Fluff✨

¿𝐔𝐧 𝐡𝐮𝐞𝐬𝐨 𝐫𝐨𝐭𝐨? 𝐋𝐥𝐚𝐦𝐚 𝐚𝐥 𝐞𝐧𝐟𝐞𝐫𝐦𝐞𝐫𝐨 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐥, 𝐉𝐢𝐦𝐢𝐧𝐢𝐞.

𝘊𝘰𝘯𝘥𝘪𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘥𝘲𝘶𝘪𝘳𝘪𝘳 𝘦𝘭 𝘴𝘦𝘳𝘷𝘪𝘤𝘪𝘰: 𝘴𝘦𝘳 𝘔𝘪𝘯 𝘠𝘰𝘰𝘯𝘨𝘪.


Min Yoongi se consideraba una persona con suerte promedio. No se consideraba la persona más afortunada, pero tampoco la más desgraciada. Era raro que se enfermara, poseía buenas defensas que le permitían el evadir una molesta gripe en muchas ocasiones e incluso, era extraño que cayera o se dañara.

O al menos era así, hasta que conoció a Park Jimin.

El estudiante de música y composición conoció al pequeño chico rubio en la universidad, ambos en carreras diferentes, pero con una pasión en común. La música.

El día en el que uno de los recitales más importantes iba a presentarse en el primer campus, en donde se encontraba el área de artes, Yoongi pensaba que era mejor el quedarse en casa para poder descansar, en lugar de ir a un recital en donde probablemente se quede dormido a mitad del acto.

Y no es por ser grosero o no apreciar el don de los demás, sino que estaba sumamente cansado y se dormiría parado si era necesario.

Lo que no pensó, es que aquel día un patoso y descuidado niño rubio chocaría con él al entrar al auditorio, logrando que se diera un buen golpe en la cabeza.

"¡Lo siento mucho, no me golpee!"

El rubio intentaba tenderle la mano al pelinegro para que pudiese levantarse, pero su mirada asesina le ponía demasiado nervioso, sabiendo que podría llevarse un puñetazo en la cara por ser tan descuidado.

"No voy a golpearte, solo fíjate por donde vas"

Igualmente, Yoongi no pudo ir al recital, ya que tuvo que pasar a la enfermería de la universidad. Había tenido que ponerse hielo por días y algunas cremas, ya que tenía una gran pelota que se había producido gracias al golpe.

Desde ese día supo que su vida no sería igual, ya que un culpable Park Jimin le perseguía por la universidad para disculparse con él por haberle provocado una pelota enorme en su cabeza. Al principio le costó acostumbrarse a que el menor le preguntara todos los días sobre su estado, diciéndole que se encontraba bien y que no era necesario que corriera detrás de él como un pollito.

Pero una vez conoces a Park Jimin, es difícil el pensar siquiera en separarte de él.

El pequeño rubio se había vuelto parte de la rutina de Yoongi, poco a poco ambos comenzando a formar una amistad, en donde se reunían todas las tardes antes de las sus clases para poder almorzar juntos. Además de otros amigos, claramente.

Yoongi también supo que debía investigar un poco más sobre el seguro contra accidentes que la universidad le brindaba, ya que, desde ese día del recital, los pies torpes de Jimin le habían perseguido hasta pasarle su torpeza.

―Cariño, de verdad lo lamento mucho―Yoongi gruñó cuando el doctor movió su pierna, sintiendo un punzón espantoso en toda su extremidad, teniendo que apretar la mano de su novio para no soltar las pequeñas lágrimas que se habían acumulado en sus ojos.

―N-no te preocupes, no fue tu intención.

Jimin se caracterizaba entre sus amigos como el chico que tenía un amor platónico por el suelo, ya que pareciera que le amara tanto y por ello se caía a cada momento. A veces no podían comprender cómo alguien tan patoso en la normalidad, pudiera bailar de forma tan perfecta, sin siquiera perder el equilibrio durante sus coreografías.

―Tendrá que utilizar el yeso durante cuatro semanas. Necesita el mayor reposo la primera semana, las siguientes, podrá andar tranquilamente con muletas fuera de casa―Jimin hizo un pequeño puchero y asintió hacia el adulto.

―Muchas gracias doctor―Yoongi miraba receloso su yeso, tendría que faltar unos días a la universidad y eso no era bueno.

―Espérenme un momento, te traeré la receta con las medicinas que deberás tomar y la incapacidad que podrás presentar en tu universidad―el doctor se levantó con una sonrisa, dando una reverencia. ―Con permiso.

Ambos jóvenes vieron al doctor salir de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.

Jimin suspiró y vio el yeso de su pareja, sus labios formando un puchero ante la culpa de haber hecho que su novio cayera por las escaleras del centro comercial.

No había sido apropósito, simplemente iban caminando por las tiendas para encontrar un plato nuevo de mascotas para el cachorrito de Yoongi, pero Jimin había llevado las cintas de sus zapatos desatadas. Cuando iban a bajar las escaleras al segundo piso, el menor tropezó, logrando estabilizarse con la barra de las escaleras.

Sin embargo, Yoongi había sido empujado por el tropezón y no logró aferrarse a la barra, comenzando a rodar por las escaleras.

―Hey, ya te dije que dejes de preocuparte―el pelinegro apretujó los labios de Jimin entre sus dedos, sabiendo que el rubio estaba ardiendo el culpa, en especial porque tendría que quedarse en su departamento por una semana, sin nadie quien le ayudara con su reposo. ―Fue un accidente, uno del cual aprendimos que siempre debemos revisar que lleves tus agujetas atadas.

El menor asintió sin quitar su pechero, pasando ambos brazos por los hombros de Yoongi, dándole un apretado abrazo. No podría dejar de pensar en que su pareja había sufrido múltiples accidentes por sus descuidos y caídas, aun así, manteniéndose a su lado con una hermosa sonrisa.

―Siempre te lastimas por mi culpa, jamás habías utilizado el seguro de la universidad hasta que me conociste―Yoongi no podía negarlo, porque era cierto, pero la presencia de Jimin le hacía completamente feliz, así que no le importaba pasarse por el hospital o la enfermería de vez en cuando.

―Lo único que en verdad me lastiman son tus pucheros, Park Jimin―el rubio negó levemente y apegó sus labios a los del más alto, dejando algunos piquitos en arrepentimiento. ―En verdad, no duele tanto.

Jimin rio con un poco de ironía, ya que los pequeños ojos de su pareja aún mantenían algunas lágrimas.

El sonido de la perilla hizo que Jimin separara sus brazos de Yoongi, ambos viendo cómo el doctor entraba con una sonrisa.

―Bien, estos son los medicamentos. Nos vemos en cuatro semanas para la consulta y el retiro del yeso. Si tienes algún problema llámame al número de la tarjeta―el doctor le tendió a Yoongi la receta en donde estaban anotadas sus medicinas, dosis y tiempos. Notando que iba también su tarjeta de presentación. ―Tengan un lindo día, las muletas ya han sido pagadas.

Jimin ayudó a Yoongi para que pudiera levantarse, siendo una de las enfermeras la que llevó la silla de ruedas en la que llevarían a Yoongi hacia el auto.

El rubio nunca se había atrevido a tomar una clase de conducción, ya que su evidente torpeza le hacía temer el poder chocar el auto el primer día de las clases. Pero Jimin tenía un hermano, llamado Namjoon, quien era tres años mayor que él.

Namjoon tampoco sabía manejar, pero su novio sí.

Se dirigieron junto a la enfermera a la entrada del hospital, en donde el auto del novio de Namjoon estaba estacionado. El moreno salió del auto para ayudarle a Yoongi a subir, teniendo que cargarlo ligeramente para que pudiera subir a los asientos traseros de la camioneta.

Yoongi se sentía como un muñeco de tela al ser movido de esa forma, un sonrojo adornando sus mejillas ante el bochorno.

Jimin dejó las muletas en el maletero del auto y corrió para poder subirse junto a su novio. Se tropezó cuando iba a abrir la puerta, logrando estabilizarse con esta.

―Cariño, ten cuidado, otra vez las cintas desatadas―Namjoon se rio por el tropezón de su hermano, intentando ocultarlo con una mano sobre sus labios.

―Namjoon, déjalo en paz y súbete al auto―SeokJin habló para defender a su cuñadito, logrando que el moreno se avergonzara y caminara hacia el asiento del copiloto.

―Gracias Jin hyung, Namie hyung es muy molesto, como si la torpeza no fuera de familia―Jimin gruñó mientras se subía al auto, vigilando que ni sus cintas, ropa o alguna de sus cosas quedaran atrapados cuando cerrara la puerta del auto.

―No es nada Jiminie. Yoongi, me alegra ver tu sonriente rostro el día de hoy―a Jin le gustaba molestar un poco al pálido, ya que le parecía graciosa la mueca que hacía para intentar verse indiferente, en especial cuando contaba sus increíbles chistes a la hora de la comida.

Y no es como que Yoongi tuviera algo en su contra, de hecho, le agradaba. Simplemente el de hombros anchos era bastante confianzudo, algo que el pelinegro no era.

―Bueno, es hora de partir―dijo Namjoon mientras cerraba la puerta de su lado, tomando sus gafas para sol del compartimiento, quebrándoles una pata cuando intentó colocarlos en su rostro.

Todos en el auto comenzaron a reírse mientras el moreno ocultaba con pena la pata rota, sabiendo que debía comprar otro par de gafas, ya que se había quedado sin repuestos.

―Ay...―dijo Jin mientras se secaba las pocas lágrimas que se habían formado en sus ojos.―Su familia es lo más divertido, todos son iguales.

Cuando Jin pudo dejar de reír partieron hacia el departamento de Yoongi, ya que pasarían a dejarle para luego ir a dejar a Namjoon y Jimin a su departamento.

Jimin no había podido dejar de sentirse culpable, sabía que a su novio se le dificultaría el hacer ciertas actividades por su yeso o las muletas y no le gustaba el hecho de que estuviera solo. Holly no sería de ayuda en una emergencia.

Miró la mano notablemente más grande que la suya, sonriendo ante la diferencia en tonalidades y tamaños. Delineó las venas de la mano ajena mientras acomodaba su cabeza sobre el hombro del pelinegro, recibiendo un pequeño beso en su frente.

Puedo quedarme en su departamento por una semana, no creo que le moleste tenerme ahí.

Sonrió en grande ante la idea que quedarse con su novio una semana, ya que lo más que se había quedado en su departamento habían sido dos días y todo sin el conocimiento de Namjoon, quien era realmente celoso con esos temas.

Aunque Jimin tuviera 19 años, para Namjoon tenía 3 y medio.

―Hyung―habló bajito, siendo realmente sencillo que el mayor le escuchara al tenerle tan cerca, ya que su cabeza reposaba sobre el hombro contrario. ―No quiero que estés solo en esta semana de recuperación, me gustaría poder quedarme contigo, si te parece la idea.

Yoongi quiso reír en ese mismo momento ¡Claramente quería que su pareja se quedara con él una semana o toda la vida si era posible! Pero sabía que debían convencer a Namjoon, cosa que no era tan sencilla.

―Sabes que por mí es una excelente idea, mi amor. Pero debemos convencer al hombre que acaba de romper su décimo par de gafas en lo que va del mes―Jimin soltó una risita y dejó un casto beso en los labios del mayor, intentando ser silencioso para no llamar la atención del mencionado.

―No te preocupes, tenemos la ventaja de que Jin hyung viene con nosotros, sé que nos ayudará―Jimin levantó una ceja ante su plan, sonrojándose un poco ante el beso que recibió en su mejilla. ―Namie hyung.

El moreno entrecerró los ojos y observó al menor por el retrovisor, sabiendo que cuando Jimin usaba ese tono meloso, es porque algo quería.

―Ese tonito significa algo y creo que no quiero saber lo que es―Jin rio y quitó una mano del volante para darle un pellizco a la pierna del moreno.

― ¿Qué necesitas, Jiminie? ―Jin podía hacerse una idea de lo que su cuñadito pediría, por lo que se fijó en el camino para ir al departamento de Namjoon primero, intuyendo que el menor querría ir por su ropa y otras cosas.

―Yoongi hyung debe tener una buena semana de reposo y no me gustaría que se mantuviera solo en su departamento, podría lastimarse más―Namjoon gruñó bajito, sabía que eso sería una de las peticiones de su hermano.

―Jiminie, pero si quien lo lastimó en primer lugar fuiste tú―Jimin puchereó y sintió la culpa pincharle el pecho, Jin soltándole un manotazo a Namjoon.

―No te preocupes cariño, ya te dije que no es tu culpa―Yoongi le susurró, dejándole un beso en la punta de su nariz.

―Lo siento, no debí decir eso, no fue tu culpa―Namjoon suspiró y pasó su mano por su cabello, observando los ojos brillosos y labios apachurrados de su hermano. ―Bien, puedes quedarte. Pero no quiero que faltes ni un día a la universidad y que me llames cuando te vayas a ella y cuando salgas ¿Comprendido?

Jimin asintió rápidamente y se inclinó para darle un abrazo al asiento y Namjoon, dándole un golpe accidental a Yoongi en la nariz.

―Ay cariño, perdóname―Yoongi soltó una risita mientras se cubría la nariz, negando con la cabeza.

La llegada al departamento de los hermanos fue rápida, Jimin siendo el único en bajarse para ir por sus cosas.

―Min Yoongi, confío plenamente en ti―dijo Namjoon mientras volvía a ver a Yoongi, quejándose cuando el cinturón le inmovilizaba. Jin rodo los ojos con una sonrisa y desabrochó el cinturón del moreno, para que pudiera amenazar con comodidad a Yoongi. ―Es mi hermanito, tiene diecinueve y aún no es legal. Tú tienes veintidós.

El pelinegro asintió, sabiendo que esas amenazas amistosas no serían cosa de una vez, entendiendo que Namjoon era quien cuidaba a su hermanito en la cuidad de Seúl, ya que ambos eran de Busan.

― ¿No crees que te afecte mucho el faltar a clases? Estás en tu penúltimo semestre―Jin se unió a la conversación, desabrochando su cinturón de igual manera.

―No es una semana importante, por lo que no debo preocupare demasiado―ambos mayores asintieron.

―Espero que puedas unirte a mi proyecto, realmente valoraría tener tus canciones en mi empresa―dijo Jin con una sonrisa, ganándose un asentimiento de Yoongi.

Minutos después Jimin bajó con una maleta considerablemente grande, teniendo problemas para bajar los pocos escalones que había en la entrada del edificio. Namjoon se bajó para ayudarle, antes de que tuvieran que cuidar a dos lesionados.

Bueno, Jin solamente se mantenía atento a que no fueran tres lesionados.

Cuando todo estuvo listo y asegurado, Jin condujo hasta el departamento de Yoongi, el cual no estaba muy lejos. El viaje había sido silencioso, pero era porque Jimin estaba emocionado por quedarse con su pareja, esperando ser de ayuda y no una molestia.

―Bueno, te ayudaremos a llegar al departamento y que Jiminie lleve las cosas―todos asintieron y se bajaron del auto, Yoongi siendo llevado por Namjoon y Jin, quienes le mantenían apoyado uno en cada costado.

Por fortuna el ascensor estaba en funcionamiento, por lo que el transcurso no fue realmente tortuoso. Yoongi se preocupaba más que todo de las maletas que Jimin llevaba consigo, ya que llevaba ambas mochilas de la universidad, su maleta extra con la ropa y sus muletas.

El pelinegro introdujo la clave de la puerta y todos entraron con algo de dificultad, ya que todos estaban cargando algo o a alguien. Llevaron a Yoongi a su habitación y lo dejaron en la cama, siendo recibidos por las patitas inquietas del cachorro Holly.

―Hola cosita bonita―Jin se agachó y tomó al cachorro, comenzando a dejarle mimos.

―Bien, por favor mantenme al tanto de todo. Si hay algún problema o emergencia me llamas, estaré siempre pendiente al celular―Jimin asentía ante la sobreprotección de su hermano, dejando un beso en su mejilla para decirle de forma amable que se callara.

―Es hora de irnos, Namie. Ya déjalos, ellos no son bebés―Namjoon asintió y dejó un último beso en la frente de su hermano, despidiéndose de Yoongi con un apretón en el hombro.

Cuando la pareja mayor se fue del departamento, Jimin corrió de vuelta a la habitación, llevando consigo a Holly.

― ¡Enfermero personal Jiminie, ha llegado a su labor! ―exclamó en voz alta mientras ponía su mano derecha sobre su pecho, logrando sacar una risita en Yoongi. ―Estas semanas seré su enfermero personal, señor Min Yoongi.

El menor entró y acomodó su maleta de ropa cerca del armario, dejando las mochilas de la universidad en los ganchitos para mochilas.

―Uh, señor Jiminie. Me han dicho que sus servicios son muy solicitados―Yoongi le siguió el juego, jadeando con un poco de dolor cuando intentó acomodarse en la cama.

Jimin se dio cuenta de ello, por lo que dejó a Holly en el suelo y se acercó al mayor, ayudándole a acomodar almohadas debajo de su pierna enyesada.

―Sí, mis servicios suelen ser solicitados, pero no todos cumplen con las condiciones―Yoongi se enfocó en la carita concentrada de Jimin, quien intentaba acomodar su pierna sin generarle dolor alguno, sabiendo que el rubio aún sentía culpa.

―Uh ¿Cuáles son esos requisitos? ―Jimin sonrió satisfecho cuando Yoongi se vio cómodo. Caminó hacia el armario y buscó ropa cómoda para Yoongi.

―Ser Min Yoongi.

El pelinegro sonrió en grande, dando a relucir su sonrisa de gomita, haciendo que Jimin sonriera también.

―Me parece muy bien tener ese tipo de requisitos, el enfermero Jiminie no puede atender a cualquiera― el rubio rio y tomó la ropa de su pareja, acerándose de vuelta a la cama y le dejó un beso en la frente. ― ¿Es normal que tenga ganas de besarle? Enfermero Jiminie.

Jimin se sonrojó y se sentó al lado de Yoongi, en la orilla de la cama.

―Usted sí puede hacerlo, cumple con los requisitos―se inclinó sobre Yoongi y juntó sus labios con pequeñas sonrisas, ambos demasiado endulzados por el otro como para no ser demasiado cursis.

Yoongi abrazó al menor por su espalda, atrayéndole para que se acomodara a su lado y pudieran besarse mejor.

―Espera...―Jimin interrumpió el beso con una sonrisa, sintiéndose derretir por el puchero de Yoongi―primero debes cambiarte de ropa, aunque tengas el short de Namie, es mejor que te ponga tu pijama.

Yoongi negó y abrazó con más fuerza a Jimin, logrando que este se acostara por la fuerza que el mayor había usado, causándole gracia su desespero por cariños.

―Primero beso, luego cambio de ropa. Uh, el enfermero Jimin ya quiere desvestirme―el rubio soltó una carcajada y golpeó con poca fuerza el pecho de Yoongi, sintiéndose apenado por el seguro sonrojo que estaría adornando sus mejillas.

―Es que el paciente me seduce, no puedo resistirme―Yoongi levantó amabas cejas y apegó al menor a su pecho, siendo cuidadoso para que Jimin no le diera una patada accidental a su pierna elevada. ―Su yeso me parece muy sensual, no puede pedirme que me controle.

Ambos se soltaron a reír, pensando en que eran igual de tontos cuando se lo proponían.

―Fuera de bromas, nada de esto es tu culpa, cariño. No debes sentir que lo es―Jimin apretó los labios y vio los brillantes ojos de Yoongi, sabiendo que aún con sus palabras, la culpa no le dejaría en paz por un tiempo.

―Es que soy muy torpe, tengo que ser cuidadoso conmigo y con los que están a mi alrededor―Yoongi comprendía.

Al principio había pensado que Jimin actuaba así para verse tierno, que exageraba sus acciones para verse lindo. Pero luego de pasar semanas junto a él, descubrió que no, que esa torpeza, belleza y ternura eran naturales.

―Solo debes ser un poco más cuidadoso, por ejemplo, hoy tenías las cintas desatadas y por eso tropezaste. En ambas ocasiones―Jimin asintió, dejando la ropa de Yoongi a un lado para poder abrazarle mejor, descansando su cabeza en el pecho del mayor. ―Además es algo natural en ti, Namjoon es igual o hasta peor.

Jimin rio a recordar a su hermano, ambos eran un caos en casa la mayoría del tiempo.

―Pero es lindo en ti, eso es de las cosas que te hacen tan hermoso y encantador―el rubio sonrió tímido y escondió su rostro en el cuello de Yoongi, no queriendo delatar el cómo las palabras dulces del mayor marcaban su corazón. ―Además que eso fue lo que logró que ambos nos conociéramos, jamás podré olvidar el terrible golpe que me gané ese día y el chichón que tuve en mi cabeza por semanas.

Jimin tomó el rostro de Yoongi y comenzó a darle muchos besos en el rostro, completamente apenado por aquel día en el que había chocado con su hyung por culpa de Taehyung y Jungkook.

Ese día en el auditorio Jimin les contaba que había visto al chico interesante del edificio seis, aquel que solo había visto algunas veces en la cafetería principal de la universidad y que le había parecido bastante atractivo.

Sus amigos le decían que se acercara a él para preguntarle la hora, para al menos ver si el chico presentaba algún interés a primera vista, aunque sea una atención ante su físico. Jimin no esperó que ambos le empujaran para que fuera a hablarle, tropezándose con sus propios pies y dándole un buen empujón al pobre chico.

―Ya sabes que fue culpa de Taehyung y Jungkook, yo no hubiera tropezado si ellos no me hubieran empujado―Yoongi acercó sus labios al puchero de su pareja y dejó un beso, comenzando a acariciar la espalda del menor.

―No es por nada, amor. Pero estoy seguro de que de alguna forma hubieras tropezado, aunque ellos no te empujaban―Jimin rio, no podía negarlo, tenía razón. ―Pero siempre estaré agradecido de eso, no importa que me costara una semana con dolores de cabeza.

Jimin sonrió y se acomodó más cerca del rostro de Yoongi, acariciando las puntas de sus narices.

―Eres de las cosas buenas obtuve gracias a mi torpeza―Jimin suspiró y junto sus labios nuevamente con los del mayor, esta vez manteniéndose más tiempo.

Movieron sus cabezas al compás y lento, ambos compartiendo el íntimo, pero dulce beso. Yoongi continuaba con las caricias en la espalda de Jimin, sabiendo que al menor le encantaba que le mimaran durante los besos, en especial cuando era en la espalda o la cabeza.

Se separaron cuando Yoongi jadeó de dolor, ya que Jimin había subido su pierna inconscientemente sobre la de Yoongi.

― ¡Ay, lo lamento! ―Jimin se separó rápidamente, viendo el rostro de su pareja, en búsqueda de muecas de dolor. ―M-me dejé llevar un poco, no lo hice apropósito.

Yoongi negó y tomó la mano de Jimin, quien se había levantado de la cama por el susto.

―Solo fue un punzón, no te preocupes―Jimin suspiró preocupado, soltando suavemente su mano de la de Yoongi, caminando hacia su maleta. Había guardado las medicinas de Yoongi ahí, para que no se le cayeran mientras subían al edificio. ―Jiminie, de verdad no fue nada.

Se levantó cuando tuvo los botes en sus manos, caminando hacia la cama mientras leía las dosis.

―Hay una para el dolor, si te la tomas ahora...―Jimin miró al techo mientras contaba, logrado que Yoongi sonriera ante la ternura―Si te la tomas ahora tendrías que tomarla de nuevo a las cinco de la mañana...es muy temprano para que estés despierto, debes descansar.

Yoongi suspiró y tomó como pudo la mano de Jimin, apretándola para que le prestara atención.

―El doctor dijo que comenzara mañana con los medicamentos, a menos de que doliera mucho. No duele tanto, amor, no fue nada de cuidado―Jimin se mordió el labio y vio la pierna enyesada de Yoongi, asintiendo.

―Bien, pero si te duele me dices ¿Sí, hyung? ―Yoongi rodó los ojos con una sonrisa, intentando que Jimin se acomodara en la cama de nuevo. ―Yah, no me ruedes los ojos. Solamente estoy preocupado.

Jimin dejó los medicamentos en la mesita de noche, pegando con un poco de cinta el papel en la pared, en donde indicaba las horas en las que debía tomar cada medicamento.

―Primero te ayudaré a cambiarte, luego vamos a cenar y nos iremos a dormir―Jimin hablaba más para sí mismo, pero decía todo en voz alta. ―Amor, sabes que la cocina no es algo que se me dé bien ¿Se te apetece ramen picante?

Yoongi sonrió y asintió.

―Mi novio prepara el mejor ramen picante, así que jamás me negaría a uno―Jimin le lanzó un beso y comenzó a ordenar la ropa, para poder ayudarle a su mayor a vestirse.

Ambos conocían el cuerpo del otro, de la única ocasión en la que habían podido tener relaciones, siendo semanas atrás. Era algo difícil cuando el hermano sobreprotector no le dejaba quedarse mucho tiempo en la casa del otro, en donde tenía privacidad.

Por lo que no se sintió demasiado cohibido al desvestirle, en especial al recordar que por su culpa el mayor no podía vestirse solo.

Con un pijama fresco y un Yoongi feliz, Jimin fue a la cocina para comenzar a preparar el ramen.

Colocó el agua en la olla y esperaba para que comenzara a hervir, para poder colocar los condimentos y la pasta.

Cada vez que Jimin se quedaba con Yoongi, se preguntaba el cómo sería vivir con él de forma permanente. No le gustaba ser pesimista y él esperaba que su relación con Yoongi perdurara hasta que ambos fueran muy arrugados como para hacer algo más, pero siempre existía la inseguridad en su mente de que el pelinegro se aburriera de él y le dejara o algo similar.

Sabía que estar con alguien que se cae mínimo tres veces al día era algo que tomar en cuenta, a veces se cansaba de sí mismo.

Suspiró mientras veía el agua comenzar a hervir, colocando con mucho cuidado los ingredientes en la olla, sabiendo que, si se quemaba otra vez con agua caliente, Namjoon no le dejaría cocinar nada nunca más.

Mientras tanto en la habitación, Yoongi les avisaba a algunos de sus amigos en la universidad que no podría ir y que mandaría a la secretaría de su facultad la incapacidad con su novio. Ventajas de que tu novio estudiara en el mismo lugar que tú, aunque sea en edificios diferentes.

― ¡El ramen está listo! ―se escuchó la voz de Jimin. Yoongi, totalmente preparado a las circunstancias, se cubrió con las mangas hasta las manos y colocó la gruesa manta sobre sus piernas, por si el líquido caliente caía sobre él.

Jimin caminaba lentamente con la bandeja en mano, intentando que nada cayera al suelo ni sobre Yoongi.

―Vamos cariño, no va a caer, está bien colocado―Jimin negó y siguió caminando lento, sintiéndose victorioso cuando logró darle la bandeja a Yoongi sin derramar nada. ―Te lo dije, no se cayó nada.

―Iré por tu jugo, no lo traje porque sentí que todo se caería―Yoongi asintió, sonriendo cuando Jimin salió rápidamente de la habitación, Holly siguiéndole de cerca.

Más confiado, caminó hacia la habitación con ambos vasos con jugo. Holly le seguía, caminando muy cerca de sus piernas.

Sin darse cuenta, Jimin dio un mal paso y logró desestabilizarse, luchando con su propio cuerpo y la gravedad para no caer al suelo.

―Ay Jiminie―Yoongi le vio con una sonrisa comprensiva, el suelo completamente mojado con jugo. ―No pasa nada, el trapeador está en el baño de invitados. Hay más jugo en la nevera. Solo ten cuidado con no... ―Jimin dio media vuelta para ir al baño, pero al estar descalzo, el jugo le hizo deslizarse y caer de culo al suelo, mojándose los pantalones. ―No te caigas...

Jimin puchereó y se levantó con cuidado, sintiéndose tonto por haber tropezado.

―Hey cariño, ven aquí―Yoongi no podía bajarse de la cama, por lo que ver al menor con ese puchero le hizo sentirse mal.

Jimin caminó hacia él con la cabeza gacha, demasiado avergonzado. Yoongi le tomó de las manos y las besó.

―Cámbiate de pantalón y ponte tu pijama, luego limpiaremos y comemos ¿Sí? No te pongas mal―Jimin se hincó frente a la cama, para que Yoongi pudiera abrazarle, sin el sentarse en la cama y llenarla de jugo.

―Es que soy demasiado torpe, éstas cosas tontas solo me pasan a mí―Yoongi negó, tomando el rostro de Jimin y dejando besos profundos en sus labios.

―No pasa nada, Holly se metió por accidente y fue algo inevitable, pudo pasarle a cualquiera―Jimin respiró hondo ante su frustración, intentando creer lo que su novio le decía.

―B-bien, me cambiaré el pantalón y tomaré un baño antes de dormir―Yoongi sonrió con algo de pena y besó la frente de Jimin.

― ¿Sabes? Creo que sé por qué sueles caerte con frecuencia―dijo, intentando que Jimin dejara de sentirse mal.

―Uh, no sé. Genética, biología, suerte o algo...―Yoongi rio y negó, dejando una caricia en las mejillas infladas del menor.

―Tienes un corazón demasiado grande y puro para tu cuerpecito, por eso siempre pierdes el equilibrio―Jimin sintió que podía darle algo ante la extrema dulzura en las palabras de Yoongi, haciéndole sonrojar.

―Te amo, hyung―le abrazó una vez más, escondiendo su rostro en su pecho para que no le viera todo rojo. Amaba cuando Yoongi le decía cosas así de lindas.

―Yo te amo más, amor. Ahora cámbiate que me muero de hambre―Jimin se separó y asintió, dándole un beso en los labios. ―Además que Holly se está bebiendo el jugo del suelo.

Jimin abrió de más los ojos y vio al cachorrito disfrutar la bebida natural que había caído en el suelo.

― ¡Min Holly!

Porque Jimin posee el corazón más grande y puro de todos, su pequeño cuerpo luchado para no caer.

ᴍxʏᴏᴏɴɢx

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