Capítulo 13: Prom with P of Problem...
Maya se encamina rumbo al aparato que no detiene el absurdo tono de llamada que su padre colocó, contestando en lo que termina de masticar sus hot cakes con chocolate.
–¿Hola?
–¿Maya? – la mujer suena extrañada tras la línea – Es Topanga, hola.
–Uh, hola. Antes de que preguntes, no está papá – contesta con un sonidito gracioso –. Se fue a trabajar y se le quedó su celular, ya lo conoces.
–Con la cabeza en donde no le da la luz, sí – ríe entre dientes –. Sólo quise confirmar si lo que acordamos seguía en pie.
–¿Qué cosa?
–¿No te contó?
–¿Sobre...?
–Planeamos hoy contarle todo a Riley, lo de nosotros. Tu padre dijo que no asistirían al baile.
–Claro que dijo eso – chasquea con fastidio –. Iremos, y no creo que sea conveniente que lo hagan hoy. No quisiera que arruinaran la noche de Riley así, sin ofender.
–No, es cierto – exhala tendidamente –. Será un tema duro de digerir, no debemos dañar su noche. Mejor vayan y diviértanse, le contaremos luego.
Maya chequea que no esté por ahí su hermana, yendo al sofá para tomar asiento y comenzar con algo de reserva:
–Directora, ¿Puedo preguntarle algo?
La adulta sonríe del lado opuesto, ennumerando:
–Primero, ya lo hiciste. Segundo, dime Topanga. Tercero, por supuesto, así que dispara.
–Hipotéticamente hablando – adelanta primero, susurrando luego: –, ¿Cómo descubres que se está... Enamorado de alguien?
–¡Caramba! – dramatiza para relajar a la menor apenas percibe su nerviosismo – Es complicado explicarlo. Más bien es algo que simplemente sientes.
–Pero deben de haber señales.
–Las hay. Desde mi experiencia, te cuento que deseas estar con esa persona la máxima cantidad de horas posibles, charlar de todo y olvidar el resto – formula tras unos segundos pensativa –. Si bien puedes añorarlo con una amistad, en este caso en distinto, lo notas tú mismo. Igualmente el tiempo se detiene, y sientes ese montón de hormigas dentro de tí con esa persona
–Elefantes e insectos...
–Sí, digámoslo así – ríe enternecida por lo ocurrente y repentinamente penosa que es la rubiecilla que conoce desde hace tanto con un tema así. Retoma su oración: –. Oh, experimentas un casi infarto de lo rápido que va tu corazón. Es cliché y cursi, pero es cierto.
»Incluso los defectos de esa persona te parecen lindos, los aceptas, y sus virtudes te encantan aún más que las de cualquiera – escapa una boconada porque ella misma estaba viviéndolo con el padre de la chica con la que charla, precisamente –. La atracción física aumenta, y la añoranza de, bueno, ya sabes – expresa con un tono más divertido –. A veces ni logras controlar tu cuerpo, reacciona por su cuenta, y dejas de pensar en algunas circunstancias.
La adolescente estaba atenta a todo, abrazando uno de los cojines y perdida en su mente, porque estaba dándose cuenta de sus sospechas, y no sabe muy bien cómo tomárselo.
–Ya... Veo.
Hubo otro silencio entre ellas, roto por la mujer con suave comprensión:
–Maya, ¿Estás enamorada de Lucas?
–Nunca sentí ninguna de esas cosas que dijiste, hasta que el idiota apareció – confiesa con una risilla tambaleante –. ¿Es malo?
–No, no lo es. Es una de las cosas más preciosas que vivirás, no le temas – expresa con total dulzura, comprendiendo lo complicado que le era el asunto; desde que se hicieron cercanas descubrió lo difícil que le es permitirle acceso a otros en su corazón, y más siendo la primera vez que se enamora realmente –. Si sales lastimada, al menos tendrás los recuerdos. Te arriesgaste y ganaste algo valioso.
Maya sonríe con una mueca de escépticidad.
–No creo que ese Huckleberry vaya a ser capaz de lastimarme.
–Todos nos lastimamos, aunque no sea a propósito.
–¿Papá te ha lastimado?
–Hmm, lo ha hecho – concede con voz queda –. Guardar lo nuestro por tantos meses fue una forma de hacerlo, pero yo lo he aceptado y se lo he permitido.
–¿Por qué?
–Simple, lo amo y sé que no es su intención.
Iba a proseguir con su conversación, contenta con la confesión de la adulta, de no ser porque un grito las interrumpe:
–¡Maya!
–Demonios – rechista por lo bajo – Tienes suerte de que Riley no tomara la llamada, pero ya viene.
–Entiendo, llamaré al consultorio de tu despistado anciano.
–Nos vemos en el baile.
–No le diré nada.
La menor sonríe con mayor amplitud.
–Perfecto.
Riley entra en escena al momento que su hermana cuelga la llamada, acercándose con una mascarilla muy chistosa en su rostro, con aire caprichoso.
–¿Por qué no me contestabas?
–Estaba charlando con un desconocido que se equivocó – de pie, va a entregarle el aparato, con despreocupación –. Ten, te toca llevárselo a papá al trabajo.
–¿Por qué yo? – gime quejumbrosa – Tengo que hacer muchas cosas para esta noche.
Maya se burla, yendo a las escaleras:
–Entonces apresúrate, yo lo hice la última vez.
Farfulla para sí, consiente de que las dos tienen muchos temas pendientes, que, claramente, evaden para evitar dañar la noche. Se limita a seguir las órdenes con pereza y dándole insultos a su padre por ser tan descuidado.
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–En serio estoy presenciando como mi hijo se prepara para asistir a un baile por una chica.
–Gracias por prestarme tu corbata – corresponde la sonrisa al cruzar miradas en el espejo del baño. Él mismo no lograba reconocerse, yendo tan dispuesto a un evento social tan cursi y cliché como lo es el baile de graduación, menos con aquella pinta que se cargaba –. ¿Es demasiado patético?
–En lo absoluto, me hace feliz – va hasta su hijo y arregla el nudo un poco mejor, liberando el aire cortamente –. Maya es aún más extraordinaria de lo que me la describiste.
Asiente al segundo.
–Lo es.
Brad pone una mueca desaprobatoria.
–No merece en lo absoluto lo que hiciste.
–Razón por la que regresaré el dinero esta noche – informa tras ponerse serio frente al hombre –. Se lo daré al bastardo después del baile.
–Me parece lo más sensato – aprueba, trayendo a colasión una interrogante más: – ¿Le contarás a ella todo?
–No tengo motivo para hacerlo – musita primero, prosiguiendo con un quejido –. No me veas así.
–La honestidad siempre debe estar por encima en cualquier relación, hijo.
–Pero no quiero herirla.
–¿Y si se entera de otra manera? Sería peor y más doloroso, ¿No crees?
–No lo hará – la mera idea le revuelve las entrañas. Sacude la cabeza en su sitio para borrar las innecesarias imágenes en su mente –. Nadie se lo dirá.
–Bien, confío en tu juicio – se rinde con una palmadita cariñosa en el hombro del adolescente, alisando además el traje en las arrugas diminutas–. Invítala más seguido, me gusta mucho.
Los ojos verdes brillan de una manera especial, tanto como su sonrisa involuntaria e irremediable.
–A mí más.
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Corey coordinó un cambio de planes repentino con su pareja, pues esta a última hora le dijo que aquel día no lograrían verse para contarle a su hija menor sobre lo suyo; se decepcionó un poco, pero lo aceptó, y hasta cierta medida le alivió el retrasar el dolor de cabeza que se vendría con la chiquilla.
Ahora se mantiene haciendo crucigramas en el sofá de la sala, esperando la hora de la cena para pedir algo a domicilio. Claro, sus planes se ven afectados cuando oye unos tacones procedentes de las escaleras.
–¿A dónde vas?
–Al baile de graduación.
–¡Ja! Buen chiste – tras una pausa, deja de sonreír y encara a la rubia, quedando perplejo por su aspecto. De inmediato se pone de pie –. Espera, ¿Es cierto?
–¿No vas a decirme algún cumplido ridículo? – bromea dando una vuelta en su lugar, causando movimiento en sus mechones y en el vestido rojo –. Vamos, me tomé el tiempo para arreglarme decentemente esta noche, papá. Incluso uso tacones medianamente altos, sabes que los detesto, así que dame créditos.
–E-es que t-tu, si tu vas a...– sus balbuceos se cortan por otro par de tacones mucho más ruidosos procedentes de los escalones, y ahora su otra hija se une a la escena con una sonrisa radiante que le hace verlas a ambas con ceño entrecruzado –. Oigan, oigan, ¡Es una emboscada doble!
–Gracias, también te queremos, pá.
–¡Explíquense, ahora!
Las hermanas comparten miradas para terminar suspirando. La mayor toma la palabra primeramente:
–Debes confiar en las dos por igual, ¿Bien?
Él mega inmediatamente.
–No me preocupo por ti, sino por tu hermana. ¿Con quién ira?
Riley muerde su lengua, consiente de que por más frustración que sienta, no debe soltar algo que lastime a su hermana; puede decirle que su hija más madura fue más ingenua y ya durmió con un cretino asqueroso, que ella no cayó primero ni lo haría ahora, sin embargo, sería cruel y desconsiderado.
Opta mejor por ponerse al frente, impidiendo que Maya la defienda - como estaba a punto de hacer-, y espeta:
–Si le das la oportunidad de presentarse, lo sabrás. Maya también tiene una cita que es perfecta para ella, ya lo conoces, por lo que te pido que te tomes el tiempo de conocer al chico que me invitó y lo caballero que es, ¿Ok?
Cory queda mudo, nunca vió a la castañita dirigiéndosele de tal forma tan responsable, y madura. Justo ahí, el timbre suena y Riley va a abrir. Ella le sonríe a un muchacho con un par de ojos café que se iluminan de manera especial al verla.
–R-Riles, luces...Wow, estás – titubea con una risita nerviosa que imita la chica. Se espabila y le extiende torpemente la cajita con el ramillete a juego con su vestido color manzana verde –. Pensaba que este arreglo era precioso, pero lo opacas por completo.
Maya hace un sonido asqueado a pesar de que por dentro brinca de felicidad por ver a su hermanita contenta y sonriendo como una niña frente al geniecillo, sobretodo porque siente que no es como el resto de los idiotas que la buscan con doble intención. Observa como ambos continuan y su padre permanece con ese ceño arrugado, hilarantemente, y de brazos cruzados.
–Si me disculpan, un vaquero me está esperando allá afuera – interrumpe con serenidad –. Adelantándome a que digas algo, él manejará mi auto porque sigo castigada y soy buena chica – da un beso fugaz en la mejilla del hombre y luego va hasta la parejita, guiñándoles –. Suerte, confío en que sabrás artes marciales avanzadas, chico Einstein.
Farkle queda con las frases atoradas en la tráquea en lo que la rubia se marcha, finalmente fijándose en el adulto que espera su defensa con un rostro intimidante. Toma aire y carraspea para acercarse, limpiando disimuladamente el sudor en sus manos.
–Buenas noches, señor Matthews. Mi nombre es Farkle Minkus – extiende su palma cordialmente, el hombre la examina antes de aceptarla con más fuerza de la necesaria. Su novia separa el agarre al jalar su brazo con cuidado, mirándole con claro nerviosismo –. Mis intenciones...
–Ve al grano, chico.
La menor ruega entre dientes:
–Papá, por favor.
Minkus se adelanta, calmandola con una sonrisita.
–Está bien, dejamelo a mí – al ser correspondido, traga sus nervios y toma valentía para ver al de cabellos rizados –. Desde que conocí a su hija se volvió alguien especial para mí. Yo nunca la lastimaría ni le causaría algún daño.
»He querido venir a hablar con usted desde hace un tiempo, y si no lo hice fue porque ella me lo pidió, y como verá, respeto su opinión. Riley es una chica maravillosa, aplicada, madura y capaz, me lo ha demostrado, y si me lo permite, sólo deseo llenarla de alegría esta noche yendo al baile. No piense que busco...
–C-creo que está bien así, cariño – acorta con una risita timida, examinando a su padre con detenimiento –. Papi, Farkle es un gran chico. Prometo que vamos a volver antes de...
–Vayan, irán tarde – al descolocar a ambos jovencitos, refunfuña sin verdadero enojo: –. El baile ya empezó, vayanse antes de que me arrepienta o les quede menos tiempo.
–¡Oh dios mio, gracias! – Riley no controla su euforia y besa el rostro de su progenitor con rapidez, tomando la mano de su novio y saliendo –. ¡Te amo, papi!
Corey se queda en el sitio, sonriendo con una negativa y observando a sus hijas partir para el baile con dos jovencitos que -admite para sí mismo- no son tan malos.
–Creanme que las amo mucho más, pequeñas revoltosas.
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–¿Vas a quedarte babeando o vas a decirme algo, Huckleberry?
–Joder – es lo único que sale, causando que la rubia muerda sus labios rojizos para contener una risa. Lucas trata realmente de salir del hechizo, sonriéndole y escaneandola nuevamente–. Quise decir, wow.
–Wow para tí también – imita con un ligero sonrojo, soltándole el moño a su corbata un poco, ocasionandole una risilla al alto –. ¿Dónde conseguiste el traje?
–Ah, algo que tenía por ahí – se encoge con diversión –. ¿Dónde conseguiste el vestido?
–Ah, algo que tenía por ahí – repite de misma manera. El joven ahora saca algo de su traje, mostrándole un ramillete como lo hizo Minkus con su hermana dos minutos atrás. Sonríe aceptando el arreglo con una rosa color roja que va idóneamente con su vestido –. ¿Las arrancaste del macetero de tu vecina?
Lucas nega con un guiño.
–La compré, rubia. Me alegra que acertara con el color.
Maya bufa con leve asombro.
–El rojo es mi favorito. Es increíble como aciertas con todo lo que me gusta.
–Intuición – atina con la mirada en otro sitio, apartando el mal sabor de boca cada que le recuerda inconscientemente sobre la lista que usó semanas atrás. La mira de nuevo y le coloca el ramillete en la muñeca con delicadeza –. Ahora sí somos una pareja típica de adolescentes en una comedia romática.
–Mi meta en la vida – concede con complicidad – ¿Listo para el baile?
El Texano le tiende el brazo con aire elegante.
–Por supuesto, Madame.
Con una carcajada, la acepta y se van hasta el auto, manejando rumbo a la escuela. No les toma demasiado, vive algo cerca, y cuando entran al gimnasio con montones de decoraciones empalagosas y música alta, no logra creer que estaba verdaderamente en el baile de graduación al que tanto criticó.
Ahora viendo que va del brazo de Friar y que pasa desapercibida entre la multitud, comprende cómo todo ha cambiado en aquellos casi dos meses, sorprendiendose al darse cuenta de que no le importa en lo absoluto.
–¿Que no es esa tu amiga?
–¿Smarcks? – sale de sus divagaciones al toparse con una pelinegra perdida entre la gente. Se encamina más cerca y la llama más alto: – ¡Hey, Isadora!
–¡Maya, demonios! – exclama con asombro, abrazándola con una risita efusiva – Luces hermosa.
–Igual tú – corresponde de misma forma –. ¿Le robaste eso al armario del club de teatro?
–Me lo regaló William aquel día, pero no lo recuerdas porque este chico te tenía obstinada.
–Oh, ya recuerdo.
–¿William? ¿Shakespeare? – Friar se une a la conversación con su sarcasmo a juego con el de Hart, pasando su brazo por el hombro de ésta con naturalidad – Juraba que estaba muerto hace siglos.
–No lo está, es otro William – Maya sonríe a costa del alocado moreno que está en la tarima junto a la cantante del show. Señala al mismo para que su amiga lo capte –. Ya no esperes a tu Romeo, Julieta.
La de lentes jadea emocionada, esperando a que su cita baje por las escaleras a su encuentro. Camina hasta este y recibe un beso en el dorso de su mano, tan dulce como caballeresco de parte del sureño.
–Para usted, mi bella doncella – extiende su propio arreglo floral a juego con el vestido de su Julieta, sonriéndole embobado –. Estás perfecta.
–Gracias, mi caballero – concede con mismo actuar embelesado, sonrojándose –. Tú igual.
La pareja de cabellos claros les detallan con gracia a unos pasos de distancia, contentos por ellos.
–Hay alguien para todos realmente.
Maya justo se cruza con su hermana en ese momento, viéndola llegando para bailar con su cita, tan risueña como hace mucho no la apreciaba.
Ambas se miran y sonríen.
–Sí, supongo que sí, Lucas.
–No seas cruel conmigo, pudiste habermelo dicho.
–Lo habrías impedido, y merecías una lección.
–¿Te pusiste de acuerdo con Maya cuando dejé mi teléfono esta mañana? – entrecierra sus ojos –. Ustedes dos son una dupla peligrosa.
–¡No seas dramático, Matthews! – carcajea del otro lado de la llamada –. Podrías estar aquí conmigo ahora mismo de no ser por lo cabeza dura que eres al querer evitar ver a tus hijas, ya casi adultas, con sus parejas. Ah, y porque prefieres esprar como todo un psicópata su llegada puntual en el sofá. Apuesto a que tienes esa absurda bata morada encima.
–No me lo recuerdes, y lo otro no es cierto – farfulla masticando los rollitos de primavera de su plato, viendo su bata, como dijo la mujer, con recelo –. ¿Todo marcha bien allá?
–Shawn ya ecpulsó a dos parejas por casi tener sexo en el baño y en la pista, yo separé una pelea entre dos novios con aspecto de idols coreanos y estoy vigilando que otro idiota no arruine el ponche con alcohol. Lo normal, ya sabes.
–¿Debería de ir?
–Ni se te ocurra, seguro lo haces por chequearlas.
–Quiero ir por tí.
–Hmm, no te creo.
–Topy...
–...Detesto cuando me llamas de esa forma – gime con un mohín –. Yo quisiera escaparme de aquí e ir contigo. Es mejor plan, confía en mí.
–Bueno, tal vez... Espera, sonó la puerta – excusa, dejándo el aparato en espera mientras se direge a la entrada con pereza. Al abrir la puerta, da una mueca extrañada ante el adolecente con esteroides y con cara de pendejo ricachón que le sonríe arrogante –. Eh, ¿Te perdiste, Superman?
–¿Es la casa de Riley-belleza-Matthews?
–Ok, te detendré ahí – alega con severidad, inconforme con esa actitud irrespetuosa y coqueta –. ¿Quién eres y por qué buscas a mi hija?
–Señor Matthews, soy la cita de su hija – sonríe de nuevo, peinando su cabello estéticamente arreglado –. Me gusta llegar tarde a los bailes porque es donde empieza la diversión, pero prometo traerla en mi auto a las tres.
–El baile acaba a las doce, genio – indica de manera borde –. Además, mi hija ya se fue hace una hora al baile con su cita.
Charlie se congeló con su expresión en el sitio, creyendo haber oído mal. Chequeando que el hombre con nada de sentido de la moda le dijese la verdad, y viendo como este le tranca la puerta en las narices, resopla con indignación, apretando los puños y analizando el desplante en pleno porche.
Dentro del hogar, el de cabellos oscuros vuelve a la llamada:
–¿Soy yo o era la voz de Charlie Gardner?
–Si hablas de un chico insufrible con acento falso y británico, sí.
–Sip, el mismo. ¿Que quería?
–A Riley – masculla al analizar el transfondo –. Creo que metí la pata, cariño.
–Mierda, creo que tendré que prepararme pra otro drama juvenil absurdo – gruñe golpeando con su mano libre el brazo de un desvergonzado que quiso dañar su ponche con alcohol, otra vez –. Gracias por ello, cielito.
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–Pff, el baño estaba repleto de chicas retocandose – sisea al reunirse con Friar – ¿Me perdí de algo?
–Nop, estás justo a tiempo.
Iba a cuestionar su comentario, sin embargo, las aclamaciones entusiasmadas y el bullicio la interrumpen para presenciar a los artistas que acababan de presentarse en la tarima, iniciando la melodía de una canción que amaba. Incrédula, dió un grito emocionado en su sitio, cubriendo su boca al analizar lo que estaba aconteciendo en sus narices.
–¡Paramore, dios mio! – por la risotada de su cita, gira a verle con incredulidad –. ¡¿Fuiste tú?!
–Digamos que tengo un conocido que tiene un primo, que es amigo de un sujeto que conoce a otro y le debía un favor. La banda estaba en la ciudad y pues, bien – resume con un gesto agraciado–. Pero sólo estarán dos canciones antes de que su manager los atrape y los periodistas vengan de chismosos, cosa que harán por los idiotas que estás posteando todo con fotos movidas desde primera fila.
Maya carcajea sin poder dar crédito, viendo al muchacho con una adoración genuina que este le regresa.
La cantante entona la conmovedora canción, creando un ambiente con las parejas, y la rubia no se mentaliza de que la mismisima Hayley Williams la señale a ella en lo que canta; se pierde en la música, sin fijarse en que Lucas la ve con total devoción, tomando su mentón con gentileza para propinarle un casto y genuino beso.
Maya siente un montón de cosas en su sitio, pues estaban besándose frente a todos, con una canción súper romántica con la que ridiculamente se identifica, y todo pasa a segundo plano. Se separan con una sonrisa, comenzando a bailar al ritmo tocado.
Se sienten que pertenecen, ningún problema existe ahora.
Trás finalizar la pieza, una más movida suena en el salón, bailan al son de la banda, sin darse cuenta en que la letra aproxima un futuro más cercano del imaginado...
Por otro lado, en los baños Riley espera para entrar a un cubículo, aprovechando de verificar su peinado, y se topa con la indeseable presencia de cierta chica con implantes. Suspira por lo bajo para saludar con pereza:
–Bradford.
–Matthews – la revisa de pies a cabeza con aire de superioridad–. Ví que viniste con el perdedor fenómeno de Minkus.
La de vestido verde se mofa, segura al decir:
–Pues ese fenómeno es mucho mejor partido que Gardner.
–Estás celosa de que viene conmigo – se defiende, y cuando la menor la cuestiona con una ceja enarcada, alega: –. Está algo retrasado solamente.
–Pensé que te había botado – responde sin ganas, cansada de la charla inmadura –. Igualmente es todo tuyo, te lo regalo.
Missy estaba echando chispas, así que, con toda malicia, se ríe a su costa:
–¿Sabes que me contó? Que sencillamente quiso acostarse contigo, se obsesionó. Era capaz hasta de pagarle a un idiota para conseguir que lo ayudaran contigo – expresa a la ligera –. Igual, me esforzaré más para que te olvide.
Riley hace una mueca al oírla, viendo cómo se marcha con su espantoso rastro de perfume excesivo, analizando con indignación las palabras.
Se siente mal por prestarle atención, pero aquello de que Charlie era capaz hasta de pagar por ella, le hizo eco en la cabeza. De inmediato aparta la idea, incapaz de dudar de Lucas, que por alguna razón le saltó a la mente sin motivo alguno.
–Perra...
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Parte 1 del baile, preparenseeee
¿Les está gustando? uwu
Esta es la otra que bailan de Paramore:
(Se llama That's what you get, no conseguí que Watt lo leyera, pero esa es ;;)
Por cierto, ¿Les gusta Paramore? A mi varias canciones, y Harley es bellísima *o*
Aquí están los bellos ships uwu
¡Voten y comenten! <3
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