¹¹· todo está hecho
Los dos niños fueron tratados primero por los Narnianos, Isabella había despertado en una camilla improvisada, tenía vendas por casi todo su cuerpo y una tela húmeda sobre su frente. Peter estaba junto a ella el joven rubio tenía sus manos entrelazadas, traía su pelo alborotado de haber dormido junto a ella.
El azabache se quedó fuera de la carpa esperando a la pelicastaña, un centauro se acercó a él, su nombre era Oreius, el pequeño Pevensie estaba ansioso y nerviosa a la vez, no sabía si Isabella ya había despertado, solo sabía que su hermano se encontraba con ellas, por dentro se sentía terrible, él la había metido en problema, pero sabía que no podría estar para ella cuando despertara.
-Oye Peter, despierta-dijo la pelicastaña moviendo suavemente al joven rubio, la joven Backer se comenzó a desesperar, pues el mayor de los Pevensie no se movió-. ¡Peter Ya Despierta!
El joven príncipe despertó exaltado sacando su espada apuntando a Isabella, se había quedado quieta, pero la fina espada que apunaba a su cuello sentía la presión y como si nada sintió un ligero corte, Peter se dio cuenta de que la había lastimado así que retiro su gran espada del fino cuello de la joven princesa -Lo siento, lo siento deja busco un poco de tela.
Había curado su recién herida, tratando de no lastimar a Isabella mientras quitaba el rastro de sangre-Venga Peter, mi abuela ya me hubiera curado la herida y hubiera preparado té con galletas-la pelicastaña trato de bromear, pero Peter estaba tan concentrado el limpiar aquella pequeña herida
Podía sentir su respiración por todo su cuello haciendo que su piel se enchinará con un simple roce de sus dedos. La joven Backer no quería admitir que extrañaba la torpeza y la seriedad de Peter, cuando el joven rubio termino de limpiar su herida no pudo contenerse más y simplemente la abrazo.
Él arroma de un poco de vainilla y café se hizo presente, el rubio no podía creer que aquel aroma aún seguía impregnado en ella. Se separó de ella acomodando un mechón suelto poniéndolo detrás de su oreja, acaricio delicadamente su cara como si fuera de porcelana y se fue acercando poco a poco, hasta por fin encontrar sus labios, podría decirse que era su primer beso, pero ellos sabían que ese era el primero porque era totalmente diferente del que Peter le había dado el día que fue a visitarla.
-Tengo que ir a hablar con Aslan, de seguro Ed debe de estar esperándome -dijo Isabella una vez que se separó de Peter y junto sus frentes, para después darle un último beso e irse, al salir vio a un pequeño azabache sentado en piso mientras arrancaba un poco de césped -. Venga cariño, si yo hiciera eso con tu pelo te molestarías, así que deja de hacer eso.
El centauro Oreius los llevo frente al magnífico León, ambos niños se arrodillaron a Aslan en señal de respeto pues sabiendo muy bien quien era él, gracias a él seguían con vida y sus amigos estuvieras muy bien atendidos -Levántate Isabella, hija de Eva, levántate, Edmund hijo de Adán... Sean bienvenidos.
El azabache y la pelicastaña hicieron lo que el magnífico León les había indicado y lo miraron, Isabella estaba maravillada por la majestuosidad del animal que tenía frente a ella y por la paz que este trasmitía con tan solo mirarte; sin embargo, Edmund se encontraba incómodo pues sabia cuanto peligro había puesto a la joven Backer por su egoísmo y soberbia.
-No hay de qué avergonzarse, Edmund... Todos hemos fallado alguna vez, pero sí de nuestro corazón viene el arrepentimiento, no está en nadie más juzgarnos, tus hermanos pasaron por muchas cosas para venir aquí para solicitar mi ayuda, para poder traer a ambos sanos y salvos.
-Gracias... Señor.
-Isabella... Debes entender que habrá una batalla, pero aun así no podrás luchas, si no recuperas tu energía de que servirá que seas la guardiana de los futuros reyes y reinas, te agradezco por salvar la vida de Edmund de su oscuridad, estoy seguro de que de haber de estar solo no hubiéramos corrido con la misma suerte.
Las mejillas de la pelicastaña se tornaron color carmesí, mientras le dedicaba una pequeña sonrisa que más bien parecía una mueca por no poder pelear en aquella guerra, el azabache se giró a ver la Isabella quien estaba a su lado, las palabras de Aslan retumbaban en sus oídos, de no haber sido por lo entrometida que puede llegar a hacer Isabella, él hubiera pasado por todo ese infierno solo.
-¡ISA! ¡ED! -se escuchó un grito que hizo eco en toda la montaña, ambos niños giraron a lo lejos la pequeña Lucy siendo detenida por su hermano mayor, mientras que Susan los observaba desde lejos, asimilando la situación de lo que pudiera pasar.
-Creo que lo mejor es que vaya a saludar-dijo el magnífico León, no tuvo que repetirlo dos veces, puesto que Isabella tomo la mano de Edmund, jalándolo para que le siguiera el paso para llegar con los Pevensie, pero justo cuando los tenía en frente, la pelicastaña se detuvo pues no sabía cómo tomarían ellos que se hubiera ido tras Edmund, tuvo un momento con Peter, pero no hubo oportunidad de hablar de lo acontecido.
-Lo hecho, hecho esta... No es necesario hablar con ellos sobre el pasado-dijo el magnífico animal al ver a los tres Pevensie restantes para después alejarse.
-Hola...-dijo el azabache al ver como Isabella se había detenido sin decir nada, Peter miraba fijamente las manos de aquellos dos jóvenes, Lucy se abalanzó sobre los brazos de Edmund, mientras que Susan envolvió a su mejor amiga entre un abrazo provocando que se soltara del agarre del joven azabache, después Susan y Lucy intercambiaron de lugar, pues ambas estaban muy contentas de que estuviera de regreso.
-¿Cómo se sienten? -pregunto Susan, Edmund contesto por los dos, pero la mirada de Isabella se encontró con la de Peter quien no dudo en desviarla.
-Vayan a descansar...-la voz de Peter era seria, Edmund comenzó a caminar, pero al no sentir que la pelicastaña lo seguía, miro que Isabella seguía mirando a Peter, el azabache siguió con su camino hacia donde algunas Narnianas les habían indicado donde dormirían-. Y Ed... ya no te alejes-Edmund sonrió, al escuchar la pequeña burla en la voz del rubio, así como una sonrisa en su rostro, el mayor de los Pevensie estaba a punto de irse, pero alguien había tomado de su brazo haciendo que girara.
-Podemos hablar solo un momento-pregunto la pelicastaña mientras soltaba lentamente el brazo de Peter, él solo se limitó a asentir y tomo su mano para que lo siguiera.
[...]
Después de un largo silencio reconfortante, Isabella jugaba con los nudillos del rubio, él solo la miraba no se había dado cuenta de cuanto la necesitaba a su lado, ella le trasmitía paz y seguridad, aún no sabía si le gustaba, pero cada vez que estaban juntos le había sentido aquellas famosas mariposas en el estómago, de verdad la quería y le agradecía por siempre cuidar a sus pequeños hermanos y a él, de siempre estar para ellos en cada momento difícil, cuando se enteraron de que su padre tenía que ir a la guerra, Peter sentía que el mundo se le venía en sima, tenía que dar el ejemplo por ser el mayor, si algo le llegaba a pasar a su padre él se convertiría en el hombre de la casa y más responsabilidades caerían sobre sus hombros. Pero en cambio se sintió un como aliviado al saber que pasaba por todo eso Isabella iba a estar con él sosteniendo su mano y ayudarlo en lo que él pidiera.
-¿Crees en las vidas pasadas? -pregunto el mayor de los Pevensie, mirando a la pelicastaña que había recargado su cabeza en su hombro y seguía mirando aquel paisaje -. Es decir, cuándo te veo siento que hace años que estás conmigo, que ahora estamos juntos por algo, la conexión que tenemos es increíble, incluso desde que no sabía nada de ti, podía sentir tus brazos cálidos, tu sonrisa la escuchaba, tus manos las pude sentir, realmente es tan asombroso.
-Peter ¿Qué somos?, ósea es decir ¿qué sientes cuando estás conmigo? -pregunto la pelicastaña.
-Contigo me siento completo, me siento feliz, soy el más afortunado en tenerte, mi mundo cambia por completo, todo es hermoso me hace sentir en paz, los pequeños ratos que paso contigo son simplemente hermosos, me olvido de los problemas, no me importa nada, solo tú y es lo único que me importa. Siento muchos sentimientos que no sentía, mi corazón se emociona, mi cerebro no deja de pensar en tu sonrisa, contigo absolutamente es hermoso, me enamoro más y más, siento que tengo el universo entero cuando estás conmigo-aquellas palabras habían dejado a Isabella estática, Peter le había confesado sus sentimientos abiertamente sin miedo a que ella lo rechazara y eso es lo que la pelicastaña admiraba de él, que a pesar de recibidera un no por respuesta, él sabía que había valido la pena decir lo que sentía.
Isabella no sabía que contestar o cómo reaccionar, así que hizo lo primero que se le vino a la mente, se subió encima del rubio, rodeo sus brazos en su cuello y lo atrajo hacia ella para poder besarlo, sintió como una gota comenzó a recorrer toda su mejilla, no lo había notado, pero había comenzado a llorar por aquellas palabras que le había dedicado el rubio.
-Quiero que estés conmigo, pero no quiero obligarte a estar conmigo, te amo y quiero que seas feliz, no importa si no es conmigo me conformo con saber que estás bien y eres feliz-dijo Peter tras separarse de ella por falta de aire, paso su pulgar por aquellas lágrimas, dándole un beso en la frente tratando de tranquilizarla.
-Oh... Peter tú realmente me haces feliz, no creo ser capaz de querer a alguien con la misma intensidad con la que te quiero a ti-confesa Isabella mientras tomaba con sus manos la cara del rubio.
-Sé que no es el mejor momento porque vamos a estar en una guerra, pero prometo recompensarte esto -informo el rubio, la pelicastaña no sabía a qué se refería, solo lo miro confundida, el joven Pevensie tomo sus manos para acercarla a su boca y dejando un pequeño beso en ambas manos, tomo aire para animarse a decir aquellas palabras que cambiarían su vida -. Isabella Lucia Backer -el rubio saco algo de uno de sus bolsillos -te gustaría hacerme el gran honor de ser mi...
-¡SUSAN! -grito Isabella al ver las intenciones del rubio.
-El gran honor de ser mi novia-dijo finalmente Peter mientras le mostraba una pequeña golosina que tenía en manos.
-¡NO VENGAS SUSAN!, ¡TODO ESTÁ BIEN!, ¡FALSA ALARMA! -volvió a gritar la pelicastaña mientras que el rubio se reía, pues conocía muy bien a su hermana que iría al auxilio de su mejor amiga, Isabella lo miro nuevamente y le sonrió -. No lo sé Peter, me darás un castillo-bromeo la joven Backer, el rubio no pudo contener más su risa mientras negaba con la cabeza por la ocurrencia de aquella joven-. Me encantaría ser tu novia Peter.
[...]
El joven azabache había dormido hasta la hora del almuerzo -Dejen algo de comer a Narnia-se burló Lucy al ver como su hermano e Isabella no dejaban de comer en la mesa, la pelicastaña se sonrojó y el pequeño pecoso solo sonrió.
-Les van a dar algo para el viaje de regreso-hablo el rubio llamando la atención de todos.
-¿Regresamos? -pregunto Susan viendo fijamente a su hermano al igual que Isabella-
-Ustedes sí... Le prometí a mamá que los mantendría salvo, y le prometí lo mismo a la madre de Isabella... y lo mejor será que me quede aquí un tiempo-contesto Peter mientras miraba a Isabella que lo miraba con enojo.
-Pero nos necesitan Peter, a los cinco no solo a ti-dijo Isabella mirando fijamente a Peter.
-Es demasiado peligroso, Lucy por poco se ahoga, ustedes casi mueren Isa-contesto el rubio, pero sabía que se iba a arrepentir por haber dicho lo último, pudo decir cualquier cosa, pero sabía que estaba lastimando el ego de la pelicastaña.
-Y desde cuando tú decides por alguno de nosotros, no te confundas Peter, serás hermano de ellos, pero tú solo eres mi novio, no mi padre así que apréndete eso, yo me quedo te guste o no-termino de decir la pelicastaña mientras se disponía a irse.
-Sufrimos por mucho y por eso debemos quedarnos... Isabella y yo fuimos testigos de lo que la bruja ha hecho... además yo le ayudaba-Edmund miro como Isabella seguía su camino sin mirar hacia atrás, mirando a Peter esperando a que la detuviera, pero todos la conocían, si tratabas de detenerla iba a desquitar todo su enojo así ti sin importar nada, los Pevensie miraban a su hermano de como realmente había cambiado por la ayuda de Isabella-. No quiero que los demás sufran por mi culpa, no como lo hice con Isabella, quisa se mostraba valiente, debieron verla nunca tuvo ni una pizca de miedo a la bruja, hasta amenazo al hombrecillo que era la mano derecha de la bruja.
Susan dejó ve ver a sus hermanos y se dispuso a irse ante la vista de todos-Pues supongo que está decidido.
-¿A dónde vas? -pregunto Peter al ver que su hermana se acercaba al árbol donde se encontraba
su arco y flechas.
-Tengo que practicar-contesto Susan, Lucy se levantó de su acento dispuesto a seguirla-. Pero tú deberías ir a hablar con ella, tal vez te ignore, pero sé que te va a escuchar porque te quiere y por cierto en hora buena, me alegro de que al fin estén junto se merecen el uno al otro, pero cuídala porque sabes que no encontraras a alguien como ella, ten más paciencia con ella paso por mucho todo por cuidar a uno de nosotros.
[...]
Mieras Susan práctica, su amiga observaba una espada, un arco y una lanza... No sabía que
debía elegir, pero estaba segura de que debía hacerlo pronto pues la guerra se avecinaba; sus pensamientos fueron interrumpidos por el rechinar de sus caballos y al girarse se encontró con los hermanos Pevensie en un duelo de espadas, donde Peter le daba instrucciones a Edmund de manera constructiva y este las seguía sin enojarse.
-¡Niños! ¡Niños! -llego corriendo el señor castor mientras recuperaba el aliento, las Pevensie y la joven Backer se acercaron a los niños que se encontraban junto al castor-. La bruja demanda una audiencia con Aslan y con Isabella... Se dirige hacia acá.
Peter subió a Susan, iba a ayudar a Isabella subir al mismo caballo que ellos, pero ella ya se encontraba en caballo de Edmund mientras lo abrazaba para no caerse, ayudo a subir a Lucy, querían llegar rápido, querían saber por qué esa mujer se había atrevido a pisar la tierra donde Aslan se encontraba, Isabella tenía una ligera idea, pero temía tanto que fuera cierta, pero no digo nada para no asustar a los demás.
Cuando llegaron escucharon como aquel hombrecillo que tantas humillaciones les había hecho pasar armaba un gran escándalo por anunciar la llegada de la bruja como única emperatriz de Narnia, los niños bajaron rápidamente, parándose junto a los demás Naranjos, cuando vieron salir a Aslan tranquilamente de su tienda, como si ya hubiera sabido que la bruja vendía hacia el campamento.
Edmund al verla se petrificó de miedo pues comenzó a recordar todas las cosas por las que hizo pasar y como había golpeado varias veces a Isabella quien buscaba protegerlo a toda costa de aquella malvada mujer. La pelicastaña por su parte giro su cabeza hacia Peter buscando en él la respuesta al porqué la bruja estaba en el campamento, pero el rubio en ningún momento la miro, puesto que el rubio miraba fijamente a la mujer de piel pálida.
Cuando la bruja se bajó de su supuesto tono y comenzó a caminar mientras que no dejaba de ver al pequeño azabache, aquella mirada fría y penetrante que deba tantos escalofríos le causaba estando ahí -Hay traidores en tú topa, Aslan... O al menos uno-dijo la bruja lentamente logrando que los Narnianos que no sabían del tema comenzaron a hablar, Isabella tomo la mano del azabache.
-Su ofensa no es contra ti, no te hace daño-hablo el león sereno.
-¿Olvidas las leyes sobre las cuales Narnia se forjó? -ante la pregunta, el león dio un rugido, haciendo que la bruja diera un pequeño y casi inexistente paso hacia atrás.
-No recites la gran magia ante mí, bruja... Yo estuve ahí cuando fueron escritas.
-Entonces sabes que todo traidor me pertenece a mí... Su sangre es mi propiedad-dijo burlona la bruja, Isabella se puso en frente el azabache, mientras una espada al igual que Peter, ninguno de los dos titubear ante aquella mujer.
-Intenta llevártelo maldita bruja-todos podían notar el odio que la pelicastaña le tenía a aquella mujer de piel pálida.
-¿Y creer que lograras por la fuerza negarme mi derecho? Estúpida niña-pregunto la bruja nuevamente, su mira hizo que el mayor de los Pevensie sentirse perdido, abajando su poco a poco su espada, pero en cambio Isabella no la había bajado ni un centímetro-. Aslan sabe que si no recibo la sangre que la ley demanda... Toda Narnia se verá devastada y permanecerá en fuego y agua... ESE muchacho morirá, en la mesa de piedra... así lo dicta la traición.
Isabella seguía frente al pequeño azabache cuando la bruja lo señalo, no pudo hacer nada más que aferrar su mano a la del chico, los hermanos Pevensie vieron a Edmund con lágrimas en los ojos, los Narnianos se debatían entre creer o no las palabras de la bruja.
-Es cierto y lo sabes-reto la bruja a Aslan y por primera vez, los niños vieron a un Aslan dudoso, como si no supiera cuál será su próxima jugada.
-Suficiente lo discutiré Isabella y contigo a solas, ya que ella es su guardiana-tras decir eso, el León no espero respuesta de ninguna de las dos pues se adentró en su tienda, la bruja no pudo hacer nada más que seguirle; Isabella se giró a ver a Edmund solo para encontrar con un
semblante triste y asustado.
-Ed todo está bien-dijo Susan, el azabache no pudo más que abrazar el cuerpo de la pelicastaña para que no lo abandonara, pero tenía que hacerlo, pues era la guardiana de los Pevensie, entro en la tienda, la joven Backer pensó que la supuesta charla duraría muy poco, pero estaba totalmente equivocada.
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