Capítulo 11: Tell me something Real

–Al diablo, ¡Papá, necesitamos más veneno para ratas!  – aclama, obstinado de los roedores que destrozaron -una vez más-, algunos de los paquetes de comida en los gabinetes de la cocina. Oye los zapatos en la madera, y ante la falta de contestación, se pone de pie para encarar al adulto –. ¿Crees que si tomo prestadas las trampas del idiota del doce podamos...? 

Paraliza su propuesta en seco al captar la caja de ahorros que su padre coloca en la encimera con total seriedad

–Olvida un minuto las ratas y mira esto.

–¿Por qué revisas mis cosas?

–No evadas – contesta con severeridad – ¿De dónde sacaste tanto dinero en menos de dos meses, Lucas? 

–No lo robé ni fue por nada ilícito – graznea. Su mal genio hace que eleve demasiado su tono, por lo que masculla entre dientes, peinando hacia atrás su cabello –. Me harta que dudes de mí por haber cometido errores en el pasado.

–Empecemos a conversar entonces – enfatiza con preocupación, tratando de razonar con el menor: –. ¿Qué te ocurre, hijo? Llegaste desde ayer muy callado y como si quisieras romperle la cara a alguien. Ya no me cuentas nada, y comenzaste a fumar de nuevo. Sin mencionar que este dinero...

–Bien, ¿Quieres que te cuente la verdad? – se da por vencido, harto con cargar todo el peso de sus metidas de pata consigo mismo. Lo expulsa con rapidez: – Un pendejo me pagó en la escuela por salir con una chica que resultó ser increíblemente interesante y preciosa, ¿Sí? Y ahora no tengo idea de cómo enfrentar el hecho.

–¿Te pagó mil trescientos dólares por salir con una chica? – inquiere con indignación, procesando lo dicho – Que bastardo.

–Lo es.

–Y tú no te libras de los malos apodos. ¿Cómo accediste a algo tan bajo?

Masajea el puente de su nariz con impaciencia.

–Porque requiero el dinero, lo necesitamos.

El hombre refuta:

–No es cierto. Estamos bien, y si te refieres a la universidad...

–¡No voy a ir ala universidad, pá! – corta ya ofuscado –. No puedo costeármelo, y estoy harto de verte romperte la espalda diciendo que todo marcha bien cuando ni siquiera hemos sido capaces de pagar el alquiler desde hace dos meses – ablanda su semblante percibiendo que fue muy duro con el hombre. Aparta el rostro, sin ánimos, apenas susurrando: –. Es una fantasía, y de ellas no se vive.

–¿Planeabas irte con esto a trabajar con tu tío? – formula tras un breve silencio, demasiado decaído por la situación – Lucas, no eres un mal muchacho como lo aparentas, pero te empeñas en a veces sabotear tu vida, hijo. 

–No tengo opción.

–Y lamento no ser capaz de ofrecerte algo mejor, por ahora.

Lucas busca arreglarlo, pues no era su intención pagarla con su padre y hacerle sentir mal, en lo absoluto.  

–Haces todo por nosotros. No te culpo, ni tampoco sería justo. No tengo derecho a reclamarte nada cuando nos has dado cuánto has podido, papá.

Aclara enseguida: 

–Lo haré siempre.

–Y yo puedo ir luego. La universidad no es obligatoria, pá.

–Tienes razón con lo primero, aunque no me refiero del todo a la universidad, sino a otra clase de autosabotaje – indica, captando de nuevo los orbes que le estremecen al recordar lo idénticos que son a los de su difunta esposa –. Si tienes un conflicto, es porque te gusta la chica, mucho más de lo que reconoces, ¿No?

–Ahora mismo tengo un desastre en la cabeza con su nombre grabado – masculla con total culpa –. ¿Algún consejo?

Brad se toma un momento para darle un apretón afectuoso en el hombro, sabiendo que el mejor consejo que le puede dar como padre es:

–Confío en que sabrás elegir lo correcto, Luke.

Lucas suspira, queriendo preguntarle a su padre:

¿Cómo sabe lo que es correcto a tal punto?

---


Corey casi tuvo un paro cardíaco al oír que la puerta sonó junto a la voz de Maya; tan pronto como le fue posible, apartó a la mujer de su cuerpo y le lanzó una petición de esconderse en el baño.

Topanga lo ve mal, ofendida por el trato que le dio y lo asustado que luce.

–No soy una secretaria o algún engaño, tarado.

–Pero eres la directora de la escuela de mis hijas.

–Esto es verdaderamente absurdo, Corey.

–Por favor, Topy...

–¡Papá, no tengo nada de ganas de estar en este hospital un minuto más, abre ya!

–¡V-voy, hija! – con una mirada suplicante logra que la otra se rinda y vaya al baño. Se arregla el cabello y la corbata para aclarar la garganta e ir a abrirle a la menor con una sonrisa nerviosa –. Hija, que sorpresa.

–Literalmente te escribí un mensaje diciendo que vendría a traerte el almuerzo – usa un tono obvio, entrando y depositando en el escritorio de caoba la bolsa de comida –. No vuelvas a ser tan despistado. No tengo nada de ganas de salir de casa con toda la tarea que me aplasta.

–Bueno, tu hermana pudo venir.

–Riley está en casa de una de sus compañeras haciendo un proyecto. Buen truco para hacerme darte los detalles de su paradero.

El adulto chequea a la adolescente con duda, porque luce desanimada desde ayer, y obviamente no se enteró sobre lo que ocurrió con Friar una vez llegó a la casa. Se arriesga a inquerir:

–¿Por qué te ves tan mal?

–Vaya, gracias – ironiza con un siseo –. Dudo que te interese conocer los detalles de mi vida supuestamente amorosa.

Cierra la boca al captar.

–¿Supuesta?

Sonríe con falsedad.

–Sí, porque no hay nada de amor en ella.

–Yo te amo.

–No es consuelo, papá. Como sea, me largo.

Conociendo que era caso perdido, la deja irse por la puerta, y transcurrido un tiempo prudente, le indica a la mujer que salga.

Topanga está enfadada con él, es obvio, lo suficiente como para darle un empujón al pasarle de largo.

–¿Dónde vas?

–A mi departamento para ver un maratón de comedias románticas y Jane the virgin.

–Topy, no te vayas – gime, intentando sujetarla –. Lo siento, ¿Sí?

–¿Hasta cuándo? – exige con frialdad – Cada vez que lo arruinas te oigo decirlo y no terminas por solucionar el claro temor que le tienes a tus hijas.

–No les tengo miedo.

–Ni siquiera fuiste capaz de enfrentar a Maya e insistirle para saber qué tenía. Digo, claramente le ocurrió algo – acusa al soltarse del agarre –. Corey, esto es serio para mí. No un acostón o algo casual.

–Para mi igual – afirma con vehemencia, acunando su rostro y odiando verlo triste –. Tienes razón, y juro que...

–No, no me prometas cosas que no cumplirás.

–Lo haré – reafirma –. El fin de semana les diremos.

Topanga escapa una sonrisa.

–Es el baile de graduación, tonto.

–Ellas no irán.

–Lo dudo. En todo caso, soy la directora, estoy obligada a asistir.

–Iremos juntos entonces trás decirles.

–¿Lo juras?

–Lo juro... Ven aquí.

La pareja comparte un beso nuevamente, retomando lo que ocurría minutos antes de la interrupción...

sin embargo, no esperaban que la puerta se abriera, esta vez, sin ningún aviso previo que les alertara.

–Papá, ¿Viste mi...? – Maya para en seco, procesando lo que acaba de presenciar entre los dos mayores que se alejan con ojos abiertos a la par, como los suyos – ¡¿Directora Lawrence?!

–¡P-puedo explicarlo!

–¡Ella me acosa!

–¡Corey!

–¡Papá!

–¡Ya, de acuerdo, no griten! – detiene con un gesto de sus manos. Toma aire y observa a las dos mujeres que le exigen explicaciones –. M-Maya, hay algo que tengo que decirte.

–Oh, bueno, ya veo que es así – con su filoso sarcasmo, va a sentarse en el sofá, regresándole la mirada demandante –. ¿Por qué te estabas besuqueando con la directora de mi escuela?

–Maya, íbamos a contártelo – intercede la mencionada, preocupada de no causarle problemas a la familia –. No te enojes con tu padre, hazlo conmigo.

–¿Enojarme? – arruga el entrecejo en desentendimiento–. No estoy enojada con ninguno de los dos.

La pareja titubea, no muy seguros de lo que acababa de decir la jovencita que les detalla con calma.

–¿A-ah, no?

–¿Tengo motivos?

–Pues, no pensé que tomarías bien que salga con alguien que no sea...

–¿Mamá? – ahora lo comprende, su mayor evade su mirada, a lo que indica con suavidad: – Ustedes se divorciaron porque se los supliqué, ¿Lo olvidas? Era consiente de que ambos no se amaban como antes y que esto era posible, papá. No soy nadie para impedirte que continúes con tu vida, ni siquiera por ser tu hija tengo tal derecho.

Topanga sonríe con agradecimiento.

–Wow, en verdad eres mi alumna favorita. 

Maya le regresa la acción.

–Y tú eres mi ídola. Vaya estilo el escabullirte en el consultorio del padre de dos de tus estudiantes.

Las dos se carcajean en lo que el único hombre en el sitio sale de su aturdimiento.

Estaba conmovido, y a la vez se siente un estúpido.

–Estoy algo perdido... Estuve ocultando esto porque estaba seguro de que no lo tomarías bien.

–¿Seguro que me lo escondías a mí?

–Amas a tu madre.

–Lo hago, y te amo a tí. Quiero que sean felices – reconoce con total transparencia. Va hasta el otro y toma su mano, sonriéndole un poco –. No soy una niña, y Riley tampoco lo es. Aunque con ella sí será difícil.

Corey libera el aire con derrota.

–Es de lo que realmente tengo miedo.

La rubia remarca:

–No la perderás, ni a mí. Lo que sí, es que debes estar preparado para su drama de niña malcriada.

Corey cierra un párpado con cara agraciada.

–¿La controlarás por mí? 

Maya le sigue el juego.

–Hmm, ¿Qué tengo a cambio?

–¿Qué quieres? – inquiere con diversión.

Obtiene la respuesta más satisfactoria e inusual de parte de su hija:

–Un abrazo.

Topanga presencia una de las escenas más conmovedoras de su vida, pues a pesar de que padre e hija tienen muchas cosas que arreglar aún, es bueno verles resolver una. Se une a ellos un segundo, ya que justo una enfermera le pide al doctor asistir a alguna emergencia que le saca del consultorio y las deja a las dos solas.

Aprovecha de tal manera para preguntarle a la rebelde lo que le ocurre.

–No porque soy la novia de tu padre quiere decir que no continúo siendo tu consejera escolar, linda. 

–Que decirte, todo es un desastre – inicia con un chasquear desganado –. Te conté sobre Friar y yo la semana anterior, y ayer ya se jodió todo.

–¿Discutieron?

–Ayer, después de la mejor cita que he tenido en esta vida – expresa con frustración –. Le conté de mi madre, de cosas personales y nos besamos. Todo iba de maravilla.

Asiente con entendimiento.

–Y la cagó.

–Lo hizo en grande. Dijo que necesito terapia porque cuestioné sus motivos para ir al baile conmigo, rompió su promesa de no fumar como el jodido Popeye, y además no me ha llamado siquiera para disculparse por ser un cretino.

–Pff, ¿No hay más? – bromea para aligerar la carga de la menor. Funciona un poco por su risilla –. Escucha, los dos son igual de temperamentales cuando los orillan, es fácil de predecir. Sin embargo, támbien se nota que se gustan demasiado – opina con experiencia –. ¿No has pensado que no te ha llamado porque le da vergüenza? O sigue molesto y quiere que tú te disculpes.

–¿Yo? – se exalta – Él fue el idiota.

–Lo fue, pero igual tú lo heriste – la señala con ligereza, logrando que la comprendiera y sus humos se bajaran finalmente. Esta vez, atina a peinar los mechones que se le escaparon de su coleta con dulzura –. ¿Qué tiene de malo que desee asistir contigo al baile, Maya? 

–No lo sé – murmura, jugando con sus dedos –. No es algo típico en él.

–Puede que tú le hicieras cambiar de opinión. Los dos se merecen una disculpa, en mi opinión. Ninguna relación es de una sola persona.

Maya se defiende con un titubeo:

–No tenemos una relación...

La adulta la acusa con gracia:

–Pero eso añoras. No me mientas, yo de eso.

Uniendo los puntos, la mayor le dió un mejor panorama y la hizo captar que no tenía del todo la razón para estar tan furiosa con el chico. El pensar que le lastimó cuestionándole, la hace sentir como una completa tonta, así que se aseguraría de tomarse el tiempo para arreglarlo.

Le sonríe en agradecimiento a la novia de su padre.

–Gracias, directora Lawrence.

La aludida le guiña en respuesta.

–No hay de qué, señorita Hart.

---

Lo primero que su periférico capta, es a un mucho más fuerte que juega con su yesquero y fuma con mirada perdida en las gradas deportivas. Esto causa que arrugue su expresión y vaya a paso apresurado hasta este.

–Eh, mala idea. ¿No habías descartado el fumar?

–Lo retomé por una recaída – contesta de mala gana, guardando el yesquero en sus manos –. Igualmente no hay nadie alrededor.

–Ok, pero si Maya te ve...– se fija que la mención le hace dar una mueca; el hecho le confunde y decide cuestionar: –. ¿Ocurrió algo?

–Peleamos después de tener una cita el viernes – acorta, sin ganas de traer a colasión los detalles –. No cruzamos palabras en todo el fin de semana.

El de cabellos más oscuros se alarma:

–¿Q-qué? No, no puedes pelear ahora. Tienen que ir al baile

Friar suelta un quejido en lo que talla sus ojos con cansancio.

–Pues ella no tiene planes de asistir conmigo, ni con nadie. Repudia el baile, lo siento.

–Lucas, lo prometiste.

–Lo hice, sí. A ti te lo prometí, como al idiota de Gardner – gruñe entre dientes. Por la interrogante en la expresión contraria, aclara: –. Me pagó quinientos más para llevarla conmigo. Planea invitar a Riley.

–Hijo de perra – farfulla, apretando sus puños –. Era de esperarse. 

–Ignoralo, Minkus. Sin duda Matthews te escogerá. 

–Pero no irá si su padre no ve que su hermana va con ella. 

–Conversalo con él. Bah, no sé, Farkle.

El nombrado entra en la realización del estado del mayor, así que toma asiento a su lado finalmente, cauteloso.

–¿Está todo bien?

–Sé que te preocupa lo de Riley, pero no puedo hacer mucho más.

–Pregunto por tí, me preocupas – contradice con genuinidad –. Son las ocho treinta y estás fumando como Marín, alejado del resto y sin intimidarlos.

–¿Lo hago? – le regresa el gesto –. El preocuparte.

–Eres mi amigo – confirma con una sonrisa amigable –, con todo y que aún me intimidas un poco.

–Gracias – logra al menos sonreír un poco en respuesta, hasta que vuelve a lo que le tenía hecho un lío. Se pone más serio y toma una boconada –. Creo que me impliqué demasiado con ella...

–¿Con Maya? – le toma un tanto desprevenido, aunque ya sospechaba – Quiere decir que, ¿Te gusta de verdad?

–Nunca me sentí con nadie como con ella, jamás. Es tan genial, y tan honesta. Es original y terca, como hilarante – ríe sin gracia alguna, lanzando el cigarro al suelo y pisandolo con toda frustración –. Me contó cosas profundas, y yo le pagué mencionando el baile, porque fui tan idiota como para conocerla por un estúpido niño caprichoso que quiere meterse en la falda de tu novia.

–Vaya, que apoyo – masculla cabizbajo. Ante la mueca de disculpa del otro, suspira tendido –. Quieres ir con ella al baile, ¿Cierto?

–Sí, así de perdido me tiene – toma la libertad de burlarse de sí mismo, aunque el mal sabor de boca viene de su miedo: –. Si se entera de la verdad, me va a odiar.

–No pienso que te odie. Es obvio que le gustas también – indica tras unos segundos, otorgándole al más alto una palmadita en el hombro –. Tal vez debas hallar la manera de decírselo.

Lucas lo procesa un poco inseguro, porque tras analizarlo todo el fin de semana, concluyó que era lo más razonable y decente; se lo debe por ser un cabrón... Sin embargo, estaba preocupado por la reacción de la rubia. 

Aún así, termina por afirmar con la cabeza.

–Sí, es cierto... 

Con algo de broma para alivianar la tensión -y un deje de verdad-, Farkle le sugiere:

–Te recomiendo tener un protector ahí abajo, ya sabes, precaución.

Con un quejido, el bronceado le da la razón.

Sus pelotas pueden peligrar con la Newyorquina.

–Tiene que ser una broma – jadea para ella misma en pleno pasillo, cubriendo su boca con una mano y con la otra sosteniendo el precioso vestido que apareció en su casillero; era una replica exacta del que Julieta utilizó en el libro original de William Shakespere, tal como lo describía en la obra. Estaba nuevo y en su bolsa, con una nota pegada que fue escrita a mano elegantemente con una pluma de tinta, un toque medieval que le hizo sonreír emocionada en lo que lee: –. Lo justo para tí. Unete conmigo en el baile. Estaré esperándote, amor mío. Tu William Babineaux.

–Mierda, es demasiado cursi – Maya con su aparición hace que la pelinegra salte en su sitio. Con un entornar, completa: –. Son las diez de la mañana. Muy temprano para tanto empalago, por dios.

–Es romántico y original, no seas cruel – ríe bajito, deteniéndose al chequear la actitud de su amiga – Cuando el amor te enferma es porque algo te ocurre...

–Supongo que nuestros planes se arruinan porque irás al baile con alguien.

–Y al evadirme me confirmas las sospechas. ¿Algo mal con Lucas?

–¿Por qué todos lo relacionan con mi jodido cambio de humor? 

–Porque te gusta – formula con simpleza –. Tenía esperanza que te hiciera cambiar de idea sobre el baile.

–Me invitó – confesó con una exhalación –. Y lo rechacé.

Smarckle se sintió bastante indignada.

–¡Maya! 

–Antes de que me reproches, escúchame – interrumpe el berrinche al cubrirle la boca –. Charlaré con él, ¿Contenta?

La de lentes sonríe satisfecha una vez la liberan.

–Sólo si asistes.

Maya le giña para irse con un tono cantarín:

–No prometo nada, Isadora.

---

Cuenta mentalmente para prepararse a sí misma una vez entra a la terraza donde su progenitor se ejercita en la caminadora eléctrica. Pone su mejor sonrisa y ojitos de cachorro trás dejarle un batido en la mesita.

–Papi, casualmente estaba recordando que este sábado es el baile de graduación, ¿No es genial? 

Viendo venir el pedido, se limita:

–No.

Abre su boca y la cierra con ofensa:

–P-pero, ¡Ni siquiera me dejaste empezar mi discurso!

–Porque ya lo imagino, y el final es que te diré que no irás – simplifica, pausando su ejercicio para descansar unos minutos –. Los bailes escolares tienen un alto índice de embarazos, violaciones, y un montón de cosas que mencionan en Investigation Discovery durante los maratones que miro con tu hermana.

–¿Por un segundo puedes ser mi padre y dejar de ser tan raro? – exige con un tono molesto –. El baile es una noche para estar con tus amigos de preparatoria por última vez, besar a tu pareja y bailar un poco para disfrutar tu adolescencia. ¿Es tan malo?

–Besos y parejas, eso es lo malo.

–Farkle es tan virgen como yo, papá – enfatiza con desesperación –. Unos besos no son el fin del mundo, confía en mí.

Corey lucha contra la mirada de cachorrito de la castañita; una parte de él desea darle permiso para que sea feliz, quiere confiar en ella, lo hace.

La cuestión estaba en que le daba temor que las malas decisiones o algún tonto le arruinara la vida... Como a Katy.

–Riley, no es sobre ese chico –excusa sin más –. Tu hermana no irá.

–Porque le vale una calabaza ir, pero yo muero por hacerlo – graznea con lágrimas en sus orbes cafés –. Por Maya ser tu favorita no quiere decir que yo no valgo.

–Ninguna es mi favorita, ¿Ok? – al haber alzado un poco su voz, la menor patalea antes de irse a la casa – ¡Riley, espera!

–¡Estaré en mi habitación! 

Un fuerte portazo indica que cumplió su acción. El hombre escapa el aire y justo su otra hija se asoma, con brazos cruzados.

–Esta vez, le doy un poco de razón a ella – opina para ganar su interés –. Iré con ella.

–¿Lo harás?

–Es hora de hacerlo, soy su hermana mayor – aquello lo dice más para su persona, caminando hasta la puerta con stickers aniñados y rosados que le sacaban una sonrisa involuntaria. Toca despacio al inicio –. ¿Ya terminaste tu rabieta?

–¡Lárgate, no quiero burlas ahora mismo!

Maya respira profundo, no le gustaba nada presenciar los sollozos del otro lado. Se decide sentarse recostada de la madera -como cuando era niña y su hermana se negaba a verla cuando estaba enojado con ella-, en silencio acompañándola, porque al menos de esa manera no se rechazaban y sentía que la apoyaba.

Lo que ella no tiene idea, es que Riley hacía lo mismo con ella... Desde el lado opuesto.

---

Tras la pelea de la noche anterior, la menor de las Matthews estaba bastante temperamental. Todos lo percibieron en la escuela, pues ella era una chica dulce y sonriente, y ahora tenía un suéter purpura de gato, una coleta, tenis gastados y una cara de querer asesinar a todos; muchos la comparan con su hermana mayor, quien aparentemente cambió almas con esta, ya que al contrario de Riley, Maya aquel día luce relajada y hasta estuvo sin causar problemas en sus clases.

A la hora de la tutoría de Francés, el novio de la malhumorada adolescente intenta seguirle el ritmo con las preguntas, porque ya ésta no luce como alguien que necesita ayuda; de hecho, lo superó, y se refleja en su actual charla:

–¿Puis-je vous offrir un panais? *

Non, tu ne peux pas. *

–¿Oú est le crayon de mon oncle? *

Je ne sais pas – espeta entre dientes, entrecerrando sus ojos –. ¿Cést peut-étre dans ton cul? *

–Eso no está en el libro – procesa con un entreceño fruncido, hojeando para ubicar la traducción –. ¿De dónde lo sacaste?

–Quizás de donde saqué "Laissez-moi vous poser une question, Farkle – explota, tomando sus cosas con brusquedad –. ¿Quand vas-tu m'inviter au bal?" *

Minkus queda con la oración en su boca una vez la muchacha se marcha con casi chispas saltando de su linda cabecita.

¿Estaba molesta con él? No estaba consiente de haberle hecho nada malo, y ahora se angustia por ello...

–¿Qué demonios significa "Cul"? *

---

Ya era martes y la ansiedad lo devora vivo. Se da pena ajena por sentirse de tal manera por sencillamente cuatro días sin dirigirle la palabra a la rubiecilla que le tiene enloquecido; la vió en pasillos, no se le acercó porque aún no tenía el valor con lo del viernes. Estuvo excusándose para evitar el tema, pero ya no lo soportaba, él necesitaba decirle todo el asunto.

Es consiente de que Maya pueda odiarle y dejarlo infértil -o que, en el mejor de los casos, le dé un puñetazo en la nariz y lo insulté en cientos de idiomas que desconoce frente a todo el cuerpo estudiantil-, aún así, no es como que no se lo mereciera. No estaba orgulloso con lo que hizo, iba a regresar el dinero incluso, ya lo discutió con Minkus y Babineaux aquella mañana, lo que le faltaba era proceder...

Divisa a la artista en el salón de arte, sola en lo que aparenta guardar sus cosas en la mochila, dispuesta a irse. Respira una gran boconada y se adentra al aula, captando de inmediato el par de azulejos que le ponen nervioso.

–Hola... ¿Tienes un momento para charlar?

–Eh, claro. De hecho, iba a buscarte – aporta con tranquilidad, ocasionandole al más alto una expresión de intriga que la hace sonreír ladina –. Ayer no tuve tiempo, he estado muy ocupada con las tareas y los exámenes finales.

–Igual yo, aunque no hago todo – alega con cierta gracia que la hace reprimir una notoria risa que le hormiguea con tan sólo apreciarla. Aclara su garganta para salir del encantamiento: –. ¿Qué quieres decirme?

Maya se prepara, acercándose al de cabellos claros y soltando con un tono tranquilo:

–Quiero darte una disculpa.

Lucas casi se cae en el sitio, incapaz de procesar lo que le dijo.

–¿Una disculpa?

–Sí, sobre la forma en la que dudé de tí el viernes – escapa el aire con pesar –. Siempre me has dicho la verdad, has demostrado que te importo lo suficiente como para escucharme sin juzgarme. Arruinaste tu reputación y me soportaste incluso cuando vomité como una expensadora de refresco – hace una pausa para sonreírle con suavidad –. No es sencillo para mí pedirte disculpas, pero pensé bien las cosas, y no porque a mí me parezca ridículo el baile significa que para el resto es igual. Y si te soy completamente honesta... Sería lindo ir contigo, Huckleberry.

Todo lo dicho fue como una patada directo a su pecho, mucho peor que cualquier cosa que esperó. Porque no imaginó nunca que Maya Hart se estuviese disculpándo con él, no cuando es quien debería de estar arodillado suplicándole clemencia.

Se queda sin voz, todo lo que iba a confesarle se atrapa en él como una maraña que le enferma, no tiene idea cómo es capaz de sostenerle la mirada aún a aquellos orbes tan bonitos y sinceros que le gritan confianza pura.

Porque Maya confía tanto en él, que le estaba abriendo su corazón, dándole la oportunidad de entrar y posiblemente quedarse. Él lo añora tanto, que se olvida de todo; estaba desesperado, no era capaz de aceptar que puede perderla ahora. No toleraría manchar su imágen o hacerle daño, porque hasta ahora comprende la magnitud del asunto con un fuerte golpe de realización:

Maya se enamoró de él, y Lucas de ella...

–Y-yo...

–¿Huckleberry?

La chica le llama con una risita nerviosa, esperando que diga algo, por lo que se obliga a salir de sus divagaciones, tomando una decisión precipitada basada en el repentino temor:

–Muero de ganas por estar contigo, no solamente en el baile – elige expresar, sosteniéndo su rostro casi con dolor, delicadamente, insultándose porque no merece aquello; es un egoísta, pero verla y tenerla con él, le grita que no la suelte, que no diga la dolorosa verdad. Después de todo, no tiene que enterarse, pueden seguir juntos y nadie sale lastimado, porque la quería, y era lo real –. Maya...

–¿Entonces...?

Hart sostiene su mano con nerviosismo y le regresa el gesto, su piel suave, invitandole a unir sus frentes y a cerrar los ojos para tomar algo de serenidad que sólo ella le otorga.

–Soy un idiota de primera, y juro que siempre te lo compensaré – prosigue, con el nudo en su garganta haciendo su voz más profunda –. El único que debe disculparse soy yo. No estuvo bien presionarte de esa manera, menos arruinarlo cuando acababas de confesarme algo de tanta importancia para tí.

–Supongo que te vuelvo un completo desastre – bromea con cierta ternura, alivianando el remordimiento en el ojos verdes. Lo ve tan afectado, mientras asiente con su cabeza levemente, que realmente se preocupa. Acaricia sus cabellos con una mano en su nuca, tranquilizandole –. No vayas a llorar por esto o harás que te patee, Vaquero.

–Hazlo, creo que lo merezco – no duda en decirlo, inhalando su esencia y llenándose con su tacto –. No te merezco.

–¿Qué mosca te picó? – ríe bajito, alejándose unos centímetros para examinarlo mejor –. Estoy bien, y tú igual, ¿Verdad? 

Lucas une sus labios como contestación, porque no logra formular nada sin sentirse horrible.

Maya le corresponde al segundo con un suspirito que imita, fundiéndose en lo más real que ambos tienen ahora mismo:

Un amor que estaba creciendo sin que ellos mismos lo comprendieran, como cualquier torpe adolescente que se enamora por primera vez.

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¿Cómo están las personitas más lindas de Wattpad? uwuwuwu

Canción de playlist para Lucas :(

https://youtu.be/Zgv-jhgJ9TU

Los próximos episodios estarán demasiado explosivos, no se los pierdan, porque estamos en la recta esencial del fic ;;

Valoro mucho sus opiniones, ¿Qué piensan de este capítulo? Amé la escena de Lucaya, aunque me dan ganas de llorar por lo que viene jajaja ;;;; 

El Riarkle está igual de precioso, Corpanga y Zayadora también <3 

Por cierto, la conversación entre Riley y Farkle en Francés (Riamos de esto xd) dice:

–¿Puedo ofrecerte una sopa?

–No, no puedes.

–¿Dónde está el lápiz de mi tío?

–No lo sé. Quizás está en tu culo.

– "Déjame hacerte una pregunta, Farkle. ¿Cuándo piensas invitarme al baile?"

Hablando del baile, ya es muy pronto ajidjsf Les dejo este edit:

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