Capítulo 12: Decision
Esperaba que su idea no acabara mal, y con ello en mente, abrió la puerta de la habitación de la menor de la casa, interrumpiendo su maratón de dramas adolescentes televisivos.
Riley por supuesto que la ignora a la primera, sin remedio ante ello, agarra el control y le apaga la televisión para captar su atención a la fuerza.
–¿Puedes al menos verme a la cara? Desde ayer estoy luchando por hablar contigo.
–¿Sobre qué? ¿Del baile que me arruinaste porque no sientes las ganas de asistir? – se cruza de brazos, acomodándose en la cama con pereza –. Es verdaderamente injusto que por tu culpa no sea posible para mí asistir. ¿Sabes cuánto tiempo estuve eligiendo un ves...?
–Lo sé – corta con sencillez, acallando a su hermana. Resopla bajito y va a la ventana de Bahía para sentarse entre los cojines –. No pensabas ir con Gardner, ¿Cierto?
Riley hace una mueca asqueada.
–Ugh, no. Iré con Farkle, es mi novio.
Maya levanta las manos en señal de redención.
–De acuerdo, sólo confirmaba.
–¿Por qué iría con ese idiota, en todo caso?
–Porque es persuasivo, y a tí te gustaba él desde el año pasado.
–Sí, hasta que descubrí lo descerebrado y mujeriego basura que es. ¿Estás evitando ir al baile por esto?
–Es una de las cosas, pero sabes que no me gustan los eventos de esa clase.
–No tienes que restregármelo en la cara, gracias.
–Vine por otra cosa, en realidad – tantea con cuidado –. Mereces conocer el motivo por el cual me enojaba tanto que salieras con Charlie.
La menor entona con ironía:
–Porque eres inteligentemente intuitiva.
–No siempre... ¿Nunca te contó sobre nosotros? – sonríe con sorna, al obtener una negativa confundida, confiesa: – Salimos dos años atrás, en verano.
–¿Qué? – se endereza de inmediato, totalmente perpleja – P-pero lo odias.
La rubia atina con una mueca:
–Ahora lo odio. Durante aquel tiempo yo estaba pasando por muchos cambios y cosas que me desestabilizaron. Necesitaba a mamá y yo tomé malas decisiones por no tenerla conmigo. Él me dio la atención que quería y supo aprovecharlo, me prometió cosas y yo me dejé llevar como una idiota porque me gustaba como me trataba – se encarga en remarcar tras una pausa: –. Se obsesionó conmigo realmente, Riley.
–Es difícil de creerlos juntos – continúa con una leve negación, aún incrédula –. ¿Qué pasó?
La parte que más le irrita traer a colación ocasiona un lloriqueo para sus adentros.
–Nosotros, pues... Lo hicimos.
Riley entonces tuvo sus ojos abiertos a la par, exaltada en su sitio:
–¡¿Ustedes qué?! Wow, wow, espera un minuto. ¡¿Te acostaste con Charlie Gardner?! ¿P-por qué?
–Porque todos lo estaban haciendo y él dijo que sería la mejor experiencia del mundo. No lo fue. Fue espantoso, incómodo y no estaba lista, tampoco él fue muy considerado – cuenta con total desagrado, aún detestandose por lo que permitió en ese entonces y tratando de soltarlo todo con prisa –. Juré que nunca más haría algo por otros o porque los demás idiotas lo hicieran... O al menos hasta la fiesta, porque tú me insististe.
Tiene tantas interrogantes que no logra ordenarlas, así que fue de a poco andando hasta la mayor:
–¿Y por qué terminaron?
–Él se molestó porque no quise repetirlo – traga pesado, su bilis experimentando la repulsión pura –, y guardó con él fotografías comprometedoras que no tenía idea que fueron sacadas esa vez.
–¿Tiene fotografías tuyas? – palidece ante la idea, era claro qué clase de fotos guardaba sobre Maya – ¿Las...?
–No las mostró a nadie, y tampoco mencionó lo de nosotros al resto. Lo nuestro lo reservó como su jodido trofeo entre su grupo de pendejos. Soy como su chiste privado para él – ríe con desprecio palpable –. Le dije que si lo contaba por ahí, iría diciendo que la tiene pequeña.
La castaña se ahorra la repulsión, más concentrada en los descolocantes hechos.
–Entonces... ¿Creíste que haría lo mismo conmigo?
Sisea con vehemencia al opinar:
–Si logró hacerlo conmigo, ¿Quién lo impediría de hacerlo contigo, Riley? Eres muy inocente.
–Pero no soy tan ingenua
Yo no soy como tú.
Maya frunce su ceño, bastante ofendida.
–¡Riley! Me preocupaba que no te hiciera lo mismo.
La nombrada se adelanta con misma efusividad:
–¡Por favor! Acabas de admitir que una de las razones por las cuales no quieres ir al baile soy yo. Eres una egoísta como papá, no quieres que viva.
–¡Quise protegerte!
–¡¿Impidiendo que viva mis propias experiencias?! Ni siquiera confiaste en decirme esto, así pude evitar salir con ése cretino de conocer la historia.
–Q-quise hacerlo, pero...
–Pero querías mantener tu imágen de hija madura y perfecta, toda intachable – completa, acorralandola con sus palabras, porque una parte de ella sabe que está siendo injusta con su la ojos azules, pero sentía tanto enfado con ésta que no le es posible razonar; se limita a atacarla con todo el rencor: –. Durante todo este tiempo papá ha creído en tí, con eso de que eres más responsable que yo. Lo dejaste tenerme como la más propensa a caer en algún idiota o enredo. Resulta que eres tú quien lo ha hecho, no yo, Maya. ¿Es justo?
–Cometí un error, ¿Bien? – se pone de pie para contestarle, con la vista nublada por la frustración, el dolor, enfatizando con sus gestos – No tienes que remarcarlo, me sigue desde que sucedió. Me odio por eso, Riley.
–Claro – sisea con desgano, con voz afectada –. Es que eres tan idéntica a mamá.
La alusión causa un efecto muy fuerte en la más baja, quien no duda en alegar por Katie con un gruñido de advertencia:
–No lo digas como si fuera algo malo.
Riley supo que cruzó la línea, se arrepintió al ver la mueca dolida de su hermana, y ella misma se sintió horrible por traer un tema que es tan duro para ambas. Limpia sus lágrimas con rabia, yendo a la puerta para abrirla y señalarle:
–¿Sabes qué? Necesito que te vayas.
–¿Me estás echando de tu cuarto? – pregunta con perplejidad –. ¿Quieres que me vaya?
–Sí – confirma con un sollozo reprimido, evitando verla a la cara –. Ya vete, Maya.
La mencionada observa unos instantes más a la contraria, hasta que finalmente hace lo pedido y se marcha en silencio, encerrandose en su propia habitación con un portazo.
Riley en su lugar azota su puerta y se lanza a la cama, liberando sus lágrimas con fuerza, furiosa con su hermana mayor, con su padre, con su madre y con ella misma... Teniendo además inmensas ganas de partirle la cara al deportista que jugó con las dos.
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Se acercó al más alto una vez lo divisó en el estacionamiento a primera hora, ansioso de conocer los detalles sobre su conversación con la rubiecilla.
–No cargas vendajes ni tienes los ojos hinchados por llanto o sustancias, así que supongo que todo marchó bien con la hermana de Riles, ¿Verdad?
Friar rascó su nuca por inercia, examinando la zona antes de jalarlo hasta una parte solitaria.
–Todo salió bien, relativamente – comienza despacio –. No fui capaz de contarle la verdad.
–¿Cómo que no?– tartamudea inmediatamente –. Dijiste que lo harías.
–Fue antes de que se disculpara conmigo y me viera a los ojos con tanta confianza, Farkle – enfatiza con una angustia casi palpable; esto el menor lo notó por su expresión –. No supe qué hacer teniéndola al frente, no toleré la idea de lastimarla y... Odio imaginar que me grita su desprecio mientras se aleja de mí, ¿Bien? – se callan por unos segundos, limitándose a expulsar una boconada desanimada y una mirada suplicante –. Juzgame lo que quieras, pero por favor, no se te ocurra contarle nada a su hermana. Sé que también te pesa esto, es egoísta pedirtelo...
–Pero es importante para tí y es la razón por la que te atreves a pedirmelo – completa con entendimiento –. Lo único que necesito es que no lo arruines, Lucas. Espero que sepas manejarlo.
–Lo haré, en serio. Ni tú ni yo tenemos porque salir mal en esto – promete al instante –. Quiero estar con ella y mandar al carajo a Gardner. Nadie se debe enterar y todo será mejor así, para todos.
Minkus acepta, convenciendose como Friar de que todo iría bien de esa manera...
Más tarde, se encamina adonde una castaña se encuentra. Con un susurro cauteloso, se dirige hasta la misma mientras que esta colocaba afiches del baile en las paredes del pasillo principal, reemplazando los que mancharon o arruinaron.
–¿Estás bien, Riles?
–Tuve una discusión con mi padre y me enteré de algo horrible con mi hermana. No estoy del mejor humor ahora mismo – contesta por inercia con tono borde –. Sin mencionar que tengo un proyecto que entregar en una hora y mi compañera está ocupada con un idiota que le manosea los implantes.
–Vaya... ¿Quieres conversarlo? Digo, lo primero, lo de tu amiga no me interesa – apresura a agregar. La adolescente sacude su cabeza, sin darle respuesta verbal, a lo que se atreve a cuestionar: –. ¿Estás enojada conmigo? Porque busqué por internet lo que dijiste en la biblioteca, y no fue nada bonito.
Riley suelta el aire y finalmente voltea a verle.
–La verdad es que lo estoy, y más porque no traduciste lo otro que te dije – resalta con severidad –. ¿Por qué no me has preguntado si deseo ir contigo al baile?
Farkle parpadea con aturdimiento.
–¿Debía preguntarte? Es que pensaba que era obvio – explica, algo descolocado –. Digo, somos novios, aunque lo mantengas oculto y todo eso.
–¿Como era obvio que eramos novios sin pedírmelo? Farkle, no puedes asumir cosas, necesitas preguntármelas – reclama con un mohín exasperado –. No soy adivina.
–Lo siento, es que te expliqué que soy pésimo en estas cosas. Me tienes como un tarado – lamenta avergonzadamente. Él no comprende esos asuntos, pero a la chica le importan, por lo tanto, quiere mejorar por ella –. ¿Es muy tarde para pedirtelo?
–Bueno, acabas de arruinar una segunda propuesta... Pero acepto porque eres muy tierno – se da por vencida, sonriéndole con desgano. Acaricia su brazo en lo que informa: –. Aunque no sirve de mucho ahora, mi padre no me permitirá ir sin Maya.
–¿No va? Pero Lucas me dijo que había aceptado.
–¿Ah, sí? Igual no lo creo hasta que lo vea. No confío mucho en ella...
Lo último fue expresado con tanta tristeza, que Farkle se preocupó por lo que sea que ocurriera entre las hermanas, porque su novia tenía los ojos algo irritados.
Se dijo a sí mismo que haría todo para hacerla feliz.
–Iremos, así a ella se le ocurra no asistir – explica con entusiasmo –. Voy a ir co tu padre el sábado por la noche, le diré mis intenciones y le pediré permiso para ir juntos al baile. Es perfecto, cederá con la presión, Riley.
– ¿Lo crees? – se ilusiona, tomando su mano –¿Harías eso por mí?
–Cualquier cosa, aunque el señor Matthews salga con alguna escopeta.
La adolescente carcajea de una manera tan preciosa para su novio, que este se contagia, compartiendo despues un beso a escondidas de todos.
Quedaron en que darían a conocer su relación en el baile, sin importar quien se oponga.
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–¿Qué dices?
–Suena genial.
–Ah, entonces sí quieres que incendie el auto de tu hermana.
–¿Eh? – al voltear de prisa hasta el de ojos verdes, este se ríe por su expresión. Aparta los mechones de su rostro y suspira –. Perdón, estaba distraída...
–Porque peleaste con ella, aunque no me dijiste sobre qué. Tuvo que ser serio para tener esa actitud ausente– se apresura a aclarar :–. Digo, no tienes que decirme si no quieres.
–No quiero tocar el tema – da un quejido, jugando con los cabellos del Texano, pues tiene su cabeza recostada en las piernas. Se hallan en la dirección, sentados en el sofá de Topanga, ya que el muchacho la acompañó a ir por unos papeles que el profesor Hunter les obligó prácticamente a llevar –. Hoy tienes que ir por Ava a la casa de su amiga, no se te vaya a olvidar.
Lucas da un sonido de confirmación, cerrando los ojos y relajándose por las atenciones en su cabello. Las cosas marchan bien después de su reconciliación, a pesar de que sigue experimentando el remordimiento por mentirle, y está esperando al sábado para enfrentar a Gardner y regresarle su puto dinero.
Se le ocurre una idea de pronto, abriendo sus parpados para apreciar a la chica que le tiene suspirando como el tonto de Minkus lo hace con la otra Hart.
–¿Crees estar disponible para ir conmigo?
–¿A buscar a Ava?
El de camisa de cuadros se incorpora con un encogimiento.
–Le gustará verte.
La alumna afirma con la cabeza, sonriéndole naturalmente.
–De acuerdo, Vaquero. Irémos juntos por ella.
Los dos no tardan más en unir sus labios, iniciando un lento movimiento que les suspende en el aire. Se sienten extasiados y adictos al sabor del otro, a los soniditos que emiten en suspiros.
Cuando iban a profundizar, son interrumpidos ante la presencia de la directora.
–Nada de besos babosos en mi oficina, jovencitos – señala con los papeles listos, entregándoselos a la bajita –. No es que me moleste, pero tu padre me dirá traicionera si se entera.
–Ok, mami – se burla como venganza, ganándose una divertida mirada de la mujer y una risilla baja de Lucas a sus espaldas –. Le diré a Shawnie que le envías saludos.
–Dile que le patearé el trasero si te manda de nuevo a hacer lo que a él le toca por su trabajo.
Con una risita, la chica toma la mano de Friar y lo jala afuera de la oficina.
–Anotado, Topy.
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Tal como acordaron, recogen a la niña de ocho años en la casa de su amiga, llevándola por un pedazo de tarta y luego yendo al departamento de los Friar.
Era la primera vez que Maya visitaba aquella calle, era una de las cientos de zonas bajas en la ciudad. Insistió para ir porque el de piel bronceada estaba algo inseguro de permitírselo.
–Estás muy callado.
–No tengo demasiado que decirte ahora, rubia.
La verdad, es que Lucas estaba vagamente preocupado de no incomodar a la chica, de igual manera que se mantiene alerta a que nadie se meta con esta; con todo y que la bajita se sabe defender y tiene una expresión borde intimidante, es bastante llamativa en la zona, capta miradas y alguno que otro silbido que le hace gruñir y acercarsele en defensa.
La mantiene de la mano, él se maneja bien ahí, acostumbrado, pero no se siente orgulloso de llevarla con él.
Una vez llegan al edificio, no se atreve a despacharla, siendo cortéz para invitarla a su apartamento. Maya se mantiene ocupada charlando con Ava, no hace comentarios o caras despreciativas, lo que le relaja un poco en lo que arrivan al sitio y se adentran en este.
–¡Debo mostrate mis dibujos, Maya!
–Hey, primero lávate las manos y ordena todo en tu habitación, Mocosa – la niña se pierde casi ignorandolo, a lo que la otra rubia se ríe por lo bajo y él se limita a rodar los ojos –. Eres una mala influencia.
–Es un gran cumplido, gracias – es complice del chiste, hasta que percibe la ansiedad en el más alto. Camina hasta este y le da un empujoncito amistoso –. Oye, soy una chica ruda. Los comentarios del vagabundo en el basurero no calan en mí, Huckleberry.
–Casi le partí la cara a Joe el pirata por eso – masculla en lo que la atrae por la cintura con delicadeza, un gesto que se le hizo cotidiano en aquel instante –. No es el mejor sitio para estar.
Maya estuvo a punto de responderle, de no ser por la nueva intruición que presenciaron con un hombre esta vez:
–Lucas, salí temprano hoy y al fin me pagaron por... – el de gorra se detiene al darse cuenta de la adolescente que está junto a su hijo mayor, apenado por llegar de la nada a interrumpirles – Oh, lo siento, no sabía que teníamos visita.
–Eh, sí – el Friar menor carraspea para salir del inoportuno momento, adelantándose junto a la pintora –. Papá, ella es Maya Hart.
–Un gusto, señor Friar – sonríe con cortesía –. Lucas me ha hablado de usted.
–El gusto es mío – corresponde con un apretón amistoso a la pequeña mano tras habérse limpiado las suyas en el desgastado pantalón –. Tenía muchas ganas de conocer a la jovencita que tiene a mi hijo babeando.
Lucas tose con nada de disimulo en lo que Hart se sonroja y oculta una risita divertida. A la sala se une una pequeña entusiasmada:
–Ya me lavé las manos y no tienes excusas para robarte la atención de Maya ahora, Luke. ¡Oh, papi!
El adulto la recibe con una risa en lo que la carga en sus brazos y deposita un beso en sus mofletes.
–Princesa, ¿Cómo te fue hoy?
–¡Increíble! Maya me compró una tarta y en casa de Cindy me dieron galletas.
–¿Aún tienes espacio para la cena?
–Siempre hay espacio para la cena, papi – tras su risilla, jadea con enfasis al tener una brillante idea –. ¡Invitemos a Maya!
La aludida interrumpe con timidez:
–No quiero incomodar.
–No, no es molestia – contradice con afabilidad –. Me encantaría recompensarte con mi receta de espaguettis especiales por todo lo que alegras a mis hijos.
–En ese caso, será un placer – acepta con una sonrisita que hace saltar a la de ocho añitos una vez se libera de su progenitor. Ava le pide ir con ella a su habitación, a lo que le indica con un gesto que le diera un minuto, acercándose primero al muchacho en lo que su padre se va a cambiar –. ¿Estás bien con que yo esté aquí?
–Claro que lo estoy – modula al fin, sonriéndole ladino y dándole un rápido beso –. Te aconsejo a que vayas con ella si no quieres que te arrastre al cuarto, Hart.
Con una nueva risa, acepta el consejo y se dispone a ir con la infante, viendo sus dibujos y sus pocos juguetes. El cuarto era modesto, tiene unos cuantos stickers y una decoración variada que la hace sentir identificada con la pequeña; ya comprende porqué Lucas las comparaba en algunas cosas, y se siente bastante lindo tener algo en común con la Friar menor.
Una vez es hora de la cena, va a la cocina para ayudar en lo que se le permite, porque el padre de ambos hermanos es bastante servicial y casi no la deja operar, queriendo darle una gran atención. El ambiente es bastante ameno y hogareño, la hace extrañar los días que eran así en su propia casa, por ende, se esmera en dsfrutar y soltarse un poco.
Lucas en su sitio se limita a chequear a la chica de vez en cuando, atento a esta y sonriendo cuando la ve tan feliz en su espacio, quitándole un peso de encima. Su padre se porta excelente y agradece que tuvieran una cena digna para su invitada.
Hay risas y bromas, porque claro que se aprovechan de regocijarse a su costa; se sorprende de la afinidad que tiene Maya con su padre de manera casi instantanea. Eso le gustaba, con todo y que se burlan de él un poco.
Todos ayudan a limpiar y lavar. Ava va a ducharse y el señor Friar les deja ir a la habitación de su hijo una vez están libres.
En el sitio, la invitada se toma libertad para escanear la decoración del pequeño espacio, no pasando por desapercibido que es unos centrimetros más pequeño que el de su hermanita, y pudo apostar a que fue por propia elección del alto.
–Tenía curiosidad de conocer dónde vivías desde que te conocí – confiesa, tras sentarse en la cama –. Tu habitación es tal como imaginaba.
Lucas usa el sarcasmo en lo que se le une:
–¿No creías que tenía objetos de tortura o todo un kamasutra?
Maya bufa con un entornar de ojos.
–Dejé claro que no confío en los rumores escolares.
–¿En qué confía entonces?
–En tí – suelta sin rodeos, aunque no se fija en la mirada del otro, más concentrada en el espacio de fotografías en la repisa cercana –. Es sencillo, con cosas que te gustan, pero sin exagerar. Es más pequeño al de tu hermana porque seguramente le diste uno mejor, donde tiene una mayor vista de la calle, mientras que tú tienes una bloqueada por el edificio del frente.
–Quiero sacarlos de aquí – informa con seriedad, captando los orbes opuestos en él –. No quise traerte antes porque...
–Te apenas de mí – lo dijo como broma, pero una parte de ella se preocupa de que sea así –. ¿No?
–Claro que no. Me apeno de esto – refuta con inmediatez, la simple idea le fue absurda –. Me apeno de mí.
Ablanda su expresión, acariciando el fuerte hombro.
–Lucas, no tienes porqué.
–Vamos, vives en una zona de clase media. Tu padre tiene un buen sueldo, siempre te has rodeado de cosas más decentes y bonitas. No encajas aquí.
–No soy una princesita o algo por el estilo. Además, yo encajo donde estés tú, tonto – se mofa con diversión –. El claro ejemplo es que acabo de soltar algo cursi por tu culpa.
–Bueno, me haces decir cosas cursis igualmente, Hart – se contagia de su humor. Al menos es así hasta que la contraria se topa con unos papeles en su sábana, haciendole tensarse –. No veas...
–¿Son facturas? – abusa un poco al tomarlas, consternada en lo que las chequea por encima– Pudiste decírmelo, tengo ahorros.
–Ni se te ocurra – le arrebata los papeles con gesto borde –. Puedo solucionarlo, siempre lo hago.
–Oye, está bien... Lucas, mírame – intercede con tacto, acunando en sus manos el rostro del ojis verdes; ella comprende lo que es cerrarse cuando te acorralan, sólo que no es consciente del tormento que le ocasionaba al de camisa azúl oscuro con lo que dijo: –. Tienes una familia maravillosa, se nota a simple vista que se adoran, están unidos. No te avergüences de nada.
–No me avergüenzo de ellos, nunca lo he hecho. Mi padre trabaja como esclavo prácticamente, mi hermana se abstiene de pedir ciertas cosas porque tiene que madurar más rápido que las demás niñas, y yo estoy orgulloso de ellos.
–Y ellos de tí, como yo lo estoy. Tienes carencias económicas, pero los tienes a ellos. ¿Sabes lo que daría por recuperar eso? – sonríe con melancolía –. Mi familia está rota... Yo a veces siento que lo estoy.
–No lo estás, Maya – contradice, imitandola al sujetar su rostro con aprecio –. Juro que no lo estás.
No comparten más palabras, pues colisionan en un beso cargado de todos los sentimientos que son tan difíciles de expresar con simples oraciones. Sus lenguas se cruzan al fundirse en la unión, se pierden en el acto, cayendo en la cama despacio y experimentando la euforia en sus venas junto al torrente de sensaciones que se causan.
Las manos de la de mechones rojizos van por la espalda del alto y a su cabello, mientras que las de éste van a su rostro y a su cintura, demasiado emrbiagado con todo lo que representa la chica para él. Sus sentidos están concentrados en el otro, degustando olores, sabores y sensaciones que alborotan sus cuerpos. Los sonidos de la tela, los besos, respiraciones y jadeos presentes.
Cuando siente que el volumén continua en ascenso, se detiene y toma distancia, agitado y recobrando el aire, con la cara tan caliente como su temperatura y la sensación en su vientre. Ni qué decir de sus ahora apretados pantalones.
Maya se incorpora en un mismo estado y con mismos sentires, saliendo de la bruma pasional que les invadió y le hizo dejar de razonar; nunca le había sucedido tal cosa, permitirse fluir por instinto y no por obligación.
–¿T-todo bien?
–Sí, yo... Necesitaba parar ahora.
–Ah, ya veo – su descolocación es palpable, el chico la mira interrigante, y ella se encoge apenada –. Es raro, no pensé que quisieras frenarte.
–¿Tú no quieres hacerlo? – inquiere algo desconcertado.
–No estoy lista para más – formula cabizbaja, de pronto tímida por todo el intenso momento compartido –. Pero es inusual que un chico se detenga y no busque más.
Lucas traga pesado, porque aquello - y el cómo lo expresa-, no le gustó en lo absoluto. Le hizo sentir mal que Maya tuviese tal imágen de todos los demás; se pregunta a sus adentros qué la hacía suponer tal cosa.
–¿Crees que soy así? – cuestiona con interés –. Como los demás.
–No, no lo creo – nega de inmediato, liberando el aire –. Es que aún no me acostumbro a que me buscaras por gustarte y no por sexo o algo por el estilo. Tengo que hacerte una estatua, Friar.
Para nada la merece, recuerda para él mismo, con todo el desprecio que se tiene.
Él inhala y acomoda los mechones rubios que se le alborotaron, sonriéndole con dulzura.
–Te deseo, te necesito, oh baby, oh baby – la imitación de aquella vez le expulsar una risa a la más baja. Le besa más casto esta vez, adorando su sonrojo –. Aunque sea así, no pienso con las hormonas, y prefiero a que tú te sientas cómoda... Eso y que nunca tendría sexo con mi padre y mi hermana en casa.
Maya vuelve a reírse, conmovida por su actuar y divertida por su comentario.
–Me alegra saberlo... Pero sí quiero otra cosa – se recuesta y palmea el lado contrario disponible en la cama, viéndolo directamente –. Acuéstate conmigo un rato.
De alguna manera, la petición le suena muy valiosa y dulce, con unos orbes hermosos que le susurran vulnerables. Lucas siente un montón de cosas mientras se recuesta a su lado y la abraza por la cintura, experimentandolo más intenso que cualquier unión física; como si fuera eso que cursimente llaman "Hacer el amor", pero de una manera tan pura como nunca lo conoció.
Se acoge del olor en los cabello de ella, de su tacto y calor corporal, sabiendo que Maya es demasiado para alguien como él...
–Maya...
–¿Jum?
–Tengo que llevarte a casa o tu padre nos matará.
–¿Ya?
–No... Quédate un rato más y yo lo enfrento.
Con una sonrisa, la jóven aceptó sin refutar.
El viernes la escuela se volvió un caos, ya que al día siguiente se organizaría el aclamado baile de graduación. Los que no tienen parejas ruegan desesperados, las que no tienen vestido están con una crsis nerviosa, y los que tienen todo resuelto no dejan los parloteos sobre su noche ideal.
Fue un día tedioso para Maya, sin embargo, sobrevive y va a casa con cierto revoloteo en el estómago; estaba ansiosa, no se lo niega a sí misma, y anhela que todo marche bien con su padre y lo demás.
Le es muy duro tener que ir en busqueda de su hermana por la tarde, siendo algo obligatorio -prácticamente-, pues con todo y que no se han dirigido la palabra desde el miércoles, necesita su ayuda.
Eso y que es una excusa para reconciliarse.
–Sé que ahora mismo me aborreces más que nunca, pero esto es importante – plantea sin rodeos, parándose frente a la televisión de la sala –. Resulta que Smarckle está ocupada en el dentista hoy, y a pesar de que yo tengo un excelente estilo, quisiera tu consejo para un vestido que usar en el rídiculo baile.
Riley la observa para asegurarse de que no estaba soñando o que se burlaba de ella. Apaga la tele y se levanta con una mueca de asombro.
–¿Vas a ir?
–Dijiste que añorabas ir.
–¿Lo haces por mí?
–No, por las dos – comunica con cansancio –. Estoy agotada de discutir, y aunque odie admitirlo, sabes mejor de tiendas y descuentos que yo. Eres una compradora obsesiva compulsiva con la ropa.
–¿Eh... Gracias? – contesta con menos recelo, luchando por no sonreír –. De acuerdo, pero esto es un reto real, así que partimos ya mismo. ¿Quién diablos va de compras una tarde antes del baile, Maya?
Para evadir las peleas, la sigue con un chasquido y se une en su auto trás tomar las llaves y su abrigo. Visitan varias tiendas, comen helado y van a otras; a tal punto ya tiene unas cosas extras, a excepción del vestido, ja.
–Te dije que eras compulsiva. Ni siquiera tenemos lo principal.
–Calmate, conozco otra tienda.
–Me probé cientos de vestidos y dijiste lo mismo.
–Porque no es un vestido más, sino el vestido, Maya – apunta con suficiencia –. En marcha.
Continuaron el recorrido hasta dar con la tienda que -según Riley-, era la que no les fallaría; ciertamente Maya admite que tiene estilo y buena ambientación. Se prueba unas cuantas opciones y prosiguen entre los percheros.
–Juro que ví esto en otra tienda antes – comenta con gracia, sosteniéndo un gorro extravagante – Es espantoso, ¿Quién querría algo como esto?
–Esto me recuerda a aquella vez cuando buscabamos un traje para la boda de la tía Nancy y conseguímos un bolso lleno de chicle – agrega con una risita baja –. Es igual de repulsivo.
–Y ese mismo día arruinaste tu vestido con el pastel.
–Pero tú me cubriste diciendo que fue el primo Josh quien me ensució.
–Terminó sin pastel y castigado todo el invierno – completa el relato, carcajeando junto a la castaña. Las dos se observan unos segundos, saliendo del recuerdo y con mismo aire nostálgico –. No ibamos de compras desde...
–Desdela la última vez con mamá – afirma con un murmuro –. Así nos hemos alejado.
Hubo un silencio pesado, no se encaran por aquel período.
–Sé que me odias...
–Yo no te odio, Maya.
La nombrada se sorprende por lo veloz que respondió su hermana. Le observa con interés, porque no parece mentir en lo absoluto.
–Ni yo a tí, Riley.
Con una emoción en el fondo de su pecho, pregunta temerosa:
–¿No lo haces?
–Nunca lo haría – añade después: –. Me enoja que trates de hacer como si mamá no existe, es todo.
Riley no quiere tocar el tema en plena boutique porque se conoce; va a estallar o terminar llorando, y la misión se arruinaría.
–Oye, deberíamos charlar de esto en casa y...¡Oh, por dios!
Antes de que termine el discurso, la más alta ezclama eufórica ante una prenda color rojo que conjugó con unos zapatos. Maya se limita a entrar al probador y colocarselo, obteniendo la aceptación de su menor y la suya, porque le gustó en serio la vestimenta.
Pagan y se marchan a casa tras comprar una pizza para la cena, sorprendiendose entre ellas cuando no han peleado y hasta conversan un poco sobre sus recuerdos.
–Debes darme crédito por hacerlo.
–Bien, lo hago. Nadie es capaz de ser tan ingenioso para...
Se paralizan con las cartas que examinaban tras sacarlas del buzón -debido a que en la mañana nadie las chequeó-, y ahora que leen la letra de su madre, quedan mudas.
Estaban acostumbradas a verlas, aunque era Maya quien las leía y respondía, pero ahora estaban las dos y el tema que tocaron en la tienda volvía a abrirse...
–¿No vas a siquiera verificar cómo está? – la decepción en su tono se denota cuando Riley trata de huir por las escaleras –. Es lo que digo, la evades. ¿Sabes cuánto lo lamenta? Te menciona en todas las cartas. Sabe que no las lees pero aún así te continúa escribiendo, Riley.
–No es sencillo para mí, Maya.
–Tampoco para mí, pero no por eso haré como que mamá no existe.
–¿Crees que no soy consiente de su existencia? – explota, volteando hacia ella – Si la leo, sé que me quebraré porque no la tengo aquí para abrazarme – su voz se quiebra, por lo que pausa y toma aire–. Estoy muy enojada con ella porque no está aquí.
Maya la escucha en silencio, le lastima ver a su hermana llorando, no es su intención... Simplemente desea que recupere algo de lo que tenían.
–Sólo no está cuando la rechazas, honey – el apodo de niñas sale sin pensarlo, tampoco se arrepiente, y con este obtiene todo interés de la castaña –. Te ama, nos ama, eso nada lo cambia. No le niegues la oportunidad de recuperarte – camina despacio hasta su posición, entregándole la carta, la cual la otra toma titubeante. Suspira pesado, diciendo con total dolor: –. Aléjate de mí si quieres, pero no de ella.
Sin más, Maya parte a su recamara, dejándola sola y con un cúmulo de emociones...
Con la decisión en sus manos.
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Un poco de calma mientras viene la tormenta.
¿Opiniones? Las valoro mucho uwu
Ya el siguiente episodio será el baile, preparense, EN SERIO ;)
¿Le gustaron las interacciones de Riley y Maya? Estas dos tienen muchas cosas que conversar.
Les doy este edit de Riarkle:
Edit:
Original:
¡Voten y comenten! <3
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