Soy Bilingüe pues

-¡Qué molleja! Pa' esa verga no vengo a trabajar un coño.

Aquel día resultó bastante monótono en la pequeña y acogedora cafetería ubicada en la ciudad de Maracaibo. Entre semana, el lugar era frecuentado por estudiantes universitarios, ejecutivos y también trabajadores de los institutos, bancos y empresas aledañas.

Los domingos, en cambio, resultaban casi muertos, pues sin clases ni instituciones financieras en funcionamiento, se volvían los días perfectos para holgazanear y Marcos lo sabía muy bien.

Sin embargo, ese día, fue incluso más aburrido de lo habitual, se contaba con los dedos de una sola mano la cantidad de clientes que aparecieron desde que entró a trabajar a las ocho de la mañana hasta ese momento, casi las seis de la tarde, cuando estaba por cerrar.

Pese a la poca afluencia de clientela, el olor del café recién pasado permanecía en el ambiente. Faltaban diez minutos para la hora de cierre, Marcos se desperezó y comenzó a apagar las máquinas, mientras que en cocina hizo lo propio su compañero, José.

-Marico, pero eso no lo decidís vos, ¿qué queréis, mardito, qué yo venga solo pa' esta verga? -contestó en un grito desde la cocina.

-¡Nojoda! Gran verga, ni cinco pelagatos han venido en todo el día.

-¡Webon vos! Tais picao porque querías ir a ver a Las Águilas, pa' un sevillo porque perdieron.

-¡Comé mierda! -vociferó en sentencia a su compañero.

Aunque Las Águilas del Zulia, el equipo de béisbol local, se rehusaba a alzar vuelo en lo que iba de temporada, Marcos seguía apoyando al que consideraba "el equipo campeón" y ¡ay, de aquel que se atrevía a contradecirlo!

La campanilla de la entrada anunció a un nuevo cliente, justo cuando se disponían a retirarse y ambos intercambiaron una mirada de fastidio, pero fue Marcos quien abrió la boca para mascullar:

-Mardita sea.

Se volvió en su sitio hacia el nuevo cliente. Notó que era un tipo con apariencia de extranjero, su cabello rubio resplandecía bajo las luces del local; el calor propio de la ciudad le había sonrosado la piel y a través de la camiseta blanca entallada que portaba, un poco húmeda por el sudor, se apreciaba un cuerpo bien trabajado. Mientras "el gringo" se abanicaba bajo el aire acondicionado de la entrada con un folleto que tenía en su mano, Marcos bajó la cabeza algo intimidado por la apariencia ajena «Nagüeboná, tengo que volver al gym», pensó al ver su propio vientre salido por encima del pantalón.

Cuando "el gringo" se ubicó en un asiento, Marcos fue con él para tomarle el pedido, notó el iPhone último modelo entre sus manos y pensó: «aquí lo que hay es billullo».

-Buenas tardes, señor, ¿me indica su orden?

-Do you speak english?

«¡Mardita sea! Pa' completar pues y yo que pasé inglés en la raya», fue el pensamiento veloz que le surcó la mente al recordar cómo solía usar "chuletas" en los exámenes escolares. Una seña con la mano devolvió al cliente para pedirle esperar un momento y ya que no deseaba quedar mal delante del gringo, decidió llamar a su amigo:

-¡José!, ¿preparaste el duyu picante?

-¡¿El qué?! -gritó confundido, asomado por la ventanilla para ver a su amigo.

Marcos le hizo señas con el rostro y cabeza para que le siguiera la corriente.

-¡Ah!, el duyu picante, sí.

El gringo contempló sonriente a Marcos mientras anotaba el supuesto pedido en su libreta, el gordito lucía concentrado, intentaba hacer una caligrafía casi perfecta.

-¿Qué va a querer para tomar? -indagó Marcos, serio, en un tono muy respetuoso, profesional y el gringo sin variar el gesto del rostro le contestó:

-You don't understand my language, right?

El rostro de Marcos asemejaba a un poema ante cada palabra expresada en la lengua ajena; pero, para no quedar como neófito en la materia, decidió recurrir a sus escasos recuerdos del idioma y darle lo que, para él, sería una respuesta apropiada a su requerimiento:

-Yes; oh, yes, mister. -Se aclaró la garganta, brevemente, pensando en cómo continuar-. La comida está rica, digo raid. -Sonrió con el pulgar levantado y el gringo ya no pudo contener la carcajada.

-You're so very cute!

-Ah, no, cerveza no vendemos, pero te voy a traer un café, bueno, un cofi que está pero ¡mortal!

El gringo asintió entre risas y vio a Marcos ponerse en marcha, veloz, hacia la barra a preparar el café mientras le pasaba a José la orden del supuesto "duyu picante" -lo que quiera que fuese eso-. Aunque de la cocina saliera alguna cosa con apariencia de ogro y alta en pimienta, lo más probable es que el café lograra solucionar cualquier inconveniente, después de todo, la clientela que asistía al lugar no lo hacía meramente por ser un bonito sitio; había algo en cada preparación realizada por Marcos capaz de cautivar al más renuente.

Quizás fuese la manera en que se inspiraba al hacerlo, se perdía por completo en cada paso; disfrutaba el tamaño y textura del grano, ni hablar del embriagante aroma que descontrolaba los sentidos o la manera en que se aseguraba de espumar bien la leche.

El rubio contempló al moreno desde su mesa, extasiado por esa pasión con que realizaba cada mezcla y movido por la misma emoción proyectada en el rostro del barista, decidió tomar asiento en otra mesa más cercana a la barra, así podía observar mejor su sonrisa.

Cuando Marcos se percató de la mirada ajena fija en él, empezó a sentirse nervioso, no comprendía por qué ese chico le observaba con tal atención, ni mucho menos el motivo para acercarse. Sin embargo, sus ojos se centraron en los orbes azules que con tal curiosidad y deleite le contemplaron y un breve pensamiento le atravesó la mente: «Vergación de bueno está ese coño», Marcos sintió deseos de patearse luego de eso «¡Ay, verga, ahora sí, se partió esa galleta!», se dijo a sí mismo. Es que Marcos no era gay, nunca ha sido gay y jamás sería; en sus propias palabras: "lo mío son las jevitas y entre más buenas estén, mejor", al menos eso es lo que solía decirle a sus amigos.

De gustos exigente el pequeño gordito quien no dejaba de sentirse nervioso cada vez que sus ojos se cruzaban con los de "el gringo". Marcos desvió la atención del cliente en el momento que su compañero lo llamó para entregarle el pedido y una vez que acomodó la bandeja, procedió a llevarla hasta la mesa.

-Thank you -expresó el rubio sin quitar la mirada del mozo que lo atendía, una enorme sonrisa le adornaba el rostro, misma que iluminó todo el sitio o así le pareció a Marcos por un momento. Sacudió la cabeza para desechar ese pensamiento; sin embargo, no pudo evitar sentirse un poco apenado al notar la canción que resonaba a través de los parlantes en la cafetería:

«Fue un muñeco vudú
Le rezaste a la cruz

¿Qué me has hecho tú?»

«¿Qué es la verga pues? Aquí no pasa nada, webon, es que al fin entendéis algo, pendejo, más nada», se decía a sí mismo y sin darse cuenta sonrió en respuesta e hizo una pequeña reverencia con la cabeza.

-¡The coffee looks so great! -agregó el gringo, emocionado, cuando Marcos estuvo a punto de retirarse.

Por algún motivo que el moreno no consiguió comprender, esa frase movió algo en su interior, como si hubiese esperado oírle decir algo más, como si la sola voz del gringo hubiese sido suficiente para hacerle sonreír y, aunque no entendía del todo lo que este dijo, escuchó "cofi" y lucía hermosamente emocionado, así que solo podía ser algo bueno.

-Bueh, te dije que estaba mortal -respondió sonriente al volver y el gringo permanecía con el mismo gesto en su rostro-. Espero que te guste el "duyu picante" ese que pediste también.

El gringo no dejaba de reír y decidió darle una probada a esa cosa con apariencia medio extraña. Marcos, lo vio hacer algunas muecas raras con la cara al masticar, así como soplar el aire y abanicarse la lengua, es que esa cosa picaba de verdad. Reía a carcajadas, pero luego corrió desesperado a buscarle leche bien fría para calmar el ardor.

José, quién había terminado de arreglar todo en la cocina, contempló la escena a través de la ventanilla y, aunque rio como loco, le parecía un poco curiosa la actitud de Marcos con el gringo, más aún, la de este con su amigo. Cualquier otro cliente estaría molesto y se iría sin pagar, él, en cambio, no solo se terminó casi todo el extraño plato -que ni siquiera pidió-, sino que encima continuó muerto de risa, pese a estar completamente rojo por el exceso de picante. Parecía disfrutar las atenciones de su compañero, mismo que le asistía con demasiado esmero.

El cocinero observó, aun más confundido, ese instante en que el gringo le entregó la cartilla con el pago a Marcos porque por un momento ambos se rehusaron a soltarla, solo se miraban y contuvieron la risa, hasta que el gringo al fin se dio vuelta para retirarse. Marcos contempló la partida sin moverse de su sitio conforme la silueta del joven dejó de divisarse a través de los cristales en la entrada.

-¡Dale un bebe! -exclamó José con ironía.

Marcos se giró hacia su amigo y notó que ya estaba cambiado, listo para irse, parado a un lado de la barra. Ni siquiera fue consciente del tiempo transcurrido, pero incómodo por el comentario de su compañero, dada la insinuación, replicó mordaz:

-¡Ah verga, marico, que te doy tu coñazo!

-¿Marico yo? No mijo, si al que se le mojó la canoa con el gringo fue a otro.

Marcos pasó a un lado de su compañero, lo empujó por el hombro mientras se dirigía a la caja registradora para guardar el pago y la factura. Ignoró las estupideces sin sentido que este decía, total, eran solo eso, ¿o no?

Sin embargo, dentro de la cartilla algo llamó su atención y no era el hecho de que hubiese más dinero ya que no era raro que los clientes le dejasen propina, pero lo que notó fue que fuera del pago en bolívares por la consumición, había un billete de veinte dólares con una pequeña inscripción a lápiz en un borde donde se leía "thank you" seguido de una carita feliz, lo que de inmediato le hizo sonreír.

-Ya te mariqueaste otra vez, seguro estáis pensando en el gringo. -José volvió a burlarse y lo extrajo de sus pensamientos, entonces terminó de cerrar caja, apagar luces y colgar el delantal en cuestión de segundos antes de contestarle:

-Mira pa'ca. -Le enseñó el billete a José y este lo observó boquiabierto-. Veinte lechugas, papá. ¿Veis? Hay que ser atentos con los clientes y ahora te jodéis porque no te voy a invitar ni una fría.

*******
Holis espero que les esté gustando hasta este punto🤗

Nos vemos en el siguiente💖

******
A propósito, el vídeo del multimedia corresponde a Voz veis, una agrupación vocal pop de Maracaibo, eran geniales😢, la canción es ¿Qué me has hecho tú?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top