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CAPÍTULO 4: NOAH Y HAILEY.

El chico que acababa de salvarme sujetó unos segundos más a mi atacante hasta que este último se retorcía con la intención de zafarse, pero esto fue en vano ya que el otro chico lo sostuvo fuertemente de una manera que no podía mover sus brazos.

—¡Suéltame!—Exigió el chico ebrio sin saber qué más hacer.—¡Noah ya!—Agregó cuando pudo ver a mi rescatista y yo sentí confusión porque él sabía su nombre, aunque claro, yo no conocía a ninguno de los dos realmente, jamás los había visto antes así que no era tan sorpresivo ver que se conocían.

—Discúlpate con la chica.—Le exigió el que al parecer se llamaba Noah, no en un tono amenazante, pero sí serio. El otro no dijo nada e intentó forcejear una vez más pero su movimiento pareció dolerle porque soltó un grito.—Podemos estar así toda la noche si no lo haces, Shane.—Advirtió a mi atacante, cuyo nombre acababa de saber.

Shane dudó un poco pero finalmente soltó un gruñido y seguidamente paró de forcejear, rodando los ojos antes de verme molesto.

—Lo siento.

—¿Lamentas qué?—Preguntó Noah antes de echarme un vistazo.

—Vamos hermano, solo fue un juego.—Se quejó Shane mientras se tambaleaba aún sostenido por Noah, quien lo empujó levemente para que este siguiera.—Bien.—Aceptó de mala gana y volvió a fijarse en mí mientras armó una sonrisa falsa.—Lo siento nena, me habías parecido bonita y bueno, perdóname, no pensé que te asustaría acorralándote en un pasillo oscuro.

—Entonces no piensas.—Inquirí torciendo mis labios en disgusto y Shane frunció su ceño.

—¡Oye!, ya te dije que lo siento, ¿qué más quieres?—Dijo con tono enojado pero otro empujón de Noah lo obligó a calmarse.—Ya, como sea, pensaré en mis acciones y todo eso.

—Me parece genial.—Alegó Noah con una sonrisa y seguidamente lo soltó.—Pero ya no tomarás más alcohol por el resto de la noche, ¿de acuerdo?—Le ordenó y Shane no respondió.—¿Me oíste?—Insistió y Shane asintió torciendo sus labios.—Bien, ahora puedes ir a divertirte y cuida lo que haces, estaré vigilándote.

Shane chasqueó la lengua y se alejó de mi vista, dejándome a solas con la persona que acababa de salvarme de cosas horribles que no quiero imaginar.

—¿Estás bien?—Me preguntó amablemente, dando un paso hacia mí y cuando asentí, él me dio una sonrisa triste.—Lamento mucho esto.

—No tienes por qué, me salvaste.—Le dije devolviendole la sonrisa.

—Mi hermano es un idiota cuando bebe, así que tengo que estar pendiente de lo que hace la mayoría del tiempo y bueno, heme aquí.—Explicó soltando un suspiro y me ofreció su mano.—Soy Noah Evans.

—Melissa Quinn.—Me presenté estrechando su mano.

—Un lindo nombre para una linda chica.—Comentó sonriente y viéndome directo a los ojos, haciéndome ver que los suyos eran de color celeste, y eso me hizo sentir un chispazo en el pecho a la vez que mi cara ardió. Noah pareció notarlo porque carraspeó soltando mi mano y desviando la mirada.—Eso fue incómodo, perdona.

—No, descuida.—Musité intentando relajar mis palpitaciones repentinas y él volvió a sonreír pero de alivio.

—Así que Melissa...—Habló nuevamente.—¿Te parece si vamos a por unas bebidas?, digo, solo si quieres, es que me gustaría charlar contigo un rato más, bueno, quiero decir, también compensarte de alguna manera por el accidente de mi hermano.

—No bebo alcohol.—Le informé, él se mostró sorprendido y decepcionado al mismo tiempo por haberme invitado a eso pero enseguida continué.—Pero si encuentras agua, con gusto te acompaño.

Su expresión de alegría me hizo sentir cosquillas inexplicables en el estómago.—Buscaré por todas partes entonces.

—Pues andando.—Dije con el mentón en alto y ambos salimos del pasillo para adentrarnos en el espacio abierto.

En mi campo de visión no tardaron en aparecer mis amigos en grupos divididos, las chicas por una parte bailando como si ya estuvieran sumamente borrachas y los chicos coqueteando con las nuevas. Todo estaba tal y como lo había dejado, excepto una cosa.

¿Dónde se había metido Zane?

Se suponía que estaría con la chica nueva en el grupo de nuestros amigos, pero ni ella ni él se encontraban con ellos.

Arrugué mis cejas mientras buscaba con la mirada a mi alrededor, por si se habían movido hacia los sofás, pero simplemente no aparecían por ninguna parte.

—¿Todo bien?—La voz de Noah me sacó de mis pensamientos y me giré para verlo parado un metro delante de mí.—¿Por qué frenas?, ¿buscas a alguien?

—Sí, a un amigo, pero creo que está... ocupado.—Dije arrugando la nariz al imaginar que Zane ya se debía estar tirando a la nueva.

Noah asintió y caminé nuevamente a su lado, llegando a la cocina a duras penas tras esquivar a varios de los adolescentes ya ebrios y que apenas podían mantenerse en pie.

—Si yo fuera agua, ¿dónde estaría?—Se preguntó el chico de ojos celestes mientras hacía una expresión pensativa y yo luché por no reírme, pero él me notó temblorosa.—¿Qué?

—¿En el refrigerador tal vez?—Solté irónicamente mientras me cubría la boca con ambas manos y dejaba escapar risas inevitables.

—¿Me tomas por tonto, verdad?—Preguntó Noah con el ceño fruncido y eso fue lo que me hizo estallar en carcajadas, pero él se cruzó de brazos molesto.—Se nota que eres nueva en esto.

—¿Nueva... en q-qué?, oh Dios.—Balbucee entre risas y acaricié mi estómago, sintiendo como dolía.

Noah se acercó al refrigerador como yo dije y cuando abrió la puerta, mis carcajadas cesaron enseguida al verlo todo lleno de alcohol. Literalmente cada milímetro del interior del electrodoméstico estaba ocupado por latas y botellas pequeñas de cerveza.

—En las fiestas, sobre todo las que son tan grandes como esta, los refrigeradores se vacían de comida y bebidas sin alcohol para guardar... bueno, el alcohol.—Me explicó encogiéndose de hombros y con el brazo descansando sobre la puerta.

—El mundo actual está loco para dejar bebidas en lugar de comida aquí dentro.—Bufé triste.

—Se hace eso antes de empezar una celebración.

—¡¿Y qué pasaría si tuvieran helado?!, ¡¿dónde guardan la bendita crema congelada de colores para que no se derrita, eh?!

—Preguntáselo a los anfitriones de la fiesta, yo no sé tanto.—Respondió con miedo ante mi reacción luego de cerrar la puerta.

Solté un suspiro frustrado y miré a Noah con pena.—Lo siento, es que esta situación me pone los pelos de punta.

—Tranquila, te entiendo.—Contestó sonriendo y yo arquee una ceja.—La comida es un tema serio.

Abrí levemente la boca por sus palabras y un chispazo aún más grande que el de antes se formó repentinamente en mi pecho.

¿Qué demonios fue eso?

—Yo... eh...—Balbucee mirando a Noah algo nerviosa, por alguna razón parecía haber olvidado cómo hablar.

—¿Sigues queriendo el agua?—Me preguntó al ver que no podía acabar mi frase y yo solo asentí desviando la mirada al sentir mi cara arder de vergüenza.

Noah me guiñó un ojo como respuesta y empezó a rebuscar en las repisas, cajones y cualquier mueble con puerta que hubiera en la cocina, hasta que varios minutos después, se sentó a mi lado en una de las banquetas alrededor de la mesa isla.

—Okay, nunca en la vida creí que me costaría tanto encontrar un poco de agua.—Comentó torciendo sus labios.

—No sobrevivirías un día en medio del desierto.—Bromeé y él fingió una expresión de tristeza antes de esconder su cara entre sus brazos encima de la mesa.—¿Estás llorando ya?—Pregunté intentando aguantar la risa.

—Estaré a punto.—Contestó en la misma posición.

—Oh vamos, disculpa, ¿si?

—Mmhmm.—Gruñó él y yo inflé mis cachetes para retener una carcajada.

—Noah.—Lo llamé rodando los ojos mientras él se hacía el dolido.

—No está.—Respondió y solté una risita pequeña.

—¿Y si dijera que si durarías un día en el desierto?

—No es suficiente.—Se quejó.

—¿Uno y medio?—Pregunté y él hizo un ruido grave de negación.—Bueno, dos, pero es mi última oferta, eh.

—Mmmhm.—Fue su contestación y yo sonreí por lo testarudo que estaba siendo.

—Bien, no salgas ahora si no quieres.—Avisé y seguidamente apoyé mi cabeza de costado sobre mis antebrazos encima de la mesa, mirando en la dirección del chico que estaba siendo muy infantil.—Me quedaré esperando.

—Estaré aquí por horas.—Amenazó y eso me sacó otra sonrisa.

—Lo soportaré.

—No te creo.

—¿Ah no?, pues te cuento que de pequeña adopté una tortuga.—Empecé a relatarle sin pensarlo y sin sentir vergüenza de hacerlo.—Cuando la llevé a casa y quise jugar con ella, se escondió dentro de su caparazón, mi mamá me dijo que se sentía asustada por estar en un lugar que no conoce y con gente extraña, así que me quedé a su lado a esperar a que saliese.—Hice una pausa corta y Noah no dijo nada que me demostrara aburrimiento de su parte o interés, aún así continué.—Quería demostrarle que no tenía porqué temerme, que era su amiga, que estaría segura conmigo a partir de ese entonces, que la cuidaría y la querría muchísimo.

Hice una pausa ya que empezaba a sentir que a Noah le valía lo que le contaba, pero su voz no tardó en sonar encerrado entre sus propios brazos.

—¿Qué pasó al final?

Me encogí de hombros en mi misma posición, fijando la vista en su cabello negro.—Salió después de tres horas y jamás volvió a esconderse de mí.

Dejando de lado la música lenta que sonaba de fondo a nuestra conversación, un largo silencio reinó entre nosotros, pero no me importó en lo absoluto, porque tal y como le dije, me quedaría a esperarlo si no quería salir.

Pero entonces pasó.

Noah alzó la cabeza y cuando me vio de reojo, imitó mi posición, su cara mirando en mi dirección mientras que la mía estaba hacia la suya, pero no fui consciente de una cosa, y era que ambos estábamos a centímetros del otro, tanto que nuestras manos casi se tocaban.

Empecé a oír mis propias palpitaciones e iban a mil por hora, también me faltaba el aliento y sentía como mi rostro se incendiaba, imaginando mis cachetes de un color rojo fuerte.

No entendía muy bien porqué me estaba ocurriendo esto, pero había visto suficiente romance en cada medio, que creí saber perfectamente lo que me estaba pasando mientras miraba fijamente esos bonitos ojos celestes.

No podía ser, no podía estar pasando, no a mí.

Pero entonces recordé la regla número uno que hice, la que dio inicio a las otras nueve, aquella importantísima base de mis irrefutables diez reglas para enamorarse...

Sentir cosas cuyas razones desconocerás al principio, pero que serán maravillosas.

Y aquí estaba yo, cumpliendo con cada jodida palabra de esa regla.

—Ahora tu tortuga y yo tenemos algo en común.—Musitó riendo y me resultó el ruido más tierno del mundo, además de que su sonrisa provocó algo tan cálido dentro de mi pecho, que me quedaría a ver esa expresión por el resto de mis días y jamás me cansaría.

Sacudí la cabeza levemente, volviendo a mi. No era el momento de ponerme a admirar ese rostro que, de repente, me parecía el más atractivo que había visto en la vida.

—Ambos tienen algo duro.—Dije y Noah paró de sonreír para verme sorprendido, como si lo que hubiese comentado estuviese fuera de lo normal.—¿Qué?

—Cuando dices algo duro... ¿a qué te refieres?—Preguntó nervioso mientras se incorporaba y yo lo imité.

—Amm, de su caparazón y tu cabeza, ¿no era obvio?—Arquee una ceja confundida al verlo respirar profundamente con alivio.—¿Qué pensaste?

—¿Eh?, no, nada, era lo mismo, olvídalo.—Respondió desviando la mirada y sus mejillas se tornaron algo rojas.

—Okey...—Acepté sin saber exactamente lo que acababa de pasar.—¿Continuarás con la búsqueda del agua o ya te rendiste?

—Jamás.—Exclamó recomponiéndose y se levantó de golpe.—Espérame aquí. Volveré.—Dijo lo último con determinación.

—De acuerdo, Terminator.

Él me guiñó un ojo, provocando más sensaciones raras en mi estómago, y se perdió entre los adolescentes ebrios.

Me giré para ver al frente y sin pensarlo dos veces, me abofeteé la cara.

—¡Au!—Me quejé, pero no me arrepentí, era mi castigo por estar sintiendo cosas que no debía sentir.

—Es oficial.—Dijo una voz masculina a mi derecha y ladee la cabeza para ver a Zane mirándome extrañado.—Te volviste loca.

—¿Dónde rayos te habías metido?—Le pregunté molesta, ignorando su comentario.—Me voy unos minutos al baño, intentan violarme en un pasillo oscuro de camino y cuando vuelvo, te esfumas más rápido que Casper.

—Aws, me extrañabas demasiado... espera, ¿dijiste que intentaron violarte?—Su expresión divertida cambió instantáneamente a una seria.

—Tranquilo, estoy bien.

—¿De verdad?—Preguntó preocupado, analizándome de cuerpo entero y cuando asentí, su rostro rabioso apareció.—Dime quién fue, habrá una charla nada linda entre su cara y mi puño.

—No es necesario porque alguien que no fuiste tú,—Aclaré enojada.—Me salvó justo a tiempo.

—Aún así dame el nombre, voy a matar al imbécil que intentó tocarte.—Insistió con el ceño fruncido.

—Mejor preocupate por no dejarme sola otra vez, ¿de acuerdo?

—Pero si te quedaste con las chicas.

—Primero, ellas se fueron a bailar, y segundo, ¡soy tú responsabilidad!—Recalqué la palabra con fuerza.—Me trajiste a esta fiesta por insistencia, ¡se supone al menos deberías cuidarme!—Lo regañé, porque pese a no ser su culpa, si lo era el hecho de que estuviera ahí, aunque bueno... habíamos llevado a cabo un trato, pero fue idea de él, ¿o no?

Zane bajó la cabeza y torció los labios en disgusto.—Lo siento, yo también soy un imbécil.

—Así es.—Aseguré pero al ver sus ojitos de perro mojado, el corazón de me ablandó.—Descuida, ya pasó, de todas maneras ya estoy bien.—Intenté consolarlo, pero él siguió cabizbajo, así que lo tomé del mentón y lo obligué a mirarme.—Hey, dije que todo está bien, ya cambia esa cara.

Él no dijo nada, se me quedó viendo fijamente a los ojos y por alguna razón yo también a él. Ya no tenía la mirada triste, sino una que no podía comprender. No sé cuántos segundos pasaron hasta que me di cuenta de lo ridículamente cerca que lo tenía de mí, así que lo solté y me aparté rápidamente, carraspeando la garganta incómoda mientras Zane pestañeó repetidas veces, como si se hubiese perdido por un segundo de la realidad.

—Ya, de acuerdo.—Me respondió rascándose la cabeza.

—Oye, ¿y qué pasó con la chica de sonrisa bonita?—Intenté sacar rápido un tema nuevo.

—¿Hablas de Hailey?—Me hizo saber su nombre, asentí con la cabeza y él sonrió mirando al suelo, yo arrugué mi entrecejo al verlo.—No tienes idea de lo increíble que es.

—¿Ya te acostaste con ella?—Fui directa y mi mejor amigo negó con la cabeza, causando que lo mire sorprendida.—¿Entonces hablas de su personalidad?

—Sí.—Su aceptación me hizo abrir la boca en forma de "O", Zane rió.—Pintate la cara de blanco y serás el asesino de Scream.

—¡Esto es nuevo!—Otra vez ignoré su comentario.—Zane Fowler, apodado como el mujeriego modelo de primera generación, conoció a una linda chica, y no solo no se acostó con ella a la media hora de hablarle.—Hice una pausa y tomé mucho aire luego de haber dicho todo eso con velocidad.—¡Sino que la alabó por su personalidad¡, ¡No me lo creo!, ¡si me dicen que es un chiste lo tomo!, ¡Por Dios!—Grité todo aquello, aprovechando que mi voz se perdía con la música, hasta que me quedé sin aliento otra vez.

—Si fuera por mí te cosería el agujero que tienes de boca, pero seguramente aprendería a hablar por la nariz y eso sería asqueroso.

—¡No te desvíes del tema!—Me quejé tomándolo de los hombros y empecé a sacudirlo.—¡Ya cuéntame más sobre Hailey!

—¡Suéltame psicópata desquiciada!

—Lo siento, tengo mucha fuerza cuando me emociono.—Me disculpé apenada mientras lo solté.—Pero ya en serio, cuéntame todo sobre esa chica o volveré a hacerte sentir que estás en una montaña rusa.

—Te vomitaré encima si pasa otra vez, tú verás.—Amenazó y yo arquee una ceja, fulminandolo con mi mirada, por lo que él rodó los ojos rendido.—Pues, su nombre es Hailey.

—¡Eso ya lo sé tonto!

—¿Qué quieres que te diga sobre ella entonces?, ¿su color favorito?, ¿el nombre de su gato?, ¿su talla de calzado?, ¡la conozco hace media hora, Missy!

—Suficiente tiempo para que me digas cómo es al menos, si es cool, si es una drama queen o una chica superficial.

—Es cool.

—¿Cool de cool...—Dije con un tono simpático.—.. o cool de... agh, cool?—Hice una mueca de asco.

Zane me miró perplejo.—Ok, no sé de qué hablas.

—Sí, la verdad es que yo tampoco me entendería.—Admití y mi mejor amigo soltó un suspiro.—Vamos, solo intenta describirla como puedas.

—Bien.—Gruñó él y yo le presté suma atención.—Es...  amable y no es tímida, es extrovertida pero no irrespetuosa, es graciosa sin tener que ser cruel.—Zane empezó a explicar con fluidez mientras un brillo que jamás había visto se apoderaba de sus ojos, sorprendiéndome.—Tiene ese algo que te hace querer hablar con ella por horas, sin hacer nada más que eso.

—Es muy bonita también, ¿o no?—Pregunté viendo como mi mejor amigo comenzaba a sonreír atontado y sin darse cuenta.

—Sus ojos son tan hipnotizantes y sus pestañas largas lo hacen peor, podría quedarme viéndola directamente todo el día, pero también me distrae su boca, ¿sabes?, no porque tenga un fuerte deseo de besar sus labios, aunque no me negaría... sino porque su sonrisa me provoca una calidez inexplicable en el pecho, y es tanta esa sensación que sería capaz de... de...

—Verla sonreír por el resto de tus días sin cansarte.—Acabé la oración por él, recordando lo mismo que sentí con Noah hace unos momentos. Zane me miró sorprendido, tal y como yo a él al deducir lo que le estaba pasando.—Debo decirte algo importante y espero que lo tomes con calma.

—Esa expresión me asusta.—Comentó al verme analizándolo estupefacta, todavía sin poder creer mi teoría.

—Zane...

—¿Missy?

—Creo que... te gusta Hailey.

Él sintió alivio por mi respuesta y luego rió irónico.—Pff, ¿no es obvio?, es muy linda, a todo el que la viera le gustaría.

—No hablo superficialmente.

—¿Entonces?

—De forma sentimental.—Mi comentario lo hizo dejar de sonreír.—Zane, te gusta Hailey.

—No.

—Sí.

—No.—Insistió paralizado.

—Que sí.

—Cállate.

—Cállate tú.—Le respondí ofendida y él lo hizo, por lo que me arrepentí al instante.—Digo no, o sea sí, solo.. ugh, ¡admítelo!

—¿Quieres agua?

—¿Eh?—Pregunté confundida y él me dio una botella llena de la bebida trasparente.—¿De dónde sacaste la sacaste?

—De mi auto, te compré algunas antes de pasar a buscarte porque sabía que no habría ninguna aquí.—Confesó, provocándome una enorme ternura que él notó ya que me sonrió.

—Ows, eso es tan conside–¡Alto!—Paré mi casi halago cuando me di cuenta de lo que hacía.—¡No cambies el tema y admite que te gusta esa chica!

—Mierda.—Se quejó.—No lo haré porque no hay nada que admitir.

—Claro que sí.

—Vamos Missy, conocí a la chica hace...—Revisó el reloj de su muñeca.—Cuarenta minutos ahora, ¿cómo va a gustarme alguien tan rápido?

—Mis reglas aseguran que eso es posible.—Comenté con superioridad y Zane me vio con ojos entrecerrados.

—¿Hablas de las que hay en tu lista del amor?—Preguntó haciendo una mueca y yo asentí orgullosa.—No puedes fiarte de eso, ¡es un pedazo de papel que escribiste cuando tenías diez años!

—Y que fui perfeccionando hasta los dieciséis.—Le aclaré.

—Me conoces, sabes que yo no soy así.—Intentó defenderse.

Yo también me conocía hasta que llegó Noah y me hizo sentir como una guerra de insectos se desataba en mi estómago.

—Si estuvieras en mi situación, tampoco sería el caso, porque eres igual de distante a esos sentimientos como yo.—Agregó.

—Bueno...

—¿Qué?—Interrogó curioso y me dispuse a contarle de cierto chico de ojos celestes, pero el universo hizo el trabajo por sí solo cuando Noah apareció detrás de mi mejor amigo.

—Hablando del Rey de Roma.—Murmuré para que nadie me oyera.

—¿Me extrañaste, chica cuya tortuga tiene algo en común conmigo?—Preguntó el pelinegro sonriente, haciendo que mi mejor amigo se voltee a verlo.

—¿Quién eres tú?—Dijo confundido y antes de que pudiera presentarlos, Zane pareció conectar los cables en su cabeza cuando se paró y lo vio fijamente, pero aparentemente lo hizo mal, porque tanto a Noah como a mí nos tomó desprevenidos cuando sus manos se aferraron al cuello de su camiseta.—¡¿Eres el imbécil que intentó tocarla, verdad?!

—¡Te equivocas de persona, yo la salvé!—Se defendió Noah, mirando a mi mejor amigo con el ceño fruncido.

—Si claro, ¡te enseñaré a no tocar a las mujeres sin su permiso!—Gruñó furioso.

—¡Zane, no!—Me levanté para jalarlo del brazo ya que él armó su mano un puño y la alzó para golpear a Noah, este también se enfadó ya que lo tomó del borde de su chaqueta, ambos se miraban como si estuvieran a punto de asesinarse y la gente a nuestro alrededor se quedó expectante, por lo que me puse en medio de ambos, empujándolos para separarlos.—¡Ya basta, ambos!

—¡Él empezó!—Se quejó Noah, realmente se veía enojado y no podía culparlo tampoco, así que miré de mala manera a Zane.

—¿Yo?, ¡pero si tú fuiste el que intentó–

—¡Él me salvó, Zane!—Aclaré firme.—Me ayudó a librarme del idiota que quiso tocarme, así que relájate ya.—Exigí, harta de seguir dando un espectáculo tan vergonzoso.

Mi mejor amigo lo soltó a regañadientes y Noah hizo lo mismo, quedando cada uno a un lado de mí. Suspiré aliviada por haberlos detenido y miré al resto de personas que nos observaban con el ceño fruncido.

—¿Qué miran?, ¡tienen mejores cosas para hacer, como beber hasta quedar inconscientes, así que váyanse que no hay nada que ver aquí!

Los adolescentes me hicieron caso y siguieron cada quien en lo suyo, por lo que fijé mi atención en ambos chicos, pero sobretodo en mi mejor amigo. Estaba a punto de ordenarle pedir disculpas a Noah por el malentendido y el alboroto, pero una voz me ganó.

—¿Zane?—Una chica lo llamó y me voltee para encontrarme a Hailey, con la mirada preocupada sobre mi mejor amigo.—¿Estás bien?, ¿qué te sucedió?

—Tranquila, estoy bien.—Le respondió él cambiando su expresión seria por una amable a la vez que se rascó la nuca sonriente. ¿Acaso estaba nervioso?

—¿Seguro?, porque te oí gritar, pero no pude ver nada por el montón de gente que se arremolinó a tu alrededor.

—Si si, no fue nada, solo un... malentendido.—Dijo lo último torciendo los labios y viéndome con vergüenza y luego a Noah con seriedad.

Hailey no tardó en percatarse de nuestra presencia y nos miró apenada.

—Lo lamento, no los vi, soy Hailey, mucho gusto.—Nos dijo y me ofreció la mano a mi primero, yo la estreché sonriente.

—Soy Melissa.

—¿La mejor amiga de Zane?

—Vaya, así que ya te contó sobre mí.—Comenté burlonamente, pero Zane me ignoró, solo miraba a Hailey como un bebé observa a su madre.

Lo sé, ejemplo raro, no lo volveré a mencionar. Aún así todos entendieron.

—Pues sí, eso significa que debe quererte mucho.

—Y jamás lo dirá en voz alta.—Recalqué sonriendo.

—Nunca digas nunca.—Comentó Hailey guiñándome un ojo, ya me agradaba y apenas intercambiamos unas cuantas palabras. Ella vio a Noah detrás mío con curiosidad.—¿Él es tu novio?

—¿Q-qué?—Pregunté nerviosa, sintiendo mis mejillas arder y le eché un vistazo rápido, viéndolo desviar la mirada avergonzado.—No, él es Noah, es un... nuevo amigo.—Dije tragando grueso y noté como Zane rodó los ojos ante mi declaración, por lo que le lancé una mirada asesina.

—Oh, lo siento, espero no haberte puesto incómoda con mi suposición, a los dos.—Se disculpó apenada.

—No es nada.—Le contestó Noah parándose a mi lado, quedando muy cerca, y a los segundos Zane hizo lo mismo con Hailey, ambos chicos medían lo mismo, pero yo era dos centímetros más alta que la chica de sonrisa bonita.

—Bueno, había venido para decirte si quieres ir a bailar...—Le habló a mi mejor amigo y este sonrió hasta que Hailey se fijó en mí y Noah.—Pero podemos sentarnos los cuatro a conversar y beber algo si quieren.

—No es necesario.—Intervino Zane.—¿Verdad, Missy?—Hizo mucho hincapié en su pregunta y le daba miradas asesinas al chico de mi lado.

¿Por qué hacía eso?, Noah debería estar molesto, no él.

—Tiene razón, disfruten ustedes, vayan a bailar, nosotros estamos bien.—Alegué y mi mejor amigo me dio las gracias asintiendo, pero yo lo miré como diciendo "oh no, tú y yo tendremos una charla seria sobre lo que hiciste luego" que él aceptó de mala gana.

—Está bien, pero pueden unirse cuando quieran.—Nos avisó Hailey y Zane la guió a la pista de baile, mientras que yo me llevé a Noah hacia la cocina nuevamente.

—Lamento mucho eso, Zane puede ser muy impulsivo a veces.—Me disculpé apenada al ver como el cuello de su camiseta quedó estirada, se lo señalé.—Te compraré una nueva.

—Oye, no importa, es entendible que quiera proteger a su.... novia, supongo.—Dijo lo último con algo de tristeza y tardé un poco en reaccionar.

—¡No somos pareja!—Aclaré. Por Dios, ¿por qué todos creían que eramos novios?—Somos mejores amigos.

—¿De verdad?—Interrogó confuso y yo asentí.—Bueno, entonces no comprendo del todo su reacción tan impulsiva, digo, de verdad parecía como un novio furioso.

—Pero es solo un mejor amigo furioso.—Insistí y por alguna razón, tuve ganas de revelarle lo siguiente:—No tengo novio.

—¿Ah, no?

—No, solo soy yo y mis fines de semana maratoneando películas o series de Netflix.—Le expliqué con tristeza fingida y Noah rió, más música para mis oídos.

—Bueno, ya que estamos revelando misterios... yo tampoco tengo novia.

—Mientes.—Dije sin pensar, viendo lo guapo que era, pero enseguida reparé en mi error y sacudí las manos en el aire.—¡Quiero decir¡, vamos, ¿de verdad?, pero si eres tan... ¡gracioso¡, las chicas aman a los chicos divertidos.

—No es por eso que estoy solo.

—¿Y entonces?

Noah se encogió de hombros.—Simplemente no encuentro a la indicada.

Mi corazón golpeó mi pecho de tal manera que sucede en las caricaturas infantiles.

—¿Así que eres de relaciones serias?

—Te ves sorprendida, ¿es tan difícil de creer?

—Conociendo a los adolescentes de hoy, sí.—Le hice saber.—Todos quieren tener algo casual, eres único en tu especie.

—Por lo que veo, tú no pareces formar parte de ese todos.—Hizo comillas ante la última palabra y yo arquee una ceja.—Apuesto a que te gustan las relaciones serias.

—Acertaste.

—Lo que significa que ambos somos únicos en nuestra especie.—Dedujo, haciendo que mis mejillas se calentaran aún más.—Brindaría por ello, pero no logré conseguir el agua...—Paró de hablar cuando vio la botella de agua que Zane me trajo delante de mis manos.

—Soy mejor tesorera que tú.—Mentí, por alguna razón no quería decirle de dónde venía.—Pero te enseñaré a mejorar.

—Eso me encantaría.—Aceptó sonriendo y sentí que me derretiría allí mismo viendo esa reluciente sonrisa otra vez.

Noah y yo acabamos hablando por la siguiente hora y media, nadie nos molestó en ningún momento, solo éramos un chico y una chica, charlando en medio de una fiesta donde el resto de los chicos y las chicas coqueteaban entre sí, se besuqueaban mientras bailaban y solo Dios sabe qué otras cosas más pasaban en los cuartos de la casa.

Me hubiese gustado seguir hablando con él el resto de la noche si tuviera la posibilidad, pero mi madre me dio un tiempo límite que debía cumplir si quería que esto volviera a repetirse en algún momento de mi vida mientras viviera bajo su techo, por lo que le dije a Noah que tenía que irme y me acompañó en busca de Zane para avisarle, cuando lo encontré, estaba con Hailey charlando en un sofá para dos personas.

El que no haya dejado de estar junto a ella solo confirma lo que pienso de mi mejor amigo.

—Hey, hola de nuevo, Melissa, Noah.—Nos saludó Hailey sonriente, pero Zane otra vez puso cara de trasero mientras veía a Noah.—¿Reconsideraron mi propuesta de charlar entre los cuatro?, porque eso me encantaría.

—De hecho... ya debo irme a casa.—Avisé con tristeza, porque como dije, no quería dejar de pasar tiempo con Noah, y el poder conocer mejor a Hailey también era dolorosamente tentador. Miré a Zane.—¿Me das las llaves?

—De hecho, no bebí absolutamente nada.—Confesó, asombrándome.—Así que yo puedo conducir.

—Si tú quieres.

—Oh, ¿tú también debes irte?—Le preguntó Hailey haciendo puchero, se veía tan tierna que me hizo sentir mal por robarle tiempo con Zane, quien también la miró con decepción por dejarla ahora.

—Ummm, podrías quedarte, yo buscaré otra manera de irme a casa.—Le sugerí a mi mejor amigo, y aunque me vio con ilusión, negó con la cabeza.

—No dejaré que te vayas sola.

—Él tiene razón, es muy tarde para eso.—Añadió Hailey preocupada.—Llévala, nos veremos en la escuela.

Zane asintió y empezó a levantarse, pero Noah lo detuvo al hablar.

—Yo puedo llevarla.

—No.—Dijo Zane directamente.

—Perfecto.—Acepté al unísono de él, causando una mirada mala de mi mejor amigo que ignoré.

—Fue un gusto haberlos conocido, los veré el lunes.—Se despidió Hailey tan sintácticamente, ya entendía por qué Zane la miraba con ojitos.

Nos despedimos de ella y de él, luego de mis amigos que nos cruzamos en la pista de baile al salir y fuimos a su auto, una camioneta azul que parecía de esas que usan los deportistas en las películas cliché de comedia-romance.

Noah me llevó hasta mi casa cuando le di la dirección, seguimos manteniendo nuestra conversación hasta que llegamos al destino.

—Linda casa.—Comentó viendo mi hogar.

—Que bueno que te guste mi humilde morada.—Bromee y él rió, causándome ganas de buscar chistes en Google y hacer una enorme lista, solo para poder hacerlo sonreír más seguido.

—Te veré en la escuela el lunes, chica de la tortuga tímida.

—Así será, chico que no encuentra el agua.

—Auch.—Se quejó con diversión.—Eso duele, pero mejoraré y lo sabes.

—Lo sabré cuando logres conseguirme agua.—Aclaré quitándome el cinturón y abriendo la puerta.—Buenas noches, Noah.

—Buenas noches, Melissa.

Me bajé del auto y le di un último vistazo mientras abría la puerta de mi casa, él alzó la mano como saludo y yo le sonreí antes de entrar.

Solté un suspiro de satisfacción y, viendo como toda mi casa estaba a oscuras, suponiendo que mi hermana y mi madre estaban durmiendo, subí en silencio las escaleras y me encerré en mi cuarto. Me puse el pijama, me lavé la cara quitándome todo el maquillaje y me tiré a la cama, intentando conciliar el sueño.

A esta hora, normalmente, suelo quedarme dormida en segundos, pero por una razón específica no podía hacerlo y esa era que no dejaba de pensar en el lindo rostro de Noah.

Di varias vueltas y adopté tantas posiciones en mi cama, algunas realmente absurdas, durante la siguiente hora, intentando conciliar el sueño, pero me era imposible.

Mi teléfono vibró sobre mi mesita de noche y enseguida lo revisé, era una llamada de Zane. Le contesté.

—Vaya, estás despierta aún, creí que no contestarías.—Dijo a través de la línea.

—No puedo dormir, ¿pero y tú qué?, no escucho el escándalo de fondo, ¿no sigues en la fiesta?

—Acabo de llegar a casa luego de dejar a Hailey en la suya hace unos cuantos minutos.

—Genial, ¿por qué me llamas entonces?, ¿quizás para disculparte conmigo por el espectáculo con Noah?, ah no, cierto que es a él a quien debes pedirle perdón.—Gruñí.

—Está bien, acepto hacerlo el lunes, ¿feliz?

—Sí, porque lo harías igualmente.

—No te llamé por eso aún así.

—¿Y por qué?

Zane hizo una pausa larga, por un segundo pensé que se habrá dormido y me dejó al teléfono con su almohada, pero su voz sonó luego de un rato.

—Tenías razón.—Dijo rendido.—Creo que me gusta Hailey.

—¡Lo sabía!—Chille de la emoción pero enseguida me callé para no despertar a mi familia.—Lo sabía.—Murmuré emocionada.

—Ya, como sea, ¿ahora qué?

—¿A qué te refieres?

—Esto es nuevo para mí y no sé qué hacer, ¿soy Mr. mujeriego, lo olvidas?, tú eres la experta del amor, por eso te llamo, asesórame.—Exigió, tomándome totalmente desprevenida.

—Zane, no sé qué rayos hacer, me atrapaste en un mal momen—Paré de hablar cuando fijé la vista en mi escritorio, viendo mi lista de reglas que seguramente Miriam dejó ahí.

Me paré y fui a tomarla, la desenrollé y repasé cada regla en silencio.

—¿Missy, sigues ahí?—Preguntó Zane ya que tardé tanto.

—Estoy.—Hablé con una sonrisa llenando mis labios.—Es tu día de suerte, mejor amigo, porque tengo algo aquí que hará que dejes de ser Mr. mujeriego de una vez por todas y te vuelvas el mejor candidato a novio del mundo.

—Eso me gusta.—Exclamó Zane a través del teléfono.—Dijiste que no tenías sueño, así que cuéntame más.

—Es simple.—Respondí encogiéndome de hombros a pesar de que él no pudiese verme.—Usarás mi lista de diez reglas.

———

Nota de autora: ¡Reviví de la tumba para traerles esta emocionante actualización a sus notificaciones!

Sé que hay mucho tiempo sin actualizar después de que les dejo un capítulo, pero es que esta historia quiero hacerla ultra mega interesante (además de que cada cap es bastante largo a fin de cuentas), pero para compensar esto saben que tienen disponible la historia de "Malas Decisiones", la cual tiene actualizaciones fijas (cada lunes) y por el momento soy muy puntual con esa.

¡Pero volviendo al tema!, ¿qué les pareció este capítulo?, ¿Qué opinan de los nuevos personajes Noah y Hailey?, ¿Y del comportamiento de Zane y Melissa con ellos?, ¡se viene cuarteto!, digo, no, o sea, no sé de que me hablan, ugh, en fin.

Si les gustó voten positivamente para más, si tiene mucho apoyo (cosa que ya está pasando con esta y mi otra historia) entonces prometo actualizarla con más rapidez, saben que tengo una vida fuera de wattpad y ahora no, pero en unos días se va a volver más ocupada de lo que ya, así que aprovechen el bug.

¡Me despido por hoy, los y las quiero¡

Un beso, Cami. <3

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