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CAPÍTULO 2: EL TRATO.
—Ya terminé.—Exclamó Zane desde el living.
Pasaron unos cuántos segundos antes de verlo entrar en la cocina con la escoba en una mano y la pala cargada de frituras en la otra.
—Pareces cansado.—Sonreí al verlo fulminar con la vista los restos de Doritos en su pala mientras se dirigió a tirarlos en el cesto de basura.
—¿Me repites por qué tuve que limpiar yo? Tú fuiste la que hizo el desastre.—Reprochó él, dejando los objetos de limpieza en su característico lugar y sentándose a mi lado en la mesa isla.
—Te lo ganaste por asustarla.—Comentó Miriam desde el otro lado de la mesa mientras comía los Doritos que lograron caer en el sofá y ella recogió.
—Me alegra que por fin lo entiendas.—Replique, mirando con dulzura a mi hermanita.
—Sigo creyendo que deberías haberme ayudado a limpiar la primera vez.—Refutó ella y yo rodé los ojos.
—Esperen, esperen.—Zane nos interrumpió.—¿Me están diciendo que no es la primera vez en el día que ella—Me señaló con la cabeza.—crea un desastre así?—Ignoré su pregunta pero Miriam asintió exageradamente. Zane sonrió divertido.—Crisis de frituras dos veces en un día, nuevo récord, Missy.
Él sabía que odiaba que me llamaran así. Tuve esa abreviatura durante toda la primaria y luego de mucho tiempo e insistencia, justo cuando comencé la preparatoria, logré que todo el mundo me llamara por mi nombre completo. Zane fue el único que siguió usándolo y hasta hoy supe que era inútil convencerlo de que me llamara por mi nombre real.
—Deberían dejar de asustar a las personas con snacks en la mano, ¿no creen?—Me defendí de ambos.
—La gente común no echaría su comida por los aires a causa del susto.—Respondió Miriam, entrecerrando sus ojos en mí.
—Concuerdo con ella.—La animó Zane. Este le extendió el puño y mi hermana menor se lo chocó victoriosa.
—Gracias por el apoyo, mejor amigo.—Comenté sarcásticamente.
—Por nada, mejor amiga.—Respondió él con aire suficiente.
Conozco a Zane desde que tengo memoria, e incluso hasta antes de eso.
Nuestra amistad es como una clase de herencia familiar. Mi mamá y su papá eran mejores amigos desde pequeños y, luego de que cada quien consiguiera su pareja, nos tuvieron a nosotros, su legado de amistad.
No me malentiendan, Zane y yo somos mejores amigos porque así lo quisimos, no porque sea literalmente una herencia, pero resulta ser que, al ser hijos de viejos mejores amigos y luego nosotros mismos nos convirtiéramos en eso, pues, la coincidencia fue tan enorme como para que lo veamos como una herencia.
Y me gusta decirle así, solo para hacerlo sonar más interesante y único.
—Así que, ¿por qué irrumpes en mi casa sin avisar y me haces tirar mis frituras al piso?—Dije analizando a mi mejor amigo de arriba abajo.
Zane puso sus ojos marrones en blanco.—Fue tu culpa.
—Estas en mi casa, por ende, no puedes oponerte a lo que diga.
—Como sea.
—¿Entonces?—Volví a preguntar.
—Sí sí, que fue mi culpa que tiraras tus snacks, ya.—Gruñió él.
—¡Me refería a la razón por la que entraste sin avisarme!—Lo corregí pero luego me lo pensé bien.—Aunque sí, tienes razón con lo de los snacks. Descuida, al menos pides perdón, no como otras.—Miré mal a Miriam, quien estuvo ajena a la conversación. Su atención fue únicamente para el contenido de su tazón.
—Los mellizos Heather harán una fiesta mañana en la noche por ser el último día de vacaciones antes de comenzar las clases, e invitaron a toda la escuela. Incluso a los alumnos nuevos.
—Espera.—Levanté mi dedo índice en señal de alto.—Con alumnos nuevos te refieres... ¿a los que ingresan a partir del lunes?—Pregunté confundida.
Zane asintió sonriente.
—¿Cómo es que los Heather invitaron a personas que ni siquiera conocen aún?
—Las redes lo pueden todo, Missy.—Me guiñó un ojo.—Simplemente anunciaron en todas partes que harían una fiesta para todo aquel que sea y vaya a ser alumno de nuestra preparatoria. Entonces boom.—Juntó sus manos y las separó lentamente, como si hubiese una explosión entre ellas.—Nueva gente va a estar presente.
Zane parecía haber terminado su explicación y me miró ansioso, como si esperara una respuesta de mí. Dejamos pasar unos segundos de silencio hasta que él volvió a hablar.
—¿Y bien?, ¿Qué dices?
Arquee una ceja confundida.—¿Diviértete?
Miriam soltó una carcajada que no logré comprender y miró a Zane de forma burlona mientras este se golpeó la frente con la palma de su mano.
—¿Es en serio?—Me miró frustrado.
—¿Qué?
—Quiere que vayas con él, boba.—Anunció Miriam.
—Oh.—Comenté, como si hubiese entendido todo. Luego vi a Zane y le di una de mis mejores sonrisas.—Miriam.—Llamé a mi hermana, insitándola a hablar.
—Ella no va a fiestas.—Respondió por mí con seguridad.—Así que te dirá que no.
Le di una mirada de agradecimiento y ella me sonrió como respuesta. Ambas nos volteamos a ver a Zane, quien nos vio con una exagerada expresión de asustado.
—Telepatía de hermanas.—Me encogí de hombros.
Zane meneó la cabeza.—Como sea, ¿por qué no?
—¿Miriam?—Le pedí a mi hermana.
—No le gusta estar entre tanta gente, el olor a alcohol la marea y odia la música fuerte.—Dijo ella con tanta seguridad que me hizo sonreír.—Oh, y prefiere pasar el día viendo películas de-
—Romance, ajá.—Zane la interrumpió.
Mi sonrisa se amplió luego de oír a Zane decir algo que supiera de mí. Luego de muchos años de amistad, tantos años como los que tenemos, debería saber eso. Se me hizo raro ya de por sí que no tuviera en cuenta que odio las fiestas. A lo mejor se hizo el tonto y sí lo sabía, o tal vez lo había olvidado. No lo culparía tampoco, después de todo yo siempre asistí a sus fiestas de cumpleaños, pero nunca a las de otras personas, y él tampoco me había propuesto llevarme a alguna fiesta que no fuera suya, al menos no desde hacía años.
—Pero quiero que vayas.—Continuó él con voz inocente y dulce.
—Eso no es cierto así que vamos al punto, ¿qué es lo que quieres exactamente?—Lo cuestioné directamente.
Zane arrugó el entrecejo a la vez que llevó una de sus manos al pecho, mirándome molesto y fingiendo una expresión de dolor.
—¿Acaso no puedo invitar a mi mejor amiga a ir a una fiesta de despedida a las vacaciones antes de comenzar el fastidioso último año?—Habló ofendido.
Compartí una mirada con Miriam antes volvernos hacia Zane con una ceja levantada y mirarlo acusatoriamente.
—Bien.—Él levantó sus manos al aire, delatándose.—Necesitaré un conductor designado.
—Ella no tiene la licencia.—Le espetó Miriam.
—¿Piensas que no lo sé?—Zane rodó sus ojos y luego me vio.—No importa, si nos paran podemos cambiar de lugar en lo que el policía tarda en llegar hasta la puerta.
—¿Viste eso en las películas, verdad?—Pregunté.
—Rachel quiso hacer eso con Ross en un episodio de Friends.—Dijo, encogiéndose de hombros.
Negué con la cabeza decepcionada por las estúpidas ideas de mi amigo.
—Los personajes de Friends siempre idean cosas que terminan en desastre.
—Pero nos funcionará a nosotros, ya verás.—Respondió guiñándome un ojo.
—Si tú lo dices.—Le sonreí y puse una mano en su hombro.—Espero que encuentres un conductor designado que se haya visto ese episodio también.
La sonrisa emocionada de Zane se desvaneció tras mis últimas palabras. Cualquier persona simplemente se rendiría y buscaría una segunda opción, pero estamos hablando de mi mejor amigo.
—¿Qué quieres?—Preguntó él con seguridad.
—¿Qué?
—Ya me oíste.
—No voy a caer en eso otra vez.—Dije molesta.
Zane y yo antes habíamos hecho tratos donde prometíamos nuestras partes, yo cumplía con lo mío, pero luego él no lo hacía con lo suyo o simplemente lo olvidaba.
—Lo prometo.
—He oído eso antes.
—¡Oh vamos Missy!—Refunfuñó él.
Estaba totalmente en negación cuando Miriam hizo un sonido que llamó mi atención y la de mi mejor amigo. Ella me hizo una señal con su dedo manchado de naranja para que me acercara y cuando lo hice, me susurró algo en el oído sin que Zane pudiera oír.
—¿Planean matarme, verdad?—Dijo imitando una expresión de horror.—Ya me habían advertido de lo sanguinarias que eran las hermanas Quinn, pero no quise escuchar.—Añadió con terror.
Miriam terminó de susurrarme y ambas fijamos la vista en un confundido Zane mientras unimos nuestros dedos como el señor Burns.
—Bien, esto es lo que haremos.—Comencé a decir.
—Oh no, está por suceder.—Respondió él y unió sus manos mirando al techo.—Padre nuestro que estás en el Olimpo, santificado sea tu nombre-
—¡Zane!—Lo interrumpí molesta y él soltó una carcajada.
—Lo siento, es que se ven aterradoras cuando murmuran cosas entre ustedes.
—Ni siquiera oraste bien.—Comentó Miriam con una sonrisa.—Ese Dios no es del Olimpo.
—¿No estaba rezando a Zeus?—Le preguntó él y cuando Miriam estuvo a punto de seguir la conversación me aclaré fuertemente la garganta.
—Sí, lo siento.—Se disculpó mi hermana y ambos me miraron con atención y en silencio.
—Esto es lo que haremos.—Comencé otra vez.—Yo te llevo a esa tonta fiesta,—Zane esbozó una encantadora y reluciente sonrisa de oreja a oreja y se dispuso a hablar pero lo frené.—No sin antes ir al centro comercial.
Él arrugó su ceño.—¿Para qué?
Sonreí con superioridad luego de su pregunta, pensando en lo que quería de allí.
—Debes comprarme el libro que yo quiera.
—Lo haré luego de la fiesta.—Intentó convencerme.
—No tienes nada que hacer hoy, así que...
—Pero-
—Ese es mi trato, tómalo o déjalo.—Finalicé y Miriam me chocó los cinco por mi firmeza.
Zane dudó, miró hacia el suelo y a sus costados varias veces pensando en qué decidir. Bostecé y tomé un Dorito del tazón de mi hermana para llevármelo a la boca. Me precipite hacia la salida de la cocina pero la voz de mi mejor amigo me detuvo. Él murmuró algo que no pude entender así que me volteé a verlo sonriente.
—¿Sí?
—Dije que si...—Volvió a susurrar, mirando al suelo molesto.
—¿Disculpa?
—Que-
—No te oigo. Esta vez lo interrumpí, hablando divertida.
—¡Si voy a comprarte un maldito libro!—Alzó la voz.
—Tranquilo, ya te oí loco, no tienes que gritar.—Dije, fingiendo dolor en mi tímpano derecho.
Miriam de echó a reír y yo sonreí tras el gruñido que Zane soltó por mi jugueteo. Volví sobre mis pasos y abracé con ternura a mi mejor amigo, quien dejó caer su rostro dentro de sus brazos encima de la mesa isla.
—Ya ya Zaney.—Lo llamé cariñosamente haciendo una voz aguda y revolví su cabello castaño. Él soltó un largo suspiro antes de reincorporarse y mirarme mal.
—Bueno, vámonos.—Avisó levantándose de su asiento.
—Espera.—Lo frené y me dirigí hacia el teléfono de casa que estaba colgado en la pared, a un lado del umbral que conecta la cocina con la sala de estar.
—¿Qué está haciendo?—Oí los susurros de Zane mientras marcaba un número.
—Tiene que pedirle permiso a mamá, ¿recuerdas?—Le respondió Miriam.
Ella tenía razón. Mientras tanto, el teléfono marcó el número de mi madre casi un minuto entero hasta que finalmente contestó.
—¿Hola?—Dijo ella desde el otro lado de la línea.
—Hola mami.—La saludé cariñosamente, y, a pesar de que la razón principal era porque me creía una hija sumamente buena, la otra razón era que mi madre se encontraba trabajando, y conociéndola, odiaba que la llamemos cuando estuviera en el trabajo, a menos que sea una emergencia.
—Melissa.—Su voz confusa cambió a una enojada que conocía muy bien.—Sabes que aún estoy trabajando, podrías haber interrumpido una sesión, pero tienes suerte porque mi último paciente acaba de irse temprano.
—Oh, que bueno mami, que bueno.—Hablé lo más tranquila posible.
—Melissa Jacqueline Quinn-Cerré con fuerza los ojos al oírla llamarme por mi nombre completo.—¿Por qué me llamaste al trabajo?, espero por tu bien que sea por una emergencia.
—Sí, bueno, hum.—Comencé a balbucear, intentando mentirle, me estaba arrepintiendo de haberla llamado, pero ya era tarde.—Se podría decir que es una emergencia, es chistoso, yo-
—Hija.—Me interrumpió con una voz dulce que me dio aún más miedo.—¿Sabes cuál es mi trabajo?
—Sí mami.—Respondí con nerviosismo. Sabía qué significaba esa pregunta.
—¿Entonces sabes que noté tu nerviosismo?
—S-sí mami.
—Y ahora estás tartamudeando.
—Sí mami.—Dije de corrido.
—No me llamas por una emergencia, ¿cierto?—Su voz se volvió más imponente, haciéndome entender que ya estaba muerta.
—No mami.—Admití derrotada.
No podía mentirle a mi madre, incluso si fuera buena en eso. Ella era psicóloga, una de las mejores de la ciudad, y se tomaba realmente en serio su trabajo. En la universidad fue la mejor de la carrera que eligió, por lo que se podría decir que mi madre me conocía mejor que nadie, no necesitaba verme para saber que estaba nerviosa.
Eché un vistazo a Zane y Miriam, quienes cubrían sus bocas y sus cachetes estaban inflados, aguantaban un estallido de risas mientras me miraban. Yo les mostré mi dedo medio.
—¿Qué quieres?—La voz de mamá me devolvió a la conversación.
—Bueno, sabes que te amo, que eres la mejor madre del mundo y que nunca te causo problemas.
—Al punto.
—Quiero tu permiso para ir a una fiesta mañana por la noche.—Dije directa.
—No.—Ella también lo fue.
—¿Por qué no?
—Pasado mañana tienes escuela a las ocho de la mañana, no dejaré que vayas a una fiesta una noche antes para luego tener que mandar a tu hermana menor a que te tire de la cama para hacer que te levantes, además de que terminarás con una resaca horrible. Y la migraña de este no te dejará concentrarte en tu primer día.
—No voy a tomar nada.
—Quedarte despierta hasta tarde también te provocará dolor de cabeza.—Refutó.
—Regresaré temprano.
—La música te dará mareos y podrías terminar vomitando, cosa que también te provocará malestar y deberás quedarte en casa al día siguiente.—Siguió. Mi madre realmente tenía una respuesta para todo.
—¡Pero mamá!—Me quejé como una niña de cinco años.
—¿Qué?—Preguntó, su voz aterradora me hizo retractarme de hablar, así que hice silencio.—Eso creí. Bueno, si no tienes nada importante que decirme, debo seguir trabajando, te veré hoy a la tarde.
—De acuerdo, mami.—Finalicé derrotada y miré a Zane, quien dejó de sonreír al ver mi mala cara.—Sí, entiendo.—Me dirigí a mi mamá por teléfono.
Ella siguió hablando un poco más, diciéndome que debo limpiar mi cuarto, que hay comida en el microondas para Miriam y para mí, y demás cosas que una madre fuera de casa le recordaría a su hija mayor. Estuve a punto de despedirme cuando Zane me arrebató el teléfono y yo sin saber cómo hizo para acercarse sin que lo viera.
—¿Señora Quinn?, hola, sí, soy Zane.—Él soltó una risa y yo intenté arrebatarle el teléfono pero era más alto, por lo que me fue imposible, mientras él prosiguió a hablar con mi madre.—Si, es por eso que le hablo. Si, fue mi idea, sí.
—¡Zane, dame eso!—Susurré molesta, pero él continuó evitando que pudiera alcanzarlo.
—Ajá, claro que sí. Ajá, lo entiendo.—Contestó él a través del teléfono, aún esquivando mis intentos fallidos de quitarle el aparato.—De acuerdo. Saludos a usted también.—Finalizó y con una sonrisa me pasó el teléfono.—Tu mamá quiere decirte algo.
Lo fulminé con la vista antes de pegar el teléfono a mi cara.—¿Sí?
—Puedes ir.—La voz de mi mamá sonó autoritaria, pero eso no evitó que me impresionara su cambio de opinión.—Pero debes volver antes de las doce, o yo misma iré a buscarte, señorita.
—¡¿Doce?!—Pregunté, totalmente sorprendida de lo tarde que me permitía volver.
—¿Sucede algo?
—No no.—Negué con la cabeza a pesar de que ella no podía verme.—¡Gracias mami!, sí, te amo también. ¡Nos vemos en la tarde!—Colgué la llamada, mirando a mi mejor amigo totalmente anonadada. Él solo me sonrió.
—¿Lo lograron?—La voz de Miriam sonó detrás de Zane y él asintió con la cabeza viendo a mi hermanita.
—Tu madre dijo que hay comida en el microondas y que sabes como calentarla cuando tengas hambre. Tu hermana y yo iremos al centro, así que te quedarás sola un rato.—Le dijo sonriente y Miriam asintió.
—¿Cómo hiciste eso?—Pregunté sorprendida y mi mejor amigo se volteó a verme nuevamente.
—Magia.—Hizo señas de brillos saliendo de su mano, dio pasos hacia mí y me tomó del mentón.—Ahora tenemos que conseguirte un libro, así que andando.—Dijo con una sonrisa de victoria.
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—¡Aquí está!—Anuncié emocionada, tomando un libro de la estantería frente a mí.
—Al fin.—Gruñó Zane detrás de mí.—No puedo creer que tardamos dos horas para encontrar...—Hizo una pausa e inclinó su cabeza sobre mi hombro, observando mi libro.—¡¿Bajo la misma estrella?!-Gritó y tuve que tapar su boca rápidamente.—¿No acababas de ver la película esta mañana?
Me volteé hasta quedar frente a él y me encogí de hombros.—Las películas nunca son tan buenas como el libro.
—Que estupidez. Ya sabes el final. No tiene sentido que leas el libro ahora.—Se quejó.
—El romance es mejor cuando está escrito, ¿okay?, aunque sepa el final, no voy a sentirme igual leyéndolo.
—Son solo dos personas besándose y disfrutando de sí mismos, ¿qué tiene de especial eso?—Bufó, estirando su brazo a un costado de mi cabeza para apoyar su mano en la estantería e inclinarse sobre mí.
—Hay sentimientos detrás de cada acción.
—El sentimiento de querer acostarse.—Aseguró mirándome juguetón.
—Es mucho más que eso, Zane.—Lo contradije molesta y empujé su pecho con una mano para alejarlo.—Pero no lo entenderías, eres Mr. mujeriego después de todo.—Comencé a caminar por los pasillos de la librería y Zane me siguió.—Algún día, cuando lo sientas, podrás entenderlo.
—Gracias pero estoy muy bien así, sin compromisos ni sentimientos difíciles.—Estiró los brazos a sus costados satisfecho.—Vivo mi vida al máximo.
—Estar con tantas chicas no es vivir al máximo.
—Hey, cada quien con su opinión, ¿bien?—Respondió enojado y yo rodé mis ojos.
Como dije antes, conozco a Zane desde que tengo memoria, y cuando comenzamos la adolescencia, mi mejor amigo se convirtió en todo lo contrario a mí.
Mientras que yo disfrutaba estando en mi casa todo el día, él salía cada vez que podía. Mientras yo disfrutaba de mi soledad, él socializaba aún más.
Y mientras yo observaba las relaciones y soñaba con tener un noviazgo perfecto, él tuvo relaciones, pero jamás amorosas.
Zane se volvió de esos chicos que disfrutan los coqueteos y odian los compromisos, mientras yo soy una chica deseosa de un romance sólido pero que fracasa en eso.
Básicamente, ninguno de los dos nació para enamorarse.
—Missy.—Volví al mundo real y me sentí sacudida bruscamente por mi mejor amigo mientras estábamos parados frente al mostrador, donde una señora mayor nos aguardaba y una fila detrás nuestro se quejaba.—Dale el libro.
—Oh, lo siento.—Me disculpé con la señora y le hice señas a las personas detrás de nosotros, también pidiéndoles perdón antes de darle el libro a la mujer. Esta le pegó un recibo al envoltorio del libro y Zane le pagó para luego entregarme el libro.
Salimos de la librería y no tardé en hacer pedazos la envoltura transparente. Lo abrí y me permití disfrutar del aroma que desprendían las hojas.
—Oye, no hagas eso cuando estás conmigo en público o diré que no te conozco.—Se quejó Zane y yo rodé los ojos.—Ahora cumplirás con tu parte del trato.
—Mmmhm, nah, aquí terminamos.
—Si lo dices en serio dejaremos de ser amigos en este momento.—La seriedad de mi mejor amigo me hizo reír.
—¿Podemos dejar de ser amigos luego de que me dejes en mi casa?—Hice puchero divertida, abrazando mi libro.
—Te irás caminando.—Respondió con una mirada asesina.
—De acuerdo, lo haré.—Gruñí y Zane me regaló una enorme sonrisa.
—¡Bien!-Exclamó alegre.—Volvemos a ser amigos.
—Yujuuu.—Dije inanimada.
—Ahora ven.—Me jaló del brazo y caminó en dirección hacia una tienda de ropa para mujeres.
—¿Qué haces?—Pregunté asustada, viendo tanta ropa rosa vistiendo los maniquíes en las vidrieras.
—Sé cuál es tu forma de vestir, Missy, y te diré que, a pesar de ser bonita, todo lo que usas es horrible.
—¡Oye!—Protesté, echándole un vistazo a mis pantalones de jean holgados y mi camiseta blanca grande.
—También te peinas horrible.
—¡Hey!—Pasé una mano por mi cabello, tocando el rodete mal hecho que recogía mi cabello castaño.
—No quiero que mi mejor amiga sea toda una bruja en su primera fiesta del año, así que...—Hizo una pausa y cuando entramos a la tienda, él me soltó y caminó unos pasos delante de mí. Luego se volteó y me miró emocionado mientras abrió sus brazos.—¡Bienvenida a la hora de compras con Mr. mujeriego!
Y sin tener tiempo de escapar, Zane volvió a jalarme hacia adentro de la tienda mientras yo pataleé y grité como si mi vida dependiera de ello.
¿En qué me había metido?
———
N/A: En una buena chiquita...
¿Qué les pareció?, ¿Aburrido, divertido?, ¿Qué piensan de Zane ahora que lo conocen un poquis más?, ¿Y de nuestra Missy?, ¿Qué creen que va a pasar en la fiesta a la que irán?, ¡comenten comenten!
Ya saben que las estrellitas me ayudan mucho y más si comparten, también lxs invito a visitar mi instagram, donde interactúo con ustedes cada vez que puedo ❤
Ojalá les haya gustado esta actualización porque la próxima posiblemente tarde más en llegar ;(
¡Me despido con mucho love!
Los y las quiere, Cami. ♡
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