¹²· promesas
La charla de la Isabella, el león y la bruja se tomó más tiempo de lo debido, aquello había comenzado poco después del mediodía y termino el atardecer, los Pevensie, los Narnianos y los sirvientes de la bruja estaban sentados en el pasto, esperando el veredicto, si la sangre del traidor sería derramada o viviría y todo Narnia pesaría hasta el fin de los tiempos.
En algún punto de ese gran lapso, Peter se quedó pensando en la mejor manera de ayudar a su hermano para poder escapar y regresar a la casa del profesor Kirke, Susan pensaba que tal vez podría atacar a la bruja mientras salía de la tienda sin lastimar a Isabella o a Aslan, Lucy confiaba y sabía plenamente que Isabella salvaría nuevamente a su hermano, tal vez podría arriesgar su propia vida, pero realmente el azabache era el consentido de la pelicastaña.
Dentro de la carpa Isabella sentía un dolor en el pecho, aquella sensación no le gusto para nada, por primera vez tenía miedo de que aquello que una vez vivió sucediera de nuevo, no estaba lista, no quería volver a decir adiós, ya había perdido a su hermano en la guerra no estaba dispuesta a perder a Edmund. El chico no hacía más que recordar todas aquellas veces donde fue un niño malo, pensaba que todo lo que le pasaba realmente se lo merecía, se arrepentía y quería disculparse con sus hermanos tanto como a su amiga por a haberle gritado y tratado mal, pero las palabras no salían, estaban atoradas en su garganta gracias al nudo que no estaba dispuesto a irse, haciendo que su voz se esfumara.
Fue entonces que la bruja salió de la tienda con un semblante serio, detrás de ella iba Isabella, todos los presentes se pusieron de pie mirando al gran León que salía detrás de ellas, Peter volvió a cubrir a Edmund con su cuerpo, la bruja los miro fríamente, pero Susan estuvo casi segura de que pudo ver una sonrisa en su rostro, Isabella y el gran León giraron para ver a los niños, pero cuando estos volvieron su vista hacia ellos solo suspiraron para volver su mirada al frente.
—Ha renunciado al sacrificio del hijo de Adán, para siempre—aquellas palabras salieron de la boca de Isabella. Lucy instintivamente antes de que alguien más lo hiciera se lanzó al cuello de Edmund, abrazándolo, la bruja al ver tal acto y escuchar a sus espaldas los gritos de victoria de parte de los Narnianos se giró nuevamente a Isabella y al gran León.
—¿Cómo sé que su promesa será cumplida? —las palabras de la Bruja sorprendieron a todos, pero sorprendente rugido el gran rugido del León, tan imponente que la misma Bruja cayo sentada sobre su trono, causando la risa de los Narnianos.
Rápidamente Susan se unió al abrazo de Lucy, seguida de Peter, pero algo no pasó desapercibido por la pequeña Lucy, fue la mirada deprimida que el León le daba a Isabella, la pelicastaña al percatarse de la mirada de la pequeña Pevensie, Ambos se adentraron nuevamente a la tienda dejando el festejo por la victoria que acababan de recibir.
Los Narnianos organizaron una fogata, para celebrar la llegada al campamento de Isabella y Edmund, y que el joven azabache había sido absuelto de su sacrificio con la bruja, fue una velada hermosa, donde todos bailaba, cantaban y cenaban juntos.
Edmund buscaba a su pelicastaña amiga por todos lados, llevaba un rato que no la vía desde que la bruja sé habían ido, hasta que la vio sentada en el alto de una montaña, donde Aslan había hablado con ellos, sin dudarlo se encaminó hacia ella, tomando asiento a su lado —¿Está todo bien? —pregunto finalmente una vez que vio como su semblante estaba completamente perdido en el horizonte
—Si, solo extraño a mi hermano...
—Oh... no sabía que tenías un hermano, ¿Se fue a la guerra al igual que mi papa?
—Si, pero murió antes de que yo conociera a Susan—cuando Isabella termino abrazo sus piernas contra su pecho.
—¿Por qué nunca nos lo contaste?, estás pasando por algo y jamás nos detuvimos pensar que pasabas por todo eso tu madre y tú...
—No es como que fuera a contarlo a los cuatro vientos que mi hermano murió por una patética guerra que solo trae desgracias.
—¿Cómo murió? Si es que no te molesta contarme.
—Adrián murió con uno de los misiles de esos hombres, solo somos mi madre y yo ahora... Es por eso por lo que te seguí, temía que si te dejaba ir solo algo malo te pasaría y tus hermanos y yo no te volveríamos a ver sin arreglar las cosas...
—Bella...
—La última vez que vi a Adían peleamos... le dije que lo odiaba, al día siguiente se fue a enlistar a la guerra y semanas después llego un oficial a avisaros que él había muerto—Isabella no pudo seguir hablando, el nudo en su garganta no la dejaba, las lágrimas comenzaron a abandonar sus ojos sin su consentimiento, Edmund ahora entendía por qué la pelicastaña se comportaba así con él y sus hermanos, pero sobre todo, el azabache se prometió a así mismo no volver a dañar a alguno de sus hermanos y sobre todo en aquella noche llena de estrellas, Edmund Pevensie prometió no alejarse de Isabella Backer a pesar de las discusiones o cualquier cosa.
Bajando la aquella montaña se encontraron con Peter, observando a su hermano. El rubio sabía que tarde o temprano su hermano maduraría, pero nunca creyó que lo haría antes que él y mucho menos por una chica... pero ambos sabían que no se trataba de cualquier chica, Isabella era realmente especial, una vez que la conoces ya no puedes sacarla de tu mente aun que lo intentes fallarías en el intento.
—Isabella Backer... gracias—susurro el rubio desde dejos, antes de alejarse de ahí para volver a su tienda y dormir.
Isabella había dejado de llorar y miro fijamente al azabache frente a él, Edmund bajo la cabeza suspirando—. Perdón Bella, por todo... muchas veces te dije que no entenderías lo que era tener hermanos y por mi pulpa la bruja te hizo daño... Realmente lo siento, te prometo que no volverá a pasar.
—Ed, cariño no es necesario—la pelicastaña le regalo una sonrisa al chico.
—Mi padre me enseño que un Pevensie siempre cumple sus promesas, es por eso por lo que te voy a prometer algo.
—¿Qué estás diciendo Ed?
—Somos mejores amigos Isabella... Y te voy a cuidar para siempre.
El corazón de Isabella se estremeció, pues nunca había tenido muchos amigos porque solo necesitaba a su hermano, el hecho del que el pecoso le hubiera dicho que eras mejores amigos le agrado mucho. Los dos niños se quedaron conversando hasta tarde, Edmund acompaño a la pelicastaña a su tienda, cuando Edmund entro en su tienda que compartía con su hermano, el rubio se encontraba completamente dormido.
—Gracias Peter... Por todo.
El azabache se recostó en su cama dándole la espalda a su hermano, el rubio abrió los ojos y se giró a verla, había fingido estar dormido para no incomodar a su hermano, para poder evitar el impulso de cuestionar que es lo que había pasado con Isabella, pero había escuchado perfectamente las palabras del pequeño azabache.
Es un punto entre la noche y el amanecer Isabella, comenzó a vestirse para ir con Aslan, tenía miedo, pero todo era por uno de sus niños, así que haría todo lo posible para salvarlo, quizá Peter nunca se lo perdonaría, arriesgar su vida por su hermano, no la culparía él también lo haría. Todo el mundo dormidos, pero el gran León no podía, ya que él e Isabella tenían otros planes, pero como todo en este mundo, los habían escuchado y los habían seguido.
—Susan a dónde vas—pregunto la pequeña Lucy preocupada.
—No lo sé, Lucy, pero ven, no hagas mucho ruido—contesto Susan a su pequeña hermana.
—¿No deberían estar durmiendo? —cuestiono Aslan al escuchar como unas ramas crujían, Isabella miro a las hermanas.
—No podíamos dormir—contesto Lucy.
—¿Qué hacen aquí? —pregunto Isabella finalmente.
—Vimos que salían de sus tiendas y decidimos seguirlos, ¿Podemos acompañarlos? —pregunto Susan.
—Su compañía nos vendría bien por un rato—contesto el magnífico León mirando a las Pevensie.
Comenzaron a caminar en un profundo y reconfortante silencio, Susan había tomado el brazo de su mejor amiga, Isabella estaba tensa se notaba desde la distancia, podría decir demasiadas cosas, pero no estaba dispuesta a despedirse, realmente las despedidas no eran lo suyo, prefería dejar que todo tomara su curso, nunca le gusto decir un adiós porque realmente le dolían desde que perdió a su hermano. No quería que los Pevensie sufrieran por lo que ella pasó, realmente era un dolor inexplicable que jamás se iría.
Aslan se detuvo al igual que Isabella, sabía que su tiempo ya había terminado y tendrían que avanzar solos —Hasta aquí, el resto lo aremos solos.
—Pero...—trato de preguntar Lucy.
—Lu, Su... las adoro y no se olviden de eso por favor prométanme que se cuidaran entre ustedes—dijo Isabella, ambas hermanas se miraron, mientras veían que la pelicastaña comenzaba a llorar, mientras sostenía sus manos, ambas Pevensie asintieron sin entender aun que es lo que pasaba, Isabella no lo soportó más y las abrazo—. Díganle a Peter que de verdad lo amo y espero que sea feliz, no olviden decirle a Ed que como todos sus vegetales y que siempre será mi mejor amigo.
—Adiós, niñas—dijo Aslan despidiéndose.
Isabella y el gran León siguieron su camino hacia la gran mesa de piedra, al estar ahí varios Narnianos abucheaban y gritaban por su muerte sin cesar—Aslan, Isabella han venido a cumplir su promesa—dijo la bruja mientras sonreía burlonamente ante aquellas personas—. Atenlos—sus súbditos acataron sus órdenes, los ataron de pies a cabeza, algunos golpeaban o pateaban a la joven Backer, ocasionando que comenzara a escupir sangre, Jadis saco una daga y corto un mechón de aquella melena que pertenecía al León, se acercó a la chica e hizo lo mismo cortando su largo cabello castaño —. Pónganlos frente a mí.
Arrastraron al gran León hasta la mesa de piedra, el hombrecillo empujo a Isabella haciendo que tropezara, la tomo del pelo arrastrándola, la pelicastaña comenzó a gritar por el dolor, el escándalo paro cuando la bruja hizo una señal para detenerlos, el sonido de los palos contra el suelo se hizo presente.
—Querida Aslan, querida Isabella estoy muy decepcionada de amos ¿En serio creían que al sacrificarse evitarían que matara al humano traidor?, Están dándome sus vidas y no podrán salvar a nadie, dieron mucho amor, ¿No es así Isabella?, ESTA NOCHE AL FIN LA GRAN MAGIA SE APLICARÁ... PERO MAÑANA... VOY A CONQUISTAR TODA NARNIA... PARA SIEMPRE—en eso Isabella sintió algo puntiagudo que comenzó a atravesar su estómago, su vista se comenzó a nublarse, un sonido ensordecedor se hizo presente, la pelicastaña dejo de sentir el latido sé su corazón y de la nada todo se volvió oscuro.
—EL GRAN GATO SE HA IDO, GENERAL... preparé sus tropas para la batalla.
[...]
La multitud comenzó a dispersarse, Susan y Lucy esperaron que finalmente se fueran para acercarse a ello—No no—Lucy fue cociendo a los cuerpos sin vida del gran León y de Isabella —. No por favor no—comenzó a llorar la pequeña, Susan también, estuvieron llorando allí hasta que vieron unos ratones llegar —He que es lo que están haciendo—dejo de gritar cuando se dio cuenta de que comenzaron a romper las cuerdas desatándolos, al darse la vuelta para irse, un gran golpe detrás de ellas, al girarse vieron la mesa partida en dos, el cuerpo de Aslan no se encontraba en aquella mesa.
—¿Dónde está? —pregunto Susan—. ¡Donde esta Aslan!
En un largo tiempo la desesperación las consumió y volvieron a llorar mientras abrazan el cuerpo sin vida de su mejor amiga, pero una luz cegadora apareció entre ella apareció el magnífico León sorprendiendo a las dos chicas.
—Aslan—las dos hermanas corrieron a abrazar a aquel León—Pensaba que estabas muerto que la Bruja Blanca lo había matado—dijo Susan.
—Jadis no contaba con la sagrada ley, cuando la sangre de un inocente es derramada, el inocente resucitara—dijo el gran León hacia las niñas, ellas sonrieron, pero su sonrisa volvió a desaparecer cuando el cuerpo sin vida de Isabella seguía sin moverse.
—¿Qué pasará con Isabella? —pregunto la pequeña Lucy mientras contenía sus lágrimas.
Aslan no sabía como decirles que tal vez ella nunca volverá—No tenemos tiempo que perder la guerra ha comenzado.
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