al rememorar lo de horas atrás.
–Necesito estar solo ahora mismo. Yo estoy... Bien, Ava – finalmente libera, modulando su entonación para tranquilizarla –. Ve a dormir.
No muy convencida, termina dándose la vuelta con un puchero y regresa a su cama, preguntándose lo que habría sucedido para que Lucas esté en tal estado.
Friar expulsa una profunda exhalación, bebiendo de su vaso de agua con un ligero temblor ansioso en su manos. Saca la cajetilla de cigarros que descansaba en la encimera, los detalló con frustración, y luego los lanzó lejos y fuerte, con la ira palpable.
–Maldita sea...
La noche en definitiva no acabó como se imaginaba ninguno de los adolescentes, aprendiendo que las mentiras nunca cosechan nada bueno, y que la ingenuidad y el temor, en muchas ocasiones nos ganan la partida.
Porque, si Lucas hubiese sido más sincero -cada vez que tuvo la oportunidad de decirle la verdad a Maya-, no estaría ahora lamentándose en la cama con un insomnio descomunal como su migraña, ni la rubia estaría junto a su hermana llorando hasta quedarse dormida en su puesto. Sin mencionar que Farkle igual estaba carcomiéndose en su propia recamara, como lo hacía Zay.
El dolor que estaban experimentando cada uno es, en resumen, distinto:
Charlie Gardner, no tolera el de su nariz y sus bolas, igual el de su ego destrozado en público.
Lucas Friar y Maya Hart sufren de un dolor interno, porque esa noche no sólo se rompió un corazón, sino dos.
Farkle Minkus y Riley Matthews, experimentan el pesar de la pareja anterior, sumando el dolor en los nudillos de la castaña y en la nariz del joven.
Isadora Smarckle e Isaiah Babineaux, prácticamente es lo mismo de los del párrafo anterior, sólo que la jovencita siente dolor en sus pies por las pasadas del pésimo bailarín que es su William.
A la final, la vida de un adolescente está repleta de dolor y problemas, ¿No es así?
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Espacio para desahogarse (No me maten, please)
Juro que me dolió escribir este capítulo, y lo hice con Favorite Crime de fondo para más dolor TnT ¿Opiniones?
Viene la etapa emo JAJAJAJAJA ;n;
Btw, ¿Les gusta Paramore? uwu
Les dejo estas ediciones antes de la tragedia:
No son las mejores, pero ahí le vamos x'd
¡Voten y comenten! <3
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