Niños pequeños✨

Un dedo, sí.

Un puño, no.

Dos dedos, no sabes.

Jimin abultó los labios con pereza cuando la luz del sol se había colado por su ventana, el rayo de luz dando directamente sobre su rostro. Sabía que eso significaba que era hora de levantarse para ir al colegio, pero no tenía nada de ganas de bajar ni un pie del cómodo colchón.

―Jiminie, no puedes llegar tarde el primer día, debemos irnos―la aguda voz de su madre le hizo lloriquear, sus pequeñas manos comenzando a restregarse sobre sus hinchados ojitos, sabiendo que fue mala idea dormirse tarde por ver las estrellas que se reflejaban a través de su ventana. ―Te ayudaré a cambiarte, pero debemos lavar tu rostro y arreglar tu cabello.

El pequeño niño de cinco años no fue capaz de responder, ya que el sueño se había apoderado nuevamente de su cuerpo, manteniéndose en la inconciencia por unos minutos de más.

―Eish, este niño―dijo con una sonrisa la adulta, quien tendría que cargar al pequeño hasta el baño, para que pudiera comenzar a despertar tranquilamente y luego lavar su rostro.

A Jimin realmente le gustaba ir a clases, disfrutaba las actividades que hacía todos los días y la maestra no le parecía una persona mala. Le gustaban la hora de jugar con arcilla moldeable, con los bloques de construcción y cuando les dejaban salir al patio de juegos, siendo el columpio su juego favorito.

Lo que no le gustaba para nada era el tener que levantarse temprano.

Después de haber lavado su rostro, su madre le ayudó a colocarse correctamente los zapatos y le ató los cordones. Su uniforme deportivo estaba bien planchado y su cabello castaño peinado, dejando un pequeño espacio de su frente entre el flequillo.

―Y recuerda cariño, es bueno que quieras hacer amigos nuevos, pero tienes que atender las indicaciones cuando la maestra te diga que te sientes o que es hora de trabajar―Jimin suspiró ante el recuerdo de sus regaños el año anterior, se había ganado demasiados sellos con un loro que decía "Habla mucho en clase"

―Es que hablar es divertido, mamá―la mayor rio suave, viendo cómo su hijo tomaba su mochila e intentaba colocársela sobre la espalda, fallando.

―Y por eso puedes hablar a la hora del recreo o cuando estén jugando en el salón, pero cuando la señorita dice que deben trabajar, no se habla ¿Sí, cariño? ―Jimin hizo un pequeño puchero, pero asintió. Pasando el brazo por el agujero para poder colocarse su mochila.

―Lo intentaré, mami.

Cuando tenía todo listo para partir, bajó los escalones mientras tomaba la mano de su madre, ya que solía ser algo patoso y muchas veces terminaba en el suelo.

―Cariño, trata de no ensuciar tu uniforme demasiado. Te puse una toalla pequeña para que te limpies la carita a la hora de la comida―la madre tomó las llaves de su auto, ya que su esposo se había llevado la camioneta más temprano ese día. ―Recuerda que Taehyungie vendrá con nosotros al finalizar las clases de hoy, su madre le dio permiso para tener una pijamada.

― ¿Los demás no podrán dormir aquí? ―ambos salieron de la casa, la mayor cerrando la puerta con seguro y vigilando de reojo que Jimin no corriera hacia el auto sin esperarla.

―No pude contactarme con las otras madres, discúlpame bebé. Intentaré hablar con ellas hoy para saber si pueden hacer la pijamada el fin de semana―Jimin asintió feliz y movió sus pies en muestra de su alegría, sabiendo que podría tener más días de pijamada con sus amigos. ―Vámonos.

La adulta ayudó a Jimin a subirse al asiento trasero, colocándole el cinturón de seguridad en la silla para niños. No era una silla de bebés, era una para niños más grandes, pero siempre les mantenían seguros durante el viaje.

El pequeño castaño observaba las nubes mientras el auto se movía, acariciando de forma descuidada el llavero de perrito amarillo que colgaba de su mochila.

Estaba curioso sobre lo nuevo que habría en su colegio, sabía que el salón sería diferente, porque ahora era un niño más grande. Quería saber si tendría amigos nuevos y si el patio de juegos tenía algo nuevo.

No le interesaba mucho pensar sobre sus clases, un niño no tiene que preocuparse por esas cosas, aún.

―Bien Jiminie, tu maestra está en la entrada, salúdala lindo y amable―la adulta se bajó del auto y abrió la puerta del lado de Jimin, desabrochando el cinturón para ayudarle a bajar. ―Te veo en cinco horas.

Jimin dejó un beso en la mejilla de su madre y corrió animado hacia su maestra, quien le esperaba con una sonrisa.

― ¡Buenos días, señorita Shin! ―el castaño hizo una linda reverencia de noventa grados, ganándose una sonrisa de la maestra. ― ¿Hay juegos nuevos en el patio?

La pelinegra tomó la mano de Jimin y comenzó a caminar hacia el salón, debía guiar a los chicos junto a las otras maestras y ayudantes, para que los niños supieran cuál era su nueva aula y no se perdieran al día siguiente.

―Lo veremos cuando salgamos a jugar, pero sé que te divertirás mucho―esas palabras fueron más que suficientes como para que Jimin supiera que sería un gran año, no importándole nada más que sus amigos y la zona de juegos. ―Por cierto, hay un chico nuevo al que quiero presentarte, Jimin. Sé que podrán ser grandes amigos.

Jimin le vio con los ojos más abiertos, le encantaba hacer amigos.

Cuando estuvieron frente a la puerta del salón, Jimin vio a Taehyung jugar con algunos bloques, riendo cuando el pequeño rubio golpeó la torre de golpe, haciendo que todos los bloques saltaran.

― ¡TaeTae! ―el chico levantó la vista y se bajó rápidamente de la silla, corriendo con los brazos abiertos hacia Jimin.

Se habían visto hace menos de una semana, pero ellos lo sentían algo muy largo.

― ¡Jiminie, no vas a creer todos los bloques nuevos que tenemos! ―la maestra sonrió ante el abrazo de los pequeños, viendo de reojo al salón.

―Taehyungie ¿No jugaste con Yoongi? ―el rubio hizo un pequeño puchero.

―Yo quise jugar con él, pero me empujó―Jimin abultó los labios cuando escuchó aquello, nadie debía pegarle a nadie, eran las reglas del salón.

―Oh, discúlpalo. Yoongi es muy tímido y le cuesta hacer amigos―Jimin no había quitado el puchero, no queriendo meterse con el chico que había empujado a su mejor amigo. ―Vamos, se los presentaré mejor y verán que él es muy divertido.

Ambos chicos entraron al salón, el castaño viendo con atención al chico pelinegro que estaba sentado en la mesa del fondo, apretando entre sus dedos la arcilla para moldear.

Jimin dejó su mochila junto a la silla de Taehyung, acercándose a la maestra con algo de temor ante el chico empujón.

―Yoongi, quiero que conozcas a otro de tus nuevos compañeritos―el chico pálido ni siquiera vio a la maestra, aplastando la arcilla entre sus dedos. ―Por favor, dijimos que intentaríamos hacer amigos, así podremos jugar en el columpio más tarde.

Jimin se sobresaltó ante la mención del columpio, moviendo sus pies sobre su lugar.

El niño pelinegro los miró con rostro serio. Mantenía la arcilla entre sus dedos, como si pensara que se la quitarían.

―Jiminie, Taehyungie. Les presentó a Yoongi, tiene cinco años igual que ustedes y es nuevo en la ciudad―ambos amigos le miraron con intriga, el rubio con algo de recelo ante el empujón que le dio minutos atrás. ―Saluda.

El niño suspiró y levantó una mano, saludándoles con un corto movimiento.

¿Cómo no habla? Hablar es divertido.

Pensó Jimin mientras devolvía el saludo, moviendo su manito al igual que el chico lo había hecho. Jamás había saludado a otro niño así, solo a sus tías feas.

―Bueno, les dejaré los bloques de construcción nuevos para que jueguen con Yoongi―la maestra caminó hacia el estante de los juguetes, sacando una gran caja roja. ―Taehyung, no quiero verte lanzándolos por todas partes, sino te daré los viejos.

Ambos chicos tomaron asiento rápidamente en su mesa, no pensando si quiera en que el chico pelinegro se había quedado solo en la mesa del fondo.

Shin observó con los labios torcidos, tomando la mochila de Yoongi, teniendo la caja sostenida por su mano y cadera.

―Vamos Yoongi, te daré más arcilla y bloques si quieres, pero tendrás que estar en la mesa de allá―el niño se bajó de su silla sin ganas y comenzó a seguir a su maestra, sabiendo que debía obedecer para poder balancearse en el columpio después. ―Bien chicos, cuiden los juguetes.

La maestra dejó la caja en la mesa y salió del salón, no sin antes darle una sonrisa confortante a Yoongi, quien se notaba realmente incómodo.

Jimin vio con la boquita abierta todos los juguetes nuevos, sus ojos brillando ante los colores.

― ¡Hagamos una torre! ―dijo el rubio, haciendo que Jimin comenzara a apilar los bloques.

Yoongi tomó la arcilla para moldear y comenzó a hacer gusanos.

―Niño Yoongi―dijo Taehyung mientras veía al pelinegro, quien levantó la vista para verle a los ojos. ―Voy a olvidar el empujón que me diste, juega con bloques.

Jimin asintió con una sonrisa pequeña, la cual se desvaneció cuando Yoongi negó.

― ¿Por qué no hablas? ―preguntó de golpe, llamando la atención del mencionado.

Taehyung se encogió de hombros y continuó con su torre.

Jimin le vio con los ojos entrecerrados, ya que no le respondía nada.

― ¿No te gusta hablar? Hablar es muy divertido―insistió en cuando supo que el pelinegro no iba a contestarle, ganándose solamente una mirada incómoda y un encogimiento de hombros. ―Aún no estamos en clase, puedes hablar. No te podrán sello de loro.

Yoongi frunció ligeramente el ceño al no comprender de lo que el castaño estaba hablando, no sabía nada de sellos de loro.

Jimin suspiró, pensando en que no todos los niños hablan bien como él y sus amigos, por lo que lo ignoró y siguió armando su torre.

Los niños comenzaron a llegar y con ello los amigos de Jimin, quienes le saludaban a él y al rubio con un abrazo, tomando asiento en sus sillas, en la misma mesa.

Todos habían intentado saludar a Yoongi, pero este no despegaba la vista de su arcilla moldeable.

"No sabe hablar" les justificó Taehyung.

La maestra entró al salón con una sonrisa, una que comenzó a borrarse cuando vio que el grupito de 6 de Jimin, se habían sentado en el suelo parar jugar, dejando a Yoongi en la mesa.

―Bien chicos, es hora de guardar los juguetes―dijo mientras aplaudía, los niños guardando rápidamente en sus cajas correspondientes, sabiendo que si hacían caso podrían salir a jugar más temprano. ―Cuando todos terminen de guardar nos vamos a presentar, ya que tenemos bastantes compañeros nuevos.

Jimin vio a Yoongi, quien guardaba sin muchas ganas la arcilla en su bote.

―Uh ¿El niño se sentará con nosotros? ―preguntó Jin con una mueca, manteniendo a su aplaca abrazada, sabiendo que el chico era raro.

―La maestra le dijo que esa sería su silla―Taehyung tomó a Jungkook de la mano y ambos corrieron hacia sus asientos, a ellos no les importaba realmente la presencia del pelinegro.

―Quizá quiera jugar en el patio de juegos, la señorita dijo que es tímido―dijo Namjoon mientras acomodaba su cabello, el cual estaba demasiado largo y lastimaba sus ojitos. ―Vamos rápido a la mesa, no quiero que nos regañen.

Los niños asintieron y retomaron sus asientos, todos hablando mientras que Yoongi miraba sus dedos.

―Bien chicos, nos presentaremos por mesas. Dirán su nombre y edad, así todos nos conoceremos entre nosotros―Shin sonrió y apuntó a la mesa más cercana a su escritorio, indicando que ellos comenzarían.

La mayoría de los niños se presentaron con una sonrisa, algunos siendo más tímidos que otros. Las presentaciones iban rápido, por lo que en poco tiempo le tocó a la mesa de Jimin.

―Soy Park Jimin, tengo cinco―dijo el pequeño con una sonrisa, mostrando sus cinco dedos a los demás. Yoongi levantó ligeramente la vista.

―Muy bien chicos, estoy feliz de verlos tan emocionados por iniciar las clases―dijo con una sonrisa, levantándose de su silla, caminando hacia la mesa de Jimin.

Los chicos de la mesa vieron a Yoongi con curiosidad, ya que no se había presentado, ni la maestra le había dicho que lo hiciera.

―Quiero presentarles a un chico nuevo―dijo la maestra mientras se acercaba a Yoongi, tendiéndole la mano para que se levantara. ―Como sabemos, todos somos diferentes y eso no es malo.

Todos los niños prestaron atención con confusión, no comprendían a lo que la maestra se refería.

―Él es Min Yoongi, tiene cinco años y es mudo―la maestra vio las reacciones de los niños, pero al parecer no habían comprendido.

Yoongi agachó la cabeza con vergüenza, todos le estaban mirado con muecas raras.

―Ser mudo significa que Yoongi no puede hablar, él tiene una forma diferente para hablar con las personas, pero no puede usar su voz―los niños comenzaron a murmurar con sorpresa, la mayoría jamás habían escuchado de alguien que no pudiera hablar, por lo que era algo nuevo para ellos. ―Pero Yoongi es un chico muy divertido como todos, le encanta jugar y pintar, así que todos pueden ser su amigo.

Jimin vio con sorpresa al chico pelinegro.

Él no puede hablar, nunca ha tenido un sello de loro en su libreta.

― ¿Cómo es eso de no poder hablar? ―preguntó Hoseok con rostro preocupado.

―Él no tiene voz como nosotros, Yoongi utiliza sus manos para poder comunicarse con los demás―todos los niños asintieron, algunos más confundidos que otros.

Jimin se removió sobre su asiento, sintiéndose demasiado intrigado.

Yoongi mantenía la mirada sobre sus pies, no le gustaba que los niños le vieran tanto y con esas muecas que no sabía cómo definir. Quería irse a su casa.

―Bien Yoongi, puedes jugar con todos tus compañeros ¿Verdad, chicos? ―todos los niños asintieron, algunos con más emoción que otros. ―Bien, puedes volver a tu silla.

El pelinegro aguantó el llanto que luchaba por salir de su cuerpo, sintiéndose mucho más incómodo de lo que había estado desde que llegó al colegio. No quería estar ahí, quería quedarse en casa con sus padres y que ellos jugaran con él, no esos niños.

La primera clase de coloreo fue totalmente normal, todos los niños demasiado ocupados con sus propias cosas como para hablar sobre la condición de Yoongi. Sin embargo, Jimin seguía completamente intrigado sobre lo que implicaba no poder hablar.

Él hablaba mucho, todo el día. Por lo que imaginarse una vida sin poder hablar, le asustaba.

Cuando las horas de clase terminaron, la maestra recibió los trabajos de todos, colocándole los nombre de cada niño y guardándolos en una carpeta.

―Bien chicos, es hora del recreo―todos los niños saltaron de sus sillas y corrieron para hacer la fila, teniendo que ordenarse para poder ir al patio.

Jimin saltaba junto a sus amigos en la fila, totalmente emocionados por ver los juegos nuevos. Cuando desvió la vista a su asiento, vio que Yoongi no se había levantado de la silla, solamente había puesto sus brazos sobre la mesa y había escondido su rostro entre ellos.

Los niños avanzaron y comenzaron a correr hacia el patio de juegos, pero Jimin sentía un pequeño punzón en su pecho al ver al niño solo en la mesa.

Shin suspiró cuando vio a Yoongi, sabía que el pequeño pelinegro estaba llorando.

―Jiminie, puedes ir a jugar―la maestra no iba a obligar a Jimin a quedarse con Yoongi, sabía lo emocionado que estaba el castaño por ver los juegos nuevos, además que el pelinegro no le trataría bien.

― ¿Él no va a jugar? ―Shin sonrió y se acercó a Yoongi, sabiendo que Jimin le seguiría también.

―Hey Yoonie ¿No quieres probar los columpios? ―el pequeño pelinegro negó con su cabeza escondida en sus brazos, agitándose ante el llanto. ―Vamos, Jiminie irá a jugar contigo, a él también le encantan los columpios―Yoongi levantó el rostro lentamente, cubriéndose para que no vieran sus lágrimas y rostro colorado.

Vio atentamente al chico castaño que le veía con una sonrisa, notando que sus mejillas se inflaban y hacían que sus ojos se cerraran.

―Vamos Yoongi, Jimin es muy divertido y podrán jugar en los nuevos columpios―Jimin se aceró al pelinegro y colocó su mano sobre la cabeza de Yoongi, comenzando a acariciar con un poco de brusquedad.

Su mamá siempre le acariciaba el cabello cuando lloraba, así que él haría lo mismo por Yoongi.

El pelinegro hizo un movimiento de manos, uno que Jimin no comprendió.

―Pronto iremos a casa, antes puedes jugar en los columpios. Jimin te enseñará dónde están―el castaño sonrió y siguió con sus descuidados masajes sobre el cabello de Yoongi.

Jimin, cansado de esperar, tomó la mano de Yoongi y comenzó a caminar hacia el patio de juegos. Dio un pequeño saltito cuando el chico le siguió y no opuso resistencia.

― ¡Me encantan los columpios! ¿A ti también? ―Jimin vio a Yoongi mientras ambos caminaban hacia el patio. No recibió respuesta. ―Sé que no puedes hablar, pero podemos crear mensajes secretos para entendernos.

Yoongi frunció el ceño cuando Jimin se detuvo frente a él, aún un poco lejos del patio.

―Esto significa sí―el castaño levantó uno de sus regordetes dedos. ―Esto significa no―cerró su mano, mostrando su puño. ―Y esto significa que no sabes―Jimin mostró dos deditos.

El pelinegro sabía que eso estaba mal, él sabía cómo decir sí y no, pero no se quejó.

― ¿Entiendes el mensaje secreto? ―preguntó el más pequeño, ganándose por primera vez un asentimiento de parte del otro. ―Recuerda, sí es el dedo.

Yoongi sonrió pequeño y levantó su dedo índice, haciendo que Jimin saltara emocionado.

―Nadie más debe saber nuestros mensajes, otro día podemos hacer más palabras―dijo el castaño con una enorme sonrisa, tomando nuevamente la mano de Yoongi para correr hacia el patio de juegos.

Afortunadamente para ambos chicos, la mayoría de los columpios estaban desocupados, ya que todos jugaban en el gran tobogán, el cual tenía una piscina de pelotas al final.

―Bien, ten cuidado al columpiarte, porque una vez me caí y no fue lindo―Jimin se sentó en uno de los columpios, estos siendo en forma de sillas, para mayor seguridad.

Yoongi se subió al continuo, mostrándole el dedo índice a Jimin.

Ambos comenzaron a columpiarse con algo de fuerza, Yoongi compitiendo contra el menor para ver quién llegaba más alto, el pelinegro era el ganador por el momento. Jimin intentó impulsarse con más fuerzas, pero sus pies y apenas llegaban a tocar el suelo, por lo que no podía impulsarse con mucha fuerza.

― ¡Yo también quiero columpiarme alto como tú! ―Yoongi le prestó atención, comenzando a frenar con sus pies. ―Pero mis pies no llegan.

Yoongi sonrió tímido y se bajó de su columpio, colocándose atrás de Jimin.

― ¿Vas a empujarme? ―Yoongi estiró su brazo, mostrando su dedo índice. ― ¡Bien!

Mientras tanto, los demás chicos veían cómo Jimin había preferido irse a jugar con el niño que no habla que con ellos, todos sintiéndose ligeramente molestos por eso.

Y no era cosa de ellos, a esa edad los niños suelen ser un poco más egoístas que algunos más grandes.

―Los columpios no son tan divertidos―dijo Namjoon, viendo la larga fila que había para poder subir al tobogán.

―Yo sí quiero columpiarme, Yoongi empuja fuerte―Taehyung se levantó del suelo y corrió hacia el área donde se encontraban los dos chicos.

― ¡Taehyung! ―Jungkook frunció el ceño y corrió detrás del castaño, no queriendo que le dejara ahí mientras se divertía con otra persona.

Hoseok rio fuerte cuando vio a Jimin gritar de alegría.

― ¡Yo también quiero! ―Jin y Namjoon vieron cómo Hobi corría hacia los otros, ambos sintiéndose tristes por ser dejados de lado.

―Uh, los columpios sí son divertidos.

Yoongi se sintió abrumado, primero estaba jugando con Jimin, lo cual había sido muy divertido. En esos momentos los demás chicos que se sentaban junto a él le estaban pidiendo que les ayudara a columpiarse, todo menos el chico menor, quien dijo que empujaría a Taehyung.

No era bueno haciendo amigos y era la primera vez que muchos niños se acercaban a él para jugar. Se sentía raro, con algo de miedo.

Se escondió detrás de Jimin cuando todos comenzaron a acercarse demasiado.

― ¡Esperen, Yoonie está jugado conmigo ahora, no puede columpiarnos a todos! ―sus amigos pucherearon y vieron al castaño con algo de molestia, ellos también querían llegar tan arriba en los columpios. ―Yoongi ¿Tú quieres jugar con ellos?

Todos veían directamente al pelinegro, quien se puso más nervioso de lo que ya estaba, comenzando a temblar. Le mostró dos dedos a Jimin.

― ¿Dos? ―preguntó Jungkook, inclinando la cabeza ligeramente a la derecha.

―No sabe si quiere jugar, antes ustedes se fueron y lo dejaron solito―Jimin tomó la mano de Yoongi y fueron hacia otro de los juegos, el cual era un túnel con forma de gusano. ―Si quieren jugar con nosotros, vengan al gusano. ―gritó desde la distancia, retomando su paso.

Los niños siguieron rápidamente al par, todos entrando al gusano. Se sentaron en el centro, de forma que todos quedaran cómodamente.

Jimin les dijo que les enseñarían su mensaje secreto con Yoongi, pero no debían decírselo a nadie más.

El pelinegro se sintió un poco más cómodo, no siendo el centro de las miradas.

🐥😺

Yoongi ocultó sus manos tras su espalda cuando vio a sus padres observarle fijamente, sintiéndose un poco nervioso, ya que siempre hacían eso cuando se portaba mal o hacía algo que no debía. Que él recordara no había hecho nada malo, la semana de clases había sido muy buena y había hecho amigos.

―Cariño, tu maestra nos dijo que has hecho amigos en tu salón ¿Es eso verdad? ―Yoongi tragó duro, no sabía si eso era algo malo. Asintió.

Se tranquilizó cuando unas enormes sonrisas adornaron los rostros de ambos adultos, permitiéndose el respirar con normalidad.

―Eso es excelente. La madre del chico Park Jimin nos llamó esta mañana y nos preguntó si querías ir a una pijamada con su hijo y amigos―Yoongi abrió los ojos cuando escuchó aquello, él jamás había ido a una pijamada, solo había oído de ellas en las películas, como cuando el señor Kumamon tuvo una fiesta en pijamas con sus amigos. ―¿Te gustaría ir? Te quedarías en su casa a dormir por una noche.

Asintió sin pensarlo mucho, sintiéndose feliz ante la sensación de tener amigos que quisieran tenerlo en una fiesta.

―Perfecto, vamos a arreglar tu maleta y mañana te iremos a dejar a la casa de tu amigo―la señora Min, demasiado feliz por ver a su pequeño haciendo amigos, lo levantó del suelo y le dio un enorme abrazo, ganándose un beso en la mejilla. ―Mientras tanto, puedes jugar con la arcilla nueva que compramos para ti.

Yoongi asintió emocionado, bajándose de los brazos de su madre para poder jugar, al mismo tiempo pensar en lo que harían en la pijamada de Jimin, ya que él no tenía muchas ideas sobre lo que podrían hacer.

¿Debería llevar su arcilla?

¿Le molestarían si lleva su peluche de Kumamon?

Su pijama es de gatitos ¿Eso sería un problema?

No lo sabía y no pensaría mucho sobre eso, solo esperaría con ansias la pijamada.

Cuando el día de la pijamada llegó, la maleta de Yoongi estaba lista, llevando a su señor Kumamon entre sus brazos.

La casa de Jimin era realmente linda y Yoongi veía todo con emoción. Jamás había ido a la casa de alguien que no fuera su familiar, sino su amigo.

― ¡Bienvenido Yoongi, pasa! ―el pelinegro saludó con una linda reverencia, pasando con algo de cautela.

― ¡Yoongi, ven! ―Jimin le llamó desde la distancia, todos los niños se encontraban sentados frente al televisor, viendo una caricatura que él no conocía. ―Me gusta mucho tu peluche.

Los demás comenzaron a halagar al señor Kumamon de Yoongi, incluso Namjoon diciendo que le encantaría tener uno igual.

Comieron algunos bocadillos que la madre que Jimin preparó para ellos, jugaron un poco en la consola, en donde pusieron un juego de bailes, siendo canciones infantiles en su mayoría.

Intentaba comunicarse lo mejor posible con sus "mensajes secretos" pero cuando se le dificultaba, hacían el juego de adivinar lo que Yoongi quería decir, el pelinegro dando las mejores pistas para que le comprendieran.

Los padres de Jimin también habían investigado un poco, para saber si el chico necesitaba ayuda en algo y no tener que jugar a adivinar como los menores.

En ningún momento se sintió incómodo, excluido o intimidado. Quería tener pijamadas todos los días y en esos momentos sí deseaba ir al colegio para poder jugar en el patio de juegos con todos sus nuevos amigos.

No le importaba que algunos chicos de su clase lo evitaran, él era feliz con los amigos que tenía, eran más que suficientes.

La tarde se les pasó volando a los niños, entre jugos y montones de comida, pronto había llegado la hora de dormir.

Yoongi veía las pijamas de sus amigos y sintió un poco de vergüenza, la suya no era de Iron Man, como la de Jungkook. Tampoco era de leones, como la de Taehyung. La suya era de gatitos, gatitos dormilones.

―Yoongi ¿Ya casi terminas de cambiarte? ―le preguntó Jin desde afuera, ya que el menor estaba en el baño y había sido el último en entrar para cambiarse.

Yoongi abrió un poco la puerta, mostrando su dedo índice, para después volver a cerrar.

Suspiró y se colocó su pijama. Esperaba que los demás no se burlaran de él, porque no sabría qué hacer si volvía a quedarse sin amigos.

Guardó su ropa en su mochila y abrió la puerta del baño, saliendo con algo de timidez.

― ¡Aigo, qué lindo pijama! ―dijo Jimin mientras se acercaba a Yoongi, queriendo ver los gatitos de cerca.

―Los gatitos están durmiendo―dijo Taehyung con una sonrisa.

Nadie se había burlado de él ni de sus cosas, haciendo que el pequeño pelinegro quisiera llorar de la felicidad.

La madre de Jimin les ayudó a acomodarse sobre los colchones inflables y las mantas, dejando la lámpara de noche encendida. Se despidió de los niños con una sonrisa y dejó la puerta medio abierta, por si alguno de los niños necesitaba salir.

― ¡Buenas noches, chicos! ¡Los quiero! ―dijo Jimin en voz alta, todos los demás diciendo que se querían también.

Yoongi por obvias razones no dijo nada, no podía hacerlo.

Jimin miró a su lado, en donde Yoongi estaba acomodado. Se acercó un poco a él y le picó la mejilla con su regordete dedo, logrando llamar su atención.

― ¿Cómo se dice te quiero en tu forma de hablar? ―Yoongi sonrió pequeño, levantando los dedos índice, meñique y pulgar, al mismo tiempo.

Jimin observó su mano e intentó hacer la seña, sonriendo cuando le salió muy similar a la de Yoongi.

―Te quiero, Yoongi. Duerme bien y cuenta muchos gatitos―Jimin esperó a que el pelinegro le respondiera, sonriendo satisfecho cuando le mostró la seña nuevamente.

Yoongi se sentía feliz, se sentía muy cómodo entre sus nuevos amigos. Todo gracias a Jimin, quien había sido el que le había ayudado en su primer día de clases.

Él era su amigo favorito, pero no se lo digan a los demás.

Mxyoongx

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